El Secreto de Tora - A Year of Tora

Story by Mastertuki on SoFurry

, , , , , ,

#20 of El Secreto de Tora

Leon no dejará que Bryce sea feliz... Nunca.


_ La nota del autor: _

Hacer una historia de una envergadura como lo está siendo El Secreto de Tora no es fácil, y muchos estaréis de acuerdo conmigo. Necesito concentración y mucho juego de ir probando que conversaciones quedan mejor, pues a la que escribo un cacho, si no me gusta como queda, es eliminado y reescrito. Además, tampoco estoy solo. Hay una persona a la que agradecer de corazón que tenga tanta paciencia conmigo y que os haga de frontera, pues el argumento es tan grande que suelo cometer algunos errores. Lizarman suele ser quien ve aquellas cosas que no me coinciden y me dan el toque, por lo que desde aquí le doy muchas gracias por su esfuerzo.

Hace cinco meses me vi apretado por los exámenes, hasta el punto en que tuve que dejar esta historia colgada o no avanzaba en mis estudios. Sin embargo, pasado este bache, ya podréis disfrutar de nuevo del argumento a partir de este capítulo 20, especial porque como veréis, está escrito desde el punto de vista de Bryce y presenta muchos giro argumentales.

Gracias por todo, y disculpad las molestias.

Master/Darkness

Hace 500 años, un grupo de científicos empezaron a investigar sobre una idea en mente: Conseguir que algunos animales tuvieran forma humana, y se comportaran como tal. Les serviría para probar medicamentos, medicinas en fase de pruebas, y mas torturas. El primer experimento comenzó a funcionar, y a pesar de que no se movía y seguía funcionando, se convirtió para los médicos en el llamado Pelz, que ahora reside en un museo de Alemania.

El experimento continuó progresando, y pronto, surgieron los primeros Antropomorfos. Con el tiempo, estos consiguieron ver la luz, pero la espécie humana no era capaz de aceptarlos. Poco a poco, su número se incrementó por todo el mundo, y finalmente llegó el momento clave...

La Guerra de Pelz, o la Guerra del Cambio

Fue una dura batalla entre humanos y Antropomorfos, de tal forma que ganaron estos últimos, y todos los líderes humanos fueron sacrificados. Sin embargo, estos aun mantienen en mente que siguen siendo experimentos, quizá fallidos por culpa de sus instintos, y se asquean y odian a los humanos por lo que són. Así hemos estado viviendo... Hasta ahora.

Mi nombre es Bryce y tengo 21 años. Antes era un humano, o eso creía, hasta que al final se me reveló la verdad.

Yo solamente trabajaba como Dorei, una especie de mayordomo para estudiantes, sin recordar apenas nada de lo que me ocurrió en el pasado. Me encontraron tirado en el suelo, o eso me contaron, y por mi aspecto, el director Carlos no paraba de maltratarme, hasta el punto de meterme a los peores amos que llegué a ver en mi vida.

Todo acabó, o quizá comenzó, en el momento en que conocí a Tora. Por alguna razón extraña, pasaba el tiempo, y me sentía cada vez atraído por él, hasta que finalmente acabó confesándome sus sentimientos. Con él conocí también al resto de los que formaban su equipo de baloncesto: Odayaka, una orca muy divertida y a la que hace poco descubrí que le daba lo mismo el sexo con tal de encontrar la felicidad, Shinke, un grifo histérico y capaz de tirarlo todo por la borda, Damaru, un dragón que falleció por motivos que no sabemos aun, y Baka, un oso que mas bien le costaba pillar las cosas.

Ese oso fue el que, sin darse cuenta, me reveló quien era. ¿Que tenía características de lobo? Porque yo antes era un lobo, en ese pasado que perdí sin saber porqué, y ahora me encontraba atrapado en el cuerpo de humano. Atacado por los esbirros de Carlos, fuí rescatado por Damaru y por Laura, y secuestrado mas tarde por Leon, el cual intentó matarme sin sentido.

Al volver a casa, empecé a vislumbrar unas sombras, y allá donde creía que iba a encontrar papeles, resultó que no había nada. Esa habitación misteriosa que hasta ahora me había dado dolores de cabeza ocultaba algo en su momento y ahora, no estaba. Acabamos yendo a un antiguo hogar en el que se suponía que viví con Tora hace mucho tiempo... Pero tampoco es que me acuerde mucho.

En un momento determinado, el medicamento que me tomaba se me acabó, y me ví obligado a adoptar la forma de lobo en un hospital, gracias al hermanastro de Ane, y a la sangre que me dio un amigo antiguo de Tora: Senko. Y así, se acabaron mis días como humano y empezaron mis días como híbrido.

Leon acecha contra mí... ¿Hasta donde voy a tener que llevar esta batalla?

Personajes Principales:

Bryce Qwolf Sawakenin: Un lobo de color azul a causa de su hibridración, un caso muy extraño en el mundo en el que vive. Bryce, como lobo que és, es energético, fuerte, valiente, y sobretodo, su corazón anda desbocado por su nóvio Tora. Sin embargo, a causa de los experimentos de su archienemigo Leon, ha perdido prácticamente gran parte de la memoria, que intenta recuperar.

Tora Tiger: Un tigre, próximo a ser jefe del clan de Oriente, y nóvio de Bryce. Es alguien que siempre se muestra con calma, y no es capaz de vivir sin saber que Bryce se encuentra bien en alguna parte del mundo. Su rapidez felina no tiene rival, aunque a pesar de su físico, mentalmente es muy propenso a los cambios de humor.

Shinke: Este grifo anda a veces despistado y es tan energético que pone histérico a cualquiera. Con el tiempo ha aprendido a moderarse y se ha vuelto más adulto, pero a veces es tan bocazas que darían ganas de dar el reino de cualquiera por una cuerda de amordazar. Y no va en broma.

Odayaka: El salido del grupo. Esta orca es un experto en baloncesto, y antaño era una estrella en este deporte, pero abandonó el equipo porque estaba cansado de la fama "regalada" a cambio de empezar una nueva vida, reformando el grupo en cuanto Bryce desapareció. Es un gran amigo de Tora, al que ayudó a salir de su drogadicción y sobretodo, al que intentó calmar cuando el tigre andaba en celo. Últimamente duda de su sexualidad.

Baka: El hermano de Shinke, Baka es un oso que le encanta jugar a baloncesto. Parece algo despistado, y fue el que desencadenó toda una série de circunstáncias en cuanto mencionó a Bryce que él fue en otra vida un lobo azul. Parece que experimenta un problema mental... Pero no se sabe cual.

Lizarman: Antaño era humano, pero algo ocurrió que hizo que se convirtiera en un lagarto antropomorfico. En parte odia su forma, en parte duda de si realmente la quiere y solo la rechaza por lo que és. Sea como sea, este reptil está dispuesto a llegar hasta el fondo del asunto con Bryce con tal de recuperar su vida anterior, aunque cada vez está menos seguro de querer volver a ser como antes.

Ane: Una coneja algo salida que perdió su virginidad relativamente pronto y quería casarse con su hermanastro en un futuro. Sin embargo, los papeles fueron denegados y no pudieron romper su lazo de hermanos legales, de tal forma que tuvieron que olvidar su relación. Ahora anda algo dubitativa con Uros, un lobo marrón que ha aparecido recientemente en su vida.

Uros: El lobo mentor de Bryce cuando era pequeño, y recientemente obligado a vigilarle de vez en cuando. Se preocupa mucho por él y lo sabe todo sobre su raza y sobre el clan al que pertenecen ambos, aunque desde que vio a Ane anda coladito por ella, hasta el punto en que la intimidad entre ellos dos llegó a su punto más álgido.

Rikai: La loba, madre de Bryce. Es retorcida, y muy fría, con planes que nunca han llegado a ver la luz, y parece dispuesta a saber que ocurrió con Laura y Damaru, muertos recientemente, y hasta donde quiere llegar Leon. Sabe más cosas de las que aparenta, tiene un trato desconocido con Senko, y vigila constantemente de que Tora cumpla su promesa de cuidar de Bryce.

Senko: Este tigre blanco pertenece al clan de Tora, y se siente atraido por él desde que eran pequeños, encontrando a Bryce como un rival duro de roer. Es algo frío, y no se sabe realmente sus intenciones reales, pero parece estar dispuesto a todo con tal de conseguir tener a Tora a su lado para siempre.

Stallion: Un caballo, un fiel servidor de Leon y le ayuda en todo lo que le pide. Hasta ahora, se sabe que lo hace en contra de su voluntad, o de lo contrario, su hija morirá por una extraña enfermedad que aparenta ser incurable. A pesar de eso, en el fondo no quiere hacer daño a Bryce.

Leon: Despiadado y frío, es un híbrido igual que Bryce, y mucho más enfermizo que este. No se sabe apenas nada, excepto que experimentó con el lobo azul hasta el punto en que le hizo daño, lo convirtió en un ser humano grácias a un medicamento, y le bloqueó parte de la memoria. Se desconoce, no obstante, los motivos por los cuales actua de esta forma.

Laura: La gata que se encargaba de manejar el grupo de los Fire Fasters antes de que este se disolviera. Su marido falleció, y hace poco lo hizo también ella, junto con Damaru, en extrañas circunstancias.

Damaru: Era un dragón verde que antaño traicionó a Bryce y causó que este tuviera que ceder ante Leon. Por alguna razón se suicidó delante de Tora, pero no se sabe por cual.

