El Secreto de Tora: El [Posible] Final (Revised)

Story by Mastertuki on SoFurry

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#7 of El Secreto de Tora


El Secreto de Tora

_ Advertencia: Es necesario haberse leído los anteriores capítulos para comprender este. ¡¡Feliz Lectura!! _

Advertencia (y II): Esta historia contiene una escena Yiff (Ya tocaba) y relaciones M/M (Como las chocolatinas pero con /) por lo que si a) Aún no conoces a Tora y Bryce b) Te has equivocado de historia (Puede ocurrir) c) No quieres que consoliden su relación y tengan hijos... Psicológicos d) No te va la homosexualidad, mírate el "Main Menu" donde encontrarás otras secciones quizás mas interesantes adecuado a tus gustos.

Está lloviendo.

"A pesar de que solo recuerdo lo de hace 9 meses, empiezo a entender mucho mas este mundo. Cuando vine en metro, aquella cabra me miró de mala forma, y yo no lo comprendí, pero ahora si que lo entiendo. Me pregunto si todos ellos pasaran por la misma situación, sintiéndose raros, sucios, y echándonos la culpa por todo lo que les ocurre, pero si lo pienso mejor, es normal... Al fin y al cabo, nunca nos pidieron que fueran creados.

Aunque yo mantengo la fuerte idea de que desde entonces ya no son creaciones, si no ellos mismos, pero son muy cerrados de mente.

La lluvia exterior parece que no piensa lo mismo.

Esta noche hago las maletas."

Capítulo 7: El [Posible] Final

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Bryce bebió un poco de té, y sentado en el sofá, miró por la ventana. Desde hacía dos horas que no paraba de llover, y los nubarrones tapaban cualquier rayo de sol, sometiendo a la ciudad oriental a una constante y parcial oscuridad, de ambiente grisáceo y triste. Con la espalda inclinada hacia adelante, la sombra se alargaba a través del sofá hasta llegar al mueble de la cocina, y su pelo, suelto ahora, se repartía a lo largo de su espalda.

El muchacho apagó la televisión y se incorporó un momento. Luego, dejó el té en la cocina, y se apoyó en el mueble, pensativo. Tres meses, y lo que había llegado a cambiar. Y pensar que cuando llegó allí, era un chico tímido... Tímido y por muchas razones. Y eran esas razones las que hacían que al lado de Tora se sintiera mucho mejor. Tora...

Recordó rápidamente lo que hacía unas semanas le había dicho Shinke acerca del pasado del tigre: Un antiguo amor, un lobo azul. La verdad es que aquellas palabras le hacían temblar de nerviosismo, y era como si procuraran activar algo en su cabeza, alguna función bloqueada, alguna información.

Se dio la vuelta y se agachó ante el mueble-bar para coger el medicamento que solía tomar y se tragó una pastilla. En el momento en que lo depositó, le vino a la cabeza una posible forma de averiguar el porqué le estaba dando tantas vueltas a aquellas misteriosas y extrañas palabras, pues de Tora no sabía prácticamente nada de su vida anterior a que se conocieran: Un album de fotos. Se levantó, y empezó a rebuscar con la mirada. ¿En que mueble tenía Tora las fotos?

"A lo mejor en su habitación..."

Cuidando de no hacer demasiado ruido, comenzó a caminar lenta y pausadamente en dirección al pasillo que llevaba al dormitorio del tigre, y en cuanto llegó, abrió con sumo silencio. El interior de la habitación se encontraba en una total oscuridad, seguramente a causa del mal tiempo y de tener la persiana bajada, aunque aquella atmósfera no hacía sino recordar la situación moral en la que se encontraba su compañero: Depresivo.

Cuando Tora se enteró de que Shinke había decidido romper el grupo, el tigre solamente calló. Dirigió una mirada última al grifo en cuanto lo vio en la universidad, y desde entonces, no habían hablado entre ellos. Sin embargo, el tigre había entrado en un estadio depresivo, tal y como se había temido, y Bryce no había tenido otra opción que recurrir a Odayaka, aunque este ya le dijo que a pesar de sus esfuerzos, Tora no quería escuchar a nadie.

Se habían juntado tantos problemas que ahora no podían salir de ellos.

El muchacho entró con cuidado en la habitación, procurando acaparar con la mirada el máximo rango posible a pesar de la oscuridad, y elegir los muebles adecuados a buscar. Si no eran esos, es que directamente debía abandonar, porque si el tigre le pillaba escudriñando por ahí, se podía armar la gorda.

Se dirigió a las mesitas de noche, y empezó a buscar en los cajones, pero no logró encontrar absolutamente nada. Bajo la cama habían bastantes cajas, pero después de revisarlas, no había si no revistas varias y de todas las categorías. "Ahora ya se donde guardaba las porno" pensó divertido. Sin embargo, por dentro se sentía fatal, porque era entrometerse en la intimidad del tigre, aunque a decir verdad, había llegado el punto de que necesitaba saber en que mundo se estaba moviendo. Finalmente se incorporó, y buscó en el armario. Tras kilos de ropa, encontró un libro que aparentaba ser un álbum de fotos, y lo sacó del interior, cerrando las puertas tras él, y sentándose en el suelo. No se atrevía a salir, pues probablemente entre que lo hacía y cerraba la puerta, haría tanto ruido que el tigre se despertaría, por lo que era la mejor opción estar ahí, aunque tampoco tenía demasiada luz para poder determinar las fotos.

Abrió el libro con cuidado, y intentó forzar la vista para poder ver las imágenes. Por lo que lograba distinguir, solo eran fotos de él y de sus compañeros. Las continuó pasando, y pudo ver algunas mas, sobretodo a Baka de joven "Como ha cambiado" pensó. Sin embargo, no encontraba ninguna que le llamase la atención. ¿Donde estaba el lobo azul que la última vez le dijo Shinke?

Y entonces le encontró. Fué como si le iluminaran con un foco para que pudiera ver mejor; Bryce podía distinguir, con un fondo basado en un parque de atracciones, al tigre Tora y, cogiéndole por la espalda, a aquel que había mencionado el grifo.

Tal como se esperaba, se trataba de un lobo de pelaje azul marino, pero con algunas zonas mas claras como por ejemplo debajo del morro o tras las orejas puntiagudas que poseía. Su rostro parecía moldea ble, y en aquel momento, daba la sensación de ser el típico lobo pillín que había visto veces en los dibujos animados. Físicamente era alto, y tan fuertote y musculoso como Tora, pero aquello no era lo que mas le impresionaba a Bryce, si no mas bien que parecían ambas piezas de un mismo puzzle: Si cogía al lobo azul y lo cambiaba por otro, Tora cantaba un montón. Como si demostraran el cariño que había entre los dos desde hacía tiempo.

"Este lobo..." pasó un dedo por encima de la imagen, pensativo. "Lo recuerdo... Es... ¡Es el de mis sueños! ¡El que a veces aparece cuando sueño! El del accidente... El del padre suicida..."

-¿Que haces?

