6 bestia - Capítulo 15: Tocado y hundido

Story by Mastertuki on SoFurry

, , , , ,

#16 of 6 bestias

¡Bienvenidos a 6 bestias! Disfrutad.


Baka tenía la sensación de haber corrido detrás de un enorme Yak durante una noche entera. Se había levantado con las piernas destrozadas, con agujetas, y transformado en un oso pardo gigantesco que casi hace infartar a Lima, y la pobre había tenido el movimiento automático de coger el cuchillo y clavárselo en el cuello al ver que el oso no respondía por su nombre. Tras inmovilizarlo y obligar a obtener su forma humana de nuevo, Baka se estaba refrescando la cara mientras intentaba recordar que cuernos había pasado esa noche para estar tan tenso.

Observó a Shinke pasar por detrás de él a través del espejo, vestido y con una forma híbrida para pasearse por la habitación sin decir ni pio. Al poco el enorme grifo abandonó la estancia, y el oso se apartó de la pica de agua para mirar a Lima, que permanecía sentada en el sofá, revisando los apuntes de escritura que la noche anterior le había dado Baka.

-¿A donde ha ido? -preguntó al final.

-Posiblemente a un lugar donde no te mate. -la mirada de la chica no se había apartado de la hoja y lo había soltado como si nada. -No te ha perdonado, simplemente te ha dado la oportunidad de demostrar que puede confiar en ti de nuevo. Seguramente habrá ido con mi hermano a recibir un golpe de aire fresco que le haga pensar en otras cosas.

-Ajá... Así que estamos solos. Tú y yo.

Lima miró al oso por encima de los apuntes, con una ceja alzada y planteándome realmente que significaba esa frase. Por si acaso, apartó los papeles y se quedó con los brazos cruzados y la espalda apoyada en el respáldelo del sofá.

-Si es sobre el tema de haber revelado tu secreto... Te pido disculpas. Si es sobre si estoy arrepentida... No tanto. De hecho, creo que así está mejor, ya que con un demonio menos amenazando en la meta, que Shinke pueda aprender a auto controlarse será mucho mejor.

-Ya... Debería habérselo dicho mucho antes. En fin, el daño está hecho ya. -el oso empezó a secarse las manos con la toalla mugrienta que colgaba del cacho de cordel del techo y añadió: -Habría agradecido que hubieses sido un poco más cuidadosa a la hora de soltar la bomba. Ahora no me quiere dirigir la palabra...

-Cuando llevas años cuidando de él. Lo sé.

Baka observó a Lima como si hubiera visto un fantasma, y la muchacha mostró una leve sonrisa de complicidad. Con la máxima seguridad se incorporó y se estiró todo lo que pudo, a pesar de no superar en altura al enorme paje que tenía delante.

-Baka... Eres su hermano. O lo amas o lo odias. -le resumió. -Es normal que no quieras separarte de él... Siento haber sido tan... Directa con el tema. ¡Pero ey! Tu hermano ayer mostró grandes progresos en su terapia. Fue capaz de abrazarme mientras estaba en su forma híbrida sin devorarme, además de pedirme disculpas a su manera. Es un gran paso.

Lo que no se esperó Lima fue lo siguiente. Baka le cogió de los hombros para que le mirara a los ojos y pudiera responder con total sinceridad a la enorme pregunta que tenía para ella. Aquello que había soltado Lima era una bomba como una catedral que merecía la máxima atención posible, sin miramientos.

-¿Quieres decir que mi hermano se va a curar?

-Baka... Tranquilo. -a veces esas reacciones podían con la chica. -Tu hermano está bien, nunca ha estado enfermo. Simplemente necesita un poco de... Autoestima y cariño para encontrar los motivos que le ayuden a seguir adelante. Tú eres uno de ellos, pero creo que hace un tiempo lo olvidó, y ahora tiene que encontrar otros. Lo de vuestra madre... Bueno... Creo que es otro motivo.

Al ver la mirada confusa de Baka, Lima soltó un suspiro.

