Cada lugar cae en su tiempo

Story by Gariel on SoFurry

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#2 of Formas de contar una historia


Sombras se proyectan a lo largo de la arboleda que enmarca la entrada del museo de arte. A los lados, intercaladas entre los árboles, se encuentras diversas esculturas realizadas en diversos materiales. Madera, metal, roca, cristal, elementos que armonizan a su paso con la naturaleza de los jardines sombreados donde prosperan multitud de flores y arbustos que dan sabor y olor a las brisas que de vez en vez recorren la ciudad.

Gariel y Félix avanzan sobre las baldosas de piedra opaca que conforman la ancha calzada hacia la puerta de ingreso al inmueble. No se encuentran solos, varios furs vienen y van, charlando entre si o en soliloquios incognoscibles. Ambos amigos recorren lentamente observando y señalando ya con desdén ya con admiración algunas de las obras expuesta en intemperie. Al fin, luego de varios minutos alcanzan las metálicas puertas del edificio. Grabados por dentro y por fuera reseñan sin palabras un mito inventado por el escultor. Amor y odio, deseo y miedo parecen descarnar los personajes inmortalizados.

Ya en el interior contemplan sin palabras el soberbio mural que da la bienvenida. Trazos y colores inundan la percepción. Siluetas y cuerpos en huida se elevan por los cielos oscurecidos donde un rayo de luz blanca desciende interceptando la tierra y partiéndola bajo los pies de los atemorizados testigos de un final tan catastrófico. Félix maravillado camina hasta la vitrina que explica la obra.

â€"Se llama "El retorno a la consciencia". â€"pronuncia mientras continúa leyendo para sí el contenido de la ficha.

â€"Aunque todo es tan realista... entiendo su significado. â€"apenas piensa Gariel esto se le escapa en un murmullo.

â€"Y tú que no querías venir, entremos. â€"se le acerca Félix y tomándolo del brazo lo obliga a desprenderse de la visión de la pintura.

Recorren las salas admirando los lienzos y las esculturas. Opinando cruzan corredores en los que el sol entra a través de las ventanas y las puertas que salen a las terrazas interiores. Cuidadosa organización de las obras evita que se dañen a causa del medio ambiente.

En un momento Félix se separa de su acompañante y se encamina apresurado a la siguiente sala, ha dejado a Gariel sentado en una gradilla dispuesta para el descanso de los visitantes mientras contemplan una obra en particular. El lobo no se entera de que se ha quedado solo, se zambulló en sus memorias y fantasías hace tiempo, regresando a la vida a sus aún endebles personajes.

Será de mañana â€"se dice mientras se recuesta en la banca y cierra los ojosâ€" el ángulo en que caen los rayos del sol dará esa iridiscente claridad al día. Unas cuantas nubes en el cielo no pronostican lluvia sino un agradable clima templado, quizá fresco por la tarde. Algunas aves pequeñas se posarán sobre el tendido eléctrico y silbarán una melodía que podría ser catalogada como alegre.

"Andrew salió a caminar. Es un domingo, esa es la razón de que es encuentre a esas horas en la calle. Si fuera algún día entre semana estaría en el taller reparando los vehículos que los clientes de la agencia automotriz le llevan para comprobar su buen estado. Recodará que no le agradaba esa labor, que prefería cualquier actividad que no le ensuciara las manos y la cara, y mucho menos necesitara utilizar tan horrendo overol gris. Pero dos años después y la jugosa comisión que recibe cada mes lo han disuadido.

"Al salir de su casa tomó dirección rumbo al norte. Se dirigía al centro comercial, podría almorzar allí y quizá por la tarde ver una película. Pero su plan fue oportunamente disuadido cuando en el cristal de un automóvil encontró su imagen y del otro lado la radiante sonrisa de la unicornio Helen. Primero se mostrará turbado, eso la hará reír. Luego él reirá con ella y la saludará inclinando la cabeza dejando que el mechón de su crin caiga nuevamente sobre su rostro. Ella responderá el saludo con un casi imperceptible asentimiento y cerrando delicadamente sus ojos.

"Tomará el caballo conocimiento de Gontrán en el asiento del conductor y decidirá, como experto en situaciones peligrosas de esta índole, alejarse continuando su camino. El unicornio levantará la ventanilla que había sido bajada por Helen y comenzará un fuerte diálogo:

"â€"Eres una maldita perdida y lo sabes. â€"le increpa el unicornio.

"â€"Yo no hice nada â€"responde Helen.

