El Secreto de Tora: Él no lo sabe

Story by Mastertuki on SoFurry

, , , , , ,

#2 of El Secreto de Tora


EL SECRETO DE TORA

Capítulo 2: "Él no lo sabe."

_ Atención: Referencias lingüísticas y notas al pié de página. ¡¡Feliz Lectura!! _

Atención (y II): Para entender este segundo capítulo, es necesario leerse el primero para comprender un poco los conceptos de trabajo de Bryce y el inicio de su relación con Tora. En este capítulo hay toques M/M, por lo que si a) No eres mayor de dieciocho años. b) No te gustan las relaciones M/M c) No te gusta ningún tipo de relación d) No te molan las relaciones entre un tigre furry y un humano, te recomiendo que tires hacia atrás en la ventana de tu explorador porque este no es tu estilo, aunque te puedes arriesgar si quieres y a lo mejor te gusta... Pero no es recomendable. Yo ya he hecho las advertencias necesarias, el resto corre de tu cuenta.

Resumen de lo ocurrido: Bryce, un humano de veinte años que trabaja en una sociedad de Doreis (Mayordomos de tiempo limitado) es enviado a servir durante un tiempo a un tal Tora. Cuando llega al hotel donde reside, un misterioso tigre choca con él y le hace daño, invitándole a su casa para vendarle la mano herida. Sin embargo, Bryce descubrirá que ese tigre no es otro que el Tora a quien tiene que servir durante tres meses. ¿Que va a ocurrir en su casa?

La luz de la mañana empezó a filtrarse a través de las rendijas que contenía la persiana oscura de la ventana que se encontraba en la habitación de Tora. Esa misma luz, sin embargo, aún tardaría en coger la fuerza suficiente para iluminar la habitación del tigre y lograr que este despertara. No obstante, ya se podían ir deslumbrando algunos detalles del habitáculo.

Era bastante grande, a decir verdad, demasiado para una sola persona, pero eso tenía sus motivos. En cuanto Tora llegó en su momento al hotel, no pudo hacer reservas individuales, por lo que no tuvo otro remedio para acceptar una reserva familiar, es decir, de dos padres y el niño que quizás vendría con ellos. Por lo tanto, hasta hacía poco tenía para él una casa un poco grande. Donde dormía, la ventana ocupaba toda la pared, excepto un cacho, ocupado por un armario puesto de forma cruzada a la ventana. Tirando por la derecha, había un espejo alto, un poco estrecho, y la puerta. Luego, en la siguiente pared seguía un mueble con tres cajones, y finalmente, en la última pared que quedaba, opuesta a la puerta, una mesita de noche, una cama de matrimonio donde ahora yacía el tigre durmiendo, y otra mesita de noche mas.

El día de la entrada de Bryce en su vida no había sido bastante fácil. Después de la broma pesada que le había gastado, el chico se había mostrado muy poco receptivo, lo que llegó a mostrar que en vez de conseguir que Bryce se sintiera a gusto durante su estancia allí, había resultado precisamente el efecto contrario. Al final Tora le había dejado estar mientras este se instalaba en la habitación pequeña que había justo al lado de la puerta, y decidió no esforzarse mas. Lo único que había sacado del chico era su número de móvil que había memorizado previamente en el suyo.

Pero quizás esa no era la mejor solución.

Tora ronroneó por lo bajo mientras notaba el calor de los rayos del sol tocarle el rostro, y lentamente, comenzó a abrir los ojos, que le brillaron ante la luz de la madrugada que transcurría por las aperturas de la persiana. Estuvo largo rato mirando a las rendijas, hasta que al final tomó la dura decisión de levantarse, pues la universidad no esperaba precisamente. Ni la universidad, ni el baloncesto.

-Grrr...

Se rascó el hombro izquierdo, y procuró desperezarse un poco, aunque los múltiples intentos fueron precisamente muy pocos. Por desgracia para él, al levantarse solía gastar mucha mala baba, y ahora corría además el riesgo de encontrarse por medio al nuevo, que le dijera algo, y que le enviara al garete sin razón alguna, lo que empeoraría mas su estancia ahí.

Vestido solo con los boxers ajustados, decidió ir caminando descalzo hasta la puerta, y se quedó ahí un buen rato tentado de regresar a la cama y dormir un poco mas. Luchando contra el cansancio, logró girar el pomo de la puerta, y se internó en el pasillo, de camino a la entrada. Pasó por delante de la puerta del baño y de la habitación privada que normalmente mantenía cerrada con llave, y se introdujo en el salón. Este se componía de dos partes. Por un lado estaban los sofás situados alrededor de una mesa, y por el otro, había un mostrador que detrás suyo contenía todo lo necesario en una cocina, incluida nevera y fogones. Tora agitó levemente la cola y con esta cerró la puerta del pasillo, y en cuanto abrió mas los ojos, se dio cuenta de que algo había cambiado.

Limpio. El salón estaba completamente limpio. Recordaba cuando había traído a Bryce que tenía toda la casa hecha un completo desastre, los sofás desmontados, algunas cajas de pizza encima del sofá, la lámpara tirada por el suelo, cientos de cables recogidos detrás del televisor, alguna que otra ropa con arañazos propios hechos inconscientemente en el gimnasio... Y ahora no había nada de eso. Había quedado todo tan limpio y tan recogido, que no se lo creia.

-Pero que...

Tardó un rato en encontrar al responsable de todo. El chico que había contratado se encontraba echado en uno de los sofás, con el mocho abrazado a él como si fuera un muñeco. Como el suelo seguía fregado, supuso que acababa de limpiar no hacía mucho. Quizás media hora antes o algo así, aunque para limpiar todo aquel estropicio se necesitaba mas de una hora. Realmente aquel muchacho era una máquina, pero eso ya se lo esperaba.

Decidió dejarle dormir un rato mas mientras iba a la nevera y sacaba una lata de Jinro de su interior y lo abría para beber un poco. Se apoyó en el mueble bar, y se quedó observando un buen rato al muchacho, hasta que al final decidió dejar la lata encima del mueble, y se acercó hasta la ventana. Cerró las cortinas oscuras y semitransparentes para no permitir ver desde fuera, y luego usó su vista de felino y sus instintos para encontrar al Dorei entre la oscuridad.

Se puso de cuatro patas, y se acercó sigilosamente hacia el sofá donde residía durmiendo, haciendo alago de sus instintos de cazador y Bryce fuera su presa. Lentamente, con cuidado, consiguió que soltara el mocho, y luego comenzó a subirse hasta que se quedó casi justo encima de él. Ahí se quedó un buen rato, procurando no cargar demasiado con su peso encima del chico, (algo que no le era imposible pues era bastante fuerte para mantenerse unos minutos así), y mirándole fijamente al rostro. No era la primera vez que le veía, de hecho, hacía tiempo ya, pero nunca tan de cerca. Y solo había pasado un día, pero le daba la sensación que ya lo conocía mas.

-Bryce... susurró. Se acercó a su cuello de nuevo, como el día anterior, y olió de nuevo su aroma, deleitándose durante unos segundos. Afinó su oído para comprobar que, efectivamente, seguía dormido, y sonrió levemente. Durmiendo parecía una criatura increíblemente tierna. Instintivamente lamió en el cuello mismo, y luego pasó delicadamente una zarpa por encima del pijama. En el físico podía descubrir varias cosas de él, como que no hacía deporte, porque era increíblemente delgado, todo lo contrario de él. Sin poderlo evitar, pasó la garra por debajo de la camisa con cuidado de no despertarle, y disfrutó notando la suave piel del chico. No obstante, al centrar la zarpa en el estomago, notó un poco de bello fino y abundante, demasiado en alguien como él.

