6 bestias: Capítulo 8: De mapas y leyendas

Story by Mastertuki on SoFurry

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#9 of 6 bestias

¡Bienvenido a 6 bestias! Este es el capítulo 8 de una historia en español. Te recomiendo buscar este cartel a menudo para seguir las advertencias que puedan haber, como por ejemplo si hay alguna escena sexual que pueda no ser de tu agrado. Y darle a Fixed Width a la derecha. ¡Feliz lectura!


El silencio había caído como un peso muerto encima del grupo, que permanecía quieto viendo el crepitar del fuego a través de la madera. El dragón había sido útil para encenderla pese a la humedad del ambiente, pero el grifo tenía que irse recolocando de vez en cuando las alas porque se le erizaban en cualquier momento. A su lado, Baka, en su forma híbrida, permanecía saboreando los restos de uno de los Baijis que había cazado, mientras que Lima se encontraba entre las patas de su hermano, medio dormida.

Ninguno de ellos parecía querer romper ese pacto de silencio que se había producido de forma inconsciente. Tras la pelea que parecía haber tenido Lima y Shinke, nadie se atrevía a decir que esa boca era suya. Excepto Baka, que de vez en cuando iba soltando algún comentario que nadie respondía. Y así siguieron, durante un buen rato. La humana permaneció cerca del humano para sentirse abrigada debajo del ala, notando que esa noche iba a ser muy fría.

-¿Alguien de vosotros sabe a donde vamos a ir mañana? -preguntó el grifo al final, mirando al personal. -Porque nosotros íbamos a ir a buscar a un monje, pero dado que eso va a ser imposible, tendríamos que pensar un nuevo destino. Alguno en que haya humanos, antes de que la muchacha se nos congele o enferme.

-Nosotros no os podemos guiar. -murmuró el dragón, mirando al grifo. -Tengo conocimientos de como es Asia, pero no puedo decirte exactamente donde podríamos ir. No tengo indicación alguna, ni os podría aconsejar.

-¿Vuestro Maestro no os dio ningún...? ¡Au!

Shinke interrumpió la frase en cuanto recibió un codazo nada discreto de parte del oso para hacerlo callar. Haciendo caso a su hermano, pero a regañadientes, decidió repensar la frase y mencionar algo distinto:

-Puedo suponer que no tenéis dinero ni nada de valor encima, obviamente. -se llevó una zarpa al pico, pensativo. -Nosotros hemos gastado ya nuestros últimos ahorros, así que cuando se acabe esta comida, vamos a tener que buscarnos la vida para que la humana...

-... La humana tiene un nombre, grifo. -la muchacha se puso cómoda cerca del dragón, y sin mirarlo, añadió: -Es Lima, a ver si te lo aprendes. Y no os tenéis que preocupar por mí, sabré espabilarme sola.

-Lima... No podrás hacerlo. -el dragón le hizo un mimo con el morro y finalmente añadió: -No es lo mismo nuestro estilo de supervivencia que el que puedes tener tú. No sabemos tampoco que vamos a encontrarnos allá donde vayamos... Nos podríamos estar jugando el pellejo.

La muchacha no hizo ningún comentario, y volvió a producirse el silencio.

Durante media hora, ninguno de los tres dijo nada mientras el oso iba cantando diferentes baladas de su gente en voz baja, más para él mismo que para el resto. El dragón permanecía despierto, pero con la mente en otro lado mientras miraba al suelo, intentando recordar los mejores momentos que había tenido con el Maestro Yuala a la vez que procuraba superar su depresión lo antes posible. Lima residía apoyada en el estómago del mismo con los brazos en la nuca y mirando al techo, contando todas las estrellas que podía ver desde ahí.

-Mira. -le susurró al dragón, señalando al cielo. Damaru alzó la cabeza, prestando atención a la chica. -Si juntas esas estrellas... Con esas de ahí... ¿Verdad que parece el esqueleto de un oso?

Damaru observó donde decía Lima, y procuró echar imaginación al asunto para caer en la cuenta que sí, efectivamente, parecía una osa. Lima le señaló otras estrellas más, y le contó que era la constelación del dragón. El joven nunca había escuchado de esas combinaciones, pero parecía que Lima estaba más puesta al día.

-¿Te lo estás inventando? -preguntó al final.

