La Exquisita Noche De Los Soles Falsos [Pt. 2]

Story by AngelFurry on SoFurry

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Parte final de esta historia que se me ocurrió hacer a base de una comisión que pedí. Como un reto, decidí colocar unas cuantas fursonas invitadas para hacer la historia más compleja y más larga.

NOTA 1: Todas las fursonas le pertenecen a cada una de sus creadoras, obtuve su permiso para usarlas en este cuento. Pueden buscarlas en FurAffinity para obtener una referencia visual de cómo lucen

Shide: https://www.furaffinity.net/user/xheten/

Naru: https://www.furaffinity.net/user/naruguiste/

Satine: https://www.furaffinity.net/user/netsune-servin/

Purplethink (esta si es mia): https://www.furaffinity.net/user/angelpfurry/ (Tengo que acctualizar mi FurAffinity)

NOTA 2: Esta es una fusión entre My Little Pony y furry. Si no te gusta esta combinación, puedes no leer este cuento y buscar otros enfocados solamente al universo de My Little Pony

NOTA 3: la imagen de la portada fue creada por Viejillox, pueden buscar su arte en Facebook o FurAffinity.

Este es el link: https://www.furaffinity.net/view/36593199/


Parte 2: La Conclusión De La Noche Celestial

Mientras la noche en la ciudad continuaba con la misma cotidianidad, en el club OASIS PERFECTO, la magia de la sexualidad desenfrenada acaparaba todo el ambiente con una fantasía hecha realidad. El alcohol se vendía por montones, decenas de animales expresaban sonidos salvajes para alentar a las bailarinas a posar desnudas ante ellos, en algunos sillones bajo una iluminación tenue algunos exhibicionistas egocéntricos tenían a varias Celestias entre sus brazos y se jactaban de poder tocarlas y besarlas ante la mirada envidiosa de los menos afortunados. Un par de machos inmaduros fueron expulsados a patadas por su mal comportamiento, algunas Celestias se iban con los clientes hacia la puerta que los llevarían a las habitaciones para aprovechar su momento a solas con total libertad e intimidad.

-Wow... el ambiente se puso muy loco. -Dijo Satine, tomando su tercera cerveza de la noche. Les encantó el ambiente.

-¿Cómo crees que estará Shide? -Expresó Naru.

-No lo sé, espero que esté bien y que el tiempo le alcance, porque el tamaño de esa yegua es suficiente para aplastarla. Por cierto, Shide nunca me habló de ti. ¿Desde hace cuánto lo conoces?

-Hace poco, digamos que nos encontramos en un foro de discusión de la serie y empezamos a hablar... vimos que teníamos muchas cosas en común y pues decidimos vernos. Es una gran loba.

-Lo sé, por eso la traje aquí, para celebrarla como se merece. Tal vez apenas te conozca, pero me transmites buena vibra.

-¿En serio? -Naru expresó una risa tonta, un signo de alago culposo-. Gracias, tú también me caes bien.

-Bueno, pues cuando termine todo este desmadre, seguro que nos reunimos para hacer más cosas, tal vez no tan locas como esta.

-Me encantaría.

El ambiente en el club rápidamente se estaba transformando en una locura colectiva, un deseo por bailar y gritar al ritmo de la música de apoderó de casi todo el club y sin importar que fueran clientes o trabajadores, todos se unieron en la misma frecuencia. El alcohol comenzó a llover, los mejores pasos de baile fueron revelados, el DJ rápidamente comprendió el mensaje y las luces se transformaron en un espectáculo que invadió todos los rincones, transformando este lugar de aspecto deprimente en una gran pista de baile improvisada. Sudor, pelaje suelto en el aire, aproximación entre desconocidos, se convirtió en momento idóneo para perderse en el frenesí.

Naru y Satine no pudieron ignorarlo y también cayeron al ritmo de la fiesta.

Había tensión sexual en todas partes; tantos movimientos de caderas y sonrisas coquetas generaban un caldo de feromonas que intoxicaba a todos por igual. Algunas participantes no pudieron resistirse y decidieron llevarlo a otro nivel, quitándose las blusas y mostrando sus pechos, todo con el fin de alocar aún más la fiesta. Incluso una enorme y voluptuosa vaca se alzó con la ayuda de un montón de fursonas para quitarse su enorme sostén y rociar a la multitud jubilosa con su leche fresca y calientita a los muy concentos espectadores que abrieron sus hocicos para probar algo.

Nada podía detener el desenfreno, hasta las Celestias con gargantilla blanca se dejaron manosear a cambio de unos cuantos billetes. Naru y Satine no pudieron resistirse, estaban infectadas por el ambiente, ya no podían ocultar su interés mutuo.

Desde que Shide la presentó por vez primera en la tarde, Satine encontró algo especial en Naru. Tal vez eran sus ojos color pistache o su rostro gatuno tan especial o fue posiblemente algo más sencillo; le parecía atractiva, le provocaba deseo por la vista y el aroma. Naru tampoco pudo ocultar su interés, en especial porque su debilidad por los cánidos era alta, le encantaba sus hocicos o sus largas colas llenas de pelaje. Los nervios del primer viaje a este lugar entorpecieron su curiosidad por conocerse, pero ahora, en medio de este baile toxico de feromonas, la parte racional quedaba poco a poco a segundo término y los deseos de sexo se hicieron irresistibles. Ambas querían saltarse algunos pasos y llegar al evento principal.

