Dispuesto a todo

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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#17 of El Lobo guardian


Capitulo 16: Dispuesto a todo

Frase brillante. Denota un interés impresionante por algo o alguien. Sin embargo, muchos la dicen pero pocos la realizan. Dispuesto a todo. ¿A que tanto? No es fácil saberlo. Por más que lo digamos, no es tan fácil. Pagar deudas, ir a prisión, o incluso morir. Son muchas las cosas que se pueden hacer por un amigo, y sin embargo, a veces no tenemos el valor de hacerlas. Se requiere de una amistad muy fuerte para llegar incluso a dar la vida. Por mi parte, tengo unos amigos por quienes estaría dispuesto, no a todo, pero si a lo que este a mi alcance.

Pero Alfred, el metódico león, si esta dispuesto a cualquier cosa por sus amigos, y más por su pareja. Después de escuchar lo que Gami acaba de decir, da un paso hacía el frente y mira al can. En los ojos del Gami hay una mezcla de tristeza y confusión. Sabe que no esta seguro de lo que dice, de que fue algo impulsivo.

-- ¿Estas seguro de que es lo que quieres?--pregunta Alfred con un tono despectivo. Gami duda un par de segundos en contestar.

--Si Alfred. Entiendo que es algo apresurado, pero ya lo pensé bien. Deseo vivir con Joaquín.

--Bien. Si eso es lo que quieres, adelante. No te voy a obligar a que te quedes--Gami se sorprende al escuchar eso. Piensa si era verdad lo que escucho antes--. Es tú vida, y sabía que algún día esto iba a pasar.

James y Gami observan a Alfred. Ambos parecen no aceptar lo que esta diciendo el león. Pero James sabes que lo dice por algo. Mientras que Gami no acaba de creerlo.

-- ¿Es eso lo que quieres?

--Es tú vida Gami. ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te quedes? No tengo por que.

Gami sigue sin entender, y al parecer Joaquín comparte su incredulidad. Alfred mira con desdén a Joaquín, quien ni siquiera lo nota. Una parte de el desea lanzarse sobre el, matarlo de la forma más brutal posible. Pero hay mejores formas de causar dolor. Gami toma la aleta de Joaquín y camina hacía la salida. Alfred lanza un suspiro de frustración, para luego sentarse. James se sienta a su lado y lo observa, preocupado.

-- ¿Cómo puedes dejar que haga esto?

--Es su vida James. No podemos obligarlo a que se quede.

--Pero quiere quedarse. En la cara se le nota.

--Lo se. Pero no podemos obligarlo a que se quede. Eso es lo que Joaquín quiere.

-- ¿Y que vamos a hacer?

--Gami no va a decidir por su cuenta a quedarse. La única opción es que Joaquín termine con el.

--Pero no creo que eso pase.

--En eso tienes razón.

James abraza a Alfred, aun confundido por la decisión de Gami. Alfred trata de reconfortarlo, pero sabe que solo se sentirá mejor cuando ese delfín este fuera de la vida de Gami.

Joaquín ha pasado casi una hora escuchando a Gami. La verdad, no le interesa lo que le diga, lo único que quiere es que Gami acepte irse a vivir con el, para disponer de el cuantas veces quiera. Además, en esa ciudad ya encontró todo lo que necesitaba.

--... y es que sigo sin entenderlo. Yo escuche lo que dijo, que quería que cambiara. Pero me sorprende que no haya dicho eso cuando estaba frente a ti.

--Bueno, quizá le dio miedo decirlo.

--No, Alfred no es así.

--Amor, pero si tú lo escuchaste decir que no quería que te fueras. No lo conoces. Lo mejor es que hoy mismo empaques tus cosas y te mudes conmigo. Tengo planeado comprar una casa en Barcelona.

-- ¿Barcelona?

-- ¿No te gusta la idea?

--No es eso. Admito que me molesta lo que dijo Alfred, pero debo pensarlo mejor. Es que tampoco quiero alejarme por completo de mis amigos.

-- ¿Quieres seguir en contacto con ellos?

--Claro que si. Solo con Alfred me distanciaría, pero del resto no. Ellos no han dicho nada.

--Eso es lo que tú crees. Falta saber la verdad.

--Amor, por favor, no quiero seguir hablando de esto.

-- ¿Y piensas dejar así las cosas?

--No, solo quiero darme un poco de tiempo para pensarlo mejor. Es decir, no quiero dejar a mis amigos. Han hecho muchas cosas por mí.

--Vale. Pero recuerda, las puertas de mi casa siempre están abiertas, así que cuando cambies de opinión.

--Oki.

Gami abraza a Joaquín, quien se ve obligado a reprimir su ira. Esta tan cerca de apoderarse de el cachorro, pero parece que esta recio a irse.

¿Hasta donde están dispuestos a llegar por un amigo? La verdad muchos no tienen idea. Por un amor se puede morir, si es realmente el verdadero amor. Pero por un amigo, por los que ya uno considera hermanos, por más cariño que les tengamos, morir no es una opción. Por que a final de cuentas somos humanos, y tenemos errores; y uno de esos errores es el egoísmo. ¿Por qué dar la vida si tenemos una muy larga por delante, si tenemos pareja, trabajo o una familia que nos ama? ¿Por qué sacrificar todo por un amigo? No trato de decir que desvaloremos la amistad, sino que marquemos la diferencia entre lo que se dice y lo que es posible.

Ya comienza a oscurecer y Gami aun no vuelve. Alfred sabe que esta noche no va a volver. Reúne a todos y comienza a contarles lo que esta ocurriendo. Se muestran sorprendidos de que Gami este actuando de ese modo. Una vez que termina, comienzan los reclamos de cómo pudo dejar que eso pasara.

--Por favor, necesito que se calmen y escuchen--poco a poco las voces van callando--. Entiendo que no están de acuerdo con lo que Gami hizo. Pero tampoco podemos obligarlo a quedare aquí, no somos dueños de su vida.

--Pero si tú dijiste que Joaquín le lavo el cerebro--le recuerda Daniel.

--Es solo una suposición.

--En las que tú siempre estas en lo correcto--le aplaude Alan.

--Aun así no podemos tomar decisiones a la ligera. Si estoy en lo correcto, eso es lo que Joaquín quiere que hagamos. Así podrá Gami darle la razón e irse más rápido.

-- ¿Y que vamos a hacer? ¿Dejar que se vaya?--reclama Harturo.

--Gami no esta decidido aun. Cualquier cosa que digamos puede hacerlo cambiar de opinión. Tenemos que quedarnos callados.

-- ¿Pero y si Joaquín lo convence?--pregunta Alex.

--Joaquín no lo va a convencer. Si sigue insistiendo Gami sabrá que trata de jugar con el. Entonces lo dejará. Pero es obvio que a estas alturas Joaquín se va a quedar callado. Lo único que nos queda es que termine con el.

-- ¿Y como piensas hacerlo?--pregunta James.

--Todos tienen secretos amor, incluso este delfín. He hecho cosas de las que no me siento nada orgulloso. Pero con tal de recuperar a Gami, estoy dispuesto a cualquier cosa con tal de hacerlo hablar--mira hacía la puerta abierta de su habitación. Como dijo Alfred, en su vida hay cosas de las que no se siente nada orgulloso. Muchas de ellas están encerradas en la cámara que reposa en la mesa a lado de su cama.

Nuevo día. Gami se quedo a dormir en la casa de Joaquín, pero al despertar, solo él esta en la cama. En la almohada hay una nota. "Amor, tuve que salir a hacer algunas cosas. Te amo". Gami se acuesta de nuevo y mira el techo. Desea que todo termine pronto.

