Vidas entrelazadas 5 (Jacob-II)

Story by nadie on SoFurry

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17/8/3841 (martes)

Se levantó de la cama con cuidado de no despertar a Bruno, que estaba junto a él, aún dormido. Hacía relativamente poco se había llevado a cabo el entierro de su padre. Su madre no había llegado a tiempo al hospital. Su padre sí, aunque tuvieron que hacerle un transplante de riñón. Concretamente, le transplantaron el riñón izquierdo de Jacob, que se propuso voluntario para ello.

La operación no salió demasiado bien para Jacob. Aunque su padre permaneció con vida un poco más de tiempo, sólo le despreció más por "contaminar" su cuerpo con sus órganos. Además, el riñón derecho de Jacob no parecía poder hacer frente a todo lo que su cuerpo le exigía, y debido al tratamiento que debía seguir tuvo que dejar su trabajo como bombero. Realmente no le molestó demasiado, ya que así evitaba recordar continuamente a Daniel.

Lo que más le afectó fue la herencia que su padre le dejó al morir. Samuel se quedó con todo. Con todo, menos con las deudas. Las deudas se las había dejado a Jacob. Así que tuvo que vender la casa, el apartamento y algunas pertenencias más. Básicamente, se había quedado con la ropa que llevaba, la que tenía en el armario y poco más, y todavía no se había librado de todos los pagos a los que debía hacer frente por culpa de su padre.

Según parecía, John se había estado endeudando y tocando las narices a quienes le pedían el dinero de vuelta sólo para que ese día, cuando llegase, le doliese bastante a Jacob. Así que Jacob se tuvo que quedar en casa de Samuel más tiempo del que en un principio parecía necesario.

En cuanto a Fred y a Aarón, era como si no les hubiera conocido nunca. No les volvió a ver, y ellos no dieron señales de querer que eso ocurriera. Así que allí estaba, arreglándoselas con un trabajo que le daba para pagarse el alquiler de un pequeño piso donde recibía frecuentes visitas de Bruno, que le había cogido y al que él mismo había cogido mucho cariño.

No era una gran vida, aunque realmente no se iba a quejar. Al menos, y aunque le costase reconocerlo incluso con todo lo que le había hecho, la muerte de su padre le había librado de una pesada carga. La de su madre le había sentado bastante mal. Samuel le había curado el problema del riñón con su magia, o lo que fuera, aunque no sabía cómo iba su situación económica (no le regeneró el riñón entero, porque habría sido demasiado llamativo si se volvía a hacer un chequeo médico, y podría haber perjudicado a la carrera de Samuel que algo así se descubriera). De haberlo sabido, seguramente le habría dado dinero, o algo. Y a Jacob no le gustaba ser una carga.

Fue al baño a ducharse. Tenía algunos desperfectos. En cuanto abría la ducha, por ejemplo, el agua empezaba a salir por más agujeros de los debidos, lo que le ocasionaba un mayor gasto de agua y el tener que limpiar el baño cada vez que terminaba de ducharse.

Cuando terminó de ducharse, salió del baño y fue a buscar algo de ropa. Unos pantalones cortos algo ajustados, una camiseta blanca y una camisa holgada. En cuanto empezó a vestirse, vio a Bruno reflejado en el espejo, mirándole, aún medio dormido. Se terminó de vestir y se sentó a su lado un momento, hasta que Bruno parecía lo bastante despierto como para enterarse de lo que le decían.

-Buenos días, Bruno.

-Buenos días, tete.

-¿Te vas a levantar ya?

-¿Qué hora es?

-Las... veamos... las 7:30a.m.

-Qué pronto.

-Bueno, en realidad no tanto. Cuando era bombero me levantaba a las 6a.m. Y me acostaba mucho más tarde. Además, siempre que te quedas aquí a dormir dices lo mismo...

-Para que me dejes dormir un poco más.

-Se siente. Yo no puedo dejarte aquí solo, que si no la casera me mata. Venga, vístete que vamos a desayunar. Hoy hay trabajo que hacer, ya lo sabes.

-Jooo... vaaale... ¿Por qué trabajas tanto?

-Tengo que pagar el alquiler, la comida y la ropa. ¿Te parece poco? Además, fuiste tú ayer el que me pidió que le llevase conmigo mientras trabajaba. Eso sí, como hagas alguna trastada te tendré que llevar a casa. Ya sabes que el trabajo es algo serio.

-Sí... lo sé... Me portaré bieeen... Lo prometo...

Jacob le miró. Parecía molesto por lo que acababa de decirle. Dio un pequeño resoplido, se acercó a su hermano pequeño y le dio un beso en la frente.

-Ya sé que te portarás bien, Bruno. Tú siempre te portas bien. Perdona si te ha molestado que te lo dijera.