-¿Que? ¡No! -exclamó Lima, sorprendida. -No. Me lo enseñó el Maestro cuando era pequeña. Hay muchas... Y ayudaban a los antiguos a moverse de un lado al otro del planeta. A nosotros solo nos sirve para recordar que están ahí, pero bueno... Pensaba... Que ya que no tenemos camino al que ir, podríamos guiarnos con una de esas constelaciones.

-¿Sabes hacer algo así?

No, no sabía, realmente. Había abierto la boca muy rápido, pero no tenía absolutamente idea. Sin responder, le señaló otra combinación más: Esa era la del ave. Damaru asintió la cabeza con vehemencia y volvió la vista a la muchacha, arqueando una ceja.

-Si sigues así, vas a acabar cogiendo el ritmo a la historia del Maestro Yuala.

-¿Mh? -preguntó la muchacha, arqueando una ceja. ¿Cual de ellas? El Maestro Yuala contaba muchas historias, pero a veces alguna se la contaba a ella, y otra a Damaru. Era la mejor forma que tenía el hombre de dar lecciones a los dos para que se les quedara grabadas en la mente. Damaru se colocó un poco mejor para poder estar más cómodo, y miró a las estrellas.

-Dice que hace mucho tiempo, un emperador llamó a seis bestias para poder proteger su reino: Una orca, un grifo, un oso, un dragón, un tigre y un lobo... Pero que por alguna razón, esas seis bestias nunca regresaron, y el reino desapareció para siempre. Me pregunto si ahí podrías encontrar las restantes...

-Hombre, con un poco de esfuerzo, podría. -Lima se dispuso a intentar recordar si había alguna de un lobo o un tigre, aunque la última era la más compleja. Sí que sabía que existía, pero conformaba la mezcla de otras nueve que tenía que recordar bien cuales eran. -¿A que vino esa historia?

-No lo sé... Fue antes de saber que había fallecido. -prefirió no contar a Lima que le había visto como un fantasma antes de que ella entrara en la habitación porque lo tomaría como un loco. Realmente no lo estaba, podría haber sido fruto de su imaginación ciertamente. -Pero se me quedó grabada en la mente.

-Hay... Una historia parecida en mi pueblo.

Damaru y Lima miraron al oso, que por una vez había dejado de cantar pero permanecía hecho un ovillo en el suelo y con los ojos cerrados. Los abrió para mirarlos, y luego soltó un enorme bostezo, como si le diera pereza explicar ahora. El dragón y la humana en cambio parecían no querer irse a dormir hasta que Baka hubiera abierto la boca.

-Ay, no debería haber dicho nada... En fin. -el oso híbrido se incorporó y estiró levemente la cabeza hasta hacer sonar su cuello. -Se cuenta que tiempos antaños, Asia estaba regentada por seis clanes gigantescos situados en seis sitios distintos. Cada uno daba prioridad a un objetivo común en la vida... Si mal no recuerdo, Bichura se convirtió en la capital del honor. Ciudad de la Luz y del guía. Luego estaba Darhan, donde se procedía a custodiar los artes secretos de la paz y la armonía. Había lugar para el Tíbet. Allí estaban todos los que estaban orgullosos de ser quien era.

-¿A donde lleva todo esto?

-Espera, espera, hay más. -pidió el oso. -Ante ellos habían otras tres ciudades que eran rivales: En el Monte Takayama residía un grupo de personas con una gran fuerza física, que se demostraban diciendo que eran los mejores guerreros, mientras que en Makassar creían que nada de eso era cierto: Que la vida tenía que verse desde un punto de vista optimista y alegre. Y finalmente, llegó Hong Kong, portavoz de la razón y el orden... Se dice que este último llegó más tarde, y con sus palabras, hizo dudar a los otros grupos, que empezaron a disgregarse poco a poco hasta que, finalmente, se formó el Asia que conocemos. Lima... ¿Ocurre algo?

La chica, que hasta ahora había estado medio dormida, ahora permanecía sentada y con los ojos como platos, mirando al oso sorprendida como si hubiera visto un fantasma. Fue a decir algo, pero de repente, se le adelantó el hermano de Baka, que permanecía sentado a su lado con una pata apoyada encima de la otra.

-Creo que ambos nos hemos dado cuenta de la coincidencia de ambas historias.

