Crónicas de la Frontera: Capítulo XIII

Story by Rukj on SoFurry

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#15 of Crónicas de la Frontera

Bueno, pues (¡por fin!) traigo el decimotercero capítulo de Crónicas de la Frontera ^__^

Antes de nada, lo siento muchísimo porque me haya costado 2 meses actualizar la historia, pero en serio, últimamente no he tenido tiempo para hacer nada y... bueno, mucho menos para escribir ^^U

El capítulo es bastante largo y tiene muchas conversaciones; yo diría que, después de todo lo que ha ocurrido en los últimos capítulos, los protagonistas se merecían un pequeño descanso, ¿no? Pues eso. Además, Raon y Jarek todavía tienen que averiguar cuál es esa misión que todo el mundo quiere que cumplan...

Como siempre digo, muchas gracias por leer y, ¡espero que os guste! =D


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Rukj abrió los ojos lentamente, todavía sin haber unido completamente los retazos de su conciencia, sintiendo un desagradable sabor a hierro inundando todos y cada uno de los rincones de su boca. No era la primera vez que recobraba la consciencia después de haberla perdido en alguna pelea, por lo que hizo caso de los pocos vestigios de racionalidad que quedaban en su mente y decidió tomárselo con calma antes de realizar ningún otro movimiento. Con la vista fija en el borroso techo de la tienda, trató de mantener la frialdad ignorando el acuciante dolor que sentía en la nuca y el ardor que recorría su pecho e intentó agudizar sus sentidos al máximo, al menos dadas las circunstancias, para averiguar qué era lo que había sucedido. Le costaba acudir a sus recuerdos y la cabeza le dolía terriblemente si intentaba acceder a ellos, por lo que simplemente dejó que el tiempo pasara mientras, poco a poco, la imagen que le daban sus pupilas iba enfocándose lentamente.

Al mismo tiempo, sus oídos empezaron a captar un mínimo de información. Podía escuchar, siempre de fondo, el típico murmullo rutinario que recorría el campamento: el sonido de una conversación a lo lejos, el siseo de la puerta de una tienda de lona al descorrerse, el crujido de la madera de la carreta al doblarse bajo el peso de alguien; el ruido de la actividad. Sin embargo, había otro sonido mucho más cercano a él. Un sonido acompasado y leve, casi como el susurro de las hojas al caer de los árboles y acumularse en el suelo, o como el de los copos de nieve al caer sobre el techo de la tienda. Rukj conocía aquel sonido: era el pausado murmullo de una respiración tranquila.

Su tacto también le instaba a prestarle atención, pero el dolor era demasiado intenso como para que Rukj pudiera pensar en permitírselo. Sin embargo, habría jurado que debajo de las heridas de su pecho notaba una extraña sensación de calidez y suavidad; algo pesado que descansaba sobre su vientre y que, al ritmo de aquella respiración extraña, expulsaba un leve soplo de aire que acariciaba su pelaje.

Tardó unos minutos en acumular la fuerza suficiente para levantar la cabeza y descubrir qué era exactamente lo que había sucedido, aunque su olfato ya había captado instantes atrás un aroma familiar que era capaz de reconocer desde hacía ya varias semanas. Loki, sentado al lado del lecho donde yacía, se había quedado dormido con los brazos apoyados sobre su abdomen y la cabeza apoyada entre ellos. El lobo no pudo evitar sentirse algo enternecido al comprender que el lince debía de haber pasado un buen rato velando su sueño, preocupado tal vez ante la posibilidad de que no despertara de él, e, incapaz de aguantar más, había caído rendido de sueño. Esbozó una suave sonrisa, sintiéndose apreciado, mientras continuaba observando con atención la relajada expresión del lince dormido sobre su vientre. No podía negar que, a pesar de las circunstancias, había terminado cogiéndole mucho cariño al enviado de la Orden de los Cachorros de Kara; tanto que, después de todo, casi se sentía algo apenado por el hecho de que sus sentimientos al respecto fueran distintos y no pudiera corresponderle.

En aquel instante, la expresión de Loki varió levemente y un temblor recorrió su cuerpo, como si hubiera percibido el cambio de posición en el lobo negro. Apenas unos segundos más tarde, sus ojos se abrieron con cierta dificultad, antes de dirigir una somnolienta mirada a Rukj, que continuaba observándole todavía, con curiosidad. Incluso sin haberse recuperado completamente aún del golpe que se había dado en la cabeza, fue capaz de percibir cómo la somnolencia era sustituida por una vergüenza absoluta en lo más profundo de las pupilas azules del lince, mientras el rubor cubría su hocico por debajo del pelaje.

-Yo... -masculló, apartándose bruscamente de su cuerpo y bajando la cabeza para disimular que había enrojecido -. ¡Lo siento! Yo estaba...

-No pasa nada -le interrumpió Rukj, antes de que sus disculpas se alargaran, consciente de que, en realidad, el lince no tenía por qué pedirle perdón. Además, había una pregunta que le urgía en aquel momento -. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Raon? ¿Y el lobo?

Loki tardó un poco en contestar, todavía rojo de vergüenza.

-Están a salvo -respondió, finalmente, levantando la cabeza pero sin atreverse todavía a mirar al lobo -. Los dos llegaron al campamento ayer cuando ya casi había anochecido, cargando contigo como podían. A pesar de que las heridas de su mano habían vuelto a abrirse, Raon insistió mucho para quedarse contigo por si ocurría algo... Tuve que convencerle -Loki se rascó la cabeza, con la mirada perdida -. Jarek también quiso quedarse, y eso que había sufrido un golpe muy fuerte...

Nada más decir aquellas palabras volvió su mirada hacia Rukj, con curiosidad, como si indirectamente le estuviera preguntando qué había ocurrido entre ambos para qué la actitud del lobo de pelaje cobrizo respecto a él hubiera cambiado tanto. Sin embargo, Rukj tan sólo asintió lentamente, como si no le sorprendiera en absoluto.

Loki se preguntó si habría realmente algo capaz de sorprenderle.

-¿Y estas vendas? -preguntó en ese momento el lobo negro, palpándose la cabeza y echando un vistazo a su pecho, que estaba vendado en gran parte -. ¿Lo has... hecho tú?

De nuevo, Loki volvió a enrojecer, pero esta vez pareció reunir el suficiente coraje como para no encogerse sobre sí mismo y tratar de mantener la mirada de Rukj.