Bruno le miró y sonrió de nuevo. Entonces se levantó y le abrazó. Dada la diferencia de estaturas, quedó en una posición algo comprometida, aunque eran hermanos, así que tampoco importaba aquello. Jacob desde luego no tenía ninguna intención de involucrar a su hermano en una relación más allá de la de dos hermanos, aunque cualquiera que les hubiera visto en ese momento habría tenido razones para pensar mal.

Bruno era un toro bastante bajito, de sólo 1,3 m de altura, y más bien delgado, aunque ligeramente musculoso para su edad. Mal alimentado no estaba. Por eso no había que preocuparse. Su pelo era de color gris oscuro, con una franja vertical en el pecho de una tonalidad más clara de gris, que a la luz tenía un brillo plateado bastante agradable. A diferencia de sus dos hermanos, su pelo era corto en todo su cuerpo, incluyendo la cabeza, así que no tenía ni melena ni nada que se le pareciese. Sus ojos eran de color verde. No era el ser más inteligente del planeta precisamente, aunque tampoco se podía decir que fuese el más tonto. Y desde luego, era inocente como pocas cosas quedaban sobre la faz de la Tierra.

-No pasa nada. Sé que no lo decías para fastidiar. Me hace mucha ilusión verte trabajar. Seguro que lo haces muy bien. Eres tan listo...

-Bueno... Mira, sí que es verdad que lo voy a hacer muy bien, sí... con un ayudante como tú, es imposible hacerlo mal.

-¿En serio? ¿Me vas a dejar que te ayude?

-Claro. ¿Por qué no?

-Es que... yo no sé cómo trabajas... y... no sé si...

-Bueno, pero no pasa nada. Tú haz lo que te diga y verás como lo haces muy bien. Tampoco te voy a pedir que hagas el trabajo por mí... Con que me lleves las cosas y me las des cuando las necesite me basta.

-¡Vale!

Bruno le dedicó la mayor sonrisa que pudo darle y le abrazó aún más fuerte. Era tan fácil hacerle feliz... Jacob también sonrió. Aquel pequeño toro era casi el único capaz de hacerle sonreír así. Le hacía sentir que, sólo por hacerle un poco feliz y verle crecer, la vida merecía la pena. Con él, podía olvidar todo lo malo que le había pasado hasta entonces aunque fuera sólo por unos momentos.

En cuanto Bruno se vistió se dirigieron a la cocina y se tomaron el desayuno que Jacob preparó. Después, cogió la maleta con el ordenador, el maletín de herramientas y todo lo que le hiciera falta y bajaron al coche (cedido por la empresa para los desplazamientos que hicieran falta). Se aseguró de que llevaba conectado el móvil y arrancó el motor para dirigirse a casa de su primer cliente.

Cuando llegó allí, pudo advertir que su cliente, una iguana relativamente mayor, por no decir vieja, tenía bastante poca idea de informática, aunque estaba acostumbrado a que ocurrieran aquellas cosas. Cuando terminaron de atenderle, Bruno se mostraba radiante de felicidad. Todo había salido bien, y la mujer le había dado un sabroso caramelo de fresa. Era un chico con carisma, qué se le iba a hacer...

Hasta la hora de comer atendió a varios clientes más. Un par de orcas, un mapache, una leona... Casi todo "tonterías", rápidas de resolver. Jacob se alegró. Si no, seguramente no habrían acabado por la mañana con lo previsto, aunque Bruno lo paso algo mal con la leona. Era normal, teniendo en cuenta cómo les miraba. No sabía si se lo iba a comer o sólo le iba a matar. Al final sólo eran las apariencias. La mujer tenía problemas de vista y les miraba así porque era la única forma de distinguirles del mobiliario de la casa sin su gafas (sobre todo a Bruno. Jacob, siendo del color que era, no daba aquellos problemas).

A la hora de comer se acercaron a un pequeño bar, donde pidieron una par de ensaladas, una pizza vegetal para los dos (Bruno adoraba aquellas pizzas, y afortunadamente las podían encontrar en casi cualquier parte) y un par de helados. El de Jacob, de chocolate. El de Bruno de fresa y nata. Aquel era el sabor favorito de Daniel...

La tarde transcurrió relativamente tranquila. Algunas llamadas al móvil de varios clientes, una par de paradas en alguna gasolinera, una merienda rápida para Bruno, y algunos regalos de clientes generosos para el joven y carismático toro. Jacob casi le tenía envidia. Al final volvieron a casa de Jacob, subieron arriba y Jacob se preparó para darse una ducha, cuando Bruno le recordó que aún seguía con él.

-Tete...

-¿Qué...? ¡Oh! Tenía que llevarte a casa con Samuel... Mierda... Se me había olvidado completamente... ¿Te importa si me ducho antes? No, espera... mejor te llevo y luego ya si eso me ducho. Pfff...

-Tete. ¿Me puedo quedar a dormir hoy también?

-¿Aquí? Bueno... no tengo mucho para cenar... Pero... supongo que puedo buscar algo... Aún así, deberíamos avisar a Samuel. Menudo descuido... Estará preocupado... Voy a llamarle.