Bryce dio un respingo al oír la voz del tigre, y alzó la vista al instante. Allí, enfrente suyo, estaba el tigre, de brazos cruzados, y con los boxers puestos. Con la oscuridad y la poca luminosidad que había, su mirada destacaba tal fiereza que, de no saber quien era, hubiera salido corriendo por patas.

-Tora... Yo...

El tigre no respondió en ningún momento, si no que se lo quedó mirando fríamente, o eso le pareció al chico. Luego, al ver que se agachaba, el chico empezó a temblar, tragando saliva, imaginándose lo peor. ¿Que podía ocurrir si acababa de...?

-Tranquilo.

Bryce se quedó en blanco al oír la voz del tigre. Este solamente le cogió dulcemente el álbum de fotos, y lo observó con sumo cuidado.

-Yo... Lo siento mucho, Tora...

-¿Porqué lo has cogido?

-Por... Shinke me dijo que el equipo se formó gracias a un lobo azul que amabas y... Tenía una ligera sospecha... Y quería verlas para saber...

-¿Para saber que?

Bryce se quedó sin habla, procurando encontrar una respuesta que le permitiera eludir al tigre y salir corriendo de ahí. El tiempo no jugó a su favor, y Tora le cogió inmediatamente de la barbilla, obligando le a mirar a los ojos.

-Conmigo no te sirven los trucos de respuestas escaqueadoras. - dijo, lo que sorprendió al muchacho. ¿Como sabía que iba a hacer eso? Por un momento pensó que la metedura de pata había sido mas grande de lo que se esperaba.

-Tora... Me haces daño. -suplicó. El tigre no hizo nada durante los siguientes tres segundos, pero mas tarde, le soltó, para acariciarle luego la mejilla.

-Lo siento. -dijo. -Pero necesito que me digas para que venias a buscar las fotos y porqué. -explicó. Le lamió la cara con cuidado, procurando calmar al muchacho, y luego, añadió. -Ya te conté que hay cosas que no sabes... Y por ello, debo cuidar de ti, Bryce...

-Cuidar de mí... ¿Por?

-Eso... -el tigre se apartó de él, con el álbum de fotos cerrado en una de sus zarpas, y se sentó en la cama. -No puedo contártelo.

-Ya...

Fuñé como sentir una gran explosión interior que no pudo controlar. El muchacho se levantó como pudo, pasando completamente de lo que en esos momento debía hacer: Disculparse. Miró con rabia a Tora, y acto seguido, se fué caminando hacia la puerta.

-¿Adonde vas? -le preguntó Tora.

-A cualquier lugar. Total, vaya donde vaya, nadie me contará nada, ¿no? -el tono de voz sonaba casi arrogante, pero al chico tampoco le importó. Cogió la puerta del dormitorio, la cerró de golpe tras suyo, y continuó avanzando hacia la entrada. Escuchó la puerta del dormitorio abrirse tras él, pero no miró: Cogió su chaqueta colgada en la percha, y justo cuando fue a coger el pomo, algo le cogió del brazo y le giró a lo bestia, impidiéndole frenar. Se encontró de repente besando a Tora.

Aquello le recordó que, a pesar de lo que acababa de intentar, no había forma de odiarle. Sabia por lo que estaba pasando, y seguramente a pesar de todo aquel lobo continuaba teniendo un lugar en su interior. Pero odiaba tener tantas piezas en las manos y que nadie le permitiese juntarlas. El beso, tan suplicante, le dejó casi sin aliento, y cuando se separaron, le miró a los ojos, buscando respuesta.

-No me trates de esta forma, Bryce, no ahora.

El silencio abrumaba la casa, y solo el reloj resonaba por todos lados por su tic-tac. Bryce no sabia ni siquiera que responder, pero el tigre tenía toda la razón. No podía hacerle eso. Y abandonarle por cuestiones propias le podía hacer mucho daño. Acercó una mano a una de las orejas del tigre, y le rascó por detrás, haciendo que el tigre cerrara los ojos y apoyara la cabeza en su hombro.

-En mis sueños... Veo ese lobo azul... -confesó el chico al final.

-Supuse que llegaría el día en que me dirías eso... -contestó el otro. -En ese caso... dame un poco de tiempo... Y te lo contaré...

No terminó la frase en cuanto notó que el chico se acercaba poco a poco a él y que deslizaba los brazos por debajo de los suyos, pasando las yemas de los dedos sobre el suave pelaje de su cuerpo que tenía toda la parte de arriba al descubierto, y conduciéndolas hasta su espalda, donde finalmente se cruzaron y hicieron que el chico finalmente se quedara abrazado a él, apoyando su cabeza en su hombro, buscando algo de refugio.

Tora también hizo lo suyo, llevando al principio su morro hasta el pelo de Bryce, aspirando levemente, y luego abrazándolo con sus zarpas, procurando no hacerle ningún daño. Era aquellos momentos cuando mas se daba cuenta que su fuerza sin duda podría hacerle daño al muchacho si no procuraba ir con mucho cuidado, cuando se daba cuenta que Bryce era alguien un poco débil físicamente a quien debía proteger hasta que lograra curarle del todo, o hasta que lograra que fuera el de antes.

Notó de repente un cosquilleo en el cuello que le hizo estremecerse y cuya sensación recorrió toda su columna vertebral. Lanzó un suspiró leve y entreabrió los ojos, intentando averiguar que había sido: Se trataba del muchacho, que le estaba lamiendo el pelaje del cuello, y notaba como poco a poco iba subiendo. Sonrió levemente, pues le hacía mucha gracia: Había que reconocer que el muchacho lo hacía con bastante cariño y no le hacía ningún mal. Se dejó llevar, inclinando levemente la cabeza para que no tuviera problemas al respecto, y no se interpuso al respecto. Al contrario, le hacía muy feliz que por fin se tomara ese tipo de confianzas. A pesar de que eran novios, a veces Bryce se mostraba bastante distante, y situaciones tan privadas como aquellas eran un regalo.

De pronto notó como Bryce le lamía al principio la punta de la oreja, y luego le mordía suavemente, sin intención de hacerle ningún daño, mientras hacía un ruido seco, como un ligero. Se rió levemente al sentir aquello, y comprendió que lo único que estaba haciendo era intentar que jugara con él. Así pues, le lamió varias veces el cabello, y luego restregó su morro contra la cabeza del muchacho, haciendo que Bryce se riera durante un rato. El tigre sonrió y volvió a hacer lo mismo, esta vez en el cuello, y el chico se rió tanto que acabó cayendo al suelo sentado, con la espalda apoyada en la esquina sin parar de reir, lo que hizo que el tigre se arrodillara ante él para poderle tener mas de cerca.

Bryce le miró a los ojos en cuanto acabó de reir, y su sonrisa se convirtió de repente en una mueca de extrañeza. En el rostro del tigre había una expresión parecída a preocupación y al mismo tiempo cariño, lo que hizo que se sintiera bastante pequeño al lado suyo y que se acurrucara mas contra la esquina. El tigre avanzó un poco hacia él, quedándose a cuatro patas, y arrimó un poco el morro hacia él, tocandole una mejilla con suavidad, mostrando afecto. Luego, se aproximó y se sentó muy cerca suyo, apoyando el hombro en la puerta y procurando no perder el contacto visual, mientras una de sus zarpas iban hacia su mejilla.

