Lindos errores

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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#24 of El Lobo guardian


Capítulo 24: Lindos errores

La vida es tan confusa a veces. Solemos meter la pata y creemos que todo se nos viene abajo. Pero del mismo modo que lo echamos a perder, también vemos como se arregla. Esos errores que cometemos, a veces suelen traernos maravillosos momentos que nos hacen sonreír, y ver que valió la pena.

--Y... ¿no van a decir nada? --pregunta Alfred a sus padres, al verlos tan callados.

--Bueno... es que... es bastante impactante la noticia --habla su papá para romper el silencio.

--Si... no estábamos listos... para algo así --añade su mamá.

--Excelente, podemos conocernos justo ahora.

Los dos leones entran a la casa, dejando estupefactos a los padres de Alfred. Tras unos segundos ambos reaccionan y siguen a los otros dos leones. Al llegar a la sala vieron a ambos sentados. Platican y se ríen, se ven felices. Sus padres saben que Alfred es un poco... digamos que le gusta sorprender. Pero esto no lo esperaban.

Se sientan frente a ellos y tratan de fingir una sonrisa, pero el impacto de la noticia se los impide.

-- ¿Qué no están contentos? --pregunta Alfred.

--Bueno hijo... es que nos tomaste por sorpresa --le contesta su papá.

--Quería que fuera sorpresa.

--Pues vaya que nos sorprendiste --dice su mamá--. Pero, creímos que eras...

--Lo sigo siendo.

--Entonces, ¿Cómo pasó esto?

--Se que es muy confuso, pero si me dejan explicarles, me entenderán.

Alex se recarga en el hombro de su papá, mientras el león comienza a contarles como es que su hijo llegó a su vida.

James esta sorprendido ante la aparición que tiene frente a el. No, debe ser una broma. Diego Smithers, otro lobo bastante similar a James, solo que más delgado, era uno de los mejores amigos de James en la secundaria. Sin embargo, un día se fue, y James no supo nada de el. Ahora que lo tiene frente a el, no sabe que hacer.

--Me da mucho gusto verte James --le da un fuerte y sorpresivo abrazo. James esta tan sorprendido que no se suelta. Al contrario, le corresponde el abrazo para luego sonreír ante la felicidad que esta sintiendo.

--Diego, tanto tiempo sin vernos.

--Lo se. Te he extrañado mucho.

Las orejas fisgonas de sus amigos comienzan a escuchar la conversación sin que los dos lobos lo noten.

--Diablos, ¿Qué te paso? Un día te fuiste y no supimos nada más de ti.

--Es una historia bastante larga. ¿Qué te parece si te invitó un café y platicamos?

--Estupenda idea. Me caería bien un café. Se un buen lugar que sigue abierto a esta hora.

--Vale.

Ambos salen de la casa, mientras los demás se quedan dentro, con la mirada perdida.

--Ammm... ¿y como diste con mi casa? --pregunta James.

--Pues... no querrás saberlo.

En Estados Unidos, los padres de Alfred escuchan muy atentos la historia del pequeño cachorro. Se quedan sorprendidos ante todo lo que paso para llegar a la vida de Alfred, después paso a la alegría ante todas las cosas lindas que paso tras su adopción, para finalizar en tristeza al saber como es que nació.

Alex no parecía estar molesto al escuchar la historia. Bajo la mirada un par de veces, pero fue todo. Alfred se ve bastante calmado, a pesar que le duele en el corazón tan solo recordarlo.

Al terminar de contar, da un largo suspiro y mira a sus padres. Ambos pueden ver la tristeza en los ojos de su hijo. Después de todo lo que luchó para estar con quien ama, un error esta a punto de derrumbar todo.

--Bueno, ahora comprendemos muchas cosas hijo --le dice su papá a Alfred. Él solo baja la mirada.

--Alex, ¿Por qué no vienes conmigo a la cocina por unas galletas? --le propone su abuela al cachorro.

--Si... abuela.

Ambos sonríen, y tomados de la garra, abuela y nieto van a la cocina.

--Se oye lindo lo de abuela --dice Alfred--. Ella se ve feliz.

--Ambos lo somos --le corrige su papá. Lo que nunca creímos llegar a ser, ahora lo somos.

