Fantasmas del Pasado, primera parte

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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#14 of El Lobo guardian


Capitulo 14: Fantasmas del pasado, primera parte

A veces, a pesar de que no lo deseamos, hacemos cosas que nos seguirán durante el resto de nuestra vida, corrijamos el error o no. Son esa clase de errores los que nos marcan, los que nos hacen quienes somos, pues como lo manejemos es lo que nos va a formar el carácter. Si atropellas y matas accidentalmente a un cristiano, te convertirás en un cobarde o en un hombre si decides huir o aceptar las consecuencias respectivamente.

Nuestros personajes han pasado por situaciones similares. Deseosos de vivir la vida, han dejado atrás todo comportamiento ético, y han vivido al límite del exceso, hasta el punto de causar problemas no solo a ellos, sino a quienes estiman.

Sin duda la vida de alguien importante tiene muchas facilidades, recompensas y otras cosas, pero cuando los fantasmas del pasado nos persiguen, todo se reduce a dos simples decisiones: aceptar o rechazar.

Gami no tiene la menor idea de donde se encuentra. Sabe que esta acostado. Trata de abrir sus ojos, pero una intensa luz lo obliga a cerrarlos. Comienza a palpar el suelo. Es tierra, y hay mucho pasto a su alrededor. Comienza a abrir lentamente sus ojos, dejando que estos se acostumbren a la luz. Tras esto, se levanta con cuidado hasta quedar sentado y mira a su alrededor. Se encuentra en un enorme prado. No tiene ni la más puñetera idea de cómo llego ahí.

Trata de hablar pero de su boca no sale ni el más leve murmullo. Solo escucha el sonido del viento. Se levanta por completo. El lugar es inmenso. Entonces su mente comienza a trabajar. La noche anterior fue con Joaquín a un bar, bebió más de la cuenta, pero no recuerda el haber hecho algo estupido (claro, como todos lo recordamos cuando nos pasa). Mira su ropa y desecha la idea al ver que esta intacta. Tampoco le duele la cabeza.

Vuelve a gritar pero no escucha nada. Mira en todas direcciones, en busca de Joaquín. Pero en ese inmenso lugar, solo se encuentra el. Su celular no esta. Brillante. Comienza a caminar, en busca de alguna otra señal de vida. Pero no parece haber ni un alma en ese sitio al parecer olvidado por Dios.

De repente, a lo lejos, ve a alguien caminar hacía el. Entrecierra sus ojos para poder ver mejor. No distingue que es, pero al menos se alegra de que sea alguien. Cada vez esta más cerca. Pero mientras más se acerca, menos forma le toma. Ahora ni siquiera sabe si es un ser vivo. Para cuando esta a menos de cincuenta metros, ya solo ve un objeto blanco dirigiéndose hacía el. No tiene ni la menor idea de que es. Lo más extraño, es que le genera un sentimiento muy raro el tan solo verlo, uno que nunca antes había sentido.

Cada vez esta más cerca. Para cuando lo tiene de frente, todo a su alrededor desaparece, siendo sustituido por imágenes de alguien que no reconoce debido a lo rápido que pasan ante sus ojos. Un segundo más tarde, despierta. Su cuerpo esta totalmente sudado. Mira hacía abajo y ve la sabana levantada a causa del duro miembro que se carga. En la punta de su miembro siente bastante humedad, y sabe precisamente de que es.

Pero cualquier idea sobre un sueño erótico (más bien lo asocia a una onda hippie) se esfuma al ver lo que tiene a su lado: un delfín desnudo, cubierto solo por la sabana, también con una leve erección que se alcanza a ver en la sabana. Su cuerpo de cetáceo se encuentra perlado de sudor, igual que el pelaje de Gami.

Ahora recuerda todo: la noche anterior, después de que llego Alfred, salió con Joaquín, bebieron un poco de más, los echaron del bar así que fueron a casa de Joaquín a seguir, la cosa subió de tono, una cosa llevo a la otra. Al menos recuerda gran parte de todo lo que hicieron. Que buena memoria.

Abraza a Joaquín por la espalda, rozando su miembro con su ano. Al instante, Joaquín despierta y sonríe. Toma las garras del perro y las besa.

--Buenos días bebe--le dice Gami.

--Buenos días cachorro.

-- ¿Recuerdas lo de anoche?

--Como olvidarlo. Estuviste maravilloso. Había olvidado lo flexible que puedes ser--se da la vuelta y le besa--, y lo calida que es tu lechita dentro de mi.

--Yo extrañaba a ese fuerte cetáceo que traes dentro--comienza a masajearle el miembro.

--Eso me gusta.

--Oye, ¿Por qué no vamos más tarde a la piscina del gimnasio a donde íbamos antes? Te desenvuelves mejor en el agua--al decir eso presiona su miembro y sonríe picadamente.

--Pues, si te portas bien, quizá te lleve.

--Espero que sea así.

-- ¿Y que quieres hacer?

--No se. ¿Tienes alguna idea?

-- ¿Por qué no nos quedamos otro rato aquí? Se me antoja volver a jugar con este cachorrito.

--Mis amigos se preocuparan de por que no llego--le lame la nariz--. Pero me da igual. Prefiero a mi delfincito.

Se acuesta encima de el y comienza a besarlo, mientras Joaquín acaricia su espalda.

Mientras tanto, un joven gato lleva a la sala de rehabilitación a un zorro en silla de ruedas. Ambos van riendo, al parecer de un chiste, de un chiste contado por un gato, un gato que tiene amigos comediantes, no, amigos con derechos comediantes. Si, debe ser eso.

Alan pone la silla frente a un par de barras, y ayuda a Zashi a levantarse, para que pudiera apoyarse en las barras.

--Bien, intentémoslo de nuevo--le dice Alan.

--Alan, ya estoy cansado. Te dije que no puedo.

--No pierdes nada con intentarlo de nuevo--Alan se pone del otro lado de las barras--. Anda, se que puedes hacerlo.

--Te digo que voy a caerme. Yo cuando digo algo, se cumple.

--Pues comienza a decir que vas a poder, para que se cumpla.

--No soy optimista--le dedica una sonrisa que hace sentir bien a Alan. Es noble, sincero, generoso, y comienza a ser divertido. Se ve tan... perfecto.

--Te pegue lo divertido. Puedo pegarte mi optimismo.

-- ¿Tú? ¿Optimista?

--Aunque lo dudes.

--...pues va. Pero si me caigo te voy a partir la cara.

--Quiero ver que lo intentes.

Zashi se sujeta con fuerza de ambas barras.

--Solo enfócate en un punto. Mira con atención a donde quieres ir, y anda.

Zashi escucha el consejo de Alan, el que siempre le dice cada vez que lo intenta, intentos que terminan siempre en una caída al suelo. Pero por alguna razón, siempre vuelve a intentarlo, a pesar de no querer. Quizá por que al ver los esfuerzos de Alan, que viene todos los días y pasa gran parte del día ayudándolo, no quiere desanimarlo ni menospreciar su trabajo (ojo, no es por amor, eh? No es por AMOR).

Mira lentamente hacía Alan, pues no hay nada más que ver hacía el frente. Se sujeta con fuerzas, y comienza lentamente a caminar. Le cuesta bastante, y le duele más. Siente como si los huesos de sus piernas se fueran a romper. Reprime el dolor todo lo que puedo. Mira hacía abajo al sentir sus piernas hincharse, pero sabe que es psicológico. Vuelve a mirar a Alan, esta vez a sus ojos, a esos ojos tan brillantes. Sin razón alguna, desea llegar hasta el, abrazarlo, sentirlo junto a el. El sabe quien es, pero no cree que pueda estar enamorándose de el (si, claro). Además, Alan es un actor, y el solo un simple joven sin nada interesante en su vida.

