Rayas sobre lienzo blanco

Story by AoiKuma on SoFurry

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Rayas sobre lienzo blanco.

_~ kiss me sweet I'm sleeping in silence,

all alone in ice and snow

in my dream, I'm calling your name...

you are my love~_

Hace varios días él había estado pensando en lo que sucedió hace algunos ayeres. Su pelaje se electrizaba de recordar cada momento que pasó a su lado, el olor de su piel, las sonrisas, las caricias. El tigre naranja estaba sentado en el sofá de su habitación, aquel mismo asiento que habría compartido tiempo atrás. La evidencia de sus encuentros aún se hallaba tirada en el piso: las sábanas revueltas, envases de agua en el piso, fotografías de ambos jugando soccer, y aquella donde tímidamente el oso polar le había robado un beso mientras esperaban que el cronómetro de la cámara digital se detuviera para sellar su encuentro.

Sujetó con sus garras la cámara y se disparó, el flash lo hizo reaccionar en ese momento...

-Tony... ¿Tu crees que esto es lo correcto?- Preguntó Zack mientras las garras de ambos se entrelazaron y el atigrado se perdía en el lienzo blanco del pelaje del oso, que lo miraba sonrojado mientras el sol entró por su ventana.

El tigre no contestó nada, la mirada paciente del oso esperaba una respuesta de aquél a quien acababa de besar, el silencio sepulcral lo estremeció e inquietó. Tony respiró un minuto y cerrando los ojos abrazó fuertemente al urso de ojos profundos.

Era verdad, lo que le decía Tony a Zack era completamente cierto, nunca antes había sentido esto por otro macho y además alguien de una especie totalmente diferente a él, después de todo Zack era un oso polar, hermoso y sexy, pero al fin y al cabo un oso. El tigre sujetó al oso entre sus brazos y nuevamente lo besó. No permitiría que eso terminara tan fácil.

Hacía unas semanas que salían a diario, pasaban mucho tiempo juntos, ya fuera mirando un partido o retozando en el sillón de la sala disfrutando una película de acción. El tigre nunca lo admitiría, pero varias veces se quedó despierto toda la noche cuando su mejor amigo se quedaba dormido en el sofá de su cuarto. Le parecía maravillosamente increíble la imagen del oso dormido, retozando, sin hacer siquiera un ruido, alumbrado por la luz de la luna; que en esos días se encontraba repleta y blanca, como si fuese un plato recién pulido. El brillo del astro se colaba por las cortinas y hacia el pelaje de su oso aún más brillante, sus músculos en brazos resaltaban sobre la playera y sus ajustados jeans denotaban lo afelpado de su ser. El tigre se quedó varias veces dormido en una silla mientras observaba la escena, parecía una pintura, deseaba poder tocarlo y abrazarlo, no como su amigo, sino como la persona con la que había compartido las semanas más maravillosas de su vida, aquél de quien comenzaba a enamorarse.

Tony era un poco más atlético que Zack, tenía abdominales y patas marcadas, sus garras eran fuertes, varias tigresas habían tratado antes de incitarlo al placer y al amor con las prominentes curvas y bien dotadas piernas, sin embargo, la suavidad y energía mezclada con un toque de ternura hacían al oso polar simplemente seductor. Zack despertaba algo más que su libido y deseo cuando lo miraba discreto mientras se preparaban para nadar, Tony se excitaba mucho en aquellas prácticas, pero también crecía en él un enorme deseo por abrazarle, por besarle, protegerle... no se atrevía a hacerlo.

-No existe lo correcto o lo incorrecto, solamente está pasando. Nunca imaginé que tú y yo pudiésemos llegar a estar aquí, hasta esto, lo anhelaba mucho- El tigre se fundió con el blanco pelaje, sus garras se entrelazaron de nuevo, los hocicos se acercaron con fuerza, decisión, pasión y una ternura que para los dos parecía desconocida y deliciosa. Súbitamente la lucha comenzó entre ellos, la ropa resultó una barrera infranqueable, la playera de algodón azul que llevaba el oso contrastaba con aquella sin mangas que portaba en tono negro, ajustando como un guante, marcando y delimitando cada línea, como si el felino hubiese sido esculpido por algún artista del siglo XIX.

