6 bestias - Capítulo 11: La escritura Ármica

Story by Mastertuki on SoFurry

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#12 of 6 bestias

¡Bienvenido a 6 bestias!


Aquella vez, hicieron caso a Baka y decidieron coger un camino que seguía el rio Yangtsé hacia abajo. Durante un buen trecho, nadie les podía ver, aunque corrían el riesgo de que alguien pasara por ahí por un casual. Teniendo en cuenta que estaban solos en medio de una explanada casi desértica, rodeados de malas hierbas allá donde alcanzaba la vista, siguiendo un mapa con la orientación de Shinke, si ocurría algo así, podrían preverlo.

Así pues, Lima había conseguido convencerlos de que era mejor que todos adoptaran su forma híbrida para relajarse un poco. Todos lo entendían, aunque Baka no entendía que ganaban con ello. Iban unos pasos por detrás de Lima y el grifo, al cual le había dado un cacho de madera arrancado de un árbol que se estaba pelando y en el que había dibujado los mismos símbolos que días anteriores en el suelo. El grifo tenía que recrear esos mismos dibujos con las garras, pero ahora con la condición de que al ser más pequeño tenía que ser más preciso.

-¿Y que gana con eso? -preguntó Baka, mirando a Damaru con algo de extrañez. El dragón, con un resoplido, volvió la vista al oso y esbozó una leve sonrisa a lo largo y ancho de su morro. -Venga, no empecemos. Desembucha.

El dragón volvió la vista a los dos que estaban delante de él y esbozó una leve sonrisa.

-Recrear los dibujos en grande no es fácil. Son raros de hacer, tienen muchos detalles ornamentales con varias curvas y asteriscos, y requiere que te centres. -el siseo continuo de Damaru a veces era desesperante, pero Baka tenía mucha, mucha paciencia. -Una vez has aprendido a hacerlos en grande, conviene que lo hagas en pequeño. Al tener el mismo nivel de detalle, es más complicado. Le llevará días completar esa tabla de veintisiete karmas.

-¿Y dificultad hará que...?

-Se centre. Somos animales, eso no lo podemos negar, pero tenemos una capacidad que nos distingue de un animal normal, y es que somos consciente de ello. -el dragón parecía mas sabio en aquel instante que cuando se habían conocido. -Podemos centrar nuestra mente en algo, e ir más allá. El instinto de supervivencia está dentro de nosotros, pero podemos enfocarlo en algo. Eso nos hace ser más inteligentes.

Baka volvió la vista a Shinke. Eso era cierto, siempre habían vivido como tal. No querían perder su naturaleza, pero el grifo había ido olvidando poco a poco lo que realmente lo distinguía como cambiante. A pesar de las diferencias de Lima y su hermano, parecía que al menos Shinke estaba dispuesto a colaborar. O eso, o a dejar a la chica en evidencia, cualquiera de las dos.

-¿Es un hechizo?

-No. -respondió el dragón. -Tener que hacer esos dibujos le obliga a centrar su mente solo en ello. Eso le entrenará a poder dominar su mente de nuevo, a ser consciente de sus actos. -le explicó. -Cuando consiga hacerlo a la perfección, pasará a los Mándalas. Pero para eso, tenemos que ir a una ciudad a comprar unos cuantos, o no podrá pintarlos.

-Mh... Es un buen entrenamiento. Parece que va a ser mucho más efectivo que lo que tenía pensado Shinke... Íbamos a ver a un monje que nuestro padre conocía, pero preveíamos que tardaría años en conseguir el control.

-¿Conocía?

El silencio fue toda la respuesta que pudo obtener Damaru al ver que el oso se callaba de golpe y no decía nada. Permanecía bastante pegado a él, básicamente porque era miope y no conseguía ver a grandes distancias. Lo cierto es que a diferencia de Shinke, el oso tenía más autocontrol, o mejor dicho, había aprendido a ser el oso y combinar su vida animal con su disfraz humano.

Al ver que no iban a seguir la conversación por ahí, Damaru decidió cambiar de tema e ir por otros derroteros que le pudieran ayudar a él. Entre los tres, Shinke tenía las de perder. ¿Como podía haber perdido el control tan rápidamente? A esa edad debería haberse espabilado... ¿No?