Mientras tanto, Joaquín camina por la calle mirando al suelo. Evita todo tipo de contacto con la gente, pues siente una horrenda repulsión. Trata de mantener la calma, a pesar de que le cuesta trabajo. Finalmente llega a una calle menos transitada, y da un suspiro de alivio. Justo en ese momento ve un destello. Voltea para ver el lugar de origen, pero no lo encuentra. Debió ser el reflejo de un vidrio. Checa la hora y sigue su camino. Justo en ese momento, del otro lado de la calle, Alfred Sherford toma una nueva foto, esta vez sin el flash.

A veces estamos obligados por un amigo a hacer cosas de las que no nos sentimos orgullosos. Golpear a alguien, humillarnos frente a cierta gente, robar. Es ese momento en el que tú amigo del alma, que parece haber estado contigo desde la sala maternal, llega asustado contigo y dice: "Necesito que me eches una mano con...", y a esa clase de amistades no les puedes decir que no. Del mismo modo pasa si lo haces para protegerlo y liberarlo de la culpa. A veces la amistad no parece tener límites, pues no sabemos en que punto los hemos superado.

Alfred Sherford lo vivió. Estando a tan solo un par de meses de titularse, un amigo suyo comenzó a ausentarse. Al hablar con el, le dijo que se había metido en algunos problemas, y necesitaba ocultarse de un par de vendedores de drogas. Con tal de que no le hicieran daño, Alfred hablo con ellos, y acepto espiar a un político que los había traicionado a cambio de que no le hicieran nada. Con la información que obtuvo, ellos lograron arruinar la carrera de ese hombre. Y a el le siguieron más. No fue hasta que logró Alfred tenderles una trampa que se deshizo de ellos. Sin embargo, ya había hecho mucho daño.

Pero ahora tiene que ocupar sus habilidades para un bien común. Descubrirá que es lo que trata de hacer Joaquín, cada uno de sus secretos, sin importar que le pase. Gami se ha convertido en un hermano para el, y no piensa abandonarlo ahora. Nunca le ha gustado espiar a la gente, pero esta vez... hará una excepción.

Joaquín entra a un restaurante. Alfred encuentra un lugar desde donde puede verlo sin ser descubierto. Sube por la escalera de emergencia que esta en un callejón del otro lado de la calle, y llega al techo de un edificio de dos pisos. Desde ahí puede observar con toda claridad a Joaquín, quien parece nervioso. Su truco había funcionado. Paranoico. El flashaso lo hizo sentir que lo observaban. Y así es. Ahora tiene más posibilidades de cometer errores.

De repente otro delfín se sienta frente a el. Alfred aumenta el zoom de la cámara, y la enfoca. El delfín que se acaba de sentar pone un sobre en la mesa. Lo enfoca mejor. Por su grosor, intuye que tiene dinero, y mucho. Joaquín lo toma y lo guarda en su camisa. Pasan otros 15 minutos sentados. Toma decenas de fotos de ambos, siempre tratando de enfocar sus rostros a la perfección.

De repente los dos se ponen de pie, pero solo Joaquín sale. Alfred baja rápidamente y se dispone a seguirlo. Camina a tan solo 5 metros de el. Se muestra atento al más mínimo giro de su cuello, pero no parece notar Joaquín su presencia. Y no la notará, pues se ve bastante ansioso. Tras haber avanzado 6 calles, entra a un edificio de departamentos. Con el zoom, Alfred puede ver que llama al departamento 7. Cuando entra, Alfred espera unos segundos y luego le sigue. Escucha las puertas del elevador cerrarse, y este comenzar a subir. Alfred sube por las escaleras.

Al llegar al piso donde se detuvo el elevador, ve a Joaquín esperar frente a la puerta. Al abrirse, ve la garra de un oso rodear el cuerpo del delfín.

--Te extrañe amor--dice el oso. Joaquín no le responde. Solo le besa y entra al departamento. Ese es un sitio al que ya no puede entrar Alfred. Pero al menos tiene una estupenda foto del beso.

Pasa una hora fuera. Sabe exactamente lo que están haciendo. Aparte de que los ha escuchado. Pero de repente siente que algo esta mal. Escucha el elevador bajar. Se apresura a esconderse hasta el fondo del pasillo. Cuando vuelve a subir el elevador, un jaguar y un tigre aparecen. Llaman a la puerta del departamento al que entro Joaquín. Al abrirse, ve a Joaquín salir con solo una toalla en su cintura, y su cuerpo completamente empapado en sudor. Presta atención a cada palabra.

--Chicos, que alegría verlos--dice Joaquín.

--Parece que te nos has adelantado--dice el jaguar al ver el estado del delfín.

--Bueno, era mientras llegaban. Pero pasen, tenemos cosas de que hablar.

Los dos entran al departamento. Alfred sabe que sea lo que sea de lo que van a hablar, es bastante importante, por que no cualquiera con un traje caro entra a un edificio como este. Ve una ventana en el pasillo a su derecha. Al asomarse, ve a la derecha la escalera de emergencia, justo en la ventana del departamento a donde entraron. Como un rayo sale del edificio y se apresura a subir las escaleras.

Al llegar, comprueba que es la ventana. Esta abierta. No parece haber nadie, pero las voces que se escuchan en otra habitación. Se queda pensando un momento.

--Es invasión de propiedad ajena--se dice en voz baja--, pero es parte de mi trabajo--sin decir más, entra a departamento. Las voces se escuchan en la habitación. Alfred se acerca y ve por la ranura. Solo ve al jaguar y al oso. Presta atención a la conversación. Al parecer, el que habla es el jaguar.

--... y dice que no hay nada que nos convenga. De hecho, dice que la policía ha estado atenta--al escuchar la palabra "policía", Alfred sabe que algo esta mal--. Desde el error con el chico Calvin, se han convertido en buenos policías.

--Les advertí los problemas que habría con el--ahora quien habla es Joaquín--. Alguien como el no desaparece así nada más y nadie lo nota.

--Bueno, cualquiera puede cometer errores--dice el oso.

--No hubo errores. El plan estaba bien hecho--la voz es fuerte, como si estuviera enojada. Debe ser el tigre. Por alguna razón se le hace familiar.

-- ¿Y entonces por que fallamos?--reclama el jaguar.

--Por que nos traicionaron. El oficial de policía que debía encargarse de dejarnos pasar sin problemas nos engaño. Si no hubiera abierto la boca, el maldito Calvin estaría en nuestras manos. Pero ya me encargue de el. El muy bastardo no volverá a abrir la boca.

--No quiero pensar en que le hiciste--dice Joaquín.

--El punto es que ya no podemos ir a Barcelona. El único que puede estar ahí es Joaquín.

--Entiendo ahora por que se quiere ir con ese perro--dice el tigre.

--Oye, tiene nombre.

-- ¿Cómo el resto? Cincuenta mil dólares, cien mil dólares.

Alfred siente algo extraño al escuchar eso. No sabe a que se refiere, pero tampoco le agrada la idea de que le pongan un precio a su amigo.

--El no. El es diferente.

--Si, claro--se burla el jaguar--. El es diferente, y por eso vienes a acostarte con Pedro.

--No tiene nada de malo que me acueste con el. Tenemos un acuerdo.

-- ¿Podemos dejar de hablar de Joaquín y sus parejas? Tenemos planes por delante--recuerda el tigre.

Entonces Alfred lo ve, de perfil, pero lo ve. Rápidamente toma una foto, pero no cuenta con el finísimo oído del tigre. Al tomar la foto, el tigre voltea y ve a Alfred. Este se sorprende, en especial cuando ve la pistola que sale del pantalón del tigre.

-- ¡Bastardo!--grita mientras dispara hacia Alfred. Este logra hacerse a un lado para evitar el disparo que traspasa la puerta. Asustado, se levanta y corre a la salida, mientras escucha la puerta tras el abrirse. Se lanza y rompe de golpe la puerta, cayendo al suelo mientras ve dos agujeros de bala surgir en la pared. Se levanta y corre por el pasillo. Baja corriendo las escaleras mientras escucha otro par de disparos.

