Sorpresa, segunda parte

Story by Alfred Sherford on SoFurry

, , , , , , , , ,

#10 of El Lobo guardian


Capitulo 10: Sorpresa, segunda parte

La gente dice que el tiempo es relativo. Cuando disfrutamos algo, al darnos cuenta ya termino; si nos rompemos la pierna el dolor parece interminable. Sin embargo, la semana que Alfred y James pasaron en la cabaña del padre de Gami fue todo lo contrario: pareció que nunca llegaría a su fin. El segundo día fueron de nuevo a caminar, para tomarse fotos en el bosque y otras "fotos" en la casa. El tercer día se la llevaron jugando ajedrez y leyendo alguno de los muchos libros que hay en la casa. James le dio clases de cocina a Alfred el cuarto día. El quinto día fueron a un acantilado, donde encontraron una vista hermosa. El sexto día lo pasaron completo dentro de su habitación, haciendo ya sabemos que. Se que desearían haberlo visto, pero tenemos que respetar su intimidad.

En fin, ya ha llegado el último día. El sol comienza a surgir en el horizonte, iluminando las copas de los enormes árboles. La luz invade el claro donde se encuentra la cabaña. Poco a poco esta va entrando por la ventana de la habitación donde la feliz pareja se encuentra acostada en esa cómoda cama, unidos en un fuerte abrazo, sus labios tan solo a un centímetro de unirse. La luz los cubre por completo, haciéndolos despertar. Ambos se tallan los ojos, para luego mirarse fijamente. Alfred es el primero en hablar.

--Buenos días amor.

--Buenos días bebe.

-- ¿Soñaste algo lindo?

--No necesito soñar si estas aquí, conmigo.

--Bueno, en eso tienes razón.

--Además, con lo que paso ayer no tengo por que soñar en años. No creí que pudiéramos seguir...

--... pero estuvimos todo el día, lo se. Tenía que recuperar todas las ocasiones que fueron interrumpidas.

--Lo se. Gracias amor.

--No tienes por que agradecerme. Tenía que hacerlo por que...--da un largo suspiro--... hoy volvemos a casa.

--Ya tendremos tiempo para estar a solas--se acuesta sobre Alfred--. Les hemos dado muchas libertades a los chicos. Lo único que tenemos que hacer es poner las reglas en claro.

--Quizá tengas razón. Pero... no se; son nuestros amigos, reclamarles cuando yo fui quien los invito a vivir sería una estupidez.

--Pues tendrás que escoger las palabras correctas.

--Si--de repente entra en su mente una estupenda idea--. Pero no hablemos sobre eso. Disfrutemos este último día. ¿Qué te parece si pasamos esta última noche en el bosque?

-- ¿Acampar...? Pues... suena bien. Dormir entre enormes árboles, totalmente alejados de todo.

--Cubiertos por el manto de la noche, que nada deja ver a los demás. Solos tú y yo--le besa la nariz.

--Bien. Los padres de Gami deben tener una tienda de acampar, y el equipo que necesitamos. ¿Por qué no lo buscas mientras preparo algunas provisiones?

--Revisare en el ático.

Ambos se levantan. Aprovechan la privacidad, por lo que duermen desnudos. Alfred abraza a James por la espalda, y besa su cuello un par de veces, mientras sus garras acarician su pecho.

Cuando le suelta, ambos se visten. James baja a la cocina para preparar algo que llevar, mientras Alfred avanza hacía el final del pasillo. Abre la puerta del ático, que deja ver unas largas escaleras. Comienza a subir, escuchando el eco que se genera con cada paso que da. Al terminar de subir, se encuentra con algunas cajas repletas de basura. No es lo que se espera ver en el ático de una cabaña.

Comienza a buscar entre las cajas algo que se asimile a una tienda de campaña. Supongo que esa clase de cosas se deben de tener bastante escondidas en una cabaña, puesto que... ¿para que quieres acampar si tienes una cabaña? Nótese el tono sarcástico en que lo escribo. Pero después de una larga revisión a lo largo de todo el lugar, logra encontrar una mochila donde se encuentra todo lo que necesita para levantar una tienda donde puedan estar los dos.

Tras revisar que esta todo, baja a la cocina, donde James termina de preparar algo de comida. Alfred deja la mochila en el suelo y abraza por la espalda a James.

-- ¿Qué hiciste?

--Conociéndote, unos emparedados para la caminata. Llevo algo de comida enlatada para la noche.

--Bien.

-- ¿Y que hay en la mochila?

--La tienda, una brújula, linternas, baterías. Me llevare una video cámara para grabar todo como en La Bruja de Blair--James se ríe ante el comentario.

--No creo que en estos bosques haya brujas.

--Pues...podemos grabar otras cosas. Tenerlas presentes para cuando seamos viejos las estemos viendo y nos digamos: que jóvenes éramos en ese entonces.

--Cuando estemos viejos estaremos más ocupados cuidándonos uno al otro. Pero para eso aun faltan muchos años. Además, quizá estemos todos en un asilo o conectados a una maquina.

