El Secreto de Tora: No mas Muertes, Por Favor

Story by Mastertuki on SoFurry

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#15 of El Secreto de Tora


Message for Reviewers: One reader send me a PM with two errors, so I fixed them: A little paragraph in the telephon conversation between Tora and Lizarman, and two words in the final of the chapter. Sorry for the Inconvenience... U_U

El Secreto de Tora

Capítulo 15: No mas muertes, por favor

Nota: Para comprender este capítulo, tienes que haber leido los antiguos.

Nota 2: Nada que añadir...

Él es Tora Tigger.

Es un tigre antropomorfo, pertenece al clan de Oriente, cuya cultura es la mas desfasada de las cuatro que existen actualmente en su mundo.

Es el líder de ese clan, dejado a su suerte tras su abandono para vivir con Bryce lejos de tanta hipocresía.

Físicamente es muy fuerte, pero psicológicamente se deprime con facilidad y se asusta ante los cambios bruscos.

Por lo que respecta a personalidad, es alguien cariñoso, simpático, y está muy al tanto de todo aquello que hacer Bryce.

Al fin y al cabo, viven juntos desde muy pequeños.

Era normal que Bryce no despertara en ningún momento. Al fin y al cabo, se encontraba en estado de coma profundo por su estado. Desde que había hablado con el hermanastro de Ane, que su cuenta atrás había empezado a una rapidez absoluta. El híbrido moriría por el camino si en menos de veinticuatro horas no encontraban a un donante de sangre compatible con la suya: La EB, una mutación de la AB0 descubierta años atrás, con la capacidad de transportar mas hemoglobina que las anteriores, pero menos vitaminas.

El tigre tiró hacia atrás su cabeza de felino, pensativo. Ante aquello si que no podía defenderle, y no dependía de él encontrar o no el donante, si no que este tenía que aparecer por casualidad de la alarma que había lanzado el hermanastro por el resto de hospitales y bancos de sangre de todo el país. Si ahí no se encontraban, tendrían que ir aumentando el radio, pero a Bryce le quedaba cada vez menos tiempo.

"Siempre te pasa algo a tí, Bryce." -pensó el tigre. "Se fuerte... Seguro que hay una cura..."

Escuchó los toquecitos en la puerta, y dio permiso para entrar. Ante una pequeña obertura apareció la cabeza de Ane, que revisó la habitación por encima, y mas tarde, terminó de entrar. Cerró la puerta tras de ella, en silencio, y observó la cama.

-¿Como se encuentra? -le preguntó a Tora.

-Habla en sueños. Me han dicho que es para oirse a sí mismo, un intento que tiene su mente de saber que sigue existiendo, como un intento de permanecer calmado. Hasta ahora no ha hecho mas que hablar de su padre, el pobre debe de estar muy asustado. -comentó el tigre. -¿Para que has venido?

-Me llamó mi hermano y decidí venir al acto. Que le tenga manía no implica que desee su muerte.

-Menos mal. Pensaba que estabas actuando como una psicópata y habías decidido... No se... Reirte de él.

Ane fue a añadir algo, pero acto seguido fue callada por un tigre que se levantó y se fue hasta la ventana, donde el amanecer atravesaba los cristales, aportando una coloración naranja de la habitación.

-Escucho a Bryce y se que es fuerte... Pero cuando le veo, es débil. Es una contradicción.

-¿Crees que lo contará?

-Espero que sí... Espero... Que haya algún donante cerca. Si no, lo tiene crudo... Muy crudo.

Ane observó a Tora un momento, mientras meditaba bien la situación. Siempre había tenido la idea de que Bryce era igual de sanguinario que su padre, pero se la hacía imposible desear su muerte, prácticamente imposible, y eso que siempre había deseado que ojalá nunca hubiera nacido.

-¿Ocurre algo, Ane?

Ane volvió la mirada a Tora unos instantes, e ipso facto, negó con la cabeza. Al igual le contaba lo que estaba pensando en esos momentos. Se apartó un momento en cuanto vió que el tigre comenzaba a andar en dirección hacia la puerta de la habitación y se detenía ahí.