Naru estaba feliz y excitada, las caricias y la aproximación de sus cuerpos en medio de este ambiente envilecedor le llenaban la cabeza de fantasías, en el comportamiento de ambas había mensajes más directos para llegar a una situación más privada. Entonces, Naru vio a una leona con un cuerpo excelente, caminando con una seguridad molesta hacia ellas y con una mirada decidida, Naru se preguntó de sus intenciones.

Satine también la vio y aunque su mente se enfocaba en la belleza de Naru, no pudo evitar sentirte atraída y admirarse por la belleza de la leona. Un pelaje blanco siempre resalta, la figura se enaltece y cualquier vestido combina a la perfección. El vestido de la leona era exactamente el mismo al que usaba la verdadera Celestia del programa.

Un gran vestido de un azul muy claro con la parte del pecho y hombros descubiertos para enaltecer y demostrar su figura, en la parte interior el vestido tenía dos cortes a lado de las piernas para que en cada movimiento dejaran al descubierto parte de sus muslos y mostrar su marca única, su tatuaje de sol que la identificaba como la gobernante de Equestria. Por su puesto, no se podían olvidar de su corona dorada, como sus argollas en las muñecas y su collar, adornadas con joyas purpuras.

Una personificación muy convincente de Celestia, Satine siempre se preguntó como sería una versión más carnívora y peligrosa de su princesa favorita, su respuesta no la decepcionó. Contaba también con el cuerno, las alas de pluma sintética, la peluca y la cola multicolor, su atención al detalle sobresalía de las demás.

-Hola chicas, ¿Se divierten? -La leona se unió con ellas al baile. Naru la vio como una intrusa molesta.

-Cómo nunca, este lugar es mejor de lo que esperaba. -Satine la examinaba con la mirada, su hermosura era atrayente.

-¿Quieren divertirse de una manera más salvaje? ¿Quieren que esta Celestia se encargue de ustedes?

-Vaya al grano. -Naru quería su momento a solas con Satine, aunque tampoco podía ignorar la sensualidad de la leona, con este ambiente enviciado de sexo era difícil.

-600 por hora, puedo atenderlas a las dos por 1,000, si quieren dos horas podemos llegar a un acuerdo. Manejo juguetes, squirt, oral y trato de novios... o en este caso, novias.

-Vaya. -Satine alzó sus cejas, era una oferta muy buena, tal vez demasiado. Naru, por su parte, estaba menos convencida-. ¿Tú que dices Naru?

-No lo sé... siendo sinceras, yo solo quiero pasar un tiempo contigo, y de preferencia a solas, pero no creo que nos den un lugar solamente para nosotras. Y por lo que pude notar, te gustó bastante.

-No negaré eso.

-La verdad, es una oferta interesante, después de todo, para eso venimos aquí.

-Ok, entonces aceptaremos. -Satine se refirió a la leona-. Una hora, y si se pone bueno lo extenderemos por más tiempo.

-Está bien, entonces, síganme.

Dinero y placer, combinación riesgosa con todo tipo de matices. Naru y Satine acompañaron a la félida a las habitaciones de mala muerte del piso siguiente. Mientras tanto, ¿qué estaba pasando con Purplethink y Shide?

La gran yegua era como una madre amorosa que les proveía de felicidad a sus dos queridos niños, con su cuerpo los alimentaba de placer y les enseñaba toda clase de maravillas. Una versión corrupta de Celestia, obsesionada con el sexo y con entusiasmar a todos con sus atributos femeninos tan grandes como imposibles solo para alimentarles la demencia y hacerlos sus esclavos obedientes.

Celestia se quitó el traje de conejita y les mostró sus enormes pechos, Purplethink y Shide se rindieron ante ellas y compartieron una enorme teta cada uno. Caliente, pesada, con un aroma adictivo y un sabor en el pezón azucarado. ¿Acaso la yegua endulzaba sus zonas erógenas para volverse más deseable? Shide lo sospechaba y lo agradecía. Ambos animales sufrieron una regresión y se convirtieron en cachorros hambrientos que buscaban desesperadamente las tetas de su madre, ella era lo suficientemente inmensa para ofrecerles su cariño sin competencias. Así, los cachorros siguieron chupando del pecho de su madre, su fin no era obtener leche de ellas, sino atragantarse de placer. Lamidas, mordidas que a veces hacían saltar a mamá y ella los reprendía con una nalgada.

La gran yegua acariciaba a sus hijos, quería recordarles que los amaba demasiado, tanto para enseñarles lo maravilloso del cuerpo equino femenino. Les quitó con delicadeza la ropa, poco a poco la loba y el dragón perdieron sus prendas, quedando solamente con su ropa interior. Purplethink era un dragón malo y vigoroso, en el bóxer se le notaba una erección incontrolable. Por su parte, Shide, era una loba mal educada y sucia, había manchado sus pantis con su aroma y líquidos de sexo.

-Muy bien, mis pequeños súbditos, muéstrenme como aman a su gobernante, hagan que Celestia complazca a sus súbditos, para que todo mal en su cuerpo desaparezca.

