Prologo-El justiciero serial

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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Esta noche es la noche. Puedo sentirlo. Mirando hacía el cielo repleto de estrellas, esperando a que mi victima se distraiga. Miró mi reloj. 10:43pm. No falta mucho. Debe hacerse esta noche o ya no tendré otra oportunidad de hacerlo. Si fallo con este el ritual entero podría echarse a perder, y encontrar a alguien con las mismas características me tomaría meses enteros. Confió en la duración de las piezas, pero se que habrá problemas al momento de tratar de unirlas. Deben ser frescas, sin mucho tiempo de haber sido separadas una de la otra. Al menos un mes como máximo. Es el problema de mi ritual, tengo que esforzarme demasiado. Pero dará sus frutos, bastante buenos si me permiten decirlo. Toda mi vida mi mente, mi lado oscuro, ha planificado la que considera su obra maestra. Y debo admitir que es buena.

De un sorbo terminó mi segunda taza de café de la noche. Necesito estar despierto. Es difícil. Paso todas las noches durmiendo hasta tarde. Necesito investigar la rutina nocturna de mi victima, ser su sombra nocturna, una sombra inexistente. Al menos me doy un largo y merecido descanso los fines de semana. Si llego a sentirme mal es por Paulie. Pobre de el. Me ha dado asilo en su casa, junto a otros jóvenes que están estudiando en la ciudad. No es agradable para mi saber que lo despierto tras haber llegado bastante tarde a casa. Quizá ya este acostumbrado, pero aun así la culpa me invade.

Curioso, jamás he podido sentir. Nací sin sentimientos, podría decirse. Pero con Paulie me siento diferente, es la única persona que me ha tratado como si fuera su hijo. Supongo que en lo más hondo de su ser sabe la verdad, y me acepta, algo que nadie haría.

Sacudo mi melena leonesca. Llevo bastante rato esperando. Ya ha salido del bar y viene hacía aca. Lo miro sacando sus llaves. Esta a punto de subir a su auto. La puerta se abre, entra, cierra, introduce las llaves para encender el auto. Toda una rutina. Es ahora el momento.

Antes de que pueda hacer algo, sujeto su cuello con el hilo de pescar. Lanza una expresión de sorpresa, mientras se lleva las garras al cuello tratando de romper el hilo. Pero le es imposible. Esta tensado al máximo. Por más que lo intente, solo se cortará el cuello en vano.

--Billford, por fin estoy frente a usted. Hágame un favor y conduzca hacía la abandonada fabrica de zapatos que usted conoce tan bien.

--No se... de que me habla.

--No es agradable para mi que nieguen los hechos señor Billford. Conduzca o tendré que cortarle los dedos.

Las amenazas son buenas. Hacen reaccionar a todos. El sabe de qué hablo. Comienza a conducir como un bólido, saltándose los altos, rebasando a los pocos autos que hay a esa hora, creyendo que mientras más rápido llegue más posibilidades tiene de salvar su ya acabada existencia.

Pronto llegamos a una fábrica abandonada. Lleva más de diez años en ese estado. Aunque en ese lugar hace unos meses se cometió una infamia. Bajo del auto y abro la puerta del conductor. Saco a Billford y lo ato con un collar para que no escape. El sabe que clase de collar es. Si tira de el, las púas que tiene por dentro perforaran su cuello, causándole un fuerte dolor. Prefiere seguirme el paso. Es agradable cuando veo que obedecen. Humillarlos antes ayuda a que confiesen. Si confiesan, me siento con más fuerzas para seguir.

Al entrar, subimos unas escaleras hasta llegar a unas oficinas. Enciendo un interruptor, que ilumina un par de cuerpos. Lanzo a Billford frente a ellos, quien, horrorizado, cierra los ojos.

Stan Billford. Un lobo adicto al crack. Asesino a dos perros solo por que le causaron repugnancia por ser unos terriers. Matar a uno de los tuyos. No me lo imagino. Supongo que el crack le ha dañado todo el cerebro. Quizá sea divertido verlo pidiendo clemencia.