--Pues entonces disfrutemos la larga vida que tenemos por delante. ¿Ya tienes todo listo?

--Todo.

--Bien.

Guardan una muda de ropa para cada uno, la comida, verifican que todo este bien cerrado.... y se van. No creo que nadie vaya a robar su auto.

--Volveremos mañana temprano--señala Alfred.

--Va a ser bastante difícil dejar este lugar. Es tan tranquilo con diferencia a la ciudad.

--Lo se--abraza a James--. Pero este chef tiene que regresar a su trabajo. Aun tienes que terminar ese libro sobre la cultura inca.

--Lo se. Pero es que... es tan lindo.

--Si, lo es. Anda, hay que comenzar.

Dan la vuelta y comienzan a adentrarse en el bosque. Alfred saca unos lentes y se los pone; no los usa muy seguido, pero últimamente la vista se la cansa más, y pronto tendrá que usarlos siempre. La luz comienza a disminuir a causa de los árboles, dejando solo rayos de luz que se cuelan entre las ramas. Rápidamente desaparece tras ellos la cabaña, quedando rodeados por los enormes árboles. El cantar de las aves es sumamente relajante. Se toman de las garras y siguen caminando hacia los dominios de la naturaleza.

Mientras tanto, en Madrid, Gami sale del baño. Esta furioso y emocionado a la vez. Furioso pues, el sábado que supuestamente vería de nuevo a Joaquín, sus padres le dijeron que debían ir a ver a su tía. Emocionado, por que la reunión se suspendió para... este jueves. Una semana entera ha tenido que esperar, pero por fin es el día.

Quiere darle una buena impresión, por lo que tomo un largo baño, dejando suave y sedoso todo su pelo (bastante vanidoso para tener 23 años). Entra a su habitación con una toalla en la cintura. Se quita la toalla y se lanza a la cama. Comienza a imaginarse a Joaquín, lo lindo que sería estar con el. Se imagina su musculoso cuerpo descubierto de ropa. Sería sumamente placentero poder sentirlo junto a el, en su habitación. La razón por la que se le hizo tan especial la primera vez que lo vio fue por que ya lo había visto antes. ¿Qué? ¿Creyeron que era un santo? Disculpen si me río, pero es la verdad. Joaquín fue un viejo amor suyo cuando tenía 16 años. Se conocieron en la premiere de una película, y rápidamente se hicieron buenos amigos. Tenían gustos tan similares, prácticamente parecían hermanos en ese aspecto. Iban juntos a todos lados, se cuidaban el uno al otro, se quedaban hasta tarde viendo películas. Poco a poco se fueron enamorando, hasta el punto de que aceptaron comenzar una relación. Se amaban tanto, y pasaron dulces, románticos y apasionados momentos juntos. Pero un día Joaquín se fue, sin decir más. Gami quedo destrozado, y tardo bastante en recuperarse. Esa es la razón por la que no lo reconoció cuando lo vio: aun le guardaba algo de rencor, además de que habían pasado ya casi 10 años. Pero hace dos días se dio cuenta de que aun lo seguía amando. Quiere saber por que se fue, y tratar de recuperar su relación.

Esta tan distraído que no se da cuenta de que Harturo entra en la habitación. Al ver la situación en que se encuentra Gami, entra en un dilema moral: salir o quedarse. Es bastante obvio que se queda. Se oculta tras la puerta. Gami baja su garra y toma su miembro semi erecto, para comenzar a masturbarse lentamente. Harturo se queda helado al verlo. Siente una fuerte erección en su pantalón, e instintivamente baja su garra hacía su miembro, para comenzar a masajearlo, no para eyacular, sino para mantenerlo erecto. Gami lanza leves gemidos mientras se masturba más rápido, pensando en cada centímetro del cuerpo de Joaquín, en los momentos apasionados que vivió junto a el. Su miembro ya se encuentra totalmente erecto. Quizá antes ya lo había visto, pero no totalmente erecto.

Gami sigue masturbándose, cada vez más rápido. Reprime sus gemidos, mientras que con su garra libre sujeta las sabanas. Los recuerdos de Joaquín lo excitan cada vez más. Con un par de movimientos más comienza a eyacular, lanzando su semen sobre su pecho, reprimiendo el gemido. Comienza a jadear de cansancio, mientras sonríe. En la puerta, Harturo traga saliva mientras se sonroja: por la escena y por la humedad en su pantalón. Cierra lentamente la puerta.

-- ¿Qué haces?--pregunta Daniel, que esta detrás de el. Harturo tapa su erección y le da la espalda.

--Ah... nada. Voy a mi habitación.

-- ¿Te pasa algo?

--No, nada.

-- ¿Qué ocultas?--le sujeta del brazo y le da la vuelta. Al ver el sitio donde se cubre, abre la boca para decir algo, pero calla al ver la preocupación del zorro.

--Por favor--le implora en voz baja--. Gami esta dentro, no quiero que sepa.

--Ok. Pero será mejor que te quites eso o lo sabrá.

--Gracias--dicho esta va a su habitación.

