Empiezan las vacaciones

Story by terkm on SoFurry

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#7 of Periplos de Gami


Tocó la sirena y todos volvieron a sus clases del recreo. El último día de instituto tendría que alegrar a todo el mundo, pero a aquel perro le entristecía un poco. Estaría de vacaciones todo el verano, si, pero nadie le aseguraba que vería de nuevo a sus mejores amigos y eso le apenaba... aunque dos fueran humanos. Al entrar en la clase, se sentó junto a ellos y a otros dos chicos que habían ido

-¿Le gustará el regalo? -preguntó una chica humana

-Ni idea Sandra -respondió el perro

-¿Qué le vais a regalar? -dijo el otro humano

-Pues un abanico y unos pendientes, pero eso lo ha comprado Gami -dijo una tigresa señalando al perro

Gami, hacía tiempo que no le llamaban así. Esa misma mañana se lo había dicho a sus compañeros; le gustaba que le llamaran Gami. Aunque ese era su verdadero nombre, se hizo pasar por otro perro por problemas del pasado. Éste era un labrador de doce años con el pelaje color vainilla y el pelo de un negro intenso y algo larguillo. Tenía los ojos marrones y bastante grandes, lo que le hacía parecer más agradable. Era delgado y poco musculoso pero le gustaba su cuerpo. Con la gente era muy amable y despreocupado, pero eso solo era una cáscara que impedía ver los asustadizo y pesimista que se había vuelto.

-¿Y tú Andy? -Preguntó Sandra al otro humano- ¿Le has comprado algo?

-Sí, le he comprado otro abanico...

Los cuatro se quedaron en silencio después de oír aquello. ¿Cómo diablos le iban a regalar lo mismo?

-Buenos días -dijo la profesora de matemáticas entrando por la puerta- Que poca gente... para esto os tendríais que haber quedado en casa...

-Bueno, Andy, Sandra, Lucía y yo tenemos que recoger el diploma -dijo Gami señalando a sus tres amigos y a él mismo

-Y a mi no me has puesto lo que me tengo que estudiar para la recuperación... -dijo un gato que estaba delante del grupito

-Pues dame el papel que te lo relleno -dijo algo avergonzada la profesora

-Bien, pues ahora decidamos, ¿quién le da el regalo antes? -dijo preocupado Gami

-Piedra, papel o tijeras, ¿quién se apunta? -respondió Andy

-Yo mismo -dijo Gami- una, dos y... ¡tres!

El perro perdió la partida así que Andy se acercó primero y él después, cada uno con sus respectivos regalos

-Toma Alana -dijo Andy dándole el regalo a la profesora- por ser buena profesora

-Ese regalo es de Andy solo, este es de Sandra, de Lucía y mío -dijo dándole una bolsa

-Muchas gracias chicos... a ver que los abra... un abanico -dijo sorprendida Alana- gracias Andy -dijo dándole dos besos- a ver el vuestro... ¡ah! Dos cosas... -se dispuso a abrir los regalos- otro abanico y un pendiente. Muchas gracias -dijo levantándose y dándole dos besos a cada uno

Después de eso, empezaron a hablar entre ellos mientras Gami escribía algo en su agenda, algo ininteligible

-¿Qué escribes? -preguntó Lucía

-Lo que nos ha pasado hoy pero con una letra que solo entiendo yo, así solo la puedo leer yo.

Al rato sonó la sirena y todos fueron corriendo a la sala de usos múltiples para ver quien recibía diploma.

-Gracias por estar aquí padres, profesores y alumnos. En este instituto, valoramos las notas que sacan los alumnos, puesto que nunca se gana nada con las notas, decidimos dar diplomas a la gente que se lo merece... de las clases de primero de ESO, han recibido diploma las clases 1º G, 1º B y 1º A. De la clase de 1º G, los que tienen diplomas son José Sanz, Lucía Listán, Sandra Hidalgo y Andrés Gómez.

La sala se llenó de aplausos mientras Gami y sus amigos subían al escenario a recibir los diplomas.

