Fantasmas del pasado, segunda parte

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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#21 of El Lobo guardian


Capitulo 20: Fantasmas del pasado, segunda parte.

Muchas veces hemos escuchado frases como "hay que mirar hacia delante y no hacia atrás" o "no te preocupes por el pasado, sino por tu presente", y otras similares, que tienen en común el pedir que olvidemos nuestro pasado. Sin embargo, tras analizarlo bien, y por experiencias personales, uno se da cuenta de que es incorrecto olvidar el pasado y seguir adelante como sin nada, pues el pasado es lo que nos ha hecho lo que somos, y un simple cambio, como decirle hola a una persona, nos hubiera hecho personas totalmente diferentes.

Podemos enterrar nuestro pasado cuanto queramos: cambiar el sitio donde vivimos, el nombre, la conducta, lo que sea para dejar de ser quienes éramos. Pero enterrar nuestro pasado como si fuera un difunto solo provocará que este tarde o temprano reviva como un muerto viviente, para acecharnos y buscar destruir la vida que tenemos. Ellos, los fantasmas del pasado, siempre están presentes, esperando el momento para volver al presente con la esperanza de regresarnos a la vida de antes.

En su habitación, Alfred mueve el mueble donde tiene sus relojes, después quita del suelo tres trozos de madera falsos, dejando descubierta una caja fuerte con dos cerraduras. Tienta detrás de su mueble y saca una llave del compartimiento pequeño donde la guarda. Saca de un cajón del mueble otra llave. Introduce ambas en las cerraduras y las gira hacía el centro al mismo tiempo. Después jala la tapa hacía arriba, dejando ver tres carteras para 20 tarjetas. Una la tiene repleta de identificaciones y carnets de conducir, con fotos de diferentes leones, nombres y firmas. Busca una tarjeta que no tiene foto y la saca, para luego cerrar la caja y ocultar de nuevo su escondite.

Mientras tanto, James saca de un compartimiento secreto del armario un baúl con pelucas, bigotes y barbas falsas, anteojos y demás accesorios. Le pone una barba y una peluca canosa, y unas gruesas gafas. Lo pone en la pared y toma la cámara digital de Alfred, para luego tomarle la foto.

Alfred mueve una de las paredes y revela una habitación secreta, con una computadora y una impresora. Enciende la computadora y, tras unos minutos de espera, abre un programa y comienza a introducir los datos que Frank le dio, para luego tomar un par de formas y ponerlas en la impresora. Tras imprimir la hoja y falsificar los sellos de autenticidad con una maestría sorprendente, James saca la memoria de la cámara, la pone en la impresora e imprime la foto que le tomo a Frank. Con una enmicadora especial, James pega la foto a la identificación falsa. Después le ajusta la peluca y le da una leve palmada en la mejilla.

--Listo caballero, ahora eres Marcos Torre Monte mayor. Disfruta tu nueva identidad.

--Gracias chicos.

--Lo que me tiene intrigado, es que como supiste de esto--dice Alfred.

--Al, soy actor. Noto al instante cuando alguien uso desmaquillante.

--... solo me maquillo cuando necesito verme más viejo.

--Lo se. Por eso supuse que hacías todo esto. Mi pregunta es por que.

--Cuando investigas drogas o corrupción no es buena idea usar tu verdadero nombre.

-- ¿Y que esto no es delito?--pregunta al ver la identificación.

--No mientras nadie diga nada. Y es por una buena causa... salvar mi trasero. El mundo no sería lo mismo si yo no estoy.

--Eso es cierto bebe--James lo abraza y lame su cuello.

--Además tú lo harás por una buena causa--dice Alfred, pues ya Frank le había explicado lo que quería hacer--. Aunque no entiendo por que escogiste estos datos.

--Monte mayor es un actor retirado. Tiene VIH y desde que lo supo se convirtió en un ermitaño. Solo su hermano y un par de amigos saben donde esta viviendo. Dicen que ya le queda poco tiempo de vida, por que no siempre toma sus medicamentos. Fue un excelente actor, y como era muy temperamental, era el villano perfecto para toda obra. Es una pena que no haya podido trabajar con el. En fin, el punto es que quiero que sea el fundador de una asociación encargada de apoyar económicamente a los infectados de VIH. Bueno, eso es lo que todos creerán. Así cuando mueran lo recordaran por mucho tiempo.

--Eso es bastante noble de tú parte--señala James--. Solo debes tener mucho cuidado. Si descubren que todo es falso podría haber problemas.

--Para eso estoy yo amor. Mira--comienza a explicarle Alfred--, esta es el acta de nacimiento de Monte Mayor--le muestra el acta falsa--. Es actual, así que dirás que perdiste la anterior y pediste esta. Te pedirá otros papeles, como comprobantes de domicilio y otras cosas, pero como eres ermitaño, dirás que un miembro de tu familia trabaja aquí y te abstendrás de darle tu dirección. Te dará una forma que tendrás que llenar y firmar, pero como no tenemos tiempo para la firma, te pondremos un yeso falso en la pata para que firmes con tú nombre con la otra, así que la letra no será igual. Tengo varias cuentas de banco, eso es delito, en las que vas a depositar tu dinero, para que luego yo la deposite a la cuenta de banco de tu asociación, que también es un delito. Pedirás que se de a conocer la asociación después de su muerte, para que no le vayan a decir nada al verdadero Monte Mayor. Después de que tú pongas tú dinero, yo me encargaré de que se divulgue la palabra una vez que se conozca la asociación.

--De acuerdo, muchas gracias Alfred--le agradece Frank. James le pone un yeso falso para aparentar--. Iré de inmediato, para evitar más problemas.

Frank sale de la habitación, mientras Alfred y James dejan toda la habitación como antes. James abraza por la espalda al león y lo hace sentarse con el en la cama, sobre sus piernas.

--Eres de lo peor bebe--le dice James.

--Si, y tú siempre estás dispuesto a ayudarme.

