Entretejiendo los conflictos

Story by Gariel on SoFurry

, , , , , , , ,

#3 of Formas de contar una historia


El estruendo de las armonías, donde trompetas, violines, platillos, flautas y tambores se mezclan, invade la sala penetrando a través de la piel de los escuchas que, embelesados por las mágicas notas, no pueden evitar levantarse y aplaudir cuando el último sonido es emitido.

Erika se pone en pie y no conforme con el batir de sus palmas lanza un silbido tanto a la armonía recién interpretada como al enorme rinoceronte que tan delicadamente hizo brotar del cello sus lánguidos sollozos. Voz grave que no teme el llorar entre las demás voces instrumentales. Esa es la debilidad de la tigresa, se enamora de las imágenes contradictorias que dominan el mundo. Como la de ese rinoceronte, de aspecto bestial y de fuerza marcada entre los pliegues del traje de gala que utiliza; o en el brutal cello de ruda madera y humilde lamento.

Las luces aumentan su intensidad dentro de los cristales de la majestuosa lámpara que pende de la bóveda del teatro. Los destellos cambian de tonalidad formando rayos multicolores proyectados en algunos puntos de los muros e invadiendo las pupilas de los espectadores en esta bohemia noche. Es esta la señal para iniciar el abandono de la sala.

â€"Magnifico, realmente magnifico. Incluso lloré. â€"dice Erika tomando el potente brazo desnudo que Félix le ofrece para custodiarla como buen caballero.

â€"Es cierto, fue muy bello. â€"responde el jaguar mientras salen al pasilloâ€" Debemos salir con mayor frecuencia, por lo menos tú y yo. â€"esta última frase pronunciada con una flexión que imita la seducción.

â€"Por favor, no me vengas con esos cuentos. Tú eres siempre el que se niega. â€"encubriendo con sus palabras el juego que en cada ocasión que se encuentran llevan acabo.

â€"Tienes un defecto mujer, o quizá muchos. Pensándolo mejor, quizá sea yo el defectuoso.

â€"No cariño, tú eres perfecto. â€"dice esto al detenerse justo antes de bajar las escalerasâ€" Pero si, lástima de tu condición. Por lo menos nadie dirá que no hice de todo para convencerte, ¿o no Gariel?

â€"No, en realidad no lo sé. Y creo que no quiero saberlo. â€"ríe nervioso por el comentario de Erika.

Al bajar al vestíbulo lo descubren aún ocupado por gran cantidad de furs que charlan y se toman su tiempo para abandonar el recinto. Se abren paso entre tan ecléctica selva hasta alcanzar la puerta de salida. En su trayecto se vieron obligados a empujar a varios individuos e incluso Julián golpeó con su codo el estomago de un elefante cuando este se giró al saludar a un amigo suyo. En el exterior respiran libres lo frío en la noche, las nubes dejan entrever los tenues tintineos de las estrellas. Aún hay tiempo para los nuevos planes inventados por Erika de los cuales se deslinda el lobo.

â€"Lo siento muchachos pero no puedo acompañarlos. Tengo que escribir el cuento y ya perdí el día de hoy. â€"dice Gariel mientras se quita la chaqueta de Félix y se la entrega.

â€"¿Consideras que pasar una noche con tus amigos es pérdida de tiempo? Me siento indignada contigo â€"responde Erika girando la cabeza imitando la expresión de indignación a la cual se refiere.

â€"Pero tampoco adelanté al trabajo. â€"excusándose el lobo.

â€"No mientas, llevas todo el día pensando en ello. â€"dice reprochándole Félix.

â€"Pensarlo no es escribirlo y es eso lo que quiere el editor. Así que ni modo.

â€"Que aguafiestas. ¿Nos acompañas entonces Félix? â€"pregunta la tigresa al tiempo en que se acerca a él con el falso gesto seductivo.

â€"No mujer, hoy no. â€"le responde alejándola de él con suavidad.

â€"¿Con qué de eso se trata? â€"mirando al lobo y al jaguarâ€" Ustedes dos me sacan de mis casillas. â€"hace una pequeña rabieta y toma el brazo de Julián.

â€"Ni eso ni nada. Yo voy a trabajar. â€"responde rápidamente Gariel.

â€"Y yo a la fiesta de Luis. â€"dice Félix con clama.