-S... sí -respondió, sin poder evitar que le temblara la voz -. Pero fue Raon el que encontró el árnica y Ailec quien consiguió el alcohol para ayudar a que las heridas cicatrizaran... así que en realidad deberías darle las gracias a ellos.

-Sé a quién darle las gracias por esto, no te preocupes -respondió Rukj, incorporándose un poco, con cuidado. Por unos instantes un amago de sonrisa amenazó con asomar a su hocico, pero finalmente se mantuvo neutral -. Me alegro de que hayas estado a mi lado todo este rato, Loki. Alguien me dijo una vez -continuó, ignorando el creciente rubor en las mejillas del lince -, que la fiabilidad de los buenos amigos se demuestra cuando despiertas de un peligroso trance y los ves junto a tu lecho.

-Yo... no podía dejarte tirado -respondió el lince, con un hilo de voz, sin poder evitar desviar la mirada, algo avergonzado -. Y volví a preocuparme porque no despertaras. No tengo la intención de juzgarte, pero debo decir que últimamente te has dado demasiados golpes en la cabeza... ¿no crees?

Esta vez, una leve sonrisa se dibujó en el hocico de Rukj.

-Quién sabe. Puede ser -levantó una zarpa para frotarse la nuca, algo más espabilado. El dolor en su cabeza ya casi había desaparecido y, si no realizaba movimientos bruscos, casi podía ignorarlo -. Por cierto, me gustaría hablar con Jarek. Hay algo que debería comentarle. A solas.

De nuevo, la expresión de Loki dejó traslucir cierta curiosidad; sin embargo, el lince estaba demasiado ocupado intentando mantener a raya su rubor como para mostrarla abiertamente.

-Creo que ha salido a dar un paseo con Raon -dijo, aunque no sonaba muy convencido -. Por cierto, me ha dicho... me ha dicho que está dispuesto a llevar a cabo su misión como Eslabón -Rukj alzó la mirada, ligeramente sorprendido -. No sé qué es lo que ha cambiado, pero... desde que volvió ayer, estaba muy convencido de querer luchar por la Red tal y como todos esperan de él.

Rukj permaneció en silencio durante unos instantes, pensativo, hasta que finalmente desvió la mirada y admitió:

-Lo cierto es que yo ya sabía que acabaría tomando la decisión correcta. Sólo era cuestión de dejarle tiempo y espacio para que lo pensase bien.

-Eso es lo que yo le dije a Inoa... -suspiró Loki, poniendo los ojos en blanco -. En cuanto a Jarek, en cuanto vuelva al campamento, podría decirle que se pasara para hablar contigo.

-De acuerdo -respondió el lobo, recostándose de nuevo contra el lecho y dejando escapar un largo suspiro -. Esperaré, entonces.

A Loki le habría gustado preguntarle en aquel momento acerca del cambio que había tenido lugar entre él y Jarek, pero en ese preciso instante, la puerta de la tienda se abrió y una imponente figura se asomó por la entrada. El lince, algo alarmado, se giró rápidamente, con los nervios a flor de piel, pero una vez descubrió de quién se trataba, su expresión se suavizó un poco y esbozó una amplia sonrisa.

-Ailec -murmuró, con suavidad, ladeando la cabeza.

-Loki -respondió el toro, desde la entrada, devolviéndole la sonrisa -. Rukj -añadió, algo menos entusiasmado. A continuación, volvió a dirigirse al lince -. Estaba esperando a que te despertaras. ¿Te importaría salir conmigo un momento afuera? Hay... algo de lo que me gustaría hablarte.

-Salgo en un segundo -le prometió Loki, enrojeciendo suavemente y ampliando su sonrisa un poco más al intuir, turbado, los motivos reales por los que Ailec le quería ver fuera de la tienda.

Ailec asintió, algo más serio, y desapareció de la entrada mientras Rukj, suspicaz, dirigía una atenta mirada a Loki. El lince, todavía ruborizado y envuelto en sus pensamientos, se levantó de la silla y le dirigió una mirada de disculpa al lobo.

-No tardaré.

-Tómate todo el tiempo que quieras -le tranquilizó Rukj, casi intuyendo lo que noches atrás había ocurrido entre Loki y el hijo del líder de la caravana.

Loki sonrió y se dirigió hacia la puerta de la tienda, pasando las zarpas por su ropa para alisarla un poco y dar una impresión algo más presentable. Después de haber pasado toda la noche allí, dormido en aquella posición tan extraña pero a la vez tan confortable, sus prendas habían terminado completamente arrugadas.

Sin embargo, al alcanzar la puerta de lona y justo antes de salir se giró hacia Rukj, con curiosidad, y murmuró:

-Oye, Rukj... sé que no es asunto mío, pero... ¿quién fue exactamente el que te dijo esa frase?

-¿El qué? -preguntó el lobo, sin entender a qué se refería.

-Ya... sabes. Lo de que la fiabilidad de los buenos amigos se despierta cuando se preocupan por ti al lado de tu lecho.

Loki comprendió que había cometido un error nada más terminar de formular la pregunta, pues el rostro de Rukj adquirió de nuevo una expresión sombría, como cada vez que se atrevía a echar la vista atrás y redescubrir los recuerdos de su pasado.

Sin embargo, su respuesta no se hizo de rogar.

-Fue -gruñó, con cierto tono de amargura en la voz -el Comisario de la Guardia de Cellisca Nívea. Sek Urunna.

El lince tardó unos segundos en recordar exactamente a quién pertenecía aquel nombre pero, una vez los recuerdos de lo sucedido en la prisión de Cellisca Nívea noches atrás volvieron a su cabeza, una sombra de tristeza cubrió su rostro, comprendiendo que Rukj tenía sus propios fantasmas y que estos le perseguirían por siempre allá donde fuera. Tuvo la necesidad de decir algo para consolarle, pero interiormente sabía que nada de lo que pudiera decir ayudaría al lobo y que, después de todo, su consuelo llegaba demasiado tarde.

Así que, todavía con un brillo de triste comprensión en los ojos, Loki abrió la puerta de la tienda y salió al exterior, preguntándose si, en el fondo, no sería Rukj el que más había sufrido por aquella lejana y estúpida guerra que había comenzado ya tantos años atrás...

-Entonces, ¿no nos acompañarás en el viaje?

La pregunta del lince flotó en el aire durante unos segundos, insegura, como si en el fondo él tuviera miedo de la respuesta que pudiera desencadenar; una respuesta que ya había previsto desde el mismo momento en que había abierto el hocico.

