Lejos de Casa

Story by Black Alex on SoFurry

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Lejos de casa

Parte 1

Atención: Algunas partes de esta historia podrían considerarse crueles o violentas.

Septiembre 28, 2007. 6:00 a.m

Comunidad de Heaven's Way.

La alarma de un reloj despertador sonaba ruidosamente, terminando así con la tranquilidad que había en una habitación. Pasaron más de tres minutos sin que hubiese respuesta, hasta que por fin cesó aquel sonido. Ryan Sparks, un tigre de tan sólo 15 años de edad, despertaba para comenzar un nuevo día. Aún un poco somnoliento, se metió la regadera, para tomar una buena ducha. Le gustaba el agua fría, pues de ésta manera despertaba totalmente y de alguna manera conseguía relajarse.

Al mismo tiempo que secaba su abundante pelaje, pensaba detenidamente en el plan que había formulado desde hace ya varios días atrás: buscaría una nueva vida fuera de su casa. Es decir, iba a escapar. Estaba harto ser tratado por todos como un pequeño cachorro, y que le considerasen como tal. Huiría de la comunidad de Heaven's Way, para dirigirse a Dirty's City. Que por cierto estaba bastante retirada de allí. Al menos hacía tres horas de viaje. Ryan se miró en el espejo. Sus ojos, bastantes llamativos; el izquierdo era rojo y el derecho azul, reflejaban un profundo odio.

Mientras estaba ahí, pensaba en todo lo que dejaría inconcluso y en lo que estaba a punto de hacer. Pero ya no importaba. Volvió en sí, y de un puñetazo, rompió aquel espejo, provocando así que uno de los pedazos de vidrio le cortara la mejilla derecha, de la cuál, comenzó a brotar un poco de sangre. No pareció interesarle, lo único que hizo, fue pasarse la lengua por entre los labios para limpiar el rastro de su sangre. El sabor le agradó un poco... Sin perder más tiempo, se puso unos boxers negros, y encima un pants igual, de color negro, luego una playera gris engrabada con un extraño escudo. De su escritorio tomó un par de billetes y echó un vistazo a su Play Station 2... En realidad iba a extrañarle...

Salió apresuradamente a la calle. Aún no había muchos furs, aquella localidad en ocasiones parecía un pueblo fantasma, pues nunca pasaba algo interesante. Era más bien un pueblo de despistados, pese que Heaven's Way, tuviera muy mala fama. La neblina le dificultó divisar a lo lejos. "Rayos, debí de haber traído algo encima". Pensó, pues hacía bastante frío. Llegó hasta la parada del autobús. Espero hasta que llegara uno que le llevase hasta la estación del metro "Black Hell"... Tomó asiento en la parte final y miró a través de la ventana la zona industrial. La mayoría de las empresas estaban cerradas. De su bolsillo, sacó un reproductor de MP3 y en sus orejas se colocó unos audífonos. Escuchaba "Peacemaker" de Sonata Arctica, uno de sus grupos favoritos. Pese a su buen ritmo, Ryan se quedó profundamente dormido.

La cuidad de Dirty, llena de delincuencia, corrupción, injusticia, y dominada por la mafia, se consideraba como la más peligrosa en todo el mundo. Sus habitantes eran de lo peor, nadie confiaba en ellos y terminaban matándose entre sí. En conclusión, aquí vivía todo tipo de perdedores y furs de mal vivir. Uno de sus lugares más famosos, y más visitados era el garito de Jack's, una casa de juegos que iba transformándose en un bar, dónde todas las noches se reunían asesinos a sueldo, homicidas y malhechores para jugar baraja, beber, o terminar jugando a la ruleta rusa. Su interior resguardaba lujosas habitaciones, aunque bastante desordenadas y sucias. En una de ellas, al parecer alguien la estaba pasando muy bien...

Dos furs, un gran león de imponente musculatura, se encontraba follando salvajemente con un oso. El sudor que ambos desprendían, daba a entender que llevaban un buen rato así. Aquel león estaba encima del oso embistiéndole bestialmente. Repentinamente se detuvo y sacó su enorme verga del culo del oso. Al parecer estaba un poco cansado... Sin embargo, instantes después, volteó al oso para quedar cara a cara con él, y de nuevo, le metió su verga entera. El león cambiaba constantemente el ritmo de tal manera que cogía al oso tan rápido y fuerte cómo le fuera posible, este se aferró a él pues estaba a punto de venirse. El gran felino clavó sus colmillos en el hombro del oso, quien lanzó un grito y al mismo tiempo de su verga salía un chorro de semen, el cual escurrió desde su barriga hasta el suelo. A pesar de eso, seguía muy excitado. Finalmente aquel león se vino dentro del oso, rugiendo del placer. Sacó violentamente su verga de tal manera que desgarró el culo del oso, del cuál escurrieron gotas de semen mezclado con sangre. Ambos estaban totalmente exhaustos y apestaban a sudor y a semen.

  • Has recibido lo que querías. Ahora lárgate. - dijo el león fríamente, aunque jadeando por el cansancio.