"Por fin te encuentro." -pensó. "Ha pasado mucho tiempo... Pero por fin... Has vuelto conmigo..." pensó. Luego, comenzó a pasear su zarpa hasta el borde de los pantalones, pero no llegó mas lejos, si no que se detuvo ahí, pensativo. "Siempre... Tan increíble... Eso es lo que me atrae de ti... Aunque él... Él no lo sabe..."

Su fino oído le alertó de unos pasos que se iban acercando, y rápidamente, se enderezó y salió de encima del muchacho. Lanzó una maldición cuando notó que los pasos se alejaban, pero ya no quiso continuar por donde iba. Otro día intentaría conocer mas a fondo al muchacho, por el momento, ya estaba bien.

Le dejó durmiendo en el sofá, y se fué de nuevo hasta su habitación. Allí sacó del armario una camisa, una corbata, un pantalón negro, y un traje oscuro, lo necesario para ir a la universidad. Luego, se dedicó a regresar hasta el baño. (Zapatos no le faltaba, iba descalzo.)

El habitáculo se componía la mayor parte de baldosas de cerámica blanca, y excepto la ducha y el espejo y los otros utensilios típicos de siempre en un lugar de esos, no había mas cosas que destacar. Tora depositó la toalla y la ropa encima de la pica, y se apoyó en ella, mirando un momento al suelo, pensativo. ¿Estaba haciendo bien? ¿Seguro? Sabía el riesgo que estaría cometiendo si se equivocaba y todo salía mal, aunque comprendía que en esos asuntos no se pudiera planear nada. ¿Seguiría siendo el mismo de siempre?

Abrió sus ojos felinos y se atrevió a mirarse al espejo. Normalmente solía coger, meterse en la ducha, y vestirse. Sin embargo, esta vez hizo una excepción. Allí, enfrente a él, yacía un felino antropomórfico, un tigre, con un pelaje suave, sedoso, anaranjado con rayas negras. Poseía unos ojos de color ámbar, cuyas pupilas estaban rasgadas. Era bastante musculoso debido primero a su naturaleza y segundo a las horas que se dedicaba para mantenerse en forma.

"He nacido con suerte." pensó antes de quitarse los boxers y meterse en la ducha. Encendió el agua, se apoyó con un brazo en la pared, y dejó por un rato que el agua cayese encima suyo y recorriese todo el cuerpo, humedeciendo su pelaje. Sentir el agua caliente por las mañanas le ayudaba a aclarecer las ideas, pero sobretodo a sentirse mas cómodo consigo mismo. Se miró una zarpa y luego la cerró, haciendo un puño.

"Basta de cháchara. Esta tarde hay partido." pensó. "Hay que ganar a esos osos hasta que se sientan oseznos necesitados de su madre. No vamos a dejarles pasar ni una."

-Ya tienes hecho el desayuno.

-¿Ya te has levantado?

Y eso que solo había tardado un cuarto de hora en ducharse y vestirse. Sin embargo, no llevaba la ropa que había cogido antes. Simplemente se había puesto otra mas normal: una camiseta azulada junto con una sudadera, y unos pantalones de tela. (Calzado no necesitaba, iba descalzo, como todos los que vivian en aquel mundo excepto los humanos, que eran pocos.) Era muchísimo mejor que llevar la típica ropa universitaria. En cuanto salió de la habitación, se dirigió hasta el bar, y observó lo que el chico le había ofrecido y que se encontraba en el interior de la cocina: Un tazón enorme de naranjada con cereales, y unas cuantas ensaimadas.

-Vaya, a ti te dijeron que la primera comida suele ser la del rey, ¿no? -comentó mientras se dirigía hacia el mueble y observaba todo lo dispuesto. Notó como Bryce pasaba cerca de su cola, al ir de la nevera hasta el fogón, y por un momento se le ocurrió la trastada de enrollarla para hacerle caer, aunque luego decidió no gastarle mas bromas que la del día anterior.

-Mas o menos. Eres deportista, y comerás a las cuatro por lo que he visto en tu horario. No creo que aguantes tantas horas horas sin comer, así que si quieres, puedo hacerte un almuerzo. -decía el chico mientras iba mirando muebles en busca de algo que hacer para cenar. -Pero si vas a practicar luego deporte, entonces quizás no sería buena idea. ¿Y si...?

Cortó al instante lo que estaba hablando cuando se giró y vio a Tora justo delante suyo, con la espalda inclinada hacia delante, y los dos brazos apoyados en el mueble, uno en cada lado del chico con pocas capacidades para escapar. El felino le miraba atentamente, medio sonriente, y Bryce notaba el aroma del pelaje recién lavado.

-¿Y como sabes... Que soy deportista? -le dijo calmado, manteniendo esa sonrisa felina. -Podrías equivocarte... ¿no?

-Eh... Si... Bueno... Pero... -le miró a los ojos, mientras notaba como el pulso se le acceleraba, intentando buscar una respuesta. -Tu tienes todo el físico... De alguien que suele hacer deporte cada día.

Tora sonrió. Bryce se lo había puesto a punto.

-Así que el físico... -dijo, sonriendo aún mas. -Vaya... Te fijas muy bien en esas cosas, ¿no crees? -aquel comentario hizo que el chico tragara saliva. Tora aprovechó ese momento de distracción y duda para acercar una zarpa al rostro del muchacho, y procuró no apartar su mirada de la suya para procurar tranquilizarlo. -No te preocupes... Todo irá bien...

Bryce notó como se le erizaba levemente el pelo al notar las garras de Tora pasar suavemente por la piél de su cara, como si le estuviera examinando de arriba a abajo. No sabía porqué, pero no podía apartar la mirada de él, y en su interior, notaba algo extraño, como si todo aquello le resultara tan familiar... De hecho, incluso una parte de él empezaba a desear que estuviera un buen rato así... Se sentía...

Menos solo.

-Pareces un lobo, ¿lo sabias? -le susurró el tigre, entre el silencio del hogar. -Tus ojos azules... Con esa melena oscura y revoltosa de la madrugada... La posición de tu nariz... Y esas cejas gruesas... Y esas patillas... Realmente tienes una pinta lobezna... -Bryce escuchaba cada una de sus palabras, intentando asimilar el porqué las estaba diciendo en aquel momento. Notó como el tigre se atrevía a pasar una de sus garras por encima de sus brazos, y ligeramente le arremangó, mostrando un detalle mas: tenía mucho mas bello que un chico de su edad, muy espeso, y oscuro. -Un poco mas de pelo en el cuerpo y entonces si que no habría diferencia. -susurró. Mientras, Bryce se encontraba completamente desorientado, sin entender absolutamente nada. Al notar que Tora se acercaba cada vez mas a él, y que él se iba curvando cada vez mas hacia atrás, se cogió inmediatamente al brazo derecho que Tora usaba para examinarle, y cogió aire.

-Tora... -le dijo, casi ruborizado, y sin desviar la mirada de sus ojos, flexionó ligeramente los dedos sobre su brazo. Podía notar cada uno de los tendones de los fuertes músculos en tensión, como si Tora estuviera listo para dar el salto del cazador en un momento a otro; los brazos bien formados, y el suave pelaje cubriéndole por completo, como si se hubiera dedicado una vida entera cuidándolo. Destilaba una brutal fuerza, que ahora le daba la sensación que ejercía contra él. Tora, por su parte, no oponía resistencia, si no que dejaba que el chico experimentara, enrollando su cola alrededor de la cintura del chico. En cierta forma aquello le hacía sentir que Bryce no saldría corriendo.

-Escucha... Me voy a caer... -soltó Bryce al final.