Capítulo 20: A Year of Tora

-Pues no hay ningún problema para que se inscriba, señor Bryce. -aunque se le entendía, lo cierto es que tenía que estar constantemente echándole imaginación al asunto. Así escrito queda muy bonito, pero realmente la ardilla, con aquellos denterratos en la boca le costaba un montón vocalizar, y mucho mas por lo tanto, que el resto de la gente le entendiera, ¿Como era posible que le hubieran elegido de rector?

Me rasqué un poco la oreja izquierda mientras veía como se dedicaba a ir metiendo datos en el ordenador, y aburrido, eché de nuevo un vistazo a la habitación donde nos encontrábamos. Nada más entrar por la puerta, uno podía ver un par de mesas delante de una mesa de mármol de forma ovalada, en el cual al otro lado había la mesa del director. El ordenador se encontraba en el lado izquierdo, y en el derecho, había cientos de papeles, seguramente de alumnos de la universidad aquella.

La descripción no acaba aquí. A mi izquierda tenía un mueble enorme que acaparaba toda la pared, quizá medía de altitud medio metro, y estaba dividido en tres partes, cada trozo con un enorme cajón clasificado de la A a la Z. Encima de ese mueble había cuadros de fotografías sujetados por marcos, y en la pared, otros cuadros colgados de diplomas distintos y algunos premios. A mi derecha había un armario lleno de trofeos, algunos estúpidos, otros realmente interesantes.

Volví la vista de nuevo a la ardilla, pensativo. Lo cierto es que esa universidad no me sonaba de nada, así que seguramente no debía de haber estado antes. Tora, obsesionado con tenerme protegido (Algo que últimamente empezaba a odiar de él) no me había dejado inscribirme en la universidad suya, y me había buscado otra, justo a la otra punta de la ciudad y bastante lejos de casa. ¿El motivo? Para que Leon no me tuviera a mano, aunque lo cierto es que pensé que aquello era una gran estupidez: Me podía pillar en cualquier momento en la calle, pero bueno...

El problema era, obviamente, que aquello no me iba a servir de mucho. Había perdido demasiado tiempo, y por ente, solo me podía inscribir en aquel curso para escuchar y aprender, pero poco mas. Tendría que esperar al año que viene para aprobar, y aunque eso me jodía... No había mas remedio. Cada vez que pensaba en eso, me entraban unas ganas de coger a cierto león y retorcerle el pescuezo...

-Ya está. -la ardilla sacó unos papeles impresos de la máquina y se giró hacia mí, mirándome con aquellos ojos enormes, capaces de atravesarle la mirada a cualquiera. Asintiendo, recogí los papeles con cuidado e hice lo que hace todo el mundo: Hacer ver que les estaba echando un vistazo. Después de aquel teatreo, me levanté, y le dí la mano al rector.

-Gracias, señor. -mencioné. -A partir de mañana, me verá por aquí.

-Tómate tu tiempo. -el recto me dio otro papel mas: Propaganda del universidad, cuyo interior parecía haber un mapa de colorines del edificio. -Te recomiendo que ahora te pasees un poco por ahí. Ya que eres un alumno nuevo, te será mas fácil para tí adaptarte si te das una vuelta.

-Lo haré. Gracias por su consejo.

Me dí la vuelta, recogiendo mi chaqueta gruesa, y caminé poco a poco hacia la puerta sin soltar ni los papeles ni el mapa. Una vez fuera, en el pasillo que daba al pátio, lo dejé todo en el suelo, y comencé a ponerme la prenda de ropa. Hacía mucho frío, pero tampoco me extrañaba. A diferencia de la universidad de Tora, aquella era muy vieja, y los pasillos daban al exterior, al patio central.

Era un edificio cuadricular que ocupaba dos manzanas. La primera era, obviamente, la universidad en sí, construido en el año 1680 y restaurado varias veces (Lo que mostraba la estructura arcaica del mismo). Nada más entrar llegabas a una sala de estar enorme, con un conserje a un lado que te indicaba en todo momento si por casualidad eras nuevo (A los otros pasaba de ellos). Luego dabas directamente al exterior: Unos pasillos que rodeaban todo el patio central en cuyo centro había una fuente preciosa con forma de mujer, algo que me sorprendió: ¿Una figura humana? Vaya... ¿Supo aguantar la batalla de hacía 250 años?

Para acceder a las clases, obviamente, cada pasillo tenía una serie de puertas de madera. No habían optado por el metal, quizá porque así aguantaban mas el calor interior. A medida que cogí los papeles, los doblaba y me los guardaba en el bolsillo, iba echando un ojo a donde me encontraba. De aquel pasillo, el lado izquierdo era una pared de pedruscos, pero el otro tenía unos lindos arcos con vistas al patio central, cubierto de césped y cuidado de forma muy cariñosa. Sí, todo eso eran pijadas, pero daban muy buena cara de vista a la escuela.

Cogí el mapa, y le eché un ojo, informándome mejor: Obviamente, la clase de gimnasia se encontraba justamente debajo del edificio, y por la forma, era inmensamente grande (¿Habían tenido cojones de taladrar el suelo con esta mole encima? ) Los vestuarios, pues, estaban en el otro lado. Y el hecho de que ocupara dos manzanas también tenía su explicación. A un extremo parecía que habían hecho un puente a partir del segundo piso (A saber si habían hecho un hueco en la pared, lo mas probable) que daba sin duda a la herbolaría, utilizada lo mas probable para las clases de biología... Y como no, eso debía de ser muchísimo mas reciente.

-¿Ya estás del todo, Bryce?

Me dí la vuelta mientras guardaba el mapa, buscando la localización de aquella voz. No era otra que la de Uros, que como no, me había acompañado hasta allí. Ya no había sido esta vez por recomendación de Tora, obviamente, si no básicamente porque su misión era esa. Uros era uno del clan de occidente, y en teoría, ambos nos conocíamos... O algo así. Lo cierto es que mentalmente no tenía muchos recuerdos, pero alguno que otro sí. Uros, a diferencia de mí, y supongo que igual que la mayoría del clan, tenía el pelaje marrón (O eso ví con anterioridad) y era algo mas alto que yo. Y sí, digo a diferencia de mí.

Yo soy Bryce, yo soy el híbrido, quizá de los pocos que existen de casos a la luz del día. Un pelaje negro de tono azulado, cantidad de pelo peinado hacia un lado, y una larga coleta que me llega hasta la rabadilla. Híbrido porque en realidad mi padre no era otro que un ser humano que por alguna razón u otra asesinó a una coneja y luego se suicidó delante mío, o eso es el recuerdo que yo tengo. ¿Y que diferencia tengo con un antro normal? Ni idea, quizá que tengo mas control sobre mi mismo, o que soy muy energético, aunque eso tendría que ser típico de un canino.

-Sí. -le dije mientras avanzaba hacia él medio sonriente. -Aunque no voy a poder hacer mis pinitos, al menos estaré de oyente. Menos es nada, ¿no?

Uros hizo una leve mueca de "Bueno" aunque tenía bien claro que a él tanto se le daba el asunto ese. Al igual que el resto del clan, no había recibido una educación que se puede decir "normal"... Bueno, de universidad, colegio, o lo que sea. Mas bien fue educado para pelear... Y para leer, pero no para nada más. Y aun así, de ignorante nada, el tío era la repera deduciendo cosas, o conocimientos de naturaleza.

-Pero progresarás, ya verás. -dijo Uros, mientras ambos íbamos caminando por el pasillo. Nuestra ropa no nos hacía destacar demasiado del resto del entorno azulado donde nos encontrábamos: Yo con una chaqueta azul claro, mientras que Uros mas bien la tenía oscura... O eso veían mis ojos. -Tengo que informar al clan de tu progreso, seguro que se pondrá contento.

-El clan de occidente... ¿Sabe que estoy vivo?

-Si. -Uros sacó un teléfono móvil, y me lo señaló, dejándome perplejo, no por el asunto en sí, si no mas bien por el hecho de saber utilizar un aparato de esos. Bueno, en cierta forma en el clan no sabía hasta donde habían llegado tecnológicamente, pero si que se esforzaban en avanzar. Una de esas razones era mi existencia, es decir, yo era considerado un buen paso hacia el avance y el progreso. Sí, hijos, sí, me consideraban un objeto... Creo.

Lo cierto es que, la verdad, no creo que fuera cierto. Por lo que recordaba, el jefe del clan era un lobo bastante viejo que a pesar de su mala gaita siempre acabó cogiéndome cariño, no se si porque no tenía padre, porque era débil, o vete a saber que. También recordaba algo, y es que en el clan, el resto también me tenía tanto cariño, y me sobre protegían tanto, que al final acabé cansándome.

Los clanes en el mundo son bastante complicados de explicar.

Tras la guerra y todo, se formaron tres clanes diferentes, que se independizaron de toda evolución antropomórfica. Mientras que los últimos continuaron como los humanos, estos primeros se estancaron con tal de conseguir la paz, aunque a la larga se convirtieron en algo así como mercenarios. Durante muchos años existieron bastantes, pero actualmente solo aguantan tres: El clan de oriente, el clan de occidente, y el clan del sol naciente.

El clan de oriente se sitúa no muy lejos de aquí, pero escondidos en un extenso e inmenso bosque. Tora, mi novio, es el sucesor de este clan, es decir, su jefe, pero tras la renuncia, ahora lo mantiene otro que teóricamente no lo és. Está completamente formado de tigres, y realmente, van muy atrasados, aunque Uros me contó que ahora se esfuerzan por avanzar.

El clan de occidente es de donde vengo yo, pero a diferencia de Tora no soy ni sucesor ni nada, solo una pieza mas del ajedrez, aunque para muchos demasiado querida, algo que realmente he llegado a detestar. No conozco a nadie, y al vivir por Europa, me es imposible recordar bien bien donde se encuentran. Y del que menos sé, obviamente, es del clan del sol naciente.