-¿Te vas?

-Voy a dar una vuelta... Quizás vuelvo y ha ocurrido un milagro. Quien sabe.

Tora cerró la puerta tras de sí en cuanto se fue, y Ane observó la cama donde postraba, inconsciente, el novio de su mejor amigo. Ahora que lo pensaba, aunque siempre había tenido mucha suerte, entre los dos, siempre había sido él el que las había pasado de peores.

-Tora...

Ane paró oído desde donde estaba, al lado de la ventana.

-Tora... No me dejes solo...

¿Solo?

La coneja se acercó cada vez mas a él, mientras veía que el chico se movía de un lado a otro, como intentando luchar contra algo. ¿Pero contra qué? No lograba ver nada, y no parecía que las máquinas le molestaran, ni mucho menos.

-No me dejes... Tora... No... No me dejes solo otra vez...

Y poco a poco, fue calmándose de nuevo. Ane se apartó de inmediato, sin embargo, algo asustada, y tragó saliva. Bryce nunca le había parecido un chico normal, pero esos delírios la asustaban bastante.

Bryce abrió los ojos levemente, con muchísimo esfuerzo, como si le fuera la vida en ello. Abrió la boca, cogiendo aire con cuidado, y mas tarde, volvió la vista hacia Ane. Esos ojos azules parecían una súplica, una llamada, o algo parecido. Una parte de ella se negaba a atenderle, y otra parte, a ir urgentemente a escucharle.

En un estado prácticamente de debilidad profunda, observó como el muchacho intentaba estirar la mano hasta ella, como intentando alcanzarla. Ane, sin embargo, se mantenía postrada en el suelo, sin ser capaz de artícular ni una sola palabra.

-Llama a Senko... Él... Tiene... La... Sangre...

Y el brazo cayó muerto a la vez que Bryce volvía a perder la inconsciencia.

-¿Llamar a Senko?

Esa fue la pregunta que se quedó en el aire, una pregunta que dejó a Ane de pies, mirando a un Bryce mal posicionado y que le había hecho un mensaje, en una sala prácticamente vacía, donde la luz del sol era la única protagonista. Un lugar donde, prácticamente, a Bryce cada vez le quedaba menos tiempo de vida.

QUEDAN 19 HORAS PARA QUE BRYCE MUERA

Tora continuó bajando las escaleras, cada vez con mas lentitud. Era como si hubiera algo en la atmósfera, un veneno o lo que fuera, que le impedía continuar bajando, que se le amontonaba en el pecho y se iba hinchando cada vez mas y mas hasta que al final bloqueaba al tigre y le impedía seguir avanzando. Sabía lo que era, eran los nervios que le estaban jugando una mala pasada. Y encima se sentía agotado de no dormir.

Prefería no pensar en lo que pasaría si Bryce se muriera.

Observó la barandilla atentamente, primero sin centrarse en ella, y luego, como si fuera lo único que realmente podían deslumbrar sus ojos de tigre. Con paso lento se fue acercando, y apoyando las zarpas en la baranda, observó el vacio. Catorce pisos, y era bastante ámplio. Siempre se podría tirar por ahí.

"Soy débil... Laura tenía razón... Siempre he sido débil..."

Apartó ese pensamiento de repente, y se alejó de allí, dandose la vuelta con la intención y esperanza de poder encontrar alguna otra cosa que le despistara. Desgraciadamente, en un hospital, poco podía ver a parte de la proximidad de la muerte en cada una de las puertas...

Incluso en la de Bryce.

Regresando a su idea anterior, Tora continuó bajando las escaleras poco a poco, intentando darse esperanzas de que el muchacho iba a vivir. Seguro que en el último momento encontraban algún donante, como en las películas. Pero eso no era un film, era la vida real. Por lo tanto, las probabilidades bien que tenían derecho a descender hasta casi llegar a cero. ¿Cuanta gente tendría la sangre EB? Prácticamente casi nadie. Pocos habían heredado esos genes.

"Solo tiene veintitrés años... Por favor... No le hagais esto... Maldito... Maldito Leon..."