Por primera vez, Bryce notaba una sensación cálida, de muchísima proximidad hacia el tigre. Ya le importaba un cuerno las limitaciones, por aquella vez quería descubrir mas cosas del tigre, tenía la sensación de querer saber si el amor que sentía hacia él iba a durar siempre o solo hasta el momento en que se separaran, pero no encontraba el modo de expresarlo con palabras. Cogió la mano, y la llevó hasta el brazo del tigre, acariciándolo poco a poco, y sonrojándose un poco. Observó como el tigre descendía suavemente la zarpa hacia el hombro de forma decidida, y comprendió que fuera lo que fuera lo que estaba sintiendo en ese momento, quizá debía dejárselo todo al tigre. Notó como este, con cuidado con las dos zarpas, se encargaba de quitarle la chaqueta y de dejarla al suelo, amontonada, y lo miró a los ojos por un instante. Luego lo besó de nuevo, pero esta vez mucho mas tierna, con mas cariño, con mas dulzura, y un escalofrío pasó por su cuerpo. Sintió que resbalaba ligeramente bajó Tora, y como este se encargaba de que no se fuera completamente al suelo, notando su cabeza acolchada por la chaqueta. Ahora estaba completamente echado en el suelo y con él, el tigre besándolo.

Tora dejó de besarlo, y observó al muchacho un momento. Por un momento sintió el impulso de saltar sobre él, pero se contuvo. No, lo que quería demostrarle era otra cosa, quería demostrarle algo muy diferente, y a pesar de que sabía como, tenía miedo de que Bryce le rechazase. Incapaz de continuar, se incorporó un poco, quedándose sentado en el suelo, y mirando al techo. Bryce lo observó durante unos instantes, y luego se llevó una mano a la frente.

-Entiendo lo que querías hacer. -le dijo.

-Te juro... Que solo quería hacerte entender la importancia que tienes para mí. -dijo, con un tono de arrepentimiento en su voz. -No era como la última vez, en el baño, hace dos meses. Pero no soy capaz... No quiero hacerte daño otra vez.

Bryce lo observó unos instantes, y luego llevó una mano a la zarpa de Tora, tocándola con suavidad.

-No seas bobo, confío en ti... -le susurró. -Eso es lo que quiero saber yo... Si realmente te importo... O no...

Tora le miró sorprendido un momento, sin entender bien lo que estaba ocurriendo. Uno que quería averiguar que importancia tenía el uno con el otro, él otro que quería demostrarlo. La situación cuadraba, entonces.

Tora se arrodilló delante de él, y le besó de nuevo en la boca, intentando captar toda su atención en ese mismo momento, procurando ser cariñoso con la persona a la que amaba. Sin darse cuenta, acabó pasando una extremidad trasera por encima del cuerpo echado de Bryce, sin dejar de besarle en ningún momento, algo que dudaba de poder terminar, y agitó la cola levemente de lado a lado, para luego dejarla en reposo en el suelo. Se detuvo un momento para dejarle de besar, y luego, volvieron a las andadas. Para los dos, separarse en aquellos mismos momentos era signo de mala suerte, quizá.

Mientras que con una extremidad delantera mantenía su propio peso, pasó una de sus zarpas delicadamente sobre el pijama del chico. Le entraron ganas de reir cuando se dió cuenta de que, de no haber sido por su intento de detenerle, ahora mismo estaría en la calle en pijama, y con las zapatillas puestas. Notó cada una de las fibras que componían la pieza de vestir en sus garras, hasta que finalmente llegó al final, donde se detuvo unos instantes, subiendo de nuevo. Notando las manos de Tora en sus brazos, acariciando el suave pelaje anaranjado con rayas negras, recorrió de nuevo el camino hacia arriba, desabrochando cada uno de los botones. A cada vez que lo hacía, recordaba cada uno de los momentos en que ambos habían estado tan próximos que ninguno de los dos se atrevía a decirle al otro lo que sentía. Ahora quizás había llegado por primera vez el momento, quien sabe.

En cuanto le desabrochó la camisa del pijama, la apartó un momento, y pasó su zarpa por el torso de este. Notaba el exceso de vello por su cuerpo, signo sin duda de su antigua naturaleza, y le acarició varias veces, notando como Bryce se estremecía a cada vez. Se detuvo un momento y apoyó la zarpa de nuevo en el suelo, para poder repartir mejor el peso.

Seguía sin saber como continuar.

El corazón le latía fuertemente a la hora de pensar en el siguiente paso. Adentrarse en la intimidad de Bryce era algo que no había hecho jamas durante aquellos tres meses, y a pesar de que el chico se dejaría, tampoco era plan de estar manejándolo en ese mismo momento como un muñeco.

-Si quieres que pare... Dímelo. -le dijo. -Este es un juego de dos... No quiero divertirme solo...

El chico le miró unos instantes, y asintió con la cabeza, dejándose besar de nuevo por el tigre. Luego, este le besó la barbilla, y luego el cuello, y poco a poco, fué descendiendo a lo largo de su torax, obligando a Bryce a dejarle los brazos. Iba dando besos a cada momento que descendía, notando los temblores del otro a cada momento, hasta que finalmente llegó al pantalón. Al ser el del pijama, se dio cuenta de que iba a ser bastante fácil quitárselos, y usando su agilidad felina, se inclinó sobre sus dos patas traseras, mientras que cn las dos delanteras se encargaba de irle bajando la ropa hasta que finalmente se lo quitó junto con las zapatillas.

El vello en exceso se repartía también en las piernas y por lo visto también en la espalda, haciendo de la apariencia física del chico aún mas parecida a la de un lobo, un pensamiento que le hacía sonreír a cada momento. Se puso de nuevo encima de Bryce, y le dio un beso en la mejilla, mientras este le abrazaba y le atraía hacia él, pudiendo notar su pelaje humedeciéndose por el leve sudor del cuerpo del otro.

-Si pudiera estar contigo... Siempre...

-Lo estarás... Encontraremos la forma...

Notarlo tan nervioso hizo que le empezara a lamer la cabeza con cuidado para que mantuviera la calma. Bryce parecía algo aterrado y al mismo tiempo, por la forma en que le acariciaba, parecía que sentía curiosidad por saber que iba a ocurrir. La verdad es que él también quería saber que pasaría a partir de ahora. Mientras se encargaba de tranquilizarlo, él mismo con cuidado se quitó los boxers, algo que le llevó su tiempo por la cola y porque no quería separarse del chico en ningún momento.