Mientras, Gami se termina de limpiar. Aun tiene un par de horas antes de que tenga que irse, por lo que se lanza a la cama con la toalla en la cintura. Ya ansía que llegue la hora de partir para encontrarse de nuevo con el que hace tantos años le rompió el corazón.

En su habitación, Harturo se cambia el pantalón por uno limpio. Justo entonces entra Daniel.

--Tenemos que hablar--le dice.

-- ¿De que?

--De Gami--Harturo baja la mirada--. Desde hace tiempo que noto como te pones al estar con el. Alan también lo ha notado. Es mejor que hagas algo antes de que todos lo sepan.

-- ¿Y que quieres que haga?

--Que te le declares.

--No puedo.

-- ¿Por qué?

--Por que ese sujeto es su ex-novio. Me lo dijo ayer. Quiere verlo para saber por que se fue--sus ojos se ponen vidriosos--. ¿Lo entiendes ahora? Sigue enamorado de el. Contra eso no tengo esperanza--comienza a llorar. Daniel entrecierra la puerta y se hinca a su lado--. Lo perdí. Lo perdí para siempre. Llevo años enamorado de el, y ahora ya no hay nada que pueda hacer.

--Puedes hacer algo. Arrebátaselo.

-- ¿Cómo?

--Con detalles. Tú sabes las cosas lindas que le gustan. Esfuérzate por mostrarle que lo amas.

--No me aceptará.

-- ¿Y que te hace pensar que no?--pone su garra en su pierna--Tienes que arriesgarte. De lo contrario lo perderás para siempre.

Pero la desgracia es tan oportuna. Justo en este momento pasa Sam por la habitación de Harturo. Escucha la voz de Daniel y ve la puerta abierta. Al echar un vistazo se sorprende al ver la garra de su pareja sobre la pierna del zorro. Traga saliva, conteniendo los deseos de entrar para pedir una explicación. Sin embargo, sabe que no debe tomar conclusiones aceleradas. Va a la sala, tratando de olvidar la escena.

-- ¿Qué te parece esto? Si Gami realmente te ama, el mismo se delatara.

-- ¿Y como crees que lo haga?

--Simple--se sienta en sus piernas--, con celos. A Gami le molestará verte con alguien más.

-- ¿Crees que funcione?

--Claro que si. Todos caen en esa trampa. Si no...--iba a decir algo, pero al parecer prefiere callar--... te explicare después.

--Bien. ¿Pero que pensará Sam? No quiero meterte en problemas.

--No tiene que decir nada. El confía en mí.

--Pues... gracias.

--Para eso somos los amigos.

Ambos se levantan y se dan un fuerte abrazo.

En el apartado y lejano bosque, Alfred y James avanzan con calma. Ya llevan un par de horas caminando, al parecer, sin rumbo. En sus rostros se ve algo de confusión. Claro, en estos días es tan fácil perderse en el bosque... a plena luz del día... con buen equipo de supervivencia... y altos instintos de cazador como... los de un lobo y un león. Disculpen mi pesimismo pero *me llevo una mano a la cabeza* estos van de mal en peor. En fin... deciden parar por un momento. Se sientan en un tronco caído.

-- ¿Estas seguro de que no hemos pasado por aquí... dos o tres veces más?--pregunta James.

--Oye, yo tengo la brújula. Además traigo una pistola de bengalas. Es solo cuestión de cargarla y disparar.

-- ¿Y si nadie la ve?

--Somos cazadores. Podemos seguir un rastro--comienza a olfatear--... cuando encuentre uno. Pero estaremos bien.

James suspira.

--Bien, confiare en ti--camina hacía el y lo abraza--. Después de todo, perderse en el bosque puede ser una experiencia de lo más... interesante--Alfred le mira sorprendido.

-- ¿De donde sacas energía para tanto?

--Pues, del guapo rey de la selva que esta aquí, siempre tan fogoso.

--Jeje, no tanto como tú--le da un apasionado beso mientras sus garras acarician su espalda.

--Bien, será mejor que sigamos. Aun tenemos mucho que caminar. Y más te vale que encuentres un rastro.

--Tranquilo. Vamos a estar bien.

Retoman el curso. Pasan un par de minutos callados, pero no es un silencio incomodo, sino dulce, de esos en los que pareces hablarle al otro mentalmente. Pero James decide romper ese silencio.

--Oye amor.

-- ¿Si?

-- ¿Has pensado en nuestro futuro?

--Todos los días. ¿Por qué lo preguntas?

--Pues... hace unos días me mando mi papá unas fotos del primer juego de fútbol de mi hermano. El anoto el único, y le dieron el balón del juego. Y, en una foto sale mi papá cargando a Tony...

-- ¿Y...?

--Aunque no me arrepiento de la vida que tengo a tú lado, me di cuenta que una parte de mi desea ser padre, poder educar a un hijo, ayudarlo en sus problemas, festejar en sus triunfos, saber sobre su primer beso, su primer amor, su boda...

--Y tener nietos--le interrumpe.