Cogió el móvil y le llamó. Tuvo que esperar casi medio minuto hasta que alguien contestó, pero al final cogieron el teléfono.

-¿Sí?

-Hola, soy Jacob... ¿Samuel?

-¡Ah, sí! ¿Qué tal todo?

-Bien, bien... No te reconocía... Suenas como cansado, o algo... ¿Estás bien?

-Sí, sí, no es nada... Estaba con mi mujer, ya sabes... a por el tercero, je, je...

_ _ -¡Samuel! ¡Por favor!

-Tranquila... Es Jacob... Perdona... ¿qué querías?

-Bueno, es que tendría que haberos llevado a Bruno, pero se me ha pasado completamente... Y dice que si se puede quedar a dormir aquí otra vez. ¿Te parece bien o tenías algún plan? No sé... por si...

-No, no... que se quede si quiere. Si se lo ve contento contigo. Por mí como si se queda a vivir allí... Pero eso sí: quiero verle, ¿eh? Que también es mi hermano. Dice que si Bruno se puede quedar allí a dormir.

-Sí, sí... tranquilo, que no me lo quedo... Bueno, pues nada, te dejo con tu mujer... No quiero interrumpir nada...

-No, no, si no interrumpes... Acabábamos de terminar... Bueno, este "asalto", je, je. Ya lo sabes... Aquí el que no aguanta cinco asaltos es que no...

-¡Samuel! ¡Que es tu hermano!

_ _ - Oh... perdona... No lo he dicho adrede... se me había olvidado...

-Anda que... cállate un poquito, anda...está claro que no te queda sangre en el cerebro...

-No pasa nada... yo ya... emmm... tenía que darme una ducha, así que si no te importa... me tengo que ir y... eso... Hasta luego...

-Hasta luego...

Colgó el teléfono y miró a su alrededor. ¿Dónde estaba Bruno? Antes estaba a su lado...

-¿Bruno? ¡Bruno! Que te puedes quedar... ¿Dónde estás? (Caray... si la casa no es tan grande...)

De pronto llegó a sus oídos un sonido familiar. El de la ducha y el agua cayendo por el agujero de la tubería. Fue al baño y vio allí a su hermano pequeño, ajustando la temperatura e intentando evitar que el chorro de agua que salía de la tubería lo empapara todo. El resultado era que el propio Bruno estaba empapándose.

-Bruno... ¿qué haces?

-Te estaba preparando la ducha... pero no funciona bien... lo siento...

-Ay... ya lo sé, ya... pero no lo sientas... tendría que haberte avisado... aunque claro, no sabía que ibas a abrir la ducha... en fin... quítate eso, anda, que estás empapado...

-Pero... no tengo más ropa...

-No pasa nada... ya te dejo yo algo... De todas formas, ya que estás mojado podrías ducharte...

-¿Contigo?

-Bueno, yo no decía...

-¡Síííí!

-Pero yo...

-Porfiiii

-Ay... en fin... está bien...

-¡Vivaaaa!

-¡Shhh! No grites tanto, que me van a llamar la atención.

-Lo siento...

-No pasa nada... Venga, ve quitándote la ropa y métete debajo de la ducha. Yo voy a coger algo para que te puedas poner encima después y a por mi ropa y vuelvo. Y no abras la ducha hasta que vuelva, que si no se gasta mucha agua.

-Vale.

Jacob fue a coger algo de ropa. Para Bruno encontró una camiseta que. evidentemente, le iba a venir enorme, pero que desde luego le mantendría abrigado. Pantalones no había ninguno que le fuese a venir bien, así que tendría que esperarse a que se secasen los suyos. Dio un suspiro. Tendría que conformarse con aquello...

Cuando tuvo todo lo necesario fue al baño y se encontró a Bruno esperándole bajo la ducha. Cogió un poco de cinta aislante y tapó provisionalmente la fuga. Tenía que arreglar eso pronto. Luego se quitó la ropa y se metió bajo la ducha con dificultad. No era precisamente amplia, y el contacto físico en aquellas circunstancias le resultaba muy incómodo, teniendo en cuenta sobre todo que estaba con su hermano pequeño de 12 años.

Bruno le miró de arriba abajo, entre admiración y vergüenza, y Jacob se sintió aún más incómodo, así que abrió el agua de la ducha y se puso de espaldas a su hermano. Rápidamente empezó a enjabonarse, sin decir nada, y cuando podía apañarse sólo con las manos enjuagó un poco la esponja y se la dio a Bruno.

-Toma. Enjabónate y dúchate rápido, venga. Pero límpiate bien, que hay que estar siempre bien limpio.

-Sí... Mmm... tete...

-Di.

-Es que... no me llega agua...