-Tu hermano quiere volver a casa.

-¡No! -el oso se apartó de golpe y se llevó las zarpas a la cabeza, clamando al techo. Dando la espalda a Lima, gruñó. -¡Eso es lo que no quiere mi madre! ¡Que vuelva en ese estado! Hay que retrasar ese viaje todo lo posible hasta que se cure del todo... ¿Cuanto tiempo puede llevar eso?

-¿El que? ¿Aprender a auto controlarse? Baka, eso lleva tiempo... Pon dos años. -la humana estaba flipando con la situación. Escuchó de golpe un par de golpes secos en la puerta y dio por finalizada la conversación. Si se trataba precisamente de Shinke, no convenía que escuchara aquella conversación precisamente. El oso se acercó a la misma, decidido a abrir sin tapujos... Hasta que algo lo detuvo.

Lima observó como Baka se quedaba congelado a escasos centímetros de la puerta. Por unos segundos, pensó que le había dado una taquicardia o que se había quedado clavado, hasta que observó como movía las orejas y la nariz, buscando algo. Dirigió la mirada a Lima, y la chica entendió exactamente que era lo que quería el oso de ella: Silencio.

-¿Diga? -preguntó con su vozarrón.

-Somos el servicio de habitaciones.

-... Deme un segundo. Tengo que vestirme.

***

Shinke había bajado las escaleras, transformándose poco a poco en forma humana hasta llegar a la entrada. Unas horas antes, no era consciente de la muerte de su padre, pero aquella noche todo había cambiado, prioridades incluidas. El grifo ahora tenía decidido que iba a llevar las riendas del asunto e iba a cambiar notablemente el rumbo del viaje hacia lo que a él le interesaba de verdad: Su casa. Volvería y pediría explicaciones.

Por esa misma razón no iba a pedir un telegrama con acuse de recibo, si no uno que directamente indicara que volvían a casa, y allí, ya le contaría a su madre todo lo ocurrido. Incluida la existencia de Lima y Damaru, a los que debería darles asilo durante un tiempo hasta que aquellos dos decidieran largarse y seguir por su cuenta. Debería seguir con su terapia, eso era cierto, pero ahora mismo su máxima prioridad eran sus asuntos familiares.

En cuanto llegó a la entrada se apoyó en la madera podrida que separaba a la recepcionista, notablemente distinta a la que les atendía por la mañana. La mujer esta vez era una humana de pelo azul oscuro largo recogido con una coleta. Sus facciones en su cara denotaban que no era de allí, si no más bien de oriente, con los ojos medio rasgados pero abiertos, y esa boca pequeña de piñón. Sin embargo, no conseguía olerla bien...

-... Perdón. ¿Es usted cambiante? -preguntó. La mujer parecía centrada en unos papeles, y Shinke observó como dejaba pasar sin mirar a un par de hombres vestidos con traje gris y camiseta interior naranja, equipados con un par de maletas. Más guiris, genial. Tenían que salir de ahí, o acabarían cogiéndoles. -Da lo mismo. Debo enviar un telegrama.

La mujer no respondió. Directamente le ofreció un papel y un bolígrafo, y continuó con lo suyo. Bien, parecía que le había tocado una borde que encima respondía mal y no quería hacer bien su faena. Cabreado cogió el papel y el bolígrafo y se puso a redactar el mensaje, llenando los campos que estaban por completar.

-Oiga. No es por nada, pero espero que tenga capacidad para entender mi letra, porque suele ser bastante mala...

-Deberías volver a tu habitación.

Shinke alzó la vista para mirar a la mujer extrañado, y dejó de escribir, a pesar de que esta no lo miraba.

-Perdón.

-Deberías volver a tu habitación.