â€"No les creo, ¿y tú? â€"le pregunta Erika a Julián. Éste niega con un movimiento de su cabeza complaciendo con ello el juego histriónico de la tigresa, pero creyendo con tristeza su propia respuesta. Siente celos de la posibilidad de que ambos permanezcan juntos.

Los cuatro amigos se despiden cuando el autobús de Gariel arriba. Este sube abordo y deja atrás a lo tres. Lo último que observa en ellos es el brazo de Erika agitándose despidiéndolo. Félix por su parte detiene un taxi, y luego de discutir el monto del viaje con el conductor sube en él, arranca tomando dirección opuesta a la casa del lobo. Al ver este desenlace Julián descansa dejando escapar un suspiro profundo. Durante toda la velada permaneció escuchando el latido de su corazón. Un constante golpeteo que avivaba impidiéndole disfrutar el concierto e incluso la compañía de quien tanto celo le produce. Ahora era como si una carga cayera de sus hombros y su pecho.

â€"Vámonos. â€"le dice Erika. Caminado avanzan por las aún empapadas calles del centro de la ciudad. Las farolas ya resplandecen con su cándido brillo amarillo. Ninguno se dirige la palabra durante el trayecto. Conocen bien la dirección a tomar. El mismo café al cual, como tradición solemne, ha sido punto de reunión desde los años de preparatoria. Detrás de un enorme árbol florido en violeta, una casona antigua abre su portal recibiendo en su patio interior a los comensales que desean tomar descanso a las faenas del día. Las columnas cuadradas sostienen los arcos que delimitan el patio en cuyo centro canta una fuente de cantera con peces rojos y dorados en su interior.

Es pues que luego de recorrer varias calles arriban al establecimiento. Toman asiento en una mesa, la misma de cada ocasión, enclavada en una esquina alejada del bullicio producto de las conversaciones que colman el lugar, sentados ambos bajo una pintura ya decadente por los años, esperando que el mesero se acerque y ofrezca sus servicios. Una pequeña vela en el interior de una cajita de cristal prodiga luz suficiente para encontrar sus rostros en la penumbra. Todo se vuelve cálido.

â€"Ya dilo Julián. â€"comienza Erika durante la espera del servicio.

â€"¿Qué cosa? â€"pregunta Julián sorprendido de la exactitud del comentario de su amiga.

â€"Ya sabes. â€"responde acercando su rostro al de élâ€" Cada vez que lo encuentras es lo mismo. Tienes que aceptar que no va a ocurrir nunca nada con él.

â€"Pero me duele aún así. â€"dice suspirandoâ€" Ya no sé si es por capricho o por que me enamoré de él.

â€"No dudo que pueda ser lo segundo, pero para él tú no eres nada. â€"dice Erika con un tono condescendiente en la vozâ€" Perdona la crueldad de lo que diré pero tú para él no tienes nada que ofrecerle. Él está por encima de cualquiera, no se anda en sentimentalismos sino en lo que le ofrecen intelectualmente.

â€"Es verdad, por qué crees que nunca me he atrevido a decirle nada. â€"a Julián se le quiebra la voz, está en el hilo del llantoâ€" Le escucho hablar y me siento estúpido. Y más cuando dijo eso sobre el amor el otro día. Es demasiado especial, demasiado elevado.

â€"Tú eres inteligente, cariñoso, entregado, amoroso y noble, esto último es tu mayor virtud. Pero para Gariel eso no es suficiente. Peor aún, no le significa nada. â€"dice la tigresa apoyando su espalda en el respaldo de su silla. Un método de defensa para no intervenir en las explosiones emotivas de los demás, no sabe manejarlas.

â€"Sólo Félix cumple los requisitos y eso es lo que me molesta. â€"responde el oso apretando las garrasâ€" Son el uno para el otro, ya veo venir el día en que se presenten ambos como pareja. Me muero si eso pasa.

â€"El único consejo que puedo darte es que te pongas hacer algo al respecto. No sé, quizá buscar a alguien más y dejar de obsesionarte o comenzar a pensar y a ponerte a filosofar como ellos.

â€"Pero aún cuando hiciera lo segundo yo no le gano a Félix. Ya lo ves como es de atractivo y genial, tú misma lo llamaste perfecto. ¿A mi quién me querrá?