Jacob se giró y vio lo que ocurría. Dada la altura de la ducha y la suya propia, estaba tapando a su hermano, que no estaba más mojado de lo que habían entrado a la ducha. Se sonrojó de la vergüenza por no haberse dado cuenta, y se apartó ligeramente, dejando que Bruno ocupara su sitio.

-Ya... ya está... perdona...

Siguieron enjabonándose, hasta que al cabo de un par de minutos Bruno le cogió de improviso por la cola y se sobresaltó. Entonces se giró hacia su hermano pequeño para preguntarle por qué lo había hecho, pero la falta de espacio y el jabón en el suelo de la ducha hicieron que resbalara.

Al resbalar, durante la caída, se golpeó en la cadera con el borde de la bañera, y luego cayó dentro de culo, tirando a su hermano encima suyo al caer.

-Auush... qué daño... ¿por qué has...?

Antes de terminar la frase levantó la mirada y vio a Bruno, cubierto de espuma, que en ese momento parecía una oveja (con cuernos, sí, pero una oveja al fin y al cabo) y tenía en la cara un gracioso bigote y una pequeña perilla hechos también con jabón.

-¡Mira! ¡Soy una oveja!

-¡Ja, ja, ja, ja...! Estás como una cabra...

-No... soy una oveja...

-Venga, ovejita... termina de limpiarte que me tengo que enjuagar yo también y salimos. Aún hay que cenar y yo mañana tengo trabajo... Ay... Menudo golpe...

Bruno se levantó como pudo y puso de nuevo en marcha la ducha para que el agua fuera quitándole el jabón del cuerpo. Jacob se lo quedó mirando. Tenía cada cosa... era gracioso, y no lo podía negar. Y tampoco era feo en absoluto.

Era algo bajito, y desde luego no estaba tan bien dotado como Samuel... o como él, aunque claro, sólo tenía doce años... Y aquel pequeño flequillito en lo alto de la cocorota no le sentaba nada mal... Era bastante guapo, la verdad... incluso atractivo. Y, al menos desde su posición, el trasero de Bruno tampoco estaba nada mal... ni muy firme ni muy respingón... y...

De pronto se encontró a sí mismo relamiéndose y se sobresaltó, sintiendo en ese mismo momento un punzante dolor en la zona pélvica. Pero eso no era importante. Estaba mirando a su hermano como si... ¡Joder! ¡Que era su hermano! ¡Y sólo tenía doce años! Pero que años más bien aprovechad... ¡Agh! ¡Otra vez!

Afortunadamente, Bruno terminó enseguida y salió de la ducha. En cuanto cogió la camisa que Jacob le había prestado y salió, Jacob dio un suspiro de alivio, dejó caer el brazo con el que se había tapado la entrepierna a un lado de la bañera y dejó caer la cabeza hacia atrás.

Tenía una erección, maldita sea... una jodida erección... Y no podía pasarse toda la noche con un brazo cubriéndola. Un niño... no... su propio hermano pequeño... Bruno le había provocado una erección... bajo de nuevo la mirada hacia la clara delatora de su excitación.

-Túúú... 28 años sin levantar cabeza... 28, ni más ni menos... Con Dani... joder, con Dani no hacías esto... hasta aquel día, sí, pero si no me la clava hasta el hígado nada... ¿y ahora esto? como no te tranquilices un poco te vas a enterar... Ouch... mierda... Así... bien... un poco más abajo... agh... creo que me he roto algo...

El dolor en la cadera cada vez era más fuerte. Intentó levantarse, y al hacerlo oyó un fuerte crujido, gritó sin querer y cayó de nuevo dentro de la bañera. Entonces Bruno volvió corriendo.

-¡Tete, tete! ¿Estás bien?

-Sí, sí... es sólo que me he hecho daño... no pasa nada... (maldita sea... esa camiseta se transparenta al mojarse... ¿por qué no le habré dado unos pantalones?)

-¿Llamo a Sam?

-No, no hace falta... tú ve a ver la tele, anda... ahora voy yo... (vete. Vamos, vete... Se va a dar cuenta... por Dios... como no bajes te juro que te doy un martillazo cuando salga de aquí...)

-Vale... pero...

-No pasa naada... de verdad...

Al fin Bruno se marchó de nuevo, y Jacob se quedó de nuevo a solas, analizando la situación. Vale, tenía la cadera rota por lo menos. Estúpido tratamiento "cura-riñones-destroza-huesos"... Bueno, podía arreglárselas... no, espera... no. No podía... Eso era un problema.

Tendría que llamar a su jefe y decirle que no podría trabajar... Aunque entonces no cobraría, y no podría pagar el alquiler, la comida, las deudas... no, no podía faltar al trabajo... Y desde luego no podía llamar a Samuel, porque entonces le tendría que contar todo, le intentaría ayudar y sería una carga...