Fué entonces cuando Bryce dejó de acariciar la espalda fuerte del tigre, y empezó a descender la mano a lo largo de su costado hasta el torax, llevándolo hasta la parte íntima del tigre. Tora tembló en cuanto notó un escalofrío pasando por su columna vertebral, y ronroneó a gusto, dejando que Bryce hiciera de las suyas. El chico, al ver que el tigre no se había opuesto, continuó jugando con él durante un buen rato, lamiendo mientras tanto el hombro, notando como poco a poco el tigre también empezaba a sudar. Intentaba no hacerle daño en ningún momento al mismo tiempo que procuraba darle el máximo placer, algo que seguramente estaba logrando, porque Tora no paraba de ronronear cada vez con mas insistencia a medida que el juego del chico iba haciendo su efecto. En cuanto Bryce logró su propósito y notó que el órgano de su compañero ya estaba erecto, pasó la yema de los dedos a lo largo de este, haciendo que el tigre temblara un momento, y finalmente, se atrevió a agarrarlo con firmeza.

-Bryce, ¿Que haces?

-Tu tranquilo... No pasa nada...

-Pero... Ah... ahhh...

Tora notó de repente como el placer y la excitación se mezclaban en su cuerpo, haciendo gemir y maullar, sintiendo como Bryce le iba masturbando. Agachó la cabeza irremediablemente, y en ese mismo momento, notó como el chico volvía a jugar con su oreja, excitandolo aún mas. Le hacía recordar sin duda los días que vivió con él en una época anterior, cuando ambos tenían todo el tiempo que querían, donde no había fronteras para mostrar el cariño de uno por el otro.

Rugió con algo mas de fuerza cuando empezó a sentir los dedos de la otra mano de Bryce recorriendo cada uno de sus fuertes músculos con la yema de los dedos, haciendolo temblar de excitación y doblarse un poco, notando el cuerpo del chico bajo el suyo. Bryce no parecía querer detenerse, y el placer no hacía mas que crecer en el tigre con una rapidez bastante grande. Fué cuando comprendió que aquellos eran gestos de cariño que en el pasado se repitieron varias veces, exactamente los mismos movimientos. Bryce parecía recordar cada vez con mas fuerza la forma en que jugaban ambos, y sin duda, parecía saber perfectamente como hacerle perder la razón y obligar a actuar solo con el corazón, nublando la mente. Llegaba un punto en que prácticamente ya solo sentía el placer, y era incapaz de razonar nada más. No quería llegar a tal punto de clímax, pero por otra parte estaba empezando a desearlo cada vez con mas ansia, lo que demostraba que el chico sabía lo que hacía con él.

De repente notó como se detenía, lo que le permitió coger algo de aire e intentar pensar con claridad a la vez que sentía los dedos de Bryce recorrer su órgano y volver ligeramente a su espalda mientras iba jugando con su pelaje por el camino. Sin embargo, sintió que la cosa no había acabado ahí: De alguna forma Bryce había logrado que lo único que quisiera ahora fuera sentir su cuerpo tocando su pelaje, desvelar todas sus intimidades, y intentar saberlo todo de él. Respiraba con ansiedad, ronroneando de vez en cuando, y tragó saliva cuando notó que el chico cruzaba las piernas alrededor de su cuerpo, sintiendo el corazón de este bombear la sangre con mas fuerza, y la excitación que tenía también entre las piernas. El chico no se detenía con su oreja, y sabía que iba a poder aguantar mas: había logrado contactar con la ternura de su lado mas salvaje.

Se aseguró de que el chico estuviera cómodo y próximo a él, y agitó un poco la cola. Luego, con cuidado, empezó a internarse en el cuerpo del chico, notando ligeras sensaciones recorrer todo su cuerpo, al mismo tiempo que notaba su órgano en una zona de alta temperatura, lo que le excitó completamente. El chico gimió de pasión, haciéndole comprender que todo estaba yendo sobre ruedas y que no debía temer nada, por lo que continuó su camino. Se detuvo un momento, acomodando al chico otra vez a la nueva posición, y cuando se aseguró de que ya no podía hacerle daño, un escalofrío le hizo sonreír de alegría, empezando a moverse con algo de ritmo, mientras se lamía el morro y empezaba a ronronear continuamente, sintiendo al muchacho debajo suyo. Nunca le había tenido de esa forma tan próxima, y de hecho, creía que ese era él único momento en que la intimidad entre los dos era máxima, demostrando sin duda la confianza del uno por el otro. Bryce, mientras tanto, no dejaba de abrazarle al tigre. Sentía su pelaje recorrer la parte de su pecho y frotando su órgano, lo que le empezaba a excitar bastante; sentía el sudor que se acumulaba en todas las partes del cuerpo del tigre, lo que le había humedecido completamente y lo hacía mas suave al restregarse contra él; el poder de cada uno de sus fuertes músculos, trabajando de una forma sincronizada, la fuerza que emanaban y que parecía poder captar en el aire. Sin duda Tora se mostraba ahora como si fuera un tigre en toda regla, y se lo demostraba en todos los ámbitos. La excitación y el placer que le estaba proporcionando no tenía límites, y Tora sentía exactamente lo mismo.

El corazón le latía cada vez con mas fuerza, con mas ímpetu, y poco a poco notó como su ronroneo se convertía en rugidos necesarios, pasando completamente de si le oían fuera o no al estar haciéndolo enla entrada. No quería detenerse en ningún momento, no ahora que había encontrado un momento de privacidad como ningún otro. Bryce, mientras tanto, notó que estaba cargando quizás demasiado el cuerpo en el tigre, y además, el sudor le estaba haciendo imposible mantenerse agarrado, por lo que poco a poco descendió hasta que se quedó en el suelo. Ese momento de liberación le permitió a Tora moverse con mas agilidad y mas ímpetu, lo que sobreexcitó en sobremanera al muchacho, que le acariciaba los brazos sin saber realmente que estaba haciendo. Tora ya no sabía realmente ni lo que estaba haciendo, puesto que la excitación empezaba a nublar su mente, conducido por los gemidos de placer del chico, que iban aumentando. Notaba su pene cada vez mas restregando la cavidad del chico, y se sentía incapaz de aguantar un minuto mas, cerrando fuertemente la mandíbula. Poco a poco sacó las garras retráctiles de las zarpas delanteras y traseras y las clavó en el suelo, permitiendo un mayor agarre, y inclinó la espalda lanzando un fuerte rugido, demostrando así que la excitación ya le estaba controlando completamente. Comenzó a moverse con mas ansiedad y con mas rapidez, mientras Bryce, notando el placer acumulado en el tigre se agarraba de sus brazos, gimiendo cada vez con mas pasión. Notó de repente un calor interior, como algo que se encargaba de subir su temperatura corporal, y escuchó un rugido intenso, potente, propio de un tigre que había llegado al clímax. Tora estuvo un rato intentando coger aire, y luego observó al muchacho. Se inclinó hacia adelante, y le besó en los labios, enredando sus lenguas, y luego descendió hasta su oído.

-Vamos a ponerle un punto a la i de "Fin". -dijo.

Bryce no entendió nada, pero se dejó hacer, incapaz de decir algo con la excitación que llevaba dentro. Tora salió de su interior de forma tranquila, poco a poco para no hacerle daño, y luego, a cuatro patas, retrocedió un poco hasta que tuvo el órgano del chico delante suyo. Con una de las zarpas, ahora sin las garras retráctiles, lo cogió con firmeza, y luego le metió un lametón, empezando a masturbar luego al chico.

-To... Tora...

-Tranquilo...

