El Secreto de Tora: Asedio (Primera Parte)

Story by Mastertuki on SoFurry

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#27 of El Secreto de Tora

¡Hola! Este es el primer capítulo del arco final del Secreto de Tora. Espero que te guste.


Mi nombre es Bryce, y lo acabo de perder todo de la forma más estúpida posible.

Creía haber ganado, creía tener el control de mi vida sobre mis zarpas de nuevo, y poderla reconducir donde quisiera. Recuperar aquello que anhelaba desde hacía tiempo: Mi libertad, dormir tranquilo, al lado de la persona que amaba.

Que estúpido fui.

No hay nada a través de la ventana de la habitación de matrimonio. La cama es grande, las sábanas son frías, el silencio es húmedo. Y mi instinto de manada se ha ido descarrilando hasta el punto de no encontrarlo. Cuando creía que lo podía arreglar todo, voy y lo pierdo... Y lo dejo tirado. Un puzle con las piezas tiradas por el suelo, desinteresado.

Lo acabo de perder todo. Jamás lo recuperaré.

Si me entrego...

El secreto de Tora: Asedio

El sheriff Nekket no era un perro al uso. Era conocido previamente por su enorme historial de éxitos en cuanto a la resolución de casos de crímenes y de encerrar a sus presuntos homicidas en la cárcel. El caso que planteaban en aquel momento, en aquellas horas, no pintaba ser muy difícil: Tenía la escena del crimen bien clara, y el posible asesino, también. Iba a tardar muy poco.

Nekket era un Schnauzer de pelaje sal y pimienta bastante mayor. Una de las orejas la tenía caída y costaba alzar por el enorme esfuerzo que suponía tirar de todos los músculos de parte de su cabeza a falta de uno que ayudaría bastante, por lo que era en parte sordo por ese oído. Por ello, más que por lo que habían contado, se fiaba más de lo que veía. Por eso mismo, iba a ser un hueso duro de roer para los compañeros de Bryce.

Sus trabajadores ya estaban, en cuanto llegó, haciendo fotos de la enfermería tal y como se la habían encontrado los responsables del estadio, extrayendo pruebas, y anotando diferentes hipótesis. Nekket permaneció impasible ante la situación y ni siquiera el ver a uno de los enfermeros clavado con una barra de metal contra la pared repudiaba. Había visto cosas peores.

No, su vista estaba clavada en un grupo de chavales que se encontraba rodeando un banco, posiblemente con el supuesto criminal sentado ahí. Un policía se encontraba apoyado en una pared, justo al lado, listo por si tenía que salir a por el sospechoso en caso que quisiera huir. Por suerte o por desgracia, eso no iba a pasar: A pesar de los esfuerzos de sus compañeros, Bryce se encontraba totalmente trabado y sin capacidad para mencionar muchas palabras coherentes. Nekket se aproximó a ellos y los apartó de un par de empujones para encontrarse cara a cara con un lobo. Esta era la raza que solía dar más problemas en la ciudad, aunque fuera un híbrido bastante conocido por la gente.

-Bien... -una voz cascarrona causada por los continuos pitillos que se fumaba llamó la atención al lobo, que alzó la vista. Al ver al sheriff, su cuerpo se echó a temblar y se apoyó aún más en la pared. -Muy bien, chaval. Te hemos encontrado con las manos en la masa, así que venga, confiesa.

El lobo híbrido, en cambio, no soltó ni una palabra. El miedo estaba tan dentro de él, que bloqueaba su habla, algo que a Nekket no le importaba en absoluto, y no dudó ni un instante en aproximarse a él aún más y cogerlo de la camisa del cuello para encararlo contra él. Shinke, al ver semejante panorama, se apresuró inmediatamente a separarlos y junto con sus compañeros, volvieron a montar una barrera en torno a Bryce.

"Lo que me faltaba... Amigos" pensó el detective, mirándolos atentamente. No iban a poner las cosas fáciles... Tendría que arrestarlos, posiblemente, pero solo si se oponían a la autoridad. -Chicos... -comenzó a decir. -Encubrir a vuestro amigo no solucionará nada. Al contrario... Haréis que vuestro compañero sea aún más sospechoso de ser culpable.

-¡Bryce no ha hecho nada! -exclamó la orca. -¡Lo encontramos tirado en el suelo temblando! ¡Ni siquiera puede matar a una mosca!

-Entonces... No tendréis problema para que coja declaraciones de él, ¿No? -el perro se apresuró a encenderse un cigarrillo para calmarse los nervios y añadió: -En serio, chicos. Me lo tengo que llevar. Es sospechoso. Eso es todo.

La orca miró impasible al detective, y luego giró la cabeza hacia Bryce, que continuaba traumatizado. Odayaka tenía miedo de que el lobo híbrido soltara alguna estupidez debido al miedo metido en el cuerpo y la liara aún más, pero oponerse a la autoridad no era tampoco la mejor idea.

-Señor.

Nekket giró la cabeza hacia la izquierda para ver como un secuaz solicitaba con la zarpa pedir una conversación en privado. Sin ánimos de dejar al lobo híbrido en paz, pero comprendiendo que quizás sus trabajadores habían encontrado algo, se alejó para hablar con su compañero.

-¿Ocurre algo, Advent? -preguntó.

-Bueno... Hemos realizado las pruebas pertinentes. - pasó una serie de muestras, y añadió: -No hemos encontrado nada que incrimine al sospechoso. -al decir eso, Nekket se puso nervioso. -Pero aun nos falta comprobar huellas dactilares y pelos que hemos encontrado, por lo que de momento, y dado el estado mental de nuestro posible criminal, no podemos arrestarlo.