  • No tan rápido... tu deuda aún no está saldada. - respondió el oso, que sobaba su culo desgarrado. -Esto fue sólo un poco de diversión.

  • Haha... Para mí también lo fue... -Luego de decir esto, sacó un revolver .44 de entre su ropa, y le apuntó a la cabeza.

  • ¿Eh? Espera... Leo... No, no lo tomes a mal...

  • Fue un placer haber hecho negocios contigo.

Disparó.

La bala atravesó sin esfuerzo la cabeza del oso, manchando la pared de sangre. El león, que al parecer se llamaba Leo, tenía grabado un tatuaje en la espalda que decía: "made in the hell"... En su cara podrían notarse numerosas cicatrices. Se puso un pantalón de mezclilla, y una cazadora de cuero negra. La dejó abierta para lucir su fornido torso. Abrió la puerta de la habitación y salió caminando.

Sonidos de autos, voces y música fueron los que despertaron a Ryan. El autobús estaba vacío y había llegado desde hacia mucho a la terminal, donde iniciaban las líneas del metro... Buscó por todas partes su reproductor de MP3, pero al parecer fue víctima de los amantes de lo ajeno... Bajó maldiciendo y caminó hasta llegar al expendio de boletos. Después se dispuso a esperar al famoso metro...

Su llegada a la Ciudad le pareció desconcertante... Nadie se veía a lo lejos, pero lucía tal y como si hubiese ocurrido una guerra. Autos destrozados, latas de refresco y algunas balas estaban esparcidos por doquier. No muy lejos de allí, se encontraba un trío de furs, un puma, un dingo y un lobo. El puma fue el primero en ver a Ryan...

-Hey, ¿ven ustedes lo que yo veo? -Preguntó en voz baja.

-Yeah, es un tigre... Hacía mucho que no veía uno por aquí desde que mataron a Sam. -Respondió el lobo, pasándose la lengua por entre los labios...

-Sólo es un estúpido cachorro... Mmm, pero puede darnos algo de diversión... ¿Nos lo llevamos? -Exclamó el dingo, en un tono burlón.

-No creo que nos sirva... En fin, no hay nada más que hacer...

Caminaron hacia Ryan, quien los miró sospechoso. Retrocedió un poco, pero el puma le dijo:

-Eh, espera, no te vayas...

-... ¿Qué es lo que quieres?... -Preguntó un poco extrañado.

-Mmm, pues... Verás... Nosotros... Ah, que importa eso... ¿quieres divertirte un poco?

-¿Qué? -El dingo se acercó a Ryan y le puso una mano en el hombro...

-Vayamos a un lugar privado, ¿qué te parece?

Sin darle tiempo de nada, el puma golpeó a Ryan en el estómago, valiéndose de esto, los otros dos lo agarraron fuertemente para que no pudiera defenderse... Le llevaron hasta un departamento marcado con el número 302. Ahí lo tiraron al suelo. El dingo trajo una botella de vino tinto y bebió un poco... Luego, forzó a Ryan para hacer que tambien bebiera, pero este se negó, y lo escupió en la cara del dingo... Furioso, le dio una patada. El lobo sacó de un cajón un látigo...

-Creo que si cooperas será más fácil cachorrito...-comentó el puma.

Entre los tres comenzaron a golpear salvajemente a Ryan, como les fuese posible, el lobo a latigazos y los otros dos a patadas y a puños. Cuando se hartaron, ahora si le hicieron tragar toda la botella de vino tinto. En varias ocasiones sentía que se ahogaba. Al final, no pudo resistir el dolor de aquellos golpes, y el efecto del vino comenzó a hacer efecto. Se quedó dormido por unos minutos. En esto, el puma le despojó de su ropa, haciéndola pedazos... Los demás se apresuraron a desnudarse. Ryan despertó, aunque ya estaba ebrio. Miró a los tres, y a pese a su estado, sabía lo que iban a hacer... El puma lo tomó por la espalda, Ryan intentó golpearlo, pero fue inútil. Lo único que ganó fue perder el equilibrio, y caer nuevamente al suelo. Le obligaron a levantarse. Aquello les divertía, y al parecer ya estaban preparados para devorar el plato fuerte... Así que el puma aprovechando esto y sin importarle nada, metió agresivamente su verga en el culo de Ryan, este soltó un pequeño rugido de dolor, y comenzó a forcejear incontroladamente, provocando excitar aún más al agitado puma. Por otra parte, el dingo se dio el lujo de chupar la verga de Ryan y juguetear con sus bolas, al mismo tiempo de que el lobo le cogía por detrás.