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Un zorro de quince o dieciséis años corría todo lo que podía huyendo de otro zorro mucho mayor que él. Se notaba que iba cansado pues jadeaba seguido pero eso no le detuvo. Fue torciendo esquinas y esquinas hasta que creyó que lo había perdido

-Buen, por fin lo despisté -dijo para sí mismo el zorro poniendo su mano en su pecho

-No estés tan seguro -dijo un zorro de cuarenta y tantos años- te vienes quieras o no -acto seguido le cogió del brazo

-Yo no voy contigo de nuevo a esa chapuza de casa -protestó el otro zorro soltándose y huyendo lo más deprisa que pudo

Por más que corría, el otro zorro lo iba alcanzando cada vez más y más. Ya no tenía esperanzas de escapar, pero no se rendiría. De pronto, chocó con alguien

-Lo siento -dijo Gami levantándose del suelo

-No, perdóname tu a mí... -miró hacia todos lados desesperado- ¿sabes de un sitio donde esconderme?

-¿Perdona?

El zorro miró hacia todos lados y observó que al lado del perro había un hueco lo bastante grande como para poder meterse

-Perfecto -dijo metiéndose en el hueco y poniendo a Gami delante- por favor, no dejes que me vean

-Pero si no hay nadie -dijo mirando al zorro

-¿Ah no? -Salió del escondite extrañado- per-perdona chico -se disculpó riendo nerviosamente

-No pasa nada -dijo por decir algo

El zorro iba a irse cuando vio a su padre doblar la esquina. Rápidamente se volvió cogiendo de los hombros al perro y lo metió en el hueco

-¿Qué haces? -preguntó escandalizado Gami

-Calla, que no nos escuche

Gami sintió la respiración del zorro. Respiraba entrecortadamente. De pronto cayó en la cuenta de que lo estaba medio abrazando, por lo que se sonrojó. Le gustaba el contacto con aquel zorro, su olor le encantaba, por no decir que era bastante guapo. De repente, aquel zorro se separó de Gami algo más calmado.

-Perdona pero no podía dejar que me vieran

-¿Y por qué me has llevado a mi ahí?

-Lo siento -dijo avergonzado bajando la cabeza- fue un acto reflejo...

El zorro levantó la cabeza y miró a Gami. El perro le miró a los ojos y se quedó quieto. Le gustaba los ojos de aquel muchacho.

-¿Te pasa algo? -dijo el zorro acercándose y poniéndose cerca de Gami

-¿Qué? Ah no, no me pasa nada

-Bueno, perdona por lo que ha pasado. Hasta otra -dijo mientras corría por donde vino

-Que zorro más... raro... -dijo para sí mismo todavía sonrojado

Se quedó mirando embobado por donde se fue. Cuando se dio cuenta de cómo estaba se regañó a sí mismo mentalmente y marchó hacia su casa

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En otro pueblo, a muchos kilómetros de distancia de Gami, un león salía de su casa lentamente. Tenía un aire de tristeza y andaba con la cabeza agachada. Se notaba que estaba cansado pues bajo los ojos se le veía ojeras. Anduvo durante un rato pensando en las musarañas cuando de repente un gato negro le llamó la atención.

-¿Neil? ¿Eres tú?

-¡Primo! -Dijo el gato abrazándole- ¿cómo estás?

-Bien, ¿cómo es que estás aquí?

-Mi madre se vino aquí por trabajo y me vine con ella

-Que guay, mi primito por fin aquí

-No me llames primito que ya tengo catorce años -dijo Neil orgulloso

-Claro, ya eres mayor de edad -dijo riéndose el león

-Oye... ¿cómo vas con tu novio? -dijo en voz baja

-Pues... ahora estamos en un bache...

-¿Qué tipo de bache? -quiso saber el gato

-Pues... -agachó la cabeza- es que estamos peleados

-¿¡QUÉ!? -dijo gritando por lo que atrajo la atención de los demás

-Sí... fue por una tontería -dijo en voz baja

-Pero las peleas son muy normales... ¿verdad?

-Si, pero hace una semana que no lo veo... y estoy preocupado...

-Una semana... guao... ¿de que habéis discutido?

-Son cosas privadas

-Venga Alfred, no seas malo, díselo a tu primito

-No Neil...

-Primo del alma -dijo poniéndole cara de niño bueno- no se lo contaré a nadie

¡NO!-negó rotundamente el león- no te voy a decir nada más de mi relación y punto -dijo antes de dar media vuelta y andar a otro lado medio enfadado dejando al gato perplejo

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Gami se despertó sobresaltado. Estaba bañado en sudor frío y temblaba como un flan. Buscó con la mirada a alguien, pero no lo encontraba.

-¿Ly-Lydon? ¿Estás ahí?