Mierda, eso alargaba las cosas. El perro observó a los del equipo, que permanecían todos aun en formación muro cubriendo a su compañero lobo, mientras meditaba si había alguna forma de tomar el pelo a la justicia para llevárselo. Para su desgracia, por eso, si sus superiores descubrían que se había tomado las leyes a lo valiente, el que iba a perder el pelo era él. Tenía que seguir las directrices del juego.

-¿Y el otro equipo?

-Ha desaparecido sin dejar rastro. Nadie sabe donde están. -explicó el detective. -Como si nunca hubieran jugado un partido. Hemos querido coger las cintas de grabación, pero han volado todas, y los cables de conexión de red donde se estaban subiendo los datos en streaming están cortados. Excepto por la gente, no sabemos nada de ellos.

-... Mierda.

El caso se ponía realmente complicado.

Bryce, a pesar de su bloqueo mental, escuchaba. Escuchaba y memorizaba, evidenciando aún más que habían sido engañados desde un buen principio. Los dragones se habían largado sin dejar rastro, y quien sabe siquiera si el león se había encargado previamente de culparlo. El plan era perfecto: Incriminarlo, meterlo en la cárcel, sacarlo de ahí para seguir experimentando... Dejar que Sarah, o quien fuera, se saliera con la suya.

-Bien... Chicos. -Nekket se aproximó a ellos de nuevo, y añadió: -Estáis de enhorabuena... En parte. Os dejo llevaros a Bryce, pero no podréis salir del país, ni siquiera de la ciudad, hasta que se haya finalizado la investigación del caso... E id con cuidado. Como me entere yo que escondéis algo... Vosotros iréis también a hacer una visita a la cárcel.

Los compañeros no añadieron nada, dejando que Nekket se fuera con los humos subidos. En cuanto se encontraba ya un poco lejos Shinke se aproximó a Bryce y le ayudó a incorporarse, mientras meditaba a donde podían llevárselo.

  • Vayamos a su casa. -decidió Odayaka. -Lo mejor que podemos hacer ahora mismo es dejar que se eche y repose... Ahora mismo no está siquiera para contarnos nada.

El grifo no se negó en absoluto a lo que sugería la orca. Al contrario, estaba bastante de acuerdo, por lo que, pasando el brazo por debajo de los hombros de Bryce, ayudó a avanzar e incluso obligó a andar un poco, algo a lo que Bryce parecía ser reticente. Y no lo culpaba: Unos días antes, él estaba exactamente igual. La diferencia estaba en que el lobo echó una mano, y ahora, parecía que nadie podía ayudar a Bryce. Y luego estaba la desaparición de Tora...

-Stallion... -gimió Bryce, pero Shinke cerró el pico inmediatamente, para que no abriera la boca e hiciera declaraciones que lo inculparon más de lo que ya estaba. El resto de sus compañeros se encontraban alrededor, formando un escudo para evitar que nadie mirara. La orca ya estaba realizando una llamada al teléfono para que viniera un coche a buscarlos cuando de lejos vieron a dos conocidos acercarse casi con la lengua afuera.

-Lizar... -murmuró Baka. Shinke se sorprendió de que lo conociera. -¿Se va a apuntar también al partido?

-No creo... -contestó Odayaka. El lagarto y el tigre blanco se acercaron a ellos y en cuanto pudieron, frenaron y empezaron a coger el aire que habían perdido por el camino. -Chicos, ¿Os habéis apuntado a unas olimpiadas?

-Muy... Gracioso... -jadeó el tigre blanco, a pesar de no entender lo que estaba diciendo la orca. -Estamos... Huyendo... de Sarah...

Sarah. Bryce alzó las orejas puntiagudas y prestó atención. La orca, en cambio, al ver la reacción del lobo, cogió del hombro a sus dos compañeros y detuvo las posibles declaraciones que pudieran hacer.

-Chicos... Hablemos de eso luego... Bryce no está para fiestas.

Lizarman miró a Odayaka un momento, y luego a Bryce, que parecía trastornado. No entendía que había ocurrido, pero inmediatamente estuvo de acuerdo con Odayaka que no era ni de lejos el mejor momento...

***

Odayaka apagó el televisor tras haber escuchado como tres veces la misma noticia de distintas formas. Era la pega que tenía el cable, perdían el dinero en las producciones de series y cine, y luego no tenían siquiera para contratar a periodistas que se fueran más allá de la esquina. El resultado era evidente: ¿Para que ponerlo si podías tú mismo de primera mano enterarte de lo que estaba ocurriendo con tan solo salir a mirar a través de la ventana? Eso no eran noticias. Era telebasura.

La orca, además, no necesitaba que volvieran a recordar los dos hechos consecutivos que había habido la fatídica noche anterior.

Recordaba perfectamente cómo se suspendió el partido, o mejor dicho, como no volvió a iniciarse tras la puesta en espera. Bryce había salido corriendo a ver a Tora; minutos más tarde, sin que regresara, él mismo, acompañado de Shinke, habían ido a buscarlo. El panorama que se encontraron a continuación no era digno de una enfermería, si no de la matanza de Texas. Y allá al fondo, rodeado de sangre por todos sitios, y la ausencia permanente de Tora, residía Bryce con un ataque de histeria que lo tenía colapsado.

-No dicen nada nuevo. -suspiró el lagarto. Esa era la segunda parte de los hechos que habían ocurrido de forma paralela y de la que tanto el lagarto como Senko eran partícipes. Rodeados de policías, forenses, y el resto del personal de ley y orden, se encontraba el equipo intentando reanimar a un lobo híbrido que parecía no poder salir del bloqueo mental en el que se encontraba atrapado. Odayaka estaba de los nervios, cosa rara en él, incapaz de entender que estaba ocurriendo. Y a todo eso, la apariencia de Lizar y Senko fue la gota que colmó el vaso.