--Bueno, si vas a prisión iré yo también. Así podremos pedir la misma celda, y no me preocupare por la visita conyugal.

--Eso es bastante bueno. Disfrutare la prisión entonces. Puedo pasar toda la vida en prisión si tú estas ahí.

-- ¿De veras?--lo acuesta y se acuesta sobre el--Leoncito malo.

--Si, muy malo. Lo bueno es que tengo a mi tigre para que me controle--le acaricia el pecho.

-- ¿Controlarte? Pero si soy igual o más travieso que tú.

--Si, y por eso puedo satisfacer mis locuras contigo con toda tranquilidad. Y no vas a negar que te encanta que lo haga.

--Bueno, en eso tienes razón. Este leoncito me queda bastante bien. Es dulce, trabajador, todo un perver. Me alegra tanto que con cada día que pase me de cuenta de que tenemos algo más en común.

--Tienes razón, somos casi iguales. Prácticamente pensamos lo mismo.

-- ¿De veras? Entonces dime que estoy pensando ahora mismo.

--Pues...

En la sala todos observan a Frank con su atuendo que lo hace ver un poco mayor. Alan y Harturo miran el acta y la identificación. Parecen tan reales.

-- ¿Y dices que Alfred las hizo?--pregunta Harturo, a lo que Frank asiente con la cabeza--Pues es bastante bueno. Esa es una ualidad que no conocíamos de nuestro hermano leonesco.

--Alfred se tiene muchas cosas escondidas--dice Alan--. Me pregunto que hará ahora--de repente alcanzan a escuchar la puerta de la habitación de Alfred cerrarse y ponerse el seguro--. Vale, eso contesta mi pregunta.

--Es algo peligroso amor, ¿estas seguro de que quieres hacerlo?--pregunta Erick algo preocupado.

--Tranquilo amor, ya Alfred me explico lo que tengo que hacer. Es por una buena causa.

--Causa que no nos has dicho--le recuerda Alex.

--Bueno, quiero iniciar una fundación que apoye económicamente a los infectados de VIH, pero quiero que sea otro el que ponga su nombre, un actor retirado, para que se le recuerde. Así le hago fama y mantengo mi acto en secreto. Los actos de caridad se deben hacer en secreto, no públicos.

--En eso tienes razón--le apoya Daniel.

--Pero bueno, me voy por que se me hace tarde. No tardo amor--se mira en el espejo y se ajusta la peluca, para luego salir de la casa.

Una vez que se ha ido, comienzan a platicar sobre lo que esta por hacer, y a reírse por el atuendo. Sin embargo, están bastante impresionados por el enorme corazón de Frank. Erick no hace más que sonrojarse por todas las cosas que le dicen a el sobre el buen novio que tiene.

Alfred cierra la puerta y pone el seguro. Mira a su lobo, sentado en la cama, esperándolo.

--... creo que esto es lo que estas pensando.

--Pues que bien me conoces--estira los brazos hacía el--. Ven aquí leoncito malo.

Alfred corre y se lanza a los brazos de James. Ambos caen a la cama dándose un apasionado beso. Alfred comienza a desabrochar la camisa de James, para después quitársela ágilmente. Levanta los brazos para que James le quite la suya. Hecho esto, ambos acarician el pecho desnudo del otro, con calma, con dulzura, sin romper el beso que ahora se están dando, disfrutando este momento. Alfred pasa constantemente su garra sobre el corazón de James, disfrutando al sentir sus latidos acelerar cada vez más. Siente su calido aliento recorrer su rostro. James se encuentra bajo la misma sensación. El calido aliento de su león recorre su rostro y llega más allá. Sus garras, que ya conocen a la perfección el cuerpo desnudo de su león, acarician con delicadeza en ciertas partes, mientras que en otras presiona un poco, todo para causarle una sensación placentera al acariciar su cuerpo desnudo. Alfred siente un escalofrió recorrer todo su cuerpo. Esa es su debilidad, las suaves garras de James, que saben donde y como tocar su cuerpo para hacerlo estremecer. Lanza suaves gemidos ahogados por el beso que aun no ha querido romper, que lo enlaza con su amado lobo. Las garras de James llegan a su cintura, para luego bajar a su pantalón y comenzar a acariciar su trasero. Por su parte, las garras de Alfred siguen sobre el pecho de James, sobre el pecho que ha sido la más suave almohada durante las muchas noches que durmió con el. Siente su pelaje pasar entre sus dedos, siente como se contagia por su calor. Lo besa más apasionadamente.

No soporta ni un momento más. Alfred rompe el beso y comienza a bajar, pasando su lengua por el pecho de James, para luego seguir a su barriga. Le quita rápidamente el pantalón junto con el boxer. Comienza a lamerle su miembro semi erecto, a lo que el lobo le responde con largos y profundos gemidos. Acaricia sus muslos, para luego meter a su boca el miembro del lobo totalmente erecto. James se aferra a las sabanas, sintiendo la calida y húmeda lengua del león recorrer de la punta a la base. Rápidamente comienza a segregar algo de pre, que Alfred bebe, excitándose más con su sabor. Se quita el pantalón junto al boxer sin parar de mamar el bello miembro de su lobo, que se siente preso por la placentera sensación que lo invade cada vez que la lengua de Alfred recorre de ese modo su miembro. Comienza a jadear tratando de recuperar el aliento mientras soporta el placer que le esta causando su león. Alfred comienza a mamar la punta de su miembro, mientras masturba rápidamente el resto. Siente su lengua pasar sobre la punta de su miembro una y otra vez. Se deja llevar, y antes de darse cuenta, sin poder evitarlo, comienza a eyacular dentro de la boca de Alfred, que se apresura a beber todo el semen que puede. James se muerde el labio para callar el gemido.

