Nada de promesas de amor eterno

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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#23 of El Lobo guardian


Capítulo 21: Nada de promesas de amor eterno

Las promesas son curiosas. Son como aquel dicho: "varas y rocas pueden romper mis huesos, pero las palabras se las lleva el viento". Las promesas son similares. Algunas pueden soportar un tornado, mientras que otras con un simple soplido se caen. En eso uno no piensa cuando hace una promesa. Habrá cosas que puedan llegar pero logrará soportarlas, otras que la derrumbaran. Aun así, pueden volver a levantarse, más fuertes que antes. Sin embargo, hay algunas que por más que uno lo intente, no pueden levantarse de nuevo. Solo quedan escombros. Restos de tantas ocasiones en las que juramos cumplir esas promesas. Pero cuando las vemos en el suelo, nos damos cuenta de que son solo eso, palabras frágiles que nunca estuvieron preparadas para enfrentar las tormentas de la vida.

Alfred despierta. Alex sigue dormido en sus brazos. No quería que se quedará en la sala, así que le pidió que se quedará con el. Alfred sonríe al ver a su hijo dormir. Con mucho cuidado, para no despertarlo, se levanta y sale de la habitación. Necesita despejarse. La noche anterior ya no tuvo oportunidad de hablar con James. Necesita explicarle del mismo modo que le explicó a Alex. Si el lo perdonó, quizá James también lo haga.

Aun así, no deja de sentirse culpable por lo que paso. No puede creer que Eva haya hecho algo como esto. Ya sabía que era una loca perra devora hombres, pero nunca creyó que llegará tan lejos. Sin duda Ottelo tuvo algo que ver. Parece que las tres personas que más odia están por regresar.

-- ¿No deberías estar con tú hijo?--le pregunta alguien desde el pasillo. Al voltear, mira a James, quien lo ve como si no valiera nada.

--El sigue dormido. No quise despertarlo--comienza a acercarse a el, pero James lo detiene poniendo en medio sus garras.

--Por favor...

--James, déjame explicarte. Se que estas furioso, pero al menos déjame hablar.

--Hablar no va a cambiar las cosas Alfred. Me engañaste.

--No fue mi intención.

--Pero lo hiciste. Actuaste mal. Sabias que cosas así podían ocurrir y aun así bebiste.

--Si hubieras estado en mi lugar...

-- ¡Lo hubiera pensado dos veces!

Alfred siente una punzada de dolor en su pecho al escuchar esas palabras. Mira hacía el suelo, avergonzado de todo lo que ha hecho.

--Si... tienes razón... debí pensarlo dos veces.

--Alfred...

--No... estaré con Alex... quizá tengamos mucho de que hablar.

Alfred entra a la habitación de Alex, mientras que James se sienta solo en la sala, aun sin poder creer lo que ha pasado en su vida.

Alex abre sus ojos lentamente. Lo primero que ve es a su papa, sonriendo, pero con sus ojos húmedos. Se talla los ojos y bosteza.

--Buenos días cachorro.

--Buenos días papá.

-- ¿Cómo dormiste?

--Bien. Pero tú parece que estuviste llorando.

--Ah... no es nada hijo.

--Discutiste con el tío James.

--No creo que eso se llame discusión hijo. Y aunque lo sea, quizá fue la última.

-- ¿Terminaras con el?

--Dios sabe que no quiero, pero tampoco voy a forzar a James a tomar una decisión. Si el quiere terminar conmigo...--da un largo suspiro--... bueno, fueron cinco maravillosos años.

--Pero... tú lo amas... y el a ti.

--Ya no estoy seguro de que el sienta algo por mi... y si lo sigue sintiendo, no creo que viva por mucho tiempo mi recuerdo en él--ve el rostro triste de Alex, y trata de alegrarlo--. Anda, no es tan malo. Ahora te tengo a ti--abraza a Alex y le alborota la melena.

-- ¿Estas seguro?

--... no, pero debo mostrarme optimista--toma una gorra y se la pone a Alex--. Anda, hay que irnos.

-- ¿A dónde vamos?

--No lo se... a hacer cosas de padres e hijos, ir al parque, al cine, a comer un helado, a escupirle a los carros desde los puentes.

--Eso suena bien.

Alfred lo toma de la garra y ambos salen de la habitación. En la sala ya no esta James, pero esta Alan y Harturo. Ambos lo ven con desprecio. Alfred suspira y sale junto a Alex.

-- ¿Te parece si caminamos?--pregunta Alfred--Quizá necesiten el auto después.

--Por mi no hay problema. Es más sano.

--Vale--saliendo de la casa, toman dirección desconocida--. Alex, no quiero que te culpes por lo que paso entre James y yo.