Nadie respondió, todo estaba en completo silencio. Gami sintió que se le humedecían los ojos. Se quedó quieto como si esperara algo, pero nada sucedió. Se tumbó de nuevo llorando en silencio, esperando a que su Lydon volviera con él, que le diera un motivo por el que se fue el mes pasado...

Lydon era su novio. Un lobo que entró en coma y, por alguna razón, Gami podía verlo mientras era un espíritu. Era un lobo que medía 1,81. Tenía una cara de pocos amigos aunque era amigable. Unos ojos turquesas que le encantaban a Gami y el pelo blanco cómo la nieve. Algo que también intimidaba de él eran sus colmillos blancos. Su pelaje entre negro y plateado y hacía resaltar su pelo. Un buen día, mientras Gami se duchaba escuchó cómo Lydon gritaba de dolor. Salió rápidamente de la ducha solo para alcanzar a ver como se desvanecía en el aire.

Después de aquello no volvió a ser el mismo. Aunque intentaba estar alegre delante de la gente, por dentro no podía pensar en nada más que en aquello.

-Lydon... vuelve... no puedo estar sin ti...

El perro cerró los ojos esperando sentir su contacto. Sintió un contacto cálido. Escuchaba cómo alguien tarareaba una musiquilla tranquila, sin letra, con mucho sentimiento... Abrió los ojos lentamente para ver a su madre. Quería incorporarse para saber si era verdad, aunque solo movió los brazos para tocarla. Ella se acercó a él y le depositó un beso en la frente

-Que duermas bien, amor mío -le dijo alegre y amablemente

No sintió el beso pero no le importó. Su madre estaba ahí, con él, después de tanto tiempo... o eso le parecía. Todavía no distinguía bien las ilusiones con los pocos fantasmas que podía ver. Pero la había oído...

-No te preocupes por él -dijo refiriéndose a Lydon- ya encontrarás a alguien que te quiera de verdad

-Pero Lydon me quería de verdad... -dijo en un susurro sin estar seguro de que lo fuera a oír

-Pues pregúntale

-¿Cómo? No sé donde está

-¿No se te ha ocurrido que puede estar despierto?

-¿Despierto? ¿A que te refieres?

Hecha la pregunta, la mujer fantasma se levantó y comenzó a inspeccionar el lugar.

-Pronto lo sabrás, hijo -hizo una pausa mientras miraba un libro. Era un libro grande, con la tapa dura de un color azul. No tenía título, por lo menos por fuera- Este libro no lo tenías... te lo ha comprado Luis, ¿no?

-No exactamente. Es un libro de cuando era niño y me lo regaló. Por lo visto le gustaba mucho

-¿De que trata? -empezó a curiosear las estanterías

-No lo sé, no lo he empezado...

-Pues te lo regaló hace tiempo entonces, vi como te lo daba -se volvió hacía su hijo y siguió antes de que éste pudiera decirle nada- siempre he estado contigo aquí, vigilándote, cuidándote.

-Entonces... ¿por qué no te podía ver? -le preguntó el perro tristemente

-Me lo impedía Lydon

-¿¡Que!?

-Bueno, inconscientemente, al estar contigo, agotaba la posibilidad de que otro fantasma pudiera estarlo también o algo así. No sé muy bien como funciona esto

-Entonces papá no ha venido porque estás tú aquí, ¿no?

-No. Tu padre se fue hace mucho tiempo, aunque no sé la razón -se volvió hacia la puerta y se encaminó hacia ella- Duérmete anda, que sé que mañana será un día movido -dijo antes de traspasar la puerta

El perro vio a su madre marchar, pero no sintió como si se fuera, sino como si estuviera ahí. Quizás su madre no se fuera para siempre, si no para volver a ver a su hijo la mañana siguiente.

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Neil andaba por la calle pensativo. Le gustaba pasear por la noche, sentir el aire frío, estar bañado por la luz de la luna y, sobre todo, estar solo. Era una manía suya el salir por las noches de madrugada. Por supuesto, sus padres no lo sabían puesto que se fugaba por las noches. Siempre se las ingeniaba todas las noches para salir un poco. Se aproximó a un parque y se sentó en uno de los bancos. El parque era extenso, con varios árboles que llegaban a forma un pequeño bosque en uno de los extremos. Al lado contrario al bosque, se encontraba los bancos, unos balancines y unos toboganes.