-¿Mioko-ko?

Aquella voz infantil le sacó de sus pensamientos en un momento, obligando a centrarse en una espécie de bola peluda que se encontraba justo delante suyo, en el suelo. Mioko, el zorro, tenía las orejas caídas, y lo miraba con un aire de tristeza y soledad. El tigre se lo quedó mirando unos instantes, dudando de que hacer. Cierto que la tenía asco, pero en aquellos momentos, no tenía a Bryce para cuidar de él.

Se arrodilló ante él, y le hizo una señal con la zarpa para que se acercara. instantáneamente lo cogió, y lo arropó entre sus brazos, observando como el pequeño zorrito se quedaba acurrucado, sin intención alguna de separarse de él. La idea no es que maravillara al tigre, ni mucho menos, pero ahora mismo tendría que tragarse su orgullo y sus gustos hasta que Bryce despertara.

-Pequeñin... Tu también andas asustado por Bryce, ¿Eh? -le dijo. -Tranquilo... Ya verás como se pone bien.

Lo cierto es que ni él mismo se tragaba esas palabras. Ya había visto esto cientos de veces: Nunca llegaba el remedio a tiempo, o directamente ni existía. Pensó a donde llevarse al pequeño zorro: En su casa no podía, no habían ganas, y al parque, todo el mundo saldría corriendo...

-¿Que tal... En el bar?

Aquella voz femenina le hizo volver la vista enfrente, donde una loba se encontraba apoyada sobre un hombro contra la pared, mirándole de forma inquisitiva. Llevaba una falda larga, con dos bolsillos, y una camisa de manga larga, junto con una chaqueta negra y gruesa. Ciertamente Rikai daba mucho, mucho miedo, con esas pintas.

-Tu...

-Sí, todos dicen lo mismo cuando me ven. -comentó. -Odayaka había quedado con Bryce, y al ver que no contestaba al teléfono, ha empezado una búsqueda hasta que al final ha descubierto que ha pasado e inmediatamente me ha llamado. -se levantó, y comenzó a caminar suavemente hasta ponerse justo delante de él. -Bien... Tu y yo tenemos que tener una pequeña charla. Ven conmigo, anda.

Si fue una orden, estaba bien cumplida, porque Tora en ningún momento se opuso. Con el zorro entre los brazos, fue detrás de la loba, manteniendo una leve distancia.

-Tranquilo, no ha sido culpa tuya. Bryce siempre ha sido débil. -comentó la loba. -Su padre y yo sabíamos el riesgo que corríamos cuando nació y vió que era sangre EB. Pero nunca pensé que le pasaría algo así.

-¿Cree que sobrevivirá?

-Tiene que hacerlo. No ha cumplido su destino.

-¿Su que?

Ambos se internaron en una tienda pequeña, con una barra donde ofrecían bebidas, comida y helados, y un par de mesas. A través de los cristales, que substituían la esquina que supuesta mente tendría que haber en su lugar, se podía ver a los médicos caminar de un lado a otro. Rikai cogió una de las sillas, y Tora se sentó justo delante.

-¿Nunca te ha contado porqué se enamoró de tí? No es fácil aceptar la homosexualidad. Bueno, no le fué a él...

-¿A que te refieres?

-Tu. -llamó un momento al camarero halcón, y le pidió un martini. Cuando este se dirigió a Tora, el tigre no pidió nada, dejando al halcón largarse. -Te explico. En el clan nuestro,. Bryce siempre fue el niño mimado, pero al contrário de lo que la mayoría piensa, siempre detestó esa condición. Digamos que como siempre vivió entre lobos, acabó cogiendo esa condición sexual.

-Mhhh...

-Un día descubrió que se había enamorado de tí, y fue incapaz de aceptar que era homosexual. Lo cierto es que entonces nos dimos todos cuenta de algo. ¿Conoces "Tu-Ya-Ne"? El libro de las leyendas.

-No... No me dio tiempo a leerlo.

-Da igual, me sé el fragmento. Gracias. -dijo en cuanto el camarero volvió con la bebida. -Ese fragmento menciona el nacimiento de alguien diferente. No he logrado averiguar el resto, pero resulta bastante prometedor.