-Me temo que no -respondió Ailec, tras dirigirle una larga mirada de disculpa -. Compréndelo; tengo que quedarme aquí con mi padre. Sé que él dice que se encuentra bien y que es capaz de controlarlo todo, pero yo sé que no es así... y no quiero arriesgarme a que algún día exceda sus fuerzas. Ser el líder de esta caravana, sobre todo sabiendo los peligros a los que se expone, no es una tarea fácil.

Loki asintió, pensativo, mientras desviaba la mirada. El toro descubrió en su expresión una ligera sombra de tristeza y, algo preocupado, preguntó:

-¿Estás bien? No... te molesta, ¿verdad?

-No, no te preocupes -le respondió Loki, levantando la mirada y sonriendo levemente -. Lo entiendo.

-¿Seguro?

-Claro. De la misma forma que sé que mi misión es llevar a los Eslabones hasta el lugar en el que encontrarán la clave para cambiar las cosas, sé que la tuya es quedarte aquí, en la caravana, y ayudar a tu padre en todo lo que puedas -hizo una pausa, volviendo a desviar la mirada -. Aunque lo cierto es que me habría hecho ilusión que vinieras con nosotros...

No tuvo tiempo de acabar la frase antes de que uno de los brazos de Ailec se cerrara en torno a su espalda y le aproximara hacia él con suavidad, dándole un cálido abrazo. Loki cerró los ojos y disfrutó del contacto con el cuerpo del toro, sabiendo que, probablemente, aquel momento no volvería a repetirse en una larga, larga temporada.

-Lo sé -murmuró Ailec, acariciando con suavidad la espalda del lince, que apoyó la cabeza contra su ancho pecho dejando escapar un suspiro -. Y créeme, a mí también me gustaría acompañaros. Pero, simplemente... sé que no debo. Mi padre es una prioridad ahora mismo. Y día tras día veo cómo sus fuerzas van menguando, aunque él se esfuerce por disimularlo de la mejor forma posible...

-Es una Bestia fuerte -susurró Loki, tratando de tranquilizarle -. Creo que es capaz de aguantar mucho más de lo que tú crees.

-Ya, pero, ¿por cuánto tiempo?

El lince no supo que responder a aquella pregunta.

Simplemente, permaneció apoyado contra el cuerpo del toro, sincronizando su respiración con la suya y compartiendo su calor, durante un período de tiempo que podrían haber sido segundos, minutos u horas. Lo cierto era que ninguno de los dos habría sabido decir con exactitud cuánto tiempo habían estado disfrutando del contacto del otro cuando, momentos más tarde, Ailec quebró el silencio:

-Por cierto, ¿qué tienes tú con Rukj? Últimamente te veo pasar mucho tiempo con él, ¿sabes?

Loki abrió los ojos súbitamente y se apartó del pecho del toro un par de centímetros, sintiendo sus mejillas arder de rubor por debajo del pelaje. Durante unos segundos, buscó inútilmente una excusa con la que librarse de dar una respuesta incómoda, pero finalmente comprendió que no había otra salida. Después de todo, y aunque el hecho de que no quisiera mentir a Ailec después de lo bien que le había tratado también influyera enormemente, seguía portando en su cuello el colgante que le identificaba como miembro de la Orden de los Cachorros de Kara.

Y aquello, después de todo, significaba que no podía mentir a nadie. Le preguntara lo que le preguntara.

-Tengo... tengo que reconocer que me... me gusta bastante -consiguió decir, tras varios segundos de lucha consigo mismo -. Pero no, no tengo nada con él -aseguró, muy a su pesar -. Le he estado acompañando estos días porque estaba preocupado por su estado de salud y porque le debo mucho. Me salvó la vida en varias ocasiones, y probablemente si no fuera por él, ahora mismo yo no estaría aquí. Creo que... creo que en el fondo esa es una de las razones por las que me gusta tanto.

-Bueno -respondió Ailec, tras unos segundos -. Quién sabe. Tal vez con todo esto de vuestro viaje empiece a prestarte más atención y termines gustándole. No me extrañaría nada -añadió, dirigiéndole una mirada cargada de cariño, mientras le acariciaba la zona de la cabeza entre las orejas.

Loki esbozó una sonrisa ligeramente amarga, hundiendo de nuevo la cabeza en el pecho del toro, mientras acariciaba suavemente los músculos de su espalda con una zarpa. Podía notar que, aunque aquellas palabras parecían ir cargadas de buenas intenciones y trataban de quitarle importancia al asunto, en el fondo Ailec no se sentía completamente cómodo ante la idea de que el lobo de pelaje negro que tanto gustaba al lince fuera a acompañarle durante su viaje. De hecho, casi daba la sensación de que se sentía algo... amenazado.

-No lo creo -respondió, simplemente, para tranquilizarle.

-¿Por qué no?

Esta vez, la respuesta del lince se hizo esperar un poco más.

-La noche que llegamos al campamento decidí confesarle mis sentimientos. Y, a pesar de que él no pretendió en ningún momento hacerme daño... quedó claro que no me correspondía.

Ailec tardó unos segundos en reaccionar.

-¡Oh! -comprendió -. ¿Por eso estabas así la noche que nos conocimos?

-Sí -respondió el lince, sin dar más explicaciones y cerrando los ojos, con cansancio.

Al instante, notó como los fuertes brazos del toro volvían a abrazarle contra él con cariño, y percibió el tacto de un suave beso en su frente. Fue como si los recuerdos de lo que había ocurrido aquella noche se disiparan por completo, o como si, por lo menos, la tristeza que llevaban consigo hubiera desaparecido.

-Lo siento mucho -susurró el toro, con cierta pesadumbre -. No sé cómo no se pudo dar cuenta de... lo increíble que eres.

-Que no le atraiga no quiere decir que no me respete -intervino Loki tímidamente, aunque realmente no sabía si él mismo se creía lo que estaba diciendo.

En cualquier caso, las palabras del toro habían vuelto a despertar una duda en su interior; una duda que había permanecido mucho tiempo dormida. Sabía que seguía enamorado de Rukj, o que, al menos, seguía sintiendo por él lo mismo que llevaba sintiendo prácticamente desde el momento en el que le había conocido, a pesar de que en sus inicios había sido un sentimiento casi invisible e insignificante que, con el paso del tiempo, había ido cobrando fuerza. Ailec había estado ahí para suavizar aquel sentimiento cuando había descubierto que no había ninguna forma posible de que sus sueños se hicieran realidad, cuando había llegado el desengaño. Él había sido el árnica que había curado sus heridas durante aquellos días, a pesar de que aún quedaran cicatrices.