--Pero...

--Sin peros jovencito. Aunque podría acabar mi relación con el, no me arrepiento de haberte traído. Eres mi hijo.

--Vale.

-- ¿Y que te gustaría hacer?

--Pues... no lo se jeje supongo que podríamos ir a comer un helado.

--Suena bastante bien para mí.

Alfred lo toma por sorpresa y lo sube a sus hombros. Entre risas los dos siguen caminando.

Después de haber comprado unos helados, los dos se sentaron en la banca de un parque. Tienen tantas cosas de las que hablar, pero ninguno de los dos sabe por donde empezar. Alfred es quien rompe el hielo.

-- ¿Hay... algo que quieras preguntarme?

--Ayer tenia muchas cosas que preguntarte, pero... después de haber hablado ayer, muchas se me hacen absurdas ahora.

--Pues... debe haber algo que quieras preguntarme.

--Bueno... si hay algo. Cuando te dije el nombre de mi mamá te vi algo sorprendido. ¿La conocías?

--Este... yo...--no sabe que decirle. Podría hablar con la verdad, y decirle que su madre es una devora hombres, pero no tiene idea de cómo vaya a reaccionar.

--Y quiero la verdad.

--...--suspira--... vale, si la conocía.

-- ¿Y como era?

--... pues... no era muy agradable.

-- ¿A que te refieres?

--Alex... ella no es tan linda como tu tío dijo. Ella, hace cinco años, trato de arruinarme la vida junto a un tal... Ottelo. Tu tío... ¿era un ligre?

Alex sabe que su papá tiene razón. Sabe su nombre y su raza. Él nunca lo preparó para cuando esto pasará. No le queda otra opción más que hablar con la verdad.

--... si.

--No te preocupes--lo abraza--. No tienes la culpa de nada.

--Ahora entiendo por que se expresaba con tanto odio cuando hablaba de ti. Me uso, ¿verdad?

--Técnicamente si. Pero ya te dije que no eres culpable. Tú no sabías lo que ellos querían hacer.

--Es que... me cuesta creer que mamá haya planeado esto... ella no era...--pero entonces recuerda que nunca la vio conciente. Baja la mirada al darse cuenta de la farsa en que vivió.

--Nunca viste como era hijo.

--... mi tío la sacó del hospital y la llevo a casa. Ahí tenía todo el equipo médico para hacerse cargo de ella. Decía que solo podía verla media hora todos los días, y solo cuando el estuviera--lanza una leve risa--. Eso explica los ruidos que a veces escuchaba en la noche, y yo pensando que eran fantasmas.

Alfred le besa la frente y le alborota el pelo.

-- ¿Por qué harían esto?--pregunta el cachorro.

--Yo me he preguntado lo mismo todos los días.

--Entonces... mi mamá nunca me amo. Si dijo todas esas mentiras, y fui solo parte de su plan... no me quería.

--Dudo de que Eva pueda sentir amor por alguien.

--... pero... ahora te tengo a ti--Alex lo ve a los ojos y sonríe. Alfred le devuelve la sonrisa.

--Claro que si cachorro. Ahora estoy yo a tu lado. No volverás a estar solo.

Ambos se abrazan, mirando a los niños del parque. No es el momento, pero algún día ambos estarán ahí, jugando, como padre e hijo.

El ser humano es como la dinamita: volátil. Sus sentimientos pueden cambiar de forma repentina como la dinamita explota con solo agitarla un poco. Hacer promesas es algo que el ser humano no puede cumplir en un 100%. El cumplirlas o no esta regido por el como se sientan. Los sentimientos como el odio, amor, desilusión, tristeza, entre otros, son los que rigen al hombre. Somos esclavos de lo que sentimos; actuamos bajo lo que el corazón siente la mayoría de las veces.

James toma otra taza de café. Todos están reunidos con el, esperando a que diga algo sobre Alfred.

--James--le llama Harturo--, ¿Qué ha pasado?

--Si, no nos dejes con la duda--añade Alan.

--Anda, que nos preocupas--insiste Daniel.

--Alfred--comienza a decir tras unos instantes--... no se que hacer.

-- ¿Lo perdonarasss?--pregunta Sam.

--No lo se... no es tan fácil.

--Es la primera vez que pasa esto, ¿no?--comenta Zashi--. Quizá debas perdonarlo.

--Quiero hacerlo, pero... no se, siento algo raro con tan solo pensarlo.

--Entonces, ¿terminarás con el?

-- ¡Se lo merece!--grita Alan--Te engañó, no merece que lo perdones.

-- ¡Alan!--le gritan los demás.