Tora es, obviamente, la persona a la que mas amo.

Es un tigre antro puro, con un corazón de oro, y con demasiadas ganas de protegerme. Es bastante pasivo, aunque el físico mas bien denote lo contrario, pero a mi lado, se mueve muy poco. ¿Sabéis que me tuvo cocinando para él durante tres meses? Sí, nos conocimos cuando yo era un Dorei y no me acordaba de nada. No recordaba mis amigos, mi pasado, mi historia, mi lugar... Pero si a él. Así fue como le conocí, e igualmente, de esta forma conocí a Leon.

Leon es, hasta ahora, la persona que intenta matarme. Me transformó en humano tras sus experimentos, y de no haber sido por médicos y suerte, ahora mismo estaría muerto. Sin embargo, sigue intentándolo... Con Stallion, su mano derecha, obligado a servirle o de lo contrario, su hija morirá. Ambos son personas que atentan contra mi vida... Aunque debo admitir que por Stallion siento cierta compasión.

-Quieto.

Uros me detuvo al momento con un brazo, mientras miraba hacia adelante. Obviamente, le obedecí, pero... ¿Porqué quieto? ¿Que pasaba? Eché un ojo a Uros, sorprendido, el cual continuaba quieto durante un buen rato, y finalmente, empecé a mirar hacia atrás... Momento en que finalmente descubrí que era lo que estaba pasando. Tras nosotros había alguien que no pude distinguir, pues rápidamente echó a correr en dirección contraria, torciendo una esquina, y desapareciendo.

-Mhhhh... ¿Quien será? -dijo Uros. Su respuesta, sin embargo, se la iba a encontrar pronto. Soltándome de él, me dí la vuelta, y eché a correr en dirección hacia donde se había escondido la figura en sí. Continué avanzando tanto como podía mi cuerpo, lo cual, hay que admitir que tampoco es moco de pavo, pues a los cinco segundos ya estaba al otro lado del pasillo, torciendo la esquina, y avanzando en dirección a la figura.

Era un lobo, o eso pude averiguar por su espalda. No tardé demasiado en alcanzarle y al tocarle el hombro, noté como este se deshacía de mí y se giraba, deteniéndose, y mirándome de arriba a abajo con la respiración agitada. No, no me había equivocado, se trataba de un lobo muy joven, a decir verdad, mas que yo y todo, y por el rostro que estaba poniendo, parecía algo sorprendido, o incluso, con miedo.

-Perdona... -dijo el lobo, llevándose una mano a la cabeza. -No era mi intención espiarte... Yo...

-Tranquilo. -contesté, cruzándome de brazos, y echándome a reir. Joder, por un momento había pensado que era otro problema mas. -La culpa ha sido mía, no... No tendría que haber echado a correr de ese modo. -me disculpé. -Pero ¿Porqué lo hacías?

-Uh... Bueno... Yo pasaba por aquí y... Te he visto. -mencionó, arqueando una ceja. Luego, alzó el pecho un poco, como cogiendo aire, y añadió: -Tu eres Bryce, ¿No es así?

Me quedé perplejo ante la revelación que se habría ante mí. ¿Como? Un momento, ¿Como podía saber ese quien era?

-Yo veía tus partidos de baloncesto, junto con el resto, los Fire Fasters. -sus ojos brillaron de ilusión ante los comentarios. -Eres él, ¿no? El lobo azul, el híbrido... El conocido híbrido que nunca presentó problemas médicos, ¿no?

-Ehhh... Bueno...

-Si. -Uros no tardó en venir, o eso me indicó su voz a mi espalda. Me giré un momento para verle, su rostro serio y sus ojos mirando al otro lobo directamente, haciendo que este agachara las orejas y la cola en señal de sumisión. Nunca había pensado que Uros realmente transmitiera esa sensación... O eso, o es que conmigo no lo lograba.

-Ya,... Bueno...

-Él es Bryce. -contestó Uros. Luego alzó el brazo, y añadió: -Y yo soy Uros, el encargado de cuidar de él hasta que sus padres vuelvan. ¿Que tal?

-Ah, bueno... -ese gesto no pasó desapercibido ante mí. Estaba claro que estaba forzando al otro lobo a presentarse, seguramente para evitar problemas y disgustos a posteriori. Ví como el lobo le tendía la mano también, estrechándola, y finalmente, añadió: -Yo soy Martin... Encantado de conocerle.

-Bien, Martin... Bryce tiene que darse un paseo por la universidad, mañana empezará las clases. -le dijo, señalándome. -Os dejo a los dos, tengo que ir a ver a Ane, cosas de amigos. ¿Tu puedes cuidar de él durante un rato?

-Uros. -protesté. -No soy ningún niño.

-No, eres una cría para mí. -me espetó ante la cara, frunciendo el ceño. -Y te recuerdo que no estas precisamente para ir por campos de rositas. En fin, te lo dejo al cargo, y tu -dijo, tocándome la frente con un dedo. -Pórtate bien.

Como odiaba ese comportamiento en él, idéntico al de Tora, con la diferencia de que al menos me otorgaba de vez en cuando cierta libertad, pero aun así, tratándome como un crío. Suspiré, moviendo la cola de un lado a otro, mientras intentaba calmarme. Ambs reacciones me ponían de los nervios, y ciertamente, tampoco era de extrañar: Me tenían como en cajas de cristal... ¿Que les pasaba? ¿Es que se pensaban que era inválido? Volví mi vista a Martín, que parecía aun ilusionado con verme, y al final, sonrió:

-Bueno... -empezó a decirme. -Esto... Un placer conocerte... Dios, nunca pensé que tendría la oportunidad de encontrarme con alguien como tú. Que... ¿Que pasó? ¿Porque desapareciste? De repente, nadie supo del legendario rayo azul del baloncesto. Prometías mucho... ¿Que te pasó?

Prometía mucho... Una oleada de recuerdos me azotó la mente, provocándose un dolor de cabeza como los que solía tener por costumbre. Sí, una estrella del baloncesto para la categoría en la que me encontraba, y sí, prometía bastante. Así me llamaban, el rayo azul, seguramente por la velocidad... Comencé a recordar varios partidos de baloncesto en los que llegué a jugar alguna vez, al lado de Tora, Shinke el grifo, Baka el oso, y Damaru el dragón, mientras que nuestra entrenadora, Laura, nos iba gritando y animando. Recordaba lo bien que nos sincronizábamos mientras que las gradas, llenas, nos gritaban y nos daban fuerzas. A veces miraba para saludar, para buscar una imagen perdida... Buscaba a mi padre.

¿Estuvo mi padre ahí, o eran imaginaciones mías?

-¿Bryce?

-... -volví de mis recuerdos a la realidad, mirando un momento a Martin y finalmente asintiendo. Sí, ese fuí... Pero como de costumbre, no podía lograr que fueran mios esos recuerdos. Nuevamente, la sensación quedaba lejos, muy lejos, eran de otra persona, de otro ser, como si nunca los llegara a vivir. Me daba una sensación de impoténcia absoluta y bestial, como si nunca lograra recuperar mi antiguo yo... Y estaba muy seguro que no lo haría, algo que me daba mucho miedo.

-Sí, sigo aquí, jejeje. -dije sonriendo.

-¡Genial! Oye... ¿Te importa que te presente a mis compañeros? Deben de estar ahora en el vestuario... ¡Sígueme!

-¡Ei, espera...!

Pero de nada sirvió decirle que se detuviera. Echó a correr cogiéndome del brazo y estirando de mí, recorriendo lo que quedaba del pasillo y empezando a bajar las escaleras. No tardamos en pasar por al lado de una pared con barras de madera, al otro lado del cual había una pista de baloncesto enorme, aunque también debía de usarse para gimnasia. El muchacho continuó estirando de mí hasta que, finalmente, se detuvo. Me soltó, abriendo una puerta que teníamos delante y que ponía "chicos" y me metió de un empujón.

Vale, lo que voy a contar a continuación va a matar a mas de uno. De repente me encontré en unos vestuarios, de chicos, llenos de razas de todo tipo... Desnudos. Recuerdo que cuando entré me quedé de piedra al ver el espectáculo, y como no, mirándome ellos a mí, sorprendidos, no se si por pudor o que coño, pero tragué saliva hasta que finalmente me dí cuenta del espectáculo que se estaba organizando ahí.

-Es... ¡Tios, es Bryce! -exclamó una jirafa.

Y ahí vino la segunda parte. Todos los tíos en bolas acercándose a mi apresuraramente para tocarme, empujarme... Y abrazarme. Parte del pelaje de mi rostro comenzó a coger un tono rojizo, una cualidad que siempre había sorprendido a Tora: La capacidad de cambiar el tono de color de mis mejillas. En cuanto miré a Martin, y este se dio cuenta del error, rápidamente tiró de mí al momento y me sacó fuera, cerrándome con la puerta de las narices, y quedándome solo.

-Dios... -suspiré, mientras me llevaba una mano al pecho, cogiendo aire. No, no me había excitado, pero había pasado el peor bochorno de mi vida, algo que nunca pensé que me pasaría. Mientras recuperaba aire, comencé a escuchar voces al otro lado, Martin intentando calmarlos, y finalmente, el mismo lobo salió, sonriendo de forma avergonzada.

-Perdona... Pensaba que ya estarían vestidos. -me explicó. -Lo... Lo siento mucho.

-No... Tranquilo... No pasa nada... -"Pero como Tora se entere, me raja de arriba a abajo." pensé, agachando las orejas solo de imaginármelo. Tora no es que fuera muy celoso, pero todo tenía su límite, y depende de quien se lo explicara y como, aquello podía interpretarlo de una forma u otra. Miré a Martin, torciendo una leve sonrisa, y finalmente, añadí: -Pero... Son simpáticos, si...