--Si Dios hubiera sabido antes, hubiera deseado ser abuelo y no padre. No hay nada mejor que eso.

--Ya comienzas a entenderme, ¿no?

--Supongo que si.

--Ahora dime, ¿tienes alguna idea de quien es su madre?

--Sin duda una golfa --lo piensa mejor. No cree que sea buena idea que su padre sepa la historia de Eva--. Pero no, no se quien podrá ser.

--Cualquiera que sepa quien eres pudo haberlo hecho.

--Bueno, pensemos. Es Madrid, soy un escritor y periodista famoso... creo que al menos tres cuartas partes de la ciudad me conocen.

--Eso complica las cosas.

--Un poco.

Su padre lo abraza. Alfred suspira y se recarga en su hombro.

--De verdad necesitaba uno de esos.

--Supongo que lo dices por James.

--Cuando se enteró... digamos que no tomó las cosas igual que ustedes.

--Trata de entenderlo hijo.

--Eso quiero. Pero... ¿Qué paso con todas las cosas que me dijo sobre amor eterno y... perdonarme todo?

--No es fácil aceptar estas cosas. Le tomará algo de tiempo. Solo espera.

-- ¿Alguna vez engañaste a mamá?

--No es algo de lo que me sienta orgulloso. Le tomó varios meses perdonarme.

--Pero lo hizo.

--Eventualmente, aunque las cosas no fueron iguales durante un largo tiempo. Solo dale algo de tiempo a James, para que lo vaya superando.

--Lo se.

-- ¿Sus padres lo saben?

--No creo que sea buena idea. Su papá me matará y su mamá podría tener un infarto. Además el es quien debe decirles, no yo.

--Eso si. Pero anda, ya veras que todo saldrá bien.

--Eso espero.

--Tengo una idea. ¿Recuerdas cuando salíamos a pescar?

--La última vez que fuimos tenía como quince años.

--Como vuela el tiempo. Anda, ve por las cosas. Le avisaré a tú madre y a mi cachorro.

Alfred sonríe y le da un fuerte abrazo. Se levanta y sube corriendo hasta el segundo piso, y de ahí, al ático. Amaba salir de pesca con su padre. Era de las pocas cosas que hacia a solas con sus padres, que los unía. Volver a salir, ahora con su hijo, no hace nada más que alegrarlo y hacerlo revivir lindos y viejos recuerdos que creía perdidos.

Apenas abrir la puerta del ático, una nube de polvo llega a su rostro, haciéndolo toser durante un momento. Al cesar su ataque de tos, mira el lugar. Por el polvo y las telarañas, parece que nadie ha limpiado ese lugar en años.

-- ¡Papá! ¡Mamá! ¿Cuándo fue la última vez que limpiaron el ático? --les grita.

-- ¡Se supone que es el hijo quien se encarga de eso! --le contesta su mamá desde la cocina.

Alfred ríe. Comienza a buscar las cosas, pero no sabe donde están. De niño siempre le dio miedo el ático, y si entraba era con su padre. Nunca había estado ahí solo.

--Siempre hay una primera vez para todo --se dice a si mismo.

Afortunadamente ya no es un niño asustadizo. Las criaturas que alguna vez su imaginación uso para asustarlo, ahora ya no están. Su imaginación no murió, solo que ahora esta acompañada de un ente más grande que lo hace darse cuenta que esas criaturas no existen y no pueden asustarlo.

Comienza a buscar entre las cajas. Lo primero que encuentra son las cañas, que están en un rincón. Pero la ropa de pesca aun no aparece. Sigue buscando entre las cajas, pero solo ve cosas rotas o viejas. Sin embargo, en una caja encuentra varias carpetas. El destino, ya sea cruel o noble, hizo que una de ellas se cayera. Alfred la toma y la abre para echarle un vistazo. Toma la primera hoja.

--Es un acta de divorcio de... de mis padres --mira más a fondo la hoja. Solo faltaba la firma de su madre. La causa es adulterio. Debió ser sobre lo que le habló hace un momento su papá. Sigue viendo el contenido de la carpeta, y encuentra varias fotos suyas de cachorro. También hay otras en blanco y negro de un león y una tigresa. Deben ser su papá y la hembra con la que estuvo engañando a mamá.