-¿Tu madre está bien? -preguntó la orca, sentándose al otro lado del sofá, al lado de Baka. -Por lo del incendio de tu casa...

-Sí... Sí, está bien. -admitió, con la mirada al techo. -Afortunadamente, solo ha prendido fuego parte de la cocina. Parece que el accidente no fue a más...

Volvían medio asustados por un incendio que había habido en casa del lagarto, y uno de los policías de allí no había tardado en avisar a los bomberos. Los dos, sin embargo, parecían poco preocupados por ese hecho; más bien, querían hablar concienzudamente con Bryce. La orca no tuvo otro remedio que apartarse y demostrar que mentalmente el híbrido no estaba por la labor. Jadeando, con los ojos fuera de sus órbitas, y tartamudeando incoherencias, se encontraba en un estado de shock que no parecía haberse recuperado aún.

La casa de Tora era el mejor lugar donde todos se habían podido reunir. Depositar a Bryce en la cama y dar un par de sedantes y algo de espacio había sido la mejor de las ideas que habían podido tener jamás. Los intentos continuos de hablar con él y sacarlo de su atasco durante el viaje a casa habían caído en saco roto, por lo que la esperanza estaba en poder hablar con él cuando despertara-. Eso implicaba también que la policía quisiera interrogarlo, sin duda, cuando estuviera más predispuesto. Si es que llegaba a estar algún día.

El grifo soltó un suspiro y volvió a colocarse las plumas en orden, pero era tarea ardua e inútil porque tan pronto como se las ordenaba volvía a estar enfurrutado. La situación se había escapado de sus manos, pero si Bryce estaba derrotado, ellos tampoco es que pudieran hacer sonar campanas de victoria.

-No puedo creerlo... Lo tenía todo planeado. -dijo al final. -Es como si... Siempre hubiésemos sido títeres suyos haciéndonos creer que Bryce lo tenía todo bajo control.

-Nunca lo tuvo... Y esto lo demuestra. Es por lo que queríamos venir.

El lagarto cogió y abrió una de las carpetas que llevaba encima, pero aunque la desplegó, prefirió hacer un resumen de lo que habían encontrado. Si bien no podían contárselo a Bryce igualmente, él tenía que volver a casa, así que lo mejor que podía hacer era explicárselo al resto.

-El proyecto para hacer a la gente humana en seres animalísticos tuvo el simple objetivo militar de crear un ejército invencible. Y empezaron con la hija de Sarah, la fundadora de todo este proyecto.

-La famosa Sarah... ¿Quien coño es, si se puede saber? -preguntó la orca, ya más cabreada que de costumbre. Ya no estaba para guasas; iba en serio.

-Sarah Ronnoc partió con la idea de crear a seres antropomórficos que mezclaran ADN de seres animales con humanos y encontrar la cura a diferentes enfermedades: SIDA, cáncer... Problemas autoinmunes, entre otros.

-Les robaron el proyecto. -prosiguió Senko. Él no es que tuviera demasiada idea, pero se había pasado muchas horas traduciendo para ahora quedarse callado. -Lo volvieron en algo militar y armamentístico. Cogieron a la hija de Sarah, y la manipularon hasta convertirla en Pelz.

Lizar pasó varias hojas hasta encontrar la que quería, y se la enseñó al resto de los compañeros.

-Junto con ese proyecto crearon este otro, que nunca llegó a buen puerto. La posibilidad de manipularlos a través de señales eléctricas. Nunca llegó a completarse... No se los motivos, pero parece que todo apunta a que se les escapó de las manos. El tema... -el lagarto se apoyó sobre sus piernas. -Es que tenemos la teoría de que la madre de Sarah está viva, aun, y está esperando atacar con sus mejores armas para resucitar a su hija, o enmendar lo que debe de creer ella que es un error.

-Ya, ya... Todo eso es muy bonito. -Odayaka miró a Lizar con los ojos entrecerrados, y añadió: -¿En que momento vienen las tortugas ninja en esta historia, Lizar?

-No hay...

-¡No me jodas! -la interrupción les pilló a todos por sorpresa. -¡Hazme el favor! ¡Eso no se sujeta por ningún lado! ¡Estamos hablando de una mujer humana que hace más de cinco siglos que ha estirado la pata! ¡¿Como coño se supone que ha llegado viva hasta nuestros días?!

-Si lo supiéramos, Bryce no estaría así. -el lagarto, a pesar de los cambios de humor de la orca, se mantenía tranquilo. -La cuestión es que no lo sabemos, pero todo apunta a que Sarah existe, está viva... Y está usando esa tecnología de electricidad para controlar a la gente.

-¿Que?

-Piénsalo bien... Por un segundo, Odayaka. Imagina que todo eso es posible. -el lagarto rebuscó entre las imágenes de una carpeta y le sacó una foto, pasándosela. -¿Lo reconoces? Tienes que acordarte de él, ¿Verdad?

Y tanto que se acordaba. No iba a olvidar nunca a ese dragón verde, ni lo perdonaría por los errores que cometió, o le agradecería la cantidad de apoyos que le dio a Bryce al final de su vida. Había sido siempre un espejismo de doble cara.

-Sí.

-Bien. Todo esto que veis me lo dio Stallion, cuya hija -levantó un dedo mientras hacía una breve pausa. -ahora mismo se ha salvado gracias a tu dinero, Oda. Stallion estuvo siempre emparanoyado de que Sarah pudiera controlarlo, así que llevaba guantes y se disfrazaba para darme esta información. Y hasta ahora, funcionaba... Hasta ahora.

-¿El accidente?