"â€"¿Nada? â€"espeta enfurecidoâ€" Te parece poco insinuarte a ese estúpido caballo. Me das asco.

"â€"No me insinué. â€"dice con voz apenas alteradaâ€" Fue cómico lo que ocurrió y me reí.

"â€"No mientas. Te gustó. Yo también reconozco a alguien apuesto cuando lo veo. â€"la actitud de Gontrán parece la de un desquiciado.

"â€"Era atractivo si, lo admito.

"â€"Con que sí. â€"dicho esto Gontrán enciende el automóvil, acelera y dando una vuelta en U corre hacia el norte hasta encontrar a Andrew..."

â€"¿Soñando despierto otra vez? â€"pregunta irónico Félix al encontrar a Gariel recostado.

â€"Es tu culpa. â€"dice levantándose prestoâ€" Tengo trabajo y tú me sacas a pasear.

â€"Ya, no te enojes. Salgamos ¿quieres?

El sol no es tan luminoso como antes. Algo eclipsaba su fulgor y deja inacabadas las sombras en los árboles. Las nubes que durante varias semanas se negaron a llegar a la ciudad ahora se acumulan. El viento a pesar de todo no anuncia la inminente precipitación. Es un descanso que se le otorga a la tierra.

Gariel consulta su reloj. Las cuatro treinta de la tarde. Aún es temprano para el concierto prometido por tanto desconoce lo que tiene planeado el jaguar para pasar el tiempo. Caminan sin rumbo. Félix parece ser el que guía la expedición. Cruzan primero una ancha avenida, osada aventura que le hace pasar al lobo cuando. Corren intentando ganar el paso a un pesado camión. Cláxones y maldiciones son el rastro que dejan los automovilistas en su veloz marcha.

Doblan la calle y se adentran en barrio con construcciones históricas. Félix va señalando algunas casas que aún conservan la soberbia con la que fueron edificadas. En ocasiones recuerda algún suceso histórico acontecido en tal domicilio y lo revive animadamente con sus expresiones y mímicas. El lobo asiente y ríe con cada cosa que hace su amigo, llegando a olvidar incluso sus preocupaciones hacia él.

Yendo y viniendo avanzan por las callejuelas antiguas. Algunas veces retornaban a un punto en que ya habían estado, mientras que en otras tenían la certeza de encontrarse perdidos en un espacio tan pequeño. Continuamente alzan la mirada y leen los nombres de las calles. Nombres de personajes importantes o eventos sobresalientes, unos los reconocían y otros les eran nuevos. Al fin, sin tener noción de cómo, llegan a un parque algo escondido y con una seña de la cabeza el jaguar invita a adentrarse en él y a descansar. Gariel le sigue sin chistar.

Bajo los arboles de perenne follaje y el césped algo descuidado ambos se recuestan. Llevan varias horas caminando y están exhaustos, bien podrían caer dormidos pero el sentido común los ínsita a no hacerlo. El lobo voltea hacia su derecha y encuentra el rostro de Félix observándolo. Se sorprende lo cual hace que se sonroje. El jaguar sonríe con ello. Gariel se acomoda para poder verle mejor y ambos quedan enfrentados.

â€"¿Por qué me ves? â€"pregunta el lobo.

â€"¿Por qué no? â€"recibe como respuesta.

â€"Es incomodo. â€"dice mirándolo a los ojos.

â€"Lo es si quieres que lo sea. â€"señala calmado. â€"Pero no lo es para ti, de lo contrario ya te hubieras volteado.

Similar situación fue cuando se conocieron aunque la amistad tardó varios años en formarse. Hacia mediados del primer año de preparatoria por motivos desconocidos los juegos de mesa tuvieron su lugar en la moda de los jóvenes. Una de aquellas tardes, en medio de las horas muertas entre clases, comenzaron las diversas partidas. En un rincón del aula se jugaba a las damas por el otro al bagamon, pero al lobo se interesó por el ajedrez. Sólo tres chicos rodeaban la mesa de juego. Gariel se acercó cuando la partida llegaba a su fin. El jaguar había ganado de nuevo.

Nadie quería tomar partido de nuevo así que el lobo tomó asiento. Las piezas blancas fueron su elección y se abrió el combate. Aperturas y movimientos torpes, cual de los inexpertos en esa área, fueron los que dominaron la partida. Avanzaba el juego y ninguno parecía dispuesto a perder. Anticipación y buenas elecciones realizaban. Y fue cuando hizo su aparición un movimiento no esperado. El jaguar dejaba en jaque a su contrario.