Escucha dos personas correr tras de el, en el piso superior. Sabe que si lo alcanzan estará más que muerto. Se apresura a bajar hasta llegar al primer piso. Una vez ahí, sale sin cuidado a la calle, chocando con un par de personas en el camino. Comienza a correr al ver un autobús en la esquina de la calle. Trata de evitar a la gente que se pone en su camino. Los dos extraños salen del edificio y siguen a Alfred, con sus armas listas para disparar cuando lo tengan a su alcance.

Siente como si el autobús se alejara cada vez más de el. Sus piernas parecen flaquear ante el peso inexistente que acaba de surgir en sus hombros. Trata de esquivar a la gente, pero esta parece querer sujetarlo para que no huya. Puede sentir a los dos sujetos que los siguen cada vez más cerca de el. Pone todo su esfuerzo para superar esa sensación de miedo. Y finalmente, logra llegar al autobús, justo cuando la puerta de este comienza a cerrarse. Se mezcla entre la gente que esta dentro, y da un vistazo a quienes lo perseguían. No reconoce al jaguar, pero solo necesita una fracción de segundo para reconocer al tigre, lo que lo dejo impactado. Trata de decirle que es imposible, que debe ser otra persona. Pero no lo es, no cabe duda de que ese tigre es...

--Harry...

El tigre, furioso, sujeta el marco de la ventana y la cierra de golpe. Esta claro que ese no era un fisgón cualquiera, de esos que ven por las ventanas a otras parejas follar. Este tenía una cámara y una meta, y la consiguió. Voltea furioso hacía el oso.

-- ¡¿Qué coños en tú maldita casa no cierras las ventanas?!--le grita.

--Harry, yo...--trata de defenderse el oso.

--No... digas... nada--le calla Harry--. Este imbecil nos tomo fotos a todos. Quien sabe que tanto escucho de nuestra conversación.

-- ¿Lograste ver que era?--pregunta Joaquín.

--No, estaba muy bien vestido. Llevaba un abrigo, y junto a toda la gente en la calle, no pude ni siquiera verle las patas. Una de dos, o es un jodido periodista, o el papá de Calvin nos descubrió y mando a seguirnos--Joaquín se extraña al escuchar eso.

--Vamos, ni siquiera estuvimos tan mal con Calvin para que el sospeche ya--exclama el jaguar, algo ofendido.

--Y tampoco hemos llamado la atención de los diarios--añade Joaquín.

--Pues no me interesa quien o que sea. El punto es que no quiero que nos descubran por una estupidez. Necesito que estén atentos a cualquier persona que los siga. Y cuando lo tengan, mátenlo--ordena el tigre. Acto seguido camina hacía la puerta, pero antes de salir da media vuelta, y aun bastante furioso les indica--. Yo no pienso pisar la prisión. Si nos descubren, ustedes tres serán quienes paguen, yo no--sale y azota la puerta. Joaquín levanta la aleta para detenerlo, pero es tarde.

--Coño...

-- ¿Qué pasa Joaquín?--le dice el oso.

--Alfred, el amigo de Gami, es periodista. No le caigo muy bien. Quizá nos descubrió.

--No eres tan inteligente como dicen--le insulta el jaguar--. Alfred Sherford es un periodista excelente. Ellos no se dignan a tomar noticias sin importancia. Además de que nos encargamos de que ninguna de las notas atrajera la atención. Déjate de suposiciones estupidas y pónganse a pensar en quien podría realmente habernos descubierto.

Joaquín se siente algo ofendido ante el comentario, pero a final de cuentas tiene razón. Pocas personas habrían notado esas notas, y Alfred no era una de ellas. Sin embargo, no se siente tranquilo. Sin embargo, sabe que si es un periodista, ira solo a un sitio.

James se lleva la garra a la frente, tratando de relajarse. Alfred le acaba de contar todo lo que vio, desde el amorío de Joaquín con ese oso hasta el impactante encuentro con Harry. Vamos, cualquiera se hubiera puesto así si le dicen que un extraño que trato de arruinar su vida ha vuelto. Ambos no soportan la simple idea de que con el vengan Eva y Ottelo.

--No puedo creer que hayan vuelto--dice James, aun sorprendido.

--Amor, tranquilo. No es seguro que vengan los otros dos.

-- ¿Y si vienen? ¿Y si ya están fuera de la casa observándonos?

--No tendrían por que hacerlo. Pasaron cinco años, ¿Por qué volverían ahora? Ottelo no me hubiera dejado así nada más. Si ya no volvió es por algo.

James se acerca a la ventana y mira en todas direcciones. A pesar de que sabe que Alfred tiene razón, esta muy asustado. Respira un par de veces, y una vez calmado voltea a ver a Alfred.

-- ¿Estas seguro de que no te vio?

--Mírame--señala su rostro--, ya no soy el mismo de hacer cinco años--James sonríe un poco ante el comentario--. En su rostro se veía ira. Si me hubiera reconocido, hubiera quedado igual o más pasmado que yo--James se relaja al escuchar eso--. Aun así, no quiero que salgas a la calle en unos días. No me voy a arriesgar a que te encuentres con el.

--En eso supongo que tienes razón.

--Tampoco quiero que les digas algo al respecto a los demás. No quiero que se vayan a asustar.

-- ¿Y entonces que harás?

--Mi trabajo. Si esos bastardos mataron a alguien, debo saber quien fue.

-- ¿Y si te encuentran y te hacen algo?--pregunta algo asustado.

--Bebe, te dije que ese es el riesgo de mi trabajo--lo abraza y besa su frente--. Siempre debes estar preparado por si hacen esa llamada--los ojos de James se cristalizan levemente. La llamada a la que Alfred se refiere, es la llamada de la policía, que le informaría sobre la muerte de Alfred. Desafortunadamente, esa es la llamada que la pareja de todo periodista odia. Es el riesgo de su labor.

--No quiero que te pase nada. No sería nada sin ti.

--Vivo o muerto, siempre voy a estar contigo amor. Nunca te dejaré solo.

--Pero te prefiero vivo.

--Tranquilo, estaré bien.

Se dan un calido beso, mientras las garras de Alfred recorren el pecho de James. Tras romper el beso, Alfred da media vuelta y sale de la casa, dejando solo a James, quien comienza a sentirse solo... y preocupado. Alfred se siente igual, y piensa en lo que sería de James si algo malo le pasara mientras se prepara para su próximo destino: la hemeroteca de su biblioteca preferida.

Todo diario tiene reportes históricos sobre cada edición que sacan. Desafortunadamente solo tienen los de su diario, y no de otros. Para poder encontrar lo que necesita, debe ir a otro sitio con más información. La hemeroteca es más práctica.

Estacionados a unos metros de la biblioteca, Joaquín y el jaguar esperan. En algún momento su fisgón ira ahí. Llevan largo rato esperando. Sin embargo, Alfred es más listo. Es inevitable para todo periodista ser eso, un fisgón, y aparte de vez en cuando quebrantar una que otra ley; su favorita es la invasión de propiedad ajena.

Alfred esta en la biblioteca, pero en otro sitio. Más especifico, en un callejón detrás de ella. Sube a una pirámide de cajas, y abre una ventana. Entra por ella, y se para sobre un librero. Salta un par de metros para llegar al suelo, y así entrar en la hemeroteca. Esto por dos razones, una, sabe que lo están esperando en la entrada, y dos, la hemeroteca fue cerrada por mantenimiento. Al menos así tiene el sitio para el solo.

Se sienta frente a una de las computadoras y la enciende. Para evitar intrusos, el sistema esta protegido por una contraseña que con cada ingreso cambia. Antes de entrar a la hemeroteca, te registras y te dan la contraseña. A final de cuentas se va a cambiar. Pero, no cuentan con que todo periodista se convierte también en el mil usos. Y Alfred, en sus primeras visitas, se convirtió en hacker y planto un virus en la computadora que siempre usa cuando entra de colado en las noches. Este virus inhibe el programa que cambia la contraseña, y le permite ingresar usando una contraseña maestra.

