El Secreto de Tora: Confesiones (Segunda Parte)

Story by Mastertuki on SoFurry

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#5 of El Secreto de Tora


EL SECRETO DE TORA

Capítulo 5: Confesiones (Segunda Parte)

Advertencia: Para comprender este capítulo hace falta haberse leido los anteriores, sobretodo "Confesiones (Primera Parte) ¡¡Feliz Lectura!!

Advertencia (Y II) : Notas y aclaraciones al pié de página. Este capítulo no contiene absolutamente nada de Yiffy, solo furry, por lo que si a) No sabes que es un furry (Típico caso después de haber entrado vía google) b) Sabes que es un furry, pero no te gustan las cosas sentimentales c) Te gustan los asuntos de amor, pero no una mención sobre relaciones homosexuales, d) Ni sabes de que va esto, puedes continuar leyendo, aunque deberás leerte los capítulos anteriores para comprender este. ^_^

Papá...

El viento continuaba bufando en la dirección contraria hacia donde la cría de lobo antropomórfico azul miraba. Con unos ojos enormemente abiertos a causa de lo que estaba viendo, ni siquiera se atrevió a moverse, ni a apartar la mirada, mientras su ligero pelaje se movía levemente. Ante él, podía descubrir la verdadera muerte causada por el odio y por la irracionalidad.

Un hombre vestido con una bata blanca manchada de gotas de sangre era todo lo que la vista del lobo acaparaba. El hombre, de pelo rubio y largo, completamente liso, y con unos ojos azules alargados, increíblemente alto, contemplaba con una sonrisa cínica la Mágnum que tenía en la mano derecha. A sus pies, el cuerpo inerte de una coneja antropomórfica a la cual le habían pegado un tiro en la cabeza.

El hombre observó a su hijo, al lobo, con esa sonrisa cínica, mientras se llevaba la pistola a la sien y quitaba el seguro.

-Es una verdadera lástima... Que tu tengas que ser mi hijo... Me das asco.

Y el sonido de una bala atravesando un órgano importante y vital del cuerpo humano paralizó para siempre la mente del pequeño Bryce, el Lobo Azul.

Tora...

Tora...

-¡¡Tora, joder!! ¡¡Las entradas!!

El tigre "regresó" de su ensoñación ante la insistencia de Ane al agitar fuertemente su robusto cuerpo. Se soltó como pudo de ella y se llevó una mano a la cabeza, observando el alrededor con sus ojos rasgados y de color ámbar.

Habían dejado la habitación del hotel para ir al final a un enorme parque de atracciones con las entradas que le habían sobrado a Odayaka. Pero aquello no era un parque de atracciones normal y corriente, era un increíble parque que colapsaba prácticamente toda la parte norte de la montaña, y sus atracciones aprovechaban esta opción para gastar menos fuerza a la hora de arrastrar, si hacía falta, los diferentes vehículos donde subían los visitantes. La entrada, llena de barras rojas, contenía una parte abierta donde se encontraba unas máquinas para dispensar las entradas compradas o regaladas y poder entrar en el interior del recinto.

Allí el lugar comprendía una enorme esplanada que contenía diferentes edificios comprendiendo algunas partes del mundo, pero mas allá, empezaban a florecer diferentes atracciones rodeadas de tiendas y casetas para que los que iban a divertirse también aprovecharan para comprar. En definitiva, una auténtica locura puesto que las atracciones tampoco eran moco de pavo. Montañas de hasta doce loopings de setenta metros de altura, caídas libres de ciento veinte metros, atracciones de agua a presiones inimaginables... Todo para jugar con los sentidos.

-Voy, voy...

Tora introdujo las entradas en el interior de la máquina, y tanto el tigre como la coneja entraron en el recinto. Ane se quedó maravillada ante lo que veía, pero para Tora, aquello no era nada del otro mundo. Quizás si hubiera ido con Bryce hubiera resultado mejor, pero sin él, las cosas eran muy diferentes. Observó a Ane, que miraba a todos los lados mientras caminaban, ladeando la cabeza de un lugar a otro, con cierto interés en la mirada.

-Oye, ¿Que haces? -le preguntó Tora.

-Buscando furs que estén como un tren, pero aaah... -se llevó las manos a la cabeza y suspiró, mientras sus orejas se movían ligeramente. -Solo salen en las telenovelas. Lo dice el dicho: Todos los furs buenos están casados o son gays. -miró a otro lado con desinterés y silbó. -Lástima que sea cierto y que tampoco pueda ir a por ti. -de repente, Tora notó una presión en la parte de atrás de sus pantalones y se dio la vuelta rápidamente, cubriéndose.

-¡¡Pero bueno, que haces tocándome el culo!!