--Lindo espectáculo, ¿no?

--Por favor, no me haga esto.

--La palabra por favor no es algo que suele salir de su hocico. Debe ser bastante curioso recurrir a ella ahora que es usted la victima.

--Escuche, no se por que hace esto...

--Claro que lo sabe.

Lo tomo del cuello y lo levantó.

--Abra los ojos.

--No...

--Abra los malditos ojos.

--No, por favor...

-- ¡Ábralos o le arrancaré los parpados de un tajo!

De nuevo funciona. Siempre funciona. Me cuesta algo de trabajo a mi también mirar a los dos terriers, despedazados. Sus cuerpos putrefactos, que ya casi parecen polvo.

--Me costó mucho trabajo sacar los trozos de las maquinas. No se imagina también el trabajo que me costó acomodarlos sin que se terminaran de despedazar. Para usted fue tan fácil solo navajearlos y tirarlos ahí. Bueno, ahora las cosas cambiaran.

-- ¡Tú hubieras hecho lo mismo! Se la pasaban denigrándonos, insultándonos. Presumían de sus lujos.

--Lo se, te entiendo.

-- ¿De verdad?--pregunta algo esperanzado, creyendo que puede salvarse.

--Si. A mi también me da una rabia ver a gente como tú presumir de sus crímenes y disfrutar de la libertad.

Saco una jeringa y la encajo en su cuello, inyectándole el sedante. En tan solo un par de segundos cae inconciente.

Miro las estrellas, esperando pacíficamente, descansando después de haber cubierto toda la habitación con plástico. Pienso. A veces siento un poco de remordimiento por las vidas que arruino. Sin embargo, recuerdo lo que mi mentor me dijo desde el día que comenzó a enseñarme todo lo que necesitaba saber. "El asesinato solo tiene una justificación, y es cuando se salva una vida inocente. Por ahora no lo parece, pero al matar a un asesino ya estas salvando a sus futuras victimas". En eso tiene razón. Un asesino es y será un asesino. Hay quienes matan por que se ven en la necesidad, pero no son asesinos. Ser asesino es disfrutar de tu acto. Esa excitación se hace una adicción que no puede parar, y por eso vuelven a matar una y otra vez. Si lo sabré yo.

Comienza a abrir los ojos. Emite sonidos ahogados por el trapo que le puse en la boca. Esta cabeza abajo, con las patas amarradas y sujetadas a un gancho. Comienza a agitarse, tratando de liberarse de las ataduras de sus garras. Me pongo tras de el y vuelvo a inyectarlo, esta vez en la espalda. Después le quito el trapo de la boca.

--No siento mi cuerpo--es lo primero que me dice.

--He procedido con una inyección en la medula espinal. Tu cerebro esta paralizado. Tranquilo, solo quiero que veas. No tienes por que sentirlo.

--Por favor, no haga esto.

--Disfrutaste de matar a esos jóvenes. No voy a correr el riesgo de dejarte ir. Tú sabes, entre asesinos uno reconoce a un colega, y se que tú volverás a matar. Lamento que las cosas tengan que ser así, pero esta es la vida que yo escogí.

-- ¿Cómo puedes hacerme esto si tú también eres un asesino?

--En eso tienes la razón. La diferencia entre tú y yo es que yo estoy haciendo un bien a la comunidad sacando la basura de las calles.

Me siento frente a el. Vestido con algo similar a un delantal que me cubrirá el cuerpo de la sangre. Me pongo el cubre bocas y las gafas de plástico que usan en las construcciones, tomo un cuchillo, y de un solo tajo le abro el cuello de un lado a otro. La sangre comienza a chorrear en todas direcciones, empapándome por completo. Disfruto de esa sensación. Aunque no soy un enfermo que comienza a tener múltiples orgasmos. Solo me siento feliz. Mientras termina de desangrarse, tomo el cuchillo largo y comienzo a cortar su brazo derecho. Será el destino de todo el cuerpo.