--...si. No es que no sea feliz con lo que tengo contigo, pero...

Alfred lo detiene y lo mira a los ojos. Toma sus garras entre las suyas.

--James, yo te puedo dar muchas cosas, excepto eso. Se que eso siempre va a estar presente, taladrándote la cabeza, y créeme que si pudiera hacer algo... lo haría.

--No te estoy diciendo que lo necesito. Solo que... soy un lobo, y una parte de mi instinto me hace querer cuidar a alguien.

--Pues... veré que puedo hacer en ese caso.

--Oki.

Deciden seguir su curso.

En las abarrotadas calles de Madrid, un pequeño león sale del callejón tras el cine, con una malteada y una bolsa de palomitas. No había sido difícil sacar con una mirada esas golosinas, pero no le aguantaría por mucho tiempo. El día que llego perdió la dirección, y ahora lleva una semana en las calles viviendo de la caridad. No puede vivir así, no es algo digno para el. Mira en ambas direcciones de la calle mientras da otro sorbo a su malteada.

--Maldita nota--maldice por lo bajo-- ¿Acaso no pudo escribirla en otra cosa? Si la hubiera leído una vez más... en fin, tendré que buscar donde coños quedarme.

Sigue caminando mientras trata de recordar la dirección.

A veces las cosas son todo lo contrario a lo que uno se imagina. En un teatro cerca de casa, el caballo Frank avanza por el pasillo hacía un camerino donde pueda cambiarse. La audición para hacer la obra de la Divina Comedia fue todo un éxito. Ahora solo espera que lo nombren; y si no es así, siempre tiene otras opciones. Saluda a un par de amigos en el camino.

Una vez en el camerino, la sonrisa se borra de su rostro. El jovial y siempre chalado Frank parece distinto en la soledad. Su historia es más triste de lo que Alfred y James saben. Siempre estuvo ese padre que no lo acepto... pero no siempre se supo toda la verdad. Porque al igual que Sam y Daniel, Frank también tiene secretos que es mejor guardar.

Se sienta frente al espejo y mira su reflejo. Sin importar lo que haga, sabe que no es feliz, que hay algo que le molesta, y que siempre estará con el. Comienza a quitarse el vestuario, pues quiere volver pronto a casa. Pero antes tiene algo que hacer. Saca un frasco de su mochila, del cual saca dos pastillas. Las traga y guarda el frasco. En un repentino ataque de ira lanza al suelo su mochila, de la cual sale una foto donde se ve un Frank mucho más joven abrazando a un caballo mayor, algo demacrado. En su soledad... Frank comienza a llorar.

Y finalmente le llega la hora a Gami. Ha tardado en arreglarse tanto como una colegiala. Se vistió con unos vaqueros, una camisa blanca y un chaleco delgado pues comenzó a hacer algo de frío. Al salir de su habitación, todos le miran desde la sala. Harturo sonríe, pero Daniel le recuerda con una patada que no debe hacerlo. En lugar de eso, rodea con su brazo la cintura de Daniel. Gami lo nota y no entiende el por que le molesta un poco (supongo que es por que Daniel esta con Sam... pero son puras suposiciones).

-- ¿Y a quien va a ver el romeo?--pregunta Alan.

--A un amigo--sonríe--. Lo más probable es que pronto tenga pareja.

--Por favor, que de esta casa alguien más salga con pareja--dice Sam--. No quiero que solo James, Alfred, Daniel y yo seamos los únicos.

--Veré que puedo hacer. Bueno, me voy.

--Suerte--le dicen. Al llegar a la puerta Gami da un último vistazo a Harturo, que le sonríe. Confirmado esto, sale de la casa.

Mira la hora: solo falta medía hora. Se apresura para poder llegar antes que todos, así tendrá algo de tiempo para hablar con Joaquín a solas. Desea recuperar su relación, pues sigue amándolo. Y aunque esta un poco lejos, decide caminar, pues se le hace buen ejercicio, además de que camina bastante rápido.

No tarda mucho en llegar a la biblioteca. Aun tiene 10 minutos antes de que lleguen todos. Al entrar, comienza a buscar a Joaquín. Pero no parece haber llegado aun.

-- ¡Gami! Por aquí--al voltear ve a Joaquín en una mesa. Gami se acerca corriendo y se sienta con el--. Vaya, que bien te ves.

--Gracias--le dice algo sonrojado.

--Y discúlpame por haber suspendido la reunión pasada. Tuve algunos problemas.

--No te preocupes. Yo salí con mi familia ese día.

--Ah, que alivio. No me gusta tener que suspender esto.

--Ya me imagino por que no--supone al ver los libros sobre la mesa. Recuerda entonces lo que tiene que hacer. Pero antes de poder preguntar, una jirafa y otro pastor llegaron. Gami maldice por lo bajo, pero no le queda más que esperar. Unos minutos después llegan todos. El día de hoy habla sobre un escritor ruso, cuyas novelas de ficción son bastante interesantes. Gami se maravilla al escuchar de nuevo a ese lindo delfín que tanto ama. Su voz siempre se le ha hecho bastante melodiosa. Decide que puede esperar hasta el final de la reunión para hablar con el.