-En el momento en que Senko descubrió el proyecto de control mental mediante impulsos eléctricos todo empezó a saltar por los aires y las luces reaccionaban a nuestros movimientos. -el lagarto se apoyó en el reposa brazos, mirando a la orca, aunque miraba si los demás le prestaban atención. -No es la primera vez que me ocurre. Cuando empecé a buscar información para Bryce, ya me falló la máquina varias veces.

-¿Y que tiene que ver Damaru con esto? Se pegó un tiro en la sien. -le recordó Odayaka. -¿A que viene esa explicación con Damaru?

-A que hay dos muertes que no se explican. Damaru... Y el padre de Bryce.

Odayaka miró un momento al lagarto. Por un segundo, se quedó igual. Luego, vio que había evidencias que enlazaban todos los casos.

-... Sarah lleva detrás de Bryce... Más de quince años. -murmuró la orca. Se volvió inmediatamente a Shinke, y añadió: -Tú eres el mejor amigo que ha tenido Bryce nunca. ¿Te ha contado alguna vez su pasado en clan?

-Bueno... A ver... -el grifo se colocó bien las plumas de su brazo en un acto de intentar relajarse, y meditó sobre lo que siempre le había contado el lobo. -Cuando era pequeño, una noche de tormenta, vio como su padre había pegado un tiro a la madre de Anne... Y luego, posteriormente, se dio un tiro a la sien. Un suicidio en toda regla... Pero no tiene sentido. Era un clan como el de los tigres, apartados de la civilización... Aunque... Me contó que el jefe intentaba ponerse al día. Tenían ya cables eléctricos tirados por doquier para montarse al menos una instalación eléctrica basada en conceptos naturales... Dios santo... Oda, tenéis razón.

-Aunque suena a ciencia ficción. -finalizó Lizar, cruzándose de brazos. -Es lo más fantasioso que he oído nunca, pero ahí están las pruebas. Es factible. Control mental a través de objetos eléctricos. Lo único, al ser un producto en pruebas, tenía un error base. Si querían dejar al sujeto libre, tenían que matarlo. Era un camino solo de ida.... Una vez poseído el ser, no había vuelta atrás.

-Damaru...

-Damaru debió de ser controlado en algún momento. Posiblemente ambos sujetos, tanto el padre de Bryce como el dragón, a pesar de ser marionetas, aun pudieron estar a tiempo de finiquitar su vida del todo. Muy posiblemente Sarah intentó controlar a Damaru para recuperar a Bryce y este se quitó la vida antes de hacer daño a nadie más.

-A Tora...

Shinke veía todo aquello muy grande. A la práctica, estaban luchando contra un dios, alguien que les podía meter ideas en el cerebro con tan solo tocar un enchufe. Shinke entendía que para ellos, esto solo explicaba esas dos muertes. Posiblemente a Bryce la explicación le sentaría como un jarro de agua fría porque entendería aún más cosas. Una situación compleja.

-... Hay algo que aun no me explico. -la voz del tigre blanco se alzó por encima, y miró a Lizar. -Vale, todo esto que hemos traducido está bien y tenemos pruebas que lo demuestran, pero seguimos sin saber dos cosas: Una, y la más importante... Si de verdad es Sarah, cosa que de momento, solo podemos suponer, es complicado que una mujer así viva tantos años. Y la segunda: Si tiene esa capacidad de control, podría haber controlado a Tora, o a Bryce mismo. Coño, ¿Porqué nunca ha controlado al lobo?

-No lo sé, Senko... Pero me temo que la respuesta de una pregunta inmediatamente dará la respuesta a la otra. -dijo. -Eso, y saber cual es el objetivo concreto de Sarah... Pero hasta que Bryce no esté despejado, y con la mente fina, como que la situación es muy, muy compleja.

Ninguno de los presentes se había dado cuenta, mientras tanto, que en otra habitación, alguien escuchaba. Realmente, todo había dado una vuelta de tuerca más, a la que Uros empezaba a des devenir que, si no actuaba con Rikai en el acto, tal vez no les quedaría futuro para ninguno de ellos.

***

Rikai entró inmediatamente en el restaurante en el que trabajaba Anne, aunque su objetivo no era otro siquiera que Uros, el lobo que tenía que proteger a Bryce y del que hacía ya bastantes horas que no le había aportado mucha información, más allá que se acercara a aquel lugar para hablar en privado. Por lo que le había dicho, parecía que la situación se había vuelto mucho más compleja de lo que aparentaba ser.

Con total disimulo, la loba echó un vistazo alrededor hasta localizar a Uros hablando en la barra ávidamente con la camarera, una coneja que ya conocía por las explicaciones de Tora. Detrás de Uros, se encontraban una mesa con dos asientos libres, de los cuales en ningún lado alrededor habían oídos chafarderos. Debía aprovechar la oportunidad, sin lugar a dudas. Se aproximó al lobo marrón, le dio un par de toques en el hombro, y antes de que dijera nada, se sentó tranquilamente en la mesa y con las zarpas entrelazadas apoyadas en la mesa, pensativa.

Uros se despidió de la coneja, y se sentó delante de la loba. Estaba sonriendo y contento, pero en cuanto miró a Rikai, observó que su superior no estaba precisamente alegre, por lo que moderó su comportamiento y carraspeó un poco antes de decir nada.

-¿Que ha ocurrido? -le preguntó Rikai.

-Tenemos un problema. -empezó Uros. -Han cogido a Stallion, y lo han metido en la cárcel. La niña está bien, pero al padre le van a caer varios años de prisión.

-Bueno, ya contaba con ello. Era parte del plan que organizó Bryce. -dijo la mujer, encogiéndose de hombros. -¿Y? -Uros a veces odiaba la frialdad con la que la loba trataba a su hijo. -Quiero más datos. Continua.