No va a negar que le guste (¿a quien no?). Le encanta cuando lo lleva a la terapia en la piscina. Se excita cuando ve su pelaje mojado, y más al ver el bulto que a veces se le forma en su traje de baño. La noche anterior soñó con el, haciendo cosas que normalmente no se hacen en los sueños, pero no va a negar que le encanto (hey, no puede mover las piernas, pero es temporal y solo son las piernas). Pero la gran fama de Alan no creo que permita a un simple joven como el como pareja. Pero anda, tampoco se le tiene prohibido fantasear.

Comienza a caminar cada vez más rápido, enfocado en querer llegar hasta el. Cada vez esta más cerca. Ya puede sentirlo, el calido pelaje de Alan junto al suyo, su reflejo en los ojos del felino, su calido aliento. Ya lo tiene a su alcance, puede estirar sus garras y tocarlo. Instintiva y estupidamente, lo hace. Lo siguiente que pasa es tan... cursi, tanto que ya tengo los botes listos.

Las piernas de Zashi no soportan el peso, y se viene abajo. Con sus instintos felinos, Alan logra sujetarlo, pero también pierde el equilibrio, y se va de espaldas, cayendo con Zashi encima de el. Comienzan a reírse, pero al mirarse, ven sus rostros tan cerca uno del otro. Ambos sienten algo muy extraño, y dejan de pensar, actúan con el corazón. Cierran sus ojos y juntan sus labios, dándose un calido beso. No sienten las miradas sobre ellos, los murmullos, las risas. Solo están ellos dos, dejando nacer su amor.

Cuando se dan cuenta, se separan, sonrojados hasta más no poder.

--Lo... lo siento--se disculpa Alan.

--No te preocupes jeje. No debí. Discúlpame.

--No, no hay problema--Alan se levanta y va por la silla de Zashi. Lo ayuda a sentarse, sin dejar de reír nervioso.

--Pero no debí.

--Te dije que no importa. Como diría Alfred, mira el lado positivo, llegaste hasta el final jeje.

--Bueno, eso si.

--Venga, será mejor que descanses. Te llevare al patio.

Comienza a llevar a Zashi al patio, pero ninguno de los dos toma el tema por la vergüenza. Al llegar, Alan deja a Zashi cerca de una fuente, y le dice que tiene que ir por algunas cosas. Claro, ambos saben que es por la vergüenza, pero Zashi quiere también estar solo.

Ya solo, Alan se lleva la garra al pecho. Su corazón late a gran velocidad. Nunca antes, ni siquiera con su antiguo amor, había sentido algo así. Siente un cosquilleo por todo su cuerpo, una sensación que no puede contener. Ama a Zashi, pero siente que algo le impide estar con el. Su antigua vida aun sigue detrás de el. Hombres con los que ha hecho tratos que hasta el momento aun le siguen fastidiando. No tiene problemas de drogas, sino deudas. Su alto gusto al juego le causo algunos problemas, y con quienes apostó no son traficantes, sino simples apostadores. Pero de no pagar, no lo mataran, sino que lo convertirán de dominador a dominado.

Al principio eso le preocupaba. Su trasero no ha dejado que nadie lo toque. Sin embargo, desde hace unos días le ha dejado de importar eso. Ahora le importa lo que podrían hacer si saben de Zashi. Son personas vengativas, y podrían dañar a Zashi con tal de que Alan hiciera lo que ellos dijeran. No quiere arriesgarlo. No quiere arriesgar el amor que acaba de volver a nacer en el.

James pone un café en la mesa frente a Alfred. Su melena despeinada nos dice que se acaba de despertar. Se quedo hasta tarde jugando con Alex. Estaban tan entretenidos que olvido decirle al cachorro que ya tenía los papeles de adopción. Ya es tarde, pero Alex aun no despierta.

Alfred toma la taza y da un sorbo. Cierra y abre los parpados un par de veces para despabilarse. James se sienta a su lado y recarga su cabeza en su hombro.

--Ya no nos dijiste ayer como te fue. Solo que lograste adoptar a Alex.

--Si, fue fácil. Un amigo que me debe un favor le habla a una amiga que le debe un favor. Unas firmas, sellos, dinero sucio, y listo.

--Suena tan fácil ser corrupto.

--Hice una fortuna haciendo trabajos en la preparatoria. Este es mi negocio bebé.

--Mientras sea por un bien común.

--Si, al principio me costó mucho trabajo. Pero después de acabar los dieciocho hoyos, ya no me costó mucho.

--Supongo que ahora será Alex Sherford. ¿Cuándo lo inscribirás?

--Iré mañana. Dejare que se acostumbre al apellido.

-- ¿Y si te descubren? Podrías ir a prisión.

--Recibiría una visita conyugal a la semana.

James se ríe del comentario. Acaricia el rostro de Alfred y le da un corto beso.

--Sabes que no estamos casados.

--Ese no es impedimento. Recuerda, con dinero baila el perro.

--Eres un leoncito travieso--comienza a lamerle el cuello mientras acaricia su pecho.

--Oh, vaya que lo soy. He hecho muchas travesuras--se sienta en las piernas de James--. Creo que merezco un castigo.

--No creo que ser corrupto merezca un castigo.

--Bueno...--le susurra al oído--... he pensado mucho en usted en las noches.

-- ¿Qué clase de pensamientos?

--Le aseguro que muy sucios.

Observa a Alfred con una mirada picaresca. Lo sujeta con fuerza y se levanta cargándolo.

--Le puedo perdonar que sea corrupto. Pero eso último no. Realmente merece un castigo.

Se dan un calido beso. James camina hacía su habitación, cargando a Alfred. Pero en el camino se detiene al ver a Alex, que viste su pijama de dormir. Se talla los ojos, para después ver a la pareja.

-- ¿Interrumpo algo?--pregunta Alex.

--Ah, no. En lo absoluto--le dice Alfred mientras se baja de los brazos de James.

--Buenos días Alex--le saluda James.

--Buenos James

Alfred los ve, confundido.

--Espera. ¿Se llevan bien? ¿Desde cuando? ¿Por qué siempre soy el último en saber las cosas?--le da un leve empujón a James, fingiendo estar molesto.

--Vale, lo siento. No vayas a ponerte dramático.

--Nomás por que esta el niño aquí--señala Alfred con un tono algo agudo, simulando la voz de una mujer.

--Nos hicimos buenos amigos desde que vi tus relojes--dice Alex.

--Ah que bien...--Alfred se detiene y rebobina--... espera, ¿viste mis relojes?--voltea a ver a James-- ¿Dejaste que viera mis relojes?

--No supe cuando entro.

--Pero los vio. Pudo ensuciarlos con sus garras sucias típicas de un niño.

--Claro que no. Solo los vio por la vitrina.

--La limpiaste, ¿verdad?

--Claro que si.

-- ¿Por qué te gustan tanto esos relojes?--pregunta Alex.

--Me he pasado cuatro años reparándolos. Además--saca un reloj de su bolsillo. Tiene un grabado de un león, bastante fino. El oro brilla ante los ojos de Alfred. Muchos recuerdos vienen a su mente, recuerdos que ni siquiera James conoce--, es mi gusto.

--Vale, pero no te enojes.

--No me enojo--se hinca frente a Alex y comienza a tallarle la cabeza--, pero eres un niño, y sueles ser descuidado. Podrías romperlos.

--Pero si estaban rotos cuando los compraste. Puedes volver a arreglarlos.

--No será lo mismo.

--Eres raro--le dice Alex con una sonrisa en su rostro.

--Si, pues acostúmbrate. Recuerda que desde hoy ya eres Alex Sherford.