-- ¿Necesitas ayuda, hijo? --le pregunta su papá desde el marco de la puerta. Alfred se asusta y guarda la carpeta hasta el fondo de la caja.

--Ah... si --le contesta mientras sale de su escondite--, no doy con los trajes.

--Vamos hijo, si los trajes están acá --abre un viejo armario y saca tres trajes de pesca, uno es pequeño, justo del tamaño de Alex.

--Ese es perfecto para Alex.

--Si, era el tuyo. Antes salía con mi viejo. El hacia todo. Ahora es mi turno.

--Lo harás bien.

--Tú también harás un estupendo papel de padre. Lo traes en la sangre.

Toman las cosas y ambos bajan.

Mientras tanto, Alex y su abuela preparan algunos emparedados y otras cosas. Su abuela se asusta al verlo con el cuchillo en la garra, pero al notar que sabe como manejarlo, se tranquiliza.

--Parece que no tienes problemas con eso.

--El tío James me enseñó algo de cocina. Dijo que cuando quisiera ser independiente se lo iba a agradecer. Le daba gracia hablar sobre lo difícil que se le hace a papá cocinar.

--Bueno, tú papá puede ser bueno en muchas cosas, pero la cocina nunca será su fuerte --le dice mientras le alborota la melena. Ambos ríen.

--Solo por que estuve a punto de quemar la cocina ya creen que no soy bueno cocinando --le finge reclamar Alfred--. Ya le he preparado varias veces la cena a James.

--El nunca me habló de eso --le dice Alex.

--Será por que le cocinaste muy mal --se burla su papá.

--Gracias, papá --le dice Alfred--. En fin, esos pescados no se pescan solos. Iré subiendo las cosas al auto. ¿Puedo manejar?

--Ni muerto.

--Oh, vamos. Tendré cuidado.

--Vale --su papá le arroja las llaves. Al tomarlas, sale con las cosas al hombro. Alex lo ayuda con las cañas de pescar. Sus padres solo miran a ambos. Padre e hijo. No puede haber nada mejor.

A pesar de que James le pidió a Alfred algo de tiempo, sigue estando atado a el en muchos sentidos. James decidió ir con Diego al mismo café donde siempre iba con Alfred, y pidió exactamente lo mismo que el. Siempre que iban juntos compraban uno solo, para tomarlo entre los dos. Pero eso parece haber quedado atrás.

Diego toma las garras de James tras haber escuchado lo que hizo después de que el desapareció. A James le cae muy bien sentir las garras de Diego sobre las suyas.

--No se que decirte. Se me hace injusto que después de todo lo que ha pasado entre ustedes, el termine acostándose con alguien más.

--Lo se. Digo, siempre le pedí que no tomará tanto, a menos que yo estuviera con el para cuidarlo. Pero Alfred siempre ha sido un león muy terco. Eso tiene sus pros y sus contras.

--Es cierto. Entiendo por que quieres tomarte un tiempo sin él.

--Solo necesito pensar las cosas. No se si hice bien o exagere, pero... por ahora solo quiero evitar estar con el.

--Será mejor que no hablemos más del tema --le interrumpe al ver que baja la mirada.

--Si --tras unos segundos, un poco más animado, le pregunta--. Pero dime, ¿Qué ha sido de ti en todo este tiempo? Nadie supo nada de ti, como si te hubiera tragado la tierra. Los vecinos me dijeron que en la mañana todo había desaparecido de su casa. ¿Cómo te mudas tan rápido?

--Bueno, ya lo teníamos planeado desde antes. Y tú sabes que...

--No te gustan las despedidas.

--Si. Guardamos las cosas durante la noche.

--Lo supuse. ¿Pero por que te fuiste?

--Necesitaba un aire nuevo. A mi papá le habían ofrecido un trabajo mejor en Toronto, y pues... tuvimos que irnos.

-- ¿Y por que no me escribiste?

--No quería molestarte. Además, te mudaste tiempo después.

--No me hubieras molestado. Además, tampoco me mude inmediatamente. Te pude haber dado mi nueva dirección.

--En ese momento no sabía.

--A menos que no quisieras verme más.

-- ¿Bromeas? Si de todos mis amigos contigo me llevaba mejor. Eras como un hermano para mí.