Alfred entra al sistema. Rápidamente pone en el buscador tres palabras clave: Calvin, Barcelona, desaparición. Al presionar Enter, salen varias entradas. Todas tienen aproximadamente 6 meses. Yendo por orden, la primera muestra una nota de un periódico de Barcelona en donde se habla sobre la desaparición de Calvin Peña Nueva, hijo de Octavio Peña Nueva, un comerciante conocido en la ciudad. Las siguientes notas hablan sobre el pobre avance en la investigación. Pero al llegar a la penúltima nota, se impacta.

"Se encuentra el cadáver del joven Peña Nueva" "Esta tarde, se recibió una llamada en el Departamento de Policía de la ciudad... un hombre había encontrado en cadáver del joven Peña Nueva, atado a un árbol en el bosque, desnudo y con signos de tortura... el reporte forense impacto a todos, en especial a los padres del chico..."

Por discreción y respeto a la familia, no se mencionan las causas de la muerte. Sin embargo, necesita el reporte del forense. Saca su celular y llama a la única persona que le puede ayudar.

-- ¿Alfred? Que gusto verte--le dice la voz de Martin Villa Nueva, mandril, medico forense.

--Igual yo.

--No hemos hablado desde el caso Volier. Así que no me sorprenderá la razón por la que me llamas.

--Ya sabes lo que digo.

--Si, si, amigos de trabajo. ¿Qué muerte quieres que reviva esta vez?

--Esta vez es diferente. No fuiste tú el que lo hizo, pero debes tener acceso a la base de datos.

-- ¿De donde?

--De Barcelona--se escucha los dedos teclear. Tras escucha una pausa, sabe que acceso--Calvin Peña Nueva--de nuevo el tecleo. Tras un minuto de espera, el mandril le habla de nuevo.

--Aquí esta, y no es nada agradable. Afortunadamente no me molesta en lo absoluto. Debo decir que a veces esto... me excita.

--Que lindo comentario.

Por el pasillo hacía la hemeroteca, un delfín y un jaguar caminan junto al hipopótamo encargado de la seguridad.

--Queremos echar un vistazo a la hemeroteca. Sin duda será impresionante todo el acervo de notas históricas que tienen ahí--dice Joaquín.

--No habría por que dudarlo señor. Nuestra computadora almacena gran cantidad de información. Es casi más de medio siglo en esa computadora.

--Es impresionante--señala el jaguar.

--Así es. Si esta buscando una nota en especial, nuestro programa de búsqueda dará hasta con la más pequeña de las notas. Muchos estudiantes y periodistas vienen aquí.

--Eso ya lo sabíamos señor.

Llegan a la puerta cerrada de la hemeroteca. El hipopótamo quita el letrero que indica la remodelación, y abre. Enciende las luces y los tres entran. Al fondo, lo único que ven, es una silla girando.

Un rápido escape por su entrada personalizada. Alfred Sherford ahora avanza hacía su auto, tranquilo.

--Bien, Calvin Peña Nueva, diecinueve años. Fue golpeado con un látigo con puntas, que arranco su ropa y parte de la piel. Su quijada estaba ropa, por lo que se piensa que fue golpeado con una especie de mazo. Había restos de pólvora en su hombro derecho. Hay indicios de... múltiple violación. Toda la entrada anal estaba destrozada y se encontraron restos de semen en los intestinos, lo que indica que hubo una doble penetración. En su pecho había trozos de corteza clavados, lo que indica que fue amarrado y luego se llevo a cabo la violación. Casi todas sus costillas estaban rotas. No había orificio de bala, así que la muerte no fue por disparo de arma de fuego. Al abrir su pecho, vimos que una de sus costillas se había encajado en su corazón, lo que causo la muerte. Al parecer, eso no fue intencional-- Alfred recuerda lo que dijeron sobre el error. Quizá ese era el error al que se referían--. Tras realizar el examen toxicológico, se encontraron rastros de marihuana y otras drogas tranquilizantes, por lo que al menos no sufrió durante su violación. Aunque quieren si sufrieron más de la cuenta fueron sus padres.

--Comienzo a forjar ideas sobre el motivo del asesinato.

--Por tú bien espero que sea así. Nunca se supo quienes fueron los asesinos.

--Si descubro quienes fueron te llamare.

--Hazme el favor. Muchos aquí deseamos saber quienes fueron tan enfermos como para hacerle eso.

--Bien--cuelga. Sube a su auto y lo arranca mientras repasa en su mente el reporte. "La brutalidad con que fue hecho... lo drogaron para que no sufriera, ¿Por qué? El deleite de todo violador es ver a su victima sufrir, tratar de escapar. Eso los excita. A menos que tuvieran impotencia. Necesitan entonces ver que su victima no opone resistencia." Recuerda entonces haber visto por un instante unas cicatrices en el pecho de Joaquín. "Quizá sea sadomasoquista. Igual el oso. Entonces no pudo haber participado en la violación. Tampoco pudieron ser el jaguar y Harry, por que deben tener el mismo pensamiento sadomasoquista que los otros dos. Eso solo deja una única opción. Lo vendieron." Recuerda que a Gami le pusieron precio. Uno aceptable para la compra de una persona. Trato de personas.

Alfred solo tiene una opción, y es ir a Barcelona para hablar con el padre del chico. No se le hace nada agradable, pero es la única opción que por el momento se le ocurre. Serán aproximadamente 5 horas de viaje por la ruta mediterránea. Tendrá que quedarse en un hotel. Saca su celular y habla a James.

-- ¿Amor? ¿Estas bien?--le pregunta el lobo.

--Si, relájate. Se cuidarme muy bien.

--Aun así, no estoy tranquilo.

--Tú tranquilo y yo nervioso, recuerda.

--Eso trato amor. Pero dime, ¿Cómo vas?

--Bien. Al parecer tenían un negocio de trato de personas. Un error en Barcelona con un empresario local fue su error. Tengo que ir a hablar con el.

-- ¿Pero no es muy riesgoso? Quizá se te adelanten.

--Me iré por la ruta mediterránea, y tomare algunos atajos que solo yo conozco. Solo hablaré con el y volveré.

--Ten cuidado amor.

--Lo tendré. Cuida de Alex por mí.

--Tu tranquilo y yo nervioso.

Ambos cuelgan. Alfred guarda su celular y comienza a conducir. Le espera un largo día por delante

Alfred llega ese día a Barcelona, pero decide quedarse a dormir en un hotel. Esta demasiado agotado, y no quiere hablar con el a esta hora. Trata de dormir, pensando en como hablar sobre el hijo muerto sin lastimarlo mucho. Ese es el problema de hacer algo por un amigo. A el lo estimas, haría todo por que no sufriera. Pero... ¿y los demás? ¿Por un amigo somos capaces de herir a otra persona? A veces hay quienes si lo hacen. Pero personas nobles como Alfred, bueno, ya se imaginaran.

Al día siguiente, Alfred sale del hotel, dejando indicado que por ningún motivo revele que estuvo ahí si alguien pregunta. Rápidamente da con la dirección del padre de Calvin. Odia tener que hacer este tipo de entrevistas, donde tiene que traerles de vuelta el dolor que nunca se ha ido a una familia. Siente como si todo el viaje fuera eterno. Ya ve en su mente el rostro de dolor que se le formará.

Llega a una casa bastante linda. El jardín tiene muchas flores hermosas, muy bien cuidadas. El camino de losas que lleva hacía la puerta tiene alguna enredaderas que lo cruzan, dándole a la entrada de la casa una vista de antigüedad. Llama a la puerta. Un par de segundos después una nutria aparece. Se ve algo... serio. Alfred trata de presentarse, pero con un ademán le pide que guarde silencio. Observa su atuendo, y deduce rápidamente que es.

--Periodista. Hace tiempo que dejaron de venir.

--Parece que sabe entonces a que vengo.