Aunque si no podía hacer frente a los gastos, acabaría en la calle sin un sitio a donde ir, excepto a casa de Samuel... y sería una carga... y además, Samuel se enteraría de todo tarde o temprano. Vale, estaba acorralado, y su jefe no le iba a pagar por no hacer nada, y la casera no le iba a dejar estar allí gratis, y los bancos no le iban a perdonar ni una puñetera deuda...

-Joder... ¡Bruno! ¡Brunooo! ¡Llama a Samuel... y pásame el teléfono...!

Bruno volvió segundos después, con el teléfono en la mano y completamente desnudo. Antes de darse cuenta de ello, Jacob cogió el teléfono y se lo puso junto a la oreja.

-Hola... ¿Hola...? ¿No has marcado el número, Bruno? En fin... ¡ah! ¿Qué haces así? ¡Te vas a constipar!

-Hace calor... Y la camiseta estaba muy mojada...

-Aay... vale... luego voy a buscarte otra cosa... venga, vete a ver la tele o algo, que tengo que llamar a Samuel. Y cierra el agua, por favor, que yo no puedo...

Bruno fue a cerrar el agua de la ducha. Jacob le miró. Al inclinarse, se le veía tan... expuesto... mmm... la de cosas que podía hacer con él... ¡No! ¡Era su hermano! ¡Tenía doce años! ¿Qué demonios le pasaba? Al fin Bruno se marchó. Gracias a Dios no había visto nada, o al menos eso parecía... Marcó el teléfono de casa de Samuel y esperó a que contestaran.

-¿Sí?

-Sam, soy yo, Jacob... Perdona que llame tan tarde otra vez...

-Ah... dime, dime... ¿pasa algo?

-Yo... verás... me he caído mientras me duchaba y creo que me he partido algo... no me puedo levantar y...

-Ya... que quieres que vaya, ¿no? No hay problema, ahora salgo para allá... Dame quince minutos y estoy allí.

-Sí, bueno... es que... hay algo que te tengo que contar... bueno, cuando vengas, pero... no estoy en la casa que compré para la boda... en realidad yo...

-Sí, sí, ya lo sé... si quieres hablarlo, en cuanto llegue me cuentas lo que quieras.

-¿Qué? ¿Ya sabías...?

-Cuando llegue...

-Pero...

Antes de que pudiera seguir hablando, Samuel ya le había colgado. ¿Ya sabía la situación en la que se encontraba? Pero entonces, ¿por qué no le había dicho nada? Mientras esperaba no podía dejar de pensar en aquello. Al final, al cabo de un cuarto de hora aproximadamente, alguien llamó a la puerta. Lógicamente, fue Bruno el que respondió, y un par de minutos después sus dos hermanos estaban con él, viéndole en aquella situación tan embarazosa.

Después de que Bruno se fuera a jugar a cualquier cosa o a ver la televisión, convencido por sus dos hermanos, Jacob y Samuel se quedaron a solas en el baño.

-Veamos... O sea, que te has caído en la ducha y te has parido la cadera... Realmente no pareces tan frágil...

-Ya... el tratamiento para la infección por lo del riñón, supongo... Pero en serio... ¿cómo sabías que vivo aquí?

-Jacob, eres mi hermano... Sé perfectamente que estas de deudas hasta la punta de los cuernos por culpa de papá, y que has vendido casi todo lo que tenías...

-Pero entonces... ¿por qué no me dijiste nada sabiendo como estaba?

-Realmente, deberías habérmelo dicho tú. Me sorprende que te hayas tenido que partir algún hueso para contármelo... Pero bueno, ya me lo has dicho... Ah... y que sepas que no te voy a curar la cadera o lo que sea que te hayas roto gratis.

-¡¿Qué?! Pero... No tengo casi dinero... Si no me curas no podré trabajar, y no podré pagar el alquiler del piso porque no tendré dinero y...

-Exactamente. Lo que significa que tendrás que darme lo que te pida si no quieres perder tu trabajo y acabar en la calle.

-... No tengo mucho... pero... está bien... ¿qué quieres?

-Muy bien. Veamos... primero, quiero que vuelvas a tu casa.

-No tengo casa... Sólo esto... y en tu casa no hay sitio para mí...

-Meeec. Incorrecto. Toma.

Antes de seguir hablando, Samuel le lanzó unas llaves al pecho. Pero no eran unas llaves cualesquiera, y Jacob las reconoció en seguida. Eran las llaves que Jacob había dado a los compradores de su casa, y que antes eran suyas y ahora volvían a serlo.

-¿De dónde las has...?

-Vendiste esa casa demasiado barata... Así que en cuanto la vi a la venta mandé a un par de amigos a comprarla, pero eso ahora no importa... Segunda cosa que te tengo que pedir: Bruno se va a vivir contigo. Ya le he dicho a Tobías que mañana os ayude a llevar las cosas allí. Y Bruno está encantado con la idea. Ya se lo pregunté.

-¡Pero yo mañana tengo que trabajar!