Mientras intentaba liberarse, el puma lo follaba bestialmente, metiendo y sacando su verga. Repentinamente, Ryan experimentó una extraña sensación que poco a poco iba invadiendo su cuerpo. Cada vez que sentía la verga del puma dentro de él, y como la lengua del dingo, lamía su verga, percibió un gran placer, aunque realmente aquello dolía; probablemente se hallaba confundido por el efecto del alcohol. Dejó de forcejear lentamente hasta que sólo se movía por las embestidas que el puma le proporcionaba. Ahora gemía por placer, y en unos instantes, una inmensa excitación se aproderaba de él. Cuando ya no resistió más, descargó una buena cantidad de semen en el hocico del dingo, quien lo tragó y lamió sus fauces para seguir chupando su verga.

Después de que el puma se viniera dentro de este, sacó su verga chorreando de semen y lamió un poco su culo. La mente de Ryan se encontraba invadida por una gran confusión, deseando sólo que aquello siguiera así por un rato más... El lobo dejó de coger al dingo, y en su lugar le siguió el puma, que todavía no estaba saciado del todo. Aquel lobo se dirigió con Ryan, lo tomó por la barbilla y miró sus ojos. Sonrió mordazmente y le dio la vuelta. Pasó su lengua por su espalda, hasta llegar a su culo y lamió un poco. Escuchó los gemidos del dingo al ser cogido por el puma así que eso bastó para que él comenzara a follar a Ryan.

-Ahh... m... más fuerte... por favor... -dijo torpemente olvidándose del dolor que le lobo le provocaba.

-Vaya que eres un cachorro insaciable... Tú lo pediste... -le respondió mientras le embestía con más fuerza... Así que cada vez lo iba cogiendo más rápido y con mayor intensidad. Por otro lado, el puma se había corrido nuevamente, ahora dentro del dingo. Al sacarle su verga, el dingo se la lamió gustosamente, tragando el poco semen que de esta escurría, al mismo tiempo de que frotaba frenéticamente la suya hasta sentir que tambien se venía. Lanzó un gemido de placer y de espaldas cayó al suelo. El puma se le echó encima y como si estuviese devorando una presa, mordió sus labios hasta desangrárselos.

La excitación del lobo iba creciendo más y más, al escuchar los gemidos de Ryan, tanto, que sin darse cuenta iba rasgando su pecho, mientras lo cogía. Ryan soltó un grito por el dolor, de sus ojos salieron algunas lagrimas y su sangre comenzó a brotar. Entre su confusión sentía cómo las garras del lobo se incrustaban en sus costados.. Aquel lobo se dio cuenta de que iba a venirse, por lo que aumentó la fuerza de sus embestidas. Segundos después lanzó un aullido y descargó todo su semen dentro de Ryan. Sacó su verga rápidamente, de la cual chorreaba aún bastante, mojando el piso. Quedó completamente exhausto, y empapado en sudor. Ryan cayó al suelo boca abajo, jadeando y gimiendo todavía. En unos instantes se formó un pequeño charco de sangre que goteaba de sus heridas. Mientras el puma y el dingo entraban una vez más en acción, el lobo arrastró a Ryan hasta la puerta. Lo sacó a la calle dónde estaba lloviendo, dejándolo a medio camino. Regresó al departamento para continuar con el festín... Con las pocas fuerzas que le quedaban, se levantó. Suficientemente alcoholizado, caminó torpemente, completamente desnudo, y herido, en medio de la lluvia. Miró un par de puertas, indicando la entrada a un bar... El Jack's Bar... Entró y miró a todos los furs que ahí se encontraban, bebiendo, jugando cartas y fimando cigarrillos. En una mesa se encontraba Leo, vestido de pantalón de mezclilla azul y cazadora negra... Volteó para mirar a lo que parecía un cachorro de tigre, completamente mojado, desudo y dando la impresión de que había sido torturado hacía poco... Los demás furs hacían comentarios y reían descaradamente. Trató de dirigirse con él, pero un koala, se le adelantó...

-Haha, miren que tenemos aquí chicos... -después de decir esto, le dio un empujón, enviándolo al suelo... -Vaya vaya... Veamos si puede defenderse....-De pronto, puso su pata en el cuello, tratándole asfixiarle.

-Hey, Kong, corta con eso, déjalo en paz. -Dijo Leo mirando como Ryan sangraba e intentaba apartar la pata del koala.

-Vamos... Estúpido cachorro, hasta un insecto podría salvar su vida...

-Te lo he dicho Kong!!!! -Furioso porque no le escuchó, Leo sacó una navaja de su bolsillo, le dio la vuelta al koala y la clavó en su ojo derecho... Al instante, este gritó pero Leo le tomó con las manos del cuello, para rompérselo. Dejó caer su cuerpo y examinó a Ryan. Estaba llorando. Todos los presentes miraban atónitos ante lo que había hecho... Nadie dijo nada, y siguieron callados... Leo ayudó a Ryan a levantarse. Al verlo, pensó que sería mejor terminar de una vez con su sufrimiento... Así que le dio un golpe en la cabeza. Éste, cayó en sus brazos....

2da Parte.

ATENCIN: Algunas partes de esta historia podrían considerarse crueles o violentas.