-Ya... -Tora se rió ante el comentario del chico, y salió de encima suyo, dirigiéndose de nuevo al desayuno para comenzar a comer. Miraba de reojo a Bryce, el cual se había quedado intentando recordar que estaba haciendo, pero con la mano sin cerrar, signo de que parecía no querer olvidar el tacto que acababa de sentir. "Lo sabía..." -pensó el felino.

-Porqué... ¿Porqué has pedido un Dorei? -le preguntó el chico, recobrando de nuevo la compostura y volviendo a sus quehaceres, ahora ruborizado e intentando recordar lo que iba a coger. Tora miró la nevera, y se limitó a encogerse de hombros al principio.

-Porque el servicio de hotel revuelve las cosas, y en cambio, yo lo que quiero es algo que tenga... Cierta intimidad. -explicó mientras volvía la mirada al chico. -Y digamos que confío en ti.

-¿Como? -Bryce miró un momento al tigre, y luego negó con la cabeza. -No entiendo... Bueno, si, supongo que confías en el servicio nuestro. Gracias por eso, Tora. -dijo sonriente. Tora se lo quedó observando unos instantes y sin hacer nada mas, se acabó de un trago el tazón. Definitivamente, Bryce no había entendido absolutamente nada. Depositó el tazón encima del mueble, y se dirigió hacia su habitación para coger una mochila pequeña, y luego, regresó hacia la puerta de la entrada.

-No hace falta que me prepares el almuerzo. Tengo una cafetería justo abajo. -le explicó. -Bueno... Ya sabes las normas de aquí, así que tu haz lo que quieras. Nos vemos a la tarde, ¿entendido? -le preguntó. El chico asintió con la cabeza y el tigre, sin nada mas que hacer, salió por la puerta y cerrándola detrás suyo, comenzó a caminar en dirección hacia el ascensor.

"Lo he notado." -pensó, sonriendo para sus adentros. "He notado su corazón latiendo... Quizás esté equivocado... Pero a lo mejor... Quien sabe... "

Mientras tanto, Bryce se sentó en el sofá, disgustado, y se llevó las manos a la cabeza. No podía ser, no podía ser cierto que con Tora se sintiera de aquella forma. Cierto que podía ser algo normal, pero no podía tomarse tantas confianzas, o al menos, no tantas como el tigre se estaba tomando con él. No sabía a que carajo jugaba, pero fuera lo que fuera, había conseguido que Bryce se sintiera tremendamente mal si no sentía otra vez su cuerpo fuerte encima del suyo, emanando esa sensación de seguridad hacia un mundo que le ofrecía todo lo contrario, con esa voz tan masculina y sensual que ponía a veces, y esa mirada con la cual se sentía desnudo frente a él... Eran tantas las sensaciones que había notado con su presencia.

"Debo de estar mal de la cabeza...." dijo. "O eso o me he tomado algo que me ha sentado mal. Pero es que... Es que... Como... Maldita sea, no ha pasado ni un dia, y es como si me hubiera... Como si me hubiera enamorado de él."

-¡Tio, no jodas! -le espetó Shinke de repente. Odayaka y Tora se taparon los oídos al ver por donde iban los tiros. Parecía que la noticia del partido definitivo no le hacía ni mera gracia, y menos si encima resultaba que el Director había decidido que tenían que recortar presupuesto. Pasando olímpicamente de si Odayaka y Tora le escuchaban o no, el grifo entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, negando con la cabeza. -No, no, en serio, esto ya pasa de marrón oscuro. Primero la pista, y ahora me estás diciendo que son los vestuarios. ¡A este paso tendremos que dejarles hasta nuestros calzoncillos!

-Tora lo tendría fácil entonces. -dijo Odayaka, señalando al tigre. -El usa boxes.

Tora le metió una colleja alucinante a Odayaka, y este en modo de respuesta intentó hacerle caer usando su cola cetácea, fallando en el intento cuando este se apartó. A pesar de esos gestos, ambos se tomaban las cosas de la misma forma que se la tomaba Shinke: Seriamente. La diferencia entre ellos es que Shinke era demasiado escandaloso, y Tora y Odayaka, bastante tranquilos.

Ambos se encontraban en medio del estadio, vacío por el momento, y con la única luz de los ventanales de arriba. El lugar, que tendía a los colores azulados, contenía cuatro zonas para el público, dos a ras de la zona de juego, a lado y lado, y dos mas arriba de todo. Además, en múltiples esquinas habían como mínimo cinco focos que se encargaban de mantener iluminado el lugar, y las típicas cámaras de televisión.

Y cerca de las gradas de abajo se encontraban Tora, Odayaka y Shinke. Odayaka era la que llamaban "La Orca Chistosa", no era tan alto como Tora, y era bastante bien formado de cuerpo, con una piél de textura fuetre y color grisáceo excepto en la parte de arriba de la cabeza, cubierto de blanco, y la parte del pecho, debido a su increíble fuerte humor, fuera bueno o malo el momento. Solía sacar de quicio al resto de jugadores y sobretodo, a la entrenadora, a por la cual iba, a pesar de los esfuerzos de Shinke para hacerle entrar en razón y contarle que la entrenadora no era su tipo. El otro era, como no, el mismo Shinke, un grifo de la misma altura de Tora, con un pico increíblemente curvado, de aspecto feroz e incluso temible cuando solía abrir las alas , astuto como él solo, pero demasiado nervioso. A cada problema que encontraba antes y después del juego, se alteraba de forma alarmante para el resto, poniendolos nerviosos a todos. Y sin embargo, durante el juego, solía conservar la calma y transmitir buena fe a todo el equipo.

-No, ahora en serio, chicos. -aclaró Shinke estirando levemente las alas. -Esto está llegando a un extremo demasiado grande. A ver, Odayaka, tu eres bueno en matemáticas, así que cuenta: Los ingresos iniciales de los padres de los cursos iniciales, nuestros ingresos, además, tenemos que tener en cuenta las clases de teatro de los cursos iniciales, las cuentas de los profesores, nuestro equipo, la publicidad... Joder, es que ni hace falta contar, es demasiado dinero. ¿Que hace la dirección con todo eso?

-¡Y yo que se, Shinke, déjanos de pegar la paliza! -Tora le dio un pequeño empujón en el pecho, haciendo que el grifo diera unos pasos atrás. -A ver, si no ganamos este partido, habrá que hacer turnos con el estadio con el recorte de presupuesto que harán, ¿Que quieres hacerle? No hay otro remedio. Y con tal de no oirte, soy capaz de zamparme a esos...

-¡No, no digas eso! -Odayaka corrió a taparle el morro rápidamente mientras le inmovilizaba con la cola cetácea. -La última vez que te alteraste acabó todo con una falta que tuvimos que continuar jugando siendo solo cuatro, ¿Quieres volver a acabar expulsado por moder a un jugador? Un poco de raciocinio no te iría mal.

Le soltó en cuanto escuchó una puerta metálica abrirse, y todos se volvieron hacia la nueva fuente de luz que aparecía allá al fondo. Unas sombras comenzaron a atravesarla, y Tora las supo identificar al instante. La primera de todas era sin duda Damaru, un enorme dragón verde cuya forma de hablar se asemejaba al silbido de un pasada de aire, si es que eso ocurría, porque normalmente solía mantener un fuerte silencio. Era delgado y ágil, no tanto como Odayaka, y el mas alto de los cinco. La segunda sombra era Baka, un increíble oso oscuro y saco de músculos marrón, que se había alejado del equipo al cual se iban a enfrentar ahora, y que normalmente solía usarse a sí mismo para bloquear al rival grácia a su envergadura. El típico de poco cerebro a juicio de Tora. La última figura la conformaba Laura, la entrenadora, una gata gris completamente bastante rellenita en aquellos momentos, que solía conservar la sangre fria en todas las situaciones.