-¡Oh, por favor, religiones! -exclamó Tora de repente. -No, gracias, no quiero ni escuchar de ellas.

-Bueno, todos os odiáis a vosotros mismos en cuanto veis a Pelz, ¿No?

El tigre la miró un momento, algo cabreado al principio, aunque mas tarde, se calmó en cuanto rozó el pelaje del zorro, que miraba por la ventana, contento de ver tanta gente paseándose de un lado a otro.

-Yo hace tiempo que pasé de Pelz.

-Pero aún así, sigues pensando que muchas de las cosas que ocurren son culpa tuya porque eres lo que eres y no mereces otro destino. Y por muchas otras cosas mas, sigues sin aceptarte. Igual que yo. -apuntó la otra. -Sin embargo, Bryce nunca lo ha hecho así. Creo que la diferencia radica sin duda en la muerte de su padre. Ese suicidio debió de cambiar para siempre la forma de ser de mi hijo.

-¿Piensas ir a visitarlo?

-No, no puedo. -mencionó. -En realidad ni puedo ni debo. Bryce es alguien independiente, y hasta ahora se ha salido muy bien sin mí. Eres tu, Tora, el que debe sustituirme. Tienes que tener en cuenta que vivir con Bryce conviene una gran responsabilidad. Lo sabes, ¿No?

-Si...

-Perfecto, entonces. No hay problema.

-¡¡Y que mas!! ¡¡Su hijo se está muriendo!! ¡¡¿¿Porqué no se deja el orgullo de lado y le va a ver??!!

-Porque no me busca a mí, Tora, Ni me necesita a mí. -contestó la loba. -Necesita a alguien que, a su lado, le haga olvidar sus pesadillas.

-Pero esas pesadillas se acabarán si no sale de esta.

-¡Creeme que lo hará! -la loba agitó las orejas rápidamente. -Ha salido de cosas mucho peores, Tora. Tarde o pronto vendrá alguien, y se recuperará al instante.

-¡Tora!

La voz de Ane hizo que la loba se diera la vuelta, mientras que el tigre solo tuvo que mirar hacia adelante. Allá, con la lengua fuera literalmente, se encontraba la coneja, agotada después de una correriza que se había echado desde la habitación de Bryce.

-Ha... Mencionado... a... Senko...

-¿Senko?

Era cierto, ¿Donde estaba Senko? Desde ayer que lo había perdido de vista. De hecho, también había perdido la pista de Uros. Por unos instantes, había pasado de ellos dos y había estado toda la noche en vela, mirando a Bryce, hablándole, como si este le fuera a escuchar.

Rikai le miró unos instantes, dubitativa, echando aire por el morro. No le gustaba para nada el comportamiento de cierto tigre.

-¿Donde está Senko, Tora? ¿Sabes donde anda? -le preguntó.

-No me acuerdo. La verdad, no me acuerdo de donde estaban él o Uros. -confesó, llevandose una zarpa a la cabeza.

-Tora... No has dormido. -Rikai se levantó, y agitó levemente la cola en un gesto de negatividad, mientras buscaba algo en los bolsillos de su falda. -Y supongo que no querrás ir a tu casa. Bueno, haremos una cosa. Voy a llamar a Shinke, le voy a decir que te deje dormir en su casa, puesto que yo voy a estar una temporada fuera.

-¿Co... Como?

-Llevo un tiempo durmiendo en casa de tu amigo el grifo, ¿No lo sabías? -explicó mientras sacaba un móvil "eDos" y empezaba a teclear. -Pero voy a salir una temporada, un par de días, como mucho. Tengo algo que comprobar. Y ahora calla.

Rikai se llevó el móvil a la oreja, y comenzó a conversar supuestamente con Shinke. Su compañero Shinke... Cuanto tiempo sin verle. Le sabía mal y todo ir allí y decir que iba a dormir. Sin embargo, el hecho de encontrarse hundido, y cansado, bloqueó de repente ese sentimiento. Por alguna razón no se sentía ni culpable ni nada, quizás porque estaba tan agotado que ni su cabeza podía centrarse en esa clase de emociones.