"De alguien que NO es el Bryce que era antes" pensé mientras me ponía el pelaje en su sítio y le miraba un momento.

-Bueno... Esto... ¿Quieres que te enseñe la universidad? Aunque no hay mucho que enseñar, esta todo en el mapa... Mhhhh... ¡Ya sé! Espera, me voy un momento y vuelvo. Tú espérame aquí... Mhhh... ¿Vale?

-¡Ei, pero...!

Tarde de nuevo. Martin había echado a correr otra vez, subiendo las escaleras, y dejándome solo allí otra vez. No había nada que hacer, me tocaba esperar, porque tampoco podía dejar colgado a un compañero y que cuando volviera, descubriera que no estaba allí. Además, parecía bastante ilusionado, igual que el resto... Pero por desgrácia, las apariencias engañaban.

"Todo el mundo se piensa que soy el mismo de antes... Que asco me está cogiendo la situación." -pensé, mientras me abrazaba a mi mismo, pensativo. Todos aquellos recuerdos, todas aquellas cosas... No me pertenecían en absoluto, eran méritos de otro que había muerto y que había transmitido sus recuerdos a mi mente, pero nada de nada. Era... Era como... Felicitarme por cosas que yo no había hecho en absoluto. Y me sentía ignorado, solo, porque siempre me trataban como si hubiera vivido todo aquello.

Un sonido familiar me sacó de mis ensoñaciones: El sonido de una pelota de baloncesto botando desde el mismo punto. Alcé la cabeza un momento hacia la pista, mirando a través de las rendijas de las espalderas, intentando recordar si antes había visto a alguien con una pelota de baloncesto. No, no había visto a nadie, y sin embargo, ahora podía distinguir una figura en el centro, erecta, botando una pelota.

Me alcé y comencé a caminar en dirección hacia la pista, entre el hueco que había entre las dos espalderas para ver mejor quien era. No sabía porqué, pero me resultaba tremendamente familiar la figura, pero no lograba distinguirla porque gran parte de ella se encontraba entre las barras de las respalderas. En cuanto logré alcanzar el punto donde se podía entrar, me detuve un momento, mirando.

La figura que estaba en el centro era un lobo... Azul... Musculoso... Y con la vista cerrada. Tenía el pelo justo en el lado contrario al mio, y parecía cansado, muy pero que muy cansado. Continuaba botando la pelota, sin cesar, y sin apenas dedicarme una mirada. En cuanto puse un pié en la pista, de repente se movió y echó a correr hacia un lado, dando un tremendo salto, y encestando la pelota en una canasta.

La bola calló al suelo, con un gran estruendo, y me quedé unos segundos mirándola, pensativo. Luego, volví la vista hacia el resto de la sala, pero donde antes estaba el lobo azul, ahora no había nada. Solamente la bola, nada mas, como si no hubiera ocurrido... Algo asustado, pero muerto de curiosidad, comencé a avanzar en dirección hacia la pelota de baloncesto, la cual cogí entre las manos, y la observé unos segundos. En ella, estaba inscrita las palabras "Fire Fasters", el equipo de baloncesto al cual pertenecí durante un tiempo...

-Eramos los mejores.

Giré mi miraba a un lado, donde volví a encontrarme a aquel lobo. Ahora, con los ojos abiertos, y sentado en un taburete como estaba ahora, recordé perfectamente quien era. Era yo mismo, era yo... O fuí yo. El Bryce que conoció Tora en sus momentos... Me miraba, fijamente, pero en su mirada podía ver una tristeza absoluta, la misma tristeza que ví en su momento muchos meses atrás, en otro sueño.

-¿Sabes lo que es oir las gradas gritar tu nombre? -me preguntó. -Es... Como si te inyectaran adrenalina en las venas y sintieras ganas de continuar. Tienes... La oportunidad de tu vida. Eres híbrido, y no solo no tienes defectos, si no que además tienes el apoyo de mucha gente. Tienes un nóvio que te quiere, unos amigos que se divierten contigo, un público que te ama... Yo... Lo tenía todo...

Se miró las zarpas un momento, de forma muy triste, y tragué saliva al sentir también esa misma tristeza en mi pecho. No era un sentimiento de haberlo perdido todo, era un sentimiento de culpabilidad, de eterna culpabilidad. Continuaba con la pelota entre las manos, apretándola, con miedo a perdería.

-Nunca te das cuenta de lo que tienes... Hasta que lo has perdido. -mencionó el otro lobo, agachando la cabeza. -Yo tuve la oportunidad de mi vida... Y la eché por la borda. Me lo creí, creí ser el mejor en todo... Y ese... Fue mi error. Y por culpa de mi error, la gente perdió lo que mas le animaba.

-No te entiendo...

-Yo sí me entiendo. -contestó el otro. -Era el ejemplo perfecto de que no hay diferencia entre humanidad y antropomorfo. Ni una. Tu y yo somos el ejemplo de que dos mundos diferentes pueden convivir, que no tienen que luchar contra su instinto, tienen que aceptarlo. Tu lo has deducido muy bien hasta ahora, ya no son experimentos. Yo estuve así... De ganar la copa que nos daría el salto... Que demostraría a mucha gente que ser humano también tiene sus defectos...

-...

-Ei... ¿Porqué no pruebas? -me dijo de repente, mostrándome una sonrisa. -Intenta encestarla, venga.

-No... Yo no se...

-¿Como que no? ¡Oh, vamos! ¿Ya te rindes? ¡Ni siquiera lo probaste! -exclamó, cruzándose de brazos. -Esfuérzate un poco, al menos. No pierdes nada por intentarlo.

Miré un momento la cesta, y suspiré. No me encontraba con fuerzas de hacerlo, sinceramente, no me veía con la capacidad de poder acertar, era imposible. Estaba lejos, muy lejos, muy lejos del objetivo que quería conseguir.

-Está muy alta... -mencioné.

-Bueno, hasta ahora tampoco te ha preocupado eso de "Que lejos está lo que quiero conseguir", ¿no? -dijo. -Te confunden, Bryce, conmigo. Pero tu y yo somos iguales... Somos la misma persona. No hay diferencia, excepto en la amnesia temporal que estas sufriendo en estos momentos. Pero...

-¿Pero que? -le dije, mirándole algo cabreado. -Tu y yo no somos la misma persona. Si eso fuera así, Tora no... No estaría siempre encabezonado en el pasado, viviría el presente, ¡Como hago yo! -exclamé, tirando la pelota al suelo, cabreado. -Yo no quiero ser tu, Bryce. Es mi vida, es mi forma de ser... Tu ya tuviste tu oportunidad, ¿Porqué no te largas con tus recuerdos y me dejas en paz?

El otro Bryce se mantuvo unos instantes mirándome a mí de forma seria, calculada, y finalmente, le dió por levantarse del taburete, llevándose las manos a los bolsillos. Parecía bastante decepcionado con mi reacción, y lo sabía porque también podía sentirlo. Joder, ¿Porqué no se largaba de mis emociones y me dejaba en paz?

-Cuanto mas niegues quien eres tú, mas tiempo te incordiaré. -me dijo, de repente. -Te dolerá, cada vez te dolerá mas, y lo perderás todo, igual que lo perdí yo. Perderás a tu novio, a tus amigos... No servirán de nada mis últimos esfuerzos por permanecer con vida, porque Leon saldrá ganando... Haz lo que te de la gana, Bryce... Pensaba que lo entenderías... Pero veo que no eres capaz de darte cuenta que por mucho que lo niegues, vas a tener que aceptarme, que aceptarte, de hecho... Que asimilar esos recuerdos. Y ahora... Despierta.

Abrí los ojos de repente, con la respiración agitada, y temblando de frío. Miré a mi alrededor de repente, intentando situarme. Me encontraba en el pasillo de antes, pero sentado en un rincón, acurrucado, y algo helado. Delante mio se encontraba Martin, con una pelota de baloncesto debajo de un brazo, y mirandome sorprendido.

-¿Te encuentras bien? -me preguntó. -Te has dormido...

-Uh... Sí... Si, es que no he dormido mucho. -dije, mirándole un rato, y sonriendo luego. -Perdona... Ya me levanto. -eso fue lo que hice, no tardé demasiado en incorporarme y estirar la espalda, para volver la vista a la pista. ¿Había sido un sueño? Sí, pero tremendamente real por lo visto. Bostezando, me rasqué un poco la cabeza, y volví a mirar a Martin, que parecía emocionado con algo.

-Mira lo que traigo. -dijo, enseñándome la bola de baloncesto. -No se si después de tanto tiempo querrás jugar... ¿Si?

-Ah... Err... Bueno...

Miré un momento la pelota, hastiado. ¿Se me hacía repetitivo o eso ya lo había vivido antes? ¿No había dicho "antes" que no? Miré un momento a Martin, a punto de de negarme, pero después, me lo pensé mejor. El muchacho tenía la ilusión en los ojos, seguía confundiéndome, pero no me veía con el corazón de negarme a echar una partida.

"Lo perderé todo..." -pensé, mientras cogía la pelota, y volvía a mirar al muchacho.

-Bueno... Pero ya no creo que recuerde ni la mitad. -le dije mientras le miraba a los ojos. Ni eso sirvió para que el chico echara a correr hacia el hueco que permitía entrar en la pista de gimnasia y se quedara allí, esperándome. Suspiré de resignación, y avancé poco a poco hasta el lugar con el que antes había soñado, con la pelota entre las zarpas, pensativo.