--Suena bien--camina hacía la sala--. Jugare un rato. Quiero volver a ganarle a Gami cuando regrese.

Ambos lo ven encender la televisión y la consola, para después sentarse. Alfred toma de la garra al lobo y lo lleva a su habitación.

--Me recuerda a lo que yo no era cuando tuve su edad. Era inteligente, pero no tenía mucho valor.

-- ¿Valor?

-- ¿Acaso tú tampoco pedías permiso para hacer algo?

--Bueno... creo que no. Pero quizá sea temporal. Aun no te ve como una figura de autoridad.

--Mientras no se me revele cuando sea mayor, no me quejo de nada--entonces recuerda de que hablaban en el pasillo--. Pero nunca me dijiste como se hicieron tan buenos amigos. Cuando salí no te soportaba, y ahora te da los buenos días.

--Ah...--James se rasca la nuca. Prometió no decir nada de lo que paso, pero cree que Alfred debe saber--... bueno, la noche en que saliste, me quede un rato en la sala. De repente lo escuche salir de su habitación.

-- ¿Y?

-- ¿Prometes no decirle que te dije?

--Si.

--Pues, dijo haber tenido una pesadilla. Y, había mojado la cama.

--Oh... vaya. Bueno, no veo por que se pone así. A todos nos paso.

--Es lo que le dije. Se calmo. Después de darse un baño se vino conmigo a la sala. Nos quedamos un rato platicando.

--Vaya.

--Después fue lo de los relojes, y fue como limamos asperezas.

--Pues me alegra saber que ya se lleven bien. Ya no me tendré que preocupar por dejarlos solos.

-- ¿Desconfías de mí? ¿Acaso crees que le haría algo?

--Bueno, debo extremar precauciones. Ahora tengo un hijo. Aunque daría lo que fuera por que me dijera papá--Alfred se sienta en la orilla de la cama y baja la cabeza. James se sienta a su lado y lo abraza.

--Se paciente amor. Roma no se hizo en siete días. Quizá te quiera, pero aun tienes que esperar para que se acostumbre y te diga papá.

--En eso tienes razón.

--Bien--se levanta y se para frente a el--. Descansa, te estas presionando mucho.

--Creí que me iba a castigar--le recuerda Alfred con un tono de burla.

--Ya tendré tiempo de darle su castigo. Después de todo, mientras más se aplace, será mejor.

--Espero con ansías entonces.

Ambos se acuestan en la cama y se abrazan, olvidando por completo los problemas a su alrededor.

Alan se acerca a Zashi lentamente. El zorro esta distraído viendo a un par de chicos jugar ajedrez. Después del beso que le plantó en sus dulces labios, Alan se dio cuenta de que no soportaría estar ocultando más lo que siente. Se va a arriesgar a decirle la verdad a Zashi. No le importa lo que diga la prensa, solo lo que el quiere saber.

Pone su garra en el hombro del zorro, quien se sobresalta un poco ante la sensación.

--Ah... Alan. Me has asustado.

--Discúlpame.

--No hay problema jeje. Me asusto muy fácil.

--Eres un animal cazador, ¿y te asustas?--trata de contener la risa.

--Anda, ríete. No me molesta. Tengo otras cualidades.

-- ¿Cómo cuales?

--Bueno, cuando pueda volver a caminar, te demostrare que soy bastante rápido.

--Eso espero poder verlo.

--En fin. Te quería decir...

--Alan--le interrumpe--, lo de hace rato...

-- ¿Si?--pregunta algo emocionado.

--... fue algo espontáneo. Cuando te tuve enfrente no pude evitarlo, pero no creo que sea correcto que entre tú y yo...

Alan siente como si todo se le fuera abajo. Le duele escuchar esas palabras, que Zashi le niegue esa oportunidad de estar a su lado. Sabe que es una mentira, pero aunque le duela en el alma, tampoco quiere obligar a Zashi a estar con el.

--Oh... vale, de hecho, es lo mismo que te quería decir. No quería que malinterpretaras las cosas.

-- ¡Alan!--le llama una de las terapeutas-- ¿Puedes echarme una garra?

--Bueno, me andan llamando. Ya vuelvo.

Alan le da la espalda a Zashi y camina hacía donde le están llamando. Mientras, Zashi se asegura que ya no lo vea. Baja la cabeza y comienza a llorar lentamente. Le duele haber rechazado a Alan, pero es lo mejor. Tiene que alejarlo de el. No vale la pena que alguien tan lindo como Alan pueda estar con el. Su pasado, los errores de su pasado lo atormentan. Y así seguirán, tras el, atormentándolo.

En su habitación, encontramos a Frank frente a su portátil. Se ríe de repente. Al acercarnos, vemos que esta conectado, charlando con un amigo.

"Próximamente veré el infierno dice: Que hay Erick?"

"New York Times? Que saben ellos de teatro dice: Oye, y ese nick?"

"Próximamente veré el infierno dice: Recuerda que seré Dante en la obra."

"New York Times? Que saben ellos de teatro dice: Pues es bastante raro."

"Próximamente veré el infierno dice: Vale, que yo no te he dicho nada de tu nick."

"New York Times? Que saben ellos de teatro: Si claro, como a ti te dieron buena critica"

"Próximamente veré el infierno dice: No tengo la culpa de que les haya gustado mi papel"

"New York Times? Que saben ellos de teatro: Tú papel? Yo diría que otras cosas."

"Próximamente veré el infierno dice: Bah, no creo que a todos les haya gustado eso"

"New York Times? Que saben ellos de teatro: Créeme, hombres y mujeres se quedaron viendo eso"

"Próximamente veré el infierno dice: Tú?"

"New York Times? Que saben ellos de teatro: Yo?! Vale, eres llamativo pero no tanto"

"Próximamente veré el infierno dice: XD"

"New York Times? Que saben ellos de teatro: Oye, por que no nos vemos y platicamos de tú obra. Me esta dejando ciego esta computadora"

"Próximamente veré el infierno dice: De acuerdo. Donde nos vemos?"

"New York Times? Que saben ellos de teatro: En el café de siempre. Nos queda más cerca"

"Próximamente veré el infierno dice: Vale, allá nos vemos"

Frank cierra la sesión y apaga su portátil. Tras unos minutos, sale de su habitación para ir rumbo a un café que esta a unos 10 minutos de ahí.

Como dije, solo tardó 10 minutos en llegar. Se sienta en una mesa fuera del establecimiento. Mientras espera, pide que le traigan un frapuchino. Tras unos 5 minutos llega el joven Collie. Vestido con unos pantalones largo y una camisa blanca sin mangas, Frank se deleita la pupila viendo el pelaje descubierto de sus brazos agitándose a cada paso que da. Al acercarse más, puede ver un leve bulto en su pantalón algo apretado. Traga saliva al sentir un leve bulto en su pantalón. Le excita más ver que comienza a sudar un poco Erick. Al llegar se sienta frente a Frank.

-- ¿Qué hay Erick?

--Nada nuevo. Quise hacer algo de ejercicio de camino. Me sienta bien, me relajo, y bajo de peso--comienza a reír.

--Si--en ese momento llega la camarera con el pedido de Frank. Erick pide que le traigan lo mismo.

--Vale, ¿Cómo te esta yendo con el papel? Escuche que estas flirteando con el co-protagónico. ¿Acaso es tan guapo?

--Tiene sus cualidades. Además, lo vi mientras se cambiaba. Me encerré una media hora después de eso.

--Debe ser entonces bastante sensual. Pero actúa bien, ¿verdad?

--Un poco, tan solo es un novato. Además, el director le exige mucho. Tengo que ayudarlo aparte para que no se sienta tan mal cuando mete la pata. No se si pueda controlarme la próxima vez que este a solas con el.