-Bueno... El partido de baloncesto no ha ido como esperabas. -prosiguió. -A medio partido, Tora fue llevado a enfermería, y cuando hicieron el descanso, tu hijo fue a verle y... No le encontró. Han raptado a Tora, sospechan de Bryce, y por lo que he oído decir a sus amigos, parece que este está ahora mismo en un estado de shock del que no sale.

-Saldrá de esta. -hizo la loba, haciendo un ademán con la zarpa para quitarle importancia. -No te preocupes. Le conozco bie--

-¡No! -Uros le cogió de repente del brazo, y se lo apretó, con la mirada bien fija en ella, llena de ira. De repente, los rangos en los que se encontraban él y la loba habían desaparecido, y Uros ignoró que estaba hablando con su superior. -Rikai, joder, no puedes seguir así como si nada ocurriera. Has usado a tu hijo como si fuera un títere y ahora mismo le has enredado los cables. ¡No puedes coger y tirarlo a la cama como si se tratara de un juguete roto!

-... Suéltame, Uros.

Uros desobedeció la orden. Hasta ahora había seguido las órdenes de Rikai, pero había llegado a un punto que a él mismo le parecía exageradamente bestias y sin sentido más allá de conseguir los propósitos de la loba misma hacia su hijo. Cierto que en su clan, las crías debían apañárselas, pero contando con que la situación no eran tan peligrosa como la que aparentaba ahora, no entendía esa razón de impasividad ante los peligros que pasaba Bryce.

-¿Ocurre algo, Uros? -la voz de Anne sonó a su lado, y el lobo giró la cabeza hacia la coneja, que se había acercado al oír que su amigo estaba pegando unos gritos de aúpa. Uros soltó a la madre de Bryce y recuperó la compostura, para intentar aparentar la máxima tranquilidad posible. -Os he oído alzar la voz y...

-Estamos bien... -comentó la madre de Bryce, haciendo el gesto de incorporarse. -De hecho, ya me iba y...

-Oh, no, espera.

Anne hizo hueco empujando a Uros al fondo, y se sentó delante de la madre, cogiendo de las manos y sonriendo, con las orejas largas hacia atrás. A la madre le ponía un poco nerviosa esa manía que tenían los conejos de estar constantemente moviendo la nariz buscando olores, pero procuró no hacer ningún comentario al respecto.

-¿Anne, que...? -empezó Uros.

-Tranquilo, Uros. -añadió ella. -Es cuestión de temas de madre a madre... ¿No? -dijo, mirando a Rikai. -Tu fuiste madre... ¿Que se siente? Me han dicho que te pones nerviosa y no sabes como actuar. Yo la verdad es que estoy un poco inquieta...

Rikai observó un momento a Anne con los ojos como naranjas, sorprendida de la pregunta, y procurando buscar una respuesta rápida. ¿Que qué se sentía cuando una era madre? La loba se remontó a tiempos inmemorables, cuando conoció a la que fue luego su pareja, cuando se quedó embarazada, el miedo que tenían de que no naciera... Y luego, allí estaba, el pequeño lobo llorando desconsolado porque lo habían sacado del lugar más protegido del mundo.

¿Que qué se sentía? Alegría, eso lo recordaba. Luego vinieron los temores, cuando empezó a pensar que tal vez nunca sería una buena madre, que con el tiempo se disiparon cuando Bryce empezó a aprender a gatear y siempre le seguía y lo abrazaba para no separarse de su madre, o cuando, algo más mayor, jugaban al pilla lobos. O al ser mayor, cuando le comentó que nunca tendría una pareja femenina...

¿Cuantos secretos le había confesado Bryce por entonces?

-... ¿Rikai? -preguntó la coneja.

-Perdona... -comentó, volviendo en sí. -No, no sé que decirte, Anne. Cada persona le afecta de una forma distinta; yo me lo pasaba bien con Bryce y siempre nos contábamos nuestros secretos y nos apoyábamos mutuamente. Incluso...

¿Cuando dejó de apoyar a Bryce? ¿Cuando lo perdió? ¿Cuando regresó que ya no se acordaba de ellos? Había dejado de ser el hijo que tuvo antes, pero continuaba siendo suyo, ¿No era así? Se imaginó por un momento cuanto tiempo había permanecido el lobo más solo que la una yendo de casa en casa, como humano, como Dorei, perdido... Pasando de ser un híbrido con mucho carácter a alguien a quien apenas se le podía estornudar. ¿Que se había hecho de él?

Uros la observaba, y ambos sabían perfectamente lo que estaba pensando en otro. Tal vez Uros tenía razón; tal vez si que era hora de darle un empujón, una mano...

-Esto lo teníais pensado los dos, ¿Verdad? -murmuró Rikai.

-Rikai... Eres su madre... -le recordó Uros. -Ahora mismo, si necesita unas palabras de apoyo, son las tuyas... Da igual el tiempo que hayas estado escondida... Lo más importante es verle ahora... Y pedir perdón...

La loba se incorporó de inmediato, y sin mediar palabra, dio media vuelta, y empezó a andar deprisa para salir del restaurante y poner rumbo a la casa de su hijo. Uros tenía razón, maldita sea. Se había mantenido al margen para que no afectaran los sentimientos a Bryce, pero si todo se había ido al garete, ahora mismo, lo que más necesitaba a su hijo no eran ya sus amigos. Era una madre.

Una madre a la que, en tiempos mejores, puso toda su confianza.

De andar deprisa, empezó a correr, y la madre se empezó a maldecir de haber traicionado la amistad que tuvo con el hijo para llevar a cabo todo el plan de derrotar a Leon. Podrían haber trabajado juntos, y tal vez no habrían secuestrado a Tora, tal vez incluso hacía tiempo que habrían acabado con todo este sistema. Tal vez se equivocó en la interpretación de la profecía.

