El Secreto de Tora: Sarah

Story by Mastertuki on SoFurry

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#23 of El Secreto de Tora



El Secreto de Tora: Sarah


Oriente, 19:35

14 de Octubre 2511

24 días antes de la muerte de Bryce.

El portazo que pegó Bryce nada más entrar en casa fue tremendo, pero a ojos del tigre, el híbrido ni parecia haberse dado cuenta de ello. Era más: Había dejado la casa abierta de par en par y había echado a correr escaleras arriba a la habitación de los invitados donde tenía toda la información que había ido ordenando. Tora, soltando un suspiro, decidió cerrar la puerta detrás de él, pero no subió con Bryce. En cambio, se quedó en la entrada.

Llevaba todo el viaje notando un dolor muy fuerte en el pecho. Eran nervios, era consciente de ello, pero eran razonables. Que su pareja hubiese recuperado los recuerdos tras un año y medio se agradecía y al mismo tiempo era un auténtico desastre. Eso cambiaba muchísimas cosas, tanto para bien como para mal. Por ejemplo, el plan de su madre de mantenerse ausente y alejada de todo el percal se iba al cuerno, y tenía miedo de que le cambiara la actitud... Dios, ahora se daba cuenta. Se había enamorado de forma distinta con dos personas radicalmente diferentes. Si ahora volvía a ser el mismo de antes... Dudaba siquiera si su relación aguantaría.

Escuchó unos pasos de alguien bajando por las escaleras que le sacaron de sus pensamientos y alzó la cabeza para ver que era su novio el que bajaba las escaleras léntamente y con cierta pesadez. Le miró un momento a los ojos, y soltó un leve suspiro, procediendo a sentarse en la escalera.

-¿Estás bien? -le preguntó. -Llevas todo el camino tenso y callado...

Tora se aproximó a su pareja, y tras subir un par de escalones, se sentó a su lado. No pretendía ser frío, pero tenía que contárselo para que al menos su novio fuera consciente de lo que se le estaba pasando por la cabeza en aquel instante.

-No... -con un suspiro, agachó la cabeza y apartó la mirada, apuntando al vacío de lo que era su casa. -No estoy bien. Estoy asustado, Bryce... No es buen recordarlo todo, de golpe... Temo por tí. Por tu salud mental, por... Todo...

-Tienes miedo de que deje de ser el mismo de siempre, ¿Verdad? -le preguntó. Al ver que Tora respondía afirmativamente con la cabeza a esa pregunta, el lobo puso los ojos en blanco intentando no poner el grito al cielo por las estupideces de su pareja, que no se lo ponía nada fácil. -Tora... Yo también estoy asustado, ¿Vale? No... No es divertido todo esto que me está ocurriendo... Pero tranquilo. -le cogió de la mano, y se la apretó un poco. -He recordado cosas, sí, pero sigo siendo el de siempre. No cometeré los mismos errores dos veces... Porque te tengo a tí.

Le besó en el morro, juntando ambas lenguas y disfrutando del momento. En cuanto notó que Tora empezaba a quedarse más tranquilo, le dejó ir con cuidado y, sin solrtarle de la mano, se incorporó, tirando de él. Sí, quería seguir adelante con el tema de Leon, pero no quería hacerlo sin él al lado; si perdía el norte, su novio era la mejor persona para reconducirle. Tora pareció aceptar, porque inmediatamente se puso de pie y empezó a seguirle hasta llegar a la habitación de los invitados.

Y entonces, reprendieron el tema. Bryce soltó al tigre, y fue a por el montón de fotos que había organizado antes de irse para echarles un vistazo. Las fue colocando de forma separada por el suelo, indicando a Tora que las fuera mirando por si veía alguna coincidencia, algo que les llamara la atención. No mirar a la ventana... Esa era la clave.

Y dios, y tanto que lo era.

Bryce fue el primero en darse cuenta que todas las fotos, desde cuando era crío hasta cuando fue adulto, todas coincidian en un detalle. Más cerca o más lejos, siempre había un aparato electrónico televisivo que lo acompañaba, y si no, una pantalla de ordenador apagada, o una tableta... Se podía ver la evolución tecnológica en el paso de los años a través de las fotografías. Cogió una, sorprendido, y la miró atentamente.