Podría aparecer aterrador, como una loba pequeña y a simple vista frágil era cargada tan fácilmente en los brazos de una yegua enorme que podría aplastarla sin esfuerzo, Shide simplemente se dejó llevar, no le importó hacer a un lado la tela de sus bragas y mostrarse completamente expuesta ante la presencia de un macho que miraba morbosamente el espectáculo, Purplethink no era un santo, siempre se imaginó aparearse con sus amigas y conocidas, esto era una aproximación aceptable. Shide estaba en su fantasía hecha realidad, donde los labios de Celestia se unían con los suyos y su cuerpo era mimado con caricias suaves. Parte de su rostro quedó con el color rosado del lápiz labial mientras una mano curiosa y profesional recorría parte de su cuerpo hasta llegar debajo de las piernas. La gran yegua comenzó a meter los dedos; jugar con la intimidad y mancharse de sus fluidos vaginales era parte de su plan.

Shide volvió a experimentar un nuevo ciclo de celo, más fuerte que nunca. Su vulva rosada se hinchó y los olores de su sexo se apropiaron de toda la habitación para anunciarle a todos los presentes una invitación a la copulación. No pudo evitar sacar la lengua como perro sediento y torcer sus ojos más allá de lo que la vista podría soportar.

Ocho pezones, una característica especial en el cuerpo de Shide que en muchas ocasiones consideró vergonzosa. Era un rastro de un pasado salvaje de su especie como lobo salvaje. A pesar de la evolución, de vez en cuando quedaban vestigios y su cuerpo era el ejemplo perfecto. En sus edades tempranas el número anormal de pezones en su cuerpo fue traumático, se sentía como un fenómeno. Cuando creció y su transición de cachorra a hembra comenzó pudo por fin respirar tranquila al notar que solamente crecieron las dos glándulas mamarias superiores. El resto siempre formaría parte de su cuerpo y aprendió a vivir con ello.

La gran yegua los notó de inmediato y por simple curiosidad las estimuló, quería saber si reaccionaban tan bien como las tetas principales. Shide jamás esperó sentir tanto placer en todos sus pezones, su anormalidad se convirtió en una ventaja sexual increíble.

Celestia rio, parte de su mano fue empapada por un chorro de eyaculación vaginal muy caliente. Shide necesitaba un par de minutos para reponerse, así que la gran yegua la acurrucó en su cama para que descansara, ya era el momento para atender al macho.

Purplethink siempre imaginó transportarse al mundo ficticio de Equestria y admirarlo con todos sus sentidos... conocer a las personajes principales, convivir con todas ellas y después perderse en fantasías degeneradas. Una por una, montarlas por todos los orificios posibles, esparcir su semen en el interior de cada una y embarazarlas a todas. Pero el premio mayor eran las princesas, llegar a los aposentos de Celestia seria la aventura máxima, sorprenderla en su cama y deleitarse con su cuerpo, a veces con una idea consensuada y otras veces no tanto. Se preguntaba como sabría la feminidad de la máxima gobernante, que tan apretada estaría, que tanto soportaría.

Las ideas de su mente se volvieron realidad y de una manera más intensa. Para una mente un tanto torcida como la de este dragón morado, una Celestia con un cuerpo normal lo aburriría en poco tiempo. La Celestia frente a él, era enorme y sus proporciones sobrepasaban muchas de las imágenes pornográficas encontradas en internet. La idea y la sensación real de extender la palma de su mano y tocar uno de los senos de la yegua sin que pudiera abarcarla toda debido al enorme volumen le encantaba. Adoraba apretar con sus garras ese enorme trasero, rodearlo con sus brazos, acostar su rostro y largo hocico en esas dos enormes masas de carne y grasa. No le importaba la ardua tarea de recorrer todo su cuerpo con las manos o la lengua, le encantaba hacerlo.

Los machos generalmente son más fáciles de complacer, era obvio que esta Celestia tenía mucha experiencia con ellos, si ella lo decidía podría obligar al dragón eyacular en menos un minuto. Le gusta esa adoración casi enfermiza de este reptil a su cuerpo, además, se divertirá con él para llevarlo al límite sin que expulse su carga proteínica. Se permitió tocar por sus manos y lengua, dejar que el dragón se atreviera a morder un poco de su piel y curvas, le gustó sentir su lengua serpentina en el interior de su hocico en la sesión de besos.

-¿Quieres grabarte bien mi cuerpo en tu mente, no es así, pequeño dragoncito?

Celestia miraba el arma viril del dragón, un pene un tanto extraño, hacía mucho que no vislumbraba de cerca la carnosidad rojiza y gruesa de un dragón, era lo suficientemente largo como para intentar complacerla. De un solo movimiento arrojó al dragón a la cama y la gran yegua abrió su hocico e introdujo todo el miembro de Purplethink. Los caballos son reconocidos por poseer los penes más codiciados para las hembras, de igual manera sus largos hocicos los volvían idóneos para hacer excelentes felaciones. Si Purplethink pudiera escupir fuego, lo habría hecho como una alternativa a los intentos de orgasmo al apreciar la calidez mojada del hocico de la misma gobernante de Equestria.

"No puedo creerlo, la misma princesa se la está tragando toda, como toda una experta... los rumores eran ciertos".

Purplethink empezó a perder la compostura, buscó los cabellos de la yegua para sujetarla, intentar doblegarla y hacer que su pene fuera mucho más lejos, con la meta de llegar hasta la garganta. La gran yegua solo se río dentro de sí, la fuerza de esta lagartija no era rival para su poder y tamaño. ¿Quería ser rudo? pues ella lo será más, por eso su talento y experiencia tenían un alto costo.