--Deberías presentármelo. ¿Y para cuando se estrena la obra?

--Aun no nos dicen. De hecho ni siquiera le han dicho a la prensa.

--Vaya. Parece que entonces va a ser bastante buena.

Mientras tanto, en casa, Alfred, James y Alex se encuentran viendo la televisión en la sala. Se sienten relajados, tranquilos, una familia. Pero de repente la calma es interrumpida.

-- ¡ALFRED SHERFORD!--se escucha gritar una voz en la puerta de entrada. Los tres voltean hacía la puerta, pero solo James y Alfred sienten pánico.

--Esa voz...

-- ¡ABRE ESTA JODIDA PUERTA O LA ABRIRE YO MISMA!

--Maldita sea mi suerte--señala Alfred algo nervioso--. Vale, mantengámonos calmados, no puede ser nada grave.

-- ¿Qué pasa?--pregunta Alex, con una mezcla de confusión y miedo.

--Ah...--comienza a buscar Alfred las palabras, pero esta algo aterrado, así que James lo hace por el.

--La editorial de Alfred es una de las mejores en Europa. Pero su jefa es bastante dura con quienes trabajan para ella. Aunque no te la creas, Alfred le tiene algo de pavor.

-- ¡SI NO ABRES AHORA MISMO, TUMBARE ESA PUERTA!

--En especial cuando hago algo sin decirle--finaliza Alfred tras recordar a Alex--. Alex, escóndete en tú cuarto y no salgas hasta que te diga.

Al ver como está Alfred, no cuestiona por que le pide eso. Mientras corre hacía su habitación, Alfred camina hacía la puerta. Se relaja, pero tiene miedo de lo que vaya a pasar cuando abra esa puerta. Pone su garra sobre la perilla, y la gira mientras da un largo suspiro.

Al abrir, se topa con su jefa: Rebeca del Toro. Una jirafa de 39 años se encuentra parada frente a Alfred. Sus ojos azules parecen tomar un color rojo de furia. Vestida de forma elegante, no parece tener intenciones de matar a Alfred.

--Rebe, que gusto me da verte--le saluda Alfred.

--No me vengas con tonterías. A ti solo te dará gusto verme el día de mi funeral.

--Claro que no. Me da gusto verte el día de mi paga.

--Al demonio--entra a la casa y le lanza a la cara su abrigo.

--Oye, que modales. Te invito a pasar.

-- ¿Dónde esta?--pregunta Rebeca, mirando en todas direcciones.

-- ¿Qué cosa?

--No te hagas el tonto--se da la vuelta y ve a Alfred a la cara.

--No se de que hablas.

--Alfred--da un respiro--, esta mañana me dijeron que tengo dos meses de embarazo.

-- ¡Felicidades!

Rebe lo sujeta de su camisa y lo atrae a tan solo unos centímetros de su rostro.

--No dirías lo mismo dentro de siete meses su estuvieras en mi lugar.

--Por eso agradezco ser homosexual.

--Escucha, ya tengo dos hijos. Con este serán tres. Mi instinto maternal es mucho más avanzado que tus instintos felinos. Esta sala tiene el típico olor a comida rápida, de esa comida que solo un niño come. Se que aquí hay un niño.

--Eso, y que hablaste con Marcos.

--Eso también--comienza a buscar por toda la casa--. No se que coños traes entre manos, pero quiero saber donde esta ese niño--voltea a ver a Alfred con una mirada fulminante--. He visto las perversiones de esta casa, y una criatura aquí quedará traumada. Así que habla antes de que te pisotee.

--Ya te dije que no se de que estas hablando.

--No me sigas con ese juego.

Avanza hacía la habitación de invitados.

--Por lógica, no tienes una habitación disponible más que esta--Alfred avanza hacía ella mientras James los contempla preocupados. Cuando Alfred y Rebe están hablando, es mejor no meterse--, por lo que debe estar aquí.

--No creo que haya alguien en la habitación de invitados.

--Entonces no te molestara que eche un vistazo--abre la puerta de golpe. La habitación esta vacía, pero ahí están las cosas de Alex--. Que curioso, si no hay nadie por que hay ropa de niño en la cama.

--Ah... estoy experimentando una etapa de retroceso, trato de revivir mi niñez.

--... si claro.

Camina hacía el armario. Da una fuerte patada. Por el susto, el pequeño león blanco sale. Alfred trata de ignorar que lo conoce.

--Oye, que curioso, salio del clóset--se burla de el. Alex pone un rostro serio, para después caminar decidido hacía el. Al tenerlo de frente, le da una patada en la pierna, sacándole un gemido de dolor a Alfred--. Vale, lo siento--Rebe solo se ríe.

--Parece que alguien me gano.

--Puedo ser tú hijo, pero no me dejare que te burles.

--Vaya, el chico tiene...--comienza a decir Rebe--... espera, rebobina. Dijiste, ¿hijo?

-- ¿Hijo?--interrumpe Alfred--No, dijo chico. Lo admito, me convertí en un pervertido.

--No necesitas de un niño para ser un pervertido. Y escuche muy bien que dijo hijo. ¿Cuál es tú nombre?--le pregunta a Alex.

--Alex Sherford.

--Que escondidito te lo tenías leoncito.

--Ah... ¿podemos ir a la sala?

--Más te vale que me expliques.

Ya en la sala, los tres se sientan. Alfred le pide a James tres cafés. Después de traerlos, comienza a platicarle a Rebe como lo encontraron ese día que volvieron de la cabaña hasta que logro adoptarlo de forma corrupta. Al principio Rebe no le creyó, pero finalmente se da cuenta de que dice la verdad.

--Ah... James, ¿puedes...?--le pide con señas que aleje un poco a Alex.

--Si. Ven Alex, te serviré algo de pastel.

Los dos se ponen de pie y van hacía la cocina. Rebe, aun algo impactada, se acerca a Alfred.

--Déjame ver si lo entiendo. ¿Te estas arriesgando a que te encierren y que te tachen de corrupto solo por el?

--Si.

-- ¿Sabes lo que la gente va a opinar cuando lo sepa?

--Si.

-- ¿Y aun así lo quieres tener?

--Le hemos tomado mucho cariño aquí, en especial yo. Además, es bastante inteligente, más que un chico normal--ambos voltean a ver a Alex en la cocina--. Siento que es esos de uno en un millón.

--Vaya. Sabes, durante todos los años que tengo de conocerte...

--Cinco.

--Cinco años que tengo de conocerte, solo has hecho estupideces. Pero por primera vez te veo hacer algo noble--toma la garra del león--. Si no estuviera casada...

--Ah jeje, gracias Rebe--se quita de encima la garra.

--Bah, es broma. No tengo tan mal gusto.

--Estas casada--Rebe le da una leve bofetada--. Vale, entendí.

Frank y Erick pasan gran parte de la tarde hablando sobre la obra de Frank, y sobre una que que Erick esta escribiendo. Le pide que le pregunte a Alfred si puede echarle una mano. Pero en parte, Frank no le hace mucho caso. Se la pasa contemplando su cuerpo, desnudándolo con la mente, imaginando su cuerpo sobre el suyo. Claro, contiene su erección para cuando llegue a casa.

Cuando Erick se tiene que ir, Frank con dificultad se pone de pie para despedirse. Es difícil mantener oculto un bulto como ese. Pero no tiene problemas cuando el collie se va. Tras haber pagado su café, emprende rápidamente su camino a casa. Agradece que no se encuentre con nadie en su camino, por lo que puede caminar con más naturalidad.

Al llegar a casa, se alegra de que todos, excepto Gami y Alan, estén en la sala.

-- ¿Que hay Frank?--le pregunta Harturo.