--Tú también eras muy especial para mí. Pero desapareciste de la nada, ¿Qué querías que pensará?

-- ¿Qué me secuestraron los aliens?

--No andes de bromista.

Los dos se ríen, para luego mirarse a los ojos. James nota un brillo en los ojos de Diego, que no había visto antes.

-- ¿Dónde te andas quedando a vivir?

--En un hotel en el centro, mientras encuentro un pequeño departamento donde quedarme. Solo estaré un mes, vengo a hacer un trabajo.

--Puedes quedarte en mi casa, para que no tengas que pagar.

--No quiero ser una molestia.

--No lo serás. Hay una habitación libre, puedes quedarte ahí.

--En serio no quiero molestarte.

--Vamos, no pasará nada. Así podremos recuperar el tiempo perdido.

--Vale... gracias James.

--No agradezcas, para eso somos los amigos.

Ambos sonríen. Mientras toman su café, siguen hablando sobre otras cosas, cosas sin importancia, como lo que hicieron en todo el tiempo que estuvieron sin verse. Dejan que el pasado los envuelva lentamente.

Durante el camino hacia el lago donde antes pescaban, los cuatro leones se la pasaron hablando sobre lo que hicieron en todo lo que han hecho desde que Alex llegó a la vida de Alfred. Se ven bastante felices, como una familia.

Al llegar al lago, Alex se baja y mira el ambiente a su alrededor. Es algo totalmente maravilloso para el, algo que nunca había visto. Los árboles, el cielo despejado, el sonido de la naturaleza, el brillo del agua... todo es tan bello.

-- ¿Qué te parece todo esto? --le pregunta Alfred al cachorro.

--Es maravilloso. Nunca había visto algo así.

--Bueno, pues disfrútalo. Cuando volvamos a Madrid saldremos a lugares como este, ¿te parece?

--Me encantaría.

--Vale. Iré a ayudar a tus abuelos a bajar las cosas. Te quiero donde pueda verte; no me gustaría que te perdieras en el bosque. Más tarde podemos salir a ver.

--Tu tranquilo papá, se cuidarme solo, recuerda que estuve viviendo en las calles unos días. Me meteré al agua un rato.

Alfred va con sus padres para bajar las cosas, mientras que Alex corre hacia el lago, quitándose la ropa en el camino, excepto el boxer. Salta al agua y nada tranquilamente boca arriba. Alfred lo mira mientras baja la tienda de campaña. Alex se siente relajado al nadar, se siente libre.

Varios minutos después, Alfred termina de poner la tienda.

-- ¡Cachorro! --le llama--. Iré a buscar leña, ¿vienes?

--Vale --Alex sale del agua a gran velocidad.

-- ¿Qué no te piensas poner algo de ropa?

--Estoy mojado.

--Arf.

Ambos se adentran un poco en el bosque, mientras los señores Sherford preparan las cosas. Alex mira el bosque con admiración. La altura de los árboles, las hojas verdes, los animales silvestres... todo es algo nuevo para el, algo que nunca creyó poder disfrutar.

-- ¿Te gusta?

-- ¡Es asombroso! Jamás había contemplado algo tan bello.

--Me alegra ver que te gusta.

--No tengo inconveniente en quedarme a vivir aquí.

--Bien, parece que a alguien le llama el instinto natural. Pero nosotros somos de la sabana hijo.

--Puedo adaptarme.

--No lo creo. No es tan fácil vivir en el ambiente natural. Alguna vez lo intente, pero soy un león citadino, y eso seré siempre.

--Bueno, algún día lo intentare.

Comienzan a recolectar leña para una fogata. Alfred ya se siente más relajado, y ha olvidado por un momento los problemas que lo agobian. Su mundo se ha reducido a ese bosque que comparte con su hijo.

En casa, los chicos hablan sobre el nuevo amigo de James, del cual nadie sabía nada.

--Yo solo tengo dos preguntas --dice Alan-- ¿Por qué James no ha vuelto? Ya es tarde. Y, ¿quién cojones es ese tipo?

--Jamás lo había visto. Parece que ni siquiera Alfred lo conocía--contesta Daniel.

--Sssi, Jamesss nunca nosss hablo de el --añade Sam.