La lluvia siguió cayendo sobre Dirty's City durante la madrugada. Muchos furs estaban resguardados en sus madrigueras, jugando cartas, bebiendo o quizás teniendo sexo. El Jack's Bar a esas horas se hallaba vacío; cerrado. En el suelo podía verse un rastro de sangre, llevaba hasta el interior, atravesando un pequeño pasillo, terminando justo en el cuarto de Leo, quien se había llevado al joven tigre para atender sus heridas, tras haberle dejado inconciente por el golpe.

Le suturó aquellas marcas producidas por las garras del lobo. Por el fuerte olor a semen, de inmediato supo por lo que el tigre pasó. Acarició una de sus mejillas en señal de lástima. Luego contempló su cuerpo desnudo e inmóvil por varios instantes, lo cual le hizo excitarse. Sacudió su cabeza desaprobando las malas intenciones, mejor decidió alejarse. Se incorporó en un sofá, desvistiéndose de mala gana.

No lograba quitarse la imagen de Ryan, comenzando así a masturbarse, frotando su verga lentamente, mientras acariciaba uno de sus pezones En su mente imaginaba embistiéndose al tigre. Cada vez aumentaba la velocidad, mezclando mentalmente escenas de todos sus encuentros tenidos. Él siempre había sido un león activo, follaba bestialmente a sus presas. Sin embargo, una borrosa escena de él, cuando era cachorro, siendo montado por un tigre mayor, le interrumpió. Ese tigre fue su primera pareja varios años atrás, con quien vivió gratas experiencias. Ellos se amaban... hasta que el tigre, de nombre Sam, fuera asesinado por un trío de mafiosos.

Una pequeña lágrima brotó de sus ojos. De inmediato desvaneció ese recuerdo, sustituyéndolo por cualquier otro. Rugió de coraje, aumentando violentamente el ritmo con el que se masturbaba. Finalmente se corrió rugiendo aún más a comparación con la primera ocasión, salpicando de semen su pecho y parte del sofá. Con sus dedos, tomó un poco de su leche y se la llevó a la boca, tragándola gustosamente.

Miró su cama, donde Ryan seguía inconciente. Leo se levantó, para ir allí y acostarse a un lado del cachorro. Cuidadosamente lo puso de costado, pegó su cuerpo al suyo, acarició suavemente su pecho evitando las suturas, mientras besaba su cuello. No pretendía violarlo, (solo manosearlo XD), al parecer sólo quería permanecer cerca de él. Cerró los ojos, quedándose poco a poco dormido, escuchando el ruido de la lluvia.

Un par de horas después, la lluvia cesó por completo. Pese al frío que hacía, Ryan sentía una agradable sensación de calor mientras despertaba lentamente a la luz de la luna. Tardó en percatarse de su desnudez y de que un león igualmente desnudo, le abrazaba por detrás. Gritó asustado, de inmediato giró, para alejarse un poco.

En uno de sus torpes movimientos, logró caerse de la cama, intentó arrastrarse pero Leo, rápidamente le tomó de una pata, impidiendo su escape.

-¡Déjame ir! -Gritó bastante eufórico, retorciéndose en el piso.- ¡Suéltame!

-Eh, tranquilo chico... No te lastimaré si te quedas quieto. ¡Ya cálmate, con un demonio!

-Ordenó bastante molesto, mientras le soltaba permitirle correr hacia un rincón, cubriéndose.

-¿Quién diablos eres tú y de dónde vienes? Nunca te había visto por aquí.

-Eh... me... me llamo Ryan... y yo... escapé de mi casa... algo lejos de este lugar... -confesó agachando la cabeza.

-Ah... vaya. Tuviste suerte de no terminar muerto. Y al parecer, fuiste un buen juguete para quien te haya encontrado antes que yo... Mmm... -Le acosó con la mirada.- ¿Por qué no "jugamos" un rato, eh?

-¡No!, olvídalo... no me gustó lo que pasó...

-¿Eh? Vaya... Fue desperdicio entonces, sabes, debió de haberte gustado... En fin...

Rasco sus bolas sin prejuicio, mientras bostezaba estirándose, mostrando su imponente cuerpo. Ryan se sintió extraño al contemplarle; tragó un poco de saliva, tratando de disimular, mirando a otro lado.

-Anda, estamos tú y yo solos... ¿Qué quieres hacer?

-Ya te dije que no... -Respondió algo serio y avergonzado a la vez.

-¡Vamos! Yo haré la mayoría del trabajo jeje... -

Luego de decir esto, se levanto caminando hacia el cachorro. Al acorralarlo, comenzó a forcejear con él; sin mucho esfuerzo, le dio la vuelta, pegando su cuerpo a su espalda.

-Eso es cachorro... Sólo será unos momentos.... Prometo no lastimarte... -Besó su cuello, mientras con un brazo le sujetaba y con una mano jugueteaba con sus bolas.

-Por favor... No... Te lo suplico...-Exclamó angustiado, de tan solo recordar como le había ido horas atrás.

-Tranquilo...-Lo llevó de nuevo a la cama, dispuesto a follárselo.