Shinke estuvo a punto de añadir algo, pero fue interrumpido por una serie de gritos y golpes en uno de los pisos superiores. Por unos segundos al muchacho se la sudó bastante; ya estaba acostumbrado a oír este tipo de follones en otros hostales, pero no tardó en venir a la mente la advertencia de la mujer. Esta misma continuaba con sus papeles, tomando notas, y sin dirigir la mirada a ningún sitio más allá de la libreta, en la que iba anotando constantemente la palabra "Socorro"

"SOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORROSOCORRO"

Para cuando se quiso dar cuenta, Shinke había abandonado la mirada de la libreta y había seguido a lo largo de la mesa hasta llegar al suelo, donde la mujer había seguido anotando esa misma palabra. Asustado y sin entender bien que estaba ocurriendo, el chico abandonó la estancia y echó a correr hacia el piso superior con la idea de que aquello estaba siendo un mensaje bien claro que algo no estaba yendo bien allá arriba. A medio camino se cruzó con el dragón, que parecía sorprendido.

-¡Sube! -le ordenó. -¡Vamos!

Ambos empezaron a subir escaleras, a la vez que Shinke se iba transformando deprisa y corriendo para estar preparado, con el mal presentimiento por todo su cuerpo. A la que llegaron al pasillo donde se encontraba su habitación se detuvo de inmediato: Una enorme humareda de polvo azotaba toda la zona, y por donde podía alcanzar su vista, la puerta de su estancia había sido reventada hacia afuera.

-¡Lima!

-¡Espera, Damaru! -pero ya era demasiado tarde. El dragón, transformado también en su forma híbrida, había echado a correr hacia la habitación, desapareciendo entre el humo. El grifo fue detrás de él, intentando no pisar la enorme cantidad de cuerpos inertes que había por el pasillo, aparentemente, por las puertas abiertas, porque la gente había salido a mirar que cuernos estaba ocurriendo. ¿Que había pasado? Lo único que le preocupaba ahora era tanto Baka como Lima.

En cuanto llegó a la habitación Shinke observó con detenimiento la zona. La puerta estaba reventada hacia adentro, parte de la madera esparcida por la entrada. Dentro, el sofá había salido volando y se encontraba estampado contra la pared, mientras que parte de la cama se encontraba negra y quemada. La bolsa de Baka se encontraba tirada por el suelo y sus pertenencias esparcidas por todos lados, mientras que marcas de fuego se habían producido aquí y allá. Y entre todas las ruinas, ni rastro alguno de Lima ni Baka.

-... ¿Cuando... ha pasado esto?

-¿Pero tu estás sordo? -le preguntó el dragón, sorprendido. -Es imposible que no hayas oído la explosión que se ha producido. Estabas abajo, a menos de dos o tres pisos. Ha saltado todo por los aires.

Pero Shinke no daba crédito a lo que estaba viendo o escuchando. Jamás, en ningún momento, había oído nada acerca del enorme desastre que se había producido, como si hablar con aquella mujer que apenas reaccionaba le hubiera metido en una especie de burbuja que lo hubiera aislado todo. Con las patas apartó bastantes destrozos y con las zarpas empezó a recoger la bolsa mientras que con la mirada buscaba a Lima y a Baka. Rebuscó debajo de la destrozada cama, y dentro del armario, pero no estaban. Y poco a poco, empezaba a ponerse nervioso de nuevo.

"Calma" se repetía. "Calma. No pierdas el control. Puedes hacerlo... Baka está bien... Puedes hacerlo..."

-Creo que se los ha llevado... Mira esto.

El grifo se dio la vuelta para ver al dragón delante de la cristalera, totalmente rota. Miraba hacia abajo como si buscara indicios de algo, pero Shinke en su lugar no distinguía nada más que trozos de cristal y madera esparcidos por la calle. Ni un solo cuerpo, ni un coche, ni indicios de donde estaban aquellos dos. Era como si se los hubiera tragado la tierra.

-Mierda... -el grifo se derrumbó, de rodillas al suelo. -Baka... Lima... ¿Que cuernos ha ocurrido aquí?

-No lo sé...