-Test de calidad -dijo sonriente. -Pero está demasiado duro para mi gusto... ¡Ah, mira!

El pelaje de Tora se movió ligeramente al pasar por su lado Ane, que corría a la velocidad de la luz. Fué tras ella, que se había introducido en una caseta de música, y empezó a buscarla, hasta que la encontró revisando una estantería.

-¿Y ahora? -le preguntó, bastante aburrido.

-Buscando un disco... Pero no lo encuentro. ¡Ah! Aquí está. -lo cogió al instante, pero fue tan rápida en ocultarlo que no le dio a Tora tiempo ni a verlo. -Tu ves afuera, ahora salgo.

-¿Pero que...?

-¿Quieres salir fuera?

El tigre miró de mala gana a la coneja, que le observaba con aires de "Eres un pesado" y luego comenzó a caminar en dirección a la salida, gruñendo por lo bajo.

No tardó demasiado en salir y encontrar a Tora sumamente cabreado. Pues si que habían empezado bien en el parque de atracciones. Sonriendo levemente, la coneja fue caminando ágil mente hacia Tora, y le tocó la espalda.

-Venga, vamos. Creo que he decidido que atracción cogeremos al principio.

-¿Como que has decidido? ¿Sin preguntarme ni nada?

-¡Todos los tigres sois iguales! ¡Pues no pienso ceder a tu orgullo, así que arreando que es gerundio!! -protestó la coneja, y antes de que al tigre le diera tiempo, este notó como empezaba a ser arrastrado casi por obligación hacia la enorme atracción "Quack Splash!", temiéndose lo peor.

"Con lo que odio las de agua, y me tengo que subir a una de ellas..." -pensó mentalmente mientras la miraba de reojo. Comprendía un pequeño recorrido alrededor de un bosque artificial, mientras que luego subía por una pendiente simulada y realizaba la primera caída en el centro del parque, en el cual había un enorme charco. "¿Como me he podido dejar enredar?"

La enorme cola de espera no tardó en empezar a moverse, y Ane y Tora se introdujeron en ella, aunque este último lo hizo refunfuñando bastantes cosas malas, hasta que al final se cansó de ello.

-Joer... Vamos a tener que esperar un buen rato. -argumentó Tora, y miró a Ane. -¿Estas segura?

-La verdad es que cualquier cola me va bien. Con tal de tener un punto de conversación contigo...

-¿Un punto de conversación? -Tora la miró extrañado. -¿Y de que quieres hablar conmigo?

-De Laura, por ejemplo. -Se acercó de repente a él y empezó a restregarse contra su pelaje, claro indicio de que quería algo- Veeeenga, dimelooooo... ¿Que tal le va a Laura? ¿Cuantos han sido?

-Aiba, ahora no me acuerdo... Creo que cuatro. -dijo Tora. -Pero me dan lástima... Sin un padre, Laura ha tenido que acudir a su hermana. Pero no pueden pasarse todos los días viviendo con su tía, y me temo que no hay otra opción.

-Cierto... -Ane se apartó y se apoyó en la barra contraria a la pared, mirando a la gente que subía y baja detrás de ella. -Malditos humanos...

-Cierto, nos hacen daño... Aunque... - Tora dejó la frase en el aire, sin hacer mas comentarios al respecto.

-Por cierto, ahora que recuerdo, ayer me hiciste una revisión rápida de lo que ha ocurrido estos dos años, pero... Dame mas detalles. ¿Que ocurrió con el equipo cuando yo me fuí?

Tora la miró a los ojos un instante, y cogió aire, intentando preparar mentalmente un resumen con el cual poder saciar la curiosidad de Ane. Conociéndola, se preveía un montón de preguntas por parte de Ane.

-Digamos que ante la desaparición de Bryce, no pudimos hacer nada. Dejamos el campeonato al cual podíamos acceder, y hasta Laura cogió una depresión de caballo, hasta que al final la escuela se dignó en buscar a alguien y nos introdujeron a Odayaka. Fue la orca que viste ayer...

-¿La de la casa de sonados? ¿El pirado ese que solo piensa en tirarse a la primera que ve? ¿El que conocimos a la hora de ir a buscar tu mochila?

-Si, y sois clavados. Podríais montar una pareja perfecta si no fuera porque estas arreglando papeles con tu hermanastro. -Dijo Tora. -Bueno, por donde iba... Al principio nos llevamos mal Odayaka y yo, e incluso fui capaz de enfrentarme al resto simplemente por él... Pero ese no era el único problema. Encima Laura se atrevió a mantener en el equipo a Damaru porque, según ella "estaba muy arrepentido" Entre una cosa y la otra... Shinke fue el siguiente en deprimirse, Baka pasó olímpicamente de todo, Damaru no hizo nada, y yo... Empecé a drogarme.