Tras pasar su lengua repetidas veces para limpiar el miembro de James, Alfred se pone de nuevo sobre el, más específicamente con su entrada alineada al miembro de James. Lentamente comienza a descender, introduciendo el miembro de James en su ano. Ambos gimen con cada pulgada que va entrando. Poco a poco, el grueso miembro del lobo termina entrando en el ano del león, quien gime al sentir la punta presionando su próstata. Espera un momento, para luego comenzar a subir y bajar rítmicamente, gimiendo ante cada entrada y salida del miembro del lobo. Se recuesta sobre su pecho, sin parar de embestir contra el miembro de James, gimiendo cada vez más fuerte. James lo sujeta por la cintura y lo ayuda con las embestidas. Siente las garras de Alfred recorrer de nuevo su pecho, acariciándolo con dulzura, lo que lo impulsa a acelerar el ritmo de las embestidas. Sus cuerpos comienzan a sudar, y ese olor que a ambos les encanta los excita mucho más. Sus pelajes pronto se empapan, y su sudor se mezcla con el del otro. James siente el calido aliento de Alfred en su cuello, como gime cerca de su oído, sus fuertes garras acariciar su pecho con la mayor dulzura posible. De algún modo siempre sabe como excitarlo más, pues sin que se diera cuenta ha aumentado el ritmo y la fuerza de sus embestidas. Los gemidos de ambos se hacen más fuertes. James comienza a acariciar el trasero de Alfred, mientras el muerde su oreja suavemente. James siente como su miembro se llena por completo de semen. Introduce de golpe el bulbo de su miembro, lo que le saca un fuerte gemido de placer a Alfred. Segundos después comienza a eyacular dentro del león, quien, a causa de la presión en su próstata y el calor que le provoca el semen del lobo, también eyacula sobre el pecho de James. Ambos lanzan un fuerte y largo gemido, mientras sienten como todo su cuerpo se estremece. Comienzan a jadear tratando de recuperar el aliento. Alfred se desploma sobre James, ambos felices por lo que acaban de sentir. Con cuidado, James comienza a sacar su miembro. Alfred gime de nuevo al sentir el bulbo salir. Se recuesta sobre el pecho de James, acariciándolo y besándolo. James lo abraza y besa su cabeza.

Ambos se quedan en cama, disfrutando ese momento a solas. Les gusta quedarse así después de hacer el amor. Esos momentos los unen más. Tratan de disfrutarlo todo lo posible, pues por alguna razón, sienten que puede ser el último.

Frank tiene algunos problemas para escribir su nombre con la otra pata. Sin embargo, al jaguar que esta frente a el no parece molestarle, pues ve que su otra pata esta rota.

--Y dígame señor Monte Mayor, ¿Qué lo hizo decidir iniciar este proyecto?--le pregunta el jaguar, que ya ha escuchado toda la idea de Frank.

--Pues--comienza a contestarle imitando su voz--, siento que debo hacer algo bueno por mi vida. Desde que me recluí en mi nuevo hogar, no he hecho nada productivo. Después me di cuenta de que era muy egoísta, no pensaba en los niños que estaban infectados. Entonces, si ya no puedo hacer nada para arreglar mi vida, haré lo posible para arreglar la de ellos. Aunque el gobierno actual apoya económicamente a quienes tienen VIH, algunos, como los niños que no tienen hogar, no pueden ser ayudados tan fácilmente. A ellos y a quienes necesiten el apoyo serán bienvenidos.

--Debe ser bastante difícil iniciar algo así. Necesita mucho dinero para contratar personal médico, y las medicinas no son baratas.

--Lo se, pero ya encontré algunas nobles personas que me ayudarán. Después, con la bondad de la gente, lograremos salir adelante.

--Pues déjeme decirle que lo que hace es muy noble. Yo vi casi todas sus películas, y por como actuaba con la prensa, lo imagine como una persona muy amargada, sin ofender. Pero ahora me doy cuenta de que es casi como un santo. Me parece injusto que haya contraído VIH.

--Bueno, a veces uno necesita una buena lección para cambiar. Si, fui algo malo en mi pasado, pero ahora quiero cambiar.

--Muchas personas se le van a ir encima cuando sepan lo que hizo.

--En eso se equivoca. Mire, se que sonará raro, pero quiero que se anuncie mi fundación después de mi muerte. No me pregunte por que, solo hágame ese favor.

--Bueno, nunca me habían pedido algo así, pero veré que puedo hacer.

Frank le entrega la forma. El jaguar la revisa y asiente.

--Bien, todo esta en orden. Entiendo que no quiera dar su dirección. Y pues ni como pedirle un autógrafo, pero creo que esto es mucho mejor. Por lo demás yo me ocupo--ambos se ponen de pie. Con cuidado se dan un saludo de despedida--. Mantendré su anonimato hasta el día de su muerte, y déjeme decirle que lo admiro por lo que ha hecho.

--Muchas gracias. Hasta luego.

--Hasta luego.

Frank le da la espalda y se apresura a salir. Ya se siente incomodo con el disfraz. Trata de pasar desapercibido, caminando encorvado y callado. Finalmente llega a su auto, donde se quita todo el disfraz sin que nadie lo vea. Sonríe para si. Logro lo que quería, y eso lo hace sentirse tan realizado.

Alex se encuentra acostado en su cama, mirando hacia el techo. Agradece que no tiene nada de tarea el día de hoy.

--No era tan mala esa vida, ¿o si?--se pregunta--Casi no podía verte, pero al menos sabía que estabas bien. Aunque debe estar molesto por que no logre llegar a donde el me dijo--saca de debajo de su cama un dibujo y lo mira con mucha atención--. Las cosas hubieran sido diferentes si hubiera tenido más cuidado--pasa su garra por el dibujo de un pequeño león negro.

Guarda el dibujo y piensa en su papá, en el biológico. Ha pasado tanto tiempo. Su tío solo decía pestes de el. Sin embargo, es un niño, y su curiosidad muchas veces le gana. Desea saber como era, por que se fue, si pensará en el. No lo culpa por haberse ido, pero tampoco justifica esa acción. Lo único que desea es encontrarlo. Si después de eso quiere quedarse con el o no, le es indiferente. Solo desea encontrarlo. Solo desea saber quien es.