Tomó las caderas del dragón y en un solo movimiento sin mucho esfuerzo se levantó sin importar tener el peso de un dragón en su cabeza. Purplethink por la sorpresa buscó con que agarrarse, sus manos sujetaron con más fuerza sus cabellos y sus piernas fueron hacia los hombros de la yegua. No supo cómo responder al principio, creyó que la yegua le daría una reprenda ejemplar, pero la mirada de Celestia reflejaba complicidad y deseo.

-Vamos, si puedes cógeme como un perro en mi hocico real. -Apenas Celestia se dio a entender, tenía la boca llena de dragón. Purplethink captó la intención, se armó de valor y comenzó a empujar como un necesitado en el hocico de Celestia quien chupaba como una verdadera reina. No le importaba que el cuerno postizo picara y fuera una molestia para su pansa o verse como un loco frente a Shide, solo quería seguir con el adorado placer de cogerse por el hocico a Celestia quien con su lengua seguía lamiéndolo.

Shide miraba el espectáculo, un poco más recuperada del primer orgasmo. Ver a su amigo Purplethink en una nueva faceta, tal irracional y sexual, como si quisiera abotonarse en el hocico de su compañera quien solo gemía y a veces se tragaba toda la saliva acumulada. Jamás olvidaría una imagen tan extrañamente atrayente, no solo por el hecho de ver a Purplethink desnudo, con esa enorme cola o ese culo escamoso expuesto, sino también por los movimientos del dragón, tan violentos que retumbaban el cuerpo blando de la yegua quien no parecía cansarse. Toda esa fuerza llegaba hasta los muslos y al masivo trasero de Celestia. Necesitaba estar lo más cerca posible de ese trasero suave y redondo, quería experimentar con su vista y lengua su enormidad.

No eran los únicos disfrutando, el piso superior se convirtió en toda una sinfonía de sonidos de apareamiento entre tantas especies animales. Trabajo arduo, un flujo tan bestial de dinero y clientes satisfechos que salían mientras otros entraban. No importaba la diferencia de tamaños entre sus individuos, tampoco el tabú de las relaciones entre especies, lo único que aquí valía era el dinero para acceder a todo el placer.

Dentro de una de las mal logradas habitaciones que solo contaban con gruesas cortinas como única alternativa de intimidad, Naru y Satine miraban con cierta decepción su interior. No era lo esperado, con esfuerzo podría clasificarse como aceptable. Al menos no había olores desagradables y se veía limpio, aunque sus deseos carnales se vieron mermados.

--Si, lo sé... lo admito, este lugar no es propio de una princesa, pero la fantasía aún puede mantenerse. Confíen en mí, es limpio y seguro. --La leona, dentro de si misma rezaba para que sus clientas no declinaran.

--¿Tú qué dices Naru? --Dijo Satine, quien estaba sonriendo, posiblemente se estaba aguantando la risa por lo inaudito de la situación.

--Pues ya llegamos aquí y por los sonidos de las "otras" habitaciones, todo el mundo se la está pasando bien. ¿O quieres esperar a que termine Shide?

--Tienes razón, ya estamos aquí.

Ambas aceptaron, el pago se hizo de inmediato y el tiempo empezó a correr junto con el acto. La leona se aproximó a las dos fursonas, suave y delicadamente pasó sus garras entre sus cabellos, luego llegó a la nunca donde les dio un masaje que tenía como intención acrecentar el deseo. La leona necesitaba convencer bien a sus clientes, así que usó muchos de sus mejores trucos; su poder de félida se hallaba en la profundidad de su mirada y en sus ronroneos delicados.

Un gato ronroneando podría significar muchas cosas y la más común era la confianza, Naru y Satine se dejaron seducir por el excelente masaje y rápidamente se olvidaron de la precariedad del lugar. La loba y la gata siamesa quedaron rendidas, cayeron boca abajo a la cama para dejar a los músculos de su espalda ser apapachados por unas grandes zarpas de leona.

Relajación de un masaje excelente y un ronroneo para incitar a la confianza. Esto debía disfrutarse, Satine quiso olvidarse por un momento de los problemas del mundo y de los suyos, durante ese momento la incertidumbre del futuro dejó de ser relevante, esta era su noche y era imperativo disfrutarla con toda la actitud.

--Es hora del verdadero espectáculo.

El segundo truco fuerte de la leona era el baile; movimientos precisos probados por clientes pasados para hipnotizar y volverla deseable. Una princesa leona bailando solo para ellas, moviendo sus caderas y mostrando sus hermosas piernas con una gracia erótica muy refinada. Poco a poco, los aros, y el vestido se fueron haciendo a un lado, el vestido cayó a piso y el cuerpo de la leona por fin fue admirado por sus clientes.

Naru, que al principio no estaba tan convencida de la leona, no pudo resistirse a sus encantos. La fantasía aún se mantenía, encontrarse a la princesa Celestia en una noche oscura donde tendría el privilegio de frotarse en los órganos sexuales de la monarca. Faltaría la luz nocturna, la piscina y la champaña, no era relevante, estaba con una Celestia, una versión félida y mucho más libidinosa. Lencería negra en un cuerpo blanco, una combinación ganadora para destruir la templanza y caer en la inmoralidad.

Una princesa Celestia muy excitada, exiliada de su reino por cometer tanto pecado, por crear un régimen de sexo y placer. Por accidente llegó a este mundo solamente para mostrarle a los demás como perderse en placeres que nadie serie capaz de imaginar.