-No lo hagas... .-Algo extraño comenzaba a sentir, en su interior, deseaba que lo hiciera... pero por otra parte se reprimía.

-Shhh, yo no seré salvaje, tigre...

Una vez en la cama, Ryan al parecer se dio por vencido, pues ya no intentaba safarze. Leo continuó lamiendo su cuello, acariciado su tenso cuerpo. Le dio la vuelta para limpiar sus lágrimas con su lengua. Aún estaba nervioso, seguía temblando, confundido. De pronto, el león le dio un calido beso en los labios... se dejó llevar... Eso le agradó bastante... "¿Q... qué?... Esto... se siente bien... me gusta..." Pensó.

-Muy bien hijo, ¿lo ves? No te lastimaré... si te duele, prometo que me detendré, ¿vale?

-OK... -Respondió convencido, e invadido por la excitación.

Leo aún no estaba listo para penetrarlo, por lo que se dedicó a acariciarle el pecho, cuidando de no tocar sus heridas. Le besaba como si le amase. En su mente imaginaba estar con Sam. Imaginaba a Ryan como si fuera Sam... Nuevamente, de sus ojos brotaron algunas lágrimas debido al recuerdo. Sin embargo continuó. Bajó hasta quedar de frente con su verga y bolas, las cuáles lamió delicadamente, mientras que con una mano animaba al miembro a despertar. En segundos, este estuvo lo suficientemente duro, así que le masturbó lentamente, dejando las bolas, para chupársela, y tragarle el poco preseminal.

Ryan en ocasiones gemía debido al placer que el león le proporcionaba. De pronto, este, se detuvo percatándose de su verga, ya estaba listo para penetrarlo. La sobó un poco, humedeciendo de pre su dedo índice, el cuál le introdujo en el culo, para dilatarlo. Ryan soltó un pequeño rugido por el dolor, pues no se había recuperado de la follada anterior.

-Relájate...-Le susurró su compañero.

Suavemente, Leo le dio la vuelta para dejarlo de espaldas. Ryan ya sabía lo que venía... Sintió miedo de ser lastimado por aquel león, quien lentamente le metía su verga, haciéndolo gemir nuevamente. Permaneció inmóvil un poco para que su culo se acostumbrara, mientras, succionaba su cuello. El sudor desprendido por ambos emitía un olor que los excitaba aun más.

Así que el león, comenzó a meter y sacar su verga. El tigre al mismo tiempo se masturbaba con la derecha, y con la izquierda, acariciaba alternadamente sus pezones. Gemían sin represión alguna; Leo aumentó la velocidad de sus embestidas al sentir que pronto iba a correrse. Eso, volvió loco a Ryan, e igualmente aumentaba la velocidad para masturbarse.

En pocos instantes, ambos se vinieron al mismo tiempo, rugiendo estruendosamente por el orgasmo. El tigre sentía como el semen del león recorría su culo y chorreaba hasta sus nalgas, cayendo sobre el colchón. Se dio la vuelta; Leo lamió el semen de Ryan que tenía en el pecho. Se besaron nuevamente, saboreando el resto de aquel delicioso liquido.

Terminaron abrazados, empapados en sudor, y finalmente quedaron dormidos profundamente

ATENCIN: Algunas partes de esta historia podrían considerarse crueles o violentas.

Capitulo 3

Amaneció. La ciudad se veía totalmente desierta, en el suelo grandes charcos de agua mezclada con lodo evidenciaban la lluvia caída durante la madrugada. Los pocos habitantes de ahí (delincuentes en su gran mayoría) descansaban ocultos en locales o residencias privadas.

Los rayos del sol se colaron a través de las persianas de la ventana en la habitación de Leo, quien seguía dormido boca arriba; abrazado a él, estaba el joven tigre que comenzaba a moverse. Tenía un horrible dolor en la cabeza y en la espalda, al principio se sorprendió al percatarse de que durmió con aquel león, pero recordó lo ocurrido durante la noche. Sintió un poco de vergüenza por ello, así que dejó de abrazar a su compañero; Leo se dio la vuelta sin despertar.

El cachorro logró levantarse de la cama sin hacer ruido. Le faltaba el equilibrio y tuvo la necesidad de mantenerse quieto durante unos momentos. Notó las suturas en su pecho y en sus costados, de inmediato, imágenes muy borrosas de su violación pasaron por su mente. Se abrazó así mismo, sintiendo ganas de llorar, no obstante se abstuvo. Miró el resto de su cuerpo desnudo, en su abdomen notó restos de semen seco y también a lo largo de su miembro, pronto, identificó el olor característico.

Giró en ciento ochenta grados, para contemplar al león. Admiró su fornido cuerpo, aquellos fuertes brazos, el pecho macizo y su abdomen marcado por el ejercicio. Echó un vistazo a sus partes privadas... el miembro que tuvo dentro horas atrás, estaba flácido; lo imagino totalmente erecto, debía medir al menos unos veinte centímetros. Sus bolas guardadas en su bolsa de piel, cubierta por abundante pelo blanco, las encontraba curiosas, lógicamente eran más grandes que las suyas. Apartó la vista de aquel sitio y observó su cara marcada por numerosas cicatrices, sin embargo, le parecía muy guapo. La melena, color miel, le llegaba hasta el pecho, y mantenía el peinado de raya en medio, eso lo hacia verse más atractivo. Ante el tigre, dormía un imponente y bello león.