-¿Y bien? -hizo el tigre.

-Lo tenemos delante de las narices... Maldita sea. -suspiró el lobo, cogiendo otra y colocándolas lado a lado. -¿Lo ves? Las dos tienen un ordenador justo al lado o detrás de él... Y el resto están igual. De forma estratégica... Y hay algo más... Espera. -apoyó una de ellas a contraluz, esperando ver algo a través de la pantalla del televisor que había en la fotografía, pero estaba en negro completamente. -No, no consigo ver nada... Pero mira, ven. ¿Lo ves? Busca el ángulo del fotógrafo.

Dicho y hecho, le cedió la otra fotografía, y Tora se la llevó al rostro, observándola con una ceja levantada, sin acabar de entender bien lo que estaba buscando. Al ver la reacción de su pareja, Bryce decidió ser un poco más específico.

-Son pantallas enormes; tendría que reflejarse al menos al fotógrafo en algún cristal. Al no ser que la retoques o realmente seas muy bueno cogiendo las mejores posiciones... ¿Lo ves ahora?

-... Y no hay nada. -ahora se daba cuenta. Tora cogió otra foto, para comprobar lo que decía Bryce, e inmediatamente, decidió rebuscarlas todas, sentarse a su lado, y iniciar una búsqueda y captura de lo que decía Bryce, mientras el otro las colocaba a contraluz para ver si encontraba algún detalle.

El lobo estaba seguro de haber seguido bien todas las pistas que él mismo se había ido dejando en el pasado, pero las fichas seguían sin cuajarle y se estaba encontrando de nuevo con un camino sin salida. Sin embargo, mientras que en otras ocasiones podía llegar a deducir que quizás se estaba equivocando, ahora era más fácil que nunca ver que tenía la respuesta delante de su morro. De hecho, decidió pedirle a Tora que olfateara las fotografías. El tigre se sintió un poco molesto, pero decidió hacerle caso. Y no obtuvieron resultado alguno. ¿En que fallaban?

Cuando acabó de revisar la última, la depositó encima del montón y soltó un suspiro de resignación mientras se dedicaba a ponerse bien el pelaje de los brazos, algo enfadado consigo mismo. Había sido una pérdida de tiempo descomunal que no les había llevado a ningún sitio, como si todo se tratara de una broma de mal gusto. Casi le sabía mal haber enredado a su pareja en todo aquello, incluso.

-¿Y bien? -la pregunta de Tora volvió a sonar de nuevo desde los labios de su morro, y Bryce cogió el montón de fotos y lo miró aténtamente. Algo no acababa de cuadrarle, algo no iba bien, pero... Estaba tan seguro que la respuesta estaba en ese montón de imágenes. ¿Porqué? ¿Porqué no lo veía? tal vez se había equivocado y no era el cristal; tal vez... -Al no ser que...

-¿Que qué?

-Que estén "trucadas" -el tigre se incorporó y miró a su pareja. -¿Y si lo que buscas no se ve a simple vista? Tal vez necesitamos a alguien que retoque imagenes... O que al menos sepa un poco del tema. Quizás con aclararlas ya cundiremos. Y se de alguien que puede hacerlo...

Con la zarpa derecha rebuscó en su bolsillo izquierdo y se sacó de ahí un móvil enorme de forma de concha, que abrió y empezó a teclear con una uña, haciendole una señal a Bryce para que le acompañara. El chico cogió las fotografías y le fue acompañando hasta la puerta de la habitación, donde Tora le indicó que bajara las escaleras mientras iba a buscar las llaves. Dispuesto a hacerle caso, se fue al piso de abajo y soltó un silbido para que el miosorento apareciera de repente y se subiera a su hombro.

-Que, pequeñín... ¿Dispuesto a otra vuelta más? -se desplazó inmediatamente hasta la cocina y, cogiendo una bolsa pequeña, guardó las fotografías dentro y se las colocó luego en un bolsillo ancho de su pantalón para que no se dañaran. El zorro soltó una afirmación contento, y empezó a agitar la cola de un lado a otro como si le fuera la vida en ello. Bryce no tuvo otro remedio que se le contagiara la felicidad y empezara a mover la cola también, mientras pensaba que tener a Mioko con él era una gran ayuda, al menos mental, para no derrumbarse a la primera de canto.