Rikai... Tan pronto llegaba, tan pronto se iba. Ya lo había hecho cuando se llevó a Bryce de allí, de aquel clan. A veces iba a verles, y de repente, ya no estaba. Siempre había sido así, la loba, y parecía que continuaría en ese plan, moviéndose sin parar. Rikai paró el móvil, y lo volvió a guardar en la chaqueta.

-Hecho. Ya he hablado con él. Ves dentro de un rato y descansa, quizás tendrás las ideas mas despejadas... O quizás sepas porque Bryce ha mencionado a Senko.

-¿Y quien va a buscarlo?

-¡Yo! -exclamó Ane, que había permanecido en un segundo plano. -Quizás esté con Odayaka. Tu no te preocupes por él, Tora. Ves a casa de Shinke, y descansa.

Sin tiempo a perder, Ane los dejó a los dos solos, y echó a correr en pos de una salida del hospital. De repente se sentía como encerrada en un reloj donde el tiempo sí tenía vital importancia. Con el asco que le tenía a Bryce, y aquellas corredizas las estaba realizando solo por él, solamente por el hecho de pensar de que Senko tendría la solución a todo.

Topó contra alguien que la detuvo al instante y la hizo caer al suelo, llevándose un buen golpe en el brazo izquierdo. En cuanto alzó la vista para enviar al garete a aquel que se había entrometido en su camino, contempló que no era otro que su hermanastro, con una cara de degollado que difícilmente se podía ocultar, y las orejas de conejo caídas. Observó a Ane, con atención durante unos segundos, y la tendió la mano, ayudándola a levantarse.

-¿Donde ibas tan deprisa? -la preguntó.

-En busca de Senko. Bryce lo ha nombrado hace unos segundos.

-Ya... Bueno... Pues... Iba a hablar contigo, pero viendo que tienes tanta prisa...

-No, no. -Ane apartó la idea de Senko de la cabeza y se centró en su hermanastro. -Adelante, cuéntame.

Su hermanastro volvió a poner la cara de degollado que había llevado antes, y con la pata, rodeó a su hermana por el hombro, y la llevó hasta una esquina, donde la tendió una carpeta con unos papeles. Ane ya se estaba temiendo lo peor.

-¿Que... Que es?

-Los papeles... De... Separación... Rechazados.

QUEDAN 17 HORAS PARA QUE BRYCE MUERA

-Tranquilo. Me ha dado tiempo a preparar camas.

La casa de Shinke era exactamente como la de Bryce y Tora: Una Torre perdida en medio de un campo. Se trataba de un hogar formado por dos pisos. En el interior se encontraba la entrada, que comunicaba con un enorme comedor que se componía al mismo tiempo de sala de estar. Este tenía ventanas por todos lados, y una enorme chimenea en la pared interior. Al mismo tiempo, el comedor conectaba con la cocina, que a su vez conectaba con un lavadero, y la sala de estar. Des de esta se podía subir al piso superior, donde se encontraban tres dormitorios, y una habitación de matrimonio, actualmente sin usar.

-Shinke... Lo siento mucho, en serio.

-¡Que vas a sentir, anda! -el grifo lo metió en el interior de la casa con la fuerza de una zarpa, y cerró la puerta tras de sí. -Venga, te mostraré donde está tu habitación. Ahí podrás descansar todo el tiempo que quieras... ¡¡Joder, eso que llevas es un Miosorento!!

El tigre miró un momento a su compañero, y mas tarde al pequeño Mioko que llevaba entre sus brazos, que parecía estar mirando la casa con toda la curiosidad del mundo. En las circunstancias de antaño, hubiera echado a correr por toda la casa, pero parecía ser que no se quería mover de los brazos fuertes de Tora, como si allí se encontrara protegido.

Tora observó a su compañero, y sonrió. Continuaba siendo igual de nervioso e histérico que siempre, así que por lo visto, no había cambiado nada.

-Olvídate de él, no hará nada. Es la mascota de Bryce.