-Veo que estamos todos un poco con la adrenalina subida. -dijo Laura, acercándose al resto del grupo. -Bien, supongo que Odayaka os lo ha contado todo, y no tengo ganas de ver como mi afición por mantener este equipo se convierte en un pedir turno como en las carnicerías. Me niego en redondo a tener que pedir hora para entrenar a partir de hoy -expresó. Su mirada felina se pasaba de un lado a otro mientras sus orejas se movía ligeramente. -Vais a tener que dar mucho de vosotros, chicos, y espero que no me falle ninguno. Shinke, -se volvió al grifo, que mantenía las alas abriéndolas y cerrándolas nervioso mientras cruzaba los brazos. -Tu reserva no está, deberás mantenerte en pista tanto como sea posible. Tora, ven conmigo. Los demás, a practicar en estos últimos cinco minutos.

-No me extraña que no esté el reserva. -le susurró la orca al oído al tigre. -Se ha pasado toda la noche de "fiesta"... Tu ya me entiendes.

Mientras los demás empezaban a entrenar, Tora se alejó de ellos con Laura, dirigiéndose ambos a una zona mas oscura. El tigre sabía perfectamente que era lo que le iba a decir, pero tenía que tragarse todo el tostón metafóricamente. En cuanto llegaron, la gata ni se hizo de rogar.

-Una sola salvajada mas, y te saco del equipo, ¿Queda claro? -le dijo. -Escúchame bien, Tora, ya se por lo que estás pasando, pero la verdad es que en tu caso ni eres capaz de controlarte. Tuvimos varias broncas por parte del equipo visitante cuando le mordiste la pata a aquel perro sarnoso que, si bien hizo trampa, luego tuvo oportunidad de descalificarnos. -las orejas de la gata permanecían erectas, y los ojos de esta, oscuros, miraban rabiosamente a Tora. -¿Captas la idea?

-Grrr... -fué lo único que dijo el tigre apoyándose en la pared con los brazos cruzados.

-No. Eso me lo diría Baka, pero tu nunca. Por favor, Tora, te necesito... No me falles esta tarde, entendido?

-Haré lo que pueda...

Laura lo miró un rato, y luego ronroneó por lo bajo. Se dio media vuelta, y comenzó a andar en dirección hacia los otros muchachos. Solo la voz de Tora al preguntarla algo la hizo detenerse y mirar hacia atrás.

-¿Cuando? -preguntó el tigre.

-Si no me salen mal las cuentas, de aquí a dos días, pero me gustaría que nacieran con la felicidad que yo les contagiaría. -argumentó Laura. Le miró de reojo y luego, mostró ligeramente sus dientes felinos mientras sonreía. -Tu ya sabes de que hablo, ¿verdad?

-Supongo que si. Soy el único que sabe estas verdades, ¿no es cierto?

-Exactamente.

En cuanto la gata desapareció de su campo de vista, el tigre se sentó en el suelo y se quedó pensativo durante unos instantes. Recordaba lo mucho que la entrenadora quería al equipo y al baloncesto. Si ahora resultaba que venían unos imbéciles y les derrotaban, el disgusto que se llevaría sería enorme. Y no podían perder por culpa de él, aunque ese equipo ya supiera su punto débil.

"Debo de tener paciencia..." -pensó. "Si, paciencia..."

La noche era larga, y no se hizo esperar.

Decenas de personas acudieron pronto al estadio, y las entradas se agotaron rápidamente. A pesar de que no dejaba de ser una competición normal y corriente, bien era cierto que acudían alumnos de la escuela que representaban los Kuma Winners, (cinco enormes osos hermanos entre ellos consanguinidad). Y entre ellos y los de la escuela de los "Fire Fasters" había mas que suficiente para llenar todas las entradas. Fuera cual fuera el equipo que ganara, este iría al campeonato, y subirían de nivel.

Y ese era el sueño del felino.

Odayaka era algo así como la estrella del equipo, cuya reputación había quedado algo manchada tras la mala intervención por parte del tigre. La orca le criticó en su momento, pero mas tarde hizo el efecto contrario y procuró apoyarle. No obstante, de quien mas recibió apoyo fue de Damaru. Nadie mejor que el dragón verde para saber por lo que estaba pasando Tora, y nadie mejor que él con quien hablar, puesto que el tigre era bastante duro de roer con temas como aquel. Estar en celo no era algo que le hiciera mera gracia en aquellos momentos.

-¿Un Dorei?

Fue la primera vez que el dragón habló en toda la tarde. Aún les quedaba cinco minutos de descanso antes de lanzarse a la acción, y los cinco se encontraban en los vestuarios, hablando entre ellos. Tora le había contado al dragón la presencia de un 'mayordomo' (No le encontraba otro objetivo mas apropiado) en su casa, y Damaru, como siempre, se limitó a escuchar.

-Bueno... Essso te irá bien. -le contestó. Su lengua bífida sobresalió de sus labios y se escondió de nuevo cual reptil mientras sonreía levemente, acción que destruyó la completa benevolencia que parecía mostrar. -Ssseguro que un poco de compañía no te irá mal. A vecesss pienssso que tu problema viene de essstar sssolo... Sssiii...

-Quizá. La verdad es que se mostró muy poco receptivo... Pero aún así... -apoyó un pié en el banquillo mientras miraba al techo. -Creo que es mucho mejor que un servicio de hotel. De él me fio.

-Te fiasss demasssiado... Pero esss tu vida... Tu misssmo... ¿Hicissste lo que te comenté la última vez? -le preguntó. Ante la respuesta afirmativa de su compañero, el dragón miró fijamente a Tora seriamente. -Recuerda entoncesss lo que te dije: Hay una diferencia entre la razón y el inconsssciente...

-Si, ya lo sé, ya lo sé. No me pegues el tostón de nuevo. -le espetó Tora, interrumpiéndolo. -A diferencia de los humanos, muchos de nosotros tenemos una parte primitiva que nos controla de forma muy fácil y bla, bla, bla y todo ese rollazo. Me lo sé de memoria, pero eso no me va a ayudar nada... Ni siquiera logro centrarme en los estudios y encima tengo a mi padre pegándome el tostón de que regrese con él. Por eso he contratado un Dorei, para ver si su presencia al menos logra aclararme las ideas.

El dragón se echó a reir en silencio, dadas la poca lógica de las palabras de Tora y el poco sentido que le había ofrecido a estas, sobretodo en lo que respectaba a su contexto.

-Tora, lo que hasss dicho essss incoherente...

-No es un Dorei normal y corriente... Y eso, deberías saberlo.

Se incorporó en cuanto sonó la sirena de presentación. Luego, miró de reojo al dragón, y finalmente se dió la vuelta. Al verle, Odayaka dejó de hablar con Shinke, y agitó su cola para impulsarse la mochila y atraerle hacia si. Se levantó, y miró al resto del equipo un momento, y luego, comenzó a salir, siguiendo a Tora. El resto, excepto Damaru, no tardó en seguirle.

El dragón, en cambio, esperó a que la puerta del vestuario se cerrara.

39-47, Iban ganando, pero las cosas no iban bien, y ya llevaban cuarenta y cinco minutos de partido.

Odayaka parecía bastante agotado intentando bloquear a uno de los adversarios, mientras que el grifo y Baka se iban pasando la pelota entre ellos dos y Damaru con bastante dificultad. El equipo contrario no se lo estaba poniendo fácil, y la entrenadora no los cambiaba en absoluto; prefería mantener a los reservas con fuerzas durante un buen rato mas.