La compañía mutua mejoró bastante la fantasía. Era obvio la atracción entre Satine y Naru, tal vez no se conocían lo suficiente, pero estaban seguras de compartir a esta prostituta. Su calor corporal aumento, la ropa se convirtió en un lastre que debía ser retirado de sus cuerpos; blusas, pantalones, otros accesorios molestos para ejecutar el acto, Satine y Naru solamente permanecieron en ropa interior.

Satine estaba feliz, le gustaba ver el cuerpo de la leona y le gustaba la compañía tan cercana de Naru, era una de las pocas afortunadas en conocer más allá del pelaje visible y apreciar su figura femenina. En un movimiento arriesgado pero afortunado, Satine se atrevió a besar a Naru sin previo aviso. La gata siamesa no esperaba un acto tan deliberado de pasión, pero aceptó con un suspiro y una sonrisa la sorpresa.

Deseosas por más, las tres comenzaron a besarse, intercambiando lenguas cada vez que podían. Aunque la leona poseía la técnica, los besos entre Naru y Satine estaban cargados de una emoción muy especial, volvía a sus besos dignos de recuestos perpetuos y casi las hacía llorar de felicidad, se estaban enamorando.

Primero fueron los besos, luego llegaron las caricias; cuerpos sudados y calientes fueron presionados suavemente por varias manos. A las tres les gustaba jugar, no faltaba la que maliciosamente apretaba una nalga mucho más fuerte para dejar marca o hacerse cosquillas en las zonas erógenas para escucharse reír y sufrir al mismo tiempo. Sus juegos tontos las llevaron a pelearse y caer juntas en la cama. Quitarse entre ellas el brasier y arrojarlo lejos, la primera en ser despojada completamente de su ropa sería la vencedora.

Entre sus juegos con alto contenido erótico, finalmente quedaron desnudas y sus esencias femeninas se mezclaron para formar algo con el poder suficiente de alterar el corazón de cualquier macho. Olores a hembra lista para el apareamiento, sus propia combinación las doblegó a ellas mismas y lo que necesitaba la leona para convencer por completo a sus clientes por fin sucedió.

Satine jamás había visto la feminidad de una leona y una gata, al menos no en la vida real ni tan cerca. Fue divertido y muy educativo conocerlas desde el olor y el tacto, cada una contaba con su propio aroma tan característico. Comenzó a palpitar la entrada de Naru quien gustosa expandió sus piernas para darle entrada sin restricciones, cada rose era respondido con un largo suspiro. Satine tenía su experiencia, sabía que sus garras no tenían el filo suficiente como los félidos, así que un par de roces con las garras en los lugares apropiados de las piernas serían muy placenteros para Naru.

La hizo maullar de locura, retorcerse de placer. Naru apretó sus propios senos como un intento desesperado de quitarse tanto placer. Un suave masaje en su interior, primero con sus dedos y luego con la lengua tan solo acrecentaron el placer de Naru. Su entrada era pequeña y discreta, posiblemente su vagina sería estrecha, o eso intuyó Satine por su lenga canina, experta en lamer por su suavidad y flexibilidad.

La leona no se quedó atrás, mientras Satine estaba comiendo la vagina de Naru como si de mermelada se tratase, la leona preparó a Satine para darle el placer que ella le había solicitado. Leonas, antiguas cazadoras letales, sus lenguas se volvieron rugosas y rasposas para quitarle el pelaje a las presas que cazaban. Después de mucho tiempo en el sedentarismo y la civilización, sus lenguas perdieron esas capacidades, aunque aún conservan parte de su poder. La lengua de esta leona sorprendió a Satine, era ruda y friccionaba sus labios con fuerza. Al entrar a su interior y presionar su clítoris, esa lengua ruda hizo que la loba cayera en un jadeo incontrolable. Sus ojos amenazaban con soltar algunas lágrimas y sus brazos le temblaban demasiado, esa lengua era fuerte y mal educada, pero en su rudeza estaba su magia y vaya que su intensidad desarmó a la loba.

Naru estaba feliz, disfrutaba su sexualidad de una manera tan extraña que posiblemente nunca llegó a imaginárselo. Ser partícipe de un trío con una desconocida y una prostituta vestida como Celestia, era como vivir en la anécdota de alguien más, irreal y exagerada. Entre su placer y uno que otro orgasmo que revitalizaba su cuerpo con la más grande sensación experimentada por el cuerpo, no podía evitar reírse.

No era la única que vivía una fantasía salida de la mente del más sucio pervertido adicto al sexo, Shide estaba en su propia fantasía con una Celestia fuera de toda norma.

Purplethink era un macho vigoroso, pero no era contrincante para una yegua enorme y experta en el sexo. No lo podía creer, el hocico de la yegua era suficiente para derrotarlo, él estaba sudado y la yegua solo lo miraba sonriente, esperando algo más de él, como si tuviera la obligación de proveerle placer a ella. Purplethink no quería eyacular en el hocico de la yegua, sería fenomenal, pero él no pagó por regar su semilla en el hocico de Celestia. Se vio obligado a pedir un descanso.

Ya yegua lo despegó de su hocico y lo arrojó con decepción hacia la cama, ella sin duda esperaba más del dragón. Volteó a ver a la pequeña y adorable loba gris, que la miraba con admiración. Por el movimiento de su cola intuía que estaba emocionada y feliz.

Se hincó frente a ella y con una dulce voz le preguntó. --¿Qué pasa pequeña cachorrita? ¿Qué quieres que mami Celestia haga por ti?