Por ello, precisamente, había algo que le inquietaba.

Ahora que tendría que pasar las veinticuatro horas del día junto al lobo negro, ¿sería capaz de contener sus sentimientos?

O, peor aún... ¿sería capaz de convivir con la certeza de que nunca jamás podría satisfacerlos?

El crepúsculo ya había caído sobre el campamento y teñido la nieve con el color rojo de los últimos rayos de sol cuando todos se reunieron en las afueras del campamento.

Tras su paseo, Raon y Jarek habían buscado a Loki por el campamento, para comunicarle su decisión de partir cuanto antes; de ser posible, aquella misma tarde. Cuando el lince, incapaz de no pensar en que aquello significaba que tendría que despedirse de Ailec antes de lo previsto, les había preguntado el motivo, Raon simplemente se había encogido de hombros y había murmurado algo como "Cuanto antes salgamos de aquí, antes terminaremos nuestro trabajo, ¿no?". Interiormente, Loki no había podido darle la razón, pero aún así no podía dejar de sorprenderle el cambio de opinión tan radical que el Humano parecía haber sufrido a raíz de los últimos acontecimientos, como si desde la desaparición de Jarek hubiera decidido poner orden en sus convicciones de una vez por todas.

En aquel momento, mientras contemplaba la puesta de sol en silencio, Loki se preguntaba, pensativo, si habría algo que se le escapaba, algo que había tenido lugar en su ausencia y que él no había sido capaz de captar. Porque estaba claro que algo había cambiado en Raon, aunque él todavía no supiera el qué.

-Tened cuidado de que no os sorprenda una ventisca -les recomendó Raizac, una vez se hubieron reunido todos -. Y, sobre todo, tened mucho cuidado de que nadie os encuentre. No podemos permitiros que todo lo que habéis hecho ahora sea en vano.

-Descuida -le tranquilizó Rukj, con un gesto -. Estaremos atentos al cielo y seremos discretos. Y, si alguien nos descubre, estaremos preparados.

-Eso espero -respondió Raizac, asintiendo pensativamente.

En aquel momento, Raon, que hasta el momento había permanecido en un segundo plano, escuchando la conversación del lobo y el líder de la caravana, intervino tímidamente.

-Raizac... -comenzó -. Verás, hay algo que Jarek y yo queríamos preguntarte... puede que sea algo importante.

El toro pareció sorprendido e intercambió una mirada confusa con Rukj, quien le devolvió una mirada interrogante, alzando una ceja. Al parecer, ninguno de los dos sabían a qué se refería el Humano.

-Adelante -murmuró finalmente Raizac, algo inseguro.

-Se trata de... -comenzó Raon, pero finalmente se interrumpió y volvió a comenzar -. Verás, cuando encontramos a Rukj y Loki hace ya unos cuantos días no estaban solos.

Raizac parpadeó un par de veces.

-¿A qué te refieres?

-Había todo un campamento de Rastreadores Humanos masacrados -respondió Jarek, apareciendo al lado de Raon y dirigiendo una mirada preocupada al líder de la caravana -. El mismo hombre que quemó la cabaña de Rukj y Raon estaba con ellos; alguien se había encargado de matarle.

-Han -comprendió Rukj, con un sordo gruñido, desviando la mirada.

-Exacto -corroboró Raon, asintiendo lentamente y tragando saliva -. Lo que nos estábamos preguntando es si fuisteis vosotros los que os encargasteis de ellos; porque, si no fue cosa vuestra -hizo una pausa -, puede que tengamos a otro grupo armado y poderoso más cerca de nosotros de lo que nos gustaría.

Un largo y tenso silencio siguió a las palabras del Humano.

Raizac intercambió una mirada de circunstancias con Rukj, que comprendió sin necesidad de que el toro respondiera a la pregunta del Humano. Loki, entretanto, había fruncido el ceño, sin saber exactamente qué decir ni cómo reaccionar. Al fin y al cabo, cuando todo aquello había sucedido él estaba inconsciente, y no tenía ni un solo recuerdo de aquel campamento masacrado del que Jarek y Raon hablaban.

-No, no fuimos nosotros -contestó finalmente el líder de la caravana, en voz baja -. Intento evitar cualquier tipo de confrontación que pueda poner en peligro al grupo. Ni siquiera vimos a los Rastreadores de los que habláis, pero tomadme la palabra de que, incluso aunque nos hubiéramos encontrado de frente con ellos, no habría sido yo el que habría iniciado la pelea. Me importa demasiado la seguridad de esta caravana.

-Ya veo... -murmuró Raon, dirigiendo una mirada de preocupación a Rukj.

-Tendremos que ir con el doble de cuidado, entonces -decidió el lobo negro, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño -. Deberíamos extremar la precaución y viajar solo por la noche. Así será más seguro para todos.

-¿Y seremos capaces de soportar el frío? -intervino en aquel momento Loki. Cuando todas las miradas se volvieron hacia él, no pudo evitar sentirse un poco nervioso, aunque terminó por sobreponerse -. Quiero decir... la temperatura de estos días no ha sido precisamente la más apropiada para viajar. Puede que Jarek y tú soportéis mejor las bajas temperaturas, pero Raon y yo no lo tendremos tan fácil. Entiendo que haya amenazas cerca y nos convenga ser sigilosos, pero tampoco creo que debamos arriesgarnos a coger una pulmonía.

-Debo admitir que algo de razón tiene -le apoyó Jarek, ganándose una mirada de agradecimiento del lince.

-Estoy con el joven lince -añadió Raizac -. Además, os lleváis dos de las tiendas de lona de mi caravana. No tendría sentido que las usarais durante el día, cuando la mayor parte de las veces se puede dormir al raso. Serían un peso muerto en vuestro viaje -hizo una pausa -. Así que supongo que tendréis que arriesgaros a viajar durante el día.

Rukj tardó unos instantes en contestar, pensativo.

-Sí, tenéis razón -murmuró, tras unos segundos, desviando la mirada -. Avanzaremos lentamente, entonces. Y tendremos que elegir con mucho cuidado los lugares en los que establecer el campamento para pasar la noche.