-¡Mioko quiere jugar! -le dijo el pequeño. El lobo soltó un suspiro, cogiendolo de su hombro y depositándolo en el suelo, arrodillándose un poco. Ahí, le rascó por detrás de las orejas, con una sonrisa más bien triste que el zorro ártico, al captar, le obligó a echar las orejas hacia atrás y poner una enorme cara de pena. -Mioko...

-¡Ya está! -la voz grave del tigre retumbó entre las cuatro paredes de la casa mientras bajaba las escaleras a toda velocidad con las llaves de su moto en la mano. -He ido a llamar a Odayaka; está en una casa un poco lejos, así que iremos en moto. -le contó, haciendo una señal con el morro a Mioko. -Él tendrá que quedarse... No me atrevo a llevarlo colgando todo el rato; lo siento. Vamos a ir en moto

-Vas a tener que quedarte aquí un ratito, pequeñín... No puedo llevarte siempre a todos los sitios que ya me gustaría llevarte. -se le hacía difícil mencionar aquellas palabras, pero era cierto y no quería desanimar al animal, que agachó las orejas en cuanto escuchó las palabras del lobo. Lentamente, se dio media vuelta y se fue alejando lentamente arrastrando la cola, y a Bryce se le rompió completamente el corazón. Dios, menudo desastre... Pero en la moto no podía llevarlo.

Con un enorme pesar, Bryce se incorporó y se desplazó hasta la entrada, dejando atrás la casa. Inmediatamente miró un momento la vnetana del piso de arriba, donde pudo ver al zorro que se echaba en la cama y miraba al horizonte, posiblemente esperando a su amo. Soltando un suspiro de resignación, se movió con Tora para coger la moto e ir hasta donde estaba Odayaka. ¿Que otra cosa podía hacer, si no?

***

A medida que iban dejando atrás la gran ciudad, Bryce sentía que la verdad se le acercaba. La teoria de Tora bien podía ser cierta, y le acercaría un poco más al misterio que rodeaba desde el princípio su misma existencia. Se aferró un poco más al cuerpo del tigre mientras este conducía la moto, y se dejaba llevar por la brisa que se metía dentro de su camisa y acariciaba todo su pelaje. Era de las pocas cosas que disfrutaba desde que se había vuelto un lobo de nuevo, las maravillas que le transmitían sus sentidos.

Por ejemplo, los olores. En la ciudad la mayoría eran tristes, oscuros, pero ahí le llegaba una gran cantidad de información de diferentes animales que no habían evolucionado a antro, arboles que estaban creciendo y floreciendo, árboles que ya se estaban marchitando... El olor a tierra fresca por la llúvia reciente (¿Había llovido? Primera noticia que tenía de ello) ; o sus oídos, que le informaban de algunos pájaros por ahí cercanos, Miosorentos, y incluso alguien podando. Era difícil retener toda esa información.

-El otro día... Tuve una pesadilla -le confesó a Tora, con la mente aun en otra parte. Apoyó la cabeza en la espalda, y se cabreó de llevar el casco. Le habría gustado escuchar los latidos de su corazón. -¿Te acuerdas de aquello que me enseñaste en Occidente?

-Uh... ¿Pelz? -preguntó el tigre tras un par de segundos de duda. Era lo que tenía estar conduciendo y no poder prestarle toda la atención que quería. -¿Te refieres a eso?

-Sí... Soñé... Que estaba de nuevo en el mismo vagón por el que me bajé hasta el hotel donde vivías... Volvía a ser humano. -se aferró un poco más a él y sintió que se le ponía el pelaje de punta de solo pensarlo. -Y empezaba a escuchar voces... Luego... Ví a un hombre... Y... Dios, parecía sacado de una película de alienígenas. De repente le salía del estómago... Algo... Creo que eso, pero... Era desagradable.

El tigre arqueó una ceja ante la explicación de su pareja y negó con la cabeza, dejando estar el tema. Tampoco valía darle tanta importancia, y más en el estado en que se encontraba su novio.

-Es algo que hemos soñado alguna vez. -le confesó Tora. -Todos, alguna que otra vez, hemos tenido una imagen similar... Es lo que ocurre cuando conoces tu origen: Un experimento. Eso es lo que somos, Bryce... Productos salidos de probeta. Si estás soñando eso, es que estás teniendo miedo de tu origen... Como todos.