--Pase, por favor--Alfred entra y camina junto a la nutria--. Dejo de ser novedad el caso de mi hijo. Lo cerraron, así que se fueron en busca de alguien más a quien lastimar. De vez en cuando viene uno que otro, pero son amarillistas que solo les interesa el morbo de la muerte de mi hijo.

--Entiendo que fue bastante dura.

--Esa palabra se queda corta.

--Señor, lo único que quiero es saber algunas cosas. Solo haré unas preguntas y me iré.

--Adelante, ya estoy acostumbrado. Venga conmigo señor...

--Alfred Sherford.

--Bien, venga conmigo al patio trasero.

Ambos caminan por el pasillo hacía la puerta que lleva hacía un patio igual que hermoso que el delantero. Ve a la esposa hincada, sembrando unas plantas.

--Entonces es cierto el estereotipo de la mujer casado con un patio hermoso--señala Alfred--. Vive para cuidar su jardín.

--Si. A veces parece que ama más a sus rosales que a mí. Linda, ven aquí--la nutria se pone de pie y mira a Alfred. Camina hacía el--. Ella es mi esposa Helena--Alfred la saluda besando su aleta--. Es Alfred Sherford.

--El escritor y periodista. He escuchado de usted.

--Quiere hacernos unas preguntas sobre... sobre Calvin.

Mira a Alfred, algo triste.

--Adelante. No hay nada que ya no hayamos dicho.

--Necesito que me diga lo que sepa sobre el comportamiento que tuvo su hijo unos días antes de su desaparición.

--Eso...--mira extrañado a Alfred--... eso nunca lo habían preguntado.

--Nos preguntaban si consumía drogas--añade su esposa--, pero nunca sobre su comportamiento.

--El cambio de comportamiento esta relacionado con el uso de drogas. Es lo primero en lo que se piensa. Sin embargo, no creo que su hijo se haya drogado.

--El forense dijo que había consumido gran cantidad de marihuana--le recuerda Octavio.

--Así es. Como ya le dije, leí el informe del forense. Pero no creo que haya consumido por su voluntad. Tengo la idea de que fue usada para que no sintiera dolor.

Los padres de Calvin se quedan sorprendidos al escuchar eso. Ni siquiera los policías que se hicieron cargo del caso llegaron a esa conclusión. Saben que ese león sabe algo que ellos no.

--Bueno, el siempre fue un buen chico. Se esforzaba en su trabajo y en la escuela.

-- ¿En que trabajaba?

--Tenía un trabajo de medio tiempo en una tienda de comestibles. Había obtenido bastante rápido un aumento de sueldo. Se estaba esforzando para obtener pronto el dinero y comprarse su auto. No tenía otra cosa en mente.

--Hasta ese punto suena bien.

--Un día, comenzó a faltar más a su trabajo. Había conocido a alguien. Siempre acepte su homosexualidad. Y aceptaba que tuviera muchas citas. Pero con este chico, la verdad se cambio por completo toda su rutina. Comenzó a gastar mucho de su dinero. Lo entendí al principio, en sus ojos se veía que estaba enamorado. Pero poco a poco comenzó a cambiar cada vez más, hasta que dejo de ser ese chico de antes.

--Tratamos de hablar con el--añade su esposa--, pero siempre nos evadía. Comenzamos a castigarlo, y eso solo empeoro las cosas. Entonces, desapareció.

--Eso fue lo que hizo pensar a todos que usaba drogas--les comienza a explicar Alfred--. Efectivamente, lo estuvieron engañando con falsas esperanzas. Pero, nunca le ofrecieron drogas, por que era obvio que iba a negarlas. Lo engañaron con algo más.

--Señor Sherford--le detiene Octavio--, se que usted esconde algo. No pienso contestarle nada más mientras no nos diga lo que sabe.

Alfred sabía que en algún momento lo iba a averiguar. Sabe que decirles eso a esos padres, los podría herir de una forma inimaginable. Pero a final de cuentas, no puede ocultarles que conoce al posible asesino de su hijo. Debe mantenerse firme, pero también debe decirles la verdad.

--Creo saber quien es el asesino de su hijo.

Sin embargo, la respuesta es todo lo contrario a la ira que esperaba por parte de ambos desconsolados padres. El señor Octavio suspira y ve a Alfred con compasión.

--Hace mucho que esperaba escuchar por parte de un policía esa noticia. Señor Sherford, no espero que se arriesgue para encontrar al asesino de mí hijo. Lo único que le pido es que no se quede callado. Quiero ir a la tumba de mi hijo y poder por fin sentirme alegre de que su alma descansa en paz.

--Le seré sincero. Al principio hacía esto por un amigo, por que siento que el puede tener el mismo destino que su hijo. Pero ahora...--siente como si su voz estuviera a punto de quebrarse--... ahora que se lo de su hijo, no puedo permitir que sigan así. No quiero pensar en aquellas otras victimas que han sufrido igual.

--Lo mismo digo.

--Señor Sherford, venga conmigo--le pide la esposa del señor Octavio. Alfred la sigue hacía el interior de la casa. Suben por unas escaleras y se detienen en una puerta--. No hemos entrado en la habitación de Calvin desde su muerte--saca un manojo de llaves y toma una. Un par de segundos después la puerta de la habitación se abre, dejando verse la habitación de un chico de 18 años. Alfred entra, pasando por la nube de polvo que se levanto al abrirse la puerta. Puede ver los rayos de sol pasar, dándole ese toque impresionante de antigüedad a la habitación, que tuvo que contener deseos de gritar de emoción (recordemos su gusto por las antigüedades). Ve un estante de libros bien acomodados, con sus lomos llenos de polvo. Una colección de autos clásicos en miniatura. Aviones a escala cuelgan del techo. Alfred se remonta al final de su adolescencia, aquellos días en que vivió en Los Ángeles.

--No se si le sirva mucho, pero espero que encuentre algo que le ayude--finaliza la desconsolada madre. Cierra la puerta y dejan a Alfred solos en la habitación. Mira en todas direcciones.

Los policías no piensan como los jóvenes, no importa que intenten. Comienza a buscar en toda la habitación, en esos puntos donde solo un joven escondería sus cosas.

Se sienta en la cama y piensa. Los jóvenes son muy habilidosos al momento de esconder algo. Cualquier sitio es bueno para esconder algo. Se remonta a su adolescencia y comienza a pensar en donde podrían estar esas pruebas que necesita. Se lanza al suelo y comienza a palpar por debajo del librero, hasta encontrar un sobre pegado. Lo arranca y lo saca. Se sienta en el librero y lo abre, sacando un puñado de cartas. Todas vienen de la misma persona: Pedro Macias. Alfred comienza a leerlas una a una, de una forma rápida.

Media hora después ha terminado. El tal Pedro Macias era su novio. Se conocieron por Internet en un foro, por lo que dice la primera carta que le mando. En el resto, hablan sobre lo maravillosa que había sido su relación, a pesar de ser a distancia. Finalmente, en una le dice que consiguió un trabajo en la ciudad, y que en una semana estará ahí. Esta fue la última carta.

Se levanta y camina hacía la computadora. La enciende y espera un momento. Al terminar de encenderse, el fondo de pantalla es la foto de una nutria con unos amigos en una fiesta. Pero no esta quien el esperaba.

Se sienta y comienza a buscar en las conversaciones, pero todas fueron borradas. Los documentos también. Las fotos, solo quedan las de la familia. No parece haber rastro alguno de la charla con alguna otra persona. Apaga la computadora, no tiene caso seguir buscando. Ve la papelera y comienza a buscar. Encuentra finalmente una nota de una farmacia, hasta al fondo, de la compra de un condón. Es un buen inicio.

Se levanta. Pero ve una silla en la pared. No se le haría sospechoso, pero estando debajo de uno de los aviones, parece interesante. Se sube a la silla y revisa el avión, hasta encontrar un papel. Lo saca y por fin encuentra lo que busca: una de foto de Calvin y Joaquín.