La loba tuvo que parar de correr varias veces para recuperar el aliento y luego, volver a insistir en ello. La distancia era bastante grande, pero coger un autobús implicaba una vuelta tonta por la ciudad que no se quería permitir. Apartaba a la gente, evitaba a las abuelitas, y en términos generales, intentaba ir tan rápido como su edad le dejaba.

Agotada, en cuanto llegó a la casa de Tora, observó como la puerta se abría y varias personas empezaban a salir, concretamente, casi todo el equipo de baloncesto. Rikai aprovechó para echar a correr un poco más hasta la entrada, momento que, por el ruido de las pisadas, Shinke giró la cabeza hasta poderla ver.

-... ¿Rikai? -preguntó, mirando. -¡Rikai! Respira... ¿Que haces? ¿Por qué has venido corriendo? -le preguntó, sujetando de los hombros a la loba. -A tu edad acabarás destrozada...

-Mi hijo...

-Tranquila... Está en su habitación... Oye, Rikai, tenemos que contarte antes que...

La loba no escuchó. Agotada, empujó a Shinke a un lado para que se callara y pasó a dentro de la casa. Se la conocía bastante bien, por lo que podía suponer que su hijo estaría en el piso superior. Maldiciendo las escaleras, sus oídos pronto captaron las lágrimas de su pequeño, y el instinto de madre hizo que se lanzara a por todas. Atravesó la puerta, y se encontró en la habitación de matrimonio antigua, la que tanto conocía, pero sin Tora. Solo con Bryce en la cama.

Rikai dio un paso al frente, y de repente, Bryce alzó la cabeza. La melena le tapaba media cara, y las lágrimas en los ojos hacían que estos brillaran en la oscuridad. A la loba se le encogió el corazón al ver como estaba su hijo: Con el pelaje desordenado, y posiblemente, destrozado por dentro.

-... ¿Ma...? ¿Mamá?

¿Le recordaba?

La loba no tardó en abalanzarse hacia su hijo y abrazarlo. Recordaba a su madre, sabía quien era. Su hijo no solo había recordado todo lo anterior, si no también a las personas más importantes de su vida, y entre ellas, se encontraba la madre que le dio luz, la que le cuidó en los momentos más difíciles... Bryce abrazó a Rikai como si le fuera la vida en ello, llorando desconsolado. No esperaba verla, de hecho, pensaba que seguía en el clan...

-Mamá... Uh... -sollozó, mientras su madre le acariciaba el pelo.

-Sssshhh... Ya está... Ya estoy aquí... Nadie volverá a hacerte daño, mi pequeño, nadie... Ssshhh...

Bryce permaneció en silencio, dejando que le mimaran como antaño. Poco a poco, su mente fue despejándose, y las ideas empezaron a aclarecerse un poco en su mente, sacándole del bloqueo mental que llevaba encima. Reordenó sus ideas, viniéndole a la mente lo más cercano que le había pasado.

Habían metido a Stallion en la cárcel, pero aunque podría haber sido por culpa suya -que lo era- sentía que al menos seguía vivo y a buen recaudo, aunque no por mucho tiempo si no paraba los pies a Sarah. Y ahí estaba el segundo factor: Tora. Dejó de llorar, secándose las lágrimas, y se separó de su madre, para contarle todo lo que había pasado. Sin embargo, la loba le colocó la zarpa en el morro para darle a entender que no hacía falta las palabras.

-Debo ir a buscar a Tora...

-Lo sé... Cariño... Si lo haces...

-A estas alturas, ya me da igual ganar que perder, mamá. -le dijo. -Cuéntame lo que sepas... Y yo iré a salvar a Tora. Viva o muera, él ya me salvó una vez... Ahora me toca corresponderle. La culpa es mía, yo he provocado a Leon... Debo poner fin a esto.

-... Bien... Esto es lo que sé...

***

-¿Tu no tenías que irte a casa? -preguntó la orca, mirando a Lizar que estaba haciendo la cena aprovechando lo que había en la nevera del lobo. El lagarto hizo caso omiso al comentario que le propinaba Odayaka mientras acababa de preparar las pizzas y precalentaba el horno. -¿O te vas a quedar?

-Igual que todos vosotros. -respondió el lagarto. -Juraría que aquí no soy el único que quiere saber que hace su madre aquí después de tanto tiempo, ¿no?

-¿Y tu casa? -le preguntó Shinke mientras veía como colocaba las pizzas en el horno.

-Está bien, está bien... Es lo curioso, apenas ha pasado nada. Es como si no hubiera habido un incendio nunca... Igualmente, le he dicho a mi madre que vaya a dormir a casa de una amiga. Me ha tomado por loco, pero casi lo prefiero.

En cuanto cerró el horno y echó un vistazo al reloj, calculó que Rikai llevaba allá arriba como unos veinte minutos. Siendo antropomórficos, no les costaba nada poder escuchar lo que decían, pero era un esfuerzo que ninguno de los allí presentes parecía estar realizado, posiblemente por mantener la intimidad de madre e hijo.

-Luego nos iremos Senko y yo, pero al menos me gustaría poder habl...

La frase se entrecortó a la que escucharon una rotura de cristal en el piso superior. Los cinco se incorporaron de inmediato y echaron a correr hacia la escalera de caracol, donde bajaba a la vez la madre de Bryce, asustada y jadeando. Parecía contener lágrimas, y llevaba un ataque de histeria de dimensiones monumentales.

-¡¡Ha saltado!! -exclamó Rikai de golpe. -¡¡No sé por qué!! ¡¡Estábamos hablando y ha saltado de repente por la ventana!! ¡¡Dice que quiere ir a por Tora cueste lo que cueste!!

-Maldita sea... -exclamó Shinke. -¡¡Está igual de loco que hace tres años!!