-Eh, deja de mirarme, me incomodas niño...-comentó sin abrir los ojos.

-¿Qué? ¿Estabas despierto? -cuestionó sorprendido y sonrojado a la vez.

-Mírate esa cara, estás rojo jeje, vaya chico...¿te gusto, no es así? -abrió sus ojos azules, en cuyo interior, Ryan percibió una profunda tristeza.

-¡No! No es eso...

-¿Entonces?

-Es sólo que... es sólo que... bueno... yo... nunca antes había visto a un león tan fuerte como tú... -agachó la cabeza.

-Esa fue buena ¿eh? ¡Vamos! No es para tanto, si te gusto, ven aquí y dímelo, no tengas miedo, cachorrito... tu también me gustas, y no tengo por qué ocultarlo -sonrió guiñándole.

Después de haber dicho eso, el tigre se quedó paralizado, en verdad le gustaba Leo, pero no quería aceptarlo, le costaba trabajo reconocer su orientación homosexual, pues sabía perfectamente que las chicas no le atraían. Continuó cabizbajo, sin decir nada, pensando en lo que debería hacer. El león seguía viéndolo con una sonrisa, esperando su respuesta.

-Si... me gustas león... eres muy guapo... yo... lo siento... no... no sé que hacer... -confesó muy apenado.

-Jeje... ¿lo ves? No es tan difícil reconocerlo ¡Ven acá! Quiero abrazarte, cachorrito -rápidamente se acercó a él y lo jaló de nuevo hacia la cama.

-¡No! ¡No, por favor! ¡Otra vez no! -suplicó temiendo que el león fuera a violarlo de nuevo.

-Eh, tranquilo hijo, no te voy a lastimar -lo abrazó fuertemente para calmarle, pues a simple vista el pequeño tigre estaba muy tenso- nunca había visto unos ojos tan bonitos, me gustaría arrancártelos para guardarlos en una caja como si fueran un rubí rojo y otro azul.

-¡Déjame en paz! -forcejeó entre los brazos de su pretendiente.

El león lo dejó escapar con la intención de ver su pequeño y frágil cuerpo. Ryan se puso de pie y corrió hacia la puerta, estaba cerrada con llave. Angustiado, comenzó a llorar, dejándose caer sobre la alfombra cuya superficie estaba manchada con restos de sangre seca y semen, seguramente de todos los compañeros sexuales del león. El cachorro deseaba morir en ese preciso momento, Leo lo intuyó, por fortuna, no había nada que pusiera su vida en peligro. En su desesperación, rasgó las suturas de su pecho, lanzando un rugido por el dolor. Nuevamente brotó su sangre, aunque esta vez, menos fluida.

Leo lo observó estupefacto. Movió su cabeza en señal de desaprobación y acudió con el cachorro.

-Levántate -ordenó seriamente.

-Déjame solo. -suplicó entre sollozos.

-Ryan... basta de dramas... levántate o te levanto.

-¿Eh? ¿Cómo sabes mi nombre? -dirigió su mirada hacia Leo.

-Tú me lo dijiste anoche, de cualquier forma estabas ebrio aún, perdóname por lo que pasó, podemos comenzar de nuevo... vamos, levántate.

Le dio la mano, esperando a que la tomara, Ryan dudó por unos instantes, finalmente accedió y tomó la mano de su compañero, se levantó y lo abrazó fuertemente. Leo le correspondió sin importar que lo manchara de sangre.

-Me duele... -susurró.

-Tonto, venga, vamos a curarte otra vez.

Lo cargó entre sus brazos y lo llevó hasta el baño, ahí abrió la llave de la bañera para que esta se llenara. Dejó al cachorro frente a él; la diferencia de estatura entre ambos era obvia, Ryan apenas alcanzaba un metro sesenta y seis, cuando Leo lo rebasaba por treinta centímetros, quien se sentó sobre el borde de la tina para quedar a su altura. Sin pensarlo dos veces, le dio un cálido beso en los labios, notando que su tigre no sabía besar... acarició su espalda con una mano, poniéndole la otra sobre su herida, Ryan se estremeció al sentirla allí.

-Creo que nunca habías besado a alguien, cachorro -susurró.

-No... nunca... lo siento... -murmuró ruborizado.

-Ya aprenderás conmigo... ahora... perdóname por lo que voy a hacer...