--Pues sea quien sea, no me da buena espina --dice Frank-- ¿Quién diablos llega así de repente? Y justo cuando Alfred se va... se me hace muy sospechoso.

--Amor, no te pongas paranoico --le pide Erick--. A mi también se me hace raro, pero no tenemos por que desconfiar o comenzar a pensar cosas así. Mejor esperamos a que James vuelva y nos explique todo. Si es que vuelve esta noche, ya es bastante tarde.

--Espera... ahora que lo recuerdo --comienza a decir Daniel--... James había hablado hace tiempo sobre un amigo que hacia años que no veía. Me lo dijo cuando le pregunte sobre el lobo que salía con el en una foto, mientras veía las fotos de su portátil. Dijo que era un amigo de la secundaria, pero que un día desapareció. Parece que lo quería mucho.

--Pues si es ese tipo entonces comprendo por que se fue así de feliz --dice Zashi--. Además, con lo que paso, James necesita despejarse un poco, conocer gente nueva, no pensar tanto en lo que paso con Alfred. No me sorprenderé si no llega a dormir.

--Si, yo haría lo mismo en su lugar --añade Alan.

--Vale, pues creo que tendré que hacer yo de cenar, en vista de que James salió --les avisa Harturo--. Veré que hay en la nevera.

Mientras Harturo revisa la cocina, los demás platican sobre otras cosas. Sin embargo, esta claro que solo piensan en Diego, el misterioso amigo de James.

--No será la primera vez que te saco de un apuro --dijo un joven lobo a otro.

--Aprenderé la lección para la próxima vez.

-- ¿Próxima? Ni sueñes que te voy a volver a salvar el trasero. La última vez casi me golpean a mí.

--Vale, vale, no volverá a pasar.

--Eso espero, Diego.

El lobo de nombre Diego abrazó al otro. Sin duda es James. A pesar de que ambos eran propensos a causar problemas, James era más calmado que él. Diego siempre terminaba a punto de ser golpeado, y James estaba ahí para ayudarlo.

--Oye, se que estuvo mal, pero no vas a negar que fue divertido ver como agonizaban.

--Siempre es divertido echarle pica-pica a alguien, pero cuando ese alguien piensa golpearte no es buena idea.

--Relájate, ni siquiera nos vio la cara.

-- ¿Nos?

--Si, tú estabas ahí también.

-- ¡Trate de detenerte!

--Pues ya es tarde. Ven, vamos con los demás a jugar.

James suspiró y le dio un codazo amistoso a Diego. El le respondió con un abrazo, mientras ambos se levantaban para partir.

De vuelta a la realidad, James le truena los dedos a Diego para que despierte.

--Tierra llamando a Diego, responde.

-- ¡Ah! Lo siento, me sumergí en los recuerdos.

-- ¿En serio? ¿Qué recordabas?

--Cuando le echamos pica-pica a los hijos del Sr. Estrada.

James, que esta tomando un sorbo de su frapuchino, casi se ahoga al recordar ese momento. Vaya que fue gracioso. Se lleva la garra a la boca para no escupir.

--Ten cuidado, no querrás sacarlo por la nariz.

--No es... nada cómodo hacer eso --mientras le da un codazo amistoso--. Anda, mejor vamos a caminar un rato, a ver que más recordamos.

--Pero estoy cansado.

--No seas flojo, andando.

Fingiendo enfado, Diego se levanta y comienza a caminar junto a James. En verdad prefiere eso, estar a solas con el. Aunque James nunca lo supo, Diego siente un profundo cariño por el, algo que va más allá de la amistad. Ahora que su relación con Alfred esta en problemas, el piensa aprovecharse de eso para ganárselo. Sabe que no es lo más honesto del mundo, pero desea estar a su lado, y hará lo que sea por conseguirlo.

Alfred toma impulso, para luego lanzar la caña hacía el agua. Cae lo suficientemente lejos. Es aquí donde comienza la espera.

--Había olvidado lo relajante que es pescar --le dice Alfred a su padre.

--Si, extrañaba todo esto --le contesta--. El aire limpio, el cielo azul, la naturaleza. Alex, salir a pescar es una rutina de los Sherford. Cuando tengas hijos, deberás hacer lo mismo.