Alfred les dijo a los padres de Calvin que había encontrado lo que necesitaba, y que no pararía hasta encontrar a los culpables. Ahora, frente a la farmacia que se nombra en la nota, esta decidido a seguir adelante. Entra y ve a una jirafa a cargo.

--Buenas tardes, ¿en que le puedo servir?--le pregunta.

--En muchas cosas. ¿Cuánto tiene trabajando aquí?

--Como un año.

--Entonces debe recordar de algún modo a este chico--le muestra la foto de Calvin. El dependiente la observa por un momento. Alfred da un suspiro de frustración, para luego poner en el mostrador un billete de 50 euros. El dependiente lo toma y sonríe.

--Si, se me hace familiar. Es el chico que asesinaron.

--Tengo la idea de que vino aquí a comprar algunas cosas. Si usted puede recordar si alguna vez vino, me sería de mucha ayuda.

El dependiente comienza a pensar.

--Si... creo que... venía no muy seguido... pero siempre compraba condones. Muchos. Me sorprendía pensar que un chico como el usara tantos.

-- ¿Cómo actuaba?

--Bueno, era tímido. Esperaba a que todos los clientes salieran para comprarlos. Además de que nunca me veía a los ojos. A veces un tipo lo esperaba afuera, y al salir lo abrazaba.

-- ¿Qué especie era?

--Un delfín.

--Ya veo. ¿En algún momento se mostró inseguro de lo que hacía?

--Si, al principio no estaba seguro. Muchos jóvenes vienen a comprar emocionados su primer condón, como si fuera una especie de iniciación. Me ha tocado de chicos que bromean pidiéndome el más grande que haya para su especie.

--A todos nos pasa lo mismo.

--Pero a el no. Por eso lo recuerdo. La primera vez que vino, pidió tres de los más efectivos, pago y se fue. Estaba bastante avergonzado. Lo que si es curioso es que venía como tres o cuatro veces a la semana. A pesar de eso era muy activo.

--Quizá no era el quien los usaba.

--Eso si. Aquí nos burlábamos diciendo que era la mascota de alguien.

--Dice que venía con un delfín. ¿Alguna vez escucho su nombre?

--No estoy muy seguro. Hablaba ya cuando estaba en la calle. Pero... creo que una vez escuche su nombre. No estoy seguro, pero su apellido definitivamente es Macias.

--Gracias--mira hacía la salida--. Alguien vendrá a visitarlo y preguntara si vine--deja la foto de Joaquín y Calvin en el mostrador--. Cuando lleguen, déles esa foto--acto seguido, sale.

A pesar de que esta totalmente seguro de que Joaquín era el novio de Calvin, no tiene ninguna prueba que lo demuestre. Pero al menos ya tiene algo desde donde comenzar. Puede buscar la dirección del departamento que debió haber rentado, hablar con sus vecinos y saber algo más de el.

Sin embargo, necesita saber antes a donde iba Calvin, y solo un buen amigo puede decirle. Habla con los padres de Calvin y pregunta por el nombre y la dirección del mejor amigo de su hijo, otra nutria llamada Enrique.

Unos metros antes de llegar, ve a una nutria de unos 19 años saliendo de la casa con una mochila. Alfred sabe que es el, así que corre para alcanzarlo.

-- ¡Enrique!--le grita para detenerlo. La nutria voltea y mira a Alfred, algo confundido--Hola, ¿Cómo estas?

--Ah... bien. Disculpe pero, ¿Quién es usted?

--Alfred Sherford, mucho gusto. Tú debes ser Enrique.

--Ah... si. ¿Pero para que me busca?

--Bueno, soy periodista, y necesito hacerte unas preguntas.

-- ¿Sobre?

--Sobre tú amigo Calvin.

Al escuchar su nombre baja triste la mirada, y sigue caminando. Alfred camina a su lado.

--No es agradable hablar de eso señor.

--Lo entiendo. Se que eran muy buenos amigos, sus padres me lo dijeron.

-- ¿Y que clase de denigrante artículo escribirán esta vez? Por que nada bueno puede venir de un periodista.

--De mi si. Escucha, se que Calvin te decía todo lo que el hiciera. Se que te hablo sobre el tal Pedro. No quiero sacar conclusiones aceleradas, pero tengo el presentimiento que su muerte la causo ese delfín.

Enrique se detiene y mira serio a Alfred. Piensa con cuidado lo que va a decir.

--Siempre supe que el era una mala influencia para el. Se pasaba mucho tiempo hablando con el. No quise detenerlo por que no era quien para negarle que hablara con su novio. Sin embargo, le pedí que se diera un tiempo también para sus amigos. Me sorprende que pregunte por el.

--Te digo que tengo un presentimiento. Escucha, debió contarte de el, y que vino a trabajar aquí. Quizá alguna vez lo acompañaste a su departamento, o te dijo donde vivía. Si me facilitaras la dirección, te lo agradecería mucho--le extiende su bloc de notas y su lápiz. Por un momento duda, pero después los toma y escribe en una pagina.

--Después de su desaparición fui a preguntar si estaba con el, pero los vecinos me dijeron que se había ido un día antes de que Calvin desapareciera. Es por eso que comencé a sospechar. No se que vaya a hacer, pero espero que encuentre a ese bastardo--dicho eso sigue furioso su camino.

--No te preocupes, ya lo tengo.

Alfred sube por las escaleras hacía el tercer piso del edificio departamental que le indicaba la dirección. Alfred llama a la puerta, a pesar de saber que no hay nadie. Su objetivo se cumple al ver a un vecino salir, un viejo toro, que supone es el administrador.

--En ese departamento no vive nadie--le dice.

-- ¿En serio? Es que estoy de paso en la ciudad, y un amigo me dio esta dirección para que pasara a verlo antes de irme.

--Pues llego varios meses tarde. El ocupante se fue hace mucho.

-- ¿Usted lo llego a conocer?

--No mucho, pero si. Era un chico muy callado. Entraba y salía. Pagaba puntual y nunca hacía ruido. Sin embargo, el hecho de que no supiéramos nada de el nos asustaba. No hacía fiestas ni ponía música estridente. Pero algunas noches sus gemidos no dejaban dormir.

--Adivino, tres o cuatro veces a la semana.

--Así es--dice algo emocionado--. Y era por casi toda la noche.

--Entonces debe ser el. ¿Era un delfín?

--Si. Un chico bastante raro.

-- ¿Conoce su nombre?

--Creo que era... Pedro Macias.

--Entonces si es mi buen amigo Pedro. Me pregunto por que me dio esta dirección. ¿Acaso no sabe a donde se mudo?

--Le pedí a mi nieto que le ayudará a bajar sus maletas. Le pregunte si iba a viajar mucho. Solo me dijo que por la mediterránea son solo cinco horas.

--Adivino, se fue a Madrid.

--Así es. Quizá la dirección es de Madrid.

--Si, quizá. ¿Sabe si alguien lo ha rentado?

--Desde que se fue nadie lo rento. Pero hace unos días un hombre me llamo para preguntarme si aun seguía desocupado. Cuando le dije que si, me pidió que se lo reservara, que en unos días vendría.

-- ¿Puede darme su número?

Sin problema alguno, el viejo toro le brindo el número de celular, que sorprendentemente es de Madrid. Con una llamada le basta para comprobar que es Joaquín. Sin embargo, eso lo delatará y podría huir; y no tiene ninguna prueba que compruebe su delito. Lo ha perdido.

Pero recuerda entonces que el ojo del policía es totalmente diferente al del periodista. El policía busca a un sospechoso, el periodista informar, a cualquier precio. Hace unas llamadas a la policía, donde encuentra a un joven policía que acepta llevarlo a donde encontraron el cuerpo de Calvin.

Una hora después, avanza junto a un murciélago por el bosque.

--Y dígame señor Sherford, ¿Cuál es su interés en ir al sitio donde se encontraba el cuerpo del chico Calvin? Hace tiempo que los periodistas dejaron de interesarse en ese caso.

