Aqueronte 2. Oraculo

Story by blaya on SoFurry

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AQUERONTE

2. ORACULO

Teudis entró en la sala, era nueva para él ya que era la primera vez que visitaba esa universidad, y la ciudad, Madrid prometía muchas posibilidades a alguien como él. Había sido el primero en casi todas las asignaturas de su carrera en la universidad de A Coruña, él se mudo a esa ciudad hacia 7 años atrás cuando su padre encontró un nuevo empleo allí. Mucho mejor remunerado que su antiguo empleo de camionero, aunque disfrutó poco, ya que murió dos años después de mudarse, por suerte aun hubo dinero para que Teudis pudiera estudiar. El perro miró a todos los rincones de la habitación vacía, estaba bien iluminada, había un par de ventanas en la pared derecha de la habitación donde también se encontraban unos archivadores bajos. En el centro de la sala había una larga mesa de reuniones y pegado a la pared izquierda un armario y algunos cuadros donde podía apreciarse algunas fotos de la ciudad en blanco y negro. Teudis se sentó de espaldas a las ventanas, dejó su mochila encima de la mesa y sacó su teléfono, vio que tenía un mensaje de su hermana, muy probablemente para preguntarle cómo le estaba yendo por Madrid, no le dio tiempo a leerlo, enseguida entro un gran jabalí bien vestido con una camisa blanca y una chaqueta negra, llevaba una corbata que no combinaba nada con aquel conjunto; tras él entró una gata negra con gafas de pasta roja, también iba muy arreglada, y por último entró la persona que era responsable de que él estuviera en la sala de reuniones del decanato de la universidad Complutense de Madrid, Alfonso, un gran simio gordo y algo desaliñado que entró con prisa y se sentó justo a su lado.

El gran jabalí carraspeó y miró a Teudis y Alfonso con una gran sonrisa -Teudis ¿Me equivoco? - Teudis sonrió y afirmó. -Es para mí un verdadero placer tenerle aquí con nosotros, desde que usted conoció a nuestro querido Doctor Alfonso nos ha estado informando de sus logros dentro de la universidad, aunque lamento que no tenga ninguna experiencia... -El perro marrón había demostrado lo bueno que era estudiando, incluso planteando teorías pero era totalmente cierto que no tenía ninguna experiencia. Alfonso se lo llevó a Madrid a principios de Septiembre y él había terminado la carrera en Junio de ese mismo año, apenas pudo disfrutar de sus vacaciones pensando en su gran futuro en la Complutense de Madrid

-Señor decano me gustaría tener la oportunidad de ganar la experiencia aquí, trabajando con ustedes. Espero poder ayudarles en el planteo de nuevas teorías y...-

El decano lo interrumpió asintiendo ampliamente con la cabeza y levantando una mano mientras decía -Por supuesto, no hace falta que lo pida dos veces, ya lo hizo Alfonso mil veces por usted. -

Alfonso dio una carcajada, se cruzó de brazos y se hizo para atrás pegando su espalda contra el asiento de la silla satisfecho. -Estamos aquí para darle la bienvenida y para informarle de la reunión previa que hemos tenido para poder asignarle un oficio dentro de nuestras paredes.- Añadió el decano, y la gata continuó con la conversación. -Perdón que no me haya presentado pero es que llevamos un poco de prisa, mi nombre es Marta, soy la sub-decana -Se levantó de la mesa y Teudis al mismo tiempo para darle un par de besos, acto seguido se volvió a sentar con energía y prosiguió. -Para empezar queremos asignarle a una persona con bastante experiencia para que así puedan trabajar juntos, me gustaría decir que tiene los mismos conocimientos teóricos que usted, pero no es así, por eso hemos decidido que trabajéis juntos, además su amplia voluntad y su experiencia como asistente le permitirá desenvolverse fácilmente por aquí. - La gata hablaba apresuradamente como si quisiera terminar ya, apenas habían pasado tres minutos. -Por otra parte, debido a su amplio conocimiento en... ¿todo? Queremos que sea el coordinador de un proyecto interdepartamental, esto es, algunos profesores, becarios y otras universidades del país y el extranjero. Somos conscientes de que es un gran cargo, pero tendrá toda la ayuda que necesite y con tal brillante expediente no creemos que sea un reto para usted.-