-Meec otra vez... Tú te vas a pasar dos semanitas descansando y mimando a Bruno, que estaba muy preocupado por ti. Y esto no te lo pido. Mañana ingresaré en tu cuenta bancaria, que creo que aún conservas, el dinero para que pagues las deudas y algún extra para estas dos semanas.

-Pero...

-¿Pero qué? ¿Prefieres que me vaya como si no hubieras dicho nada y te deje aquí, con la cadera rota, y esperar a que te estés muriendo de hambre en la calle? Además, si hiciese eso, perdería mucho prestigio... Soy famoso... Si encuentran a mi hermano muriéndose de asco por ahí entonces yo estaría jodido, y no sería difícil teniendo en cuenta cuánta gente tiene el pelo fucsia, mide 2,65m de alto y ha sido bombero, bien conocido en la zona además. Así que si no quieres pensar que soy generoso y te quiero, entonces piensa que soy un asqueroso egoísta y sólo protejo mi carrera, pero acepta el maldito trato.

-Gracias...

-De nada... He traído algo de comida. Como no se suponía que Bruno fuese a quedarse hoy a dormir, pensé que no habrías comprado más de la que te hiciera falta a ti. En cuanto te cure esto, llamas a tu jefe y le pides un par de semanas libres. Y como vuelvas a estar en una situación así y no me lo cuentes, te parto la cadera yo mismo.

-Lo siento...

Sin decir nada, Samuel el curó la rotura, y se pudo al fin levantar. Aún se tendría que enjuagar un poco, pero al menos ya estaba bien.

-Es curioso... Siempre que te tengo que curar parece más fácil que cuando curo a otros, o a mí mismo... Bueno, termina de ducharte y todo eso... Si no te importa, yo me tengo que ir, que mi mujer me espera despierta. Y cumple tu parte del trato.

-Sí... Muchas gracias...

-De nada, hombre... Para algo somos hermanos... Y, ya que vas a tener dos semanas libres... búscate un novio, o algún amigo o algo. Lo digo en serio. No me gusta verte solo.

-Sí... Hasta la vista...

-Hasta luego. Y... dale algo de ropa a Bruno, anda...

-Se la he dado, pero dice que tiene calor y se la quita...

-Sí... a mi también me hace eso. Al menos ya no lo hace en público...

-¿Antes se desnudaba en público? ¿En serio? (Genial... o sea... que encima es nudista)

-Sí... Bueno... Ya me voy, que me esperan...

-Sí, sí, perdona... Hasta luego.

-Adiós.

En fin... No le gustaba verle solo pero bien que se había ido lo antes posible... Terminó de enjuagarse, salió de la ducha, se secó lo máximo posible con una toalla y se puso los calzoncillos tipo boxer ajustados. Tendría que haber cogido algo más... Pero hacía calor. Eso era innegable.

Después de llamar a su jefe y notificarle que se iba a tomar dos semanas de descanso (sufriendo el consiguiente despido... aunque eso era inevitable...), se dirigió a la cocina/comedor, donde Bruno estaba viendo la televisión, tumbado en el suelo sobre el estómago.

Seguía completamente desnudo, moviendo la cola de un lado a otro. Si parecía que le estuviese provocando a propósito... Justo antes de que se girase y se fuera al baño a solucionar la súbita presión en sus calzoncillos, Bruno giró la cabeza y le saludó.

-¡Hola! ¡Qué bien! ¡Ya puedes andar! Perdona por haberte tirado antes...

Jacob se colocó detrás del sofá. Bendito sofá... No había muchos que le cubriesen hasta la cintura, pero ese sí que lo hacía.

-No pasa nada. Estoy bien, gracias. Ve a coger algo de ropa de mi armario, anda. Yo mientras te voy haciendo la cena que es tarde y mañana nos vamos a vivir tú y yo a mi casa. La de antes...

-¿En serio? ¡Qué bien!

Bruno se levantó de golpe. Iba a abrazarle. ¿Por qué le gustaba tanto abrazarle? Tenía que hacer algo o se daría cuenta.

-No, no, no... Abrazos ahora no, que aún me molesta un poco la cadera...

-Jooo...

-Venga... A vestirse mientras hago la cena...

-Vaaale...

En cuanto Bruno desapareció rumbo a su cuarto, Jacob se puso detrás de la mesa de la cocina y se puso a buscar en el congelador. En seguida encontró unas pizzas vegetales. Sabía que las había traído Samuel antes, al principio porque él no las había comprado, y en cuanto las cogió porque había una nota diciendo "que aproveche", con la letra de Samuel. También había en el congelador algunos cubos de hielo que él mismo dejaba siempre listos para las bebidas.

Las pizzas las metió en el microondas y las puso a calentar diez minutos. Ya estaban medio descongeladas, seguramente por el calor durante el viaje desde casa de Samuel hasta allí. En cuanto a los cubitos de hielo, metió varios en una bolsa de plástico, que puso a su vez dentro de los calzoncillos. Lo iba a necesitar. Sólo tenía hasta que las pizzas estuvieran calientes para deshacerse de aquella insistente erección.