-- ¿Qué? Es la verdad.

--Si, pero tampoco tienes que...--comienza a decirle Frank, pero James lo interrumpe.

--El tiene razón. Alfred me engañó, y siento que si lo perdonó ahora voy a abrirle las puertas para que haga lo que quiera.

--Vale, cometió un error, todos los cometemos. Ayer ni siquiera nos explicaste como paso--dice Erick.

--Eso no tiene importancia.

--Claro que la tiene.

--Aunque la tenga, no justifica lo que paso.

--No estoy diciendo que lo justifiques. Lo que trato de decir es que se equivocó. El te perdonaría si tú hubieras hecho lo mismo.

-- ¡Yo una vez dije que le perdonaría lo que fuera! Pero ahora tan solo de pensar en lo que hizo, me siento muy mal. No creí que el realmente fuera a cometer algo así.

-- ¿Y entonces que harás James? ¿Dejarlo?--le cuestiona Daniel-- ¿Olvidarás los cinco años que han pasado juntos, solo por un error?

--No es tan fácil cumplir esta clase de promesas Daniel.

James se aleja del grupo y se va a encerrar a su habitación. Mira las fotos que están colgadas en la pared. Tantos bellos momentos junto al joven león. Pero tras todos ellos, una mentira crecía y crecía. Ahora aquellos instantes se le hacen... simples.

Se sienta en la cama y comienza a pensar en todo lo que pasará desde este momento. Le costará mucho trabajo volver a estar junto a Alfred. La simple idea de que estuvo con alguien más, sin importar las circunstancias, lo llena de rabia y tristeza. Pero tampoco se siente feliz con la idea de separarse de él, no después de todos los momentos vividos. No sabe que hacer. No sabe que camino tomar. Se siente solo, perdido... y su león esta vez no puede ayudarlo.

--Sabes, estaba pensando que tal vez podríamos ir con tus abuelos--le dice Alfred a Alex mientras caminan por el parque.

-- ¿No crees que deberías avisarles antes? Podrían sorprenderse mucho si se enteran de sorpresa.

--Nah, no creo que digan nada. Además, mi papá siempre quiso ser abuelo, así que no se enfadará.

--Vale, me gustaría mucho conocerlos. Ottelo nunca me hablo sobre los padres de mamá.

--Creo que era huérfana, igual que Ottelo.

--Eso explica por que nunca los conocí a ellos tampoco. Pero si me gustaría mucho conocer a mis abuelos.

--Vale. Pediré permiso en la escuela para que faltes unos días. Tus amigos podrán pasarte los apuntes.

--Si. Por cierto... ¿crees que sea buena idea decirles la verdad? ¿Qué eres mi papá?

--Bueno, si confías en ellos no creó que haya problema en que lo sepan. Si alguien más se entera que de verdad soy tú padre, podría haber algunos problemas con lo de la adopción.

--Lo se... tampoco te quiero meter en problemas.

--Puedo...

--Y no quiero que sobornes al jurado.

--Mierda. Saliste igual que James.

--Lo prefiero a ser corrupto--se ríe.

-- ¿Qué tiene de malo ser corrupto?

--Muchas cosas. No es un buen ejemplo para mí.

--Calla, estás muy chico para saber que es bueno o malo. Deberías estar pensando en cosas fantásticas y toda esa basura de los niños. Alex, ¿Por qué no puedes ser un niño normal?

--Pero soy un genio. Estoy muy adelantado.

--No busques excusas. No eres normal.

--Tú tampoco eres normal.

--Claro que soy normal.

--Ajam... pasar horas y horas arreglando relojes es normal.

--... es un hobby bastante lucrativo.

--Si claro... mira, allá esta Rebeca.

--Re... re... WAH!!!!--al ver a Rebeca junto a sus dos hijos, Alfred se esconde tras un árbol. Ella voltea y ve a Alex.

--Alex, hola.

--Hola Rebe.

--Alfred, sal, se que estas detrás de ese árbol.

--Bruja--le dice al salir de su escondite.

--Solo cuando te hago la vida imposible--mira su reloj--. Espera un momento, es demasiado temprano para que hayas salido a caminar con tu hijo. ¿Qué traes entre garras?

--Nada...

--No te creo.

--Ah... Alex, ¿Por qué no vas con los hijos de Rebe a jugar mientras hablo con ella?

--Vale.

Alex se va junto a los dos hijos de Rebeca, mientras el se sienta en una banca cercana.

--Alfred...--comienza a hablar Rebe mientras se sienta junto a él--... no es normal que te pregunte esto pero... ¿estas bien? Te noto algo serio.

--No... no estoy bien.

-- ¿Qué pasa?