-Al salir, conseguiste ordenar a los dos monjes que nos dejaran salir. -recordó, mirando al oso. -Me sorprendió. Ese control de la Voz es... Impresionante. Yo no se hacer nada así. Apenas sé hacer nada con la mía.

-¿Voz? -le preguntó Baka, contrariado. Luego cayó en la cuenta. -Ah, te refieres a mi capacidad de influir... ¿Los llamas Voz? Curioso nombre. De donde venimos, no le hemos encontrado nunca una nomenclatura como la tuya, pero sí. Se podría decir que sí... ¿No sabes hacer nada igual, tú?

Damaru agachó la cabeza, su cola moviéndose levemente de un lado a otro.

-Alguna vez me he enfadado. He dicho algunas verdades de como me sentía. La gente retrocedía y se iba... Pero nunca he sido capaz de decidir si realmente quería o no poder controlar esa habilidad. Mi Maestro descubrió que la tenía, pero no tenía ninguna información... La llamamos "Voz" y no pude entrenarlo. Me sorprendió tu capacidad.

El oso volvió la vista al dragón. Desde su punto de vista, Damaru era un predador que en cualquier momento lo podía desgraciar y él no tendría ninguna opción de supervivencia; pero miraba de mantener la idea firme de que era un compañero de viaje al que no debían de hacer ascos, y que, por lo que explicaba, era bastante novato. Como un cachorro.

-No se cómo podría, pero podría mirar de enseñarte. -se ofreció. -Sería una forma digna de pagar por vuestros servicios con mi hermano, si eso llegara a funcionar.

¿Le convenía? Damaru valoró las opciones que tenía entre sus zarpas. Podía volar, pero por ejemplo, se le daba fatal la caza. De hecho, ni sabía si los dragones debían: Al principio se alimentaba de pergaminos, pero luego pasó a la luz de la luna. Por el momento, le cundía más o menos lo último. No podía quejarse.

-No me negaría a ello.

-Bien. En ese caso, empezaremos esta noche. -le explicó. -Pero debes de conocer las bases: Lo que tu llamas Voz, cada uno tiene una función limitada: Yo descubrí que puedo, sobre los humanos, dar ordenes... Pero tú puedes infundir el miedo. Funcionan de forma distinta, y por lo tanto, se provocan de forma diferente.

-Podemos practicar en animales...

-No, no funciona. Somos animales. -le recordó Baka. -Aunque no lo parezca, estamos por encima de la cadena alimenticia. En ellos no funcionará, pero sí sobre los humanos. Son los únicos que pueden recibir esa influencia. -le contó. -Así que necesitaremos algunos humanos como objetivo.

-¡No podemos usar a los humanos para ello! ¡Ni siquiera puedo sobre Lima!

-¿Quieres dominar esa habilidad, o no?

El dragón soltó humo por sus fosas nasales y pilló el cabreo del siglo, con los brazos cruzados y mirando a otro lado. Podía hacer muchas cosas, excepto tocar a Lima un solo pelo. No la iba a usar de cabeza de turco, definitivamente. No era su objetivo: Tenía que protegerla, y usarla de prueba sobre su Voz no era precisamente eso.

-Tiene que haber otro método. -dijo al final. -Cualquiera, excepto usar a Lima. Y ni se os ocurra intentarlo. Lima está bajo mi protección, ¿Entendido?

El oso no dijo absolutamente nada sobre el tema, pero asintió con la cabeza. Luego, volvió la vista en la humana: No era nada personal, y a diferencia de su hermano, no le molestaba, pero aun así, tenía que estar bien atento. Lo último que necesitaban era que aquellos dos, de tanto odio, se enamoraran. La relación entre un humano y un cambiante nunca había ido bien, realmente. Nunca había funcionado, y ellos dos no iban a conseguir que eso cambiara.

El grifo, al conseguir por fin el segundo símbolo, graznó molesto y devolvió la madera a su compañera de forma brusca. Lima lo cogió de inmediato y echó un vistazo a los rallotes que había dibujado el otro.