Gariel estaba desconcertado, levantó la vista hacia su oponente y lo encontró mirándolo. Sus ojos azules y su sonrisa jamás pudo olvidarlas. Mas admitir un enamoramiento por algo tan simple le era humillante, consideró pues que toda la carga emocional tuvo su origen en las experiencias mutuas que pasaron ambos. Crisis y aventuras, aficiones y pensamientos. Pasaron los años y se convirtieron en los grandes amigos actuales. Tanto fue así que un accidente casi rompió su amistad. Sólo una vez Gariel le ha ganado a Félix, fue esa tarde cuando jugaban ajedrez y cuando se conocieron en realidad.

â€"No Félix. No. â€"cuando lo dijo se incorporó sentándose sobre la hierba. Algunas hojas quedaron prendadas en su pelaje y ropas.

â€"Pero ¿por qué no? ¿Qué te asusta? â€"pregunta tomando igual posición que el lobo mirándolo enternecido.

â€"Ya te lo dije. â€"responde girando su cabeza pero con los ojos en el sueloâ€" Yo a ti te necesito como amigo, no como amante.

â€"Se puede ser las dos cosas â€"replica el jaguar.

â€"Sabes bien que no. Ni siquiera queriéndolo eso resulta.

â€"Eres un aguafiestas. â€"y al decirle eso le besa en la mejilla. Gariel se recuesta luego sobre el hombro de su acompañante quien le abraza. Ambos permanecen quietos algunos minutos. Hay silencio.

Por una calle el aullido de una patrulla, en otra dirección los sonidos característicos del trafico vehicular. Un grupo de niños gritan y lanzan sonoras carcajadas cuando ven a los dos machos en actitud tan inusual. Cerca de allí un reloj repiquetea señalando que han dado las seis de la tarde. El cielo es más negro aún y un viento frío sacude las copas de los árboles. Torrencial lluvia se acerca a la ciudad.

El lobo se estremece. El jaguar al darse cuenta de ello se quita la chaqueta y se la coloca a Gariel. Este intenta rechazarla pero la insistencia de Félix termina doblegándolo. Ambos se levantan y dan marcha atrás a su anterior caminar. Alcanzan la avenida y esperando unos momentos ven llegar el autobús. Simultáneamente las primeras gotas de lluvia arrecian intempestivamente. Por la ventanilla se observa la tormenta no pronosticada.

Los dos toman asiento y guardan silencio incomodo, ese que llama a hacer evidente lo conocido. Cada uno dirige su atención a un punto diverso. Gariel hacia los furs que corren tratando de guarecerse; Félix al muchacho que apoya su cabeza en el cristal y que casi ha caído dormido. Sin poder manejar más tiempo el silencio el lobo inicia una conversación.

â€"Aún no me haz dicho por qué viniste anoche.

â€"Si te dije. Para visitarte. â€"responde aliviado. No todo está perdido.

â€"Esa no fue respuesta. Fue una excusa que ni tu madre te creería. â€"dice con sarcasmo.

â€"Bueno, bueno. Me sentí solo. ¿Satisfecho? â€"explica como si le hubiera sido arrancado un terrible secreto. Pero Gariel sabe que es parte de su actuación melodramática habitual.

â€"¿Solo? ¿Cómo? Eso es raro hasta para ti.

â€"No tanto. Tú lo dijiste en la mañana: mi personalidad no concuerda con quien soy. â€"esta respuesta le deja intranquilo. Regresa a mirar por la ventanilla, con su garra limpia el empañado cristal. La tormenta arreció con rapidez, ahora ha producido encharcamientos y corre el agua por las calles. Por fortuna el autobús les dejará casi frente a la sala de conciertos y no tendrán que mojarse demasiado, en esto piensa el lobo con un deje de melancolía.

â€"Por cierto, nos encontraremos en la sala a Erika y a Julián. â€"dice el jaguar cambiando el tono de la charla. Gariel lo contempla con desconcierto. â€"De ellos fue la idea de ir al concierto. De hecho compraron las entradas para los cuatro. La verdad es que no estabas invitado, iba a llevar a Leandro pero... bueno, eso es por qué te visite. Nos peleamos; de nuevo.

"Que si yo era un cualquiera por meterme con cualquiera. â€"el jaguar se ríe por la forma en que expresó aquelloâ€" Yo le reproché de que quien era él para juzgarme, siendo que dejaba por las noches a su mujer y a su hija para venirse a acostar con un "cualquiera". Que solamente somos un pasatiempo mutuo y que no me viniera con celos y ni mucho menos con enamoramientos.