Bryce calló, sin capacidad de decir nada mas. ¿Estaba empezando a emparanoyarse con lo que era? Recordaba que, un año atrás, Tora le había contado exactamente eso. Todos, en mayor o menor medida, vivían con ese peso bajo sus espaldas: Eran un accidente de laboratorio, y no eran capaces de pensar en nada más que eso mismo. Quizá él, ahora que volvía a ser como antes en cierta forma, le daba por pensar en ese tema. Que desagradable, ¿no?

Tora se desvió de la carretera por un tramo de tierra y la moto empezó a temblar por los cientos de piedras que pasaba por encima y el terreno irregular en el que se encontraba. Bryce observó, a lo lejos, una torre, e imaginó que era ahi a donde tenían que dirigirse, Totall, el resto estaba como desamparado. El lobo movió levemente la cola por el ánimo de saber que allí estaba la respuesta que buscaba.

Sin embargo, Tora, a medida que se acercaba, observó algo raro. De la casa salía una persona nada conocida: Era una orca varón, muy mayor y trajeado, y que avanzaba a paso ligero por la zona. Llevaba una gabardina marrón y un pantalón de tela fino que tenía la parte inferior bastante sucia -teniendo en cuenta que iban descalzos y que además, aquello era tierra, eso era lo mas normal del mundo. Sus ojos, levemente rasgados, le recordaron inmediatamente a alguien, el cual salió detrás mismo: Odayaka.

Tora frenó inmediatamente antes de acercarse demasiado para comprobar de que se trataba aquello, pero Bryce se bajó de inmediato y se sacó el casco, mirando también el panorama desde el mismo sitio de Tora. Él, a diferencia del tigre, si que sabía exactamente que estaba ocurriendo.

-Al final me ha hecho caso. -le dijo el lobo. -Le dije a Odayaka que... Bueno, que cogiera y hablara con su padre. Las cosas estaban bastante complicadas... Al final veo que ha escuchado mi consejo. -observó como la orca mayor se desplazaba hasta un coche marca Ford se introducía en el lado del conductor, sorprendiendo al híbrido. Para todo el pastizal que aparentaba tener, le sorprendía que no tuviera a alguien como un mayordomo o un conductor alquilado.

Observaron silenciosos como el coche retrocedía haciendo un ruido ensordecedor e inmediatamente, cogía el camino y tiraba hacia adelante. En ese instante, Bryce echó a correr, cruzando por enmedio de la zona de los matorrales, disfrutando del terreno que sentía bajo las patas, hasta alcanzar a la orca, que al oirlo giró la cabeza y mostró una enorme sonrisa.

-¡Anda, Bryce! -exclamó, haciendo un ademán con la mano. Inmediatamente vio a Tora detrás y subiendo el tono de su voz, gritó. -¡Tora, no te escondas que te veo!

En cuanto el lobo se aproximó, se agachó levemente para empezar a coger aire, algo agotado.

-Ufff... Uff... ¿Ei... que tal... con tu padre...?

-Bueno... Hemos resuelto nuestras diferencias. -la orca se cruzó de brazos, ahora más seria, mientras que de reojo veía como Tora se aproximaba. -No ha sido la reunión familiar que realmente deseaba, pero menos da una piedra... Aunque no esperaba que llegárais tan pronto.

-Je... Teníamos prisa. -en cuanto se acordó de porqué habían venido ahí, sacó del bolsilla la bolsa en la que había guardado todas las fotos y se la enseñó a Odayaka. -Tora me ha contado que a veces haces algún retoque. Si mas no... ¿Puedes aclarar estas fotos? Es que estamos buscando algo.

-¿Que yo hago que? -la orca se mostró sorprendida, echándose unas risas a continuación al ver la confusión que había ahí. -No, espera. Yo tengo un escaner y punto en boca. Ni siquiera me dedico a retoque... Pero eso se puede hacer desde el aparato mismo. -dijo, cogiendo las fotos. Inmediatamente sacó una de la bolsa y se la llevó a la vista, sorprendido de lo que estaba viendo. -Eh... Bryce... ¿Que coño es esto?