Tora estuvo un rato de esa forma, sonriendo, viendo como el chico seguía gimiendo de placer. Se lamió los labios, y luego llevó su morro hasta el órgano del chico, internándolo en su cavidad bucal, y empezando a lamerlo. Bryce lo notaba, y era incapaz de decir que no, excitándose cada vez mas. Intentaba agarrarse a cualquier cosas, pero el suelo de parquet no le proporcionaba ningún soporte. Tora, mientras tanto, no finalizaba su faena, y de hecho, pensaba seguir así hasta que al final Bryce sucumbiera. El chico continuó un rato, hasta que al final, cedió, sintiendo todo el placer al principio, y luego, cogiendo aire.

Tora le soltó, y se lamió los labios, mirando al chico con una sonrisa en el morro. Bryce entreabrió los ojos, agotado de tantas sensaciones juntas, y lanzó una pequeña risilla, que se transformó de repente en enormes carcajadas por parte de los dos. Mientras él se incorporaba, ambos no paraban de reir sin entender realmente el porqué.

-Tora... -consiguió decir el chico cuando dejó de reír. -¿Crees que encontraremos la forma de estar juntos siempre?

-Supongo... Pero después de esto...

-Pero después de esto...

Tora se aproximó a él y lo abrazó.

-Después de esto... Ahora sé sin duda lo mucho que te quiero. -dijo. -Gracias Bryce... Gracias por estar con todos nosotros... Gracias... Por estar conmigo...

-¿Donde vas a ir ahora? -le preguntó el tigre mientras se tomaba un poco de café después de que ambos se ducharan y se vistieran. El chico fue hasta la percha de nuevo, y cogió otra vez la chaqueta. Estaba algo arrugada, y dudo de si llevarla puesta o no. -Yo de ti la tiraría a lavar. Después de usarla como almohada, algún que otro estaría oliéndote durante kilómetros de distancia y sería fácil dar contigo.

-Si, eso estoy pensando. -añadió el chico. Se fué hasta la lavadora y metió la chaqueta dentro, echando un vistazo un momento a la puerta que daba al trastero. Algo le atraía hacia allí, pero Tora le había repetido quinientas veces que solo era eso, un trastero.

-En fin, voy a ver a alguien. -mintió. -Luego volveré a hacer las maletas, ¿Vale? -se acercó al tigre, y le dií un beso en un lado del morro, haciendo sonreír al antropomorfo. -Tranquilo, que no te abandono aún.

-Menos mal. -comentó alegre. -No quiero estar maullando de tristeza por escaquearte esta tarde. Quiero llevarte yo mismo a la estación en cuanto te vengan a buscar.

-¿Como? ¡Ja! ¡Eres de lo que no hay! ¡No me voy a perder! -exclamó, lanzando el primer trapo que encontró en las manos contra su rostro. Ambos se rieron y luego, el chico abandonó la casa.

En el momento en que la presencia del humano desapareció, el tigre dejó de sonreir, volviendo a su faceta de preocupado. Varias cosas se le habían pasado por la cabeza durante aquel acto y todas le anunciaban que la situación se le escapaba entre las zarpas. El chico le había confesado unos sueños en los que salía el lobo azul, pero también durante el acto se había comportado igual que en el pasado, lo que implicaba que estaba empezando a recordar. ¿Pero porqué ahora y no cuando se conocieron? De haber sido antes, de haberlo recordado todo, podrían volver a estar juntos, y en cambio, ahora tenía que volver.

Cogió el teléfono, y marcó un número. Esperó un rato hasta que al final escuchó el sonido de una cocina con gente dentro trabajando a toda pastilla. Oyó una voz grave e hizo la petición de que le pasaran el teléfono a Ane; hubo un momento de silencio y luego, escuchó la voz de la coneja.

//Dime, Tora.

-Ane, tengo un ligero problema. -la explicó. -Bryce empieza a recuperar conocimientos.

//¿Y le llamas problemas? ¡Pero si lo has estado deseando todo este tiempo!

-Ya, pero no lo recuerda todo, solo fragmentos. Le sobrevienen en sueños y en forma de ser... Sospecho de que hay algo que le está bloqueando la memoria. No lo ha olvidado todo, simplemente no puede acceder a toda esa parte de su vida.

//Bueno, parece que ya hemos desvelado parte del misterio. -dijo la otra. //Pero a saber de que se trata...

-No se... Tiene que ser algo que haya estado usando a menudo, incluso antes de que le viera. No lo se... Es como si hubieran dos elementos: Uno de ellos le hace recordar, pero el otro se lo impide.

//Lo que le hace recordar ya sabemos todos que es, Tora. Tu olor se encuentra en prácticamente toda tu casa, y supongo que eso le ha hecho fluir ciertos momentos de su pasado.

-Y sus instintos mas bajos... -añadió Tora, aunque por dentro sonreía por eso.

//Escucha, Leon trabaja mediante medicina, igual que mi hermanastro. Quizás nos sirva. Busca un medicamento que haya llevado encima incluso antes de conocerte. Míralo a ver, pero procura no confundirlo con la medicación que lleva encima además de esa.

-Medicina... ¡¡Espera!! -Tora se despegó de la pared y empezó a abrir y cerrar las puertas de los muebles. -¡Bryce toma un medicamento, pero ni él sabe para que és!

//Busca, y llévalo a mi hermanastro. Que él te haga un análisis y sacar conclusiones. //Oye, llevo dejarte. Llámame si encontráis algo.

Y tanto que lo haría. En esos momentos se maldito a sí mismo por no haber caído en su momento en todo aquel rollo de la medicina. Y entre maldiciones, y abriendo y cerrando muebles, encontró un botecillo de aspirinas que no conocía de nada bajo el mueble bar, medio abierto. Lo cogió, y se lo acercó a los ojos, sospechando.

-Creo que ya tenemos al culpable. -se dijo a si mismo.


Damaru, el gran desaparecido.

Con el tiempo, se había demostrado que existían dos pilares en el equipo de baloncesto antiguo: El primero era el recuerdo del Lobo Azul, y el segundo, el de Damaru. Misterioso Dragón.

Su hogar se componía de un enorme ático que no tenía mas muebles que un par de sofás, una cama y una cocina. Necesitaba el máximo espacio posible, o de lo contrario le entraba claustrofobia, aunque siendo sinceros, esa sensación la tenía últimamente des de el retorno de Bryce. Jugar a dos bandos no le estaba haciendo gracia, pero era la única forma que tenía de compensar el daño que hizo en el pasado, aunque él saliera perdiendo.

No había querido abandonar el equipo, pero uniéndose al director conseguía muchos mas puntos a su favor. Podía hacer de espía, y ayudar al tigre y al muchacho lo que pudiera. Y aunque se trataba de jugar con fuego, era ahora mismo el único objetivo que tenía, observando desde las sombras, mover algunos hilos para detener a Leon. Pero la ineptitud de Tora le complicaba las cosas, y era hora de mover ficha.

Escuchó el timbre de la puerta, y se bajó del borde de la ventana, entrecerrando sus alas. Abrió la puerta, y observó quien había llamado: Una gata de pelaje gris, bien formada, con guantes en las garras; Laura.