--Alex... él de verdad... es mi hijo--Rebe se queda helada al escuchar eso--. Fue hace cinco años, estando borracho.

--Tu...

--No fue por gusto. Creí que... James me estaba engañando. Fue una estupidez, lo se, y pienso hacerme responsable de mis actos.

--Es lo mejor que puedes hacer... es decir, ¿Cómo pudiste hacer algo tan estupido? Se que eres un idiota, pero no creí...

-- ¡No tenía idea! Estaba muy herido, había visto a James besándose con alguien más. Solo quería borrarme esa imagen de la mente, olvidarlo; y pensé que el alcohol sería lo mejor.

--Pues no lo fue.

--Ya lo se. Y estoy dispuesto a aceptar mis responsabilidades. Cuidaré a Alex, por que de verdad lo amo, por que es mi hijo.

--Me alegra escuchar eso--ya mas tranquila, le pregunta-- ¿Y James ya lo sabe?

--Si...

-- ¿Y que dijo?

--... no creo que vuelva conmigo.

-- ¿De que hablas?

--Parece que lo lastime bastante. Lo merezco, lo se.

-- ¿Van a... terminar?

Alfred baja la mirada, mientras sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. Entonces, por primera vez en su vida, pasa algo que nunca creyó posible. El brazo de Rebe rodeo su cintura, para luego sujetarlo en un fuerte abrazo.

--Alfred... lo siento mucho... se que muchas veces he sido muy dura contigo; que te he humillado, insultado y muchas cosas más... pero, siempre he pensado que eres alguien brillante; y ahora, me duele verte así... tú y James hacen una pareja muy linda, y no sería justo que se separaran, a pesar de la estupidez que cometiste.

--Nunca creí que llegaras a decirme esas cosas... gracias.

--No siempre se enfrenta uno a problemas como este... y definitivamente no es el momento para hacerte bromas.

--Eso quiere decir...

--Tampoco voy a tratarte mejor Alfred--Alfred pone una mirada seria--. Anda, tratarte mal es como te digo que te quiero.

--Gracias Rebe.

-- ¿Qué has hablado de esto con James?

--Solo le dije lo que recuerdo. Luego no me dejo explicarle.

--Dale algo de tiempo. La noticia le cayó de golpe. Solo espera un poco, para que se le pase. Después podrás hablar. Ustedes dos son una linda pareja.

--Creo que éramos.

--No digas eso. Si te esfuerzas, volverás con el. Se que esto es grave, pero tampoco creo que deban terminar solo por un primer error.

--Lo se, pero si decide eso, no voy a obligarlo a cambiar de parecer. No soy nadie para decirle como debe actuar.

--Eres su novio.

--Eso no me da derecho. No estamos hablando de algo tan simple como olvidar un aniversario o hacerlo enojar; lo engañe, me acosté con alguien más.

--Pero tú mismo lo dijiste: no lo recordabas.

--Eso no me justifica. No hay nada que justifique lo que hice.

--Tampoco te estoy diciendo que busques justificaciones. Pero mira, el día que mi marido me engañó, yo lo perdoné.

-- ¿Te engañó?

--Si, y más te vale no decirle a nadie. El punto es que en ese penoso accidente yo también tuve algo de culpa. Fueron días bastante importantes, estabas llegando tú a la editorial, surgieron nuevos proyectos; pasaba casi todo el día en la oficina, así por varias semanas. Parece que lo descuide un poco, estaba muy tenso y... bueno, lo demás ya te lo imaginas.

--Es comprensible. Pero no es mi caso, yo me estaba revolcando con otra mujer mientras James estaba en el hospital. Soy un asco.

--No digas eso.

--Es la verdad. Si James decide dejarme... creo que será lo mejor.

Rebeca observa al destrozado Alfred. Nunca lo había visto así, y se sorprende, pues el siempre se mantuvo fuerte ante todos sus problemas. A pesar de que siempre lo ha tratado mal, Alfred es el primero en salir en su defensa cuando algo malo le pasa. Ahora, se ve tan indefenso.

Desde un auto, sin que el lo sepa, Alex es observado por un ligre. Ottelo sonríe al ver al cachorro. Aparentemente todo salió como esperaba, y Alfred y James pronto dejaran de estar juntos. Sin embargo, se siente mal de haber involucrado al pequeño Alex en todo esto. El no tiene la culpa de la venganza que planea contra Alfred.

--Así que ya soltó la sopa--dice una voz femenina desde el asiento trasero.

--Es un niño, no puede guardar un secreto por siempre. Además, era lo que queríamos.

--Si, pero yo hubiera deseado que durará más. Hubiera sido más doloroso para el enterarse, no se, dentro de unos meses, o incluso años.