-No tenemos prisa -dijo Loki, esbozando una leve sonrisa -. Si para continuar vivos tenemos que movernos más lentamente, que así sea.

Rukj le dirigió una mirada aprobatoria y la sonrisa del lince se hizo más amplia, aunque una vez los ojos ambarinos de Rukj se hubieron apartado de los suyos, tuvo que mirar a otra parte para disimular que se había ruborizado. A pesar de todo lo que había pasado desde su llegada al campamento, de su estrepitosa caída al declararse ante el lobo negro y de haber encontrado en Ailec el bálsamo a sus heridas, sabía que habría sido absurdo tratar de negar que seguía sintiendo algo muy intenso hacia la Bestia que le había salvado la vida ya en varias ocasiones.

De nuevo, le dirigió una larga mirada, analizándole de arriba a abajo con disimulo y volviendo a sentir cómo sus mejillas ardían, hasta que finalmente desvió la mirada, esbozando todavía una tenue sonrisa. Sin embargo, esta se congeló en su rostro cuando, a lo lejos y acercándose a una velocidad considerable, distinguió una singular figura que, con el paso de los días, había aprendido a reconocer y temer casi al mismo tiempo. Una figura con unas orejas grandes y alargadas. Una figura que se acercaba hacia allí a grandes zancadas, como si no hubiera mañana, y que, con toda probabilidad, no estaba precisamente de buen humor...

-Oh, no... -murmuró el lince, bajando las orejas y temiéndose lo peor.

Los demás siguieron su mirada y descubrieron el motivo de su preocupación. Jarek tragó saliva teatralmente, lo que arrancó una suave risa de Raon; Rukj, por el contrario, puso los ojos en blanco y se limitó a esperar a que el espectáculo terminara. Raizac no tardó en girarse también y, una vez hubo visto la que se les venía encima, dejó escapar un largo suspiro consternado.

Inoa les alcanzó en apenas unos pasos, como si se hubiera movido mucho más rápido de lo que su pequeño cuerpo le permitía en realidad.

-Vaya -murmuró, con cierta sequedad, una vez hubo llegado a la altura del grupo, enarcando una ceja -. Nadie me había dicho que os fuerais a marchar esta misma tarde.

Loki dirigió una mirada a Rukj, pidiéndole ayuda, pero el lobo permanecía impasible, como si supiera ya de antemano que aquella situación era como una ventisca que les hubiera sorprendido en mitad de la nada; todo cuanto podían hacer era aguantar y esperar a que amainara. El lince suspiró, devolviendo la mirada a la liebre y mascullando algo inteligible antes de responder:

-Lo siento, Inoa. Lo hemos decidido hace un rato. No hemos tenido tiempo para decírtelo.

-Qué pena -dijo ella, repasando a todos los presentes con la mirada. Cada una de sus palabras sonaban como las de una cobra a punto de saltar sobre su presa -. Resulta que Ailec que sabía dónde estabais. Es una suerte, porque de no ser por él no os habría encontrado.

-Ah... -murmuró Loki, comprendiendo. Tal vez no hubiera sido tan buena idea despedirse de Ailec a solas, después de todo.

-Y, si no os hubiera encontrado, no podría salir con vosotros de viaje.

-¿¡Qué!? -exclamaron a la vez Jarek y Loki, abriendo mucho los ojos.

-Como lo oís. He decidido que, puesto que tengo la sensación de que Loki se esté tomando muchas libertades a la hora de ayudaros en vuestra misión, mi supervisión podría veniros bastante bien -aseguró, con las orejas bien erguidas -. Necesitáis a alguien que os ayude a centraros en la misión que tenéis por delante, o de lo contrario comenzaréis a distraeros constantemente con vuestras tonterías. En los pocos días en que hemos coincidido, os he visto celebrando fiestas, provocando peleas, huyendo... -remarcó la palabra como si su simple mención le provocara náuseas -. Así que, después del espectáculo que habéis montado en el campamento, considero que necesitáis mi ayuda más que nunca.

Estas palabras fueron seguidas por un silencio tan largo e incómodo como incrédulo. Raizac parecía estar a punto de reír, mientras que Jarek había bajado las orejas y tenía el rabo entre las piernas, como si la simple idea de que la liebre viniera con ellos de viaje le aterrorizaba. Loki intercambió una mirada en la que parecía gritar "¡Auxilio!" con Raon, quien no sabía exactamente cómo reaccionar. Por su parte, Rukj casi parecía aburrido contemplando la escena.

-Pero... Inoa... -comenzó el lince, tras unos segundos que se hicieron demasiado largos -... ¿estás segura de que lo has pensado bien?

-Por supuesto. Llevo pensando que necesitáis ayuda desde el momento en que os vi por primera vez.

-Es que... yo... -comenzó Loki, cambiando el peso de una pierna a otra y mirando a los demás, incómodo, en busca de ayuda -... yo...

-Lo que Loki intenta decir, Inoa, es que no es una buena idea que vengas -resolvió Rukj, con sequedad.

La liebre parpadeó un par de veces, sorprendida, y a continuación frunció el hocico en un gesto de disgusto.

-¿Y por qué no, si puede saberse?

-Es que... es un viaje muy duro... -comenzó Loki, llevándose una mano a un brazo y sonriendo tímidamente.

-Sí, y además, solo tenemos dos tiendas de lona -continuó Raon, con cierto atropello -. Si vinieras con nosotros no tendríamos sitio en el que pasar la noche.

-Y tenemos la prioridad de ser sigilosos -dejó caer Rukj, clavando una mirada acusadora en la liebre -. Sigilosos -repitió, separando las sílabas, como si esperase que, al decirlo una segunda vez, Inoa entendiera que, desde su punto de vista, ella tenía menos sigilo incluso que el propio Jarek.

El lobo de pelaje cobrizo, por su parte, simplemente negaba con la cabeza ante la idea de que Inoa les acompañara en su viaje, mientras Raizac trataba de contener la risa a duras penas.

La expresión de Inoa cambió del disgusto al enfado en apenas unos segundos, tan pronto como hubo digerido lo que acababan de decirle.

-De acuerdo -masculló, entre dientes -. Supongo que no puedo obligaros a aceptar mi compañía...

-No es eso, Inoa -le interrumpió Loki, tratando de evitar que la situación se pusiera más incómoda aún -. Es que... no lo teníamos pensado así. Y sería un gran inconveniente viajar con alguien más ahora mismo, la verdad. Creo que ya somos demasiados.