--Ah... nada. Chicos, me voy a dormir, estoy molido.

-- ¿A las siete de la tarde?--pregunta David.

--Pase toda la tarde discutiendo la obra con Erick. Lo único que quiero es descansar. Por cierto, ¿y Alan y Gami?

--Alan sigue en el centro de rehabilitación. Gami se ha estado todo el día con Joaquín--le explica James.

--Entiendo que se amen, pero tampoco pueden exagerar.

--Reza por que sea así y se mude con el--señala Alfred.

Frank le da por su lado, pues tiene bastante prisa. Entra rápidamente a su habitación y se encierra. Tiene suerte de que Alfred haya hecho todas las habitaciones con un material insonoro, por lo cual podía gemir todo lo que quisiera y nadie escucharía. Cierra las ventanas y la puerta del baño, dejando todo el ambiente cerrado.

Se quita en segundos toda su ropa, quedando totalmente desnudo, y con una erección dura como el mástil de un barco, que llega a la mitad de su pecho. Se lanza a la cama y saca de debajo de ella un enorme vibrador de caballo, al parecer ya lubricado. Comienza a pensar de nuevo en Erick, en ese lindo y sensual collie que tanto le gusta.

Pone la punta del vibrador en la entrada de su ano, y comienza a introducirlo con su pata, mientras con sus dos manos masturba por completo su miembro. Cierra sus ojos y se imagina a Erick encima de el, masturbándolo con sus suaves garras. Gime con cada centímetro que entra del vibrador.

Una vez que lo tiene todo dentro, lo enciende. Apenas sentir las primeras vibraciones, un poco de pre sale de su miembro, que rápidamente lo esparce con sus manos. Un poco más sale y cae sobre su pecho. Comienza a sudar profundamente, empapando su sabana. Comienza a jadear, al parecer cada vez más cansado, pero deseoso de terminar su labor.

Empuja más el vibrador, ejerciendo más presión sobre su próstata. Un profundo gemido se le escapa, seguido de uno más largo, y una gran cantidad de pre que cae sobre su pecho. Abre sus ojos e imagina de nuevo a Erick, sentado frente a su enorme miembro, ahora lamiéndolo de arriba abajo, masturbándolo con sus garras, con sus ojos puestos sobre los suyos, y su miembro de can entrando y saliendo de su ano.

Otro gemido. Cierra sus ojos y su boca, mientras se masturba cada vez más rápido. "¿Acaso no me amas?", escucha una voz preguntarle al oído. "Llegaste aquí y te enamoraste de mi, ¿Por qué no das el siguiente paso?". Se da cuenta que en su mente es lo que le dice Erick. Ejerce más presión sobre su próstata. Siente su miembro llenarse de semen. Esta a tan solo un momento de terminar.

"¿Qué te detiene?"

Un empujón más en su próstata. Lanza un fuerte gemido que resuena por toda la habitación, mientras su miembro lanza grandes chorros de semen. Abre su boca para beber todo el que le sea posible, mientras un poco más quedo en su rostro. Su pecho quedo totalmente cubierto, y sería poco creíble decir que también llego a la pared, pero no miento.

Sus brazos se desploman en la cama, y su respiración va calmándose. Poco a poco se genera un silencio en la habitación, que solo es interrumpido por el sonido del vibrador, que sigue en el ano de Frank. Bebe el semen de su boca y sonríe, satisfecho. Ve como la cama comienza a empaparse también de semen. Tendrá que lavarla antes de que se note. Pone sus manos debajo de su cabeza, y decide quedarse así un largo rato.

"¿Qué te detiene?", se vuelve a escuchar la pregunta. Eso es lo que desearía saber.

Alan prometió no volver al bar, y cumplió. Saliendo del centro de rehabilitación, fue a otro bar, pero este si era un bar... no un... centro de perversión como lo llamarían las madres de los jóvenes que iban a el. No, esta vez si va a un verdadero bar, aunque con algo de lujo, claro.

No tengo la menor idea de lo que esta bebiendo, y no me importa mucho. Al parecer a el tampoco. Podría tomarse una botella de alcohol etílico y no le importaría morir de una congestión alcohólica. No cuando ya tienes dos decepciones amorosas en tú haber. Aquella de la que no quiere ni siquiera recordar, de ese joven que le engaño frente a sus ojos. Y ahora esta, ese lindo zorro que le flecho el corazón apenas verlo, ahora lo destrozaba en sus garras y lo freía para comerlo ante el pobre gato.

Ama a Zashi, pero le duele que el no lo ame. No entiende por que, pero quizá no quiere saberlo. No va a obligar a Zashi a estar con el.

El barman se pone frente a el. Es un mapache de unos 31 años.

-- ¿Algo más señor?

--No, gracias.

--Ya veo. Conozco esa mirada.

-- ¿A que te refieres?

--Chico, este es un bar. Podemos disfrazarlo de cosas caras y bonitas, pero es un bar. Muchos como tú vienen a calmar sus penas de amor aquí.

-- ¿Y acaso piensa ser como esos taberneros de las pelis que se ponen a platicar con personas como yo?

--Me pagan para hacer malabares con las botellas y servir bebidas, ayudar a otros lo hago gratis. Ande, dígame que le pasa.

Alan piensa por un momento. No sabe si es correcto hablar de sus problemas con un total desconocido. Pero a final de cuentas, ya le rompieron el corazón dos veces. No le importa ya nada. Comienza a contarle todo lo que paso en el otro bar, y como esto lo llevo a conocer a Zashi, como se enamoro de el y como termino este con sus ilusiones. Cuando termino, el barman le mira, pensativo.

--Vale, parece que si es un problema.

--No me diga. No lo había notado--le responde Alan un poco molesto.

--Tranquilo--le sirve una más--. Entiendo que te moleste, pero debes calmarte y usar la cabeza.

-- ¿La cabeza? ¿Para que? No tiene nada de dificultad. Yo lo amo, pero el a mi no.

--Quizá estas equivocado.

-- ¿Quieres decir que...?

--Quizá ese Zashi te rechazo por que se avergüenza de algo.

-- ¿Avergonzarse?

--Hay muchas personas que tienen ciertos detalles en su vida que les avergüenzan o les causan temor. Por eso deciden mantenerlo en secreto. Tener una relación con alguien indica que pueden descubrir ese secreto.

--Eso parece tener sentido.

--Zashi no tiene miedo de que lo descubras, sino de lo que pienses cuando tú lo sepas. Quizá lo atormenten fantasmas de su pasado.

--Puede que tengas razón.

--El te lo dirá a su tiempo, si es que realmente te ama.

Alan se queda pensando por un momento. El mapache tiene razón. Pero tampoco es tan simple. Zashi es un estupendo chico, no cree que tenga algún tipo de defecto o error. Pero es lo más sensato.

--...gracias--Alan mira a los ojos del mapache--. Le agradezco que me haya escuchado.

--Para eso estoy aquí, chico. Puedo escribir todo un libro de las historias que he escuchado en este trabajo.

Alan ríe ante el comentario y mira de nuevo al mapache. Quizá no es el mejor lugar para conocer amigos, pero al parecer ha encontrado uno.

Frank se quedo un largo rato en su cama, acostado y cubierto de semen. La idea de quedarse dormido así, junto al hecho de que no ha sacado el vibrador de su ano, le esta excitando bastante. Pero está algo cansado. Saca el vibrador y lo apaga, para dejarlo bajo su cama. Después se huele. Realmente es bastante penetrante el olor del semen.

Se levanta y entra al baño. Abre ambas llaves para que se empiece a llenar la bañera. Mientras espera, esparce con su mano los restos de semen que quedan en su pecho. Una vez lista, entra en ella y se acuesta, dejando solo su cabeza (obvio, pero la de arriba) de fuera. Da un largo suspiro.