-Tora... ¿Como pudiste caer tan bajo?

-Es lo que tiene... Pierdes a la persona que mas amas, y te das cuenta entonces de cuanta unión había entre los dos. Y estaba desesperado, la gente no paraba de hablar del Lobo Azul, y a Odayaka... Lo odiaba a muerte. Pero si no hubiera sido por él, ahora estaría muerto... Así que realmente le tengo que dar grácias por todo.

-Madre mia... -se llevó una mano a una de las orejas, y tocándola con inercia, preguntó. -¿Y el director? ¿Y Stallion? ¿Alguno de los dos confesó los hechos ocurridos en el accidente?

-Ninguno de los dos. Y Leon continua en su puesto, y Stallion en el otro, con lo cual debo tener mucho cuidado. El otro día atacaron a Bryce, y encontré por todos lados el aroma de Leon; no creo que sepan quien es, pero eso implica que lo pueden saber si cometo un paso en falso.

-Lo que remarca sin duda lo que te comenté: No debiste traerlo.

-¡Todos decís lo mismo! ¡Lo tuve en cuenta, tuve en cuenta vuestra vida, pero vosotros no habeis tenido en cuenta la mia, ¿verdad?!

-No es eso, Tora... -se soltó la oreja, y se preparó al ver que se estaban aproximando cada vez mas a la atracción. -Pero no es solo nuestra vida, si no la suya. Tu mismo lo has dicho, irán a por él. Y lo que has hecho es una estupidez. Dos meses, Tora, solo dos meses y tendrá que volver al centro de salud, y no le volverás a ver jamás. ¡No tiene sentido lo que has hecho!

-Me da que tu no te preocupas realmente por él solo por eso, ¿verdad?

-¿Como?

El tigre se rió al ver como había despistado a la pobre coneja.

-Nada, déjalo. -dijo el tigre sonriente. -Bueno, venga, que nos toca.

Ambos subieron unas escaleras, y se introdujeron en un tronco que funcionaba como vehículo, que luego continuó a la deriva por lo que parecía un bosque artificial. En un silencio absoluto en el que solo se escuchaba el chapoteo del mar, se notaba que la tensión que había entre ambos antropomorfos era tan denso que se podía cortar con unas tijeras.

Tora notó de repente una vibración en su bolsillo de atrás, y se apresuró rápidamente a sacar el móvil y ponérselo en el oído, dejando sorprendida a Ane, que se había esperado que Tora dejara el movil en el coche, lo mas lógico si no se quería que se mojara en una atracción de ese tipo.

-¿Diga?

//Soy Baka, Tora.

-Ah, Baka... Dime, ¿Que ocurre?

//Malas noticias. Primero las tuyas, de todas formas. ¿Encontraste a Damaru?

-Que va... No está en su cueva, pero su rastro está presente ahí, lo cual me extraña mucho.

//Está bien... Luego iré yo si acaso. Bien, te contaré las nuestras. La entrenadora ha hablado con Shinke. Parece ser que lo que hicimos en el partido ha "volado" y hemos vuelto otra vez al recorte de presupuestos.

-¿¿Como?? ¡¡Pero como coño se lo montan!! ¡¡No puede desaparecer el dinero ingresado así como así!! ¿¿En que se lo gastan??

//Ni idea, eso nos gustaría saber a nosotros también, pero la entrenadora dice que no lo sabe tampoco. Tendremos que idear algo, tio, y rápido. Shinke está que se despluma, Odayaka ya no sabe ni que decirle, y la verdad, encuentro lógico que esté así. Primero Damaru y ahora esto...

-Está bien, está bien... Ahora no puedo atenderos. -miró a Ane un momento, que parecía sumamente interesada en lo que estaba hablando, y añadió: -Estoy con Ane en el parque de atracciones.

//¿Con Ane? ¿Ha vuelto?

-Si, ¿No te lo contó Odayaka?... Eo, tíos, que me voy para la primera bajada. Ya nos veremos a la noche, ¡¡adiós!!

Colgó el movil, y se lo puso en el bolsillo, agarrándose a la barra en cuanto vió que iban ya directos a la primera bajada. En cuanto les cayó la oleada encima, Ane aprovechó para preguntar.

-¿Que ha ocurrido?

-La escuela. -explicó Tora mientras se tocaba el pelaje completamente empapado.. -Nos ha vuelto a recortar los presupuestos, así que vamos a tener que hacer algo para recuperar. No se con que, pero bueno... Algo tendremos que idear.

-¿Y ya has pensado en algo?

-Que va... Y me gustaría saber que carajo hace el colegio para gastar el dinero que nosotros conseguimos con nuestro esfuerzo.