â€"Por favor, â€"dice molesta Erikaâ€" no vuelvas a tu autocompasión. Hoy no. Acaso el otro día no ligaste con el mesero de aquí. â€"dice ahora con picardíaâ€" Y estaba presente Félix, así que no me vengas con esas tonterías. Y hablando de él, creo que es el que viene a atendernos.

â€"Me gustaría mucho creer eso. Realmente me gustaría. â€"termina Julián cuando el mesero se acerca a la mesa. Este le ve y sonríe, recibe otra sonrisa como respuesta. Al final de la velada un pequeño trozo de papel viene incluido con la cuenta. Escrito en él un número telefónico y un nombre: Danny. Julián lo mete al bolsillo de su pantalón mientras Erika comenta burlona la conquista que su amigo ha hecho esta noche.

Mientras tanto en la casa de blanca fachada y verde jardín un lobo solitario y atormentado por demonios de toda índole se devana la cabeza intentando recordar todos los eventos que su imaginación ha producido a lo largo del día. Vestido con un pantalón de pijama diferente al de la noche anterior, con un vaso con leche a un lado del teclado y un par de diccionarios en el fondo del escritorio observa con detenimiento cada pulso que realizar el cursor en el monitor. La infinita cantidad de puntitos luminosos que forman las falaces formas de una hoja en blanco y letras impresas le llevan a quitarse los anteojos, depositarlos sobre el teclado y frotar sus ojos como si con ello el sortilegio de la falta de memoria pudiera ser revocado.

Se levanta de la silla y comienza a caminar de un lado a otro de su casa. Mira el reloj y descubre la hora, 10:35 de noche. Lo único que le viene a la mente son los eventos que en este día tuvieron lugar. La llegada inesperada de Félix de madrugada, el sueño que tuvo sobre él y su encuentro en el cuarto de baño, la tarde que pasaron en el museo y la charla en el parque. Ahora se centra su atención a aquellos últimos momentos, a la revelación que tanto le inquietó al escucharla. La soledad de Félix. Gariel lo rememora en el tiempo en que eran jóvenes. Él lo podía todo, era capaz de cualquier hazaña que se propusiera y ante los problemas salir airoso de ellos. Incluso del accidente en el automóvil, ya en la universidad, hizo que le pareciera indestructible. Todos los momentos que tenían incluidos en sí tales ideas parecían brotarle espontáneamente del olvido al que los sumó el lobo.

"Soledad. Félix sintiéndose solo. â€"pensaba para si Garielâ€" No dudaba que tuviera problemas. Supongo que los cotidianos como el pago de impuestos, de los servicios o con la ley. Más con la ley de seguro. Pero sentirse sólo, eso lo pensaba para mi no para él. Me la ha puesto difícil con esto."

Sube a su habitación y se recuesta en la cama. Rememora con los ojos cerrados la experiencia pasada. Comienza a imaginar de nuevo el cuerpo de Félix durmiendo desnudo en la habitación contigua y la fantasía que despertó su pasión hacia él. Luego abre los ojos y se levanta presuroso dirigiéndose a tal habitación. Enciende la luz y la encuentra tal como siempre ha estado, en silencio y apresada en soledad. Revisa los estantes por si no dejó alguna cosa Félix la noche anterior, posteriormente se deja caer en la cama. Inhala profundamente intentando capturar alguna partícula del olor del jaguar. Bajo la tela de su pantalón una erección comienza a emerger. Se le ocurre en ese momento escribir una escena sexual para su historia. Excitado como está baja a su estudio y sentándose frente a su computador escribe lo que sus deseos en ese momento le indican. No le importa si el orden de los acontecimientos se verá afectado, lo que interesa es que tiene algo que decir.

"Helen avanza despacio por entre las penumbras que la luz de la luna forma. El departamento se encuentra en calma y sólo los ruidos de la calle se escuchan cual si se encontrarán muy lejos. La unicornio viste únicamente una camisa de hombre que cubre su torso y parte de sus muslos. A través de la delgada tela se entre ven las líneas de una esbelta mujer.

"De puntillas sale de la habitación. Ha hecho con el mayor cuidado el abrir de la puerta. Apenas un rechinido y un crujir de la madera escaparon. Descalza camina a la sala donde un corcel negro duerme en el sofá. Luego de la riña con Gontrán llevó a su propia casa a Helen y le cedió su habitación para pasar allí la noche. ‘No te preocupes â€"le dijoâ€" ya veras que todo ira bien'. Ella le creyó y ahora se encuentra en el departamento del desconocido que le defendió. Alcanza el sofá donde descansa Andrew y mira su rostro. Un rayo penetra por la ventana revelando sus facciones. Duerme sin saberse que intentan espiar sus sueños.