-Mira a quien tenemos aquí... -mencionó la gata. -Llevo días sin recibir mas mails de tus descubrimientos, pensaba que te habían exterminado.

-Lo ssse... Passsa...

La gata entró con cuidado, observando con atención el entorno. La casa de Damaru siempre había sido la misma, y de todos los jugadores, quizás era el único que nunca había cambiado de hogar. Como todos los dragones del clan, Damaru era reacio a abandonar aquel lugar donde mejor se encontraba.

-Algún día te haré un remodelado de toda esta casa. -dijo la gata mientras se dirigía al sofá. La daba la sensación de ser muy pequeña en comparación con la grandaria y el vacío del piso. Observó con atención con sus ojos rasgados como el dragón iba hasta la nevera y sacaba un par de refrescos. Luego se fué hasta el sofá y la ofreció una de las dos bebidas, que aceptó con gratitud.

-¿Planes?

-Le molessta Bryce. -contestó el dragón. -Preveía la decisssión del grifo, y pretendía jugar mas con él cuando estuviera derrumbado, pero parece ssser que el humano logró al menosss darle esssperanzasss. -informó, como si estuviera leyendo un texto. Cerró las alas para apoyarse en el respaldo, y continuó mientras sus escamas verdes brillaban como esmeraldas. -Esssta noche no llegará a la central Dorei.

La gata solo rió.

-Supuse que haría eso. Siempre se le escapó de su control el lobo azul y con él, los otros dos mestizos. -suspiró. Bryce no tiene ningún perjuicio en el pasado, ni tampoco genético, por lo que no puede jugar con su moral. Tora está peleado con su padre, Odayaka tiene problemas con su familia, Shinke es débil, y Baja... Bueno, Baka ya es un caso aparte. -bebió un poco, y continuó. -Puede hacer con sus vidas lo que quiera, y con las nuestras. -añadió, señalando un momento al dragón. -Pero él es... Como lo diría...

-Prepotente, rebelde... Cualquier adjetivo le vale. -¿Que me dicesss... De los clanesss?

-¿Que sabes de ellos?

-Solo del de Tora. -informó. -Por lo que me han contado, el viejo essstá muy cansssado, y ssolo el tigre puede ssubstituirle. Nunca ssse han encontrado en una ssituación como essta, assí que no ssaben que hacer. Obviamente, Tora no pienssa regressar.

-Regresará, créeme. -dijo la gata. -Creo que ya es hora de emplear la caja que robaste la última vez que estuviste con Leon.

-Como quieras. -Mientras observaba como la entrenadora dejaba la bebida y se ponía a fumar, el dragón se levantó y fue hasta la cocina, sacando de dentro de un mueble una caja de cartón. -¿Estas segura?

-Segurísima. -contestó la gata, ronroneando de satisfacción. -No quiero estropear una pareja, pero si voy a joderle los planes a mi marido. Sigue informándome de todos los movimientos y planes que trame. Y esa caja... Ahora me encargaré de que le llegue a Bryce.

Conocía perfectamente la calle por donde estaba caminando, pues fué la misma que tuvo que andar para llegar al hotel donde residía Tora, solo que ahora estaba mojada por la llúvia que había azotado la ciudad durante un rato y que había cesado mientras ellos hacían el amor. Conocía cada una de sus tiendas, pues eran las que había estado visitando durante todo aquel tiempo para ir comprando todo lo que necesitaba; conocía los callejones, puesto que en ellos habían estado ambos para llegar a los lugares mas insospechados e insólitos.

Por primera vez en su vida, iba a echar de menos todo aquello que estaba mirando, a sabiendas perfectamente de que no iba a volver; por primera vez en su vida se maldecía de ser un Dorei, pero el destino parecía no haberles deparado un final para ellos dos. A pesar de lo que se habían prometido, era imposible cumplirlo: Tora seguiría su camino, y él, el suyo. Y a pesar de eso, sería incapaz de olvidarle.

Se llevó una mano a la mano, mientras las lágrimas corrían por su rostro, sintiéndose completamente solo. Veía a cientos de antropomorfos caminando por los dos lados, y le daba la sensación de que ninguno de ellos le miraba a la cara, como si no existiera en la realidad. Se sentía tan mal... Tan oprimido... Echó a correr de repente, intentando huir del tiempo, del mundo, intentando sacarse la idea de que no iba a ver mas a Tora de la cabeza, pero le estaba resultando ser completamente imposible. ¿Como iba a dejar aquel lugar después de haber conocido a alguien que le había hecho sentir tan feliz? ¿Como? Chocó contra algo, o quizá contra alguien, pero no le importó. Sin mirar ni tan siquiera quien era intentó avanzar y apartar el obstáculo, pero este se lo impedía. Finalmente alzó la mirada, y observó que se trataba de alguien conocido: Baka, el oso oscuro del desaparecido equipo.

-Vaya... ¿Tu no te ibas hoy? -le preguntó, mirándole sorprendido. Bryce no supo que decir, y el oso sacó un pañuelo del bolsillo, limpiándole las lágrimas. -Madre mía, estas llorando... ¿Que te ocurre?

-Nada... No pasa nada... -dijo. -De verdad, Baka... No ocurre...

-O, y tanto que "ocurre". A tí nunca te he visto tan triste. -argumentó, mientras se guardaba el pañuelo en el bolsillo de nuevo. -Escucha... ¿De verdad que no me quieres contar nada?

El chico, con los ojos llenos de lágrimas, miró a Baka un momento, intentando contener las palabras que parecían luchar por salir de su interior. Y tanto que se lo quería contar, quería contarlo todo, pero por desgracia, era tan orgulloso que le resultaba incapaz decir algo. Finalmente, en un ataque de rabia, exclamó:

-¡¡Si que me pasa!! ¡¡Me pasa que no puedo irme de aquí!! ¡¡Debo irme, pero no puedo!! ¡¡No quiero dejar a Tora, eso es lo que me pasa!!

Ambos se quedaron callados, hasta que al final, el oso sonrió.

-Me alegro de que lo hayas soltado al final. Bien, en ese caso... ¿Que tal si vamos a tomar algo? Pensándolo bien, me alegro de que sigas aquí. Así podremos conversar sobre este asunto y miraremos de encontrar una solución, ¿Te parece?

-Vale...

Bryce no estaba muy confiado, sin embargo, de encontrar solución alguna, pero calló y no dijo nada, siguiendo al oso durante un buen rato. La verdad es que no se diferenciaba en nada del equipo que se tuvo que enfrentar contra los Fire Fasters la vez anterior, pero a diferencia de ellos, Baka parecía mas tierno, mas niño. Quizás era por eso que Tora siempre le decía que le faltaba bastante coeficiente intelectual, por ese aspecto de niño bueno que tenía, que daban ganas de abrazar a cualquiera que se le pasaba por delante.

-¿A ti no te afectó la separación del equipo? -le preguntó.

-No, la verdad es que no demasiado. -admitió el oso. -Ya me lo esperaba que tarde o pronto acabaríamos así. En realidad Bryce era el único que mantenía el equipo centrado...