El mediodía pasó volando.

Ane y Tora, mojados des de la cola hasta el morro, subieron a varias atracciones mas que, o bien no le gustó a uno, o bien no le gustó a otro, pero fuera como fuera, en ninguna de ellas coincidían ambos. La tensión desapareció bastante rápido, aunque Tora no lo había olvidado, si no todo lo contrario, mantenía muy bien en su cabeza la forma de pensar que tenía Ane respecto a los humanos.

En una parada en la que Tora fué al baño, Ane aprovechó para ir a un teleproyector y poder contactar un momento con Bryce. El teleproyector no era mas que una especie de televisor que poseia a su lado un panel enorme donde se podía marcar el número de teléfono a donde se quería llamar y si daba la casualidad que la casa a donde se llamaba tenía también teleproyector, hasta se podía ver al receptor por la pantalla. Por desgracia, en casa de Ane no era así la situación. La coneja marcó el número de teléfono e inmediatamente esperó a que empezara a sonar el tono de marcado. Pronto escuchó una voz grave por el aparato.

//¿Diga?

-¿Es usted el señor Joshi ?

//Si.

-Oiga... He hablado con él, pero me da que no voy a lograr nada, tiene las puertas cerradas.

//Me lo temia. Por favor, insiste... es muy importante para mi...

-Está bien...

Ane cerró la máquina, justo en el momento en el que salía Tora, y la miró sonriente.

-Por fin un baño... Bueno, ¿Te apetece algo de comer? He visto por aquí una caseta...

-Ah... Vale, si, ¿Porqué no?

Tora miró un momento a Ane, extrañado, pero luego, se limitó a sonreír. Sin embargo, bajo ese rostro de felino sonriente, se ocultaba alguien que sospechaba de Ane. Se limitó, sin embargo, a no romperse mas la cabeza, y continuó caminando.

La caseta a la cual llegaron se encontraba en un estado impecable: Con la típica forma de una casa que pintaría un niño de ocho años, tenía las tejas de color rojizo brillante, casi tostado al fuego lento, que realizaba una gran combinación de colores junto con el amarillo pastel que se componía cada una de las tablas de madera, cuidadosamente puestas y sin que una sobrepasara a la otra, como un auténtico rompecabezas.

Su interior también era digno de un cuento de fantasía. En él se encontraba otro tigre sirviendo a unas crías de perro husky un par de helados. A pesar de que eran de la misma espécie, tanto Tora como el vendedor eran completamente diferentes físicamente. Tenían las características básicas en común, pero los ojos de Tora, por ejemplo, tenían una pinta feroz, mientras que los del vendedor transmitían mas bien sensación de paz.

En cuanto los niños se alejaron de la caseta, se acercaron el tigre y la coneja, y el vendedor los miró sonriente.

-Buenas tardes, ¿Querían algo?

-¡Una hamburguesa! -exclamó Ane. -¡Que sean dos!

-¿¿Pero que dices, loca?? -se rebotó Tora, al oírla. Laura le miró fijamente, y dijo:

-Eres un egocéntrico. Te piensas que las dos hamburguesas solo serán para ti... ¡Pues mira, tienes razón! Ese culo hay que ablandarlo. Si, denos dos.

-¡Pero seras descarada!

Ane se limitó a sacarle la lengua mientras sacaba la cartera para pagar con tarjeta de crédito, mientras que el vendedor empezaba a producir las hamburguesas. Tora no se creía que Ane le estuviera haciendo eso, pero no hacía falta ver para creer. En cuanto se sirvieron las hamburguesas, Ane se quedó con los dos en cuanto el tigre fue a por uno de ellos.

-Era broma lo de antes. Ale, a pagarte tu hamburguesa, jojojo.

-¡Pero serás...!

Tras un buen rato de discusiones en los que el vendedor prácticamente los miraba entre sorprendido y angustiado, Tora pidió una ensalada, y después de pagarla, comenzaron a caminar por el parque mientras iban comiendo.

-Bueno, me has contado básicamente lo de hace dos años... Y también que trajiste a ese... ¿Como lograste encontrarle?

-Pues no fué fácil. Digamos que tuve suerte en parte grácias a los periódicos. Publicaron una foto en la cual salía él, y no me fue difícil reconocerle. -comentó. -Tiene un vello superior al de cualquier humano en sus brazos, una coleta que le llega hasta el final de la espalda, unas cejas enormes, es daltónico, ágil, y muy delgado... Tenía todos los números.

-¿Y como conseguiste traerle? Precisamente cuando contratas a un Dorei no te permiten selección a la carta.

-En mi caso si. Conseguí que me lo trajeran con un poco de esfuerzo. Aunque como bien te dije, creo que Leon lo sabe. Tuvimos problemas el segundo día...