Al cabo de un par de minutos, Bruno volvió con una camiseta puesta, y algo más seco que antes. Afortunadamente, aquella camiseta no se transparentaba, y Jacob se había librado con relativa eficacia de su erección (aparte de los hielos, que se habían empezado a derretir demasiado rápido).

-¡Ya estoy! ¿Qué hay de cenar?

-Mmmm... Hay pizza... espero que no te moleste... no tenía otra cosa...

-¡La pizza está bien! ¿Cuánto falta?

-Cinco minutos y lista. ¿Por qué no me ayudas a poner la mesa mientras se termina de hacer?

-¡Vale!

Rápidamente prepararon la mesa, y en cuanto las pizzas estuvieron listas cenaron. Después, se fueron a dormir, esta vez Bruno a la cama y Jacob al sofá. A aquellas horas, no echaban en la televisión nada lo suficientemente decente como para que Bruno lo pudiera ver y conservar su inocencia.

18/8/3841 (miércoles)

El taladrante sonido de su móvil le despertó, le hizo dar un bote y provocó que cayera de morros al suelo. Lo cogió, aún dormido, y contestó.

-¿Sí?

-¡Ya era hora! Estoy esperando en la calle a que bajes... ¿te falta mucho?

-¿Tobi? ¿Qué haces aquí?

-¿Cómo que qué hago aquí? Papá me dijo que te ayudara a llevar tus cosas a tu nueva/ vieja/ lo que sea casa... Me dijo que estuviera aquí a las nueve, y aquí estoy.

-Oooh... a mi no me dijo a qué hora vendrías... Ahora mismo me levanto... sube, anda...

-Si me abres...

-Ah, sí... perdona. Ahora voy.

Fue a abrirle a la puerta, y en cuanto se giró para dirigirse a la cocina vio a Bruno salir del cuarto. Llevaba su querido perro de peluche debajo de un brazo y... y nada más... se lo había vuelto a hacer... Menos mal que tenía un cojín en la mano y se pudo tapar.

-Bruno, ponte algo de ropa, por favor... Tú ropa ya debe de estar seca.

-Pero hace calor...

-(No me hables de calores ahora...) Ya lo sé, ya lo sé... pero no puedes estar fuera de la cama igual que estabas dentro... Ponte aunque sea unos pantalones, anda...

-Jooo... ya voy...

Mientras Bruno se vestía un poco, Jacob fue a preparar el desayuno. Leche y tostadas con mermelada de fresa. La puerta de la casa se abrió y entró Tobías. Llevaba sólo unos pantalones cortos y una camisa azul de manga corta con algunos dibujos abstractos abierta, dejando el pecho al descubierto.

No era tan alto como su padre, aunque eso no implicaba que fuese bajito. Debía de medir 2,30m de altura, y el color de su pelo era algo más claro que el de Samuel, aunque sus ojos eran iguales a los de él. Aunque tenía una buena musculatura, tampoco estaba tan acentuada como la de Samuel, y sus cuernos estaban ligeramente inclinados hacia delante.

-Hola. ¿Puedo pasar?

-Pasa, pasa...

-No deberías dejar la puerta abierta. Podría entrar cualquiera.

-A mi no me pareces cualquiera...

-Ya me has entendido... ¿Ayudo con algo?

-Si puedes convencer a Bruno de que se vista un poco, me harías un favor...

-Mmmm... ahora miro lo que puedo hacer, pero no prometo nada... ¿dónde está?

-Detrás de ti.

-¡Hola!

-Oye, oye... ¿qué es eso de acercarte por detrás sin avisar?

-Ji, ji, ji... ¡Te has asustado!

-No me he asustado. Sólo me has sorprendido. Venga, vamos a buscarte algo de ropa... ¿Por qué no le has dicho tú que se vista?

-Lo he hecho, pero no me ha hecho caso... Su ropa está encima de mi mesilla.

-Ok. Ahora volvemos.

Siguió preparando el desayuno, hasta que cinco minutos más tarde regresaron y se sentaron a la mesa, desde donde le pidieron que fuera a desayunar con ellos. En cuanto fue, desayunaron lo más rápido posible, cogieron todo lo que tenían que coger de aquel piso y bajaron a la calle con Bruno, al fin, vestido como Dios manda.

El camión de Tobías estaba allí, esperando con todas sus cosas dentro (excepto las que acababan de coger de Jacob). Tobías trabajaba en una empresa de mudanzas, así que evidentemente aquel camión no era exactamente suyo, aunque tenía derecho a cogerlo siempre que lo necesitaba (tenía algunos contactos gracias a Samuel que le facilitaban la vida).

-¡Wow! ¿Has cargado aquí todo esto tú solo?