Unas cuantas horas después ya no queda rastro alguno del lobo. Solo bolsas de plástico. Mi basura. Solo conservó una parte, guardada en una hielera pequeña. Quito el plástico de las paredes, y dejo todo tal y como estaba cuando llegue. Guardo todo en el portaequipajes del auto del lobo y me voy. Conduzco hasta un sitio abandonado, cerca del río. No suelo tirar ahí mi basura, pero tengo que eliminar también el auto. Después de todo, a nadie se le hará raro ver un auto en el fondo del río.

Miro como se hunde, mientras sostengo la hielera. Es hora de volver a casa. Son las 4:45am. Paulie quizá este preparándome algún aperitivo. De nuevo la culpa. Está enfermo y yo despertándolo a esta hora. Bueno, nunca se ha quejado, incluso a veces nos quedamos platicando o salimos a hacer ejercicio. Quizá no este tan mal después de todo. Aunque se sentirá muy mal si llega a saber que en su ático vive un asesino en serie.

Al llegar a casa, veo un perro entre las sombras del pórtico tomando chocolate. Paulie me sonríe, mirándome con ternura. Se acomoda las gafas y me invita a sentarse a su lado.

-- ¿No es un poco temprano para estar aquí afuera?

--Pues es un poco tarde para llegar a casa, ¿no lo crees?

--Si, pero hace frío, y tú no traes sueter.

--Tú tampoco.

--Si, pero tú estas en bata de baño.

--Y tú con ropa algo sucia. Pareces traer algo entre manos.

--... touche. Digamos que solo somos un par de amigos que toman una taza de chocolate caliente en la madrugada.

--Suena bien. Parece que aceptas acompañarme.

--Lo haré. Solo voy a dejar mis cosas a mi habitación y vuelvo.

Entro a la casa y voy directo al ático, que acondicione para que fuera mi habitación. Hubiera preferido el sótano, pero ese se lo quedo Arthur. Bueno, el ático no esta tan mal. Dejo la nevera en un mueble y bajo.

Me siento a lado de Paulie, quien, como siempre, me da un beso amistoso en la mejilla. Tomo la taza de chocolate y le doy un sorbo.

--Supongo que te quedaste trabajando hasta tarde.

--Soy un león responsable. Debo trabajar bastante duro para ganarme la vida.

--Eso es bueno, no todos en esta casa piensan así.

--Bueno, ellos disfrutan de su vida a su modo, yo lo disfruto al mío.

--Tienes razón. Aun así no es buena idea que te la pases tanto tiempo trabajando. Debes descansar, conocer a alguien. Digo, tienes veintidós años y aun eres virgen.

-- ¿Tengo esa palabra escrita en la frente?

--Se nota a leguas cariño.

Cariño. Es tan lindo cuando lo dice el. Paulie es... simplemente Paulie. El ama a todo el mundo. Y claro, a todos sus amigos les dice cariño, amistosamente claro, por que el solo ama a alguien.

--Si no tuviera tanto interés en eso de que la virginidad es algo especial y esas cosas, hubiera dejado de ser virgen hace mucho.

--Pues tienes razón. Tú primera vez debe ser especial, con la persona que ames.

--Eso va a ser difícil. Me cuesta mucho amar a alguien.

--Debes ser paciente. Encontrar a la persona correcta es algo difícil. La primera vez es eso, la primera de muchas, pero sigue siendo la primera, la que recordaras por toda tú vida.

--Supongo que tienes razón. Pero mejor no hablemos de eso. Tú te ves triste. ¿Pasa algo?

Suspira.

--Volví a discutir con Douglas por lo mismo.

--Y le volviste a dar la razón a Arthur.

--Por que la tiene.

--Pues a veces parece que amas más a Arthur que a Douglas.

--Eso no es cierto.

--Eso parece. Escucha, se que tú quieres que Arthur deje de culparse por lo que paso aquella noche. Pero en lugar de ver las cosas desde los ojos de Arthur, velas desde los ojos de Douglas. Para el es más difícil que para ti.

-- ¿A que te refieres?

--A la impotencia que siente Paulie. El te ve, muriendo lentamente, y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo.