-¿Que ocurrió?

Tora tragó un bue´n trozo de ensalada, y prosiguió.

-Hubo un partido, y aún no se como carajo llegó hasta el estadio del colegio. El caso es que interfirió para que no mordiera al jugador contrario, y después de acabar el partido, fuí a buscarle... Le habían dado un fuerte golpe en la cabeza... Pero Leon estuvo ahí, lo sé.

Ane agachó la cabeza, pensativa.

-Y lo peor de todo es que seguimos sin averiguar que hizo con Bryce desde que le perdimos hasta que le has encontrado tu, ahora que lo pienso. -argumentó. -Le perdimos hace dos años, lo has encontrado, pero por lo que estuvimos hablando ayer noche, prácticamente ha olvidado todo lo ocurrido hace nueve meses. Nos falta un cacho de información importante.

-Pero lo sabe. -dijo Tora. -Me ha reconocido, nos declaramos en el hospital en cuanto él dio el primer paso, y eso que intenté tratarle como si no lo conociera de nada, pero.. No fue posible. Laura dice que es posible que me reconociera por el olor, y esta mañana lo ha dicho él mismo. Hay algo que definitivamente le impide llegar hasta su memoria, pero no sé de que se trata. Lo que tengo miedo es que Leon le hiciera tanto daño... Que no sea capaz de recordar nada nunca más.

-Lo entiendo... ¿Ganasteis el partido, por cierto?

-Si, lo ganamos... Pero el equipo contrario logró entrar en la escuela y me pillaron con la guardia baja en el baño. Me golpearon, y luego me inyectaron dos dosis de adrenalina estando en celo. Aquello fue un infierno.

-¿¿En celo??

Tora se detuvo de repente al oír la exclamación de Ane, que se paró también para no perderle.

-¿¿Y estas aquí?? -dijo la coneja de nuevo. -Lo tuyo no es suerte, es milagro. ¡Nadie ha sobrevivido a dos dosis de adrenalina estando en celo! ¡Todos han acabado en la cárcel por locura! ¿Que hicistes tu?

El tigre agachó la cabeza.

-Yo no... Odayaka y Bryce me encontraron. Y Bryce... Bueno... Digamos que pasamos un momento íntimo el cual acabó completamente fatal... Me encontraba tan mal que perdí el control de mi mismo, y le mordí.

-¡Le mordiste! ¡Tora, ¿En que coño estabas pensando?!

-¡Joder, te acabo de decir que no tenía el control! -se quejó. -Yo... Le dije que no me ayudara, pero Bryce no quiso...

-Como siempre, tan impulsivo. Incluso jugando la vida, no aprende. -comentó. -¿Le llevaste a un hospital?

-No... Cortamos la hemorragia a tiempo. No hizo falta.

Ane suspiró ante el comentario del tigre.

-Tora... ¿Cual fue la reacción de Bryce ayer tarde? ¿No dijiste que había algo en él?

-Mhhh... Si... Intentó hacer daño. -Tora se acabó la ensalada, y la tiró a la basura. -¿Pero y que? Todos podemos tener un mal día...

-¿Seguro?

La pregunta de la coneja hizo dudar al tigre, que estuvo un largo rato sin saber que decirla realmente. Agachó la mirada levemente, mirando un trozo de papel que se movió con el aire, y finalmente, cuando encontró la respuesta adecuada, volvió.

-No... No es la única vez que lo hace, es cierto. Últimamente está muy rebelde.

-Lógico. Mira, no se como va esto realmente, el mismo Bryce lo sabía antes de que ocurrieran los hechos de Leon, pero si muerdes a alguien estando en celo, tienes que llevarlo corriendo al hospital. Si no, infectas sus nervios, y poco a poco, pierde el control. -comentó. -¿Cuando fue?

-Hace un mes, aproximadamente.

-Un mes, bien. Llévalo cuando puedas a la clínica Delton para que le haga una revisión y le de una medicación como remedio. De todas formas ha sido increíble que haya sido capaz de resistir esa mordedura tanto tiempo...

-Es obvio. Es de los pocos que quedan como mestizos, precisamente.

-Pocos... Di mas bien tres. ¿Sabes si lograron escapar igual que él?

-No... No se nada de ellos, ni de su paradero... Nada. Posiblemente lo sepa Bryce, pero no recuerda absolutamente nada, y mientras sea así, no sabremos lo que ocurrió allí dentro precisamente.

-Ya... -Ane fue hasta el cubo de basura, y depositó allí los papeles de las dos hamburguesas. -Es increíble. Un mestizo, el conocido lobo azul, obligado a adoptar su forma humana. Realmente, aquello que le hicieron fue bastante cruel...