-Calma todos. -Odayaka alzó las manos, y miró al resto. -Vale, esto es lo que vamos a hacer. Shinke, Baka, Senko: Ir a por el. Lizar, tú quédate conmigo: Vamos a llamar a la policía.

El orden parecía aleatorio, pero tenía bastante sentido. Odayaka podía correr, pero siempre les ganaría en velocidad Shinke volando, o Baka y Senko. Si se ponía él o Lizar, solo molestarían, y dado que Bryce era un loco, era la mejor opción. Sus compañeros no tardaron demasiado en obedecer y salir por la puerta en su búsqueda, y la orca se apresuró a cerrar la puerta detrás de él. Lizar fue a por el teléfono inmediatamente, pero en cuanto se lo llevó a la cabeza, escuchó la falta constante de tono.

-... No tenemos teléfono.

-Claro que no tenemos... -murmuró Odayaka, mirando a la madre. -E igualmente, no nos va a hacer falta... Creo que podrías haberte marcado una trola más grande, ¿No crees?

El lagarto no entendía que estaba hablando, pero depositó el teléfono y se acercó a la madre de Bryce, que había pasado de un estado histérico simulado, a un relax absoluto y sereno. La loba mantuvo la mirada a la orca, y al cabo de un par de segundos, se echó unas risas, sacándose del bolsillo de la falda un teléfono móvil que tenía un led parpadeante en azul.

-¿Nos estabas escuchando? -le preguntó.

-Habíamos pactado no hacerlo, pero no he podido evitarlo. -soltó la orca, acercándose con los brazos cruzados. -Shinke es el mejor amigo de Bryce, pero yo lo soy de Tora, y si hay alguien que puede traerlo de vuelta, ese es su novio... Lo que no se es si te saldrá bien el plan: He enviado a los más veloces a por él. También a los más crédulos, o vuestra idea se quedará en agua de borrajas.

-¡¿Como?! -exclamó el lagarto. -¿Esto es una farsa, entonces? ¿Donde está Bryce?

-Corriendo por su vida. -le explicó la madre, enseñándole el móvil. -Pero tranquilo. Pronto la perderá... De forma simulada, claro.

-Es un viaje sólo de ida, Rikai... -le dijo Odayaka. -¿Estás segura de querer hacerle esto a tu hijo?

-¿A estas alturas? Es él el que decide... Yo ya he cometido demasiados errores decidiendo por él.

***

-¡Le veo! ¡Mierda, se ha metido en unos callejones! ¡Al oeste del bar Edén!

Estaba a bastantes metros de altura, pero Shinke se hacía entender de sobras, agradeciendo que tanto Senko como Baka tuvieran capacidad auditiva suficiente como para oírle. Los dos estaban persiguiendo a una sombra, pero solo Shinke era capaz de guiarles, porque Bryce se movía con una agilidad sorprendente solo entendible por la poca musculatura que poseía. Así pues, corrían a ciegas, y a Senko no le hacía ni puñetera gracia meterse en una serie de callejones muertos de asco.

No tardó demasiado en alcanzar la zona en la que decía Shinke, y odiar la peste a podredumbre que asolaba el lugar, pero esquivó inmediatamente las alcantarillas destapadas y los contenedores a rebosar de basuras para seguir avanzando. Las luces apenas iluminaban en el des devenir de la noche, pero su vista de felino compensaba.

Observó como una sombra torcía una esquina, y el tigre realizó lo mismo, encontrándose en un callejón sin salida. El sonido de unas pisadas sobre algo de metal le hizo girar la cabeza hacia unas escaleras que había en una pared. Senko ordenó a Baka ir por un lado, y aprovechó su agilidad para avanzar él por las escaleras y subir deprisa. A la que llegó arriba, observó a Bryce saltar de una azotea a otra. Dios santo, ¿No podía detenerse?

Miró al cielo, en busca de Shinke, pero el grifo giraba dando vueltas sobre sí mismo. Entendió que aterrizar no era una opción viable, y procedió a correr detrás del lobo para capturarlo él mismo en persona. Para cuando se quiso dar cuenta, el lobo ya había saltado otra azotea. Maldita sea, ¿Que velocidad llevaba? Se puso a correr, a punto de ver como Bryce se escurría por detrás de un edificio, y entendió que había saltado. ¿Sabía que le estaban persiguiendo, siquiera? Era de esperar que sí, a juzgar por los vozarrones que pegaba Shinke.

A la que alcanzó el segundo edificio, él mismo bajó y miró a derecha e izquierda, intentando adivinar hacia donde había ido. De la derecha misma le vino Baka corriendo, por lo que podía deducir que Bryce había ido en sentido contrario. La otra era Shinke, pero al alzar la mirada, observó como el grifo estaba descendiendo y aprovechaba para aterrizar.

-Ufff... Ufff... -el grifo empezó a jadear un poco del esfuerzo realizado. -Joder... Le he perdido de vista...

-¿No ha ido por la izquierda?

-No... Aquí le he perdido de vista... Al no ser que...

Los tres se dieron la vuelta para ver una puerta de madera bastante sospechosa, sobretodo por las pisadas de lobo que asolaban por delante de la misma. Sin tiempo a pensárselo dos veces, Senko decidió abrir la puerta y entrar, antes de que Bryce se les volviera a escapar de nuevo.

La puerta daba a una sala enorme que antaño, había pertenecido a una empresa fabricante de sierras y motosierras, por lo que podían observar. Ahora, estaba vacía, y se trataba de una nave bastante grande que disponía de bastantes ventanales por los que entraba la luz de la luna. Algunos pilares de metal se encargaban de evitar que se les cayera el techo encima, y al fondo, dos sombras detuvieron a los tres de golpe.