"Helen acerca su mano hasta rozar con sus dedos la mejilla que recibió el golpe de su antiguo amor. Siente culpa al saber el dolor que por su culpa alguien sufre. Quisiera librar a Andrew de tanto pesar, quisiera que todo volviera al punto en que comenzó y hacer las cosas de tal manera que nada de ello hubiera ocurrido. Sabe que es imposible, así que lo único que puede hacer es agradecer por tamaño bien que le han hecho. Acerca sus labios a los del durmiente y les besa como si fueran las alas de una mariposa. Delicada muestra de afecto que al momento hace que despierte al caballo.

"Descubre en la cristalina mirada de ella sus propios ojos. Ella es sorprendida pero no le importa, quizá era lo que deseaba después de todo. Él levanta un brazo y toma su cabeza para acercarla más y marcar el beso que tímidamente se había iniciado. Ella lo abraza, se deja caer sobre él. Ambos quedan frente a frente descubiertos en la oscuridad que sus ojos encierran. Helen se yergue y desabotona la camisa mostrando sus pechos suaves y perfectos. Andrew levanta su mano y toca uno de ellos. Las yemas de sus dedos recorren su forma, ligeras cosquillas suben hasta ella, luego se detienen en la aureola del pezón que delicadamente se erecta con el calor que uno al otro se dan. Él por sus dedos, ella por el deseo que siente por él.

"Retiran la ligera sabana que cubre a Andrew revelando su cuerpo desnudo. La rodea con sus brazos cuando ella reposa su cabeza en su pecho. El corcel respira el aroma que despide su cabello, mientras ella se sacia de su fragancia masculina mientras escucha los latidos en su interior. Andrew explora el cuerpo de su amante con una de sus manos rudas y fuertes, recorre la tersa piel de su espalda, baja por la cintura hasta alcanzar sus muslos. Las caricias son reciprocas, cada uno se permite ser descubierto por el otro. Ella toca su pecho y abdomen, lo reconoce fuerte y varonil. Los brazos recios y valientes los prodiga en besos.

"Entre las piernas de Helen el pene de Andrew se erecta. Ella lo siente y lo toca masturbándolo finamente. El corcel siente bocanadas de placer con el juego que ella realiza. Con la otra mano juguetea con uno de los pezones de él. Se levanta decidida y manipulando el falo de su amante lo introduce dentro de ella. Él se yergue y quedan ambos unidos a través de sus besos y caricias. Se reconocen sin prisa, exploran y buscan aquellos puntos en que el placer puede incrementar un poco más. Calor y dolor, uno al otro es como tormento al cual la culpa lo hace ser irresistible.

"Helen se deja caer de espaldas mientras Andrew desciende cuidadosamente sobre ella y le penetra con intensidad. Ruge y bufa en cada embestida, ella gime y sonríe. El viejo sofá de madera apenas y resiste los empellones a los que se ve sometido. Cruje y se lamenta mientras ambos amantes se complementan en un final explosivo. Andrew empapado en sudor lanza un relincho espontáneo, pero a pesar de haber culminado mantiene erecto su pene esperando el orgasmo de Helen. Canaliza su fuerza por mantener la constancia hasta que una sacudida en el cuerpo de ella, junto a un pequeño jadeo que escapo de su garganta y la tensión en sus músculos indican que su misión se vio cumplida como en toda ocasión. Sólo que esta vez algo fue diferente. Quería que fuera ella nuevamente feliz."

â€"Definitivamente se nota que soy gay. Centro mi atención en el personaje masculino en lugar del femenino. Pero ¿qué le vamos hacer? â€"se dice a sí mismo Gariel mientras ríe de la descripción que termina de escribir. No conforme, pero satisfecho por lo redactado está noche, apaga el computador y sube a dormir. Por fin han salido de sus recuerdos las memorias del día pasado.

Del otro lado de la ciudad un jaguar pulsa el botón llamando a la puerta. Luis le abre a lo cual Félix entra, y al ver la casa vacía se desconcierta.

â€"¿Y los demás?