Ya comienza a anochecer. Tras haber hecho unas... 6 o 7 paradas, Alfred y James deciden poner el campamento. Aun no encuentra Alfred un rastro, lo que molesta un poco a James, a pesar de que sabe que estarán bien. Mientras Alfred pone la tienda, James busca troncos secos para hacer una fogata. El cielo se oscureció bastante hace una hora, lo que avecina una tormenta.

Tras haber acabado de levantar la tienda, ayuda a James con la leña. No tardan mucho en encontrar toda la que necesitan. Se reúnen frente a la tienda y la preparan, para luego encenderla con una hoja seca. La pequeña flama fue creciendo poco a poco hasta cubrir por completo la leña. Y como en todo campamento, no hicieron falta los malvaviscos. Ambos se abrazan y se sientan frente al fuego, mientras este quema lentamente los dulces de las varas.

--Hace tanto que no hago esto--dice James.

-- ¿Cuándo fue la última vez?

--Ah... desde que llegamos, creo que antes.

--Eso es mucho tiempo. Si querías venir de campamento podías pedírmelo.

--Ya tienes mucho trabajo.

-- ¿Qué? Si me quedo todo el día en casa.

--No es fácil la vida de rico--Alfred ríe ante el comentario y lo abraza más fuerte.

--Te he dicho miles de veces que si necesitas algo, solo me lo pidas.

--No quiero parecer un mantenido. Ya me pagas todo lo que necesito en casa...

--Y te pagaría muchas cosas más si me dijeras que necesitas.

--No gracias. Ya estoy bien con lo que me das.

Alfred solo le da un beso en la frente. Se quedan un rato fuera, pero pronto todo se arruina, pues comienza a llover. Entran en la tienda para no mojarse. Escuchan las gotas caer.

--Parece que se nos arruino la noche--opina Alfred.

--No creo. Aunque la fogata se apago--lo abraza--aun queda algo de fuego.

--Oh, así que piensas lo mismo que yo. Bueno, supongo que no tenemos inconveniente alguno con el agua.

--Siempre en cuando se quede afuera todo esta bien.

Ambos se acuestan sobre una de las bolsas de dormir, y comienzan a besarse dulcemente. Pero... ¿les ha pasado que dicen algo y pasa todo lo contrario? Pues, además de perderse en el bosque, esto les paso a ellos. Sin aviso alguno la tienda se rompe por una rama que cae a causa del fuerte viento. La lluvia comienza a entrar, pero en lugar de moverse, Alfred mira serio a James, quien trata de reprimir su risa.

--Tengo muchas ganas de golpear a Gami.

--Será mejor que nos vayamos antes de resfriarnos.

Los dos se levantaron y recogieron sus cosas rápidamente. Miran en todas direcciones, pero James es el primero en señalar hacía un punto en la oscuridad (no soy un felino, así que no veo). Ambos corren en busca de refugio. Y al parecer encuentran una cueva (¿Por qué no lo pensé antes? Una cueva en el bosque, bastante oportuna). Al entrar, Alfred saca la linterna y verifica que no haya nadie. Tras confirmarlo, le indica a James con un ademán que es seguro.

--Maldita lluvia. ¿Qué le he hecho a la naturaleza?--pregunta Alfred y levanta las garras, pero se queda callado al ver un huevo de ave roto en su garra.

-- ¿Eso responde a tu pregunta?

--Será mejor que nos quedemos aquí. No es el hotel cinco estrellas que mereces, pero la tienda tampoco lo era, así que no me quejo. Al menos aquí no hay goteras.

--Pero se puede derrumbar.

--No me asustes James. Sabes que soy muy asustadizo.

--Eres el rey de la selva.

--Los reyes también tienen miedo. Pero--lo abraza--estas aquí, así que no me tengo por que asustar, si tu siempre me cuidas.

--Ese es un juramento que te hice hace cinco años, y que no pienso romper.

--Y me alegra que sea así. Pero, volviendo a temas más importantes--comienza a desabrochar su camisa--, ¿aun sigue encendida la fogata?

--Ah pues--le quita la playera a Alfred, acariciando su pecho--, eso depende de si no se mojo el cerillo.

--Eso podemos averiguarlo.

Alfred pone en el suelo una bolsa de dormir, para luego abrazar a James. Alfred se quita las gafas y las deja sobre la mochila. Ambos comienzan a desabrocharse mutuamente el pantalón, para luego quitárselos junto con el boxer. Se acuestan sobre la bolsa, James sobre Alfred. Sus garras acarician el cuerpo del otro lentamente, erizando su húmeda piel. James comienza a besar el cuello de Alfred, quien lanza una leve exclamación de placer. Comienza a bajar por su pecho, besándolo con dulzura. Una vez que llega a su miembro, lo sujeta y comienza a darle suaves lamidas, que le sacan pequeños gemidos a Alfred. Acto seguido, introduce su miembro dentro de su boca, para comenzar a mamarlo lentamente mientras lo masturba con su lengua. Alfred da un largo gemido al sentir el calor de la boca de James. Sujeta su cabeza para acelerar el ritmo de los embates. James acaricia su pecho con suavidad, tocando cada punto sensible del cuerpo del león. Aplica algo de succión en la punta de su miembro, lo que lo excita más. Pero Alfred lo detiene, sacando su miembro de su boca.