El dragón le pasó la pelota a Shinke, bloqueada por uno de los oponentes que iba corriendo en dirección hacia la cesta contraria. Por el camino, el tigre le hizo una entrada, y le cogió la pelota, realizando el camino a la inversa. Estaba a punto de pasársela a Damaru, cuando notó que alguien le iba a coger de la cola y echarle hacia atrás. Se dio la vuelta al instante, pero eso solo hizo que cayera hacia atrás y la pelota se le escapara.

<<¡¡Aiba!! ¡¡Menudo desastre!! ¡¡Últimamente Tora está muy mal!!>> exclamó el interfono. El tigre soltó un gruñido de frustración, y se levantó de nuevo con un ágil salto para echar a correr hacia el contrincante, pero otro le bloqueó al instante. Intentó pasar por un lado, pero cuando notó que estuvo a punto de perder el equilibrio, se detuvo.

"¿Que me pasa?" -se dijo a si mismo. Miró a Laura unos instantes, rogándola con la mirada que le sacara del campo de juego durante unos segundos, pero la gata no hizo otra cosa que dar media vuelta para ver como la orca hacía un giro perfecto y lograba burlar a los demás. En ese mismo momento se desmarcó, y logró avanzar durante un buen rato.

"Claro... El suelo... ¡Es el suelo, lo han encerado!" pensó. Empezó a darse cuenta de que iba en desventaja. Maldijo a quien había encerado el suelo mientras saltaba para interferir un pase y quedarse con la pelota e iba hacia otro lado. Con esa desventaja, no podía usar su habilidad felina con la que Odayaka contaba tanto para quitarle la pelota a los demás y pasarla.

"Maldita sea..." empezó a cabrearse ante la situación de notarse inútil por momentos, empezando a perder el control de sus emociones. Furioso, lanzó la pelota hacia Odayaka con tal fuerza que esta tuvo que saltar con antelación para evitar que se saliera, aunque ni eso fué suficiente. En cuanto el árbitro tocó el silbato, la orca miró al tigre con un gesto de '¿Que estás haciendo?'

'Olvídalo'. Eso fué todo lo que Tora quiso mostrar antes de ponerse en posición. Sin embargo, a Odayaka le recorrió un escalofrío que pasó desde la punta de su cola cetácea hasta su morro redondeado al ver los ojos de Tora: Estaban inyectados en sangre, y eso no significaba otra cosa que un descontrol total, lo que implicaba que seguramente acabaría siendo expulsado.

Y no fue el único que lo vio.

La pelota que debía ser lanzada contra un compañero del equipo contrario se dirigió con mala gana contra el tigre, el cual lanzó un rugido de dolor cuando golpeó contra su musculoso pecho, y le dejó casi sin respiración. Damaru observó la mirada de quien lo había lanzado: Brillaba de satisfacción, por lo que sabían perfectamente que pasaba cuando Tora perdía el control. Y así era: El tigre, sumamente lleno de ira, se lanzó inmediatamente contra el contrincante, deseoso de ver sangre por doquier, con la mente centrada en solamente matar.

<<¡Detente!>>

Esa voz sumamente humana, suave, sin raspamientos, detuvo al instante al tigre. Poco a poco, la gente empezó a ir bajando la voz, hasta que un silencio profundo invadió la sala. El tigre miró a sus compañeros, algo despistado, y luego miró hacia la cabina de conversación. Notando como la sudadera del equipo se le pegaba al pelaje, vio a alguien a quien no esperaba encontrar en aquel lugar, y sin duda, a quien acababa de salvar al equipo.

Bryce.

El chico estaba allí, con el micrófono en la mano, mirándole disgustado, rogándole con la mirada que se concentrara. El tigre mantuvo la mirada durante unos instantes, y luego, agitó la cola hacia la derecha, signo de que volvía a la caza: Se había recuperado completamente de la caída. Los contrincantes gruñeron todos enfadados al notar como su plan inicial se hundía, y Damaru sonrió de satisfacción. Aprovechando que se habían detenido todos, corrió inmediatamente hacia la pelota, la recogió, y marcó otro tanto en el marcador.

Justo en ese momento, el partido volvió a comenzar, mientras Bryce observaba el partido. Al lado suyo residía un minotauro llamado Kauro, bastante mayor por lo que se podía comprobar en la mirada y en los movimientos, aunque su fuerte cuello hiciera que su voz saliera grave y por lo tanto, mas joven. Por lo que calculaba Bryce, debía medir incluso mas que Tora, y seguramente debía de ser mas fuerte que él, aunque tenía la piel bastante maltratada e incluso habían zonas en las que no tenía ni pelaje. "Está muy mayor ya, no se como tiene el valor de mantenerse aquí y seguir conversando."

-Así que tu eres el chico que me han dicho que vendría. -la voz del minotauro lo sacó de sus pensamientos al instante. El chico asintió, y Kauro no hizo otra cosa que sentarse en la silla y arrebatar el micrófono. Luego lo miró profundamente, y lanzando un leve suspiro que a Bryce la parecía mas bien un gruñido, añadió: -Será mejor que te largues ahora. Esto que has hecho no es legal en el juego, y yo ni siquiera te lo tendría que haber permitido, pero... También es cierto que soy fan de Fire Fasters... Lárgate antes de que me monten un lío, yo me ocuparé de mentir en caso de que vengan ahora mismo a pedir explicaciones, aunque no suelen hacerlo.

Bryce asintió con la cabeza, y echó a correr hacia la puerta. Se detuvo un momento al oir unos pasos, pero cuando vio que no entraba nadie, se aventuró a salir a un pasillo oscuro y completamente metalizado, con rejas por todos lados. Cerró la puerta detrás de él, y echó a correr hacia la izquierda, bajando las escaleras, y torció una esquina. Algo hizo de repente entonces que el chico de tambaleara, mientras un velo rojo cubría su mirada y fuera incapaz ni de mantenerse consciente. Cayó al suelo sin poder evitarlo, y su mirada solo logró ver algo...

Un león.

En el terreno de juego, Odayaka dió un salto mortal en el aire con la intención de llegar hasta la canasta y meter otra entrada. El contador volvió a cambiar en cuanto la pelota pasó por dentro de la reja, y la orca se quedó colgada un buen rato de la anilla, descolgándose al instante. Sin duda, de los cinco, el que mas saltaba era la orca, gracias a sus prácticas marítimas, y aunque en el aire no era lo mismo, ya estaba bastante acostumbrado.

-¡Shinke, Damaru! ¡Bloquear al trece con el cangrejo! -exclamó la entrenadora. A Shinke se le erizaron las plumas en cuanto escuchó la técnica que acababa de anunciar la gata, y miró al dragón, cuyos ojos estaban entrecerrados y las alas entreabiertas. No es que le hiciera gracia la técnica del cangrejo*, pues era demasiado arriesgada, pero no tenían demasiadas opciones. O alteraban ese empate a favor de ellos, o estaban perdidos. Corrió tras el trece, y en cuanto este se encontró con Damaru sonriendo con aquellas fauces temibles, se giró, topándose de nuevo con el grifo, cuyo rostro, con aquellos ojos y aquel pico eran realmente aterrador. Dudó durante unos instantes, tiempo suficiente para que la imagen de Baka apareciera al lado de los tres y le quitara la pelota al contrincante, avanzando de nuevo hasta su cesta. Por el camino observó que otros dos osos se acercaban, pero se vió salvado a ver que Odayaka bloqueaba a uno de ellos interfiriendo de paso en el camino del otro, lo que le permitió al oso tener un par de segundos de ventaja. Otros tres contrincantes andaban tras de él, y uno venía enfrente, lo que implicaba que iba a estar bloqueado por las tres bandas.