--Papá, no lo presiones. Apenas es un cachorro, a su edad los niños ven con asco el noviazgo y todo eso.

-- ¡Oye! El que sea chico no quiere decir que no tenga intereses románticos --le reclama Alex.

--Vale, lo siento. Solo que a tu edad yo no tenía deseos de tener novia.

--Esos nunca los tuviste hijo --le dice su papá entre risas.

--Si, gracioso --mira la caña quieta y se desespera--. Malditos peces, piquen.

-- ¿Qué decías sobre ser esto algo relajante? --se burla Alex. Su abuelo comparte la risa con el.

--Algo me dice que cierto cachorro va a recibir el primer castigo de su vida.

--Oh, vamos papá, no puedes castigarme, ¿o si? ¿Serás capaz?

Alfred lo mira poner ojos de cachorro.

--Diablos, heredaste la misma mirada que yo --Alfred mira a su papá--. A esos ojos es imposible decirle que no.

--Odiaba que me miraras así. Nunca te negué nada cuando me mirabas de ese modo --le contesta.

--Supongo que es algo de familia.

--Solo espero que no saque el temperamento de papá --dice Alex.

--Oye, yo soy una persona calmada.

--Si claro. Por eso le gritaste al repartidor de pizza.

--Llego después de la media hora y no lo aceptaba. Lo cronometre. Recuerda que yo controlo el tiempo

--Si, por eso llegaste tarde a mi junta de padres.

--Estaba ocupado, Rebe me tenía muy presionado esos días.

--Basta chicos --los detiene el padre de Alfred. Mira la caña de su hijo moverse--. Al, ya pico.

-- ¡Diablos! --comienza a tirar del carrete, pero el pez ofrece algo de resistencia--. He perdido algo de práctica, pero no voy a dejarte ir --con un fuerte tirón saca un enorme pez del agua, que queda colgando y agitándose en el aire.

Los tres leones festejan. La Sra. Sherford los mira sonriente. Desde hace mucho que no veía a su familia tan unida. Ahora que tiene a su nieto, algo que no creyó llegar a tener, solo puede alegrarse. Aunque le sorprende como es que ese cachorro llegó a sus vidas, no puede ocultar su felicidad, la misma que su marido siente en este momento. Abuelos. Por fin abuelos de un lindo, inteligente y educado cachorro.

La vida es tan caprichosa. Nos quita cosas, nos das cosas, y lo hace cuando y como quiere. Es como si nosotros fuéramos hormigas y la vida fuera un niño con una lupa: se divierte quemándonos para luego dejarnos tranquilos a la sombra. Nunca sabemos cuando volverá a quemarnos hasta morir.

Alfred ha aprendido esa lección. Quizá esta por perder a James, pero ha ganado un hijo, y ha hecho a sus padres felices al darles un nieto. La vida le ha sorprendido de un modo que nunca creyó llegar a ver.

James también lo esta viviendo. Existe la probabilidad de que pierda a Alfred, pero a su vida volvió un amigo que quiso mucho y que creyó nunca volver a ver. Pierden y ganan. Ambos se encuentran frente a una cruel jugada de la vida, una que tendrán que aceptar y superar.

Alfred abre los ojos y se encuentra de frente con el cielo azul. Escucha el agua golpear contra sus oídos. Mueve sus brazos para impulsarse un poco más. Se siente tan tranquilo nadando boca arriba. Lo ayuda a pensar. Sin embargo, en este caso no lo ayuda a encontrar una solución para el problema que ha aparecido en su vida. Daría su reino por seguir a lado de James.

No se arrepiente. De verdad disfruta de tener a Alex como su hijo. Nunca creyó que ser padre fuera una experiencia tan linda y reconfortante. Un hijo. Un pequeño cachorro de león al que podrá enseñarle todo lo que sabe, hacerlo de el una mejor persona, que sea bondadoso y luche por cambiar el mundo que le rodea. Sin duda no va a ser tan malo ser padre.

De repente siente unas garras que lo hunden. Al salir del agua tose, tratando de recuperar el aliento. Al ver a su padre frente a el, riéndose, deduce que fue el.

--Muy gracioso, sabes que le tengo un trauma a ahogarme.

--Lo siento hijo, pero no escuchabas. Llevo rato llamándote.