Lo aferró a él con un brazo y le desgarró aún más la herida, esto, con el fin de quitarle los restos de la sutura, pues de lo contrario, esta iba a infectarse. Ryan gritó estruendosamente mientras se retorcía, aquello dolió como el infierno. Leo lo dejó caer, cerró la llave de la tina y de una caja sacó una pequeña plancha de metal. Conectó una parrilla eléctrica para dejar calentar la plancha. Miró al cachorro sufrir preguntándole el porqué lo había hecho. La posición de Ryan le parecía perfecta para someterlo, pero prefirió atender su herida, antes de que siguiera sangrando, así que colocándose un guante a prueba de calor, tomó la plancha, fue con el tigre y se inclinó.

-Esto te va a doler un poco... -advirtió con una expresión fría e indiferente.

-¿Qu... qué vas a...

Puso la plancha caliente sobre su herida. Eso fue lo último que sintió antes de perder el conocimiento.

Leonhard Stephen Rutherford creció en un orfanato ubicado en la ciudad capital de Divine's Way, harto de los malos tratos que sufría por parte de los fanáticos religiosos a cargo del lugar, huyó hacia Dirty's City (en ese entonces llamada Sacred Way) a media hora de allí. Intentó buscar un empleo, pero debido a su corta edad (catorce años) nadie quiso contratarlo. De "Sacred" la ciudad sólo tenía el nombre, pues el lugar empezaba a llenarse de malvivientes. Al caer la noche, el pequeño Leo fue asaltado por un grupo de delincuentes, quienes lo golpearon y dejaron medio muerto en el camino.

Por fortuna, Sam Garland, un tigre de veinticinco años, lo encontró. Este sujeto lo llevó a su departamento para atenderlo, pasaron dos días cuando Leo volvió en sí, temeroso, le explicó al tigre lo que le pasó. Sam se mostró muy comprensivo con él, incluso temía dejarlo ir, pues no deseaba que se repitiera su experiencia. Le propuso que se quedara a vivir con él.

"No tengo mucho que ofrecerte, amigo. Pero tampoco me gustaría ver tu cadáver en primera plana. Este lugar no es muy grande, sin embargo es suficiente para los dos... confía en mi..." Más o menos esas fueron sus palabras, las cuales Leo jamás olvidaría, por lo que aceptó la invitación.

Al principio Leo vio en Sam un gran amigo, no tanto por su estatura de dos metros, sino por su nobleza. Tiempo después, el cachorro de león comenzó a sentir algo más que amistad por el enorme tigre; en sus sueños ellos dos se besaban y actuaban como una pareja, y quizás en el mejor de esos sueños, Sam tenía sexo con él.

Una noche, Leo decidió confesarle todo a su amigo, quien no dijo nada, y su única reacción fue abrazarlo y decirle: "Qué cosas sueñas cachorro..." Eso demostraba la poca importancia que le había dado, empero, semanas después, Sam, en estado de ebriedad revela sus verdaderos sentimientos a Leo, no conforme con eso, le hizo el amor esa misma noche, cosa inolvidable para el joven león, que a pesar de haber sido dolorosa, la disfrutó mucho. A la mañana siguiente, Sam se disculpó con él confirmándole sus sentimientos. Así quedaron convertidos en una pareja. Con el pasar de los días, Leo ni siquiera fue capaz de recordar cuantas veces hicieron el amor.

Transcurrió un año. A la ciudad llegó un trío de criminales, cuyo líder era un lobo de nombre Derek, sus secuaces Mike, el puma y Simmon, un dingo bastante torpe, todos ellos homosexuales sadomasoquistas fugados de la cárcel. Deseaban establecer un garito donde no sólo hubiese juegos, sino también sexo servicio, para ello, secuestrarían a numerosas víctimas, entre las cuales figuraba Leo. Sam lo defendió cuando intentaron raptarlo, causa que lo llevó a la sepultura. En su agonía, gritó al león que lo veía morir: "¡Huye Leo! ¡Escapa!"...

Años después, Leo se convirtió en un joven asesino a sueldo. Trabajó para varias organizaciones delictivas, todas posteriormente extintas por la policía. Así siguió con la mala vida, hasta su regreso a Dirty's City, diez años después, jurando vengarse por la muerte de su pareja. El trío de asesinos, curiosamente era el mismo que atacó y violó a Ryan. En verdad el cachorro tuvo suerte de no haber encontrado la muerte ese veintiocho de septiembre.

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En el departamento 302, se encontraban los tres individuos. El lobo Derek quien dormía sobre un viejo y empolvado sofá, mientras el dingo fumaba un cigarro de marihuana. Mike, el puma, veía una película porno, al mismo tiempo que se masturbaba. Simmon, bajo el efecto de la marihuana, sacó de un armario un par de muñequeras de piel y un arnés en forma de equis. Felizmente se desnudó, poniéndose las muñequeras. Al intentar equiparse el arnés, una de sus manos derribó una barra espaciadora, la cual cayó al suelo provocando el despertar de Derek, al verlo desnudo, se excitó y caminó hacia el. Simmon estalló en carcajadas echándose boca arriba esperando a su amo, que tomó la barra para ponérsela a su esclavo, manteniendo así separados sus tobillos. Torpemente (como de costumbre), el dingo intentó levantarse, pero cayó en cuarto patas. Derek le dio una patada en las costillas y desabrochó la bragueta de su pantalón, dejando salir su miembro semi-erecto. Simmon lo lamió gustosamente, y jugaba con el suyo, para lograr una erección.