-¿Cruel?

El tono sarcástico de Tora alertó inmediatamente a Ane, que se dio la vuelta rápidamente para observarle. Nuevamente, había adoptado un tipo serio.

-Por favor, Ane, deja de fingir. -argumentó Tora, cruzándose de brazos y moviendo la cola levemente. Se repente, alrededor de ellos se había creado como una cúpula imaginaria, algo que provocaba una ligera sensación de alejamiento del mundo, como si se encontraran en una dimensión distinta. Entre los dos la tensión volvía a crecer de nuevo, y mentalmente se iban preparando para un duelo de diálogos.

Ane fue la que inició la conversación.

-Parece que contigo es imposible mentir. -se justificó. -Ahora lo entiendo... Por eso lo de antes, lo de "Tu no lo dices en ese sentido." Te referías a eso, ¿verdad?

Tora ni siquiera contestó, su postura impasible.

-Mira, Tora, lo siento mucho, pero si quieres sufrir la realidad tal cual, entonces mas vale que deje de finjir. Si, odio a Bryce, le he odiado siempre, y sabes perfectamente que por mí como si se hubiera muerto en aquel accidente. De hecho, sabes que de aprecio no le tengo muy poco.

-¿Porqué?

-¿Por que? Acaso no es bastante evidente? -parecía ir alterándose por momentos. -Está maldito, Tora, todo los que hay a su alrededor sufren, o mueren. Es idéntico a ese estúpido humano científico que resultaba ser su padre.

-Ane...

-¿Que? ¿Me vas a decir lo de siempre? Me da igual tus palabras, Tora, me las paso por donde me plazca. -se acercó a él, y le señaló a la cara. -Reconócelo de una maldita vez, Tora. Tiene la misma sangre que su padre, de tal palo tal astilla. ¿O acaso no tienes pruebas?

>Su padre mató a mi madre, Tora, no lo olvides. ¡Y luego casi nos mata a todos! ¡Ojalá se hubiera muerto en su momento! ¿Era eso lo que te apetecía oír? Pensaba que preferías mas bien mis consejos para mantenerlo vivo...

Tora la escuchó atentamente, y luego, sin tan siquiera cambiar la expresión de su rostro, comenzó a andar en dirección a una pequeña apertura que había en una de las paredes rocosas del recinto y que sin duda daban lugar a uno de esos balcones solitarios en los que nadie podía ver nada, al menos no a simple vista. Mientras el tigre avanzaba, Ane continuó reprochando lo mucho que odiaba al mestizo con toda su alma, siguiéndolo inconscientemente, e internándose peligrosamente en l balcón.

Y fue tan rápido que no la dio tiempo a evitarlo.

Se encontró de repente empotrada contra la pared, con una garra en su garganta, amenazándola incluso con degollarla si hacia falta. Ane, asustada, miró a los ojos de Tora, cuyo color ambar, intenso, ahora le hacía recordar sin duda con quien estaba hablando: Con un miembro del clan.

-Eres demasiado sádica y rencorosa. -la voz de Tora se había vuelto sensible, leve. -Quieres que Bryce muera porque su padre mató a alguien muy importante de tu familia, pero tu no has llegado a comprender lo mucho que sufrió. ¿A que te crees que en la universidad aún recuerdan al lobo azul?

Entrecerró los ojos felinos, y continuó.

-Tu lo oíste, pero él estuvo presente en los hechos, Ane. Él vio como su padre le pegaba un tiro a tu madre y luego se suicidaba, y luchó contra ello para que no se repitieran los hechos de nuevo. Muchos de nosotros les odiamos a veces, es cierto, pero los libros de historia dicen la verdad: Ellos han vivido mas de cuatro mil años, nosotros solo tenemos quinientos de existencia... Y gracias a ellos.

Cogió aire, mientras veía como Ane temblaba de miedo. Al ver lo que estaba haciendo, la soltó delicadamente, y se dio ligeramente la vuelta, caminando hasta la barandilla.

-Yo he sufrido mucho también. Mi padre nunca supo tratarme bien, y ahora que me he ido, no para de llamarme para que vuelva. Y sin embargo, aún así, no soy rencoroso con mi hermano. No voy a darle un puñetazo en el morro cada vez que viene a visitarme, porque se trata de dos entes muy diferentes. Pero tu no eres capaz de reconocerlo... ¿Verdad?

Giró ligeramente la cabeza, observando como a Ane le caían lágrimas de los ojos, apretándolos fuertemente.

-Quieres... Venganza.

-¡Si, es lo que quiero! -exclamó Ane de repente. -¿¿Porqué?? ¿¿Porqué tuvieron que matar a mi madre?? ¡¡No es justo!! ¡¡Nunca lo fué!! -cayó de rodillas, llena de rabia, mientras se tiraba de las orejas. -Nunca lo fue... Nunca...