-Tora, no puedo... ¿Has dicho Bryce?

Ahí cambiaron las tornas. Shinke observó al zorro unos instantes, y tragó saliva, intentando afrontar su miedo interior, un miedo impuesto por la sociedad en él. Sí, era un Miosorento, pero si era de Bryce, entonces no podía decir que no. Tora lo miró unos instantes, y viendo que el grifo dudaba, negó con la cabeza, e intentó cambiar de tema.

-¿Que tal te ha ido estos meses, por cierto? -le preguntó el tigre-Hace tanto tiempo que no te veo. Ni a tí ni a Baka, a decir verdad.

-Baka me está causando varios problemas con nuestros padres. -comentó Shinke mientras encendía la luz de arriba y subía las escaleras seguido del tigre, sin apartar todo el rato la mirada de Mioko. -Siguen empeñados en querer llevar a Baka a un centro especial de problemas mentales.

-Shinke, es que es lo que deberías hacer. -el tigre apoyó una zarpa en el hombro de su compañero, compadeciéndose. -Escucha, Baka no se...

-¡Baka se encuentra de coña, ¿Entendido?! -graznó el grifo de repente, apartando la zarpa de encima del hombro. -¡Tu también! ¡Tu también estas de su lado!

-No, Shinke, no estoy de su lado. Y por lo que mas quieras, no-me-grites. -dijo el tigre, llevandose una zarpa a la frente. Mioko se removió en su escondite, asustado ante el cambio repentino de humor del grifo, y saltó de los brazos al hombro del tigre, quedándose ahí. -Estoy cansado.

-Pues entonces, no te metas donde no te llaman, y no te gritaré. -le espetó el Grifo. Se di´ço la vuelta, abriendo una de las puertas de las habitaciones, y simplemente le encendió la luz. Luego pasó por su lado, con la mirada al frente, severa, enfadada casi, y comenzó a bajar las escaleras, dejando a Tora solo en la habitación ofrecida.

"Shinke... ¿Porqué no escuchas a tus amigos?" -se preguntó Tora mientras lo observaba alejarse cabreado. Lo cierto es que había metido la zarpa en toda la herida, pero tampoco es que lo hubiera hecho con mala intención. Conocía los sentimientos de Shinke, así que no podía tampoco juzgarle demasiado.

Se introdujo en la habitación, cerrando la puerta tras él, y observando el interior. En una de las paredes había colgado un cuadro donde salían tanto el grifo como el oso. La verdad es que siempre los había visto bastante juntos, en el sentido de que Shinke estaba bastantes veces pendiente de lo que hacía el otro. Y era bastante obvio, al fin y al cabo la relación que había entre los dos era casi tan parecida como la de Ane y su hermanastro, aunque Tora era el único que lo sabía. Mioko saltó del hombro de Tora al suelo, y empezó a husmear primero el aire y mas tarde, una de las esquinas, reconociendo poco a poco un terreno que le era desconocido.

Tanto Baka como Shinke eran hermanos de sangre. Parecía extraño, pero así funcionaban las famílias interraciales. La madre de Shinke y Baka era un grifo, también, mientras que el padre era, obviamente, un oso. Lo cierto es que, de una forma muy poco explicable, las razas de los descendientes eran aleatorias. Podían ser de una o de otra, daba exactamente igual, y los dos se llevaban prácticamente un año de desventaja.

Pero desde hacía un tiempo, Baka...

-¿Tora? ¿Estas dormido?

El tigre volvió en sí y se dio al vuelta en cuanto escuchó un par de golpes en la puerta. Se apresuró rápidamente a abrir, encontrándose cara a cara de nuevo con su viejo amigo, que parecía algo arrepentido de la discusión anterior.

-Veo... Que no.

-Pero me iba a acostar ahora. -murmuró el tigre. Se llevó una zarpa a la cabeza en su camino hacia la cama mas cercana, y se echó en ella, notando como su espalda se lo agradecía en cierta forma. Lanzó un pequeño gemido de alivio, y cerró los ojos en una intención de dejar que su cerebro descansara. El zorro, por su parte, pasó por debajo de la cama de Tora y apareció por el otro lado, deteniendose un momento para mirar a Shinke.