Lo levanta y lo lleva a una enorme roca donde lo recuesta boca abajo. Acto seguido sujeta su miembro y comienza a introducirlo lentamente, haciéndolo gemir con cada centímetro que va entrando. Tras introducirlo por completo, ambos jadean para recuperar el aliento. Mientras James se masturba lentamente, Alfred comienza a dar suaves embates, metiendo y sacando por completo su miembro. Sus brazos lo rodean por completo, mientras besa el cuello del lobo. Comienza a aumentar la velocidad de los embates, excitando cada vez más al joven lobo. La lluvia y los rayos callan los fuertes gemidos que ambos dan. Sus cuerpos pronto comienzan a sudar, mezclando el sudor con la humedad de sus cuerpos. Pronto los embates se hacen cada vez más rápidos, y los gemidos se convierten en rugidos. Lo abraza con más fuerza mientras siente el momento aproximarse. Con un par de embestidas más, introduce su miembro por completo, y descarga su tibio semen dentro del cuerpo del lobo. Al sentir la calidez dentro, James comienza a eyacular sobre la roca. Ambos lanzan un fuerte gemido que retumba por toda la cueva, mientras un rayo ilumina el lugar. Alfred se recarga sobre la espalda de James y lame su morro. Con cuidado los dos se acuestan en el suelo, exhaustos, pero felices.

La lluvia también llega a la ciudad. Hace media hora que la reunión termino, pero Gami no ha querido irse por que se mojaría. Lo peor es que Joaquín desapareció de la nada, por lo que todo se le fue al caño. Mira la lluvia caer desde la puerta de la biblioteca, esperando que por alguna mágica razón alguien pase por ahí, lo reconozca y lo lleve a casa. Sin embargo, tiene mejor suerte.

--Mal día, ¿verdad, Gami?--le dice una voz a su espalda. Al voltear se encuentra con Joaquín.

--Si. Y como vine caminando creo que tendré que esperar hasta que baje la lluvia para tomar un taxi.

--Puedo llevarte a casa--abre una sombrilla.

--No quiero molestarte.

--No será mucha molestia. Anda.

--De acuerdo. Gracias Joaquín.

Cubre a Gami y ambos salen, juntándose para no mojarse. Sus cuerpos se rozan levemente, lo que sonroja levemente a ambos. Al llevar al auto, suben. Gami le indica a donde ir.

--Discúlpame por haberme ido así nada más--se disculpa Joaquín mientras arranca el auto--. Tenía que atender una llamada urgente.

--No te preocupes.

--Espero que te haya gustado la reunión.

--Me encanto. Nunca pensé que hubiera personas que tuvieran tan interesante punto de vista sobre el libro.

--Es difícil encontrarlos, pero hay personas con un punto de vista bastante analítico. Solo tienes que mirar hasta por debajo de las piedras.

--Lo se--no puede desaprovechar esa oportunidad, así que se arma de valor y...

-- ¿Te conozco de algún lado?--pregunta bastante oportunamente Joaquín--. No es correcto abordarte así, pero siento que en otro lado te he visto.

--Ah, no sabría de donde.

--Si. Tú rostro se me hace familiar... ¡ya lo tengo! Tú dirigiste Columbus. Es una estupenda película.

-- ¿La viste?

--Amo el cine independiente. Es una salida para los que están hartos de las películas aburridas de Hollywood.

--Lo se. Mi sueño no era ser director, pero un amigo me pidió que hiciera un intento.

--Y ese amigo es...

--No te puedo decir.

--Vamos, ¿Qué tiene de malo?

--Prometí no decirle a nadie.

--No faltaría a tu confianza nunca. Se que esa persona tiene que ver con tus extraños seudónimos con los que siempre diriges una película--Gami lo mira sorprendido--. He seguido tus pasos.

--Bueno...--se lleva una garra a la nuca--... es bastante difícil de explicar.

--Aun parece faltar mucho para llegar a tú casa, así que puedes decirme.

--Mira--no quiere tardar más, así que decide hacerlo--. Antes tendrías que decirme tú la verdad.

-- ¿Verdad?--Joaquín se pone algo nervioso--No se de que me hablas.

--Vamos Joaquín, sabes de que hablo. Aun me recuerdas, ¿o no?

--Yo...

--Estuvimos juntos hace tiempo; no me vas a engañar diciendo que no lo recuerdas. Quizá yo si no te recordé al momento de verte, pero fue por lo dolido que quede. Pero ahora te recuerdo, y se que tú también. Dime la verdad.

--Bueno...--da un suspiro--... tienes razón. No te dije nada al momento de encontrarnos por que vi que tú no me recordaste. No quería traerte malos recuerdos.