Una de las figuras se trataba de Bryce, de eso no cabía duda. Del que no estaban completamente seguros era de la segunda: Se trataba de una persona con un traje que les costaba identificar, en blanco, y con una capucha enorme. Apuntaba con una pistola al lobo, directamente a la cabeza, de forma impasible, quieta. Y Bryce no parecía hacer nada. La figura vio a los tres chicos, que permanecieron quietos con temor a hacer un gesto erróneo y liarla, pero no hizo falta. Tal vez por prisa, tal vez porque le habían cogido con las manos en la masa, apretó el gatillo. Y el sonido hizo el resto.

El cuerpo de Bryce cayó inerte al suelo debido al balazo que acababa de recibir entre ceja y ceja.

Y los tres que estaban allí, no supieron como reaccionar.

La figura echó a correr, aprovechando el momento, y escapó por la puerta contraria, mientras Senko, incapaz de decir nada, empezó a avanzar, primero lentamente, y luego de forma rápida, hasta llegar a su compañero. A la que vio la sangre fluir por el suelo, se detuvo, asustado, e incapaz de moverse ni un milímetro.

Acababan de pegar un tiro a Bryce.

***

-... Creo que el resto no hace falta que os lo explique, ¿no?

Posiblemente faltaba explicar otras cosas, porque estaban todos ahí estupefactos por la historia. No del todo; algunos, los que ya se la sabían en parte por los detalles que les habían dado la madre de Bryce y Lizar con el paso del tiempo, no les sorprendía, más allá de todo lo que había descubierto el lobo a lo largo del tiempo. Bryce permaneció delante del féretro que habían creado para él, con Mioko en brazos, y sonrió levemente.

-... Y eso es todo lo que os puedo contar.

-... Bryce... -Anne miró un momento al lobo, y luego, añadió: -No... No sabía a lo que te estabas enfrentando. Es...

-Horrible... Pero hay que hacerle frente. -vaticinó el lobo, apoyándose de nuevo en el trozo de madera. -El hecho de que oficialmente esté muerto me ayudará a entrar en occidente. Sin responsable al que atribuir los hechos de la desaparición de Tora y la masacre de la enfermería, el teniente Nekket me dejará en paz. Y como estoy muerto, mi cuerpo tiene derecho a volver al lugar donde nací.

-Eso hará que Leon no se fije en él. -murmuró Shinke, ya más relajado después de que el lobo les contara una historia que casi habría dado para siete capítulos exactos de un libro. -Y eso nos dará un margen de maniobra para colarnos. Solo hay una cosa que... Bryce... Es un camino solo de ida. Vas a volver a entregarte a Leon... ¿Verdad?

Bryce permaneció en silencio unos segundos, y luego, con una fuerte respiración, añadió:

-Ya... Lo sé. -dijo, incorporándose. -Bien, ese solo es parte del plan que hay. No voy a ir solo, pero tampoco me acompañaréis. Más bien hay otra persona que me seguirá.

Fue andando hasta la puerta de la entrada, y discretamente, la abrió. Detrás de ella, había un enorme lobo, mojado, prácticamente sin camiseta ni ropa exceptuando un pequeño taparrabos que cubría lo evidente. De un pelaje oscuro, y con la ausencia de un ojo, contempló al resto desde la puerta. No estaba solo: Más lobos se encontraban detrás de él, y todos, al igual que el alfa, estaban casi como dios los trajo al mundo, mojándose.

-... Os presento al alfa de mi clan... Hola, jefe.

El lobo miró un momento a Bryce, y sonriendo, le cogió con sus enormes brazos y lo abrazó. A Bryce le dio la sensación que le iba a romper y partir en cachos, mientras le empapaba también a él. El olor de manada que desprendía el jefe del clan le trajo a la cabeza cientos de recuerdos de su infancia, y el instinto hizo que también lo abrazara, frotándose en él.

-Jejeje... Hola, mi pequeño chaval. -comenzó. -Veo que me has reconocido.

-No olvidaría ese olor jamás... -comentó Bryce, separándose de él. -Chicos. -su mirada se volvió a los que estaban allí, sorprendidos de la llegada del nuevo. Ese lobo era enorme, y medía más que Bryce mismo. -Creo que con esto, lo entendéis todo.

-No, no lo entiendo. -suspiró Shinke.

-Bryce será llevado a occidente por el clan de los lobos y de los tigres. -les contó la orca, mientras se dirigía al televisor. -Hay una razón evidente, y es que la situación es aún más compleja de lo que parece. Mirad.

Encendió el televisor, y empezó a pasar canales. Con los ciento cuarenta y cinco que tenía, le costaba encontrar alguno decente, hasta dar con el canal veinticuatro horas, que no tardó ni dos segundos en poner la noticia que le interesaba a la orca enseñar. Depositando el mando a distancia a un lado, se apartó para que los otros se acercaran y vieran las imágenes.

Se mostraba, de día, la edición del Museo Ägyptisches. El gigantesco museo, sin embargo, estaba siendo noticia por un hecho curioso: Un asedio. El clan de dragones se había agenciado vilmente el edificio como suyo, y como mostraban las imágenes, había por lo menos diez helicópteros armados militarmente para dar guerra a quien hiciera falta. En el suelo, habían levantado una reja enorme electrificada y protegida por pinchos y otros dragones, y en algunos edificios de alrededor estaban dispuestos dispensadores de misiles para disparar a lo que hiciera falta. La mujer que daba las noticias explicaba que el ejército militar occidental estaba sospesando la situación para entender como podían hacer frente a todo aquello.

-¿Que cuernos...? -Anne estaba que no se creía la situación, pero Bryce, en su lugar, simplemente permaneció cruzado de brazos.

-Están protegiendo a Sarah. Saben que ya les hemos descubierto. -murmuró el lobo híbrido. -Y saben que vamos a por ellos.