Esa noche, durante la cena, todos se encuentran hablando sobre el maravilloso proyecto de Frank, maravillados por su caridad y preocupados por que Alfred comienza a influir en el.

--En primera, yo no le dije nada, el me pidió la foto--se defiende Alfred de las acusaciones en broma de Erick sobre su influencia--. ¿Por qué todo lo que hago es delito para ustedes? Hago identificaciones falsas y es delito, me meto a propiedad ajena y es delito, soborno a trabajadores del gobierno por información y es delito, entro en la base de datos de una compañía y es delito. Prácticamente no puedo dar un paso sin que sea delito. Diablos, mi abuela me lo dijo muy claro, "no seas periodista, se un stripper, ganas más y es divertido"

-- ¡Te contrato!--grita Alan, a lo que Zashi le reprocha en broma.

--Preferiría menearle la cola a Bush antes que a ti gatito domestico, y tu sabes lo mucho que odio a Bush.

--Bueno ya--los detiene James. Abraza a Alfred y besa su mejilla--. Ya están haciendo que mi leoncito diga tonterías.

--Si amor, defiéndeme de este enfermo depravado sexual.

--El punto aquí es que Frank se arriesgo mucho--les recuerda Erick--. Si alguien descubre que todo es falso irán directo a el, y luego contra Alfred.

--Puedo fingir que tengo un desorden de personalidad. Iría por unos meses a un psiquiátrico para luego salir medicado y seguir con mi vida de excesos y delitos. Y a tú novio lo puedo sacar después, con un buen abogado que me debe un favor.

-- ¿En serio? ¿Fotos de que le tomaste?--pregunta Frank.

Alfred baja la cabeza y simula que esta esnifando cocaína.

--Lo termine ayudando a salir de su adicción. Por eso me debe el favor.

--Tú si que sabes hacer amigos Alfred.

--Gracias. Pero aun así, no creo que lo descubran. Si eres un ermitaño no creo que tengas mucho contacto con la gente. Lo que debes hacer ahora es mandar tu dinero a mis cuentas, y yo de ahí a la cuenta de tú fundación.

-- ¿Y como harás eso?--pregunta Alex.

Alfred pone sus codos sobre la mesa y recarga su cabeza en sus manos, mirando hacia el techo.

--Ah... conozco un banquero que me debe un favor.

Al decir eso mira a todos en la mesa, con una sonrisa de inocencia en su rostro. Cualquiera que no lo conociera y lo viera en ese momento, juraría por su vida que este león no es capaz ni siquiera de matar una mosca. Sin embargo, en el fondo tiene también un león más frió, calculador e incapaz de sentir. Muchas veces ha agradecido esa ventaja suya, el control que tiene sobre lo que el llama lado bueno y lado malo. Es como si viera el mundo desde dos perspectivas diferentes, y eso, más de una vez, le ha salvado la vida.

Lejos de ahí, en una casa abandonada, solo una luz se puede ver por la ventana. Dentro, vemos una mesa iluminada por una vela. Se ven recortes de periódicos, al parecer, un poco viejos. Las notas que más resaltan son el suicidio de un policía y el accidente y desaparición de un joven. Sin embargo, palabras claves están cortadas.

Sentado del otro lado de la mesa se encuentra un extraño leyendo las notas. Cubierto con su traje es imposible saber quien es. Todo el tiempo lleva ese traje. Es su miedo de ser descubierto lo que lo obliga a llevarlo a todos lados. Su paranoia lo ha recluido en esa casa, pues tiene miedo de que algún vecino en la ciudad lo vea y lo reconozca. Sin embargo, aquí, alejado de la ciudad, su miedo de que algún viajante lo vea es la razón por la que lleva ese traje. Ha perdido por completo la razón. Solo el brillo de sus ojos puede verse.

Mira las notas, como tratando de situarse en los hechos que esta leyendo. Quiere asegurarse de que dicen lo que había leído la última vez que las leyó. Pasa sus ojos con avidez por las letras. De repente se da media vuelta en su silla giratoria y enciende otra vela, que ilumina ciertos planos y varias fotos, donde aparece muchas veces un león. Le ha estado siguiendo por semanas, y el nunca lo noto. Tenía que comprobar su rutina para adecuarla a su plan. Sin embargo, el león es más inteligente de lo que pensó, pues lo que al parecer fue una falta de rutina, se convirtió en algo más. El león solo cambiaba el orden en que hacía las cosas, más siempre era la misma rutina. Le costo mucho trabajo encontrar la clave y predecir la rutina que llevará el día que inicie su plan. Todo tiene que salir bien. Todo debe ser perfecto. Acabará con su vida sin tocarle un solo pelo.

Al día siguiente, en el receso, Alex se encuentra con sus amigos en el patio, viendo a los de mayor grado jugar soccer. Ellos aun son chicos para poder entrar a jugar, pero Rafa les dijo que viendo podrán aprender también. Así que desde hace días se quedan el receso viéndolos jugar. Memorizan sus movimientos, las jugadas, las acciones que generan una falta. A veces es mejor aprender viendo que bajo la practica.

De ellos solo Roberto sabe jugar, lo que se puede decir, bien. Juega los fines de semana en el parque con su papa. El viernes que se queden en casa del papá de Roberto irán con ellos a jugar un poco.

Sin embargo, algo tiene intranquilo a Alex. Desde donde esta sentado puede ver su salón. Hace un momento, mirando por casualidad, vio alguien entrar, al parecer un adulto. No le dio importancia. Pero ahora que ha vuelto a mirar se da cuenta de que sigue ahí. Trata de verlo bien, y descubre que es un tigre... y que lo saluda.

--Chicos, voy a ir al salón a dejar mi dinero en mi mochila--les dice.

--Vale, aquí te esperamos.

Alex se levanta y, una vez que esta fuera de la vista de sus compañeros, corre hacia el salón. Alcanza a ver que el tigre desaparece de la ventana. No puede perderlo, tiene que hablar con el. Llega al pasillo que lleva a su salón y presta atención a todos los que van por su camino, por si llegará a haber salido. Sin embargo, no ve a ningún tigre.