-Venga, va, un dos a dos. -comentó Martin emocionado. No me dio tiempo a ver como se abalanzaba contra mí y me quitaba la pelota, echando a correr hacia la canasta. Me quedé atontado, viendo como me marcaba un 2 a cero y se me quedaba mirando con cara de resignación. -Oye... Eso ha sido muy fácil. Puedes hacerlo mejor, lo sé. Vamos... No tengas miedo de ganarme.

¿Ganarle? Cogí la pelota que le lanzaba, y eché a correr hacia él. En cuanto estuvo cerca del muchacho, se apartó hacia un lado, dando esquinazo a Martín, y marcando otro tanto. Ahora estaban empatados, o mejor dicho, como si ninguno hubiera empezado.

-¡Bien! -Martin se puso a la defensiva y se lanzó a por Bryce, momento en que comenzó todo. Bryce volvió a girar sobre si mismo, dándole esquinazo a Martín otra vez, y se lanzó a por la canasta, aunque un intento de de Martin le detuvo para hacer otra cosa. Con el paso del tiempo, fue cogiéndole el tranquilo, de tal forma que poco a poco la cosa se fue animando.

-¡Jajaja! -me lo estaba pasando bomba, y el juego cada vez se iba poniendo mas interesante. A poco tiempo, le había cogido el truco y ya no tardé en hacer bastantes movimientos que consideraba no haber recordado ni entrenado nunca. Lo disfrutaba, me encantaba moverme de esa forma, y llegó el punto en que me olvidé de si ganaba o perdía, solamente, me divertía jugando con el lobo.

Al poco tiempo, ví que sus compañeros estaban mirando por las rejillas, pero tampoco me concentraba en eso. Solamente seguía jugando, y con rato, el tiempo fue pasando: Una hora, dos horas, tres horas... Hasta que al final, mis piernas empezaron a ceder. Echaba vaho por la boca de lo agotado que estaba, y el otro lobo, estaba igual que yo.

-Vale... Consideremos esto un empate... -le sugerí. Sin embargo, Martín permaneció sonriente, y se llevó una mano a la cabeza. Era increíble, pero con él, me estaba sintiendo mejor... ¿O había sido el pedazo de partidazo que se habían pegado lo que le hacía que el corazón le latiera tan deprisa. No lo sabía, pero al menos era como si todos los problemas se hubieran acabado de repente, como si no hubiera nada que hacer ni nada de lo que preocuparse.

-No... Consideremos otro día una revancha. -propuso. -Mañana, a las seis... ¿Te parece bien?

-¡Vale! -exclamé, sin dudarlo un segundo. Pero... ¿Que carajo me estaba ocurriendo?

Me sentía tan bien y mal a la vez...

La ducha que me pegué me refrescó las ideas, aunque la faena fue mía conseguir ropa nueva. Martin me ofreció ropa de gimnasia limpia de la universidad, sugiriéndome que si lo devolvía mañana, nadie se daría cuenta de una prenda de ropa desaparecida. No tenía remedio, pues vestirme otra vez con una camiseta sudada no tenía demasiado sentido, a decir verdad.

Salí a la calle en cuando me despedí del lobo, el cual había echado a correr todo ilusionado. Me extrañaba, me sentía mal, ese muchacho había jugado con alguien que no creía que era él. Yo no era el anterior Bryce pero... Había sabido jugar a baloncesto. Había podido... Jugar, sin fallar, acertando de lleno, esquivando... Y lo disfrutaba, como si lo supiera de por vida.

Empecé a andar en dirección a casa, con un ligero malestar de cabeza constante, seguramente producto del cansancio. Sentía el corazón palpitarme en mi cerebro aun después de la hora de descanso y la ducha pegada,con lo cual, aun me hacía sentirme mas nervioso, y dudando de si ir al hospital a que me echaran un vistazo. Quizá el cambio no me había hecho nada bien, y ahora, estaba sintiendo las consecuencias.

-¡Bryce! ¡¿Que estas haciendo?!

Alguien me llamó detrás de mí. Me volví un momento, para buscar la procedencia de aquella voz que no me sonaba en absoluto. Un par de humanos, la mayoría antros... Dioses, no, ese humano me era terriblemente familiar.

Estaba a unos pasos de mí, y tenía el pelo rubio, casi largo. Vestía con una camiseta rasgada y gastada, como si hubiera pasado años vestido con esa ropa. Los pantalones estaba sucios, raídos y las mangas, completamente rasgadas hasta el codo. Tenía una barba de hace muchísimo tiempo, y bastantes cicatrices por todos lados.

-¡Vuelve a casa! ¡¿Como puedes ser tan confiado?! ¡Siempre fuiste un niño débil! ¡Siempre tienes que andar con chorradas de...!

La cabeza empezó a dolerme cada vez mas, sentía como si me apretaran el cerebro, como si una máquina empezara a hincharme la cabeza de aire y por contra, mi mente se estuviera haciendo cada vez mas pequeña. El dolor fue a tanto que empezó a gritar, llevándome las manos a la cabeza, mientras lloraba. Dioses, me dolía, me dolía ubn montón, sentía como si me fuera a rebentar, como si estuviera a punto de estallar.

Recuerdo que caí al suelo de espaldas pero nunca llegué a notar el suelo. Alguien me recogió a tiempo, supongo, ayudándome, metiéndome algo en la boca y luego un líquido. Tragué sin pensarlo, a ver si con aquello se me pasaba, mientras lloraba de dolor. Los minutos se me hacían horas, y para añadir el problema, un pitido de fondo me iba taladrando el cerebro.

-Bryce... ¿Estas bien?

El dolor fue cesando a medida que iba recuperando poco a poco y sentía como, fuera lo que fuera lo que me habían dado, me iba haciendo efecto. Alcé la vista y ví un pico, y luego, todo un seguido de pelaje marrón (O eso recordaba de antes), casi de león. La voz también me sonaba, así como los brazos que me estaban recogiendo... Era Shinke.

-Shinke... -susurré. -Me incorporé, viendo a un montón de antros alrededor de mi haciéndose preguntas y señalándome. Un niño empezó a hablar sobre el color de mi pelaje, lo que me recordó que seguramente debían de estar hablando de mi mestizaje. Me incorporé muy rápido, aunque me tambaleé al no sentir el punto de gravedad, y Shinke me cogió en el aire, ayudándome a incorporarme.

-He llegado a tiempo. -el grifo pasó un hombro por debajo de mis brazos, y empezó a conducirme, mientras apartaba a la gente y me miraba de forma asustada. -Menos mal. Tora me lanzó de cabeza a buscarte en cuanto Uros nos llamó diciendo que te había dejado en la universidad solo...

-¿Otra vez preocupándose exageradamente por mí? -sin embargo, no estaba de humor para muchas ostias. -Da lo mismo... ¿Que coño me has dado?

-Agua. Te he sujetado la lengua, no fuera que te la tragaras. -contestó el grifo mientras avanzaba. -Vamos, iremos al bar de Anne. Allí podremos tu y yo hablar tranquilamente mientras llamo a Tora y le digo que pase a recogerte. ¿Que coño te ha ocurrido?

-No lo sé. De repente me ha dolido la cabeza y demás y... Creo que he recordado algo, pero no se... Mi padre...

-Ui...

-Shinke... Mi padre... ¿como...?

-Siempre nos decías que nunca pudiste creer que él fuera un asesino. -Shinke suspiró, como resignándose a contar algo que en teoría no debería de estar haciendo. Lo cierto es que poco me importaba su opinión, puesto que lo que quería era eso, la verdad al fin y al cabo. -Nos dijiste que era alguien bastante tozudo, intentando sacar todo lo mejor de tí mismo. Alguien reglamentario, pero que en el fondo te quería,a aunque a veces te metía una broncas de campeonato.

-Uffff...

-No lo recuerdas, ¿Verdad?

-No... ¿Eso es malo?

-No... Creo. -continuamos avanzando por una calle, con su ayuda, y mientras tanto intenté recordar algo de aquel momento. Sin embargo, mi pasado continuaba cerrado, como un portal que se negaba a abrir de cualquier modo. Recordaba, tenía visiones, sueños, pero nunca lograba ver la verdad. Y me estaba hartando...

Pero no sabía si de verdad aquello ocultaba algo bueno o malo.

-Así que viste a tu padre en l calle...

Me sirvió un plato con un cruasant, un vaso de leche, y unas cuantas galletas, juntamente con un sobre de azúcar, lo que normalmente te sirven en los bares de toda la vida. Sonreí a modo de agradecimiento a Shinke y mas tarde, cogí el cruasant y lo partí, majándolo en la leche. Siempre me había gustado hacer aquello, aunque ahora tenía que ir con mas cuidado: El pelaje, si se me mojaba de leche, luego se iba a secar y la faena iba a ser mía limpiarlo.

-Ya sabes, veo alucinaciones. -mordisqueé un poco a modo de comprobar el gusto, y esbocé una suave sonrisa para demostrarle a Shinke que no pasaba nada. -Es normal, el hermanastro de Ane me lo dijo una vez, que a partir de ahor,a quizá recuerdos del pasado se me iban a manifestar de esta forma. Lo jodido es que encima me duele la cabeza...

El hermanastro de Ane. Por lo que tenía entendido, ella y él no eran hermanos de sangre, pero sin embargo, se habían querido hasta hace relativamente poco, cuando de repente cortaron porque era imposible erradicar los papeles que les ponían como tal. Desde entonces, había perdido la pista tanto del hermanastro como el de Ane en cuanto a relación se consideraba.