--Bueno, en eso tienes razón. Pero esa no es excusa para que lo trate tan mal.

-- ¿Tú no harías lo mismo si estuvieras en su lugar?

--Pues... supongo que si.

Es curioso, soy un asesino en serie despiadado, que desmiembra a sus victimas, y también soy un gran consejero. Con una palmada en la espalda cambie de tema, y comencé a hablar sobre lo que hice en el trabajo hoy. Nos pasamos un largo rato hablando, hasta que el sol comenzó a salir entre las montañas.

--Ya esta amaneciendo--dice el--. Creo que es hora de volver a la cama.

--Si, Doug se volverá loco si ve que no estas.

--Y tú te volverás loco si no duermes un poco. Trabajas demasiado, te mereces unas vacaciones.

--Lo tendré en cuenta.

Ambos nos levantamos y con un abrazo entramos a la casa, cada quien a su respectiva habitación. Al llegar al ático, aseguro la puerta y tomo la hielera. Aun sigue fría. Voy hacía mi mesa de trabajo y la abro. La mitad de la entrepierna de Billford sigue fresca, tal y como yo la quiero. Y algo más. Su ojo derecho. Mientras que la entrepierna es necesaria para mi trabajo, el ojo derecho es un trofeo para mí. Disminuyo la temperatura de la habitación y abro un refrigerador oculto en la pared. Tres frascos llenos de formol se encuentran dentro, los tres con otros miembros. Tomo uno, que es la pata de un rinoceronte. Fue difícil de cortar si me lo preguntan.

Me vuelvo a sentar y la saco del formol. Tomo la entrepierna y miro ambos miembros. A mis cuatro victimas algo las une, los hace uno. Son diferentes. Y esas diferencias son las que marcaron el porque se hicieron mis victimas. El rino fue el primero. No fue un golpe fácil, pero necesitaba hacerlo primero con el. Así funciona mi ritual. Mi mentor así me lo explico. Guardo de nuevo la pata en el formol y la meto al refrigerador. Saco dos frascos solo con formol, uno para la entrepierna y el otro para el ojo. Necesito preparar la entrepierna de Billford para que dure lo suficiente, igual que el ojo. Tomo una aguja e inyecto un líquido que evitará la descomposición. Después comienzo el tratamiento para conservarla.

Sonrío. Mi cerebro se divide. Mientras una parte trabaja con la entrepierna, el otro disfruta de los recuerdos de Billford. Mi león malvado. Con el que he hecho una fuerte unión. Si, matar me hace feliz. No me excita, solo me hace feliz. Mi mentor me hizo darme cuenta de eso. Soy especial. Soy diferente de los otros asesinos. El placer de matar no me mueve, sino la necesidad, el instinto. Yo no me críe como asesino, no influyo ningún aspecto en el ambiente a mí alrededor. Yo nací así. Nací como un asesino, y un evento en mi infancia solo despertó a mi yo oscuro. Los demás asesinos suelen ser simplemente una entidad, una personalidad que pasa de tranquila a violenta por diversos factores. Yo no. Yo tengo un yo malvado. Dos personalidades que se han hecho una. Un asesino perfecto podría decirlo. Mi nombre es Daniel Callaway, pero mis amigos me dicen Dany, y mi primera victima me dio un nombre especial después de explicarle por que iba a morir. Me llamo El Justiciero Serial. Supongo que... podría tener razón.

Nota del autor.

Tranquilos, esto es solo un prologo de una historia que haré en el futuro. La hice bastante rápido. Esto pues el domingo saldré al DF para estudiar, y estaré algo ocupado con lo del departamento, la falta de Internet y los primeros y más pesados días en la universidad. Así que para que no se aburran, les dejo esta historia para que la lean y comiencen a formular sus teorías sobre de que va a tratar más adelante. En fin, para hacerlo más corto, nos vemos dentro de unos días con el siguiente capitulo del Lobo Guardián, ya en su tercera temporada, y que al parecer los tiene bastante impacientes. Prometo no tardar. Por mientras, saludos a todos mis lectores. Nos leeremos pronto.