Se detiene frente a la puerta del salón, sin aliento. Se apoya en el marco, mirando hacía el suelo. Pero al levantar la mirada no hay nadie en el salón. Solo algo en su banca, algo que le incomoda mucho. Camina lentamente, y encuentra una carpeta y un frasco de medicinas. Abre la carpeta. Es un informe medico. No entiende muy bien lo que dice, pero reconoce el nombre del doctor que lo hizo. Al final de la carpeta viene una nota.

"Querido Alex, lamento tener que decirte esto, pero no tuvimos los resultados esperados. Debes tomar dos pastillas cada 12 horas para controlar tu mal. Créeme que hubiera deseado que las cosas fueran diferentes. William te manda saludos"

Lo único que le alegra de la nota es el final, saber que el esta bien. Hay muchas cosas que aun le ocultan, pero para el William es muy importante. Siente un alivio, que no durará por mucho tiempo. Toma el frasco. Recuerda los estudios que le hicieron antes de que fuera mandado a Madrid. Al menos le alegra tener por fin los resultados. Sin embargo, como le explicará a su papá esto. Una crisis a su edad lo matará, así que tendrá que encontrar un modo de hacerlo notorio, pero sin que descubra la verdad. Guarda las cosas en su mochila y sale del salón.

Sin que lo note, lo que parece ser un tigre observa a Alex salir del salón. Más de una vez se ha lamentado que las cosas hayan pasado así. El no tiene ninguna culpa, y esta por sufrir un castigo que no merece. No fue suya la idea, pero se arrepiente de haberla apoyado.

Alfred se encuentra en su habitación frente al mueble de sus relojes. Lleva unos lentes de aumento especiales para este tipo de reparaciones. Sujeta unas pinzas, y con mucho cuidado pone un pequeño resorte en la maquinaria del reloj que esta reparando, que acaba de comprarle al dueño de una tienda de antigüedades. James esta acostado en la cama, leyendo una revista.

--Sabes--comienza a decir Alfred--, creo que debo llevar a Alex con mis padres. Deben conocer a su nieto. Podríamos pasar de paso a ver a tus padres. Hace tiempo que no vamos.

--Suena bien, aunque creo que debes presentarles a Alex sin mí--Alfred se sorprende un poco--. Se que te gustaría que estuviera ahí, y aunque soy ya de la familia... eso es importante, y siento que no voy a encajar bien en ese momento.

--Bueno, no te voy a reprochar de que no quieras ir. Podrías ir en ese rato a tú casa a ver a tus padres, y de paso hacer algo de comer para que vayamos.

--Por mi esta bien. Extraño cocinar con mamá. Además a mi hermanito le gustaría conocer a Alex.

--Si, también tengo que visitar a mi cuñado. Aun me sorprende que sea cuñado de un niño.

--Sabes que la vida a cada rato nos sorprende--se levanta y lo abraza por la espalda--. Te puso en mi vida sin razón aparente.

-- ¡Hey! Cuidado, no es fácil encontrar en el suelo los resortes. Además, si mi memoria no me falla, que nunca lo hace, yo no se quien fue el acosador que me siguió hasta mi escuela.

--Ah, ahora te arrepientes de que haya ido--le lame el cuello.

--No, pero no puedes negar que eso asusta un poco. Existen métodos más sutiles.

--Si, las estupideces que uno hace por amor. Tuve que renunciar a mis amigos, a mi casa, a mi ciudad, todo por seguir a un leoncito bastante atractivo e inteligente.

--Y no olvidemos el hecho de que ni siquiera sabías si era o no era homosexual.

--Era un riesgo que debía correr. Además resultaste gay, y estamos juntos desde entonces, así que no te quejes.

--No me estoy quejando. ¿Tengo cara de que me estoy quejando?

--Pues--lo mira--, tienes cara de que quieres un beso.

--Brujo, adivinaste. Eso explica por que me hechizaste con tu encantadora personalidad.

Los dos sonríen, para luego besarse dulcemente. Tras romper el beso, James le lame la nariz.

--Solo tengo una pregunta, ¿Cómo sacaras a Alex del país?

--Ya conseguí los papeles.

--Déjame adivinar, un amigo que te debía un favor.

--... brujo. Pero si, me debía un favor y facilito bastante el trámite.

-- ¿Hay algo que hayas hecho legalmente?

--Si modificar las calificaciones para pasar la escuela es legal...

-- ¡Alfred!

--Es broma, es broma. Claro que he hecho cosas legalmente. Pero sabes que no me gusta seguir las reglas.

--Si, ya me he dado cuenta--se ríe un poco para volver a acostarse--. Debería castigarte más seguido.

--Eso resultaría bastante divertido. Me alegra no tener una pareja que me salga con que hoy le duele la cabeza.

--Yo diría que a veces me duela, pero no precisamente la que puede verse a simple vista.

Alfred lo mira fingiendo sorpresa.

--Goloso. Y luego dicen que yo soy el enfermo depravado sexual, solo por que una vez quise usar correas de cuero.

-- ¿No es bastante para saber por que?--Alfred hace como que no escucho--Además ya te he dicho que no me molestaría usarlas.

--Es lo bueno de haber conseguido alguien igual que yo. Compartimos ideas, sueños, deseos, fantasías. ¿Alguna vez has deseado matar a alguien?

--Alfred..

--Es broma. Pero a mi si, y ya tengo planeado como.

--Mejor ponlo en una novela. Eres bueno en eso.

--Es cierto. Debí estudiar criminología, pero no soy bueno con las ciencias exactas. Además me gusta más escribir.

Se escucha la puerta de entrada. Hoy fue turno de Sam de ir por Alex. Fue volando por que es un tacaño que no quiso pagar la gasolina. Alfred y James salen a recibirlo. Pero al ver todos a Alex con las gafas se ríen.