-Son fotos de Rion desde que era joven hasta... Que se graduó en la universidad. Incluso un poco más. -la voz de Bryce temblaba de la emoción al saber que al menos no habían peridod el tiempo viniendo hasta ahí. -Pero hemos visto que todas coinciden en un punto, y queremos aclararlas a ver si conseguimos ver que hay... Es la pantalla que tiene a su lado. -se la señaló, y añadió: -En algunas, bueno, es otro tipo de proyector... Pero siempre es algo que muestra imagenes, apagado. ¿Crees que podríamos escanearlas y ver si hay algo? Tengo la teoría de que me va a servir de mucha ayuda.

-Bueh... Supongo. -La orca miró un momento a Tora e hizo una señal con la cabeza de "Ya te vale", dejando que pasara adentro de la casa. La torre era algo parecida a la que tenían ellos, pero más ancha que alta. Aunque constaba de dos pisos, la casa también tenía un garaje, un jardín -algo estúpido teniendo en cuenta que estaban rodeados de nada - y un patio trasero. El lobo observó un momento el lugar donde iba a entrar y finalmente, acompañó a la orca, seguido de su novio, que iba detrás de él.

Y en el interior, Bryce se encontró con lo inesperado.

Era un tigre como Tora, pero en vez de amarillento era blanco a rallas negras, y no era tampoco tan grande como su pareja. El tigre permanecía ahí, algo desaliñado, y tomando lo que parecía una taza de té. A la que la mirada del otro encontró la del lobo, permanecieron unos segundos mirándose fíjamente, todo serio. La tensión era tan grande en el ambiente que se podía cortar con un cuchillo.

Esperó, sin embargo, a la reacción de Tora, para obtener algunas pistas de lo que había ocurrido en la univesidad días antes. Lo que obtuvo fue por eso una enorme decepción. El tigre simplemente se limitó a saludar y siguió a la orca, dejándolos a los dos ahí solos. Lo que sospechaba: No solo no se acordaba de nada, si no que además, el otro parecía que sí lo sabía. Tenía dos opciones: Preguntárselo descaradamente, o intentar sacárselo a cuentagotas. Al menos para quitarse la mosca de la oreja.

-Se lo que estás pensando. -el otro respondió como si le hubiera leído el pensamiento, y pillo a Bryce de improviso. -Pero créeme, yo no he sido. Aunque me vieras... Yo no fuí.

Antes de que pudiera decir nada, el lobo fue llamado por su pareja al salón de estar, y Bryce dejó de lado a Senko para acompañarles, momento en que, al ver a la orca con un enorme ordenador, se acordó de repente del sistema de comunicación centralizado y censurado que disponía el mundo entero. Las conexiones a internet estaban completamente controladas, revisadas por páginas, y pocos eran los que disponían de dicho derecho de acceso-tenías que sacarte hasta un carné y todo- y muchos pocos los que conseguían, realmente, vulnerar la seguridad. Y si les descubrían, implicaba sentencia de muerte. La cuestión, era, permanecer con el peso del pasado, sin descubrir el pasado. Era la mejor forma de mantener bajo control a la gente: Con el mínimo conocimiento posible.

Odayaka encendió la máquina, y le pidió al lobo que le pasara unas cuantas fotos. El híbrido, sentándose al lado de la orca, revisó en las fotos algunas que realmente creyera que fueran las más viables, e inmediatamente se las pasó, dejando que su compañero empezara a jugar al tetris con las mismas hasta conseguir que todas encajaran. La cuestión era, obviamente, que ninguna de las dos pisara nada.

-Bueno... Tardará bastante. -les explicó, cerrando la tapa y empezando a escanear. -Este trasto no es precisamente una glória y tantas imagenes lo volverá majareta, supongo... Así que tendréis que tener paciencia. Eso, y que yo no se nada de imagen, Tora. -lo último, con cierto rintintín, se lo soltó a un tigre que inmediatamente puso la mirada en el cielo, disimulando. El lobo, en vez de reirse, permaneció callado, mirando como la máquina iba escaneando las fotos.

Con el lío de Leon, se le había pasado por alto el morreo que había visto a Tora y Senko. No es que le cabreara, pero ya la situación era bastante mosca como para encima no poder obtener respuestas. A todo eso, tenía la pista confirmada de que el compañero de Tora había hecho algo, pero se negaba a admitirlo. ¿A que jugaba? Era desesperante la situación en la que le tenía metido.