--Bueno, comprendo que lo hayas hecho por eso. Lo que quiera saber es por que te fuiste. Joaquín, me dolió mucho que partieras así nada más, cuando te amaba tanto.

--Lo se...--detiene el auto--... pero no quería preocuparte.

-- ¿A que te refieres?

--Mira. ¿Recuerdas a mi papá?--Gami asiente--Bien, se que te conté todo el daño que me hizo. Solo que, un par de días antes de irme, me llamaron desde mi casa. Mi papá se había puesto muy mal, y siendo el único pariente vivo, tenía que cuidarlo. No te quise decir pensando que te opondrías, pues a pesar de todo lo que me hizo yo quería cuidarlo. Pero era mi padre, y no podía abandonarlo.

--Joaquín...

--No te llame por que quería que encontraras a alguien que pudiera amarte como yo no podría. Espero que con todo este tiempo así haya sido.

--Joaquín, no lo entiendes. Al principio lo quise negar, pero es inútil. Yo te sigo amando Joaquín.

-- ¿Qué? Pero...

--Se que es bastante difícil de entender, pero no puedo ocultar este sentimiento. Nunca te deje de amar, a pesar de que tú partida me lastimo mucho.

--Lo mejor es que no vuelva a verte...

-- ¡No! Por favor. Mira, no acepto del todo que te hayas ido para cuidar a tú padre, pero me dijeras o no, nunca te lo iba a negar, por que no soy quien para decidir por ti--Gami lo abraza--. Por favor, quiero retomar nuestra relación, volver a vivir juntos como antes.

-- ¿Estas seguro?

--Si.

Ambos se miran a los ojos. Gami sujeta el rostro de Joaquín y le planta un calido beso, que este recibe sin dudar. El delfín comienza a acariciar la entrepierna de Gami, sin que este le diga nada. Por su parte, las garras del perro exploran por completo el fuerte pecho de Joaquín. Rompen el beso lentamente. En los ojos de ambos se lee claramente un agradecimiento.

Al entrar a la casa, todos se encuentran viendo la televisión, excepto Frank que hace ejercicio. Le dirigen una mirada de curiosidad. No tarda ni un segundo en saber que quieren que diga.

--Si. Ya tengo novio--al instante dejaron de prestar atención a la televisión y comenzaron a interrogarlo.

-- ¿Cómo es? ¿Qué tal besa? ¿Es rudo? ¿Realmente quiere pasar el resto de su vida contigo? ¿Qué tal lo hace?

--No pienso decirles nada aun. Tendrán que esperar.

--Vamos, no nos dejes con la curiosidad.

--Lo siento. Además, estoy muy cansado para hablar. Será en otra ocasión.

Camina hacía su habitación, pero se distrae al ver a Harturo, que esta apoyado sobre la espalda de Daniel, más cerca que de costumbre. No entiende por que eso le molesta. Pero al entrar en su habitación se olvida de eso y se lanza a la cama. Aun puede saborear los labios de Joaquín. Después de tantos años, aun no ha olvidado como besarlo. Si, es extraño que hayan retomado así nada más su relación, ¿pero quien soy yo para entrometerme? En fin, dulces recuerdos de muchos otros besos que le dio llegan a su mente. Sin embargo, ese quedará presente y se marcará más entre todos. Se abraza a si mismo y se hace un ovillo, emocionado por haber recuperado el amor.

El sol comienza a bañar el bosque con sus calidos rayos. De la húmeda cueva salen un león y un lobo con sus boxers puestos. Alfred olfatea el aire, y sonríe al encontrar un olor familiar. Le indica a James que pueden partir, por lo que entran a la cueva a cambiarse. Su ropa aun sigue algo húmeda, pero no parece importarles. Salen abrazados para calentarse un poco (por lo visto lo de ayer no les basto), y comienzan a seguir el rastro que Alfred encontró.

--Al menos ya encontraste el rastro--dice James--. Creí que la lluvia borraría todo.

--Igual yo. Al menos podremos volver a casa. Y tengo una estupenda grabación sobre nuestra odisea en el bosque.

--Eso me enseñará que la próxima vez yo debo dirigir.

-- ¿Y quien te dijo que pienso dejarte?--lo abraza por la espalda.

--Eres bastante descuidado como para dirigir.

--No es lo mismo que dices cuando estamos solo.

--Es que es totalmente diferente.

--Jeje, claro.

Siguen caminando por un largo rato, hablando sobre temas sin mucha importancia para nosotros. Además, el día es bello como para estar escuchando conversaciones ajenas. En fin, poco a poco la cantidad de árboles disminuye, y la luz aumenta. De repente comienza a verse un claro... una casa... y un auto. Al llegar al claro, los dos corren hacía la casa. Entran y caen de cansancio.

--Diablos, no creí amar tanto este lugar--señala James.

--Igual yo. Extrañaba tanto un techo.

--Solo estuvimos fuera un día.

-- ¿En serio? El tiempo vuela. Y lo peor es que tenemos que volver hoy. La editora me matará si no me reportó.