--Púdranse, es un buen hobby. Hola hijo, ¿Cómo te fue hoy?

--Bien. Como todos hicimos el trabajo de hoy, la maestra nos leyó un cuento y nos dejo jugar en el salón.

--Que bien, es bueno que seas trabajador--le apremia James.

--Eso me lo pego papá--abraza a Alfred.

--Y aun tengo mucho que enseñarte peque.

--Iré a dejar mis cosas. Tío James, ¿me dices cuando este la comida?

--Estaba viendo que hacer cuando llegaste. Yo te aviso.

Alex sonríe y corre a su habitación. Alfred abraza a James y lo besa.

--A mi también me avisas amor. Tengo que acabar con ese reloj o luego me da flojera.

--Eso no es raro en ti amor.

Alfred le lame el cuello y le da una nalgada para luego volver a su habitación. Alex por lo tanto, revisa su mochila. Saca la carpeta y el frasco de pastillas. Necesita un lugar donde esconder sus cosas, para que nadie lo encuentre. Toma unas tijeras y corta un pequeño orificio en el costado del colchón, ahí guarda la carpeta. El frasco lo esconde en el fondo de su closet. Ya memorizo la receta. Solo espera que nada malo pase, pues si llega a abrir la boca y Alfred descubre su origen, podría tener muchos problemas.

Ya entrada la noche, en un departamento bastante familiar, un tigre mira un programa de televisión. En una mesa con un montón de papeles hay algo con apariencia bastante peculiar: un ligre. Lleva unos lentes, y lee los informes que un toro le había entregado hace ya tiempo.

--Hoy fui a ver a Alex--le dice al tigre para hacer algo de conversación.

--Supongo que le entregaste las medicinas.

--Las necesita. A su edad una crisis podría matarlo.

--Es lo único que salió mal. No esperábamos que esto pasara.

--Pero paso, y ahora debemos cargar con las consecuencias. El es tan inteligente, es único. Me sentiría fatal si algo malo llega a pasarle.

--Se termino convirtiendo en un arma de doble filo. Pero no hay nada que podamos hacer. Llevas años planeando esto, no puedes tirarlo todo por la borda ahora.

--Lo se. Espero que sea capaz de encontrar un modo de decirle a Alfred lo que tiene.

--Lo encontrará. Pero cambiando de tema, aun sigo sin entender por que necesitamos la ayuda de Alfred.

--El arma más fuerte que se ha ideado es la palabra, y Alfred sabe bien como manejarla. Sabes que aun tengo cuentas pendientes con ellos.

--Bueno, en eso tienes razón. Pero resulta irónico que le pidas ayuda a la persona que más odias.

--Odio es una palabra bastante ambigua. No preciso de matar a Alfred para vengarme. Tengo mejores planes en mente.

-- ¿Cómo separarlo de James?

--Es posible. Es a quien más ama, y perderlo le destrozaría el corazón. Aunque...--mira por la ventana y suspira--... me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes.

--Pero no lo son.

--No... no lo son.

Termina de leer las hojas y mira por la ventana. Desearía que Madrid no estuviera tan iluminada, para así poder ver las estrellas, con la esperanza de que las cosas fueran como antes.

Viernes por la tarde. Las nubes avecinan una fuerte tormenta. Alfred acaba de llegar con Alex a la casa de Roberto. El lleva algo de comer, y lo más seguro es que los demás ya estén ahí.

-- ¿Recuerdas el número de emergencia?--le pregunta Alfred mientras lo lleva hacía la puerta.

--Si papá.

-- ¿Y mi celular?

--Si.

-- ¿Y el número de la casa?

--Papá, los recuerdo. Hemos hecho esto gran cantidad de veces. No tienes por que preocuparte tanto por mi.

--Soy tú padre, se por que te digo las cosas.

--No te preocupes, estaré bien.

--Me gusta preocuparme, así puedo tomar tranquilizantes y dormir con facilidad.

--Se supone que es malo mezclar medicamentos y alcohol.

--Mientras no me lleven al hospital todo es perfecto.

--El tío James se enojará si te escucha hablar así.

--Si, se enoja por todo. Pero es que también se preocupa por ti, como todos. Ahora--le da una chamarra--, usa esto si hace mucho frío en la mañana. Se avecina una tormenta.

--Vale.

Llaman a la puerta. Unos segundos después abre un dragón de aproximadamente 13 o 14 años.

--Tú debes ser Alex. Soy Adri, el hermano de Roberto.

--Nunca me ha hablado de ti--le dice Alex.

--Ordenes de papá. Hay muchas cosas que no debemos decir. Pero pasa, te llevaré a la habitación de Roberto, ya están tus otros amigos ahí. No se preocupe señor, mi papá esta fuera por el trabajo, pero yo me haré cargo.

--Se que los dejo en buenas manos.

--Si considera buenas manos un joven de trece años--Alfred no parece muy conforme con lo que dijo--. Es broma, los cuidare bien.

--Vale. Vengo por ti mañana en la tarde hijo.

--Oki.

--Ven, te llevare a su habitación.

El dragón cierra la puerta. Alfred siente las primeras gotas de agua comenzar a caer. Decide regresar a su auto antes de que la lluvia caiga con más fuerza. Pero antes de poder llegar algo lo deja helado. Del otro lado de la calle, con un abrigo largo y sobrero de hongo, la inconfundible figura de Ottelo. El ligre que tantos problemas le causo. Sin embargo, como si de una alucinación se tratara, desaparece después de que pasa un autobús. Su cerebro le ha de estar jugando una broma bastante pesada. Olvida la escena y vuelve al auto.

Ottelo, oculto tras un árbol, observa a Alfred irse en su auto. Fue buena idea dejarse ver, así le plantará la duda y lo hará dormir intranquilo por un par de días. Pero debe concentrarse en lo que vino a hacer. Presta atención a la ventana del cuarto de Roberto. Segundos más tarde, ve aparecer al pequeño león abriendo la ventana. Se alegra verlo, saber que esta bien. Las cosas no son como las había planeado, el no tiene por que pagar por los errores de otros, pero al menos valió la pena. Es único.