-¿Y que esperáis encontrar con esto? -le preguntó la orca.

-Pistas de lo que planeaba Leon. -murmuró el lobo, apoyándose sobre sus brazos y piernas. -Esta tarde me metí en una sesión de hipnosis. Ya sabes, por el tema de mi cabeza... Era horrible estar siempre pensando que no iba a conseguir recordar absolutamente nada.

-Oh... Vaya, ¿Tora ha aprovechado para meterte mano? ¿Es ese su nuevo fetiche? -a lo que la colleja que recibió por parte del tigre había sido monumental. La orca se quejó, y Bryce se echó unas risas de la situación.

-No... Pero he conseguido recordarlo casi todo. -la declaración pilló de improviso por dos partes. La primera a la orca, que aunque no le afectaba en absoluto, era una enorme notícia -siempre había estado muy al lado del lobo conociendo el pasado que tuvo o por lo que le explicaron sus compañeros -que mantuvo una situación pacífica y luego, se echó unas risas. Inmediatamente abrazó a Bryce para felicitarle, lo que implicó que el tigre gruñera celoso e intentara separarlos a ambos; lo único que conseguía, con eso, era que Odayaka insistiera un poco más.

La otra parte era Senko. El tigre, que permanecía apoyado en el borde de la puerta de la sala de estar, soltó un suspiro de resignación. Si le quedaba posibilidad alguna de coger a Tora, se habían esfumado por completo. Con un Bryce que era capaz de recordarlo todo, su pareja fijo que ahora estaba contento de tenerlo a su lado para toda la vida, por lo que él ya no pintaba absolutamente nada. Ni siquiera la jugarreta que había planteado en la universidad había servido para nada más que para pasar vergüenza... Bueno, y de tener una juerga loca con alguien que ni lo recordaba.

¿Que había hecho? O peor. ¿Que hacía él entonces allí, mirando como esos dos se lo pasaban la mar de bien y él se encontraba más solo que la una? Creía haber tenido posibilidades... Pero ese maldito híbrido parecía que siempre tenía un as bajo la manga para escaquearse de cualquier situación por peliaguda que fuera. Ya daba igual; había perdido... Aunque en el fondo no se arrepentía del intento de habérselo quitado.

-Vale, ya ha acabado de escanear. -en cuanto escuchó a la orca, tomó un sorbo más de la taza de té y se aproximó por aquello de saber, al menos, que estaban haciendo los tres delante de la máquina. En la pantalla pudo ver como, poco a poco, linea a linea, se iba formando la imagen de todas las fotos que había colocado la orca en el escaner juntas, un poco más claras por la reacción de la luz. Los tres permanecían callados, esperando a que la imagen completa de todas las fotografías se formara por completo.

La sensación que obtuvo Senko al verlo fue algo desagradable. Reconocía al ser de las imagenes: Era el director de la universidad en diferentes facetas de su vida, por lo que aun no entendía exactamente para que servía todo aquello. Luego, fue viendo como la orca activaba una serie de menús en su pantalla y se iba al comando "Niveles", donde empezaba a tocar diferentes barras y a alterar las fotos por completo. Eran muy distintas, lo que implicaba que cada zona de la imagen entera reaccionara de una forma distinta, pero Bryce y Tora permanecían atentos a lo que saliera.

Senko dejó de beber al observar el resultado de las acciones de Odayaka.

No fue el único que se había quedado casi con el morro abierto. Odayaka no daba crédito a sus ojos, y Tora permanecía totálmente sorprendido a lo que estaba viendo en la pantalla. Bryce, en cambio, permanecía serio, aunque su cabeza había empezado a funcionar con total rapidez al ver el resultado de todas sus investigaciones. De haber sabido que esa, concrétamente esa, iba a ser la respuesta... Había estado en lo cierto. Las pantallas no estaban realmente obscuras, pero lo que estaban viendo era algo que no se esperaba, y le estaba poniendo todo el pelaje como escarpias.

-No puede ser... -fue todo lo que consiguió decir Tora. Bryce, sin embargo, se incorporó de inmediato y le cogió el teléfono móvil al tigre, empezando a marcar un número de teléfono concreto. -¿A quien vas a llamar?