-¡Ei! -exclamó la criada. -¡Sólo has hecho dos! ¡Esperaba algo más después de cuatro horas aquí dale que te pego! ¡Me has decepcionado!

-¡Oye, bastante hago soportando tus tonterías! -el grifo le mostró una mirada penetrante que Lima prácticamente ignoró como quien mira una piedra. -Esto tiene el mismo interés que cazar a un jabalí muerto.

-Oh... -el cerebro de Lima empezó a encajar piezas. -¿Pero cazarías un jabalí muerto?

-¡Pues claro que sí! Es manjar gratis y sin esfuerzo. Busco el máximo rendimiento posible en todas y cada una de mis cacerías. -le explicó, con las zarpas al aire. -Por cada error, es energía que gasto y mi estómago me reclama cada vez más. Obviamente, si se me da semejante plato, no pienso rechazarlo.

Lima permaneció unos segundos en silencio, mientras guardaba el trozo de madera en la mochila. Lo iban a usar más tarde; ya se encargaría ella de que el grifo insistiera un poco más.

-Ya... Ni se te ha ocurrido que podría estar envenenado por algún humano. O ser una trampa. Te lanzarías de cabeza. ¿Es así como funciona tu pequeño cerebro de animal?

Eso fue la gota que colmó el vaso. Shinke se abalanzó sobre la humana, tirando a Lima al suelo y colocando sus zarpas sobre sus hombros. No la hería, pero tenía las garras listas para desgarrar la carne si hacía falta, y el pico en el rostro de la muchacha. Damaru fue a lanzarse para cubrir a Lima, pero el oso le retuvo. Cuando el reptil fue a quejarse, vio en los ojos del oso una expresión de comprensión, y decidió ver que ocurría.

-No me provoques... No estoy para juegos. -susurró Shinke.

-Y yo tampoco.

La expresión de Lima era dura. Fría, calculadora, perspicaz. Tardó Shinke unos segundos en darse cuenta que, cerca del corazón, tenía una navaja apuntando justo en el centro, de tal forma que un solo movimiento para hacer daño a la humana sería suficiente para que ese metal se clavara en su pecho y le provocara una muerte fatal. Y por la forma de mirar de la chica, no iba en broma. El grifo se apartó, poco a poco, tras valorar que, aunque podía ganar, se la jugaba: Si Lima no lo apuñalaba, lo haría su hermano Damaru. Y eso eran palabras mayores.

-Veo que no eres tonta.

-Si os esperabais una damisela en apuros, ya podéis volver por donde veníais. -Lima guardó la navaja inmediatamentee en el bolsillo, pero se mantuvo firme mirando al grifo. -La próxima vez te irá al cuello.

-Veremos si eso ocurre de verdad. -respondió el mismo, que no tardó nada en incorporarse. Miró al hermano de la muchacha y sin mediar palabra, volvió a iniciar camino. Lima se incorporó y se espolvoreó la ropa, soltando un leve suspiro, mientras Damaru, asustado, se acercaba a ella.

-¿Estás bien? -le preguntó.

-Sí... Sí. -contestó ella, mirando. -No te preocupes. No ha pasado nada... Tenía previsión de este tipo de movimientos.

***

A media tarde, alcanzaron la ciudad de Chengdu.

El contraste existente entre el templo de donde provenían Lima y Damaru y aquella ciudad metropolitana era muy bestia. En cuanto encontraron la primera autopista en dirección hacia allí, Baka y Shinke les sugirieron convertirse en humanos de nuevo. Los dos jóvenes del templo habían visto ciudades como aquella, pero nunca tan grandes, ni tan sorprendentes, como la que estaban presenciando. A su lado la que tenían justo a la valle de la montaña era una nimios.

Lima y Damaru, sin embargo, sabían de qué hablaban. No eran tan ignorantes. Conocían la existencia de edificios como aquellos, pero los que habían visto en la ciudad más cercana al templo hacían los cinco pisos, y aquellos medían quince. Además, solían estar más separados, no tan juntos, y no había de tan numerosos. Por seguridad, ninguno de los dos había estado allí, porque no sabían exactamente como iba a reaccionar Damaru ante tanta presión, pero ahora, lo acabarían comprobando.