Mañana del sábado, 10:45 a.m. Todos se quedaron hasta tarde hablando sobre lo que hicieron esta semana. Alex esta en casa de Roberto. Un severo dolor de cabeza taladra al león, algo poco usual.

James comienza a despertar. Acaricia el pecho del león.

--Buenos días amor--dice James.

--Buenos días. ¿Dormiste bien?

--Nunca he tenido malos sueños desde que duermo contigo.

--Bueno, eso me alegra. Así se que cuido de ti despierto y dormido.

--Se supone que el que cuida soy yo.

--Trato de devolverte el favor.

--Devuélvemelo con un beso, con eso me basta.

Alfred sonríe y cumple su petición. Le acaricia la mejilla y lo besa, mientras James le acaricia el pecho. Al romper el beso, se miran a los ojos y se abrazan.

--Bebiste mucho anoche. Te iré a preparar un café.

--Uno bien cargado estaría bien.

--Eso no es normal--se levanta y se pone un pantalón corto--. No entiendo por que bebiste tanto, no eres así.

--Me dieron ganas de saber que se siente. Sabes que me gusta experimentar--miente. La imagen de Ottelo seguía molestándolo, y un buen exceso de alcohol lo ayudo a quitarse la sensación de miedo por un tiempo... hasta ahora.

--Pues no es buen experimento--le lanza una camisa--. Sal de la cama ya flojo.

--No quiero--se tapa por completo.

James se ríe y jala la sabana, ganándole al esfuerzo de Alfred por sujetarla.

--Sal de ahí flojo. Ya casi debes ir por Alex.

--Ve tú. Yo tengo resaca.

--Yo debo ver que voy a cocinar para esta tarde. Ya es tardísimo, tengo cinco horas para decidir.

James se pone un pantalón corto y sale de la habitación. Alfred decide quedarse un poco más, esperando no ser atacado por la cruda moral. Si, quizá ya debe ir por Alex. Se pregunta la cantidad de cosas que habrá hecho el pequeño león blanco. No se preocupa. Se preocupará cuando tenga 11 años y el sexo sea su tema de mayor interés. Quizá entonces cuando se reúna con sus amigos lo que harán será ver pornografía ligera en Internet y llegue a masturbarse junto con sus amigos, robarle una tarjeta de crédito para poder entrar a sitios de paga, o tener su primera vez a los 14 o 15, por curiosidad, con una sexo servidora. Eso último estaría bien. Quizá así aprenda los cuidados que debe tener en una relación sexual, y no embarace a su novia a los 19 años por accidente. "Si llega a contagiarse de algo sabrá que no fue por hacerlo con una prostituta, sino con alguien de confianza con quien no uso condón", piensa, idea que comparto con el. Nunca confió en las clases de educación sexual de las escuelas, pues son afectadas por la censura de quien las imparte, siempre diferente de acuerdo al pensamiento de la persona. Nada mejor que la práctica.

Se levanta y entra al baño para darse una ducha. Mientras deja que el agua moje por completo su pelaje, sigue pensando. La idea de ser buen padre se le ha metido mucho en la cabeza. Sabe que Alex es muy inteligente, pero aun hay cosas que el no ha decidido saber, quiere aprenderlas cuando sea la edad, y el sexo y las drogas son dos de ellas. Alfred nunca se drogo, y no tiene intenciones de hacerlo. Sin embargo, siempre existirá la pregunta en su mente de cómo se sentirá. Inevitablemente el hombre, aunque lo niegue, tiene deseos de experimentar todo lo que este a su alcance, en especial durante la adolescencia. En esa época, la sensación de poder comerse al mundo provoca siempre una rebeldía, un rechazo a todo tipo de normas. Muchos jóvenes se drogan por que sus padres les dijeron que no deben. Alex puede ser inteligente, pero también ingenuo, y su mente lo traicionará en esa edad. Su ligera paranoia lo hace creer que es necesario comenzar a pensar las cosas que ha de decirle cuando llegue el momento de hablar sobre cosas serias. Por ahora decide pasar más tiempo con el. En cuanto pueda lo llevará a conocer a sus nuevos abuelos, y después estar con el a solas para fortalecer un lazo que ya esta bastante sólido.

Alex se levanta del enorme charco de lodo en que acaba de caer mientras jugaba soccer con sus amigos. Se sacude los brazos para quitarse el lodo de su pelaje, mientras escucha las risas de los otros tres. Se acerca a ellos y para desquitarse sacude su melena, empapándolos.

-- ¡Oye! Yo no puedo resssfriarme--le reclama Roberto mientras se quita el lodo.

--Tus escamas te hacen aguantar más. Además solo fue algo de lodo--le contesta Alex--. Y se lo merecen, por burlarse. Pude haberme roto un brazo o algo.

--Escuche que tú papá es bastante dramático--dice Rafa--. Creo que ya te lo pego--los tres vuelven a reír.

--Bueno ya, no se burlen de Alex--dice Eduardo--. Puede que sea pésimo jugando soccer, sin ninguna clase de instinto felino, y que ni siquiera le pueda pegar al balón, pero no hay que burlarse de el.

--Gracias Eduardo, pero creo poder defenderme solo.

--Yo solo decía.

--Además soy bueno jugando. El problema es que esta todo muy resbaloso, y no apoye bien mi pata. Pero eso no quiere decir que sea malo. A cualquiera le puede pasar.

--Sssi, en essspesssial a ti--se burla Roberto.

--Un día "escamas"... oye, es buen apodo, ¿Por qué no lo pensé antes?

--Me gusta "escamas"--le apoya Eduardo.

--A mi también--añade Rafa.

-- ¿Qué? A mi no me gusta "escamas". ¿A ti te gustaría que te dijera "plumero"?--señalando a Rafa.

--Seré "plumero". Aunque mejor "plumas".

-- ¿Podemos dejar lo de los apodos para después?--pregunta Eduardo que trata de dominar la pelota--Quiero jugar.