Las garras recorría ambos pelajes, la cola del tigre acariciaba con lujuria las patas del oso, la respuesta del contrario fue implacable al perderse sus garras completamente bajo la tela de la ropa y sentir los abdominales marcados del felino, quien gemía placenteramente mientras le propinaban furiosamente un enorme y profundo placer con ese movimiento mientras lamían su cuello y recorrían su oreja izquierda con los dientes. El tigre dejó su máscara, sus prejuicios y todo aquello que le preocupaba en aquel erótico abrazo que resultaba en desbordantes oleadas de placer y deseo. El sillón pareció demasiado pequeño en ese momento y sin siquiera soltarse, ambos se dirigieron al acolchado espacio que Morfeo gusta emplear para dormir a los cansados.

Zack desnudó con maestría a Tony y éste se dejó acariciar, cadenciosamente movía su cuerpo al compás que le marcaba el oso, quien con certeza y sin pudor alguno masajeaba el sexo del gato atigrado, quien ahora ronroneaba por la calidez de la garra en su propio sexo que subía y bajaba, fuerte, rápido y delicioso. El líquido seminal comenzaba a brotar, lubricando la dura barra de acero que comenzaba a forjarse bajo la maestría del herrero del sexo. El tigre haló al oso hacia su cuerpo y le desvistió, retiró paso a paso cada una de las prendas que este llevaba y que hacían tan lejano el roce pasional de los cuerpos que ansiaban por tenerse. Besando su pecho, el naranja brindaba suaves y delicadas lamidas sobre la anatomía de quien distraídamente ya se encontraba en sus garras cual presa perdida, ahora dirigía sus atenciones a la virilidad de su polar acompañante, quien estremeció ante la humedad percibida en aquél sitio y, lanzando un alarido placentero, cayó sobre las almohadas dejando que su desnudez, su excitación y sus ojos entrecerrados hablaran por él.

La ventana se abrió con la corriente de aire fresco de la primavera, la luna pareció sonrojarse, pues las cortinas amarillas ondearon ahora dramáticamente, abanicando el resplandor silencioso de la cómplice en este acto pasional, que pudorosa pedía ocultarse detrás, aunque deseosa permitía que pequeños destellos plateados entrasen en la habitación que sólo se encontraba iluminada por la lámpara sobre escritorio y por la cascada plateada intermitente que bañaba los rincones del cuarto.

El placer se podía oler en el aire, la fuerza de ambos hacían que perlas se vieran sobre sus pelajes, cualquiera hubiese dado lo que fuera con poder sentirse así: pleno, amado, excitado, desnudo, deseado, protegido y libre. Entre más cercanos los cuerpos, más libres de ataduras estaban. Los pelajes se mezclaban danzando, las sábanas de satín se revolvían y Tony lamía el pecho del oso, mientras este ahora acariciaba el hermoso trasero, fruto de las horas de entrenamiento en el gimnasio, ese precioso tesoro que había estado observando durante tanto tiempo y que ahora le pertenecía, sería suyo, si, suyo nada más.

El contraste de ambos cuerpos se hacía latente con la afelpada figura del oso tocada con placer por el atigrado. Ambos gemían deseosos de sí, deseosos de tenerse, ambos querían meterse en el otro. Sus caricias y arañazos desesperados se perdían, parecían dos seres que nunca jamás habrían tenido a alguien frente a ellos, y ahora, al encontrarse, debían entregarlo todo, debían darlo al cien.