Shide apretó sus manos, tragó saliva y con la timidez que la caracterizaba se atrevió a preguntar. Una fantasía un tanto extrema y más cuando se hablaba de una yegua unas curvas como esta.

--Princesa Celestia... ¿Podría... sentarse en mi cara? --Su voz estaba cargada de inseguridad, tal vez ofendería a la yegua o esta rechazaría la petición por su propia seguridad. La gran yegua solamente alzó una ceja, extrañada.

--¿Estás segura?

--Sí... si no es mucha molestia.

Una petición razonable, excepto por la diferencia de tamaño. Shide era una loba buena, muy femenina y con un cuerpo hermoso pero frágil, esta yegua era una bestia de grasa y musculo cuyo trasero era lo suficientemente grande y pesado como para aplastar una sandía gigante sin mucho esfuerzo.

--¿Es serio quieres ser aplastada por mi enorme trasero? --La gran yegua se dio la media vuelta y le mostró su más grande orgullo, solamente para ver la reacción de la loba. Le dio un par de golpes para enfatizar su tamaño.

Shide estaba nerviosa, pero estar tan cerca de ese trasero de yegua simplemente avivó más su deseo, sin previo aviso lo abrazó y aplastó su cara en la enormidad de la superficie cubierta de pelaje.

No era la primera vez que le pedían algo así, muchos clientes anteriores querían incluso morir aplastados, especies más pequeñas y frágiles tenían ideas enfermas de ser doblegados ante sus dos enormes glúteos, sentir todo el peso de la yegua a través de sus nalgas era una manera de sentirse vivo o eso afirmaban ellos.

--Ok pequeña loba, lo haré.

Shide se acomodó en el centro de la cama, sonriente y a la expectativa de una maravillosa fantasía que estaba a punto de cumplir. El miedo también pasaba por su mente, la yegua era demasiado pesada, podría resultar peligroso y desastroso. Purplethink por el otro lado, tan solo miraba en silencio el espectáculo, impaciente por el resultado.

La gran yegua subió a la cama y con cada paso deformaba el colchón. Con sus cascos a la altura del pecho de la loba, se dio la media vuelta para que su enormidad quedará en dirección al rostro sorprendido de una loba quien esperaba ser usada como asiento. Shide no tenía palabras para expresar como desde esta perspectiva el trasero de Celestia se veía mucho más inmenso. Era como un enorme asteroide que dentro de poco se estrellaría en su lobuno rostro.

--¿Estás lista, cachorrita?

--Si...

--Muy bien, entonces disfrútalo.

Celestia aún tenía su diminuta tanga oscura que ocultaba torpemente sus partes íntimas, estaba en una tensión constante porque su elasticidad se ponía a prueba con el cuerpo de una diosa. Shide poco a poco vio como esos tatuajes en forma de sol que caracterizaban unívocamente a cada personaje se aproximaban. Todo ese volumen de pelaje blanco con una cola multicolor caía lentamente rumbo a su hocico.

Purplethink miraba atónico como esas dos enorme glúteos se comían por completo la parte superior de Shide. Primero su hocico se hundió entre el espacio que separaba los dos glúteos, luego el resto quedó oculto entre la inmensidad de pelaje.

Shide no podía respirar y cuando intentaba hacerlo solo reconocía un poco de sudor y olor intenso a yegua, sentía su hocico atrapado entre ese enorme culo mientras su rostro parecía adherirse al mismo trasero. Tan pesada, tan inmensa, Shide estaba viviendo el paraíso, una de sus más grandes fantasías estaba siendo cumplida. No podía moverse y de todas formas no le importaba. Era feliz y su cola moviéndose de un lado a otro la delataba.

Cinco segundos, luego 20, hasta que al terminar el primer minuto la yegua se levantó. Shide parecía muerta y sonriente, el único signo de vida era su cola en movimiento muy alegre.

--¿Quiere más la cachorrita?

--Por favor... quiero más.

--Bueno, si tanto te gusta mi enorme culo, cómetelo.

Esta vez, la gran yegua se dejó caer con más sadismo, Shide sintió dolor al tener toda esa masa presionando su rostro, cuello y parte de su pecho con mayor violencia. No le importó, su lengua empezó a lamer los alrededores y empezó a probar una de las entradas de Celestia; su dona hinchada oscura. La gran yegua al sentir la lengua de canina en su trasero no pudo evitar gemir y apretar sus enormes tetas para sacarle el máximo provecho posible.

Purplethink solamente admiraba la resistencia de la loba y la sonrisa malvada de Celestia que reflejaba su amor por el poder y el control sobre los animales más pequeños que ella, esa loba realmente amaba ser su asiento personal. Shide, debajo sequía lamiendo y olfateando las dos entradas de la yegua, con mucha fuerza hizo a un lado la tela de la tanga para lamer mejor, era tanto su deseo que gran parte de su hocico se metió a la vagina de la yegua, donde fue bañada por los fluidos de una yegua en celo. Tanto liquido entró por su hocico y nariz, lo que provocó una respuesta instintiva, Shide comenzó a toser y se vio obligada a tomar algo de aire.