--Quiero hacer un trabajo sobre la inseguridad en la ciudad, y me gustaría iniciar por conocer el sitio donde se llevo a cabo un crimen tan atroz.

--Vale, debe ser entonces un buen reportero. Muchas personas no disfrutan de pasar por este sitio. Creen que esos sujetos podrían aparecer y hacerles lo mismo.

--Si, supongo.

Tras unos largos minutos, el oficial se detuvo.

--Bien, aquí es.

--Parece un lugar tranquilo.

--Eso decían todos los que venían a acampar. Después de eso, ya nadie pisa este sitio. Solo parejas morbosas que hayan excitante follar en el árbol donde encontraron un cadáver.

--Supongo que tienen motivos para hacerlo.

--En fin, no creo que me necesite más.

--No, muchas gracias por traerme.

--No se preocupe--dicho esto, se va.

Alfred mira alrededor. Revive en su mente la escena, y ve al chico Calvin atado a ese árbol, siendo brutalmente violado sin poder hacer nada. Al contrario, pidiendo que lo hagan más fuerte. Los efectos de la marihuana y del resto de las drogas que lo hicieron ingerir lo hicieron dejar de sentir ese dolor.

Sin embargo, sabe que no era Joaquín y el resto de su banda los que lo estaban violando, sino otros sujetos, que habían pagado para poder abusar de el. Joaquín engaño a Calvin y lo llevo a ese sitio, donde lo drogaron y abusaron de el. Sabe que ellos no estaban preparados, no eran cuidadosos como los otros cuatro. Ellos debieron dejar algo que los policías no notaron. Se acerca al árbol donde encontraron atado el cuerpo. Comienza a analizar el suelo, en busca de algo que le pueda ayudar.

Al no encontrar nada, se pone de pie y comienza a buscar. Después de violarlo, huyeron. Se asustaron al ver que ya no respiraba. Ese miedo los hizo cometer errores. Huyeron por el camino más corto hacía la carretera, que es por donde el vino. Momentos después, llegaron los otros cuatro, y se sorprendieron de ver el cadáver. Creyeron que lo habían matado, que habían roto el trato. Joaquín quizá se había enamorado de el, y tras examinar el cuerpo, se lleno de ira al ver en que estado lo habían dejado. Entonces, lleno de rabia, se fue a buscarlos para asesinarlos.

Justo ahí encuentra su respuesta. "Había rastros de pólvora en su hombro derecho", es lo que decía el reporte. Mira el árbol y ve arriba una marca, al parecer rectangular. Joaquín debió sacar su pistola, y furioso, golpeo el árbol con el mango de la misma. El golpe acciono el gatillo y disparo una bala. Analiza el posible ángulo, y ve que pudo estrellarse contra un árbol. Corre y sube en busca de un agujero de bala. Se le da bastante bien eso de escalar. Quizá suene poco creíble, pero tras estar un largo rato trepado, encuentra un orificio pequeño. Saca sus garras y con cuidado extrae algo... una bala.

Joaquín avanza por la calle, esperando órdenes. Se sienta en la banca de un parque y observa a las demás personas pasar. De repente, su celular comienza a vibrar. No conoce el número, pero contesta.

-- ¿Diga?

--Señor... disculpe, pero su apellido no lo conozco--la voz se le hace desconocida.

-- ¿Quién es?

--No es necesario que le diga. En poco tiempo nos conoceremos. Ahora, hágame el favor de ponerse de pie y seguir caminando, actuando con naturaleza.

-- ¿Por qué tendría que obedecerlo?

--Por que puedo verlo, y créame, le conviene hacerme caso.

Joaquín se asusta al escuchar eso. Al no tener opción, se pone de pie y sigue caminando.

--Vale, ahora dígame, ¿Qué quieres?--pero no obtiene respuesta--Dígame que coños quiere.

--Ajustar cuentas.

De repente una vagoneta se detiene a su lado. Al abrirse un toro lo sujeta y lo mete.

Despierta, pero no sabe donde esta. Le duele el cuello, que es donde lo golpearon. Sus brazos están atados, y ve una silueta frente a el. Tras sentirse bien para hablar, le dice.

-- ¿Quién coños es usted? ¿Es un maldito policía?

--Mucho peor--el sujeto sale de las sombras--. Soy un periodista--el delfín ve sorprendido a Alfred, para luego ponerse totalmente serio.

--Que interesante, así que eras tú.

--Así es. Casi me balean en tú departamento. Pero me he metido en cosas mucho peores.

-- ¿Te has, o te han?

--No pienso hablar de mi vida privada. El punto es que, déjame decirte, ese era un hermoso y excitante oso. ¿Por qué no salieron ambos totalmente desnudos? Hubiera vendido muy bien esas fotos. Tengo contactos que los hubieran puesto a ambos como estupendos actores porno. Ganaras casi lo mismo que prostituir a chicos inocentes.

--No se de que hablas.

--No me digas. ¿Por qué no hablamos del chico Calvin? De ese que mencionaste en el departamento, y al que encontraron asesinado en el bosque aquí, en Barcelona.

--Me culpas por algo sin tener pruebas.

--Te equivocas mi amigo cetáceo, las tengo. En primer lugar--le muestra la foto donde sale con Calvin--, tengo la prueba de que eras su pareja. Sus padres y su mejor amigo lo afirman.

--Eso no comprueba nada.

--Lo se, tampoco el hecho de que el dependiente de la farmacia a la que iba a comprar tus condones te haya visto y pueda reconocerte, o que hayas desaparecido después de su muerte. Lo que si va a probar que tú eres el culpable, es esto--saca un sobre con una bala triturada--. La encontré en un árbol en el bosque donde asesinaron a Calvin. Tuve que subir a ese árbol para encontrarla.

--Como te dije, eso no comprueba nada.

-- ¿Eso crees?--saca otra bolsa con un arma--Te encontré esto. Un examen de balística demostrará que esta arma disparo esta bala, y que tiene tus huellas. Tomando en cuenta el hecho de que había un poco de pólvora en el hombro derecho de Calvin, te relacionaran con su muerte. Un buen abogado puede sacarte de ese dilema, pero tardaras algo de tiempo, en el cual te quedaras en prisión, donde creo que pasara lo mismo que paso con Calvin.

--Me estas acusando injustamente Sherford. Puedo demandarte por secuestro y difamación.

--Y yo puedo ser más compasivo y mandarte a un centro psiquiátrico.

-- ¿De que coños estas hablando?

--Estoy hablando de que tú sufres desorden de la personalidad, si no me equivoco. Dime con quien hablo, ¿con Joaquín, con Pedro Macias, con Ricardo Espinoza, con Frederick Starks? Creaste una personalidad diferente para cada una de tus victimas. Quien sabe cuantos sean, pero cada uno actuaba diferente: uno era rebelde, uno pacifico, uno se drogaba, etcétera. Tomabas tan en serio tú personalidad, que realmente te enamorabas de tú victima. Pero cuando llegaba el momento de venderla, cambiabas de personalidad, para no sentir remordimiento--Joaquín se comienza a poner nervioso--. Pero, al llegar a Calvin, te enamoraste como nunca. Lo interesante es que aquí no cambiaste de personalidad. Tú querías seguir con el, querías ser por siempre Pedro Macias. Romperías el trato y le explicarías todo a Calvin, diciéndole que te habían obligado. Después te irías con el. Por eso fuiste al bosque. Sin embargo, al ver el cadáver, te llenaste de rabia, y eso ayudo a Pedro Macias a dominar al resto de sus personalidades. Por eso--pone dos expedientes abiertos sobre la mesa--mataste a los compradores, los hermanos McGuiver, un par de turistas estadounidenses. Por eso huyeron los cuatro de Barcelona. La razón por la que tú podías entrar libremente a la ciudad, es por que tú no estuviste cuando hicieron el trato. La policía esta esperando ansiosa a ver a tus secuaces para arrestarlos. Aun tienen las balas que mataron a los compradores. Un examen de balística demostrará que las disparo la misma arma. Y si se hace una revisión a sus finanzas se encontrara un deposito bastante grande a tu cuenta, por que a ti fue a quien le dieron el dinero, por eso eras quien podía romper el trato--entonces Joaquín ya no podía soportar--. Gami es como Calvin, por eso volviste por el. Te fuiste debido a que te ofrecieron este estupendo trabajo. Pero Pedro Macias pensó que podía evitar que pasara lo mismo con Gami. Por eso volviste por el, para llevártelo, decirle la verdad y huir con el. Ahora dime, ¿quieres que sea justo o benevolente? Justo, te mandare a prisión. Benevolente, te mandaré a un psiquiátrico. Tú decides.