-Por desgracia para mí, sí. -suspiró la muchacha, cabreada aún con el grifo. -La historia de Damaru cuenta la historia de seis grandes bestias que, por alguna razón, nunca acudieron al rescate del emperador. Atención: Un grifo, un oso, un Dragón...

-... Un tigre, una orca y un lobo. -el grifo finalizó la frase, pensativo. -Seis criaturas, seis ciudades, de las cuales coinciden tres de ellas ya... Tres de nosotros coincidimos. Esto no puede ser una jodida casualidad, salvo que Baka haya decidido manipular dos de las ciudades que son de las que nacimos.

-Pero te sigue cuadrando Damaru y el Tíbet. Y me sabe mal decirlo, porque soy su hermana, pero eres bastante orgulloso.

-¿A donde estáis llevando esta conversación? -preguntó Baka finalmente.

-A nuestro siguiente destino... Pensadlo bien. -Lima parecía bastante animada respecto al tema en cuestión. -Yuala no nos contaba historias porque sí, todas tenían un objetivo para motivarnos a ambos a hacer algo en especial. No era tonto: Sabía a donde teníamos que ir. -miró a Damaru y suspiró: -Tú te acuerdas de lo que nos dijo ambos, y se ha cumplido. Esto también puede ser una indicación.

-¿Que os... dijo...?

Lima observó al grifo. Parecía de repente muy curioso respecto a todo lo que ocurría alrededor de los dos hermanos. Algo tenían esa pareja que le resultaba enigmática, lo que podía ser peligroso y divertido a la vez. Shinke permaneció a la espera, con su típica mirada de depredador, de que Lima explicara a que se refería.

La muchacha soltó un suspiro y se acurrucó un poco en el ala del dragón: Estaba tiritando de frío de golpe y porrazo.

-Yuala estaba muy mayor. No podía con su alma, y sin embargo, dedicaba su cuerpo y alma en conocer a Damaru y todo lo referente a su naturaleza... Nunca consiguió mucho... Pero sí la mayor parte. -la muchacha acarició a su hermano, y añadió: -Un día nos dijo a los dos que llegaría su hora, y que deberíamos partir con algunos como Damaru... No sé que tenía Yuala... Pero todo lo que decía se cumplía. En cierta forma, era el Maestro. Tienen una cierta habilidad por la predicción... Pero si alguien me hubiese dicho que acertaría con la muerte el mismo día que vosotros llegasteis, me habría tragado un jabón.

Los dos hermanos cambiantes se miraron respectivamente. Shinke no sabía que decir, excepto que en cierta forma no podía negar que la chica tenía razón y que todo apuntaba a que su maestro tenía decidido desde un buen principio que se encontrarían y que debían pactar un nuevo destino... ¿Pero debían decidir realmente el de ese hombre? No lo conocían. Tal vez ni sabía predecir, sólo murmurar cosas y acertar por casualidad. Tal vez seguir la indicación les llevaría a la muerte segura.

Pero también era cierto que quedarse quietos no iba a servir de nada. Si Lima tenía que enseñarle a controlarse, y era algo que estaba aún por decidir por su parte, tenían que encontrar una forma de abastecerse y de hacerse con nuevos recursos para que la humana sobreviviera. Por el hermano... Bueno, ese le preocupaba el hecho de que se estaba metiendo en su territorio, y él prefería la caza solitaria.

-Bien... Vamos a ver. -el grifo cogió con sus zarpas el mapa de Baka y lo puso a la luz de la luna, mirando bien el papel. -Hemos dicho entonces que, según vuestro maestro, deberíamos ir al Monte Takayama... ¿Donde cae eso, hermano?

-Eh... Uh... Aquí.

La zarpa cayó en una zona apartada de Asia, y el grifo se quedó con los ojos bien abiertos. Lima también, y tragó saliva, mirando al oso.

-Dime que es un error.

-No, no lo es. Se encuentra en la isla japonesa. -el oso los miró a todos, y se encogió de hombros. Su mirada se mostraba somnolienta, cansada. -¿Porqué?

Damaru alzó la cabeza para ver que estaba ocurriendo, y sus ojos se pusieron en blanco al entender la situación y comprender la gravedad del asunto. Le parecía increíble que él lo supiera y el oso no, cuando realmente él era el que nunca había salido del templo más allá que para un par de vuelos y nada más.