--Debió haberse enterado por la marca de nacimiento.

--Maldito Alfred. Pero al menos ya no tiene a ese gilipollas de James a su lado. Será hermoso verlos separados. ¿Crees que vayan a seguir viviendo juntos?

--Probablemente. Aunque se separen, Alfred va a seguir enamorado de James. Creo que es hora de la siguiente fase del plan.

De las sombras del asiento trasero, surge el rostro de una leona, que mira con malicia al cachorro en el parque.

--Va a ser tan divertido verlo sufrir.

--No creo que quisieras eso Eva.

--Como tú dijiste, Alfred tiene que pagar por todo el daño que ha hecho.

--Disfrutare de ver como todo lo que ama se va alejando de el. Soy bastante bueno al dejarle a su hijo.

Sin embargo, por alguna razón Ottelo no se siente feliz con eso. Mira al cachorro jugando, y piensa en todo lo que no vivió por ser objeto de una cruel venganza. Se siente culpable. Desde hace mucho que no siente algo así.

Después de haber platicado por un largo rato, Alfred llama a Alex para que se despida. Abraza a Rebe, quien solo puede corresponderle el abrazo.

--Supongo que desde hoy las cosas en mi casa van a cambiar.

--Principalmente por que tienes un hijo.

--No precisamente. Todos en esa casa parecen niños.

Ambos ríen. Alfred se rasca la nuca, sintiéndose incomodo por la situación.

--Vale, muchas gracias por todo Rebe. De verdad que me fue útil nuestra charla. Solo que...

--Que no se vuelva a repetir un momento así.

--Por favor.

--Si, no me siento cómoda tratándote así.

--Ni yo dejando que me trates así. Prefiero que me grites.

--Es más razonable.

En ese momento Alex llega con ellos.

--Bien Alex, es hora de volver a casa.

--Vale, nos vemos luego Rebe.

--Cuídate Alex.

--Adiós chicos--se despide de los hijos de la jirafa, quienes le responden el saludo del mismo modo.

--Nos vemos luego Rebe--se despide Alfred.

--Ten cuidado con lo que vayas a decir.

--Vale.

Los dos leones dan la vuelta y comienzan a alejarse. Rebe suspira, aun sin poder dejar de sentirse mal por él.

En casa, James ve desde la ventana a Alfred y Alex llegando. Suspira, deseando estar en un sueño. Pero no, es la realidad que lo ha golpeado justo en el rostro para confundirlo. Mira hacía otro lado cuando los dos entran. Alfred lo primero que ve es a James. Le dice a Alex que vaya a su cuarto, lo que el cachorro obedece.

-- ¿Solo estas tú?--le pregunta Alfred al ver que no hay nadie más en la sala.

--Le pedí a los chicos que se quedarán en sus habitaciones. Creo que tenemos que hablar.

--Estoy de acuerdo en eso.

James traga saliva y camina hasta estar frente a Alfred.

--Te ves más tranquilo--dice el león.

--Tengo que aparentar. No quiero que los demás se preocupen.

--Si... escucha James, se que hice algo estupido, y de verdad lo lamento. Si hubiera un modo de reparar todo lo que he hecho.

--No hay nada que hacer ya Alfred.

--Pero tiene solución.

-- ¿Qué solución? ¿Crees que con pedir perdón todo va a quedar olvidado?

--No quise decir eso...

--Las cosas ya no van a ser como antes Alfred. Ya no te puedo mirar del mismo modo, no después de saber que ya estuviste con otra persona.

-- ¡Fue un accidente! Si hubiera estado conciente...

--Exacto, si hubieras estado... pero el hubiera no existe. Yo se que estas arrepentido, pero eso no basta.

-- ¿Y entonces que quieres que haga?

--Nada Alfred. No quiero que hagas nada por mí. Hazlo por Alex. Ahora tienes un hijo de verdad, que te necesita más que yo.

--Pero yo te necesito.

--Yo también. Pero antes esta Alex. Debes estar pendiente de el.

--No digo que no vaya a cuidarlo. Pero tampoco quiero dejar de pasar tiempo a tú lado.

--Pues tendrá que ser así.

Los ojos de Alfred comenzaron a llenarse de lágrimas al escuchar eso.

--Estas...

--Creo que... debemos separarnos por un tiempo... tengo que aclarar mis pensamientos, y tú tienes que ayudar a Alex.

Y sin decir más, se va directo a su habitación. Una vez en ella se deja caer en la cama, y comienza a llorar, sufriendo por lo que acaba de decir. Sin embargo, es lo mejor para el.