--Prueba un método menos traumático la próxima vez.

--Vale. Lo tomaré en cuenta para la próxima vez.

Alfred da un largo suspiro y mira su reflejo en el agua.

-- ¿Sigues mal por lo de James?

--Me da miedo perderlo.

--No lo perderás hijo. Una relación como la suya no se rompe por un error como este. Recuerda que yo solucione mi problema con tu mamá. Solo deben sentarse y hablar.

--Lo se... pero no deja de darme miedo la posibilidad de perderlo.

--Es una probabilidad, y debes estar listo para aceptarla si llega a pasar --al escuchar eso Alfred baja la mirada--. Se que es difícil hijo, pero debes aceptar lo que pase, aunque no te guste. Si lo amas, respetarás su decisión.

--Lo se... pero... hemos pasado por tanto... que me dolería hasta el alma perderlo.

--Te entiendo, pero ahora debes luchar por alguien más... por Alex.

Alfred mira al cachorro sentado frente a la tienda de campaña. Se ve tan feliz. Su papá tiene razón, ahora debe luchar también por el. Aunque no desea perder a James, tiene algo más que lo apoya para seguir adelante. Aceptará lo que pase, aunque sea doloroso. Abraza a su padre, comenzando a olvidar la tristeza que lo agobiaba. No esta solo. Nunca lo ha estado. De repente, por alguna razón, recuerda a quien lo salvo de la muerte recientemente. La linda imagen de Tomas, con esa sonrisa contagiosa, invade su mente.

James y Diego entran a la casa. Diego trae la maleta que tenía en su hotel. Vivir con James es algo que lo llena de alegría. Sin embargo, apenas entrar, los dos lobos son recibidos por las miradas de los demás amigos de James.

--Ah, chicos, quiero presentarles a un viejo amigo. El es Diego, iba conmigo en la escuela. Viene a hacer un trabajo y pues... como quiero pasar más tiempo con el, pensé que podría quedarse aquí.

-- ¿Trajiste a alguien sin consultarnos? --pregunta Harturo.

--Se que es premeditado, pero no me gustaría que gastará tanto en un hotel. Puede quedarse en la habitación que era de Gami.

--Esa es la habitación de Alex. Alfred nos pidió que pasáramos sus cosas --le avisa Daniel--. Esta libre la de invitados.

--Vale. Te llevaré a ella.

James guía a Diego a la habitación de invitados. Después vuelve a la sala, donde con un ademán les pide que guarden silencio.

--Escuchen, se que debí consultarles antes de invitarlo aquí. Pero solo será un mes. Llevo años sin verlo, y si me gustaría pasar tiempo con el, para hablar de lo que hemos hecho en este tiempo.

--Bueno... no nosss tienesss que dar esssplicasssionesss Jamesss. Esssta también esss tu casssa --le contesta Sam.

--Si, aunque nos saca de onda que haya aparecido de repente --añade Alan.

--Pero si quieres invitarlo, adelante. No te vamos a reclamar ni nada de eso --finaliza Frank.

--Gracias chicos, no saben como les agradezco esto. Por favor, trátenlo como si llevará años aquí.

Dicho esto vuelve a la nueva habitación de Diego. Una vez que cierra la puerta, Alan dice.

--Bien, ¿Cuándo nos lo comemos?

Todos miran a Alan con indiferencia, para luego darle un zape cada uno.

--Disculpa que te hayan recibido así --le dice James a Diego.

--No te preocupes. Me hicieron recordar la secundaria. De todos solo tú me hablaste el primer día.

--Pues --se ríe nervioso y se rasca la nuca--, trataba de ser amigable.

--Tú siempre fuiste así James.

--Vale. Esta será tu habitación. Si necesitas algo puedes pedírmelo a mi o a los chicos.

--Tranquilo, no quiero molestar tanto.

--No te preocupes, siéntete como en casa.

--Vale --James le da un codazo amistoso y se dispone a irse. Pero en este momento Diego se arma de valor y lo detiene--. James, hay algo que... debo decirte.

-- ¿Qué pasa?

--Bueno... --se pone de pie frente a el-- ¿recuerdas que los últimos meses antes de irme, estuve muy... cariñoso contigo?