â€"Manuel me llamó. â€"responde su amigo cerrando la puertaâ€" Que después de todo celebrarían su cumpleaños en el club. Sólo te esperaba para irnos.

â€"¿Por que no me llamaste al celular?

â€"Será porque lo apagaste durante todo el día. â€"respondiendo con sarcasmo.

â€"Ah si, â€"dice rascándose la cabezaâ€" estaba con Gariel.

â€"¡Por fin! Tanta espera dio resultado.

â€"No digas tonterías. Fuimos con otros amigos a un concierto. Eso es todo.

â€"Bueno, â€"dice mirándolo con recelo el amigoâ€" vámonos que se hace tarde.

â€"Espera, quisiera pedirte que me dejaras dar una ducha antes de irnos. No me bañe hoy.

â€"¿Y así quieres que crea que no hay nada entre ustedes dos? â€"el sarcasmo asoma nuevamente por su voz.

â€"Si. â€"responde clara y secamente el jaguar.

â€"Muy bien. Tienes cinco minutos y ya sabes donde está la ropa. Sólo no te pongas la camisa roja, pienso usarla mañana.

â€"Está bien. â€"grita Félix ya dentro de la habitación de Luis.

Los minutos pasan y Luis se sienta en el sillón de piel que frente al televisor se encuentra. Toma de uno de los estantes a su derecha un libro de relatos épicos y lo hojea recordando la trama. En un capitulo centra su atención. Las aventuras del héroe en sus viajes por el mar y la caída en un isla de terribles bestias donde la escapatoria podrá sólo darla los míticos dioses a los cuales con insolencia invoca. Sin percatarse la caída del agua cesó de repente y una serie de fragancias comienzan a recorrer las habitaciones de la pequeña casa.

Deja el libro cuando la figura de Félix aparece frente a él con la camisa roja que antes le había prohibido usar. La usa desabotonada hasta la mitad de pecho. Se ha vestido con un par de pantalones negros que le ajustaban perfectamente y unos zapatos del mismo color con hebilla en plata. Luis lo mira y sonriendo con una mueca se pone de pie. Entrevé el juego provocativo que intenta lograr Félix en él. Es imposible que de resultado con Luis.

â€"A veces no sé porque somos amigos. â€"dice Luis moviendo la cabeza.

â€"Por que soy irresistible. â€"se acerca a él y lo toca en el hombro.

â€"Pues no para mí. Yo soy todo un hombre. â€"refuta burlonamente.

â€"Pero un día caerás.

â€"¿En serio crees eso? â€"pregunta Luis mientras caminan a la salida.

â€"Por lo menos me da algo en que divertirme. â€"y al momento lanza una carcajada para abrazar luego a su amigo. Se lo perdonan todo uno al otro, parecerían hermanos si no fuera porque uno es un jaguar y el otro una pantera.

â€"Si, lo sé. Y tan bien te conozco que por eso mencioné la camisa roja y no la azul que es la que pienso usar mañana. â€"revela la broma ya cuando la puerta de la casa ha sido cerrada. Porque también sabe que si lo hubiera dicho adentro Félix se cambiaría de ropa sin que pudiera él evitarlo.

â€"Embustero, a un amigo no se le engaña.

â€"Tienes razón. Sólo a ti. â€"es lo último que se dicen antes de subir riendo al automóvil de Luis.

Arranca éste y corre hacia la fiesta en el club que queda a las afueras de la ciudad. Félix mira por la ventana las luces de la ciudad. Ya la humedad en el ambiente se ha desvanecido y el cielo brilla con la intensidad de sus estrellas. Tras su mirada exploradora y festiva piensa con tristeza en lo qué estará haciendo el lobo al que ama. En esta vez será muy difícil hacerlo volver al baúl de los sentimientos. Le ama en verdad, pero desde aquel día en que se acostó con él pareciera que un muro se alzó inquebrantable entre ellos dos.

Ha sido al único al que le ha dicho ‘te amo' y aún así no pueden estar juntos. Sabe que en parte es su culpa y en parte de él. Sabe que lo ama, Gariel sabe que es amado también, pero eso no es suficiente ni para uno ni para otro. "Quizá sea este el drama que nos toca vivir a ambos. â€"piensa para síâ€" Quizá seamos demasiado perfectos. Pero ojala estuvieras aquí, así esta fiesta no sería aburrida como todas." La música de la radio lo retorna a la realidad del automóvil.