--A final de cuentas en ambas pierdo.

--Pero Gami gana. Por que si huyes, tus cómplices te van a seguir y mataran a ambos. Puedes entregarte; hablare con el juez que se encargue de tu caso y me encargare de que sea lo más benevolente que pueda.

Joaquín observa a Alfred, sorprendido. Le parece increíble que lo este ayudando, a pesar de la rabia que ahora siente. A final de cuentas, no tiene muchas opciones.

"Mi muy amado Gami. Desde el momento en que te vi, me di cuenta de lo mucho que te amaba. Quería pasar el resto de mi vida contigo. Cuando me di cuenta de que tú también me amabas, todo comenzó a andar bien. Pasabamos lindos ratos juntos. Nunca olvidare la primera vez que hicimos el amor, que ha sido la sensación más placentera que he tenido. Sin embargo, tuve que dejarte por un tiempo por problemas que ya sabes. Pero volví... solo para darme cuenta de que todo había cambiado. Por alguna razón ya no sentía lo mismo de antes por ti, ya no tenía esa llama encendida. Quise revivirla iniciar de nuevo. Pero no es posible... ya no. Lamento tener que dejarte así, despedirme por medio de una carta. Pero no tengo más opciones. Debo irme, y mientras más pronto, mejor. Discúlpame. Con mucho amor, Joaquín."

Gami termina de leer la carta por quinta vez. No esta llorando, y no entiende por que no, cuando desearía estallar en llanto. Le duele que Joaquín se haya ido así nada más, sin decirle nada, cuando había pasado tanto tiempo pidiéndole que se fuera a vivir con el.

Hace bolita la carta y la tira al cesto de basura, mientras se recuesta en la mesa de su habitación. Toma una foto donde sale con Joaquín, y da un largo suspiro. Justo en ese momento entra Alfred. Gami gira para verlo, para luego volver a su posición.

--Ya supe lo que paso. Lo siento mucho cachorro.

--Supongo que tenías razón. Nunca me lo dijiste, pero en tus ojos vi lo mucho que desconfiabas de Joaquín. Ahora entiendo por que.

--No quería entrometerme en tú relación.

--Aunque te entrometieras, iba a seguir con el, y el se iba a largar así nada más.

--Creí que estarías devastado.

--Yo también--suspira de nuevo--. Sin embargo, creo que lo estaba esperando. Es decir, se fue por cinco años, y vuelve de repente. Supuse que se volvería a ir.

--Ya encontraras a alguien más.

--Por ahora no tengo ganas de saber nada sobre el tema. Solo quiero estar solo.

--Vale. Si necesitas algo, no se, ir a tomar algo, hablar un poco... solo dime.

--Vale.

Alfred sale de la habitación, mientras Gami trata de olvidar todo lo que Joaquín vino a causar. Solo vino, lo uso, y se fue. A pesar de que eso a muchos le causaría un dolor inmenso... a Gami parece solo causarle indiferencia.

Alfred se acuesta en la cama de su habitación. James entra y se acuesta a su lado.

--Estaba preocupado por ti. Me hiciste mucha falta--le dice el lobo mientras le besa el pecho.

--Al menos ya todo se arreglo.

-- ¿Quién era Joaquín realmente?

Alfred mira a James. Comienza a contarle todo lo que descubrió sobre Joaquín. James se sorprende al escuchar todo. En algunos momentos, casi rompe en llanto. Finalmente, Alfred lo toma de las garras.

--Es una historia bastante triste--dice James.

--Lo se.

--Pero, ¿y Harry? Si se enteran de lo que paso, podrían hablar con Joaquín, y sabrían que tú eres el culpable.

--No lo creo. Eso los podría meter en problemas. Creo que se deslindaran por completo de el.

--Al menos libraste a Gami de ese destino.

--Ese es el problema. Lo libere a el, pero a los demás... ya fue demasiado tarde.

Algo decepcionado, se recuesta en el pecho de James, pensando en Calvin, y en el resto de los chicos que perdieron su vida solo por un amor.

Mientras tanto, un hombre tranquilamente circula por un oscuro pasillo. Escucha los quejidos de la gente, pidiendo ayuda. La verdad, a el le da igual lo que ellos digan. En realidad, solo la voz de una persona le interesa.

Entra a una sala enorme con varias personas. Un grupo de guardias vigila que todo este en orden. En las mesas, algunos presos hablan con sus familiares, otros con sus abogados. El no es ni familiar ni abogado. Es solo un extraño que se acaba de sentar frente a un delfín.

-- ¿Quién es usted?--le pregunta Joaquín.

--Alguien que puede cambiar tú vida Pedro Macias.

El delfín se sorprende al escuchar eso. Nunca ha visto a ese hombre, pero parece conocerlo a la perfección.

--No se de que esta hablando.

--Al contrario, lo sabes muy bien. Conozco mucho de ti Pedro. Se del departamento que habías rentado para vivir con Gami. Se de tus delitos, y de tus cómplices. Se de tu desorden de la personalidad. Se quien es Calvin, y lo que paso con el. También se lo que paso contigo de niño--Joaquín esta totalmente asustado. Debe ser una broma--. Crees que es una broma, pero no lo es.

-- ¿Qué coños quiere?

--Venganza. Te conozco, pero no a Alfred Sherford. Déjame decirte algo, no eres la única persona que ha sido arruinada por ese león.

Nota del autor

No me lo recuerden, ya se que tarde mucho. Pero como dije en mi journal, tuve algunos inconvenientes (si, evitar que destruyeran el capitolio en AoE 3 XD). En fin, al menos ya termine. Este capitulo lo dedico por completo a la vida secreta de Joaquín, que fue bastante interesante como lo vieron. Es parte de la historia, ya verán más delante por que. Al menos tengo en consuelo de que no sabrán quien es el extraño que hablo con Joaquín al final. De hecho, no espero que lo descubran, por que es bastante difícil. Así que tendrán que esperar.

En fin, agradezco a mis lectores por haberme esperado. Hago todo lo posible para realizar una historia que les de alguna lección. Esta, por ejemplo, el valor de la amistad, y sus límites. Es bastante difícil llegar a hacer algo como dar la vida o terminar en prisión por un amigo. Sin embargo, hay casos reales. La amistad es algo bastante lindo, algunas ocasiones mejor que el amor. Sin embargo, no podemos condenar nuestra vida o la de otras personas inocentes por un amigo. Hay limites, y debemos estar concientes de ellos.

Agradezco a mis amigos por su apoyo. Ellos siempre están ahí para ayudarme, y saben que daría mi vida por ellos. Pero les agradezco que me pongan esos límites que me ayudan a no cometer errores. Gracias chicos. Pero en especial a mi tigueshito lindo, el amor de mi vida, por quien sin dudar daría la vida. Hemos tenido problemas últimamente, pero te agradezco que me hayas perdonado, y que me hayas entendido. Eres el más lindo de todos los novios, y la persona más comprensible que he conocido. Gracias por perdonarme, y por compartir esos secretos y esos sueños jeje que deseas cumplir, igual que yo. Te amo mi lindo tigueshito James, prometo jamás volver a fallar