--Si... al principio me confundió un poco, pero después me dijiste que era por amistad.

--Pues... mentí --sin aviso alguno, se lanza sobre el y le planta un apasionado beso. Sin entender por que, James lo abraza y le sigue el juego. Siente algo... raro. Unos segundos después se aparta y lo mira. Diego baja la mirada, avergonzado. James no sabe que pensar. Por un lado siente que es incorrecto, pero por otro... le gusto el beso de Diego. Ambos lobos se miran a los ojos. De los labios de Diego solo salen dos palabras que le llegan directo al alma de James.

--Te amo.

-- "Hola, soy Alfred Sherford... nah, en realidad es un mensaje grabado. Por el momento no estoy en la ciudad por algunos... problemas familiares. Deja tu mensaje y cuando vuelva te contestare."

En una casa en Madrid, Tomas Fuentes Torres, la joven nutria que salvó a Alfred del suicidio, se encuentra en su balcón con su celular en la mano. Cuelga anes de que se escuche el tono. Si se pregunta, Alfred le dio su número por un mensaje. Vuelve a la novela que estaba leyendo de un joven ingles. Se ve bastante buena hasta donde va. Habla sobre un joven que ha perdido a toda su familia, y lo único que le queda es el medio hermano que su padre tuvo con otra mujer. Bastante tierna.

Cierra el libro para tomarse un descanso. Mira hacia el cielo nocturno y da un largo y profundo suspiro. Un mapache desde otro balcón lo ve y le dice.

--Cuando he escuchado ese suspiro, las cosas no terminan bien.

--Que, ¿siempre que suspiro así es por una persona?

-- ¿Quieres que te recuerde sus nombres?

--Que gracioso, Jose.

--Oye, ¿Qué quieres que piense. Es la tercera vez que marcas ese número.

--Es el león del que te hable.

-- ¿El suicida?

--No es un suicida.

--Deprimido, a punto de tirarse de un puente... suena a suicida.

--Solo estaba pasando un mal día. Quiero hablar con el para ver como esta.

-- ¿Seguro?

--Si. Ya sabes que me preocupo por las personas.

--Vale. Pero si te llegas a enamorar de el... bueno, solo ten cuidado. No quiero que te hagan sufrir otra vez.

--Estaré bien, tu tranquilo.

Jose suspira y vuelve a la pintura que esta haciendo de la ciudad. Tomas vuelve a marcar. Sonríe al escuchar la voz de Alfred en el mensaje. Una vez que escucha el tono decide dejar otro mensaje.

--Ah, Alfred, soy Tomas. Bueno... quería ver si cuando volvieras, pues... podíamos salir a algún lado, no se... podíamos ir al cine o a comer, como tú quieras... recuerda que tenemos una plática pendiente. Bueno... cuídate.

Cuelga. Al volver a su lectura se forma una sonrisa en su rostro. En realidad lo que ve en el libro es una foto de Alfred que recortó de un diario. Mintió. En verdad se había enamorado del león, y lo único que desea ahora es estar frente a el y decírselo.

Nota del autor

Vale, si he tardado tanto es por los dibujos que subí hace poco, y también por que la escuela me ha estado tragando vivo. Pero weno, aquí les traigo el siguiente capítulo, la introducción de dos personajes que pondrán en riesgo la relación entre Alfred y James. Seguir o romper, será algo que el lobo y el león deberán enfrentar. La vida caprichosa no les va ayudar mucho que digamos.

En fin, gracias a todos mis lectores por el apoyo incondicional y la paciencia que me han tenido. Por complacerlos con esta historia es por lo que sigo escribiendo. Muchas gracias. También gracias a mis amigos y hermanos. Aunque hemos tenido conflictos estos días, tengo fe en que todo se resolverá y volveremos a hacer como antes. Muchas gracias por el apoyo que me han dado todos.

Pero sobretodo, gracias ti amor n.n tú que has sido el pilar de mi vida, la luz que me despierta las mañanas y la luna que me alumbra en las noches. Eres lo único que da sentido a mi vida, sin ti no sería nada. Gracias por estos maravillosos 18 meses que hemos pasado juntos, gracias por todos los momentos de felicidad que hemos pasado juntos, y por todos los que faltan. Te amo mi lindo tigueshito James n.n