-No es una zona en la que un par de tibetanos como nosotros dos sean bien vistos, Baka. Podemos ir, no hay problema, pero nos van a mirar con malos ojos el resto de nuestras vidas.

-Él tampoco. Y yo menos. -suspiró el grifo. -Él es de Mongolia, pero yo soy ruso. No es que tengan tampoco mucha estima a los occidentales, así que si vamos, ninguno será bien visto. Y esta es la razón por la que no me gustaba demasiado seguir el consejo de vuestro maestro. No hemos ido y ya nos está dando problemas. -mencionó, colocándose bien las plumas.

Damaru observó el mapa con detenimiento. Tenían un buen cacho, y volando no es que fueran más rápidos, más que nada porque él no aguantaría demasiado con las alas extendidas y la humana encima. Además, estaba el tema de la comida...

-Tú necesitas que te ayudemos. -murmuró Damaru, mirando al grifo. -Y nosotros necesitamos que nos ayudéis a sobrevivir en el mundo exterior. Ninguno de los dos bandos tiene un lugar fijo a donde ir. Propongo algo: Nos acompañáis hasta el borde, y allí, Lima y yo nos buscaremos las castañas. Y durante el viaje, Lima se encargará de ayudar a Shinke en todo lo que pueda... Es más. Hasta que Lima no haya terminado, no nos iremos de este continente. ¿Hay trato?

Shinke meditó. ¿Había palabra en el dragón? Bueno, según había dicho él anteriormente, la palabra de un ser como él nunca era traicionada. Eso estaba por ver, pero por el momento, el plan le gustaba. Ya se encargaría su instinto de cazador de que pasaran cuentas si le fallaban una sola vez.

-Bien... Mañana empezamos. Espero que la humana lo haga bien. -suspiró el grifo, dando media vuelta y empezando a subirse a un árbol. El dragón observó como el cambiante ave se coronaba arriba de todo y, sin mediar palabra, se ocultaba con el ala desde lo alto de una remar. El oso bostezó, y se acurrucó, haciéndose un ovillo debajo del tronco.

-Esta noche haré guardia yo. -anunció Shinke. -Mañana haremos turnos.

La mañana siguiente, Shinke observó desde donde estaba encaramado el amanecer de un nuevo día. Mientras lo miraba, meditaba sobre lo decidido la noche anterior. No había caído, pero podría haber pensado en volver a casa. Sin embargo, si lo pensaba mejor, eso habría sido un problema. Era un lugar habitado por humanos que su madre conocía la mayoría: Si hacía daño a uno de esos, era un problema.

Desde donde estaba, observó a sus nuevos dos compañeros y a su hermano, ambos durmiendo allá abajo. Parecían descansar en paz, y seguramente tardarían un poco en despertar. Le picaba la curiosidad saber acerca más del hermano. No es que le sorprendiera la existencia de un dragón, si no más bien uno que había sido criado por un humano. ¿Que habilidades tenía? ¿Sabía cazar? Volar estaba claro que sí, pero aterrizar... Eso era otro tema.

Vio como la humana se iba desvelando, y el grifo permaneció escondido entre el follaje del árbol que había elegido, observando y aprendiendo con sus ojos de rapaz. Vio como la chica se estiraba, bostezando, y luego mimaba a su hermano con la mano. ¿Cómo podía aquel cambiante dejarse tocar? Debería resultar hasta repulsivo. Lima se incorporó con cuidado de no despertar al dragón, y poco a poco, se fue alejando del grupo. En cuanto esta estaba a una distancia prudencial, dio media vuelta, y empezó a internarse en el bosque.

"¡Está loca, la van a matar los animales salvajes del bosque!" fue lo primero que pensó. Le daba igual... Podría confesar que nunca lo vio, que le pilló desprevenido, pero eso insultaría bastante sus habilidades. Además, era la humana la que le iba a enseñar como controlarse, no el hermano... Maldita sea, no podía dejar que le ocurriera nada.

Suspirando, decidió alzar el vuelo. Desde arriba, podía ver perfectamente a la humana como avanzaba a paso rápido a través del bosque. De vez en cuando se paraba, tocaba un árbol, miraba alrededor, y seguía avanzando. ¿Estaba intentando huir la muy zorra? Shinke vio como Lima cogía una rama lo suficientemente grande y avanzaba con ella por un camino que él desconocía.