El momento de la verdad se iba acercando, el oso en un acto rápido sujeto al tigre por su virilidad y comenzó a hurgar en su interior sensibilizando sus entrañas, mientras entregaba al felino un masaje anal con un poco de saliva, tratando de preparar la entrada. El tigre se retorcía sobre la cama y levantaba sus caderas para buscar más de aquel placer que el oso le estaba brindando. La excitación era tal que se movía penetrándose con cada dedo que era introducido en su interior, primero uno, luego dos. No le importaba el dolor inicial, deseaba sentirse de él, deseaba que su cuerpo solitario por fin tuviese un dueño y ese dueño sería Zack.

Las lamidas que Tony hizo anteriormente sobre el miembro de su amado beneficiarían lo que a continuación sucedió. Lentamente comenzó a introducir su miembro en la cavidad del tigre, quién se sujetó fuertemente de las almohadas mientras recibía al oso en su interior, relajando los músculos y gimiendo deseoso, pidiéndole entrara más profundamente. Zack, preocupado por darle mayor placer no dejaba de masturbarle y lamer su espalda, parecía que había hecho esto muchas veces, y sin embargo era la primera vez que se entregaba a alguien de esta manera. El oso blanco sujetó al tigre para mejorar la posición y sin darse cuenta, en pocos minutos el tigre ya estaba totalmente ensartado por el urso quien ahora embestía sensualmente sobre el cuerpo frente a él y bombeaba oleadas de placer al interior del cuerpo del felino.

Largos minutos pasaron, la sensualidad del momento era enorme, Zack sostenía las caderas del tigre y la cola de este sujetaba el brazo del urso para evitar que se fuera, como aquellos brazaletes espartanos que habían visto en una película. La comodidad, la lujuria, el deseo eran insoportables para ambos, la excitación era cada vez mayor, la luna desde su ventana era testiga de dos cuerpos viriles, gozando plenos un placer exquisito, y al mismo tiempo una ternura incomparable.

La velocidad iba en aumento, el raudal orgásmico era inminente y en un estruendo enorme, el placer fluyó en los cuerpos de ambos. El líquido seminal llenaba el cuerpo del tigre que se retorcía de gusto y placer mientras el oso recibía en sus manos los disparos de sexo de aquél que le había robado el corazón que apretaba su miembro tratando de exprimir todo aquello dentro de él.

Un minuto se detuvieron, un minuto bastó para que se mirasen y nuevamente renovados, se perdieran en un incontrolable y húmedo beso, el cielo pareció infierno comparado con este momento animal. Ambos respiraron un momento, muy relajadamente y se entrelazaron. La luna, como otras noches, hizo brillar desde una esquina la foto de aquel momento en donde se habían conocido, el primer recuerdo que tenia Tony de Zack, para que minutos después y rendidos por el placer, quedasen tendidos sobre la cama, durmiendo sin poder separarse el uno del otro...

Tony acomodó las sabanas y se bañó con extremo cuidado, recogió las fotos en el suelo y colocó aquella del beso en un marco recién enviado por Zack desde las montañas y tomando las llaves de su auto, se dirigió a la estación a recogerlo. Las ventana quedó abierta, como aquella noche, el viento movió las cortinas que observaron cómplices nuevamente al tigre ir por su amado mientras el sol comenzaba a ocultarse, quizá esta noche nuevamente la pasión se apoderará de la habitación, la luna llena comenzó a salir...

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_ Nota del autor: Este relato es una historia que he debatido con varios amigos furs: una relación con el Oso Zucozo y el Tigre Toño, algunos me dijeron que podría dibujar algo al respecto, sin embargo creo que el dibujo no se me da tan bien como escribir. Decidí ponerle nombre al Oso por dos razones: como que no me inspiraba una escena donde el tigre le dijera al oso "Zucoso oh", y tampoco me agradaba la idea del nombre de Toño (tengo una aversión hacia ese apocope) y además por aquello de los derechos de autor y todo ese rollo. Así que lo agringué un poquito dejándole al tigre su nombre original y bautizando a Zucoso como Zack.

Todavía no sé si deba seguir con la historia o dejarla como un "one shot" de entrada esperaré comentarios para ver si debo o no debo seguir. Espero que hayan disfrutado la historia.

Aoi~_