"¿Qué te detiene?", le vuelve a preguntar esa voz en su cabeza.

--Supongo que es bastante obvio--murmura. Comienza a enjabonarse el pecho con fuerza. Pero esa idea sigue en su mente. Ama a ese collie, desea estar con el, abrazarlo, besarlo, hacerlo suyo y ser de el. Cuando llego a Madrid, de colado a la casa de Alfred, no vino solo para tomar unos cursos. Era un estupendo comediante, y tenía madera para actor; solo debía pulirse un poco. Cuando se dio cuenta, ya tenía propuesta para participar en una obra, pero no en América, sino en Madrid. Un director lo había visto durante los cursos, y decidió integrarlo a su elenco. No iba a aceptar el papel, pero cuando vio a Erick, quedo flechado.

El ama viajar: conoce gente nueva en cada vuelo, tiene tiempo de leer, puede ver el cielo. Todo eso le es bastante relajante. Pero lo cambio por estar cerca de Erick. Esa fue la principal razón por la que convenció a Alfred de que lo dejará vivir con el. Pero claro, para que no sospecharan, se trajo a todos, además de que así pagaría menos renta. Desde entonces, ha pasado cinco años amando en secreto a ese collie.

--Cinco años. ¿A dónde se va el tiempo?

"¿Por qué te detienes?", le vuelve a preguntar esa voz en su cabeza. Sabe por que, y sabe que tiene una solución. Pero no es tan fácil hablar sobre eso. Su pasado lo ha perseguido por años, y esta ahora empeñado en evitar que encuentre el amor.

--Te amo Erick. Lo que daría por poder decírtelo de verdad, de regresar el tiempo y cambiar mi vida. Pero creo que solo en mi mente podré decirte te amo.

En silencio, hunde su cabeza en el agua y la saca 10 segundos después. Una parte de el, desea no haberla sacado.

Al escuchar sobre fantasmas del pasado, cometemos la estupidez de pensar que tiene que referirse a años atrás, cuando puede ser algo que paso hace unos días. Pues sigue siendo pasado. Errores recientes, planes mal hechos, tonterías dichas, pueden representar también un fantasma. Eso puede incluso afectar a más de una persona. El simple hecho de decir no cuando debías decir si puede causar problemas inimaginables.

La noche ha llegado, y el enorme dragón Sam se encuentra acostado en la cama de su habitación. Esta leyendo una revista, al parecer un suplemento mensual sobre karate alrededor del mundo. Sin embargo, parece simplemente mover sus ojos, sin prestar idea alguna al contenido del artículo que parece estar leyendo.

De repente entra Daniel. El tigre cierra la puerta y se quita la camisa, dejando ver su fuerte pecho, resultado de años de ejercicio. Después se baja el pantalón, quedando solo en boxers. Se lanza a lado de Sam y acuesta su cabeza sobre su pecho.

-- ¿Qué estas leyendo?--le pregunta.

--Esss un artículo sssobre un grupo de ssseñoresss que ha passsado toda la vida entrenando en una cabaña bastante lejosss de la ciudad. Tienen miedo a la multitud. Parecen bassstante buenosss.

--Se oye interesante. Deberíamos ir a verlos algún día.

--Sssi, estaría bien--mira de reojo a Daniel, quien le esta besando el pecho--. Oye, Dany.

-- ¿Si?

--No quiero que creasss que desssconfió de ti, pero...--siente algo de culpa por estar diciéndole esas cosas al que ha sido su novio por más de 7 años, pero no quiere seguir con la duda.

--Anda, dime que pasa.

--Últimamente hasss passsado mucho tiempo con Harturo. ¿Passsa algo con el?

--Ah, bueno...--Daniel baja la mirada, temeroso de lo que este pensando el dragón. Tiene miedo no por el, sino por Harturo. La respuesta de Sam será que dejen eso y que hable Harturo con la verdad. Recuerden que son similares al ying y al yang. Mientras Daniel actúa por instinto, esta dispuesto a vivir riesgos, a ponerse una manzana en la cabeza y que alguien de un disparo la destroce. Sam es más pacifico, le gusta siempre ir a la defensiva, a pesar de parecer agresivo. Es por eso que se aman tanto, cada día aprenden algo del otro y eso los mantiene unidos. Por eso no le quiere decir, así que inventa una mentira rápido--... estos días ha estado medio presionado con eso de su nuevo posible trabajo. Es un salto bastante grande.

--Ah sssi. ¿Cómo dice que ssse llama la compañía?

--Evolution. Dice que le hará la competencia fuerte a Microsoft.

--Vale. Pero esssto ya tiene variosss díasss. Ademásss, ¿Por qué no lo habla con nosotros? También somosss susss amigosss.

--Quiere llevárselo con calma, al parecer. Anda, ya se le pasara, solo esta muy nervioso.

--Ok.

Daniel lo abraza y le besa la mejilla, para después acostarse sobre su pecho. Sam lo mira, desafortunadamente, sin creer en lo que le acaba de decir. Eso también le duele, pues va en contra de sus principios, y en contra del amor que siente por Daniel. Trata de convencerse de que no es verdad, de que eso que esta pensando es una mentira. Pero no puede. No puede creer en el. Cree que Harturo y Daniel tienen una aventura.

Alfred se encuentra en su habitación, acostado en su cama, leyendo uno de sus muchos libros sobre el periodismo a lo largo de la historia (pobre chico, se la vive leyendo, no sale ni nada... mierda, ya me queme). James entra y cierra al instante la puerta. Se comienza a quitar la camisa y se queda mirando fijamente a Alfred, que parece mas centrado en su libro que en el lobo que se esta desvistiendo para el. Sonríe y niega con la cabeza. Tras haberse quitado la camisa y el pantalón, se acuesta de costado junto a Alfred y lo mira.

-- ¿Puedes dejar ese libro en paz?--le pregunta después de un minuto, pero no le contesta--Parece que disfrutas más ese libro que a mi--Alfred solo sonríe ante el comentario--. Vale, supongo que entonces preferirás dormir con tu libro que conmigo... quizá me vaya con... Alan.

Al instante cierra el libro y mira a James.

--El día que hagas eso, los mato a ambos.

--Pues deja ese libro--le quita el libro--y mírame.

--Tienes celos de un libro, estas enfermo.

--Tengo celos de cualquier cosa que te robe la atención.

-- ¿En serio?--Alfred le mira desafiante.

--...no, pero tengo que cuidarte. No sería nada sin mi leoncito--se pone encima de el.

--Ni yo sin mi lobito.

James le dirige una picara mirada mientras sonríe.

--Ah... ¿pasa algo?--le pregunta Alfred.

--La verdad, si. Este leoncito--le quita el libro y lo pone en la mesa de noche--se ha portado bastante mal últimamente. Ha sido corrupto y quien sabe que cosas hizo mientras descansaba en el hotel.

--No hice nada que tú no hayas hecho antes. ¿Qué nunca has pedido una pizza?

--Gracioso.

--Oye, es verdad, nunca en mi vida he pedido una pizza. Siempre hay alguien que la pide por mí.

--Flojo.

--Si, un poco.

James comienza a morderle suavemente el cuello. Alfred lanza una risa nerviosa mientras le acaricia la espalda al lobo.

--Te dije que mientras más se aplazara, más duro iba a ser el castigo--le recuerda James.

--No se que tan duro sea el castigo, pero si exactamente que tan duro es eso con que piensa castigarme.

--Oh, así que ya tienes idea. Entonces ya debes estar preparado.

--Aja.

--Bueno, tendré que usar otro método--se sienta sobre el pecho de Alfred y saca su miembro semi erecto por la ranura de su boxer--. Por mientras, quiero que uses tú enorme boca para otra cosa.