-Me han comentado lo de Bryce... ¿Como se encuentra?

-Precisamente intento no pensar en eso, Shinke. Llevo toda la noche despierto, con los nervios a flor de piel, y estoy rendido. -mencionó suavemente,e casi como un susurro, intentando no romper la calma que estaba sintiendo ahora en su cuerpo. -Pero de todas formas, cada vez va peor. Hace el esfuerzo de mantenerse al menos en vida, pero las fuerzas se le van.

El silencio se produjo en la habitación durante unos instantes. Shinke, apoyado en el borde de la puerta, meditó durante unos instantes la situación, con una expresión de tristeza en el rostro.

-Siempre he querido a Bryce como compañero. -logró decir, casi a punto de llorar. -Tuvimos nuestras pequeñas peleas, pero siempre estaba ahí cuando yo me hundía. Joder... Era el mismo, Tora, el mismo Bryce. Allá, en Occidente, vino a buscarme a la habitación para convencerme. Y ví al mismo...

-Y lo será siempre, Shinke. Perdió la memoria, pero no su carácter, ahora me he dado cuenta. -Tora cogió aire antes de proseguir en su frase. -Es un lobo que lucha contra los tópicos de la gente, y va derrumbando todo tabique que se encuentra, pero por desgracia hay muros que no se pueden derrocar solo.

-Pero si con mas ayuda, ¿No? -comentó Shinke. -¿Ha aparecido algún donante cerca?

-No, aún no. Mierda de genética.

La conversación no hacia mas que empeorar el estado de ánimo de Tora, que se iba hundiendo por momentos. No obstante, Tora no parecía parar de darle vueltas al tema, decidido ahora a combatir la tristeza. Bryce lo había hecho así toda la vida, incluso en los momentos de mas angústia, siempre había salido hacia adelante. Incluso la vez en que tuvieron que separarse.

-Nos fabricaron y nos dejaron a nuestro aire. -continuó Shinke. -Jugaron a ser dioses, y nos metieron en el infierno. En un infierno de instinto y razón, una balanza sensible y lleno de agujeros.

-Pero Bryce es diferente. -prosiguió el tigre. -Por alguna razón, él no está dominado por el instinto como lo estamos tu y yo, Shinke. Él se superpone a su espíritu animal y lo combate. Tiene la fuerza que nosotros no tenemos. Y le perderemos... Si no sale pronto un donante.

Una gota acompañó a la otra, e inmediatamente a la siguiente. Poco a poco, empezó a llover de nuevo, creando una espécie de río en la ventana de la habitación. El tigre la observó durante unos instantes, y mas tarde cerró los ojos de nuevo, intentando descansar, un hecho que Shinke le dejó cumplir saliendo de la habitación. En cuanto fue a cerrar la habitación, el pequeño zorro se apresuró a salir de ahí, y se quedó al lado de Shinke, sonriendo.

-¿Y tu que haces aquí?

-Mioko tiene hambre... -dijo el pequeño. -Mioko no tiene a Bryce... Mioko quiere comidita...

Pobre zorro. A falta de amo, ¿Cuanto tiempo llevaba sin comer? Pero... ¡¿Pero que carajo estaba diciendo?! ¡Era un maldito Miosorento! ¡La aberración mas grande creada en la vida! ¿Como podía tener compadecencia de él?

Y sin embargo, parecía tan pequeño...

-Esta bien. Te daré comida. -comentó Shinke, mientras cerraba la puerta de la habitación y empezaba a bajar las escaleras. -Pero luego quietecito, ¿Eh? No quiero que una bola de pelo como tu me...

Y en cuanto dejó de oir la voz de Shinke, el tigre sonrió levemente al ver lo que el zorro había logrado en el grifo: Que cediera y le diera lo que él quería. Así era como había acabado encariñándose él también del zorro: Olvidando poco a poco los tópicos, y fijándose en lo que la realidad le estaba ofreciendo.

Y es que aún siendo Mioko la representación de los fantasmas del pasado de todos, había aprendido con Bryce a irlos enfrentando poco a poco.