-Lo sé, Ane... Lo sé...

Se acercó lentamente, compasivo, y se arrodilló ante ella, acariciándola levemente la cabeza de forma cariñosa.

-Y se que no serás capaz de olvidar nunca esos hechos, pero debes de reconocer que lo que estás haciendo no es correcto. Al fin y al cabo, ambas partes produjimos esa situación. -explicó Tora. -Nos crearon con parte de ellos, pero los humanos están desapareciendo, es lógico que de vez en cuando se atrevan a montar rebeliones, o hagan daño como te lo hicieron a tí. Quieren seguir existiendo, pero tanto ellos como nosotros sabemos que su existencia está sentenciada. -cogió levemente la cabeza de Ane y la alzó con cuidado para que le mirada. -Pero pensar de la forma que tu lo haces es precisamente lo que provoca que su tiempo vaya a ceder drástica mente. Si van a desaparecer, si están sentenciados a eso, lo que debemos hacer es precisamente lo contrario: Regalarles tiempo... Y eso es lo que hacia Bryce en la universidad. Lo que hacíamos precisamente todos los del equipo de baloncesto siguiendo su imagen. Porque él es mestizo, Ane, y ha vivido en ambas partes, y reconoce lo mejor y peor de ambas. Solo te ruego... Que dejes de pensar tan mal, Solo lograrás hacerte daño.

-...

-No es justa la forma que tu piensas...

La coneja le miró unos instantes a los ojos, y luego asintió levemente, mientras se incorporaba, temblando ligeramente.

-Pero aún así... No puedes pedirme que le acepte.

-No, lo sé, no se le puede gustar a todo el mundo... Pero prométeme que no vas a seguir por este camino... ¿Entendido?

-¿Y que vas a hacer ahora?

El sol había dejado paso a la luna menguante en la noche llena de estrellas, y mientras el parque de atracciones cerraba sus puertas, el tigre y la coneja continuaban aún en la parte exterior del recinto, esperando al hermanastro de ella con su moto para que la viniera a recoger.

El tigre enderezó las orejas, y sonrió levemente.

-Ir a casa. Estoy agotado, créeme, no puedo con mi alma.

-¿Tu? Pues vaya jugador de baloncesto, si resulta que no se puede ni mover después de haber estado tan solo ocho horas metido allí.

Tora se guardó el cabreo dentro de él, y se quedó completamente en silencio. No tardó demasiado en que viniera el hermanastro de Ane, un conejo muy delgado (Aunque no tanto como Bryce) que intercambió unas palabras con Tora, y luego dejó sitio a Ane para que subiera tras él.

-Bueno, aquí nos vamos. -dijo Ane después de ponerse el casco. -Gracias por todo, Tora... te lo agradezco. ¿Vamos? -le preguntó a su hermanastro.

-Vamos. -contestó este. Apretó un poco el pedal, y con normalidad, desaparecieron en la oscuridad del camino, dejando a Tora bajo un par de focos amarillentos. Los ojos de Tora brillaron ante la luminosidad, y el tigre comenzó a caminar calle abajo, en dirección hacia su casa.

Las calles estaban llenas a rebosar, algo que el tigre odiaba, pero le alegraba el hecho de que al menos no chocaban contra él. A medida que avanzaba, iba revisando las tiendas cerradas por donde pasaba, y sonreía al ver de vez en cuando algún que otro contenido agradable a la vista. No tardó demasiado en atravesar el parque y llegar hasta el hotel. Se introdujo en el edificio, y sin pensárselo dos veces, cogió el ascensor, casi bostezando. Estaba realmente agotado.

Se paró en la planta que le correspondía, y comenzó a andar en dirección hacia la habitación concertada. Se esperaba encontrar al chico echado en la cama, durmiendo como un lirón, algo que le hacía mucha gracia ver. Acurrucado con las mantas, parecía un ángel. Introdujo la llave en la puerta, y la abrió lleno de felicidad.

La oscuridad inundaba toda la casa, excepto unas pequeñas luces que parecían proceder del mostrador de la cocina. En cuanto cerró la casa y depositó la chaqueta en el colgador, se movió felinamente hasta allí, donde encontró a Bryce sentado encima del mostrador, con el pijama puesto, y a su alrededor, unas cuantas velas.

-Bry... ¿Bryce?

El chico se volvió para mirarle, y sonrió levemente.

-Buenas noches. -le saludó. Se bajó del mostrador, y fue caminando hacia la nevera. -¿Sabes? Me apetece jugar un rato... Dime, ¿Que día crees que es hoy?