En cuanto llegaron a la frontera, Shinke les hizo una señal para abandonar el peaje y poder pasar por la zona de hierba para colarse sin problemas. No querían levantar sospechas: Tan solo entrar, dormir una noche, y seguir su camino como si nada. Generalmente, tanto él como Baka no tenían problema alguno: Llevaban documentación encima. Pero dudaban si aquellos dos realmente tenían una como tal.

En cuanto pasaron de largo el peaje, volvieron de nuevo a la autopista, avanzando poco a poco en dirección hacia la ciudad, a medida que los edificios iban cogiendo forma más allá de los eternos caminos llanos que habían encontrado a medida que habían ido avanzando.

-¿Habíais visto un lugar así? -les preguntó Baka, al ver a los dos chavales sorprendidos.

-En pequeño, en realidad. -respondió Damaru. -Dado que no podíamos salir, la escuela de la ciudad nos enseñaba dentro del templo. Era la mejor forma que teníamos de completar los estudios.

-¿Tenéis estudios? -preguntó el ruso de golpe, mirándolos de reojo. -¿En serio? ¿Vosotros dos?

-Que hayamos vivido la vida entera en un templo no nos hace tan ignorantes.

La respuesta de Lima cayó como un jarro de agua fría al grifo, que decidió no hacer ningún comentario al respecto mientras aquella muchacha estuviera de forma constante rebatiendo sus argumentos. Para evitar más discusiones, fue Damaru el que decidió intervenir.

-Se está haciendo tarde, pero no podremos dormir en ninguno de estos sitios sin dinero. Lo tenemos complicado en ese aspecto. ¿Se os ha ocurrido como, realmente?

-¿Has visto alguna vez los símbolos de Eur? -la pregunta de Shinke le había dejado sorprendido, así que el ruso decidió proseguir. -Posiblemente lo hayas visto alguna vez, pero no te hayas dado cuenta. Baka puede enseñaros que es Eur. Os corresponde bien saberlo: Si vais a vivir entre los humanos por vuestra cuenta, debéis conocer todas las herramientas que disponemos los cambiantes para sobrevivir entre la humanidad.

-¿Podemos...?

-Ahora no. -confesó. Pasaron de largo por una pared enorme que estaba llena de carteles y grafitis de todo tipo, y torcieron a la izquierda. A medida que se iban introduciendo en la ciudad, también lo hacían en una zona bastante oscura y desértica, con olores bastante nauseabundos y con la mayoría de tiendas cerradas. Todos seguían a Shinke, que de vez en cuando miraba alguna pared o incluso al cielo, y luego seguían adelante.

Enfrente de ellos, se empezó a deslumbrar un hostal de mala muerte. El cartel, escrito en chino, tenía uno de los símbolos parpadeando, y Damaru arqueó una ceja, incapaz de entender realmente ese carácter. Shinke no les dijo nada: Ignorando las escaleras que necesitaban más de una mano de pintura y un desinfectante, entraron en el hostal pasando por la puerta.

El clima allí dentro era realmente extraño. Lima se sintió hostil, como si no pintara absolutamente nada allí. Damaru, en cambio, no compartía esa sensación: Era como si hubieran hecho aquel lugar a medida. Los dos no tardaron en descubrir que se trataba del olor de la zona lo que hacía que la muchacha se sintiera disuadida. Las paredes estaban poco cuidadas, y la única lámpara que había en el mostrador era el emitía luz para toda la sala. Shinke avanzó hasta allí para ser atendido por una mujer de mediana edad, y ni corto ni perezoso, se empezó a transformar.

Damaru fue el primero en hacer saltar la alarma y avisar a Baka, pero no sirvió de nada en cuanto vio al oso cambiar de forma también, rompiendo parte de su ropa. Sorprendido, volvió la vista a Shinke de nuevo, que en su forma híbrida, ahora estaba hablando con una mujer-jirafa. Los ojos como naranjas, no entendía este momento en absoluto. ¿En que momento se había rodeado de cambiantes y no le habían dicho nada? Baka, al ver la desorientación de aquellos dos, se echó unas carcajadas, y los cogió por banda.