Alan sale de su habitación; mira a Alfred, que esta sentado, llorando. Al ver que el gato se acerca a el, trata de abrazarlo, pero el se retira.

-- ¿Cómo pudiste engañarlo?

-- ¿Qué?

--Te la pasabas diciendo que siempre estarías a su lado, que le serías fiel hasta la muerte. Pero en la primera oportunidad te vas con alguien más. ¡Eres un asco!

Pero el león le lanza un arañazo que logra esquivar por los pelos.

--Tú no sabes como se dieron las cosas Alan. Y no tienes ningún derecho a hablarme así después de todo lo que he hecho por ti.

--Pero no estamos hablando de él, Alfred--le dice Harturo, que también salió de su habitación--. Después de todo, tiene razón. Tú dijiste que nunca engañarías a James.

--Estaba borracho. Si hubiera estado conciente nunca hubiera pasado nada.

--Pero paso.

Para ese momento ya todos estaban en la sala, lanzándole miradas de desprecio. Aunque le duela, tienen razón. Dijo que por ninguna razón engañaría a James, que sería cuidadoso en todo lo que hiciera, que no tomaría tanto, y mucho menos solo. Sin embargo, sus promesas se quedaron en palabras. Al no poder soportarlo, sale corriendo de la casa, llorando. Solo palabras. En eso se quedo todo.

Todo se vino abajo. Su lobo. Sus amigos. Cinco años se fueron abajo por un estupido error. Nunca antes se había sentido tan solo, tan deprimido. Tiene a Alex, pero no lo merece, no después de haberlo abandonado cinco años. Mira los autos pasar a gran velocidad desde lo alto del puente peatonal. Desde hace cinco años que no piensa en el suicidio. Ahora lo ve como una hermosa opción. Con todo el daño que ha hecho, es lo mejor que puede hacer.

Espera a que no venga nadie, para luego subirse al barandal. Mira hacía el vacío que le espera, deseando que sea muy doloroso. El apoyo de Rebeca y el cariño de Alex no le bastan para convencerse. Quiere morir. Lo desea. Traiciono al ser que más ama, y ahora lo mejor que puede hacer es desaparecer. Nadie lo extrañara.

--No creo que eso sea una buena idea--le dice una voz a sus espaldas.

--Tú que sabes. Harías lo mismo si estuvieras en mi lugar--le contesta sin voltear a verlo.

--Y tú estarías en mi lugar pidiéndome que no lo haga. Anda, no se arreglará nada saltando.

--Quizás no, pero tengo que intentarlo. Después de todo, ya no puedo perder nada más.

--Eso es lo que tú crees. Sin embargo, hay personas que te van a extrañar.

--Las únicas personas que pueden extrañarme son a quienes más daño les he hecho.

-- ¿Y crees que por eso no te van a extrañar?

--Si.

--Pues a menos que leas la mente...

--Bueno, ya. No se quien diablos eres ni por que me ayudas, así que mejor vete.

--Te ayudo por que se que tú harías lo mismo por mi.

-- ¿Cómo sabes?

--Si estuviera equivocado ya hubieras saltado en lugar de seguir hablándome.

Alfred se queda sorprendido por la respuesta.

--Nadie en el mundo--prosigue el extraño--desea morir. Solo quieren algo de atención. Si bajas te invito un café, ¿vale? Así podemos hablar. Y si después de eso quieres matarte, no te detendré. Vamos, solo un café.

Alfred suspira, para luego bajar con cuidado. Ya en el suelo, da la vuelta y se encuentra de frente con una nutria macho. Un poco más chico que Alfred, con grandes ojos verdes y una brillante sonrisa.

--Tomas Fuentes Torres--le extiende la pata.

--Alfred Sherford--le corresponde el saludo.

-- ¿Frapuchino de mocca?

-- ¿Cómo...?

--A veces tomamos café en el mismo sitio. Ande, yo se lo invito.

Tomas comienza a caminar hacía las escaleras. No entiende por que, pero Alfred lo sigue hasta caminar a su lado.

Tras una larga caminata, llegan al negocio donde ambos han tomado café por un largo tiempo sin haberse visto antes. Ambos pidieron un frapuchino de moca con crema batida. Antes de que se sentaran, Alfred ya se había bebido un cuarto del vaso. Al ver que esta llorando, Tomas le da un pañuelo. Alfred lo toma con algo de pena, y se limpia las lágrimas.

--Bien, ¿te parece si hablamos de lo que paso?

--No creo que sea buena idea. No quiero andar ventilando mis problemas personales a un desconocido.

--Vale... tengo veinticuatro años, estudie literatura y letras, me gusta el rock, las pocas películas estadounidenses buenas, pero más el cine europeo. Creo que ahora me conoces un poco mejor. Puedo contarte más cosas, pero también me gustaría que tuvieras confianza en mí.