No se cuantas veces había ido ya al hospital desde la transformación a mi forma real. Me hacían escáneres de vez en cuando a mi cerebro para ver como respondía al tratamiento de ahora. Por el momento, parecía que todo iba bien y que poco a poco iba a recuperar la normalidad. Sin embargo, no todo estaba dicho: No me gustaba la idea de no poder hacer los recuerdos mios.

-Eso es precisamente lo que no me gusta... -Shinke suspiró y miró hacia adelante. -Pero en fin, son cosas que hay que asumir. Aunque me sabe mal que te duela tanto la cabeza constantemente.

-Bueno... Oye, ¿Esa no es Ane?

Sí, había acertado. La coneja que había al fondo sirviendo comida y demás era Ane. Desde que habíamos coincidido, me tenía mucha rabia, básicamente porque en el pasado teóricamente mi padre mató a su madre, y ahora me relacionaba con él, diciendo que al ser de la misma sangre, eramos iguales. Hacía tiempo que había dejado de matarme con el tema viendo que se negaba a escuchar mis súplicas por darme una oportunidad, por lo que al verla acercarse, agaché la cabeza y seguí comiendo, pasandon completamente de ella.

-Vaya... Bryce, ¿Que haces tu aquí? -me dijo. -¿Y Shinke? ¿Habéis decidido hacer una reunión?

-Más o menos. -respondió el grifo tranquilamente sin dejar de mirarla como sorprendido. -En realidad, le encontré medio desmayado en la calle, así que lo he traido aquí para que se airee un poco. Ponme un Cuba Libre, ya sabes. Con muuucho hielo.

-Está bien. -Ane se volvió a mí, momento en que su expresión facial cambió de ser la simpática de toda la vida, a mostrarme una mirada asesina oculta entre otra ciertamente irónica. Por una parte, quería demostrarme que seguía sin estar muy de acuerdo conmigo, algo normal. Por otra parte, tampoco quería demostrar su ira delante de Shinke, completamente ilógico cuando todos sabíamos que ella me odiaba.

Me odiaba... Porque mi padre mató a su madre... Si, eso lo he dicho, pero...

-Estoy esperando. -su voz retumbó en mi cabeza, la cual empezaba a doler de nuevo. -¿O te piensas que lo voy a adivinar a la primera?

-Mhhhh...

Me relajé, intentando vaciar mi mente de nuevo, procurando que el dolor se aliviara. No era orgánico, era un dolor más bien psicológico, una ráfaga de recuerdos nuevos que llegaban constantemente por alguna cosa u otra. Sin aquella medicación, toda palabra, todo objeto que me relacionara con lo que hice en otra vida, me devolvía parte de lo que ya sabía.

Me centré en lo que me pidió Ane, abriendo los ojos de nuevo y mirándola otra vez. Sin embargo, rápidamente enfoqué mi vista en cualquier otro lugar, haciéndome el despistado. Era ella, o algo de su forma de hablar, de sus palabras, lo que fuera, que me provocaba aquella reacción en aquel mismo instante. Y sinceramente, no habían ganas. Dolía demasiado.

-Una botella de agua.

-Marchando.

Agradecí que se largara en aquel mismo momento, pues la presión minvó a la vez, permitiéndome relajarme y centrarme de nuevo. Shinke, que había estado observándome todo el rato, o eso parecía, me miraba sorprendido, seguramente extrañado ante las reacciones que tenía.

-¿Más dolores de cabeza? -me preguntó al final. Suspiré largamente, limitándome a asentir con la cabeza y con los brazos cruzados, me apoyé en la barra donde nos encontrábamos cerca sentados él y yo. El grifo volteó un poco la cabeza para verme mejor aunque yo tuviera la cabeza inclinada hacia el suelo, y torció lo que creo que fue una sonrisa. -Deberías permitirlos. -me recomendó. -Es la única forma de que recuperes la memoria.

-No es tan fácil, Shinke. -no, no lo era. Básicamente porque no quería tener en mi mente puros Stick Stack. -¿Los recuperaré? Seguramente la mayoría, sí, es posible. Solo están atascados, a la espera de que alguien los recupere... Pero yo no soy el de antes. Tú en realidad no me conoces.

Aquellas palabras supongo que le sentaron como una dinamita al pobre antropomorfo, pero eran la pura verdad. Ví una desilusión en su rostro, como al niño que se le niega un regalo de navidad, y en ese momento me hice la idea de lo que le podría estar ocurriendo.

-Lo siento...

-Tranquilo... -en cuanto Ane le trajo la bebida que había pedido, la cogió y tomó un sorbo para luego sostener la copa delante de él, agitándola levemente. La oliva que había dentro se movió de lado a lado en suaves desplazamientos ondulados, mientras el grifo lo miraba concentrado, con la mente en otra parte.

¿Cuando le vió así de desanimado? Si, lo recordaba: Hace mucho tiempo, cuando decidió dejar el grupo de basquet y con él, todo lo que hasta ahora había pertenecido a un pasado que podo a poco se había ido borrando tras la desaparición de... ¿Él mismo? Era tan paradójico pensar en aquello, y al mismo tiempo, no recordar aquella época con total precisión. ¿Como debieron ser mientras todo giraba alrededor del lobo azul que siempre tuvo la agilidad suficiente para ganar partidos de basquet?

-Shinke... ¿Como conociste a Bryce? -le pregunté al final, marcando la separación entre el yó actual y el yó anterior, mostrándome interesado por una parte queme habían explicado cientos de veces, pero que ahora, sin el medicamento, quizá incluso recordaría más.

Permaneció unos segundos más con la copa en la zarpa, agitándola de nuevo. En serio, ¿Tan entretenido era ver un montón de moléculas de H2O mezcladas con vete a saber tu qué dando vueltas por ahí dentro con la oliva pinchada en un palillo? Porque sinceramente a mi no me hacía ni mera gracia, y mucho menos que me ignoraran.

-Shi...

-Hace tiempo, la pista de baloncesto -comenzó de repente, como un señor mayor que relata un cuento para niños. Su voz era profunda y cargada de muchísimo sentimiento, mientras su cabeza hacía un retroceso hacia el pasado. -fué cerrada. Se construyó con la idea de formar un equipo que se enfrentara a otros, pero el resultado fue nefasto y finalmente, con la llegada del nuevo director, la pista quedó completamente cerrada durante muchísimos años.

-¿Tan malos eran los equipos? -pregunté, sorprendido, y arqueando una ceja.

-Malísimos, no acertaban ni una. El universidad invertía mucho dinero en ellos, pero el resultado siempre era menos y nada. -explicó. -Al final se decidió dejar de lado el proyecto. De hecho, se dejó justo cuando un antro desapareció de repente, un líder de uno de esos equipos, que apenas le afectaban los instintos. Ya te puedes imaginar el escándalo que se organizó.

"Pero... Tras diez años, escuché una pelota de baloncesto por todo el pasillo. Creo recordar que salía de una recuperación de nota cuando la sentía retumbar por todos lados, y me puse a perseguir el sonido. Bajé las escaleras, hasta finalmente, dar con aquella pista vacía, abandonada, y llena de polvo. Y le encontré a él... A ese lobo azul. Recuerdo su agilidad y la facilidad con que tenía de coger y encestar, dejándome atónito durante... ¿Quince minutos? Daba igual, yo seguía mirándole.

"En un momento determinado, él me vio y algo cabreado me dijo que me largara, que solo le habían cedido la pista a él. Su prepotencia creo que me la pasé por el forro cuando le pregunté donde había aprendido a jugar tanto a baloncesto. Por lo que me respondió, fue de mirar a la gente. Y en cuanto le pedí su nombre, comprendí que era el novio de mi mejor amigo por entonces: Tora.

-¿Entonces Bryce y tú no os conocíais?

-A Tora lo conocí mucho antes que a Bryce, exactamente. -concretó. -En realidad apenas existen siete días de diferencia, pero Tora fue ese tipo de personas que con un par de días ya sabes que son sinceros de corazón y que no te van a fallar en la vida si tu no les fallas a ellos. Ambos ingresaron en esta universidad con un examen y con nota, pero ambos se especializaron en ramas diferentes: Uno fue más a por las letras, y el otro a por la química.

"Le dije que conocía a su novio, y creo que en ese momento se relajó y me mostró una suave sonrisa de aquellas que te dicen que te va a prestar atención, así que aproveché, quizá, mi única oportunidad para hablar con él un buen rato. Escuché y descubrí que tanto Tora como él pertenecían a clanes que habían abandonado para seguir juntos, y hablando hablando, acabamos en mi casa, donde incluso se quedó a dormir.

"Con el tiempo fuimos hablando y demás... Tora me demostró a su vez que también tenía habilidad para jugar al baloncesto. El panorama se me mostraba claro para mí, mucho más cuando Bryce mencionó las ganas que tenía de formar un equipo de baloncesto y demostrar que esa universidad si valía para algo, por lo que me puse manos a la obra, y contacté con Damaru.

-Damaru... Lástima... -susurré.

-Lo sé.

"Por entonces no conocíamos la existencia ni las ideas de Leon, ni Bryce tampoco, ni tan siquiera Tora. Junto con Damaru, animé a mi hermano a que se uniera conmigo. Si, estoy hablando de Baka, el oso... Formamos un equipo de cinco, y durante unos días, estuvimos practicando, queriéndome asegurar del asunto. Todo iba bien, todos nos compenetrábamos... Y al final decidí ser valiente y tirar adelante el proyecto.

-Momento en que... ¿Contactaste con Leon?

-No, Leon no. -le rectificó el otro. -Aquel día Leon no estaba ahí, y me atendió Stallion, diciéndome que se pondría en contacto con él de inmediato. Y eso fue lo que hizo... Oh, dios mio... Si hubiera sabido por entonces que...