Se acomodó en el banco (que por cierto, era de madera) y pensó en la conversación con su primo. Se sentía mal por haberle insistido, pero él era así, muy curioso. Miró las estrellas un rato para relajarse. Al rato dio un gran bostezo

-Bueno, no creo que me pase nada si duermo un rato... -se dijo a sí mismo el gato cerrando los ojos

Se despertó al cabo de dos horas, a las seis de la mañana por sentir a alguien sentándose en ese mismo banco donde estaba. Abrió los ojos y miró a la persona que se sentó. Se trataba de una gata blanca como la nieve con unos ojos verdes como una esmeralda bien pulida. Debía tener diez u once años. Neil se levantó de golpe provocando que la niña se asustase y casi se cayese del banco. El gato sintió que se le caía algo al levantarse y, al cogerlo, vio que se trataba de una manta.

-¿Y esta manta? -se preguntó Neil en alto

-Es... es mía -dijo mirándole medio asustada- estabas tiritando de frío

-Gracias... -fue lo único que dijo antes de ofrecerle la manta. La niña alargó la mano temblando y cogió la manta rápidamente- ¿Tienes frío? -dijo acercándose a ella

-No, no tengo frío -dijo alejándose de él todo lo que podía sin levantarse del banco

-¿Entonces? ¿Me tienes miedo? -sonrió y se quedó donde estaba

-No, no te tengo miedo -dijo algo más confiada la niña

-Je je... bueno, dime, ¿Qué haces tan temprano por aquí? -le preguntó Neil mirándola lo más sonriente que pudo

-Siempre vengo con mi hermana aquí... nos metemos en el claro que hay en el bosque y la veo practicar la lucha. Pero hoy te hemos visto y te echamos esta manta -dijo mirando a dicho objeto-. Ahora venía a ver si te habías ido

-¿Y te deja? Quiero decir... tienes diez u once años, si yo fuera un secuestrador o algo así estarías en problemas

-Yo también me sé defender... -respondió ofendida

-Y... ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Nadia, ¿y tú?

-Yo me llamo Neil, encantado -dijo tendiéndole la mano

-Igualmente -respondió la gata estrechándosela

Nadia miró a los ojos al gato negro. Los ojos de Neil eran de un azul suave. "Justo como a mi me gustan" pensó la gata esbozando una sonrisa traviesa. Neil se sorprendió de que le sonriera. "Puede que, a pesar de todo, le caiga bien" pensó él mirándola con una sonrisa dulce. Pronto, se dieron cuenta de que alguien los miraba. Al girar la cabeza, Nadia se sorprendió y le soltó la mano a Neil.

-Veo que por fin encontraste a alguien, hermanita -dijo la muchacha que los miraba sonriente

-¿Qué dices? -dijo Nadia algo sonrojada por el comentario de su hermana

-¿Por qué si no te has sonrojado?

-Por el comentario so boba -respondió enfadada

-Que niña... bueno, perdona que te despertara. Yo soy Montse, su hermana

-Encantado Montse, yo soy Neil

-Igualmente Neil -respondió Ángela- Nadia, venga, tenemos que practicar antes de que termine lo poco que queda de noche

-¿Qué hora es? -preguntó Neil

-Son las seis y media más o menos... -respondió Nadia mirando a un reloj en el centro del parque

-¡Oh no! Mi madre está a punto de despertar. Bueno, encantado de conoceros -dijo corriendo hacia su casa alarmado mientras las dos gatas se adentraban en el "bosque" comentando lo sucedido

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El sol no había terminado de salir y Gami ya estaba despierto. Se había levantado, había hecho su cama y bajó a prepararse algo en la cocina. Mientras desayunaba, escuchó como Luís, su "padre" adoptivo (aunque se llevaban doce años de diferencia), se aproximaba a la cocina. Entró al cuarto solo en boxers y se sorprendió cuando vio a Gami

-¿Qué haces despierto? -le preguntó intentando taparse un poco la erección que traía consigo

-No tenía sueño -le metió un mordisco a una rebanada de pan y miró a Luís.

Luís era un zorro bastante alto. Sus ojos eran marrones y casi siempre vestía con un toque de elegancia. Gami observó que tenía sus manos en su entrepierna, por lo que miró ahí.

-¿Por qué me miras ahí? -le preguntó rojo

-Si no te hubieras tapado no me hubiera dado cuenta -le dio otro bocado a la rebanada y miró por una ventana

-¿Te preocupa algo Gami? -dijo acercándose a él

-Nada en especial... es que estoy algo cansado... y tengo el presentimiento de que hoy va a ser un día ajetreado

-La verdad es que sí... yo me voy de trabajo fuera, y no te puedo llevar, por lo que hoy tendré que llevarte con unos tíos míos que viven aquí

-¿Por qué no me puedes llevar? -le miró con cara triste

-Porque me voy muy muy lejos y no tengo suficiente dinero para comprar el doble de billetes de avión... -dijo abrazándole

-¿Cuántos aviones tienes que coger?