Alfred ríe al escucharlo. Quizá no pierda nada con decirle. Da un suspiro.

--Mi novio... creo que termino conmigo.

--Auch. Eso no es bueno. ¿Por qué terminaron?

--Bueno... es que... es difícil de explicar.

--Claro que no, lo difícil es quitarse el miedo de decirlo. Anda.

--Vale... se enteró de que tuve un... un hijo.

--Bueno... eso es algo... impactante. ¿Fue por...?

--Estaba borracho. La muy golfa se aprovecho de mi.

--Eso cambia las cosas. Sin embargo...

--Ya se que estar borracho no es una justificación.

--Eso si. Pero entonces, ¿tienes un hijo?

--Si...

-- ¿Y aun así te ibas a suicidar?

Alfred entonces reflexiona. Es cierto, no puede dejar a Alex. Quizá lo hirió por abandonarlo 5 años, pero aun tiene una oportunidad para arreglarlo. Puede compensarlo. Siempre hay una solución.

--Supongo que tienes razón.

--Escucha, es normal que a veces sientas deprimido por que todo se te viene abajo. A cualquiera le puede pasar. Sin embargo, es imposible perder todo en la vida; siempre hay algo que nos muestra que no estamos solos.

--Si... es cierto. Pero, ¿Qué voy a hacer ahora? Quiero estar con mi hijo, pero tendría que estar en la misma casa con mi novio, y no tengo cara para verlo.

--Puedes alejarte por un tiempo, para estar a solas con tu hijo, y así ambos pueden pensar sobre lo que esta pasando.

--Puede servir. No pierdo nada.

--Arriesga más el que no arriesga nada. Cuando vuelvas, puedes tratar de reconquistarlo de nuevo. Se que esta muy dolido, y que no puedes justificar lo que hiciste; pero si fue la primera vez que le fuiste infiel, creo que mereces una segunda oportunidad. Todos merecemos una, algunos hasta más.

Alfred sonríe, feliz de que alguien más lo haya escuchado. De repente Tomas se levanta algo asustado.

-- ¡Diablos! Lo siento Alfred, debo irme. Tengo una cita de trabajo y esta un poco retirado el lugar.

--Vale, lamento haberte quitado tiempo.

--No te disculpes, hice lo que debía hacer--saca una tarjeta y escribe un número--. Es mi celular, si quieres llamarme algún día puedes hacerlo.

--Gracias.

--De nada.

Dicho esto se va corriendo hacía el autobús que se había detenido en la esquina. Alfred se queda sentado, pensando en lo que va a hacer. Recuerda la propuesta que le hizo a Alex esta mañana, y decide que es la mejor idea. Se limpia las pocas lágrimas que le quedan, para luego retomar el camino de vuelta a casa.

En casa, Alex se encuentra guardando algo de ropa, tal y como le dijo su papá por teléfono. Le alegra saber que va a ir a ver a sus abuelos. James lo ve guardando su ropa, y no puede evitar preguntarle.

-- ¿A dónde vas?

--Papá me va a llevar a conocer a mis abuelos.

--Oh... vale... te caerán bien, son muy buena gente.

--Lo se.

--Y... ¿Por cuánto tiempo van a irse?

--No me dijo, solo me llamó para que guardara mis cosas.

--Bien... bueno, espero que... que se diviertan.

--James...--voltea a verlo-- ¿Por qué no lo perdonas? Cometió un error, cualquiera los comete.

--... no es tan fácil.

Mira hacía el suelo y vuelve a su habitación, dejando al cachorro solo.

Al llegar a casa, Alfred no recibe la bienvenida esperada. De hecho, nadie se da cuenta de que llega. Va a la habitación de Alex, y lo encuentra leyendo en la cama.

-- ¿Qué hay cachorro? ¿Ya esta todo listo?--le pregunta.

--Si. Llevo ropa para al menos cuatro días, como no me dijiste por cuanto tiempo estaríamos fuera.

--Con eso esta bien hijo. Yo aun tengo que preparar mi ropa. Cuando termine nos vamos.

-- ¿Ya compraste los boletos?

--...

-- ¿Un amigo?

--Ya comenzamos a entendernos hijo. No tardo.

Sale de la habitación y va a la suya, pero al entrar se encuentra con su maleta hecha en la cama. James esta sentado. Al verlo, suspira.

--Prepare tú maleta, espero que no te moleste.

--No... gracias.

--Ya me dijo que van a ir a ver a tus papas.

--Si. Nos quedaremos unos días.

--Vale.