-¿Hoy? -el tigre se quedó meditando un rato, pero al final, negó con la cabeza. -No lo sé. ¿Que día es?

-Eres un poco tonto, ¿No crees? -bromeó Bryce. Sacó de la nevera una botella de champan, y se dirigió hacia el mueble para sacar dos copas. Las depositó en el mostrador, y abrió la botella, depositando un poco de líquido en una copa y en la otra. -¿Te has olvidado de cuando nos conocimos?

Depositó la botella en el mostrador, y luego se llevó las manos al cogote. Con los dedos, se desabrochó la cuerda que llevaba, y dejó libre su cabello. Tora se sorprendió, pues era la primera vez que le veía sin la coleta, y por fin pudo verle con su larga cabellera suave y lisa, que le llegaba hasta el final de la espalda.

"Es... hermoso..." -pensó. Bryce cogió las dos copas, y le entregó una al tigre.

-Hace treinta días que conocí al que tenía que ser mi amo, y a quien se ha convertido en mi novio. Un tigre estupendo... Hace treinta días que te conocí.

-Treinta días... Como pasa el tiempo... ¿Y tienes planeado algo?

-No... Bueno, si. -bebió un poco de la copa, y luego la observó. -Emborracharnos... Y que luego nuestra cabeza decida.

Tora lo miró con sus ojos ámbar con ternura, y bebió un poco también. Luego dejó la copa en el mueble, cogió la de Tora también dejándola al lado de la suya y luego pasó sus fuertes brazos bajo los de Bryce, dejando que este le tocara el suave pelaje.

-Me parece una idea estupenda. -murmuró.

Y con viaje rápido de manos y zarpas, ambos se besaron en un profundo beso que concluía el primer mes del romance y anunciaba un siguiente mes lleno de sorpresas, mientras Bryce deslizaba las manos por la nuca de Tora para acariciarle mientras este ronroneaba, y Tora jugaba con sus zarpas con el pelo suave del muchacho, haciendo que uno fuera incapaz de resistirse al otro, e intentaran demostrarlo llevando el beso de amor mas largo del mundo.

Continuará

Con este capítulo finaliza la primera saga de esta historia, a la que se podría llamar introducción. Muchos pensaran que esto ha sido una tomadura de pelo, pero a decir verdad, he hecho lo que prometí en el capítulo anterior: Se ha procurado sintetizar bastante todo lo contado hasta ahora, aunque también realizaré unas cuantas observaciones para acabar de aclarar las ideas

Para comenzar, al principio del primer capítulo, Tora habla de un muchacho humano. Se trata de Bryce, pero para comprender realmente esa frase hay que remontarse al pasado del tigre, que por motivos de cronología, no he relatado. En el primer capítulo se ve además a un Tora muy enrollado, despreocupado, mientras que a medida que ha ido avanzando la cosa, se ha vuelto mas serio, hecho que ha ido paralelo a todos los problemas que se le han ido acumulando. Es básicamente una evolución de su forma de pensar que se irá agravando o mejorando dependiendo de los hechos, lo que demuestra que es un tigre que se deja influir con facilidad Además, durante el capítulo primero, trata a Bryce como si no lo conociera nunca. Eso es fácil de explicar teniendo en cuenta que, como dice Tora, Bryce no recuerda absolutamente nada. Se espera eso, y decide tratarlo como si fuera alguien completamente nuevo, pero en cuanto descubre que Bryce reacciona bastante como su antiguo compañero, es cuando se ve que en los siguientes capítulos trata a Bryce como si lo conociera de toda la vida. Otro juego psicológico.

En su momento se dijo que el Lobo Azul era alguien a partir del cual iban a girar muchas cosas. Una de ellas se ha nombrado en este capítulo, pero Tora no lo ha contado todo. Con lo explicado en este capítulo, es obvio que quién golpeó en su momento al muchacho en la cabeza fue Leon, misterioso personaje desconocido por el momento. Otros detalles que se comentan es la existencia de un "accidente" y su relación de Damaru con él.

En fin, espero que este capítulo haya servido para aclarar algunas ideas. Por último, la única palabra que ha salido en japonés. Esta vez no he incluido, puesto que mi intención era ayudar a sintetizar ideas:

Joshi: Jefe.

Y finalmente, aquí me despido hasta el próximo capítulo. Si habéis leído hasta aquí, muchas gracias por vuestra paciencia, y espero que os haya gustado. Como siempre, ya sabéis que vuestros comentarios y opiniones siempre me sirven para guiarme por este pequeño camino de la escritura y que los valoro mucho, así que si tenéis algo en mente para decírmelo, no lo dudéis en absoluto, lo leeré con mucho gusto y lo tendré en cuenta. Nuevamente, gracias por todo.