El grifo siguió buscando indicios o señales de donde podían estar Lima o Baka allí abajo, aunque con la esperanza de no encontrarlos nunca. Si encontraba una pista siquiera de ellos dos, en la calle, sus peores predicciones se volverían verídicas y posiblemente lo que obtendrían a cambio sería los pedazos de sus cuerpos y la cabeza reventada. Una tela rojiza, como de seda, ondeando al borde de la columna que sujetaba antes la ventana, le llamó la atención. Intentaba asociarlo con algo que ya había visto con anterioridad, pero su preocupación por su hermana le ofuscaba. Captaba un olor, y era incapaz de reconocerlo, a pesar de que sabía que lo había notado en otras ocasiones. ¿Y ese sonido? Era...

-... Lima.

El grifo se incorporó para sorpresa de Damaru, que se apartó de inmediato. Shinke se acercó a la columna exterior y con las garras se agarró fuertemente a la pared para no perder pie y poder ver que había al otro lado de la fachada, cumpliéndose sus temores. Ahí, de pie, con la espalda apoyada en la pared, temblando y llorando, y con la cabeza bien alta, se encontraba Lima. Estaba mirando de no caerse, y grandes lágrimas corrían por sus mejillas.

-¡Lima está aquí! -rugió, avisando a Damaru. -Lima, pequeña. Estoy aquí, Damaru está aquí...

La muchacha abrió levemente los ojos para mirar a su izquierda, y sintió un leve alivio al ver al cambiante a su lado, pero se sujetó aún más a la pared al perder el equilibrio. Estaba de pie en una fachada muy estrecha y levemente inclinada, por lo que Shinke calculó que en cuanto empezara a agotarse, Lima se caería al vacío. Con cuidado acercó una mano, acercando más su cuerpo a la columna mientras la agujereaba con las garras de sus extremidades.

-Ssssh, vamos, Lima... Dame la mano... Vamos, puedes hacerlo, pequeña... Vamos...

El grifo acercó la mano todo lo que pudo hacia ella, aunque faltaba palmo de distancia para alcanzarla. Lima cogió aire e intentó separar una de las suyas para alcanzarlo, pero la falta de equilibrio hizo que se detuviera y volviera a zafarse en la pared.

-¡No puedo! -exclamó, asustada. -No puedo, no puedo...

-¡Sí, sí que puedes! -Shinke alucinaba de verla así. -¡Venga! ¡Me has amenazado con cuchillos y no nos temes en absoluto ni a nosotros ni a nadie! ¡No voy a dejar que te caigas! ¡Confía en mí!

-¡No puedo! No... Puedo... Confiar...

Esas palabras mataron al grifo por dentro, que sintió como se quedaba de piedra ante la chica. Damaru, que estaba detrás y observaba la situación, decidió tomar el asunto por los cuernos y ordenó inmediatamente a Shinke que se apartara de ahí y le dejara la faena a él. El grifo tardó unos cuantos segundos en decir algo, pero finalmente se dio cuenta que aquello no iba a funcionar bien y decidió obedecer, apartándose. El dragón se colocó en su lugar y acercó la mano, sus brazos más largos que los del grifo.

-Vamos, hermanita. Tú puedes.

Lima empezó a moverse levemente, poco a poco, hasta que consiguió sentir los dedos del dragón entrelazarse con los suyos. En cuanto el dragón pudo coger bien la mano de la chica tiró hacia él para recogerla con un ala a modo de cama. Antes de que la chica se volviera a asustar, Damaru decidió sacarla de ahí e introducirla de nuevo en la habitación para alejarla del peligro.

-Ya está. Ya está hecho. -Damaru abrió el ala para dejar que la muchacha tocara suelo, su cuerpo temblando como un flan. El dragón miró al grifo, que le devolvió la mirada de incredulidad ante la situación. Una explosión que no habían oído, Baka desaparecido, y ella ahí en la fachada, temblando y a punto de caerse.

-Lima... -el grifo se arrodilló, abriendo un ala para cubrirla y hacer que se sintiera protegida. El dragón se incorporó para seguir buscando pistas de lo ocurrido, dejando a Shinke hablar con ella. -Ya está...