Shide no parecía saciarse, había manchado las cobijas de su propio fluido lubricante, su rostro estaba cubierto de la esencia erótica y sexual de la yegua. Tan solo tomaba un momento para darse un respiro para luego volverse a perder en la inmensidad de tan poderosas y suaves nalgas. Lamía como si del dulce más sabroso se tratase, le encanaba sentir como su cabeza intentaba soportar todo el peso de un cuerpo tan glorioso. Celestia comenzó a mover rítmicamente su trasero, como si de un concurso de twerking se tratara. Shide era el público con una cercanía gloriosa, todo ese movimiento de la parte posterior de Celestia era admirable, jamás en la vida algo podría superar tanta exquisitez y maravilla. Purplethink lo miraba y se emocionaba también, el deseo sexual volvió a él. Quería sentir lo mismo que Shide, quería doblegarse ante una diosa, una princesa de gran porte y caderas envidiables.

--Por favor... haga eso conmigo por favor.

--¿Estás seguro, dragoncito? No quiero recogerte con pala.

--Solo un poco, quiero intentar.

Shide no sentía su rostro, no importaba, estaba tan complacida por ello, tanto placer y dolor combinados en un fetiche especial terminaron por diluir sus fuerzas. Volteó a mirar a Purplethink quien se preparaba para recibir la parte trasera de la gran yegua, quien se puso en posición y se dejó caer.

Sonidos de gritos fueron asfixiados por el poderoso trasero, el hocico largo y rígido de Purplethink encontró mucho dolor gracias a la retaguardia de Celestia, su hocico se hundió entre ese el trasero y lo dejó sin aire. Era interesante, sentir una de las partes más codiciadas por los machos tan cerca de sus fosas nasales y hocico, ser participe en un acto de sumisión con un trasero tan grande se volvía una acción obligada, aunque sea para probar. Sin embargo, Purplethink no estaba preparado para ello, no lo disfrutó del todo, tanto peso en su hocico no era para él.

Un par de sesiones y Purplethink no quiso más. Su mente estaba en otro objetivo.

--Quiero montarla.

--Muy bien, monta a la princesa del sol, quiero tener descendencia contigo.

La gran yegua colocó sus cuatro extremidades sobre la superficie de la cama, elevó el trasero y se lo ofreció a Purplethink quien se maldecía a sí mismo por no poder grabar este momento. Una hembra presentándose ante él, con la intención de ser penetrada por cualquier macho con la suficiente plata como para acceder a ella. Miraba su entrada aún protegida por una tanga mojada, Purplethink solamente la hizo a un lado, no quiso lamer o admirar más, él solo quería penetrar.

Acomodó su miembro y comenzó a empujar, primero lentamente para sentir centímetro por centímetro la vagina cálida y jugosa de una yegua, pero no era una hembra cualquiera, era la misma princesa quien se ofrecía a un plebeyo como él. Su responsabilidad sería dejar una marca en su interior, algo para que ella y él recordaran que estuvieron alguna vez unidos de la manera física más extraordinaria posible.

Los gemidos de Celestia eran falsos, no sería el primer macho que la penetra y aunque Purplethink tenía buen tamaño no se comparaba con otros animales, aun así lo disfrutaba modestamente. A Purplethink no le importaba, él se sentía en el cielo, toda fantasía ahora era su realidad. Intentó abrazar por completo las caderas de la gran yegua, era tan grande que no se podía, Celestia se cansó de esta posición y simplemente se dejó caer mientras Purplethink seguía penetrándola como loco.

Purplethink gruñía más y más, su cuerpo parecía estar preparándose para soportar un dolor colosal. No era dolor lo que estaba soportando, era el placer tan fuerte que no era capaz de soportarlo por tanto tiempo. Quería seguir disfrutando su cuerpo, tener todos los millones y hacer a esta prostituta su compañera sexual personal, quería penetrar ese trasero una y otra vez por toda la eternidad y todas estas ideas al mismo tiempo en su mente solo acrecentaban de manera irremediable su camino a un orgasmo.

Ya no pudo más cuando la gran yegua, al ver la hora, supo que ya habían completado su tiempo. Conocía bien a los machos, sabía muy bien que al mover sus caderas Purplethink sucumbiría y así pasó. El dragón no pudo más y su cuerpo fue noqueado por un poderoso orgasmo que hizo casi clavar sus garras en las curvas de la gran yegua quien protestó la brusquedad.

Semen de dragón fue depositado en su interior e inundó por completo su vagina. El tiempo había concluido, ambos clientes habían cumplido con sus fantasías y el orgasmo llegó para ambos, y si hablamos de Shide, este llegó más de una vez. La gran yegua hizo el cuerpo de Purplethink a un lado y se levantó para limpiarse el rastro de semen que manchaba su pelaje blanco.

--Les recomiendo que se bañen, apuesto que tienen bien impregnado en el pelaje... o escamas el olor a sexo. Yo me bañaré primero, luego siguen ustedes. ¿Entendido?

Purplethink solo levantó el pulgar como respuesta.

Para Shide y Purplethink la fiesta había terminado, solo una hora fue suficiente para dejarlos adoloridos y casi destruidos. Shide y Purplethink quitaron cualquier evidencia del sexo con un poco de agua y jabón, esa era su realidad, solo habían pagado por una fantasía por cierto tiempo. Aunque a Shide le fue mejor, al salir de la habitación la gran yegua se despidió de ella con un gran abrazo y un afectuoso beso en la mejilla.

--Feliz cumpleaños. Eres una lobita muy dulce.

Purplethink casi se muere de envidia. Los dos regresaron a la fiesta del piso inferior y Purplethink no pudo evitar preguntar acerca de sus ocho pezones, Shide tan solo respondió con un desinteresado "Meh".