-Pues... tres o cuatro... es para que no me salga más caro -le acarició la cabeza

-Entonces me tengo que quedar con unos tíos que ni conozco... fenomenal... -dijo Gami dándose la vuelta para poner en el fregadero un vaso y un plato

-Tampoco es tan malo... mi primo es solo cuatro años mayor que tú, a lo mejor os hacéis amigos pronto -dijo poniéndole una mano en el hombro

-Seguro... -dijo Gami intentando ser sarcástico- sobre todo porque no tiene otra cosa mejor que hacer que pasarse el día conmigo -se quitó del hombro la mano de Luís y se fue de la cocina

-Pues prepárate, porque tengo que dejarte allí ahora por la mañana -dijo gritándole para que le oyera-. Vaya con Gami, no podría haber adoptado a alguien más tranquilo y menos terco -cogió el cartón de leche y lo volcó en un vaso pero no salió nada-. No queda leche, genial... bueno, me prepararé un café solo...

Gami estaba en su habitación haciendo las maletas. No le gustaba la idea de tener que irse de nuevo a otro sitio, pero tenía que obedecer a Luís, al fin y al cabo, era su tutor. Fue metiendo su ropa en una maleta bien grande, toda doblada y bien puesta. Cuando terminó, cogió otra maleta más pequeña y se dispuso a poner cosas para entretenerse. Metió unos cuantos discos y dos libros. Cuando fue a coger otro libro, observó el que le regaló Luís. Todavía no lo había ojeado con los exámenes, los estudios y demás. Lo cogió y lo abrió por la primera página, no tenía título. Frunció el ceño extrañado y pasó la página. Estaba en blanco, no contenía ni una sola letra. Siguió pasando las páginas blancas como la nieve hasta llegar una en la cual había marcas de escrituras. No había ni rastros de letras, pero se veía las marcas de haber escrito con un bolígrafo sin tinta. Cogió un lápiz y pintó por encima para descubrir una única frase... que además estaba al revés. Gami le dio la vuelta y se dispuso a leerla

-¿Al final me lo pasé bien? ¿Qué es esto?

Empezó a mirar las páginas de la parte de la izquierda, pero tampoco había nada. Solo una frase en todo el libro, y encima ni siquiera estaba escrita claramente.

-¿Me servirá de algo este libro? Bueno, lo guardaré de todas maneras, lo utilizaré como... mmm... diario...

Guardó el libro en la maleta junto a algunas cosas más y bajó con las maletas preparadas.

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Fue un viaje corto, solo transportar las maletas a otra parte del pueblo y ya lo tenían todo hecho. Por el camino, Luís le contó cosas sobre sus tíos. Su tía era una zorra delgada, con el pelaje naranja y el pelo medio canoso. Según Luís, era demasiado protectora y cariñosa, hasta tal punto de que se hacía insoportable. Su tío era un zorro delgado también, con el pelaje rojo intenso y el pelo negro. Al contrario que su mujer, era poco amable y se enfadaba con mucha facilidad. De su primo no le pudo decir nada pues hacía tiempo que no lo veía y suponía que habría cambiado mucho.

Bajó del coche somnoliento y sacó las maletas ya preparadas. Luís bajó después de él y llamó a la puerta esperando a que sus tíos salieran. Escuchó que alguien decía "ya voy" y abrieron la puerta.

-Primo Luís, hola -dijo el zorro que abrió la puerta

-Hola Zurick, ¿Cómo estás?

-Bien, ¿y tú? ¿Cómo es que estás aquí? -se apartó de la puerta para que entrara

-Hablé con tu madre para que cuidara a... se podría decir que a mi hijo...

-¿Tu hijo? -le preguntó con una mirada pícara

-Bueno... no es mi hijo biológico, lo adopté hará unos meses

-¿Y dónde está? -dijo mirando hacia todos lados

-Aquel chico que está apoyado en el coche -dijo señalando con el pulgar a Gami

Al mismo tiempo que lo señalaba, Gami levantó la cabeza para mirar al primo de Luís, encontrándose así al mismo zorro que le pidió ayuda el día anterior.