-Lo siento... No podía.

-No... Lo entiendo... En parte. -el grifo decidió ignorar ese detalle por ahora, y centrarse en otros aspectos más importantes. -¿Que ha ocurrido?

La muchacha permaneció en silencio un rato y luego alzó la cabeza para poder mirar a Shinke y poder responder algo, pero solo le salían balbuceos. Viendo que iba para largo, decidió acogerla en sus brazos para dar algo de calor mutuo y mirar si la animaba. Notó, entonces, como Lima se le aferraba al pelaje del cuerpo con ambas manos y apoyaba la cabeza en su pecho, humedeciéndolo, como si se la quisieran llevar y ella no quisiera. ¿Y ahora que debía hacer?

-Lima... Ya está... -dijo, abrazándola. -No va a pasar nada. No van a volver... ¿Que ha pasado? Necesitamos saberlo...

-Han venido... A por mí...

¿A por ella? Damaru giró la cabeza, escuchando atentamente a su hermana.

-¿Quienes? -preguntó Shinke, sorprendido también.

-Unos hombres... Picaron a la puerta, y Baka de repente se puso muy nervioso. Me cogió y me dijo que me escondiera en la fachada... Yo tenía mucho miedo, pero él me decía que tenía que protegerme. Luego se produjo una explosión, reventó el cristal y... No les entendí... Pero estuvieron peleando con Baka hasta que... Se lo llevaron...

Shinke no entendía bien ese instante. ¿Cuando? ¿Cuando había ocurrido todo aquello? Había bajado solo quince minutos, y no se había enterado de todo aquel lío desde la planta principal, mientras que Damaru sí. De hecho, por lo que le estaba contando, al grifo no le salían los números. En tan poco tiempo Baka no había tenido tiempo de esconder a Lima fuera, en la fachada, y luego producirse una explosión, una pelea, y finalmente, un rapto. Se habría necesitado más tiempo... ¿Pero como?

-¿Donde se lo llevaron? -preguntó Shinke de golpe.

-No lo sé... Creo que dijeron... Hangzhou...

-Pero eso está muy lejos... -murmuró Shinke ante las declaraciones. Hangzhou está a kilómetros y kilómetros de distancia de aquí. Si vamos rápido, aun estamos a tiempo de encontrarlo. ¿Sabes como se lo llevaron?

-Por ahí...

Lima señaló la ventana rota, y tras coger aire, se volvió a aferrar a Shinke.

-Se lo llevaron... Volando... Unos dragones...

Ahora era Damaru el que alucinaba.

El dragón se acercó a la muchacha con rápido paso y la cola tirando todo lo que estaba a su alcance, pero el grifo le hizo una señal con la zarpa para que no avanzara más y asustara a la chica, que intentaba recomponerse del susto. A pesar de eso, Damaru no podía parar de dar vueltas al tema. ¿Cuanto tiempo llevaban pensando que él era el único que había en muchos kilómetros a la redonda? Y ahora resultaba que unos cambiantes dragones habían raptado a Baka. ¡Dragones! Eso quería decir que había más como él... Y por la pinta que tenían, peligrosos. La clave de su origen podría estar entre ellos.

Miró a Shinke, que permanecía serio. Él tenía otros temas en mente, dudas sin respuesta alguna: ¿Como les habían encontrado? ¿Que querían de Baka? Y lo más importante: ¿Iban a por Lima? ¿Por qué? ¿Y en que momento había ocurrido todo aquello que él había estado tan... distante? ¿Que había pasado?

-Tenemos que irnos. -Damaru se incorporó y fue a por la bolsa, acabando de recoger lo que había empezado Shinke. -Si han venido a por ella volverán a hacerlo de nuevo. Está claro que ya no estamos solos y que saben de nuestra existencia. Esto debe de ser obra del nuevo líder del templo.

-Se supone que no nos seguían...

-Hemos supuesto mal, desgraciadamente. -dijo Damaru. -Maldita sea, no se como se nos ha podido pasar por alto...