Con un gesto brusco, le pasó la pelota a Tora, y este continuó avanzando por él. El contrincante que en su momento iba a por Baka por delante cambió de rumbo, y se situó frente a la cesta, esperandole pacientemente. Ambos jugadores se encontraron uno frente a otro, mientras que el público observaba la situación.

-Hola gatito...

-No vas a conseguir cabrearme de nuevo, osezno de pacotilla. -le espetó el tigre en toda la cara al animal. Este, furioso, se lanzó a por él, y Tora aprovechó para dar un salto hacia atrás a la vez que le golpeaba con la cola en toda la pierna para hacerle tambalear. Aprovechó el despiste para correr hacia un lado, y saltó con toda la agilidad que tenía para encestar la pelota que iba a cambiar el curso del equipo para siempre.

Y un pitido indicó que los Fire Fasters habían ganado.

Tora se dio rápidamente la vuelta, y se quedó observando con una sonrisa en el morro la situación, mientras que con una garra se masajeaba la mandíbula inferior, orgulloso. El público que daba apoyo a la escuela radiaba de felicidad, Shinke estiraba las alas y lanzaba graznidos de satisfacción, a la vez que el oso Baka iba rugiendo de felicidad. Odayaka hacía malabarismos, e incluso Laura parecía bastante contenta y todo con su situación.

La única persona que no aparecía por ningún lado era Bryce.

<

El tigre observó de nuevo a sus compañeros, que lo miraron intrigados, y luego, echó a correr en dirección hacia el lugar citado. Traspasó un par de puertas, y comenzó a correr por un pasillo blanco a cuatro patas, la forma mas rápida que tenía para acelerar el paso. Subió cuatro pisos, y luego, saltó de verja en verja hasta que llegó al conjunto que llevaba al pasillo con dirección hacia la cabina de conversación.

Habían algunas rejas que se encontraban rasgadas, distorsionadas, e incluso parte del suelo estaba arañado. El tigre lo observó con detenimiento, estudiando lo que probablemente había ocurrido, y luego olió el aire: Flotaba la esencia de un león, y eso no hizo otra cosa que alarmar a Tora. Si era un león, el único que podría haber hecho aquel destrozo era... Aquel.

Se incorporó sobre sus dos patas traseras, y echó a correr hasta la cabina, entrando inmediatamente. Allí, arrodillado en el suelo, se encontraba Kauro, y en el suelo, echado, se encontraba el humano Bryce, con los ojos cerrados, inconsciente. El tigre se acercó a los dos, y se arrodilló ante el chico.

-¿Como se encuentra? -le preguntó al minotauro, moviendo la cola de un lado a otro nervioso y con el pelo casi erizado con el solo recuerdo de la esencia del león. Este lo miró a los ojos, y negó con la cabeza. -Se pondrá bien, solo ha sido un golpe, pero te recomiendo que lo lleves a un hospital cuanto antes por si acaso. ¿Como se te ha ocurrido...? Porque es él, ¿no?

Tora procuró mantener la mirada, pero luego la descendió hacia un lado, asintiendo levemente. Karuo resopló, enfadado, y se levantó en dirección hacia el enorme ventanal que le permitía ver los partidos.

-Mira, Tora, no se que planeas con todo esto, pero es un suicidio y una perdida de tiempo. No volverá a ser quien tu conocías, seguro. ¡Todo se perdió hace dos años! Te lo dije hace tiempo, debías haberle olvidado...

-¡No puedo olvidarle! -rugió el tigre. Se levantó de repente, y miró al minotauro casi desafiante, abriendo y cerrando las garras. -No puedo hacerlo... Si no llega a funcionar, me resignaré, pero quiero que me lo diga él, no tu. Que sea él quien lo decida.

Kauro le miró durante un buen rato, y aunque en otros momentos hubiera desatado una cruel pelea, ya era demasiado mayor para tales disputas, por lo que se limitó a sentarse en la silla y coger un teléfono.

-Si quien tu y yo sabemos le encuentra, le matará. Estas avisado. Vas a tener que protegerlo con tu alma si realmente le quieres, Tora, pero bueno... Es tu camino. A propósito, ¿Tuviste la indecencia de dejarle salir de casa y venir hasta aquí?

El tigre ronroneó, aún enfadado, y relajó todos los fuertes músculos, mientras que el pelaje volvía a estar en su sitio.

-No... No se ni como ha llegado a la universidad. Llegó justamente ayer a mi casa, no le debe haber dado tiempo ni a conocer la ciudad. -se rascó una de las orejas inconscientemente, gesto que solía hacer cuando se encontraba con preguntas sin respuesta. Interrumpieron su conversación en cuanto empezaron a escuchar unos pasos y la puerta se abría bruscamente. El cuerpo gris y rellenito de la gata fue el primero en aparecer, sacando la lengua de la corrediza que acababa de pegar. Miró al minotauro un momento, luego al tigre, y finalmente al Dorei, quedándose sorprendida. Tras ella, el resto del equipo.

-¿Que carajo es...? -preguntó señalando. Tora miró un momento a la gata, y negó con la cabeza, cogiendo a Bryce e incorporándole un poco la espalda a la pared. -¡¡Ya me puedes ir dando una explicación a todo esto!!

-Es un Dorei que contraté, se llama Bryce. -contestó sin mirar a sus compañeros, y observando al muchacho durante un buen rato. Sus rasgos, que antes había definido como los de un lobo, brillaban con resplandor ante la luz de un foco plateado que iluminaba la cabina. Pasó una zarpa por su pelo revuelto, medio sonriente, y se rió cuando escuchó la voz de uno de los suplentes decir 'Aquí hay rollito y de los gordos.' Luego, se arremangó, mostrando sus fuertes brazos cubiertos de un pelaje naranja con rayas negras, y recogió en brazos al muchacho. Notó de repente un bulto en la espalda del muchacho, y comenzó a rebuscar con la garra, hasta que llegó al cuello de este, notando un pequeño lazo. Cuando estiró suavemente de él, vió que se trataba de una coleta. Comenzó a estirar, hasta que al final, logró sacarla toda, y por lo que veían los ojos rasgados del tigre, al chico le debía de llegar hasta la pantorrilla.

"Me lo temía."pensó. Observó de reojo a Damaru, el cual sonrió pero se tiró levemente hacia atrás en cuanto el tigre mostró ligeramente sus fauces, y luego abrazó al chico contra su pecho, meciéndolo a ver si conseguía despertarlo.

El silencio se apoderó de la sala, y por unos instantes, el tigre deseó que así fuera toda la vida.

Toda la vida junto a aquel que tanto amaba.

-Tora... -la voz grave de Kauro irrumpió de repente. El tigre entrecerró los ojos y, manteniendo a Bryce entre sus fuertes brazos, giró lentamente la cabeza hacia el minotauro. -Ahora vendrá una ambulancia. Laura... -se volvió a la entrenadora, que parecía ser como un escudo para los jugadores, pues estaban todos acumulados tras ella. -Creo que es mejor que no le hagas preguntas ahora mismo.

-¿Que no le haga preguntas? Pero... ¡Pero tu sabes a quien se ha traído! ¡Como se entere Stallion la vamos a tener liada! ¡Las cámaras han grabado la cabina mientras hablaba, porque seguro que ha sido él! ¡Y encima hemos roto varias normas del juego! -se volvió a Tora, completamente histérica. Los bigotes los tenía erizados del cabreo que llevaba encima. -¡No se a que juegas, felino de la sabana, pero no pienso sacarte de esta! ¡Bastante tuve...!

-¿Con Damaru?