--Ammm... creo que yo no puedo seguir--dice Alex, que acaba de ver el auto de Alfred--. Papá llego por mí.

-- ¿Qué? ¿Tan pronto?

--Es medio día. Hagan algo de provecho. Pueden ir más tarde a casa si quieren. Solo avisen antes, a papá no le gustan las visitas inoportunas. Es medio perfeccionista.

--Alex--escucha que le llama--, trae tú pequeña cola de león aquí, es tarde.

--Hola señor Sherford--le saludan los otros tres. Alex se despide de ellos y se apresura a llegar con el.

--Mira como estas. ¿Cuántas veces te he dicho que no te metas al lodo?

--Fue un accidente. Me resbale.

--Me resbale. Un par de nalgadas es lo que se necesita.

-- ¿Qué?

--Nada, nada. ¿Quién los estaba cuidando?

--Adri, el hermano de Roberto, pero tuvo que regresar a la casa por algo que se le olvido.

--A su edad me imagino que habrá sido. Pero en fin, ¿te divertiste?

--Si, estuvimos viendo películas casi toda la tarde, luego jugamos un rato.

--Me alegra que te hayas divertido. Puedo traerte más tarde cuando acabes la tarea.

--No, quiero quedarme en casa. Cuando sea mayor me arrepentiré de no haber pasado tiempo contigo.

--Eso tenlo por seguro--ambos suben al auto--. Será mejor que te quites la camisa o te vas a resfriar.

--No veo que tiene de malo. Digo, no iría a clases, pero terminaría haciendo las tareas y los trabajos de ese día.

--Aun así, nunca es bueno enfermarse. Vas a llegar a bañarte por que estas lleno de lodo.

--Oki.

Arranca el carro y se dirigen de vuelta a casa.

Varios minutos después llegan a casa. Alex corre directo al baño por que comienza a darle frío. Alfred entra con el diciendo en broma que lo va a bañar por que esta muy sucio.

--Invades mi privacidad--le dice Alex mientras Alfred le quita la camisa mojada--. ¿A ti te gustaría que hiciera lo mismo?

--Los dos somos leones. No tienes absolutamente nada que yo no tenga.

--Aun así, invadir mi privacidad es como un insulto para mi persona.

--Mencióname un padre que no se meta en la vida de sus hijos. Pero anda, mejor hazlo tú solo. No quiero que piensen que soy un depravado.

Alex se ríe y le da la espalda mientras se baja el pantalón. Pero Alfred se fija en algo que no había visto antes. En su espalda, a la altura del hombro derecho, tiene una marca, la mitad de lo que parece un corazón. Trata de controlarse, pero le cuesta mucho trabajo. Le da una palmada en la cabeza a Alex y sale del baño, mientras el corre a su habitación. Se sienta en el suelo tratando de pensar las cosas. "No, no puede ser posible. Las probabilidades de que algo así pasen son nulas", piensa. Sin embargo, frente a el tiene las pruebas. Se quita la camisa y se para de espaldas frente al espejo. Debajo de su hombro derecho tiene una marca similar, la mitad de un corazón. No comprende como algo así pudo pasar. Si fuera un lunar u otra cosa no se preocuparía tanto, pero ante una casualidad tan grande, solo existe una razón para que tenga una marca así... Alex es su hijo.

El pasado esta ahí, sentado, observando, esperando. Aguarda por el momento correcto para aparecer en nuestras vidas y cobrar las deudas pendientes, nuestros errores que nunca tuvimos el valor para pagar, nuestras tareas que nunca tuvimos el deseo de terminar, nuestras promesas que nunca pudimos cumplir. Ellos son los fantasmas del pasado, verdaderas almas en pena que realmente son capaces de herirnos en lo más hondo de nuestras almas. Sin embargo, a veces atamos estas almas a nuestro mundo sin saberlo. A ellos no les importa. Su hambre de venganza no tiene límites ni compasión. Arruinarán la vida de quien sea si eso los ayuda a descansar.

Nota del autor

Capitulo final de la segunda temporada. Llegar a este punto me llena de orgullo. Saber que pude mantener viva una historia como esta, y mantener la atención de tantos lectores, es una razón importante para sentirme cada vez más realizado. He escrito por más de un año, y el resultado es una saga que a muchos les ha gustado y les ha ayudado. Pero bueno, a lo nuestro. En este capitulo no di un mensaje largo, sino que concluí el mensaje de la primera parte. Alfred se ha dejado llevar por el pánico, al saber que tiene un hijo, y que ha estado viviendo por semanas con el. Es la representación de una grave falta que cometió hace años. Ahora deberá afrontar sus responsabilidades o su pasado arruinará su vida por completo. Desafortunadamente se ha generado un conflicto de intereses que veremos en el próximo capitulo, pero que seguramente ya conocen. Por ahora concluyo esta temporada con este capítulo, mientras preparo la siguiente, El Legado del León.

Y debido a que soy un hombre al que le gusta dar las gracias a todo, no puedo despedirme por ahora sin darles a mis lectores un agradecimiento enorme, por todo el tiempo y toda la paciencia que han tenido para seguir leyendo mis historias. Un escritor nada sería sin los lectores que le dan sentido a su trabajo. Del mismo modo agradezco a mis amigos, que digo amigos, hermanos, que han sido pilares importantes en mi vida, que me han apoyado hasta el cansancio, siempre pendientes de cómo me siento y dispuestos a todo lo que este a su alcance para ayudarme.

Pero sobretodo, y no se ofendan los demás, gracias a ti amor, que has sido parte importante en mi vida, el principal pilar que me mantiene en pie. Tú, que a pesar de mis errores me has perdonado, que has estado apoyándome desde el principio, que has sido mi mejor amigo, hermano, consejero y pareja. Te dedico como siempre esta historia, para seguir agradeciéndote infinitamente por el apoyo y el amor que me brindas. Te amo mi lindo tigueshito James n.n gracias amor.