"¡¡¿¿Bryce??!!"

-¿Disculpa? -preguntó, pensando que se había equivocado de nombre.

-.. El lobo azul, ya sabes. Nos daba increíbles ánimos y lo mejor de todo es que mantenía una relación muy estrecha con Tora. -continuó, como si no hubiera oído al chico. -Lástima que tuviera que irse. ¡Ah, por cierto! -metió una garra dentro de una bolsa, y sacó un paquete envuelto en un papel dorado, dándoselo al chico. -Esto es para tí, de parte de Laura. Un regalo de despedida, dice que siente mucho que no la hayas podido conocer, pero que esperar tener otra oportunidad. Laura es increíble, es...

Pero Bryce ya andaba desconectado del mundo. De repente su cabeza se había puesto en marcha con la relación de su nombre con el lobo azul. Principalmente parecía una coincidencia, porque además, habían piezas que no soldaban, pero si lo justificaba todo con la perdida de su memoria, y lo más importante, con lo que sabía de Tora... ¿Era posible que...?

-... en definitiva, es mala y buena a la vez. -concluyó el oso. -¡E! ¿Sigues en este mundo? -le preguntó cuando llegaron a un semáforo. Prácticamente habían recorrido un buen cacho de calle.

-Si, si... -contestó el chico, aún atónito. -Oye, Baka... ¿Porqué se fue ese lobo? -preguntó.

-Pues... No lo sé, pero tanto él como Tora estaban enfrentados contra el director de la escuela, Leon. No se si lo habrás visto, pero como decíamos en el equipo, sus padres nunca fueron muy originales: Es un león que normalmente lleva siempre ropa negra encima.

Afirmativo.

Bryce no contestó, y Baka pudo ver como daba unos cuantos pasos hacia atrás, con una expresión seria pero suave en su rostro. Parecía sorprendido por los comentarios del oso.

-¿Ocurre algo? -le preguntó Baka.

-No... Nada... Oye Baka... Grácias...

Echó a correr inmediatamente en sentido contrario hacia su casa, mientras su cabeza empezaba a enlazar todas las piezas. Ese Leon era el mismo que había visto después del partido contra los oso, el que le golpeó en la cabeza y apenas pudo verle de forma borrosa, pero eso no hacía si no confirmar muchísimas cosas: Su exceso de vello, sus sueños, la sensación de conocer a Tora en otro momento, su perdida de memoria, que hubiera sabido que hacer cuando estaba tan excitado esa mañana... Ahora lo entendía, lo entendía todo. Él era el lobo azul, él era ese Bryce de otra época. No había nada que pudiera romper esa teoría.

"¿Era eso lo que no me querías contar, Tora?" -se preguntó. "¿Por eso me enseñaste a Pelz? ¿Por eso quería evitar que viera esas fotos? ¡¡Pero si tanto te importo, ¿Porqué no me lo dijiste?!!

Notó algo que le cogía del brazo izquierdo y lo empujaba con una fuerza sobrehumana hacia nunca supo donde. Notó quedarse flotando en el aire, y luego, chocar contra el suelo y estar rodando durante un rato hasta que su espalda topó con una especie de piedra, quedándose tendido en el suelo, dolorido.

-Vaya... Es increíble, hasta ha decidido mostrar su coleta y todo.

Le sonaba perfectamente esa voz, por lo que fue incorporándose poco a poco, con todo el cuerpo lleno de dolor a causa del golpe. Abrió los ojos, y descubrió que había pasado. Se encontraba en el interior de uno de esos callejones donde Tora y él habían pasado en momento anteriores, con la única diferencia de que se encontraba e un lugar tan oculto por las sombras que nadie de los que pasaban por la calle le veían. Ni a él, ni a los otros dos humanos que iban vestidos de traje negro. Los reconocía perfectamente, pues eran los encargado de ir a recoger a los Doreis una vez estos habían finalizado su tarea: Yugo, el del pelo rubio y largo, y Tosco, completamente rapado.

-Yugo... -consiguió decir el chico.

-Si, el mismo. Esperaba verte mas tarde, al lado del tigre, pero parece ser... -se fue acercando poco a poco, hasta que cogió la barbilla del chico con fuerza. -Que he tenido suerte y que te voy a poder castigar ahora mismo.

Bryce no pudo evitar la cantidad de bofetadas que empezaron a llover del cielo por ambos lados, mientras oía la risa de Yugo crecer por momentos al mismo tiempo que el dolor que estaba sintiendo. Pronto las bofetadas cesaron, y el hombre soltó al chico, que cayó al suelo, con la cara llena de moratones. Notó que el hombre tiraba algo al suelo, e hizo el esfuerzo de fijarse. Eran fotos en los que salían Tora y él caminando por las calles.

-Cuando las vio, el jefe me dijo: "Dale una buena paliza" Y yo le dije... Con mucho gusto. -escuchó el sonido de algo cortando el viento, y alzó la vista. -Que ganas tenía de darte un escarmiento...

-No... No...

-Y tanto que si... ¡¡Ahora mismo!!

El látigo que cortaba el viento cruzó su cara.


El hermanastro de Ane continuó trabajando a marchas forzadas, pero el ordenador del laboratorio no conseguía ir mas rápido para buscar entre la increíble y enorme base de datos que tenía el (único) laboratorio medicinal de la ciudad. Al final desistió y se levantó de la silla, tocándose una oreja mientras avanzaba a una máquina de dispensar café y se ponía un poco.

-Veo que no has dormido. -dijo Tora. -Siento mucho haberte pedido esto ahora.

-Nada, no te preocupes. Estoy acostumbrado, además. Y si es por tu novio, pues habrá que hacerlo, ¿no?

-Bueno... La verdad es que me gustaría que droga se está tomando además de los medicamentos que le recetaste. -dijo. -Lo que no sé es porqué no se me ocurrió antes que quizá este medicamento le estaba afectando a la cabeza.

-Porque entonces estabas cegado por el amor. Tranquilo, a todos nos pasa. -argumentó el conejo. El ordenador emitió un pitido, y el hermanastro dejó el café en la mesa, acercándose al ordenador, y leyendo con cuidado.

-Mhhh...

-¿Ves algo?

-Si... Y no me gusta nada... -se incorporó y se dirigió hacia la pared, presionándola y desplazándola hacia un lado, demostrando así que no era mas que un armario oculto. En su interior había un enorme aparato compuesto de una base altísimo, una placa mas arriba, y un espacio enorme y vacío en el centro. En cuanto el hermanastro lo acercó al centro de la sala, descubrió que se trataba de un aparato de hologramas. El conejo cogió varios cables y se acercó a la parte trasera del ordenador, cambiando algunas cables, y luego se puso de nuevo en el ordenador. La máquina de los hologramas se encendió, provocando un enorme ruido por el ventilador interior, y mostró un cerebro humano en tres dimensiones.

-La zona que ves roja es la parte de la memoria. -dijo, señalándolo. -Bien, hay una planta que se encarga de bloquear los componentes químicos que procuran la memoria residente. Así...