Apoyé una garra encima de su espalda para animarle, a sabiendas que la siguiente parte iba a ser muchísimo más dura. En cierta forma hasta ahora solo se me había dicho que, trás aquello, se generó el ataque y poco más. Sin embargo, Shinke parecía estar dispuesto a relatármelo todo con pelos y señales, y eso era lo que necesitaba. Necesitaba datos, muchos datos... Necesitaba que Shinke me los diera.

-Shinke... Por favor, haz un esfuerzo. Este relato me interesa.

-Está bien...

"Le propuse la idea a Stallion, el cual se quedó callado durante un tiempo y finalmente, me dijo que no iba a ser posible. Retractó y me mostró los fracasos anteriores, y me dijo que yo, siendo uno de ellos, era imposible que diera esperanzas a un director que no tenía ganas de gastarse el dinero en aquella estupidez. Insistí e insistí, e incluso me dió la sensación de que Stallion no quería. Finalmente dijo que "se lo comunicaría", dándome unas esperanzas que tarde o pronto me harían daño.

"No tardó mucho en aceptarme la propuesta, pero Stallion me comunicó que dejara una semana para arreglar el lugar y que, sobretodo, no comunicara nada a nadie. Estuvimos esa semana sin poder ir a la pista, jugando en algunas de la calle con otros equipos, comprobando que efectivamente eramos buenos, y cuando llegó el momento, se lo presenté a Bryce... Nunca olvidaré su rostro cuando le comuniqué los hechos, parecía tan feliz... Se lanzó encima de Tora, llorando de alegría, y yo me sentí bien al ver que le gustaba... Lo consideró un regalo por parte mía... Nos pusimos de nombre Fire Fasters, y a diferencia de otros equipos, ganamos a la primera, y a partir de ahí, empezamos nuestra andadura.

"Sin embargo, no tardé en empezar a ver los problemas. Baka, mi hermanastro, estuvo a punto de ser encerrado de no ser porque Bryce habló con mis padres. Pero un día el lobo sufrió un ataque y me lo llevé al hospital. Fue cuando me dí cuenta de la diferencia que había entre Bryce y Tora... Tora es muy fuerte físicamente, pero Bryce... Bryce no lo era. Y ese era su punto débil.

-Hasta el día en que nos separaron. -concluyó, bebiendo de nuevo del cuba libre y mirándome. Sus ojos de rapaz me dieron la sensación de que me atravesaban la mente y que revisaban en mi memoria, sin poder encontrar nada más que un caos infinito más allá de donde yo recordaba. Decidí armarme de valor y preguntarle que pasó... Era la única forma.

-¿Que ocurrió?

-Pues... -Shinke suspiró, y añadió. -Está bien, lo admitiré: A Bryce se le empezó a subir la fama a la cabeza... Los hechos lo demostraron: La gente le adoraba por lo que era, los humanos le tenían mucho cariño... Se convirtió en un ídolo rebelde en la universidad. Mientras él se iba alzando, el resto empezamos a darnos cuenta que la universidad nos ponía las cosas fáciles, demasiado fáciles. Hasta que ocurrió algo terrible que cambió nuestras vidas.

"Se produjo un atentado contra Bryce cuando este volvía a casa en un taxi junto con Damaru. Bryce salió ileso, pero a Damaru no le vimos el pelo hasta una semana después, que se hizo el ignorante. Empecé a sospechar del asunto, sobretodo cuando comenzaron a correr rumores contra el lobo... Finalmente, cabreado, cogí a Damaru y le encerré en el baño, obligándole a que me contara la verdad... La verdad que... En fin...

"Me contó quien había tras todo aquello. Me explicó la existencia de Leon, el director, que en realidad era genetista. Tenía a su lado, y creo que sigue teniendo a todo un grupo de médicos que experimentaban... Nunca me dijo que, porqué, ni para qué, porque creo que ni él lo sabía. Solo que andaba tras Bryce desde que descubrió la existencia de este. Le perdió de vista cuando Tora y el lobo huyeron, y al descubrirle en la universidad, aceptó de inmediato formar el equipo de baloncesto solamente para tenerle controlado a él. Finalmente, me relató que tenía un laboratorio oculto en el sótano del universidad, en el que estaba haciendo leves pruebas, aunque el lugar donde realmente experimentaba fue otro que tampoco llegó a saber.

"Cuando salí del baño, me encontré con Bryce, que se había enterado de todo. Solamente huyó, sin decirme nada, hasta que al cabo de un tiempo, Tora me dijo que había huído de casa. A sabiendas de la locura que iba a cometer, echamos a correr todos hacia el lugar donde Damaru me señaló una vez, y allí nos encontramos que Leon llevaba preparado desde hacía mucho tiempo. No sabemos porqué motivo Bryce fue allí, pero quizá se creía tan listo que su prepotencia le llevó a ello. Fuera lo que fuera, allí habían decenas de dragones contra los que apenas pudimos... Yo caí al suelo... Perdí el conocimiento...

"Cuando despertamos, apenas estábamos recuperados... Entramos en la sala, pero Leon había huido. Allí dentro solo había un laboratorio abandonado, apenas información, nada... Ni siquiera la existencia de Bryce, o de los dragones, o de Leon, o de Stallion... Solo sé que, pasados unas semanas, Leon volvió una vez más. Tora se metió con él, pero lo único que logró es que el director dijera 'Perdiste a tu nóvio cuando este dejó de amarte' y... El resto, ya lo sabes... Al cabo de unos meses, decidimos renaudar, con un Tora drogadicto y un Damaru del que apenas nos fiábamos. Pero creímos que si lo hacíamos, quizá Bryce, en algún lado, nos vería y le daríamos fuerzas... No queríamos hundir su sueño, su sonrisa... Pero... Bryce... Nunca volvió... Solo volviste tú...

Me miró, llorando, pero manteniéndose firme a la vez.

"Al cabo de un tiempo, dejó la casa, y se instaló en la habitación del hotel donde os conocisteis. Con el tiempo, descubrí que ocultaba, en un cuartito, un montón de papeles. Se había obsesionado con su novio hasta el punto que había decidido recoger papeles de todos lados que tuvieran alguna relación para irlos uniendo. Al principio pensé que había recaído, pero mas tarde, cuando me mostró fotos tuyas, y artículos de prensa sobre Doreis que hablaban de "un chico de pelo azul novato pero interesante" y que sus amos decían que era "muy eficiente" fue cuando me dí cuenta que, por alguna razón u otra, eras tú... Tora nunca llegó a completar esa relación. Aquellos papeles se perdieron en el incendio del hotel, y... De haberlos tenido a mano, seguramente sabríamos que te hizo Leon y porqué...

"El problema, es Tora ahora. Creo que el hecho de que siempre haga generalizaciones, que siempre hable de tí como tú en el pasado, o que hable contigo de cosas que no recuerdas, reafirman lo que me dijo Odayaka una vez: Quizá está obsesionado. Quizá se piensa que si recuperas los recuerdos, volverás a ser el mismo de antes. Yo ya dí aquel Bryce por muerto, y tu me caes bien... Pero tienes que tener cuidado a partir de ahora. Mucho me temo que si no arreglas este asunto... Vuestra relación peligre.

Ni siquiera me había dado cuenta de que Ane me había traido el agua de lo atónito que me había dejado todo el relato de Shinke. Era extraordinario, y por primera vez, sentí una paz enorme en mi cabeza al notar como todas las piezas me cuadraban de repente, como si todo empezara a tener una leve explicación, aunque sabía que eso solo era uno de los muchos pilares que necesitaba para entender todo lo que ocurrió antes de que perdiera la memoria.

-No lo recuerdas, ¿Verdad?

Si, lo recordaba. Ahora que me lo había explicado, empezaba a recordar con claridad todos aquellos hechos. Tal y como Shinke me había relatado, ese Bryce se le había subido a la cabeza, y había salido a correr a por Leon en cuanto supo la verdad. Sin embargo...

-Sí, lo recuerdo perfectamente. A veces hacéis generalizaciones que hacen daño a los muertos, ¿Sabes? -le dije, sintiéndome ofendido a la vez que extrañado por ese sentimiento en mí. -No lo hizo creyéndose ser Dios. Lo hizo porqu quería a Tora, le amaba, y no estaba dispuesto a permitir que viniera un genetista imbécil y le... Jodiera una relación que les había costado a ambos mantener. Tu no sabes por lo que pasaron ambos, Shinke... No lo sabes.

-Quizá no. Lo que sí sé es... ¿Que hay de Tora ahora? -comentó

Metí la mano en mi cartera para sacar un billete, y lo deposité encima del mueble, para luego bajarme del asiento e irme de allí molesto y confuso al mismo tiempo. Recuerdo que Shinke me miró sorprendido, pero ni siquiera me paré a pedirle disculpas o algo así. Simplemente avancé hacia la puerta y me largué del bar, caminando largo trecho por la calle, caminando sin rumbo.

La cabeza me dolía otra vez, pero sabía perfectamente que se debía por el alto grado de cosas que ahora había logrado recuperar de nuevo. Sin embargo, nuevamente, era incapaz de hacerlos mios. Solamente estaban ahí, transcurriendo como película, dejándome nuevas dudas con las que trabajar: ¿Como era posible que yo supiera baloncesto? ¿Y Shinke? Shinke mencionó algo de ue él mismo había sido un fracaso... ¿Cual? ¿Que tipo de fracaso?

¿Y Damaru? Desde cuando llevaba aliado con Leon?