-Y es un viaje de chicos -intervino Jarek, provocando que Raizak terminará por dejar escapar una suave risa entre dientes.

-Ya veo -respondió la liebre, al parecer, algo más calmada, aunque todavía con un brillo de cólera en los ojos -. Bueno. En ese caso, os deseo un buen viaje.

Dijo estas palabras con la misma frialdad de un témpano de hielo, antes de darse media vuelta y, con la barbilla alta y las orejas erguidas, alejarse a grandes zancadas del grupo. Todos la vieron marchar, conteniendo a partes iguales la risa y el alivio.

-Se le pasará -comentó Loki, encogiéndose de hombros -. En el fondo, puede que lamente no haber sido ella la elegida de la Orden de los Cachorros de Kara. Y no sé hasta qué punto tiene razón en ello: lo cierto es que se toma todo esto mucho más a pecho que yo.

-Precisamente por eso -suspiró Raon, desviando la mirada.

-Bueno, desde luego, el que no lamenta que te escogieran a ti en su lugar soy yo -comentó Jarek, riendo -. ¿Habéis visto qué cara tiene...? ¿Ofreciéndose a sí misma como si realmente la necesitáramos?

-Dejadlo ya -les interrumpió Rukj, con un gesto. A pesar de su expresión inescrutable, algo en sus ojos hacía ver que la situación también le había divertido a él en cierta manera -. Deberíamos marcharnos en lugar de perder más tiempo. Si queremos establecer nuestro campamento antes de que anochezca, no podemos perder más tiempo.

-Es cierto -comprendió Loki.

Raizac les dirigió a todos una nueva mirada, analizándolos cautelosamente como si estuviera tratando de capturar una imagen mental del grupo, o de averiguar hasta qué punto serían capaces de seguir adelante con el viaje y dar de sí lo que todos esperaban de ellos. Era consciente de que probablemente aquella sería la última vez que vería a aquellos cuatro y que, si las cosas iban tal y como años atrás la Madre Kara había previsto, sería aquel grupo el que cambiaría por fin las relaciones entre las Tierras de las Bestias y las de los Humanos. <<¿Quién sabe?>> se dijo a sí mismo, mientras contemplaba a Raon con un brillo de interés en la mirada <<Puede que, en el futuro, este muchacho propicie la caída de la Frontera... de una vez por todas>>.

-Os deseo un buen viaje -dijo, finalmente -. Cuida de ellos, Rukj. No dejes que se metan en líos... o al menos, no en demasiados.

-Intentaré mantenerlos a raya -respondió Rukj, con cierto tono divertido, mientras se cargaba al hombro las dos tiendas de lona -. Y ahora, si no tenéis nada más que decir... deberíamos irnos. Os recuerdo que Loki aún tiene que explicaros en qué consiste exactamente vuestra misión.

-Es cierto -suspiró el lince, palpando la cartera que colgaba a su costado, con cierto alivio.

-Nos veremos en el futuro -les prometió Raizac, haciendo un gesto con una de sus pezuñas -. Buena suerte.

Tras despedirse, el grupo comenzó a caminar en dirección al lugar en el que, días antes, Rukj y Raon habían encontrado a Jarek después de que hubiera huido de la caravana. El Humano echó una mirada atrás, por encima de su hombro, mientras unos pasos por delante de él, Loki reprendía suavemente a Rukj por estar realizando demasiado esfuerzo después de haber estado tanto tiempo herido, mientras que el lobo negro le quitaba importancia. Sin embargo, Raon era incapaz de prestar atención a estas cosas.

A sus espaldas quedaba el único refugio seguro que había conocido desde que la cabaña en la que se había criado hubiera sido reducida a cenizas por Han y sus Rastreadores. Y, ahora que volvía a inmolarse a lo desconocido, a la aridez e indiferencia de las Tierras de las Bestias, tenía miedo de perder la protección que aquel lugar le había proporcionado durante los últimos días. Era una protección con fallos, como demostraba las vendas que aún envolvían su mano izquierda, pero era una protección, al fin y al cabo.

-Eh, ¿qué miras? -le preguntó Jarek, pasándole un brazo por los hombros para obligarle a girarse hacia el frente. El contacto del lobo de pelaje cobrizo le hizo sentirse algo mejor.

-Estaba pensando que puede que nunca volvamos a ver un lugar así -respondió Raon, bajando la mirada -. Espero sinceramente que las cosas nos vayan bien a partir de ahora...

-Ya verás cómo sí -le prometió el lobo, acercándole un poco más a él para infundirle algo de ánimo -. Sólo tenemos que ser fuertes. En ese sentido, a ti te resultará más fácil que a mí...

-Oh, venga, no digas eso -le pidió Raon, dándole un suave golpe en el hombro, mientras ambos continuaban caminando, aún juntos. Tras unos segundos, pareció recordar algo y dejó escapar una suave risa -. Con que este es un "viaje de chicos", ¿eh?

-¡No te rías! No se me ocurría qué decir -respondió el lobo, llevándose la zarpa con la que no mantenía cerca a Raon a la nuca y rascándose la parte posterior de la cabeza, algo avergonzado -. Y no quería que viniese con nosotros. Tú tampoco, ¿no?

-Qué va -respondió el Humano, sonriendo.

Jarek sonrió y le apretó un poco más contra él mientras, tras los pasos de Rukj y Loki, ambos se dirigían hacia un destino hasta aquel momento desconocido hacia ellos. Daba igual cuál fuera el precio, ambos estaban dispuestos a luchar porque, en el futuro, el mundo dejara de ser un lugar hostil; y no sólo para ellos, sino también para todos los que defendieran que, más allá del pelaje, los colmillos y las garras, no existía diferencia alguna entre Humanos y Bestias.

Su verdadero viaje comenzaba en aquel momento.

Pararon un par de horas después de que el campamento de la caravana de Raizac se hubiera perdido de vista a sus espaldas, una vez hubieron atravesado aquel amenazante abismo en cuyo fondo ahora descansaban los restos de un oso. Rukj había guiado la marcha durante todo el día, como si supiera hacia dónde dirigirse, lo que reforzó la teoría de Raon de que Loki ya había hablado con él acerca de su misión con anterioridad, en algún momento. Después de todo, los datos referidos a su misión y el lugar al que debían dirigirse estaba en el interior de la cartera del lince, y si Rukj les estaba guiando hacia algún lugar en concreto, aquello solo podía significar que ya conocía su contenido. Por otra parte, Raon dudaba seriamente de que el lobo negro hubiera echado un vistazo a lo que fuera que había en el interior de la bolsa de Loki sin haberle pedido permiso antes.