La felina miraba a Alfonso y Teudis con mirada desafiante, su lenguaje corporal era cada vez más tenso y ya era difícil adivinar si realmente lo que quería era irse o simplemente espantar al nuevo, entonces el decano suspiró, hecho una mirada de desaprobación a Marta y dijo inclinándose sobre la mesa y juntando las manos -Marta, sé un poco más... más suave por favor, puedo entender que esté decepcionada porque su preferido no haya ocupado este puesto pero es un trabajo en equipo y él estará ahí.- La gata suspiró, y se levantó diciendo que iba a ir a buscar a la compañera del señor Teudis y salió.

Eran casi las doce y media del medio día y Teudis estaba hambriento, y algo más tranquilo pues realmente la presencia de la gata negra le había empezado a incomodar desde la primera vez que la vio entrar por la puerta. Alfonso y el decano aprovechando su ausencia le habían contado a Teudis que ella apoyaba a un tal Eduardo para que ocupara el puesto que se le había concedido a Teudis, Eduardo había sido alumno interno de la señorita Marta y era realmente brillante en su campo, la ingeniería, pero le faltaba liderazgo. En ese mismo momento el perro se cuestionó que clase de liderazgo vieron entonces en él, ya que no pesaba que gozara de ese don, solo había sido delegado de clase en cuarto de E.G.B y porque ningún niño quería serlo y la profesora lo sorteó. El decano cada minuto que pasaba le caía mejor, se veía una persona competente y firme a la vez que comprensiva y afable, sabía que a partir de ese mismo momento él sería lo más parecido que tendría a un jefe y a un padre en Madrid.

Pasado un tiempo la señorita Marta llamó a la puerta, la abrió pero no pasó dentro, se limitó a informar que había traído a la compañera, a Teudis le pareció raro que la denominaran como "la compañera" ya que parecía no tener un cargo fijo, él era el coordinador, un tal Eduardo el ingeniero y su misteriosa compañera era "la compañera". Marta se fue y tímidamente apareció por la puerta tímidamente una perrita, era blanca y negra con las orejas caídas, su perfume a violetas invadió el cuarto de repente, apenas abrió el hocico para decir hola, era una pequeña border collie, sus ojos brillaban recorriendo la sala hasta posarse sobre los de Teudis. La perrita primero saludó al decano que se levantó para darle un par de besos, seguidamente a Alfonso y por último a Teudis, al cual además de un par de besos le dio la mano, se sentó al lado del decano, y le dio una carpeta azul que llevaba bajo el brazo, el decano la abrió y mientras la leía Alfonso dio un codazo para llamar la atención de Teudis y le susurró -Mira lo que te hemos conseguido, es muy guapa ¿eh? Y sé que no tiene novio.- Teudis tragó saliva y tenía de repente mucho calor, rió nerviosamente y negó con la cabeza a Alfonso.

Teudis y la perrita salieron a los dos minutos del despacho, ella se presentó como Liuva, era algo tímida pero Teudis estaba bastante cohibido en ese mismo instante mientras andaban los dos solos por los pasillos del decanato, ella hacia un gran esfuerzo por preguntarle sobre su vida para que se sintiera más cómodo pero Teudis, quizás por lo que había dicho Alfonso apenas contestaba con monosílabos y risa nerviosa. Por fin salieron del edificio, Teudis se sintió más cómodo y mucho más él mismo, quizás estar entre paredes le daba claustrofobia.

-¿Dónde vamos ahora?- Preguntó el perro marrón pues supuestamente Liuva iba a darle una vuelta para enseñarle su lugar de trabajo y comer, ella metió se metió la garra en un bolsillo del pantalón vaquero y sacó un llavero con la llave de un Clio -Vamos al nuevo edificio del CSIC.- Dijo la perrita dirigiéndose hacia el coche, durante el viaje por las calles de Madrid Liuva le contó que había sido alumna interna muchos años de varios profesores y se había interesado en casi todas las investigaciones, su trabajo en parte había consistido en llevar los trámites para que se consiguieran las becas, traducir documentos y todo tipo de trabajo de oficina, se quejaba de no haber participado en un gran proyecto directamente pero que al final había tenido su recompensa trabajando para la universidad y en el mayor proyecto de todo.