La fiesta de Naru y Satine estaba en su máximo esplendor, en sus hocicos se compartía la saliva y lubricantes naturales, en cada beso la mezcla solo se embarraba más. Tres hermosas hembras, que no les importaba sentir al máximo su sexualidad.

Su hora candente se volvió más intensa cuando la leona sacó un strap-on con un enorme y grueso dildo, para la sorpresa de Naru y Satine.

--Muy bien señoritas, ¿Quién desea que Celestia la castigue?

Satine levantó la mano, sonrió y apuntó con malicia a Naru quien sorprendida intentó declinar la propuesta sin mucho éxito.

--No te preocupes gatita... ten por seguro que al final terminarás disfrutándolo. --Satine la empujó para colocarla en posición. Naru estaba inquieta, la dinámica le parecía curiosa, una parte de ella si quería intentarlo, la otra estaba asustada por el tamaño de esa cosa.

Ronroneos, caricias en la espalda y un par de nalgadas fueron su única preparación. La leona tenía el juguete especial bien puesto en su pelvis, puso un poco de lubricante en toda la superficie del dildo y lentamente fue introduciéndolo en la intimidad de Naru, ella sacó las garras y las clavó en las sábanas. Era muy grueso y el material era frío, para su vagina estrecha este nuevo objeto introduciéndose con determinación le provocaba una reacción de alerta y dolor.

Los maullidos de molestia aparecieron, Naru intentaba ser fuerte y soportar, al menos lo suficiente para lograr acostumbrarse. Cerró los ojos, intentando mentalizarse y aceptar la molestia, cuando un beso apasionado la sorprendió.

Satine acarició suavemente sus mejillas mientras un beso lento y duradero se encargaba de tranquilizarla. Satine necesitaba serenarla, y un beso fue la mejor manera. De todas formas, si Naru no era capaz de soportar los embistes o el tamaño, ella sería la primera en apoyarla.

La acción apacible y pasional de Satine resultó efectiva, Naru detuvo sus pensamientos de golpe y se dejó llevar por la deliciosa sensación de tener en contacto directo unos excelentes labios de loba con los suyos. Más allá del mero acto, la energía entre ellas era especial, transformaba sus acciones cariñosas en un evento para las emociones más intensas.

La leona percibió como el cuerpo de la gata siamesa se relajó de golpe y con más confianza empezó a empujar rítmicamente.

Naru estaba en un paraíso fugaz, todas las sensaciones tan placenteras que su cuerpo recibía pronto acabarían, la vida normal llegaría y un nuevo día con los problemas que pospuso estarían esperándola. Había un detalle más, algo que le hacía pensar en el futuro con más calidez y optimismo... ese algo era Satine. Al momento de sentir sus besos solamente pensaba en volver a probarlos, le hacían sentir bien y la enloquecían, tanto en el cuerpo como en sus emociones. Podría ser, que un capítulo en su vida de ensueño y emoción se estuviera escribiendo ahora mismo, quería conocer su conclusión.

Satine también sentía lo mismo, estas expresiones de cariño eran mucho mejores de lo esperado, la volvían loca y potenciaban su propio placer. La hacían sentir viva y con toda la energía del mundo para comerse el mundo. Era euforia, por el momento y por lo que estaba pasando... era consciente de lo que su mente y cuerpo querían, necesitaban de Naru.

Aullidos de loba en celo, ronroneos de una gata siamesa complacida de sexo. Satine y Naru volvieron a besarse y no se detuvieron hasta que sus rostros se llenaron de calambres, la lengua de Naru no fue feliz hasta que no se introdujo en el hocico y la feminidad de Satine quien con mucho gusto le dejó probar su entrada intima.

Cuando el tiempo se terminó, a las tres no les importó descansar en las sábanas sucias y abrazadas una de la otra. Si la prostituta permaneció con ellas fue porque era tan cómodo estar con ellas, la energía que emanaban era reconfortante, además de ya no querer seguir atendiendo clientes hasta el día siguiente. Naru y Satine se abrazaron la una de la otra y se miraron con una intención clara; al salir de este lugar lo harían juntas, como una pareja. No había necesidad de decir algo, las palabras y los problemas serían para otro día.

Un gran cumpleaños, al menos Shide lo consideró el mejor de su corta vida, su cuerpo adolorido por tanta masa de yegua sobre su cuerpo era una prueba irrefutable de ello. Al volverse a encontrar el grupo, salieron del club satisfechos, cansados y muy desbancados. Con hambre y sed, a Purplethink no se le ocurrió un lugar mejor para comer a tales horas de la madrugada que a un puesto de tacos baratos. no eran los mejores del mundo, pero era algo. Ahí, juntos le celebraron el cumpleaños de Shide y lo brindaron con sus botellas de refresco.

El dinero sería un problema después, lo único que necesitaban urgentemente era un transporte para llevarlos a casa. En su camino de regreso hacia la normalidad y el silencio, cada uno tuvo sus propios pensamientos sobre este acontecimiento. Naru y Satine quería un futuro juntas y aunque el tiempo para ello siempre sería incierto, decidieron aceptarlo y vivirlo con optimismo. Shide abrazó a sus amigos y durmió durante todo el trayecto, convencida de tener a las mejores amigas de toda su vida. ¿Y Purplethink? Simplemente estaba pensando en locuras, como alguna información privilegiada la cual no le dijo a nadie... como El Festival de la Luna que celebraría en un par de semanas, y que sin duda sería mucho mejor que la Noche Celestial