La gata calló al instante, y miró al tigre furiosa, con las pupilas rasgadas casi entrecerradas a causa de la iluminación, mientras metia y sacaba sus uñas. El tigre ni se molestó en hacerla mas caso. Se levantó con el muchacho en brazos, dejando la larga melena colgando, y comenzó a caminar. La gente se fue apartando, pero la entrenadora continuaba en medio.

-Sal de delante. -le dijo Tora fríamente. Desde donde estaba, la luz provocaba que su rostro se mostrara fiero, con una naturaleza salvaje, y enseñaba las fauces a modo de desafió. La gata fue a decir algo, pero lentamente comenzó a apartarse, y dejó al tigre seguir adelante, en dirección a la salida, ante el resto de los jugadores, que iban mirándolo sorprendido y a la vez, asustados, como si en vez de llevar a un humano, el animal llevara la destrucción de toda la fauna entre sus brazos. Y quizás era así.

-...

-¿Te encuentras bien?

No podía lograr ver bien, y se sentía increíblemente mareado. Intentó abrir los ojos, pero por alguna razón, le dolía demasiado hacer ese esfuerzo. Lo intentó de nuevo y, una vez mas, nada. Se encontraba terriblemente cansado, y le daba la sensación de que todo el cuerpo le pesaba.

Luego, con un tercer intento, comenzó a abrir los ojos levemente, notando un terrible dolor pasando por su espalda a causa de la orden que le estaba mandando a su cuerpo, pero era eso o quedarse donde estuviera ahora mismo tirado para siempre. La luz penetró de repente en sus retinas, provocando el acto reflejo de cerrar los ojos de nuevo, lo que hizo que todo el esfuerzo logrado antes no hubiera servido de nada, derrumbándose al instante.

-Tienes que esforzarte, muchacho... Vamos, inténtalo de nuevo.

Movido por la curiosidad de saber quien estaba a su lado, volvió a hacer un terrible esfuerzo para abrir los ojos. Sorprendentemente, ya no le dolió, y soltó inconscientemente el aire que había cogido por si las moscas.

Bryce movió ligeramente la cabeza, mientras dejaba acostumbrar a la vista. Se encontraba en una sala completamente blanca y llena de instrumentos de medicina, lo que le hizo suponer que se encontraba en un hospital. A su lado se encontraba Tora, el tigre. Por primera vez durante el primer día que llevaba con él, vio en su rostro de tigre una expresión sombría, serena, y los ojos de color ambar rasgados le miraba atentamente, mientras que su pelaje se mantenía alborotado.

-¿Como te encuentras? -le preguntó el tigre, pronunciando lentamente cada una de las palabras. El chico suspiró levemente, cogiendo aire para poderle responder. -Mal... Es como si... -notó como una de las garras del tigre se ponía en los labios del chico, haciéndole callar durante unos instantes, y luego, se apartó levemente. Se sentó en un taburete, y cerró los ojos, inclinando levemente la espalda hacia delante.

Bryce se incorporó y lo miró fijamente. El animal llevaba la sudadera medio mojada, por lo que seguramente, fuera lo que fuera que le hubiese ocurrido, el tigre le había cogido y le había llevado a lo que parecía una enfermería. Tal como se encontraba, observó de repente algo en lo que no se había fijado antes. Era algo mayor que él, quizás unos veintitrés años, pero no podía distinguirlo así a ojo, puesto que siendo un antropomórfico quizás se estaba equivocando. La expresión de su morro, la relajación que mostraban sus músculos, su cola echada en el suelo, sus orejas, enderezadas en busca de un sonido... Parecía increíblemente sabio e inteligente.

-¿Que... me ha ocurrido? -se atrevió a preguntar, rompiendo el silencio. No obstante, el tigre no hizo ningún movimiento apenas, si no que ronroneó un poco, y volvió otra vez a seguir meditando. El muchacho se cruzó de brazos, esperando una respuesta por parte de su amo, pero como este no respondía, decidió mirar por la ventanilla, donde miles de pacientes pasaban de un lado para otro. Así fué como descubrió que no era una enfermera, si no un hospital, por lo que fuera lo que fuera lo que le hubiese ocurrido, debía haber sido algo muy grave.

De repente, la puerta de la sala se abrió, dejando entrar a una yegua increíblemente ajetreada. Pasó por delante de los dos, haciendo que Tora abriera un ojo y la mirada fijamente con él, y luego regresó de nuevo, acercándose a Bryce.

-Bueeeno, chico...-dijo, lanzando un pequeño rebuzno. -Por lo visto, estás bien, has tenido mucha suerte, otros como tú quizás habrían puerto al instante. Te daré el alta médica, pero durante tres noches quiero que duermas al lado de alguien por si acaso. -bufó, mirando los papeles, y luego observó al tigre. -Usted va a tener que dormir con él como responsable que es.

-Bien. -dijo Tora. Se incorporó de nuevo, y abrió los dos ojos completamente, observando primero a la yegua, que firmaba unos papeles y se iba, y luego a Bryce atentamente. Lentamente comenzó a caminar hacia la puerta, y la abrió ligeramente, dándose la vuelta para mirar al humano y haciéndole un gesto con la cabeza. -Intenta venir, ¿Puedes?

-Supongo. -dijo el chico mientras se movía. Intentó moverse con cuidado, y apoyó las piernas en el suelo. Luego, intentó ponerse de pies, manteniendo levemente el equilibrio, pero las fuerzas le fallaron al instante. Notó como se caía, dejándose llevar, pero nunca llegó al suelo: el brazo fuerte y cubierto de pelaje de Tora le rodeó al instante para evitarlo. El chico se sorprendió de su increíble velocidad para estar en dos sitios a la vez, y sonrió levemente.

-Gracias. -dijo, mientras se abrazaba fuertemente a Tora. En un principio era para mantener el equilibrio, aunque si bien era cierto que estaba disfrutando de notar la fuerza que destilaba el tigre alrededor suyo. Le miró a los ojos directamente, viendo tras ese rostro fiero alguien que parecía que estaba muy preocupado por él, lleno de tristeza, lleno de pena. Intentó calmar esa pena escondiendo su rostro en el pecho del animal, pudiendo olerle. En otros instantes, se hubiera apartado rápidamente, pero por alguna razón, no podía, puesto que hacerlo implicaba no poder notar algo que indudablemente se movía dentro de él. Su olor, su fuerza, su presencia, aceleraban su corazón y notaba como le bullía levemente la sangre. Y oír su voz no hacía otra cosa que encenderle mas. Estaba claro, le quería, se había enamorado completamente de él.

La reacción del tigre era también la misma. Había sentido muchísima tristeza al ver lo que acababan de hacer con el pobre Bryce. Tanto tiempo que había pasado sin él, sin su presencia, y no solo había sufrido, si no que encima había alguien que parecía estar dispuesto a romper su relación de nuevo. Le había costado mucho encontrarle, y ahora que estaban juntps de nuevo, ahora que tenía la oportunidad de confesarse, ahora... Ahora le hacían aquello. Sin embargo, notar como el chico lo abrazaba con ternura, como se escondía en su pecho, y como sus manos se paseaban en busca del borde de la camisa para luego penetrar en el interior y tocar su pelaje calmaba su pena y aliviaba su corazón. Lo abrazó con el otro brazo, y apoyó levemente su morro en el hombro de ese, con la intención de darle un cobijo, un lugar de protección.

Notó como el chico dejaba de esconderse, y movía la cabeza levemente. Dejó de apoyar su morro en el hombro de este para mirarle a los ojos, y en ese momento, ambos sintieron algo por el otro, una atracción increíblemente fuerte, bestial, una fuerza imparable. Bryce ni dudaba, empezaba a comprender cuales eran sus verdaderos sentimientos, y en un acto reflejo, ambos se besaron.