Mientras caminaba, pasó por mi lado, entre la multitud de la gente que iba en sentido contrario, alguien que me resultó familiar por el aroma, pero que no me atreví a mirar por miedo a que Leon andara cerca y me reconociera. Un caballo como lo era Stallion no se olvidaba fácilmente, mucho menos si te habla y te explica los motivos por los cuales hace tantas maldades.

Me detuve, sin embargo, para seguir escuchando sus pasos durante un buen rato mientras se alejaban cada vez más, hasta que la muchedumbre los cubrió. Solo en ese momento, tuve el valor de volverme para intentar verle, pero ya era demasiado tarde: Estaba tan lejos, que seguramente me hubiera sido imposible de alcanzar entre tanta gente.

-Stallion... -mi voz apenas sonó como un susurro ante tanta gente que hablaba y gritaba alrededor mío. Si de veras pudiera hacer algo...

Quizá si que podía.

Lizarman, mi buen amigo, llevaba días buscando información a partir de una hoja que encontré, llevándonos más allá de lo que en su momento encontramos: un grupo de científicos, Pelz, y mi padre. ¿La relación? Ninguna, o eso nos parecía, pero ahora que lo pensaba, quizá estábamos haciendo lo incorrecto. Yo le daba información nueva a Lizar, y él la relacionaba, pero... Solo eramos dos.

Pero si le pedía ayuda a Tora, le contaba la verdad y... Quizá nos ayudaba.

-Ese cuartito...

Desde que nos habíamos conocido en el hotel, siempre me había dicho Tora que aquel cuarto, el que se encontraba enfrente del baño y que nunca llegué a abrir ni a ver su interior, solamente era una habitación vacía, lleno de trastos viejos. Pero a veces le veía entrar y salir, me miraba con tristeza, y se volvía a la habitación de dormitório suya. Siempre me picó la curiosidad de saber que había en su interior, pero por una parte, tuve miedo de insistir.

Recordé de repente aquella vez que recibí una llamada extraña cuando vivía allí. Alguien me llamó, y me dijo que si no abría esa habitación, ambos moriríamos. Ahora que lo pensaba, nunca caí en ese mensaje ni en su significado. Era más, lo olvidé hasta el punto que no me había acordado hasta entonces. ¿Que quería decir aquella voz de que ambos moriríamos? Entonces... ¿Entonces allí dentro estaba la verdad?

Me senté en un banco mientras empezaba a cuadrar piezas. Tora había estado empezando a investigar, hasta que descubrió que era Dorei. Por contactos, logró hacerse conmigo, y a partir de entonces, tiró por el resto. ¿Pero donde acabaron aquellos papeles? El incendio acabó con todo, excepto... ¿En aquella bañera?

¿El papel ese, no pertenecería a...?

Me incorporé de inmediato, notando como si de repente mi mente empezara a cuajar piezas cual lego en construcción: Si Tora era el que hasta ahora había manejado aquellos papeles, si tanto tenía avanzado, entonces la hoja inicial que le dí a Lizar pertenecía a él, y él sabría el resto de información. Y por otra parte, los papeles tendrían que estar en alguna parte del hotel...

Tora lo sabía.

Eché a correr de inmediato hacia la universidad donde se encontraba Tora. Si le cogía en la salida, podría hablar con él. Solo tenía que alcanzarle junto con Lizar, reunirnos los tres, desvelar lo que estábamos haciendo ambos y... Listos, solo eso. Tendríamos tantas piezas, que solo faltaría cuadrarlas y saber que relación había entre yo, el grupo de científicos, y mi padre.

Continué corriendo durante un buen rato más hasta que finalmente llegué a la universidad donde alguna vez había acompañado a Tora cuando era un Dorei. Me quedé quieto, pensativo mientras miraba el enorme edificio, y luego centré mi vista en la escuela. Por la hora que ponía el reloj de arriba en el techo, faltaba bastante para que salieran, pero... ¿Y si le iba a buscar? No había nadie en la puerta, podía entrar fácilmente... Pero tampoco podía coger a Tora por banda y pedirle que saliera, ¿No?

"Móvil... ¡Claro! ¡Siempre lleva el móvil!"

Por primera vez agradecí que insistiera en que lleváramos móvil por si necesitábamos contactar el uno con el otro. Marqué el número de teléfono suyo y mas tarde, le envié un mensaje sobre la situación. Me quedé quieto unos instantes, mientras miraba a la puerta. La palabra "urgente" se la había remarcado bastante, aunque no sabía si iba a ceder, o iba a pasar de mí...

¡¡Respondió!! Cogí el móvil y leí su menaje, sonriendo al ver que estaba de acuerdo conmigo y que nos íbamos a encontrar en el segundo piso. Salí a correr en dirección hacia la universidad, entrando en su interior y avanzando por sus pasillos. Me los conocía, allí es donde había ayudado a Tora a calmar su estado en celo cuando le inyectaron de forma bestial la adrenalina para acelerar el proceso.

Avancé por las escaleras, y torcí una esquina, avanzando por el pasillo. Continué así, siguiendo, hasta que finalmente, me fuí deteniendo en cuanto ví una puerta del fondo abrirse. Si era un profesor, tendría que coger el camino contrario, o se liaría la de san quintín... O... No...

Preferiblemente, hubiera gustado que fuera un profesor.

El que tenía delante de mí era ni más ni menos que Leon, el que lo había enredado todo, mi famoso archienemigo. Tanto él como yo nos quedamos pasmados de encontrarnos al otro allí, en aquel lugar, en aquel estado. Él, seguramente, a resolver unos papeleos... Yo, en cambio, a encontrar a Tora. Ví como torcía una sonrisa maligna, y empecé a dar un par de pasos atrás. No, allí no... No estaba en condiciones de pelea, me meterían en la cárcel por intentar hacerle daño, y batallaría en terreno enemigo. No, ahí no podía...

-Vaya... -comenzó a decir, momento en que me sentí perdido. -¿Quien tenemos aquí? Veo que ya has recuperado tu forma...

-La forma que tú me quitaste.

-Oh, claro. Tenía que hacerlo... Era parte de mi experimento, ¿Sabes?

Osea que me había hecho cambiar a mi forma humana para volverme un humano...

-¿Con que intención?

No obtuve respuesta a esa pregunta, simplemente una sonrisa malvada que se pronunció aun mas, lo que me dió a entender que para nada me iba a contar sus planes, por lo que era inútil seguir ahí mucho más tiempo.

-Dile a ese lagarto... Que no tardará mucho en caer... Como todos...

Dí un par de pasos hacia atrás, mirándole horrorizado. Entonces estaba en lo cierto, Leon también había manipulado genéricamente a Lizar... ¿Pero porqué? ¿Con que intención? Se acercó a mí, pero yo ya me había dado la vuelta, volviendo a coger velocidad otra vez y dejándose atrás. No, no podía dejarme atrapar.

Retrocedí y corrí en sentido contrario en busca de otras escaleras, y en cuanto las encontré, empecé a subirlas, usando todas mis fuerzas para avanzar lo más deprisa que podía, intentando como huir de aquel león que me había hecho daño constantemente. En cuanto llegué al segundo piso, avancé por los pasillos, intentando encontrar a Tora. Necesitaba cogerle y salir de ahí, o Leon aprovecharía y...

La verdad, a Leon no le hizo falta aprovechar nada.

El pasillo era largo, y bastante oscuro. De hecho, apenas podía distinguir más que un par de sombras que había allá al fondo, que a pesar de todo, fueron reconocibles para mí. Uno era Tora, mi nóvio, la persona a la que más amaba en este mundo, al que necesitaba por toda mi eternidad... Y el otro era un tigre blanco, un compañero, un... Una persona que me hizo daño.

Mi cerebro se atrancó viendo aquella imágen, incapaz de reaccionar ante nada. Apenas podía ver lo que estaban haciendo, pero ese momento clave fue demasiado para mí. Demasiado juntos estaban ambos, demasiado cerca, demasiado... Abrazados. Y sus lábios estaban muy unidos, muchísimo, para no considerar aquello un instante en el que directamente sentí un eco, la voz de Shinke repitiéndose en mi cabeza una y otra vez:

"Se cree que si recuperas tus recuerdos, serás el de siempre..."

Mi cabeza me ordenó quedarme. Me ordenó esperar a ver como Tora se zafaba de él y se removía para demostrarme a mi mismo que era un error, que lo que estaba viendo no era cierto. Era lo que esperaba creer, era lo que quería creer. No esperaba que el tigre realmente me... Me...

"Yo amaba a Tora... Pero él solo tiene ojos para tí."

Mucho me temo que si no arreglas este asunto... Vuestra relación peligre.

-Dime, Bryce... ¿Que te parece esto?

La voz de Leon sonó a mi espalda mientras veía a aquellos dos tigres besándose, mientras yo lloraba, sintiendo como mis lágrimas caían. No podía ser cierto... ¿Como era posible que Tora me estuviera haciendo aquello? ¿Porqué? ¿Porqué me estaba traicionando de esa forma? No me amaba... Solo amaba al verdadero Bryce. Yo solo era una copia para él... ¿No?

Sentí como Leon apoyaba su zarpa en mi hombro, mientras acercaba su morro a mi cuello lentamente, provocándose un escalofrío de terror, tragando saliva, mientras veía a Senko metiendo mano a Tora sin que el otro se detuviera. La respiración de Leon, entrecortada, casi enfermiza, la podía sentir en cada uno de los poros de mi piél.

-Ya te lo dije... Cuando caíste en mis zarpas. -me susurró. -Borraré del mapa lo que amas... Lo que mas quieres... Voy a hacer que vuelvas a mi... -mencionó, haciéndome sufrir aún más. -Te lo voy a quitar todo, Bryce. Si no vuelves a mi... No permitiré que seas feliz nunca más en tu vida.

Continuará