--James... de verdad me gustaría que...

--Por favor Alfred--lo interrumpe--, no quiero hablar de eso.

Baja la mirada. Alfred suspira y toma su maleta. Mira una vez más a James, deseando poder hacer algo por hacerlo sentir mejor. Pero no hay nada que hacer. Sale de la habitación y le dice a Alex que es hora de irse. Nadie más se despide de el, pero no le importa. Quizá las cosas cambien cuando vuelva. Quizá...

Durante todo el trayecto al aeropuerto, estuvieron hablando sobre lo que harían una vez que lleguen con los padres de Alfred. Alex se siente bastante feliz de poder conocer por fin a sus abuelos. En el aeropuerto, Alfred le compra un libro al cachorro... vale, dos, por que no se siente bonito cuando te quedas con las ganas de tener otro libro.

Tras unos cuantos minutos de espera, los dos abordan. Alex se sienta en la ventana, por que le gusta ver despegar el avión.

--Tranquilo cachorro, el vuelo no iniciara aun.

--Lo se, pero me gusta mucho ver como se eleva.

--Si, cuando tenía tu edad también me gustaba mucho verlo. Era divertido.

--Y lo sigue siendo. Anda papá, velo.

--No lo se, ya lo he visto muchas veces.

--Pero nunca conmigo.

Alfred sonríe, mientras alborota el cabello del cachorro. Cuando el avión comienza a despegar, ambos se pegan a la ventana para verlo. Emocionados, van disfrutando cada segundo del despegue. Alfred olvida por un momento todos sus problemas, y se siente como un niño de nuevo. Ambos ríen y se abrazan, felices de estar juntos. Ya falló una promesa. Pero ahora no prometerá cuidar a Alex. No va a fiarse de sus propias palabras. No otra vez.

James ya se encuentra un poco más tranquilo. Esta preparando unas galletas. Cocinar lo relaja bastante. Lo hace concentrarse, es algo que le gusta... además de que Alan le pidió galletas.

De repente alguien toca a la puerta. En vista de que nadie en la sala se piensa levantar, James va rezongando hasta la puerta. Pero al abrir, se queda helado ante una figura familiar.

--... ¿Adolph?

El señor Sherford se encontraba leyendo un libro sobre historia romana cuando fue interrumpido por el timbre de la puerta. Al abrir, se encuentra con su joven hijo.

--Hola papá.

-- ¿Alfred? Hijo, que gusto verte--lo abraza--. Amor, ven aquí, Alfred vino.

-- ¿Mi cachorrito esta aquí?--pregunta la sra. Sherford al llegar a la entrada.

--Me alegra verte mamá--le dice mientras ella lo abraza.

--A nosotros también nos alegra tanto que estés aquí. Nos haces mucha falta.

--Gracias por recordarme que no hay nadie que pueda vivir sin mí.

--No seas egocéntrico hijo--señala su padre.

--De hecho me recuerda a alguien--añade su mamá mientras le da un codazo a su esposo. De repente, ve al pequeño cachorro-- ¿Y este guapo león?

--Ah... bueno... es que... es difícil de explicar... amm... papá, mamá... les presento a su nieto.

Nota del autor

Ok, ok, quiero pedirles una disculpa por la tardanza. De verdad lo lamento, pero es que estos días he tenido exámenes y no he podido dedicarme al cuento (aparte de que quería disfrutar que por fin vivo solo jajaja). Espero que me disculpen por haber tardado tanto, no volverá a pasar. Pero weno, aquí les dejo un capítulo más, que da un giro inesperado a la historia. Con esto, llegará alguien a la vida de Alfred y James que pondrá a prueba su relación.

Agradezco a todos mis lectores, en especial por su paciencia. Sin ustedes, que han estado leyéndome desde que inicie, no hubiera llegado tan lejos. Por eso les dedico esta historia, que les aseguro que aun falta mucho para que se acabe. También se la dedico a mis amigos, que a lo largo de mi vida como furro me han estado apoyando siempre que lo necesito, me han hecho pasar momentos divertidos, son una segunda familia para mí. Gracias a mis amigos, a mis hermanos, a aquellos que son un importante pilar en mi vida.

Pero sobretodo, gracias a ti amor mío, a ti mi lindo tigueshito James. Tú siempre has estado para mi, tú has sido la verdadera razón de mi existir, eres el más hermoso regalo que la vida me ha dado. Cada día me levantó, y me esfuerzo por ser alguien mejor para ti; y cada noche agradezco por tenerte a mi lado. Gracias bebe, gracias por todo lo que me has dado a lo largo de estos 16 meses. Te dedico esta historia, y todas las que he hecho y haré. Gracias amor.