Eligieron como lugar para asentar su pequeño campamento una pequeña explanada al lado de una pared rocosa y de inclinación prácticamente vertical, que les protegería del viento durante la noche si este no cambiaba de dirección. En cualquier caso, Raizac había sido lo suficiente generoso de cederles dos tiendas de lona, por lo que incluso aunque no hubiesen encontrado un lugar apropiado para establecerse aquella noche, habrían podido dormir tranquilamente.

Bajo la atenta mirada de Jarek, Rukj encendió una hoguera con algunas piezas de carbón que la caravana les había dejado, y sacó algo de comida para todos.

-Vaya -murmuró el lobo de pelaje cobrizo, una vez le pasaron su trozo correspondiente de carne seca -. Ya me había olvidado de los "lujos" de dormir al raso.

-Es todo lo que tenemos -respondió Raon, encogiéndose de hombros -. Tendrás que conformarte.

-Lo sé -suspiró Jarek, mientras se llevaba el trozo de carne a la boca y le daba un buen mordisco. Caminar durante todo el día había conseguido darle hambre -. Bueno, Loki -dijo, entre bocado y bocado -, no quiero parecer antipático, pero... creo que tienes que explicarnos qué es lo que se supone que debemos hacer para cumplir esa misión por la que todos estáis tan emocionados.

El lince se tomó unos segundos para tragar la carne que estaba masticando antes de responder, con una sonrisa avergonzada:

-Sí, y sé que es culpa mía no haberlo hecho antes. Quiero decir, si hay alguien que de verdad merece saber todo lo referente a vuestra misión, esos sois vosotros. Después de todo, sois los implicados -hizo una pausa y dejó el trozo de carne a un lado, antes de coger con cuidado la bolsa que llevaba y abrir su cierre, lentamente, como si temiera estropear el contenido de alguna manera -. Esto -dijo en aquel momento, sacando unos papeles arrugados y amarillentos de la bolsa, que parecían profusamente garabateados -, es lo que la madre Kara os dejó como testigo. Lo que escribió acerca de los Eslabones.

Sin más dilación, se acercó a Raon para darle en mano los escritos. El joven Humano los cogió y les echó un rápido vistazo, todavía masticando la carne. Jarek, a su lado, puso la cabeza sobre su hombro para ser capaz de verlos también. Tras unos segundos que se hicieron eternos, Raon levantó la mirada y confesó, con cierta timidez:

-Eeeh... Loki. No sé leer.

-Ni yo tampoco -respondió el lobo, dejando escapar una suave risa.

El lince parpadeó un par de veces, sorprendido.

-¿Que no sabéis leer? -repitió, como si no se lo creyera -. Jarek, tú has vivido toda tu vida en Cellisca Nívea. ¡Alguien debería haberte enseñado!

-Ya, pero mis padres no me llevaron a una escuela; nunca fueron muy partidarios de hacer vida pública, ya sabes... -respondió el aludido, todavía sonriendo avergonzado -. Una vez intentaron enseñarme, pero... no se me daba bien. Al final, desistieron.

Loki mantuvo su mirada puesta en él durante unos segundos, como si no creyera lo que estaba oyendo. Finalmente, se volvió hacia Rukj, que estaba sentado a su derecha, y clavándole la mirada, le preguntó:

-¿Y cómo es posible que tú no le enseñaras a leer a Raon?

-Pensé que jamás lo necesitaría -explicó el lobo negro, encogiéndose de hombros -. Me pareció más importante enseñarle a cazar y defenderse que a perderse entre las páginas de una novelita fantasiosa.

-No todo lo que se puede leer tiene por qué ser una novelita fantasiosa... -suspiró Loki, poniendo los ojos en blanco -. Bueno. Eso cambia las cosas.

-¿En serio? -preguntó Jarek, que comenzaba a sentirse un poco culpable por no haber sido capaz de aprender nunca.

-Sí... -murmuró el lince, mientras Raon le devolvía los papeles -. Pensaba que tal vez las palabras de la madre Kara adquirieran algún sentido cuando fuerais vosotros los que las leyerais.

-¿Algún sentido? -repitió Rukj, enarcando una ceja.

-Bueno, es que las palabras que escribió aquí pueden tener sentido... o pueden no tenerlo -respondió Loki, ruborizándose un poco -. El problema es que la información que la madre Kara obtenía venía principalmente dada por las visiones que tenía, y en estas perdía cualquier tipo de relación con este mundo, lo que hace que sus textos sean a veces completamente incomprensibles.

Jarek y Raon cruzaron una mirada de circunstancias, y a continuación clavaron sus ojos en el lince, como si aún no creyeran lo que acababan de escuchar.

-¿Quieres decir... -comenzó Raon, con cierto tono de incredulidad -... que nosotros somos los que debemos darle un sentido a las palabras de la Madre Kara?

Loki desvió la mirada, algo avergonzado.

-Pues... sí. Exacto -murmuró el lince, finalmente, con un hilo de voz -. Yo puedo ayudaros a intentar entenderlo si queréis... después de todo, en las reflexiones de la Madre Kara hay mucha simbología relacionada con su Orden.

-Vamos, que al final tenemos que hacer todo el trabajo nosotros -comprendió Jarek, frunciendo el ceño con cierto mosqueo.

-No te equivoques, Jarek -replicó Rukj, en ese momento, con seriedad -. Os recuerdo que si no fuera por Loki no seríais capaces ni tan siquiera de conocer el mensaje que hay escrito en esos papeles... y que todavía no sabéis hasta qué punto vais a necesitar de su ayuda. No desprestigiéis la ayuda del enviado de la Orden.

Loki le dirigió una mirada de agradecimiento, mientras el lobo de pelaje cobrizo callaba, algo avergonzado. A continuación, el lince dirigió la vista a los papeles que sostenía entre sus manos, y de pronto su rostro adquirió una expresión mucho más seria, como si interiormente intuyera que lo que estaba a punto de leer era algo sumamente solemne.