"No subestimes la fuerza de un león. Te lo aconsejo. Lanzó un golpe durísimo. No me hizo nada, lo esquivé fácilmente, a pesar de todo no es muy ágil, pero rompió el muro. Desgajó un pedazo grande y ni se inmutó siquiera. Allí fue cuando me asusté. Lo bueno es que se fue enseguida. No sé si le entró la culpa o realmente le dolió pero tomó su saco y salió azotando la puerta. Ahí fue cuando me sentí solo y fui a buscarte."

Gariel escucha con atención el relato de su amigo. Jamás imaginó que pudieran presentarse tales problemas en la vida de Félix. La hacía como la mejor vida, sin preocupaciones, llena de goces y sin remordimientos. Ahora le parece más real de lo que esperaba. Que quizá no lo podía todo, que no era tan poderoso como para que se cumplieran todos sus deseos. Mira su recio rostro y sin pensarlo es él quien ahora le besa en la mejilla.

Quisiera gritarle que le ama, que es todo para él, pero no puede. Gariel lo conoce bien como para saber que no sería más que problemas y dolor, Félix es un espíritu libre. Y también sabe que él le conoce y entiende que un lobo estepario no es buena compañía para un jaguar. Además, Félix no se enamoraría nunca, él es alguien que tiende al placer, a la novedad y a lo prohibido. En cuanto el lobo aceptara sería despreciado, quizá no con la altanería que el jaguar usaba para sus conquistas de una noche pero si con una indiferencia que le calaría a Gariel por mucho tiempo.

â€"Lo lamento. â€"dice el lobo con fingido pesar â€"Sabía que te estabas encariñando con él.

â€"Para nada. â€"y se echa a reír â€"Qué no oíste que éramos una diversión mutua. Yo nada más tengo ojos para ti y para ese jovencito que se ve tan lindo dormido. â€"dice esto mientras con la mirada señala al joven que dormitaba unos asientos adelante.

â€"Y así quieres que te dé el si. â€"espeta fingiendo molestia o quizá descubriéndola â€"Ah y gracias por servirte de plato de segunda mesa con esto del concierto. Me alagaste.

â€"Si, ¿cómo si algo así te molestara?

Luego de casi una hora llegan a la sala de conciertos. El día finaliza y los rayos solares se han extinguido sobre las nubes cargadas de lluvia. En las puertas de la sala, refugiados bajo el techo los esperan una tigresa vestida de azul y un oso. Félix atrae su atención desde la calle agitando los brazos, mientras Gariel lo sigue algo detrás ya que el jaguar se puso a correr en dirección de sus amigos.

â€"¿Ya viste a quien trajo? â€"dice Erika al oso mientras saluda de lejos a los recién llegados.

â€"Si, y eso confirma mis sospechas. â€"responde mal humorado Julián al ver al lobo con la chaqueta del jaguar.

Félix y Gariel saludan a sus amigos mientras esperan que las puertas de la sala se abran y les permitan el paso. Gariel se siente incomodo al ver el vestido de Erika y la formalidad de Julián. Un evento de este tipo amerita un atuendo determinado, pero sabe que es tarde para cambiar las cosas. Además es culpa de Félix por no indicarle la importancia de este evento.

â€"Que gusto verte Gariel. Poco falta que te conviertas en hongo por no salir. â€"bromea Erika.

â€"Es lo que le digo. Pero que está muy ocupado, que no sabe que escribir, que si los extraterrestres. â€"continúa la broma Félix.

â€"Ya entendí. No tienen que burlarse de mí. â€"se defiende el lobo molesto.

â€"¿Y Leandro? â€"pregunta Julián al jaguar.

â€"No me lo recuerdes. â€"espeta fastidiadoâ€" De hecho, ya no lo recuerdes. Es historia.

â€"Como todos, o me equivoco. â€"señala con sarcasmo el oso.

â€"No, no siempre pasa eso. â€"captando el mensaje en su mirada sínica.

Erika les entrega sus boletos cuando la señal que indica que las puertas se han abierto y es permitido el ingreso se hace sonar. Los furs se encaminan hacia las diversas entradas. El cuarteto sube las escaleras laterales hasta el palco donde se encuentran sus asientos. Se llegan a la puerta indicada en su boleto y entran. El escenario se les presenta en su totalidad, Erika se ufana por su buena elección. Toman asiento; Julián en una de las sillas traseras, justo detrás de la tigresa, haciendo que Gariel se siente al lado de Erika mientras Félix quede al lado del oso.

Cuando la función inicia dos de sus espectadores no miran el escenario.