El puma gimió de repente, pues estaba a punto de venirse tras la película que veía, de su verga salieron cinco disparos de semen, el cual salpicó parte de su cara y su pecho.

-Eh, Mike, ven acá... -ordenó Derek.

-¿Qué quieres lobo pulgoso? Déjame jalármela a gusto.

-Este cabrón fumó marihuana de nuevo...vamos a aprovechar la oportunidad, vale?

-Acabo de venirme... Dale duro a esa puta, yo ya tuve suficiente... -dijo rechazando la oferta (por el momento).

-Más para mí...

Derek llevó a Simmon hasta una mesa, ahí lo hizo subirse para que quedara en cuatro. La barra espaciadora dejaba expuesto su culo, y Derek aprovechó esto para meterle un enorme dildo. El dingo gimió entupidamente, de sus labios aún escurrían gotas de sangre, pues el puma se los había mordido sin piedad. Clavó sus dientes en uno de sus brazos en tanto el lobo le metía y sacaba frenéticamente aquel falo sintético. Se detuvo por unos instantes para tomar una navaja para afeitar, con la que araño la espalda de su esclavo, quien aulló al instante. El puma se acercó tras haber pensado mejor las cosas. Se subió a un banco de madera y metió su verga en el hocico del dingo para callarlo. Derek le quitó la barra espaciadora, subió a la mesa y montó a su compañero, penetrándolo salvajemente, al mismo tiempo que Mike lo cogía por la boca. Derek rasgó sus costados bestialmente, y clavó sus colmillos en uno de los hombros de Simmon. Un hilo de sangre brotó de las heridas, sin embargo eso no le importó al esclavo, ya que estaba perdido totalmente.

El lobo se movía velozmente, tanto que movía en ocasiones la mesa. Era tanta su excitación que llegó al punto de meterle toda su verga, incluyendo el bulbo, quedando abotonado a su compañero. Ahí, Derek no aguantó más y descargó todo su semen dentro de él, aullando durante el orgasmo. Simmon seguía mamando la verga del puma que nuevamente iba a correrse, en ese momento, le salpicó toda la cara al cánido, quien tampoco quería quedarse atrás y se masturbó fuertemente hasta conseguir disparar un par de chorros de semen. Mike abofeteó a Simmon para que limpiara con su lengua los restos del semen que aún quedaban en su verga. El lobo sacó violentamente su enorme paquete, desgarrando al infeliz esclavo. De inmediato le lamió la sangre que comenzaba a brotar, saboreando los restos de su propio líquido.

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Leo estaba sentado dentro de la bañera, con medio cuerpo sumergido en el agua. Sobre él, había colocado a Ryan, cara a cara, quien permanecía inconciente luego de no haber resistido el dolor de la cauterización. Cualquiera diría que Leo estaba penetrando al cachorro, pero no era así. Estaba deprimido a causa de los recuerdos. Jugó un poco con el agua tibia y miró a Ryan recobrar el conocimiento.

-Ya estás bien niño -saludó frotando su espalda.

-Mmm ¿dónde estoy? -preguntó mirando al león.

-Conmigo y vamos a bañarnos -advirtió clavándole la mirada en sus ojos.

-¿Eh? ¡Oye! -alcanzó a decir ruborizado.

-Tranquilo, prometo no hacerte daño... no te lastimaré, no lo haría... yo... te quiero Ryan...-lo abrazó fuertemente.

-Mentiroso... ni siquiera sé tu nombre... te odio...-murmuró

-Leonhard Stephen Rutherford, llámame Leo, veinticinco años, y no tengo mucho que ofrecerte... sólo quiero que te quedes conmigo, quiero protegerte, eres muy débil, cachorro... ¿En qué chingados estabas pensando cuando viniste a este lugar?

-¡No soy débil! -Trató de safarze de sus fuertes brazos, pero no lo consiguió -¡maldición!

-¿Lo ves? Jeje... oye, eres muy tierno, te ves muy lindo cuando te enojas...

-¡Callate! Grrrr... -aquellas palabras lo sonrojaron nuevamente.

-Eh, calma -le besó la frente -oye... ¿En qué piensas? Tu amiguito se ha despertado...

Ryan experimentaba una erección en esos momentos. Avergonzado se aferró a Leo, quien le acarició la espalda.

-Ryan Alexander Sparks, tengo quince años, no me gusta mi segundo nombre y yo... lo único que puedo ofrecerte... esto... soy yo...

-Hey, dicho así suena feo... ¿quieres... hacerlo, cachorrito? -le preguntó al oído.

-Sí... si quiero Leo...

-Muy bien jeje... ¿sabes? Nunca le he hecho el amor a alguien... será mi primera vez... siempre he tenido sexo, pero ahora... será diferente...

Leo acarició acarició su barbilla y le levantó suavemente la cabeza para darle un beso.