Alfred no responde, solo mira a James por un momento, para luego tomar su miembro y comenzar a lamerlo de arriba abajo. James lanza suaves gemidos mientras saca el miembro de Alfred de su boxer, para luego masturbarlo lentamente. Se moja sus labios al sentir su miembro rodearse por el calor y la humedad de la boca de Alfred, quien comienza a masturbarlo con su lengua y a acariciar su barriga por completo. A James le encanta que haga eso. Sabe que cualquier otra persona lo hubiera ignorado por el físico que tiene, que a el tampoco le agrada mucho. Pero Alfred, al contrario de muchos otros, no le importa, al contrario, le encanta.

A su mente vienen recuerdos de los primeros días de su relación, días después de que los padres de Alfred lo aceptaran y todos en la escuela lo supieran. Al final de las clases, mientras Alfred le daba sus respectivos arrumacos a ese lindo lobo, un grupo de jóvenes pasaron a su lado e hicieron burlas sobre el peso de James. Al inicio lo soportó, pero minutos después iba corriendo a su casa, llorando por todas las cosas que le habían dicho.

Alfred estuvo casi una hora fuera de su habitación, pidiéndole que le dejara entrar. Pero quería estar solo. De repente las suplicas de Alfred cesaron. James sabía que no era posible, pues su león era perseverante, no terco, perseverante. Un par de minutos después lo ve aparecer en su ventana.

--Oye, ¿sabes que es bastante peligroso subir por aquí?--le dijo. James seca sus lágrimas y se apresura a ayudarlo a subir--Te ves lindo incluso llorando.

--Basta Alfred, todo es una mentira--James se sienta de nuevo en la cama. Alfred lo sigue y se sienta a su lado.

--Amor, por favor, no digas esas cosas. Nada de lo que te digo es mentira. Eres guapo.

--No es cierto. Solo mírame--se pone de pie y se exhibe frente a Alfred--, soy un gordo, un asqueroso gordo.

-- ¿Lo dices por los chicos de hace rato?

--No solo por ellos. Por todos los que se burlan. Me aguante por mucho tiempo, pero ya no puedo Alfred, ya estoy harto.

--No les hagas caso.

--Para ti es fácil decirlo, tú no estas como yo ni se burlan de ti.

-- ¿Eso crees? Quisiera recordarte que tú no has estado conmigo desde que inicie la prepa. Tú no estabas todos los días que Jack se burlaba de mí, me humillaba y me quitaba mi dinero. Tú no viviste nada de eso ni estuviste ahí para defenderme.

--Oh... lo siento.

--No te preocupes amor. Lo que trato de decirte es que te olvides de todas esas burlas. Si se burlan es por que tienen celos.

-- ¿Celos de que?

--De lo nuestro, de nuestra relación. Anda, se que estas gordo, ¿y que? Eres mucho mejor que ellos en todo: inteligente, dulce, amable, honesto, y puedes pelear si la situación lo requiere--James no pareció convencido por las palabras que le dijo, pero al menos ya no estaba llorando--. Además, me siento seguro en tus brazos, y nadie como tú para darme calor durante las noches y en invierno.

--Alfred...--lanza una leve risa. Abraza al león y pone su cabeza en su hombro--... eres muy dulce. No merezco una persona tan dulce como tú.

--En eso quizá tengas razón--James lo miro algo sorprendido y herido por el comentario--, pero a quien amo es a ti, y con quien quiero pasar el resto de mi vida, sin importar que haya alguien mejor.

-- ¿Y si encuentras a ese alguien?

--Seguiré contigo, así de simple.

James le dio un calido beso. Parece imposible, pero con tan solo unas palabras, gracias a su perseverancia, no terquedad, perseverancia, le saco esa sonrisa que tan difícil era los primeros meses de conocerlo.

Ahora, sin problema alguno, ese leoncito le hace sonreír. Ya nunca se ha preocupado por su peso, al contrario, le gusta ya. Y mucho más al ver que Alfred lo disfruta. Se metió tanto en sus pensamientos, que cuando se da cuenta ya esta a tan solo segundos de comenzar a eyacular. Alfred succiona con más fuerza, para finalmente sacarle un fuerte rugido de placer al lobo, quien comienza a eyacular dentro de la boca de Alfred. Al terminar, saca su miembro y mira al león, jadeando. Por su parte, Alfred solo termina de beber el semen que queda en su boca.

--Mejor--dice Alfred.

--Eso parece.

Pero cuando vives con otras personas, como lo vimos anteriormente, la privacidad no suele ser lo mejor de lo que puedes disponer, y mucho menos cuando tienes a un niño de 6 años, al parecer más inteligente, y que fácilmente se puede traumar. Y eso lo descubre nuestra feliz pareja al escuchar los tres golpes en la puerta. Alfred al instante se lanza corriendo para evitar que abra, a sabiendas de que Alex, aun sin que el haya dicho ni una palabra. Claro, como es un niño no conoce los modales, y justo cuando la puerta comienza a abrirse, Alfred la detiene para que no contemple la escena. El pequeño Alex lo mira desde el otro lado de la puerta. Lleva su pijama puesta.

--Alex... ¿Qué haces? No debes entrar así a la habitación de alguien.

--Pero llame a la puerta. No puedes reclamarme si hice eso.

--Vale, pero aun así no puedes entrar así a mi habitación. Debes esperar a que abra. Recuerda mis relojes.

--Ah... por eso. Vale, lo siento.

--No importa, pero que no vuelva a pasar. Ahora dime, ¿Qué ocurre?

--Llamaron de la escuela.

-- ¿Ha esta hora?

--Recuerda que cuando llamaste el director no se encontraba. Su secretaría le dejo el mensaje en su contestadora para que lo escuchara en cuanto volviera a casa.

--Oh, y supongo que volvió a esta hora.

--Si. Se disculpo por haber llamado tan tarde, pero dice que así se ahorraría la molestia de despertarte mañana para apresurarte. Dijo que te tienes que presentar mañana temprano, si es posible a las siete u ocho.

--Vale, ya veo. Entonces vete a dormir, te despertare cuando sea hora.

-- ¿Me vas a llevar?

--Si, así aprovecha y te muestra las instalaciones de una vez.

--Pero ni siquiera sabes si me van a dejar entrar. Es muy extraño que de la noche a la mañana ya tengas un hijo, adoptado, pero tuyo.

--Y por medio de trámites nada admirables. Pero, cuando tengas mi edad, comprenderás por que me siento tan seguro de que vas a entrar.

--Vale, si tú lo dices.

--Bueno, vete a dormir, que ya es bastante tarde.

--Oki...--Alex mira al suelo por un segundo, pensando si lo que va a decir es correcto. Al final decide hacerlo--... hasta mañana papá.

Alfred siente un cosquilleo recorrer toda su espina, el mismo que algún día sintió cuando James le declaro su amor. Es esa clase cosquilleo que solo un sentimiento muy fuerte, o un desfibrilador, pueden generar, y que en ambos casos, pocas veces ocurren.

Sonríe, pero se abstiene de darle un beso a Alex, ya saben por que. En lugar de eso le da una palmada en la cabeza.

--Hasta mañana hijo.

Alex sonríe también y se da la vuelta para volver a su habitación. Alfred sabe que una parte de su, ahora hijo, sabía lo que estaba haciendo y por que se mostró un poco molesto. Pero le causa mayor felicidad el hecho de que por segunda vez, y ahora conciente, le haya llamado papá.

Voltea a ver a James, quien con una mirada le dice que comparte su felicidad.

--Hasta aquí lo escuche--señala el lobo--. Esa clase de cosas no se pueden ignorar tan fácil.