A cierto punto, la humana consiguió salir del bosque. Allí, avanzó unos cuantos pasos y luego se detuvo. Shinke permanecía absolutamente sorprendido, sin entender exactamente que estaba ocurriendo, viendo a la chica mirando de un lado a otro como buscando algo. Se arrodilló un poco, puso la punta de la rama al suelo y empezó a trazar una línea. Con esa línea se fue moviendo, y la cruzó, girando para hacer otra. Poco a poco iba formando un círculo formado con diferentes secciones complejas, algunas más grandes, otras más pequeñas, con un montón de línea en medio que cruzaban de un lado a otro. Una vez hecho, Lima, que estaba en uno de los extremos, miró hacia arriba sin avisar. Y sus miradas se cruzaron.

La chica sonrió complacida, y se sentó en el suelo, haciendo una señal para que Shinke bajara. ¿Sabía que la estaba siguiendo todo este rato? El grifo soltó un suspiro y decidió aterrizar, pero en el otro extremo de ese montón de líneas raras que había hecho la muchacha, para mantener cierta distancia, no fuera una magia extraña o algo así.

-¿Sabías que te perseguía? -le preguntó, serio.

-Más o menos. Me alegro que hayas venido. -dijo la chica contenta. -He visto que mi plan ha funcionado. De haberte dicho que empezábamos ya los entrenamientos, me habrías enviado al garete, pero has picado.

¿Como? Shinke se sintió molesto solo por saber aquello, y esturreó las alas, enfadado. Tan centrado estaba en saber que cuernos ocurría que le habían tomado el pelo de la forma más vil posible.

-En fin... Esto es el Mantra. Cada uno de los símbolos que he dibujado tiene que ser replicado justo en el círculo concéntrico. -le lanzó el palo, y se cruzó de brazos. -No puedes taparlos, no puedes borrarlos, y no puedes tampoco tocar los del círculo interior. Es una prueba de equilibrio.

-... ¿Que voy a ganar con esto? -le preguntó el grifo, cogiendo el palo, y mirando a la humana. -¿Aprender un nuevo idioma?

-Tal vez. ¿Quieres mejorar o no? Porque yo no pienso perder más el tiempo contigo si no colaboras.

El grifo gruñó. Con cuidado de que sus patas de león no tocaran los símbolos, se metió dentro del círculo mismo y se arrodilló un poco, empezando a duplicar uno de ellos. Lima lo observaba sonriendo, sin decir nada, atenta a como lo replicaba.

Shinke era hermoso. Incluso en su forma humana, tenía esa mirada de ave rapaz, pero en su forma híbrida como ahora, tenía una mezcla de majestuosidad y monstruosidad a partes iguales. Podía ver las plumas bien cuidadas desde el pico hasta la cintura, con esas alas dobladas detrás de él que disponían de una fuerza sobrehumana, con esos colores mezcla de marrón y gris. Shinke era precioso.

-¿Estás bien?

-¿Eh?

De forma muy tonta, la muchacha se había quedado mirando al grifo sin decir nada. Agitó la cabeza y miró a otro lado, suspirando.

-No, nada, absolutamente nada. -confesó la chica. -Pensaba en lo... Hermoso que eras.

-... ¿Que? -el grifo miró un momento a la humana, sorprendido de la declaración de Lima y de lo que acababa de soltarle. ¿Hermoso? ¿Estaba intentando caerle bien o de hacer de lameculos? -¿Repite?

-Que eres hermoso... Terriblemente hermoso. E idiota. Un auténtico imbécil.-Lima se encogió de hombros, y mostró una leve sonrisa. -Nada, nada, tú sigue con lo tuyo. Yo te espero.

Shinke permaneció un rato mas analizando la expresividad facial de Lima y luego siguió dibujando, aunque no pudo sacarse de la cabeza lo que acababa de decirle. "Hermoso..." ¿En serio? ¿Él? ¿Una criatura con garras que podían arrancar piel entera y un pico que podía atravesar el cuello entero de su hermano? ¿Le parecía hermoso? Esa chica estaba fatal de la cabeza, definitivamente.