-¿Te acuerdas de su nombre? -fue todo lo que le preguntó. -Vamos, Tora. Lo ví; estaba en tus investigaciones cuando me buscabas. Estuviste tan cerca como yo... Su nombre.

-Eh... Sarah. Todos la llaman Sarah. Ese... Era su nombre originalmente. -sin embargo, volvió la vista al monitor para observar un poco más lo que se estaba mostrando en pantalla, y añadió: -Dios santo, pero es... Imposible... Son... Demasiado tiempo. ¿Como es posible?

-Ramas familiares, Tora. -fue todo lo que le respondió el lobo antes de que acabara de marcar el número de teléfono del lagarto amigo y se apoyara en la pared. Todo cobraba sentido, en cierta forma, aunque aun le faltaban piezas por cuadrar. Daba igual, no solo estaba aún más cerca de la verdad, si no que él disponía de una de esas piezas desde hacía tiempo. -Lizar... Soy Bryce; voy a tener que pedirte otro favor... Sí... Sí, lo de Leon me fue de maravilla; de hecho, es eso lo que te voy a pedir. Viene derivado de lo que te pedí... Necesito pedirte algo más de información. Sarah Bellington, es el nombre... Sí, lo sé. Es ella; necesito toda la información que puedas recopilar... Lo sé... Sí, es lo último que te voy a pedir. Créeme, estamos más cerca de lo que crees.... Gracias...

Bryce colgó, y miró a Tora un par de segundos, que parecía aun atónito ante la revelación que se le acababa de mostrar ante sus ojos. El lobo tampoco lo había asimilado, pero no podía permanecer quieto cada vez que descubría algo nuevo: O se movía, o Leon le volvería a pillar de nuevo y se le volvería a adelantar. El tiempo apremiaba.

***

Lizarman colgó el teléfono fijo tras la llamada y tragó saliva. Ese hombre -o mujer- estaban en lo cierto, y sus predicciones funcionaban a la perfección: Se había presentado en su casa, le había dicho que cogiera el teléfono, e inmediatamente le había ofrecido una carpeta nueva con una gran cantidad de papeles. Lizar se dio la vuelta para verlo "cara a cara" y se sintió muy presionado por lo que estaba haciendo en aquel momento.

-¿Y ahora? -acabó preguntando al final. -Parece ser que lo va a saber todo.

-Ahora... Vas a tardar un par de semanas en darle toda esta información. -le señaló la carpeta blanca y añadió: -Si se lo entregaras ahora, mismamente se iría de inmediato a por Leon, y el orden de los acontecimientos se alteraría.

Lizar se sentia fatal por lo que estaba haciendo; sabía que a Bryce le corría prisa la información que contenía esa carpeta, y él también. Cuanto antes encontraran la respuesta a todas sus preguntas, antes podría volver a ser humano. ¿Y si todo era mentira y estaba manipulando a Bryce a través de él? No, no lo creía; el híbrido era demasiado inteligente y se había dado cuenta de como encajar todas las piezas.

-Podría denunciarte. -soltó el lagarto, mirándole de arriba a abajo; -Ahora mismo podría marcar un número de policía y que te arrestaran. Lo sabes, ¿no?

El ser se quedó mudo durante unos segundos, y Lizar pensó por un momento que le había dado en el talón de Aquiles. Tras un rato en silencio, el ser miró a lado y lado un momento, y luego se acercó al interruptor de la cocina donde se encontraban para que automáticamente bajaran todas las persianas. El corazón del lagarto se puso a cien e inmediatamente se apresuró a coger el teléfono para salir corriendo y llamar a la policía. Inteligente por su parte amenazar a un completo desconocido solo en casa. ¿En que cuernos estaba pensando?

-Tranquilo. -dijo la voz. -No hará falta que llames a la policía... De hecho... No te servirá de nada.

Se dio la vuelta, y con las dos mangas, se quitó la capucha para mostrarse. Y en ese momento, a Lizar se le cayó la caja de las manos encontrándose cara a cara con un rostro familiar, demasiado familiar en aquel momento. Y empezó a dudar si realmente había hecho un bien a Bryce, o si estaban los dos en un apuro demasiado gordo.

Quizá lo segundo.

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