Y las palabras que leyó fueron las siguientes:

"El Vindicador será el que abra la cicatriz, y los Eslabones de la Cadena serán los encargados de sanarla. Sin la acción de cualquiera de ellos, la desintegración de la Red sería inminente y, como una mosca forcejeando en una densa telaraña, nos envolveríamos a nosotros mismos en el desastre que hemos creado.

No debemos desesperar, puesto que la llegada de los Eslabones no está lejos. El séptimo descendiente del Vindicador, un Humano criado entre Bestias, y una Bestia criada entre Humanos serán quienes, por medio de sus decisiones y cometidos salven lo que queda por salvar de nuestro Mundo.

Ambos conectarán de nuevo la Red colocando en su lugar el Círculo y mostrándonos la verdad a todos nosotros con recuerdos e imágenes vivas, nos ayudarán a comprender de una vez por todas nuestro gris pasado, el origen de todas las cosas. Ellos proyectarán la verdad sobre nuestras mentes.

Sólo así volveremos a ser quienes fuimos. Sólo así se salvará la Red.

El Vindicador espera a los Eslabones al pie de las montañas que se abren como puñales en lo más profundo de los páramos de nuestro Mundo. Él será la luz que les guiará en su camino. Sin él, nuestro futuro es negro y nuestras vidas, inocuas.

Si los Eslabones no logran encontrarle, no habrá esperanza para el Mundo."

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Loki terminó de leer, con un nudo en la garganta, y aunque deslizó de nuevo la mirada de sus ojos azules por encima del texto, no tardó en alzarla de nuevo para mirar a Jarek y Raon, que le contemplaban con cierto asombro. Sus últimas palabras reverberaron durante unos segundos contra la ladera al lado de la cual habían asentado su campamento, y se perdieron en el silencio inmolándose junto al suave gemido del viento. Rukj había fruncido el ceño y, con los brazos cruzados, contemplaba a Loki en silencio, con expresión inescrutable.

El lobo de pelaje cobrizo y el Humano habían ido acercándose el uno al otro durante el transcurso de la narración, como si aquellas palabras tensaran aún más el lazo que existía entre los dos, y en aquel momento, el brazo de Jarek rodeaba la cintura de Raon como si quisiera protegerle de algún peligro inexistente. En realidad, ninguno de los dos entendía del todo qué llevaban aquellas palabras en su interior, cuál era realmente el mensaje que conllevaban; pero si de algo estaban seguros era de la extraña angustia que había empapado su alma durante la lectura del lince.

Era una sensación extraña y Raon, tratando de refugiarse en el contacto de Jarek, no pudo evitar pensar que casi daba la sensación de que aquellas palabras pertenecieran a un recuerdo lejano que, tiempo atrás, ambos habían olvidado... Casi como un sueño de infancia que había quedado enterrado, tras años y años de penosa existencia, bajo la vida que ahora ambos querían cambiar.

-A ver si lo he entendido... -comenzó entonces Rukj, rompiendo el silencio, con cierto tono de preocupación -. Me dijiste que nos encamináramos hacia los páramos, en la parte más interior e inhóspita de las Tierras de las Bestias -hizo una pausa -. ¿La razón por la que debemos ir allí es porque Jarek y Raon tienen que encontrarse con el antiguo Vindicador? ¿Con Aron?

Dejó escapar la última palabra con cierta dureza, casi como si le costara creer lo que él mismo estaba diciendo, o como si la idea le pareciera absolutamente ridícula. Loki bajó la mirada, algo nervioso.

-Eso parece -respondió, con un hilo de voz.

-Podrías habérnoslo dicho antes -gruñó Rukj, con sequedad -. Así nos habríamos ahorrado el viaje. Esta misión estaba abocada al desastre desde el principio.

-¿Qué? -preguntó Jarek, despertando de aquel extraño trance en el que le habían sumido las palabras del lince -. ¿Por qué?

-Aron murió hace más de cien años -contestó el lobo negro, sin ocultar su decepción -. Raon es su séptimo descendiente, sí, pero eso no quiere decir que siga con vida. Las palabras de la madre Kara no tienen el más mínimo sentido, ni tan siquiera para ella misma -hizo una nueva pausa, ignorando la expresión dolida de Loki -. Es imposible que os encontréis con él en algún momento, a no ser que desenterréis su cadáver lleno de gusanos para preguntarle si...

-¡La madre Kara sabía lo que decía! -le interrumpió Loki, algo molesto y frunciendo el ceño -. ¿Acaso no se cumplió su predicción acerca del Vindicador? ¿Acaso no se han reunido los dos Eslabones?

-Entiendo tu confianza ciega en la druidesa, Loki, pero debes entenderme -suspiró el lobo negro, desviando la mirada -. Aron no puede seguir vivo. Simplemente... no puede.

-Pero, ¿por qué no? -preguntó Raon, a pesar de que al instante se sintió estúpido por haberlo hecho.

-Más de cien años, Raon -le respondió Rukj, dirigiéndole una mirada cargada de escepticismo -. Nadie ha vuelto a saber de él desde entonces, sería absurdo pensar que puede seguir vivo en algún lugar de los páramos, esperando a que vayáis a buscarle...

La hoguera crujió y Jarek le dirigió una mirada de advertencia, algo nervioso. Raon, que percibió su inquietud, se acercó un poco más a él y, a continuación, alzó la mirada hacia Rukj, con decisión.

-Bueno, desde luego sería tan absurdo como pensar que dos jóvenes de quince años, un lobo y un Humano, podrían acabar con el odio entre nuestras razas.

Rukj abrió el hocico para contestar algo, pero no encontró palabras con las que llevar la contraria a Raon en aquel punto. Éste, satisfecho, esbozó una amplia sonrisa y deslizó su mirada hacia Loki, que parecía algo desanimado.

-Iremos hasta allí -prometió, todavía sonriendo -. Después de todo, ya hemos comenzado con la misión. Estoy dispuesto a hacer todo lo que la madre Kara haya decidido que hagamos, hasta el final. Al fin y al cabo... no tenemos mucho más que hacer, ¿no?

-Es cierto -respondió Loki, sonriendo.

Las miradas de todos se centraron entonces en Rukj, que contemplaba la escena con un brillo de incredulidad en sus pupilas. A pesar de todo, parecía seguir tan imperturbable como siempre.

-De acuerdo -murmuró -. Os guiaré hasta allí entonces. Aunque espero, por nuestro propio bien -hizo una pausa, recorriendo con la mirada a todos los presentes -, que el viaje merezca la pena.