-Nah... Me han ayudado unos colegas del trabajo. Pero vamos, cuando lleguemos nos tocará descargarlo todo a nosotros, así que no te preocupes, que no te libras de cargar peso hoy.

-Mmm... no es por escabullirme, pero...

-Lo de los huesos no me vale. Papá me ha dicho que ayer arregló eso también.

-Ah... pues me lo podría haber dicho a mí también...

-Sorpresa, je, je...

Cuando llegaron a casa de Jacob y ya llevaban la mitad de los paquetes colocados en su sitio correspondiente se había hecho la hora de comer. La casa estaba prácticamente igual que como la había dejado Jacob. Una diferencia era que alguien (Jacob no peguntó quién, aunque seguramente fue Samuel) había llenado la nevera con algo de comida.

Otra diferencia que Jacob no había notado todavía era que una de las habitaciones había sido ocupada por Tobías, lo cual explicaría la primera diferencia. Cuando terminaron de comer, ni siquiera se pararon a descansar. Siguieron cogiendo y colocando paquetes hasta que finalmente, hacia las 17:00, todo estaba ya desempaquetado y colocado en su sitio.

En ese momento, todos fueron a sentarse en el césped del jardín, en la parte trasera de la casa. Jacob y Bruno estaban agotados. Jacob, porque llevaba casi un mes sin hacer tanto esfuerzo, y Bruno porque simplemente nunca había hecho demasiado ejercicio. Tobías, por lo visto, estaba acostumbrado a cargar con paquetes y llevarlos de un sitio para otro.

-Bueno, tío, ya está todo.

-No me llames tío... me hace sentir viejo...

-Nah. Bruno también es mi tío y tiene cinco años menos que yo.

-Ji, ji... ¡Es verdad! Qué calor... ¿por qué no nos quitamos esto?

-¡Eh! ¡Quieto ahí, que sólo llevas los calzoncillos! Más no te quitas.

-Pfff... Pobre Bruno... Si quieres estar en pelotas métete en casa. Yo me meto también, que tengo la ropa pegada al cuerpo del sudor y no es plan.

-¿Y qué te vas a poner? Si quieres te dejo un poco de ropa...

-No hace falta, hombre. Ya me pongo de la mía, que tengo de sobra.

-Aquí no hay ropa tuya... Es mi casa...

-Nuestra casa. Yo también vivo aquí... No te lo ha dicho papá, ¿no?

-No. Bueno, al menos contigo en casa Bruno se vestirá, que a ti sí que te hace caso...

-¡Ja, ja, ja...! Perdona, perdona... je, je, je... hay que ver...

-¿Qué pasa?

-Nada, hombre, nada...

-No, en serio... ¿pasa algo?

-Nah. Ya lo verás... ¿Vamos para adentro?

-Sí... Claro...

En cuanto estuvieron dentro de la casa fueron a ducharse. Primero se duchó Jacob, y luego Tobías y Bruno. Jacob se fue a hablar con la casera del piso donde había estado viviendo de que se iba a vivir a otro lugar, a pagar las deudas pendientes y a sacar algo de dinero para comprar comida y lo que hiciera falta. Tal como sospechaba, con el "algún extra para estas dos semanas" que le había dado Samuel se habría podido comprar un coche decente, por poner algún ejemplo.

Cuando terminó de hacer todo lo que se había propuesto, volvió a casa. Se había hecho de noche hacía ya un rato, estaba sin cenar y el estómago le rugía. Abrió la puerta de la casa y entró. No esperaba encontrarse a nadie despierto, pero para su sorpresa la silueta de Tobías se podía ver en la cocina.

-Buenas noches, tío. Te he preparado algo de cenar. Supuse que estarías cansado. Espero que te guste.

-Vaya, qué detalle. Muchas gracias. Pero vete a dormir, anda... No quiero que mañana estés cansado por mi culpa.

-Nah. Estoy bien, gracias. Ya estoy acostumbrado a acostarme tarde. Además, quiero saber qué opinas.

Jacob se sentó en la mesa, donde estaba su comida. Sentado delante de él estaba Tobías, esperando a que probase la cena y le diera su opinión. Realmente, el aspecto del plato era horrendo, y cualquiera hubiera confundido aquello con basura si se hubiera guiado por la vista. Pero al olfato, y como instantes más tarde podría comprobar Jacob, aquel era uno de los platos más deliciosos que, al menos en opinión de un bovino, se podría degustar.

Al terminar la cena, cada uno se dirigió a su habitación. La de Jacob estaba en el piso de abajo, junto a la de Bruno, mientras que la de Tobías estaba en el piso superior. En cuanto llegó, se encontró la cama preparada y un papel encima, en el que ponía "Buenas noches". Lo guardó en la mesilla, se quitó la ropa y se metió en la cama. Durante algunos minutos pensó en lo que le había ocurrido durante los dos últimos días. Tenía suerte de tener una familia así. Cerró los ojos, y rápidamente se durmió.