--Lo se. Pero aun me cuesta un poco creer que me haya llamado así. Es una palabra tan simple, pero a la vez tan significativa.

--Claro que lo es. Me alegro mucho por ti amor.

Alfred recuerda entonces lo que estaban haciendo antes de ser interrumpidos. Cierra la puerta y la asegura. Sin decir ni una palabra, se lanza de nuevo a la cama. Lo abraza y le da un calido beso.

--Sin duda esta será una linda noche--le dice Alfred.

--Eso parece.

--Pero, sin que pienses mal, quiero terminar esta noche como es debido.

--Pensaba perdonarte tu castigo.

--Lo siento, pero eso no se puede--se vuelve a sentar en su pecho--. Me he portado mal, y no hay excepción alguna por la que deba perdonarse.

--Vale, si eso es lo que quieres.

Alfred se recuesta sobre el pecho de James, y comienza a besarlo dulcemente. Por su parte, James acaricia su espalda de arriba abajo. Comienza a bajar hacía su cintura, y de ahí a su trasero, que lo masajea con lentitud. Afortunadamente el miembro de James sigue totalmente lubricado. Alfred se levanta un poco y comienza a rozar la entrada de su ano con el miembro de James, quien responde con un leve gemido. Tras romper el beso, ambos se miran a los ojos. A Alfred le encanta ver su reflejo en los ojos del lobo; es como ver parte de él dentro de James, siempre viviendo ahí. Le vuelve a dar un dulce beso, mientras lentamente comienza a bajar su trasero, introduciendo el miembro de James dentro de su ano. Alfred cierra sus ojos y estira un poco su cuello como una sensación de reflejo. James decide tomarse más en serio su papel, e introduce su miembro de golpe en el ano de Alfred, quien gime con fuerza ante la sensación.

--Creo que te tomaras en serio el castigo--le recuerda el león entre gemidos.

--Oye, tú fuiste quien lo pidió.

Se recuesta sobre el pecho de James, quien con fuerza comienza a embestirlo, metiendo y sacando todo su miembro de golpe en su ano, presionando con fuerza su próstata con cada embestida. Alfred gime con fuerza ante cada embestida que recibe. Afortunadamente, el material con que están revestidas las paredes evita que cualquier sonido no escape de la habitación, así que por más fuerte que gima no se preocupe en lo absoluto. Las garras del león comienzan a acariciar el pecho del lobo, y fueron bajando lentamente, hasta llegar a su cintura. Una vez ahí, Alfred comienza a masturbarse rápidamente. James le muerde con algo de fuerza una de sus orejas, mientras encaja un poco sus garras en su trasero, sacándole un gemido de dolor mezclado con placer (no, tampoco se han convertido en unos sadomasoquistas). Da más fuerza a sus embestidas. Ambos gimen con mucha más fuerza, y jadean con rapidez, tratando de recuperar el aliento. El aire de la habitación se impregna con el olor a sudor de ambos, que ya comienza a empapar un poco las sabanas. Los corazones de ambos parecen latir al unísono. Sus pulmones parecen no lograr oxigenar por completo los cuerpos de ambos. Sus músculos se tensan cada vez más. Ya casi llega el momento. Tras una larga sesión, que en realidad pareció tan corta, James se prepara para darle el último toque a su castigo. Con una fuerza y profunda embestida, comienza a eyacular dentro del cuerpo de su dulce león. Un calor recorre todo el cuerpo de Alfred, quien también comienza a eyacular sobre el pecho de James. Ambos gimen con fuerza, sintiendo como todos los músculos de su cuerpo se tensan hasta más no poder. Alfred cae sobre el pecho de James. Poco a poco el cuerpo de ambos se comienza a relajar. Sus latidos disminuyen hasta el nivel normal, sus respiraciones son más lentas, todo su cuerpo se relaja por completo.

Tras unos minutos en silencio, disfrutando esa sensación que surge después de que uno hace el amor. Disfrutando del silencio que surge alrededor, dejando que solo se escuche lo que hay en esa habitación: la respiración, los latidos, y hasta incluso el simple pestañeo. Es como si todos los sentidos se agudizaran.

Tras un largo rato quietos, Alfred levanta su rostro y mira fijamente a los ojos de su pareja. De nuevo ve su reflejo en sus ojos. Le fascina, le da tanta seguridad. Una vez le dijo a James que el día que dejara de ver su reflejo en sus ojos, sería la señal de que el amor entre ambos ha terminado. Pero le alegra que cada mañana, que cada vez que lo abraza y después de besarlo, que en cada momento que esta frente a el, y que antes de dormir, vea aun su reflejo; sabe que siempre seguirá ahí.

--Espero... espero que con eso no vuelva a desobedecer--le señala James, siguiendo el juego.

--Prometo que no volveré a desobedecer. Aunque admito que me gustaría repetir de nuevo esta clase de castigos.

--Bueno... ya sabes entonces que debes hacer.

--Oki.

Se dan un apasionado beso, con lo que ponen fin al juego de roles, y recuperan sus respectivas personalidades.

--Muchas gracias amor--le agradece Alfred.

--Gracias a ti. Pocas veces soy yo el que toma el papel de seme.

--Eres libre de tomar ese papel cuando quieras.

--Si... pero me gusta más que tú lo tomes.

--Vale--le lame la nariz--. Descansa amor.

--Descansa.

Alfred se acuesta a lado de James, y el se mueve para acostarse sobre su pecho, como todas las noches. Alfred se estira un poco y apaga las luces, dejando en oscuras la habitación. Poco a poco, la feliz pareja cae dormida.

A nuestro alrededor hay fantasmas de nuestro pasado, sin importar que hagamos para escapar de ellos, siempre vuelven. Son parte de uno. Sin embargo, no nos damos cuenta de que están ahí. Pero están, y no se piensan ir. Están aquí, esperando el momento correcto para aparecer ante nosotros... y atormentarnos por el resto de nuestras vidas...

Nota del autor

Vale, merezco que me odien, me golpeen, me insulten, me denigren, me odien más, me olviden, bueno, lo que quieran. Se que hice mal en tardarme tanto en publicar el nuevo capitulo. Admito que algunos días prácticamente no escribí nada, ya fuera por flojera o falta de tiempo. Pero la verdad también tuve algo de presiones con mis exámenes finales, que venían bastante pesados. Eso me absorbe mucho tiempo. Y luego vinieron las vacaciones, por lo que tuve que salir con mi familia por más de una semana. Al menos aproveche y me tome unas vacaciones, que siento que me las merecía.

En fin, ya estoy de vuelta y tengo nuevas ideas. Prometo esforzarme más para no tardar tanto con los siguientes capítulos. Bueno, como vieron en este, hable sobre algunos problemas que nuestros personajes dejaron atrás, que los atormentan. Es una visión a problemas reales que les pasan a personas reales. Ya sean viejos o recientes, hay cosas que siempre nos están atormentando. Este tema tendrá una segunda parte, con respecto a algo que le pasa a muchas parejas, pero que en esta es totalmente inusual. Es algo que quizá ponga a prueba la relación de nuestros dos personajes principales.

Y bueno, dedico esta historia a aquellos que aun la siguen desde sus inicios, a los que me han apoyado a seguir adelante, con sus comentarios y criticas, ya sean buenas o malas, todas son útiles. Muchas gracias. También agradezco a mis amigos, que siempre han estado conmigo para apoyarme cuando tengo dudas, muchas gracias también a ustedes. Y finalmente, a mi lindo tigueshito James, la razón de mi existencia. Eres la única razón que me hace seguir adelante en este mundo injusto. Muchas gracias por brindarme tú amor, tú dulzura, tú vida. Te amo con todas mis fuerzas, mi amado y lindo tigueshito James.