-- ¿No le dijiste a la editora que ibas a salir?

--Ah... fue un pequeño detalle que se me paso... pero nada que no tenga solución.

James se levanta y se lleva una garra a la cabeza. Conociendo a Rebecca, la editora del Alfred, sabe que esta clase de cosas siempre le causa problemas al león.

--A veces me pregunto que voy a hacer contigo.

-- ¡Una semana!--escucha James desde el celular de Alfred, ya en el auto de regreso en la ciudad. En la cabaña tomaron juntos una ducha rápida para luego empacar y volver antes de que Rebecca quisiera un trofeo para su oficina. Por el sonido del grito, no parece muy molesta.

--Vamos Rebe, no te enojes.

-- ¡Pensamos que habías muerto! Hasta hicieron apuestas para ver si era cierto.

-- ¿Y gane?

--No es momento de bromas, Alfred. La semana pasada llegue y me dijeron que habías cancelado tú estancia en el congreso. Trate de llamar a tú casa y me dijeron que no estabas.

--Oye, cuando tu te fugaste con Antonio no te dije nada, y eso que tenía prisa por publicar el libro.

--Eso no es lo mismo, me tome el tiempo para avisarle a todos. Mira, se que querías pasar un rato a solas con James, pero pudiste dejar un recado.

-- ¿Una cena romántica pagará este error?

--No esta vez, Alfred... el Café de Chinitas esta llena y no creo que seas tan influyente esta vez.

--No dudes de mi capacidad.

-- ¡Estoy divagando! Quiero que vuelvas de inmediato.

--Ya voy de regreso.

--Pues eso espero. ¡Y que no vuelva a suceder! Y mándale mis saludos a James.

--Lo haré, mi capitán.

--Muy gracioso--cuelga.

--Te manda saludos la hiena.

--No le digas así--le dice entre risas James--. Tú te lo buscaste.

--Si, me pierdo por una semana y ya me esta gritando. Tienes suerte de que tengas otro editor.

--Ya se le pasará. Es el modo en que te dice que te quiere.

--No me imagino como le dirá a su esposo que lo ama.

Ambos ríen ante el comentario. Están cerca de casa, pero algo hace detener a Alfred. En la esquina se encuentra un pequeño león blanco, vestido con una sudadera rota. Alfred se estaciona y baja, a pesar de la confusión de James. Se acerca al pequeño león. Más de cerca, nota que su blanco pelaje esta sucio. Se hinca cerca de el. Se le hace tan familiar, como si lo conociera de toda la vida.

--Hola pequeño. ¿Cómo te llamas?

-- ¿Qué quiere?

--Solo quiero ayudarte.

--Hay muchos otros niños en las calles. ¿Qué tengo de especial yo?

--Que eres el primero que veo. Anda, dime tu nombre. Yo soy Alfred Sherford.

--Soy... Alejandro Torres.

--Bien Alex. ¿Por qué estas aquí?

--Me mandaron desde Sevilla, a buscar una casa. Pero perdí la dirección hace una semana. Desde entonces he estado viviendo de la caridad. No es una vida digna para mí. Hace un momento me robaron el resto de mi dinero--baja la cabeza--. Lo único que quiero es donde vivir.

--Pobrecito. James, no puedo dejarlo aquí.

--Bueno, estaría mal dejarlo después de que ya hablamos con el--opina James--. Por mi no hay problema.

--Bien. Alex, ¿quieres ir con nosotros a casa?

-- ¿Vivir con ustedes? No lo se... de acuerdo.

--Esta dicho, entonces. Vamonos, no falta mucho para llegar a casa.

Alex toma la garra de Alfred, lo que le saca una sonrisa. Los tres suben al auto y retoman el curso a casa. Alex, sentado en la parte de atrás, mira a Alfred sin dejar de sonreír, mientras mese sus piernas. No le importa lo que le dijeron, estar con otra persona lo ayudara a escapar... es lo que siempre ha querido.

Nota del autor

Bien, decimo capitulo, el tiempo vuela. Pido disculpas por la tardanza, pero me he atareado mucho... odio mi escuela. En fin, esta clase de tardanzas seguirán ocurriendo, así que les pido paciencia. Espero que este capitulo sea de su agrado. Explico un poco el pasado de Gami, y una interrogante con respecto al comportamiento de Frank. Con esto ya se comenzaran a formular muchas teorias.

Dedico este capitulo a mis amigos: Harturo, Alan, Gami, Aitos, al Coronel, y a los que han leido mi historia. A los primeros tres les agradezco que me hayan prestado sus fursonas para darle vida a los personajes del mismo nombre. Diablos, que haria sin mis amigos.

Y de nuevo, gracias bebe. Te agradezco que hayas sido paciente con este lento escritor jeje. Muchas gracias por todo el amor que me has brindado, pues sin el esta historia ya no tendría sentido. La escribo por ti y por nuestro amor. Gracias. Te amo mi lindo tigueshito james, mas que ayer, menos que mañana.