-Anda, venid. -les contó. -Ahora os lo cuento todo. ¿Shinke?

La respuesta que dio Shinke fue en un idioma distinto al que Damaru entendía, pero decidió no sacar el tema y seguir avanzando. Comenzaron a subir unas escaleras que daban pinta de haber pasado mejores días, hasta llegar al tercer piso, donde fueron a la habitación catorce. Abrieron la puerta con tan solo un empujón, y Baka encendió la luz.

El interior era bastante triste y desolador. Lleno de goteras, Lima sintió como si el frío de aquel lugar se le metiera en su cuerpo y no quisiera salir. Llevaba un tiempo que se sentía muy molesta desde que habían entrado, y tenía ganas de sentarse, pero no en aquel sofá roído y lleno de marcas de líquidos que no conocía, o de aquella cama que se encontraba enfrente y que había pasado mejores días. No esperaba el mejor lugar del mundo, pero eso eran palabras mayores.

-Doy por entendido que aquí los cambiantes son muy conocidos. -llegó a preguntar Damaru. Baka sonrió y empezó a quitarse la poca ropa que le quedaba, o mejor dicho, los jirones. -Eso te va a costar caro.

-Si no lo hacíamos, nos habrían sacado de aquí inmediatamente. -le explicó el oso, tirando lo poco que le quedaba de tela a una basura que había por ahí. -Así que bienvenidos: Estamos en una zona cambiante. Aquí todos se conocen, e intentan que los extranjeros puedan salir del paso. La primera noche es gratis, así que podemos dormir tranquilos.

-... Dormir... Es un decir. -logró soltar Lima. -Bueno, en peores lugares hemos dormido. Al menos si llueve no pillaremos una galipandia.

-... ¿Como habéis descubierto este lugar? ¿Lo conocíais?

-¡Oh, no, en absoluto! -le dijo Baka, dejando la mochila en una esquina. -Es lo que ha dicho Shinke. Eur. Sería bueno que os lo explicara. Pero tal vez tu hermana ha entendido bien como va.

-Sí... No lo dudes. -confesó Lima, cruzada de brazos. Miró a su hermano, y sonrió: -Shinke es muy fácil de mente, es como un libro abierto. Ha estado todo el rato mirando en suelo, cielo, etc... Y en todos los sitios donde hemos pasado, había paredes. El peaje, los primeros edificios, los grafitis... E incluso el cartel que parpadeaba. Ese carácter no lo conozco, pero he supuesto que estaba siguiendo unas señales. Y doy a entender que ese idioma entre los cambiantes es conocido, ¿No?

-Más o menos. No todos los cambiantes, solo algunos. -el oso metió la zarpa dentro de la mochila y sacó la libreta para ofrecer a Damaru una revisión exhaustiva. -Eur lo hablamos sobretodo aquí, en esta parte oriental. Evolucionó con nosotros, pero con ligeras variantes dependiendo de la zona. Por nuestra naturaleza, puedes ver que tiene unas características concretas.

-Todo son líneas rectas, como rayadas. -murmuró Damaru, observando cada uno de los caracteres. Había cincuenta y dos en total, y cada uno era levemente distinto al anterior. -Garras. Está hecho para que un cambiante con garras pueda escribir sin tener que usar ningún otro instrumento.

-¿Se habla este idioma? -preguntó Lima.

-No, ya no. Pero dado que nuestro gobierno revisa todas y cada una de las comunicaciones del país, se usa para dar indicaciones a los nuestros. Somos mucho, pero tenemos que vivir escondidos, así que nos apoyamos. Por ejemplo, tenemos un sistema de comunicación peculiar e interesante.

-¿Y en que consiste?

-Podemos viajar de forma errante, por ejemplo, y entre nosotros, podemos enviarnos telegramas. Estos van a todos los hostales -les explicó el oso. -y quedan guardados hasta que el cambiante destinatario lo lee. Entonces se envía un mensaje al resto de hostales para que destruyan ese mensaje. Es bastante útil. Generalmente se usa el código morse, pero cada sonido se representa tal cual en Eur, así que la transcripción es complicada a ojos de un humano.