Nadie sabía aun de que trataría tal proyecto, para ello un comité de expertos venidos de toda España y otros rincones del mundo se reunirían para usar el increíble presupuesto que se había puesto, Liuva añadió algo interesante, y es que seguramente el tema ya se sabe, pues los gobiernos no dan dinero a ciegas, y que probablemente lo que se vaya a discutir sea un teatro. Teudis estaba más tranquilo y se sentía menos inhibido, tenía innumerables preguntas para Liuva así que llegaron al nuevo edificio del CSIC, era literalmente nuevo, un edificio gris con un cartel en la fachada principal, un poco más arriba las banderas del país, la región, y la Unión Europea. Por uno de los laterales había una barrera y una entrada para vehículos que bajaba a lo que parecía un parking subterráneo, Liuva sacó una tarjeta del parasol y la pasó por un lector óptico, la barrera subió y se aventuraron dentro, la primera planta estaba ya completa así que bajaron a la segunda donde encontraron aparcamiento rápidamente, tras ello bajaron del coche y se dirigieron a un ascensor, era el doble de grande que uno normal, tenía 18 botones, el edificio tenía 15 plantas, más el hall principal y las dos plantas del parking. Liuva se buscó en el bolsillo trasero del pantalón y sacó otra tarjeta, justo bajo los botones había un lector de tarjetas, al pasarlo sonó un ruido metálico y la placa donde estaba colocado el lector se abrió como si fuera un cajón, allí había dos botones más, el -3 y el -4, Liuva apretó el -4 y el ascensor comenzó a bajar.

Teudis estaba perplejo, no entendía porque no todos podían tener acceso a las plantas de abajo, y por qué precisamente una simple universitaria lo tenía, pero por alguna razón se contuvo, las puertas del ascensor se abrieron y aparecieron en una gran sala, había bancos de trabajo, las luces alógenas brillaban sobre los bancos metálicos, y sobre algunos artefactos, algunos desconocidos para el perro, todo estaba nuevo, era como un sueño para un científico.

La perrita puso cara de duda -Deberían estar aquí, quería presentarte a dos de nuestros compañeros de trabajo, pero posiblemente estén en la sala de descanso... Espera aquí voy a ver.- Liuva atravesó la sala con paso firme y ligero, Teudis no pudo evitar fijarse como su cola se contoneaba de un lado para otro mientras andaba hasta que desaparecía por una pequeña puerta del fondo.

Teudis dio unos pasos hasta el primer banco de trabajo, encima de él había algo desconocido para él, era un cilindro negro, no más grueso que un lápiz, pero estaba sujeto por la parte superior e inferior por una estructura que parecían formar dos asas para poder agarrarlo, sintió curiosidad y lo sostuvo con ambas garras mirándolo, el cilindro negro estaba pulido, tanto que podía ver su reflejo en él, escuchó la puerta del fondo abrirse y salir Liuva que iba diciendo algo mientras se acercaba a Teudis pero la voz cada vez se distorsionaba más, y el mundo alrededor también, la periferia de su visión estaba cada vez más borrosa y empezaba a dejar oír, sentía como si dentro de él estuviera cayendo, cada vez más veloz, sus piernas flojearon y cayó al suelo, pudo sentir el golpe en su espalda, aun tuvo la suficiente fuerza para mantener un poco erguida la cabeza y no golpeársela muy bruscamente contra el suelo. Todo se desvanecía y él seguía cayendo por un pozo oscuro, se veían como rayos, chispas de electricidad quizás e imágenes, muy rápidas, y de repente el sonido, palabras entrecortadas, campanas, gente, mucha gente a su alrededor y por último pudo percibir que no estaba cayendo sino que estaba siendo arrastrado hacia delante, como si estuviera tumbado en una camilla y le empujaran, a lo que parecía un tubo negro, sin salida, pero con algunas luces alrededor, había gente, voces. Despertó de golpe, para ver la cabeza de un león que le estaba golpeando el hocico suavemente con su garra, un zorro rojo y Liuva. El león sonrió al ver que el perro despertaba y feliz dijo -Veo que has conocido al oráculo- .