Se mostró, en tres dimensiones, las células que se encargaba de esa memoria, y el hermanastro hizo aparecer unas moléculas rojas que pusieron a Tora los pelos de punta: Parecían tener patas, y se acercaban de forma decidida a las moléculas enganchándose a ellas, y cubriéndola completamente por una substancia azul.

-En un principio está en fase de estudio: Esa planta puede generar estas substancias que a pequeñas dosis quizás regeneren la cubierta que protege cada una de las ramificaciones entre neuronas. -explicó. -Pero a grandes dosis, producen esto. Y como es unas moléculas que pronto se deshacen, el que lo toma necesita nuevas cantidades para que se mantenga la memoria bloqueada. Si se toma durante un tiempo, el que lo hace acaba sufriendo durante bastantes días cuando intenta dejarlo.

-Es... Una salvajada...

-Pues espera a ver esto otro. Leon hizo bien su trabajo. -cambió la proyección por una de un cuerpo humano, y luego lo acercó a las células. -Esta es la parte que se sale de todos los conocimientos actuales de la Bioquímica: La mutación instantánea. Un producto químico que no he visto en mi vida, pero su funcionamiento es de lo mas extraño: Coge unas cuantas células de cada tipo, les muta el adn, y se carga el resto al mismo tiempo que obliga a las seleccionadas a multiplicarse al mismo tiempo. El resultado es una transformación completa de un cuerpo a otro. Obviamente esta composición química constituye de una serie de virus que transforman su ARN en Adn mediante la transcriptasa inversa y luego se la inyectan a la célula junto con otros componentes para que haga su faena como es debido... Es un milagro de la ciencia.

-Es una burrada que está matando a Bryce. -rugió el tigre.

-Si, eso también. Supongo que por eso se ahogaba cada vez que lo dejaba, o se empezó a alterar ante la mordedura que le metiste. Estas células mantienen su nuevo adn mientras se las subministra el medicamento, pero además, le protege de otros virus, por lo que nunca o casi nunca está enfermo: Por eso aguantó un mes la alteración del sistema nervioso. Como las células están sobre trabajando para mantener esa forma, el huésped se encuentra constantemente débil...

-... Como lo está Bryce. -dijo. -Joder... ¿Existe algún medicamento que contradiga esto?

-Supongo, pero sea como sea, lo debe de tener Leon, así que estás apañado, chaval. -dijo, apagando el holograma. -Bueno, fin de la sesión Imax. ¿Que vas a hacer ahora?

-Llamar a tu hermana para contárselo y luego volver a casa, a ver si ha vuelto.

-Ok. No te dejes las pastillas, las va a necesitar.

El tigre asintió con la cabeza y cogió las pastillas para guardárselas en el bolsillo. Luego, mientras encendía el móvil, se despidió del conejo, y se encargó de llamar a su hermanastra.

-Ya lo tengo. Era lo que tu decías. Se tratan de dos medicinas en una sola.

//Lo suponía. Ves a buscar a Bryce, y luego mi hermano me contará los detalles. Y no te emociones, Tora, haber descubierto esto es solo... Un paso.

-Lo se... Solo espero que ese paso sirva de algo.

Tora bajó las escaleras del edificio rápidamente y salió al exterior, la brisa traspasando su extenso pelaje. Continuó corriendo, mientras el corazón le latía rápidamente por la emoción de saber que había encontrado el problema de Bryce y con ello, podrían llegar a una posible solución. La emoción era tal, que aceleró incluso el ritmo de la velocidad y todo, con ganas de llegar a casa y decírselo a Bryce. ¡¡Por fin podría contárselo todo!!

Y entonces ocurrió.

Tora pisó algo que le hizo perder el equilibrio, y se detuvo al instante, bajando la vista para ver de que se trataba. Era algo rojo, alargado, parecido a una goma con un mango, y el tigre se agachó para recogerlo y observarlo con mas atención. Olía a sangre, y pronto descubrió que no era una goma, si no un látigo. Giró la vista hacia su izquierda poco a poco, hasta fijarse en el callejón oscuro, y se incorporó adentrándose con las garras retráctiles listas por si las moscas. Iba fijándose en todos lados, observando detenidamente cada una de las sombras, preparándose para cualquier cosa.

Pronto pudo vislumbrar en la oscuridad dos figuras negras, desfiguradas a causa de unas posibles zarpadas de algún otro antropomorfo o algo parecido. Sus ropas estaban raídas, y sus armas, desperdigadas, mezcladas por increíbles lagos de sangre que procedían de los dos cuerpos humanos. Un olor le abofeteó la nariz, y le alarmó de tal forma que lanzó un leve gruñido. Era un olor muy familiar, que le atraía y, ahora mismo, le alteraba a la vez. Continuó fijándose en las paredes rayadas por garras poderosas, y localizó en el suelo una caja medio abierta, envuelta en papel de regalo. El tigre se acercó a la caja y la cogió, apartando la tapa para ver su interior, pero lo único que vislumbró fué un bote de pastillas vacía, y una tarjeta. La cogió con cuidado, y la leyó atentamente: Yugo ris, de la empresa de Doreis de donde procedía Bryce.

-Estos vinieron a buscarle... Pero solo se han encontrado con la muerte. -dijo, fijándose mejor en los cuerpos. Sin duda, a uno de ellos le pertenecía el carnet. Pero lo peor de todo era el olor que sentía: Era el de Bryce, sí, pero antes de que le perdiera, cuando aún era un lobo.

-¡¡¡!!!

Y fué en ese momento cuando Tora se dió cuenta que Bryce no estaba por ningúna parte. Esos hombres si, y a juzgar por lo que había olido y por las armas, habían intentado hacerle algo... Pero el chico no estaba allí.

¿Donde estaba, entonces?

Continuará

Notas del Autor

No hay traducciones pero si aclaraciones: esta historia se publicará cada dos semanas (Domingo si, domingo no). Y posiblemente alguna que otra persona acabará odiándome después de haber leído este capítulo, pero no he podido evitarlo, lleva planeado así desde hace tiempo.

¿Continuará? No lo sé, aunque pronto tendréis la respuesta a la pregunta en el siguiente capítulo. No obstante, espero que os haya gustado, tanto por las cosas que he desvelado, como por la escena yiff que ha sido incluida. Y si a alguien se le ocurrió decirme unas cuantas palabras cuando llegó al final, que sepa que yo estoy abierto (Como siempre) a todo tipo de opiniones, comentarios... Me hacen muy feliz y a cada uno que leo, me da muchos ánimos para seguir escribiendo (El niño interior se pone tan contento... )

Y por último, grácias por haber dedicado unos minutos de vuestro tiempo a leer este capítulo y ojalá nos encontremos en el siguientes. ¡¡Nos vemos!!

_ Actualización: La historia SI CONTINUA. Este mensaje fué editado y se añadió una aclaración en el escenario del final de este capítulo para borrar cualquier duda después de ver la primera reacción posteada en el furoom. Disculpad las molestias que os haya causado. _

_ For approvers: Edited the text in Bold, the word "¿Continuará?", the story description and submited a little more words in the final scene. _