Damaru fue escuchando a medida que miraba todos y cada uno de los símbolos, y se quedó prendado de dos de ellos, sorprendido. Se los enseñó a Lima, que al verlos, puso unos ojos como naranjas, incapaz de asimilar aquel detalle.

-Son como las rayadas que habían en la cueva. -llegó a musitar al final. Damaru asintió con la cabeza, y volvió la vista al oso, que parecía estar olfateando la sala: Se apoyaba en la pared, y movía la napea en busca de rastros.

-Baka... ¿El símbolo cincuenta y uno, que significa? -preguntó el dragón, sorprendido.

-Mhhh... ¿El cincuenta y uno? -dijo tras lamer una esquina. Lima no pudo evitar poner cara de asco. -Es el colgado. Si le das la vuelta, lo podrás ver. Significa degollamiento, camino al infinito, desconocido, espíritu...

-Muerte. -definió Damaru, comenzando a entender como iba la escritura Eur. -¿Y el veintisiete?

-Cuchillo, corazón, sangre, órganos, carne...

-Herida. Muerte directa al corazón. -suspiró Damaru, pensativo. Si no se lo estaban imaginando, su madre había muerto, pues, de una herida en el corazón. Sin embargo, él no tenía memoria alguna de ese instante. Era demasiado pequeño para recordar todos y cada uno de los instantes que estaban mencionando. -¿Como se pronuncia?

-Ehm... ¿Los dos juntos? En el orden en que me lo mencionas, Jade. -suspiró, apartándose de la pared. -Mhhh, bien. Bueno, llega el momento que estaba esperando. -dijo, rascándose una oreja peluda. -Damaru, vamos a ir esta noche a pequeño parque que hay aquí al lado.

-... ¿A qué? -Lima arqueó una ceja, intrigada.

-Pues evidentemente, a enseñar a Damaru a cazar.

***

-Una es humana... -la jirafa iba redactando los datos en una libreta enorme negra, en el que ya habían otros varios garabatos. -El resto de habitantes se van a sentir molestos. Mañana por la mañana agradecería que os fuerais con la máxima discreción.

-Tranquila. No se notará que esa muchacha está con nosotros. -contestó el grifo. No era el único que pensaba que tener un humano cerca era muy mala idea. Los problemas que se podían ocasionar eran mayores si no iban con cuidado. Se quedó pensativo unos instantes, y aprovechó la ocasión para revisar el tema comunicaciones: -¿Tengo algún mensaje? A nombre de Shinke.

-Veamos... -la jirafa se agachó para coger una caja y la alzó, echando un vistazo, usando el enorme cuello para revisar el interior. -Mhhh, sí, sí... O no. No, este ya está validado, así que está tachado y anulado... No, no hay ninguno más.

-Espera... ¿Que has dicho?

¿Un mensaje? Des que habían iniciado el viaje, no habían recibido ninguno, o al menos, no le constaba como tal. Su hermano era generalmente el que se encargaba de ese tema, porque él estaba demasiado ocupado con sus propios problemas. Sin embargo, si su hermano le había dicho que no había mensajes... ¿De donde salía ese?

-¿De cuando es?

-Hace cinco días. -le contó. -Lo recogisteis entonces.

Cinco días. Era de cuando estaban en el templo. Shinke se apartó del mostrador, sus ojos de ave rapaz mirando a la jirafa ofuscado, y sin despedirse dio media vuelta y empezó a subir las escaleras, con el tema rayándole. En el templo, alguien había cogido un mensaje a su nombre. Los mensajes sólo eran enviados a los hostales que eran regentados por cambiantes. No tenía sentido alguno que el telegrama hubiera llegado allí, y mucho menos, que alguien lo hubiera cogido. ¿Como era posible, entonces, que fuera anulado cinco días antes? Shinke no recordaba más sitios humanos cruzados por entonces.

¿Quien había cogido el mensaje, entonces? ¿Y que contenía?