El momento fue único, y fué el instante en que ambos realmente demostraban al otro sus verdaderos sentimientos. De poco servían las palabras típica de "Te quiero" si con eso bastaba. Notaba la lengua enorme del tigre jugar con la suya en movimientos increíblemente rápidos, fogosos y Bryce le seguía el juego mientras gemía levemente, disfrutando del momento. Ambos jugaban con el cuerpo del otro, y el tigre, en un rápido movimiento, tiró de la cuerda de la cortina para cerrar la ventanilla y de esta forma, que nadie les viera.

Luego, sus garras volvieron de nuevo al cuerpo del chico, húmedo debido al rato que había pasado echado en la cama, y ronroneó en silencio, contento, mientras movía la cola alrededor de él para tenerlo aún mas cerca de su cuerpo, que se había encendido ligeramente. De inmediato recordó el golpe que había recibido Bryce, pero no podía centrarse demasiado. Ahora solo existía para él el presente.

Se separaron, y ambos se miraron de nuevo. Tora sonrió cariñosamente, haciendo que sus labios se inclinaran ligeramente hacia arriba, y Bryce suspiró aliviado, sacando sus manos de debajo de la sudadera del tigre, y acercando una de ellas al morro del tigre.

-Podría llamar esto amor a primera vista... Pero algo me dice que no es así.

El tigre simplemente se limitó a asentir con la cabeza. Exactamente, no era amor a primera vista, si no que ya lo habían vivido. En otra época, en otro tiempo... Pero ese era un secreto, un secreto que el chico no debía descubrir. Lo que Bryce había descubierto que sin duda era un secreto de Tora. Ayudado por el animal, se levantó, y sin dejar de aceptar el brazo que el animal pasaba por debajo de los hombros por si las moscas, comenzaron a caminar en dirección hacia la calle.

El aire fresco agitó tanto el pelo del chico, como el pelaje del tigre, que aspiró aire profundamente. Pronto notó como Bryce se llevaba una mano a la nuca, como queriendo tocarse algo, y mientras caminaban por las pobladas calles de la ciudad, el chico no dejó de negar con la cabeza.

-Supongo que habrás visto que llevo una coleta, ¿no? -murmuró por lo bajo, apoyándose de nuevo en el fuerte brazo del tigre, mientras avanzaba. -Disculpa si no salía así en la fotografía que te pasaron de mi documento...

Escuchó como el tigre se reía ante su comentario, y lo miró sorprendido.

-¿Sabes? -empezó Tora mientras le tocaba ligeramente el pelo. -Eres muy escurridizo. Estas muy atractivo con el pelo largo, ¿Porqué te obcecas en ocultarlo? Es muy difícil entender tus obsesiones en ocultarte tanto.

-Bueno... Es que... -el chico se quedó callado durante unos instantes, pensativo. No se atrevía a contarselo realmente, por lo que al final, negó con la cabeza. -Otro día, Tora... Estoy muy cansado.

-Tienes razón... Bueno, en ese caso, ¿me contarás como fuiste hasta el estadio?

-Ah, eso... Me llamaron por teléfono. Me contaron que te iba a pasar algo si no iba hasta allí y cuando llegué, fui a cabina para poderte ver mejor. Fue entonces cuando te vi... Y me apresuré para detenerte.

Miró a Tora, que parecía bastante serio ante la explicación del muchacho.

-Escucha, Bryce. -le empezó a decir, mirándole seriamente, como un maestro que enseña a su discípulo. -No quiero que vuelvas a salir por llamadas como estas, ¿vale? -le ordenó. -No... No quiero que te pase nada.

Bryce no respondió, si no que mantuvo una ligera sonrisa, y se esforzó en no tener que cargar todo su peso encima del tigre.

CONTINUARÁ

Admito que durante la escritura he dejado bastantes cabos sueltos, pero se irán cerrando a medida que vaya avanzando la historia. Al mismo tiempo admito que tanto la nueva versión del baloncesto como el exceso de nuevos personajes puede haber despistado a la gente, así que a continuación pongo unos cuantos detalles de todo lo ocurrido.

Es posible que durante el partido no hayais visto el nombre de ninguno de los contrincantes. La razón es la siguiente: Es muy dificil aprenderse 11 nombres de repente en un solo capítulo, y mas si la mitad de ellos eran con añadidos que en otro capítulo no saldrán (El equipo contrario). Por esa razón he obviado aquellos que realmente no valen la pena saberse para continuar con el capítulo, y he puesto aquellos que mas tarde saldrán. Y sí, prometo que el próximo capítulo será mas picante. No me he atrevido hasta que veía al par protagonista declarados...

_ El balocesto en el mundo de Tora y Bryce : Funciona igual que el baloncesto normal, con algunas ligeras diferencias: Solo puede existir un suplente asignado a cada uno de los jugadores iniciales, por lo que si uno falla, el jugador inicial no tiene suplente. En caso también de que uno de los iniciales falle y no tenga suplente, el juego continua con cuatro jugadores, pero entonces corren riesgos mayores de penalización._

_ Técnica del Cangrejo: Consiste en poner un jugador delante y otro detrás del contrincante que posee la pelota, y mostrarle el lado mas animal. Si este se asusta por unos instantes, es el momento perfecto para quitarle la pelota fácilmente. Normalmente no funciona y las consecuencias pueden ser terribles, como un golpe discreto a un lado que evita que el árbitro lo vea, o que golpeen con la pelota con el mismo efecto._

Nombres:

Shinkeishitsu (Shinke): Significa Nervioso. Es un grifo que a la que vé que las cosas no cuadran ya está liandola a base de bien. Es bueno en literatura, y su vuelo suele ser el peor de todos los que la practican en gimnásia. En el equipo se le utiliza para formar el 'cangrejo'.

_ Odayaka: Significa Tranquilo. Es la orca mas divertida de todo el equipo. Además de eso, es inteligente, y el componente del grupo que mas salta y mas habilidad tiene para evitar las entradas del equipo contrario gracias a sus movimientos artísticos aprendidos bajo el agua. Suele beber mucho líquido para refrescarse y prefiere la piscina a la playa contaminada._

_ Damaru: Significa silencio. Es alguien tranquilo, pero misterioso, y que por lo visto aparenta tener dos personalidades. Por una parte, ha ayudado a Tora a mantener su estado en celo como puede, pero por otra parte, ambos están peleados por lo que oculta el tigre (El Secreto de Tora). Al igual que Shinke, se le utiliza para formar el 'cangrejo'_

_ Baka: Significa (Ahora se me van a lanzar encima todos los furries osos que hay por aquí) tonto. La verdad es que es el menos inteligente del grupo, pero va muy bien en el juego para hacer entradas perfectas, igual que Tora. Aunque todos tienen esa posibilidad, Baka y Tora son los que probablemente tienen menos posibilidades de fallar._

_ Laura: Nombre universal. Está gata grisácea de ojos realmente tenebrosos pero preciosos a la vez está rellenita debido a que, como bien ha insinuado Tora, está embarazada y dará luz de aquí a dos o tres días. Es una gata de carácter duro, casi frío, y a veces incluso histérico cuando la cosa va a peor. Poco puedo desvelar mas de ella, mas que hay que preguntarse de vez en cuando que está tramando porque puede complicarle las cosas a Tora._

_ Kauro: Fan de los Fire Fasters. Este minotauro ya es muy mayor, y aún así anda soltero, puesto que de joven sus 'aventuritas' yendo a por otras eran su mayor adicción. Ahora se dedica a darles cierta información al equipo para que sepan a que se enfrentan._

_ Leon y Stallion: Personajes desconocidos pero importantes en un futuro._

EDIT STORY: ->Edited the error in the title and the word "CONTINUARÁ" (To be Continued) at the end of the Story.