QUEDAN 15 HORAS PARA QUE BRYCE MUERA

Uros observó como pasaba una paloma revoloteando por el parque, y se acomodó mejor en el banco, con la vista puesta en el edificio del hospital. El lobo de color castaño, vestido con la camiseta verde y el pantalón azul, movió las orejas levemente en cuanto el aire las rozó, y agitó un poco la cola. Echaba de menos la libertad que tenía en el clan, pero estando en una misión, ahora no podía ir rechistando por esas meras comodidades, aunque su instinto interior se lo pedía.

"Un donante... Nunca pensé que Bryce fuera tan débil."

Lo cierto es que de siempre sabía que Bryce era bastante débil físicamente, así que aquello no era ninguna novedad. No había vez que se subiera a los árboles sin caer al suelo y hacerse daño en algúna parte. Y tampoco había vez que retaba a otro varon y saliera perdiendo, aunque eso último bien que sirvió para anivelar unos humos que siempre tuvieron control de él.

-Por mucho que mires el edificio, no lograrás que Bryce se ponga mejor.

-¿Maese Rikai?

El lobo dio un brinco antes de girarse y toparse con la que había mencionado: La loba madre de Bryce. Sonrió levemente al principio, y luego se incorporó, llevandose ambas zarpas a la cintura, una costumbre que indicaba lealtad a su superior.

-No hace falta que adoptes ciertas posiciones aquí, Uros. -dijo Rikai mientras se acercaba a él. -En esta ciudad, solo somos dos lobos mas, así que en vez de llamarme Maese Rikai, llámame simple y llanamente Rei.

-Eso está en contra de las normas, Mae...

-Tsk, tsk. -chasqueó un par de veces la lengua, y negó con el dedo. -No, Uros. Son unas normas que te ordeno ahora mismo que las incumplas en parte. Tu misión es proteger a Bryce, y por ello, si has de romper las normas, hay que romperlas. ¿Olvidaste esa lección, parte de tu entrenamiento en el clan?

-No... Perdona, Rei. -dijo el lobo, agachando la cabeza. Rikai sonrió.

-Buen luchador, si señor. Así me gusta. -concluyó la loba. El pelaje se le removió un poco cuando el aire volvió a soplar, mientras mantenía su mirada de pensativa sobre el lobo marrón. -No hay nadie en la sala ahora mismo, por lo que veo.

-No... He intentado ir yo, pero no me dejan por no...

-... ser familiar cercano. Lo sé. -la loba dio un par de pasos hacia la estructura, y se detuvo en cuanto un arbol le impidió ver mas allá. -La verdad es que ahora todo queda pendiente en saber si Senko tendrá ese tipo de sangre o no.

-¿Senko? ¿El renegado? -Uros miraba a la loba con sorprendente curiosidad. -¿Y como sabes que él tiene su tipo de sangre?

-Porqué Bryce lo ha dicho. Y si lo ha dicho, eso quiere decir que alguien mas se lo ha dicho antes. Quizás alguien... Que tu y yo no...

Unos pasos rápidos, típicos de alguien que corría, y acompañados por unos lloros, detuvieron por un momento a Rikai, que paró atención, mas que nada porque no quería hablar sobre el tema con gente demasiado cerca. Su sorpresa fue aun mayor cuando descubrió que no se trataba de otra persona que de Ane, la coneja, que huía del edificio llorando como una magdalena y con lo que parecía ser unos papeles en la mano.

Uros, al verla en aquel estado, echó a correr y la detuvo. Hubo una pelea en la cual Ane intentó deshacerse del abrazo de un lobo que parecía no querer soltarla hasta que se tranquilizara. Al final, Ane logró calmarse, y acabó apoyándose en el hombro del antropomorfo, continuando con sus lágrimas.

-Ane... ¿Que ha ocurrido? -le preguntó Uros, sin obtener ninguna respuesta. Rikai, contrariada por lo que acababa de ver, se acercó corriendo a la coneja.

-Ane, ¿Que haces aquí? -inquirió Rikai, aun mas alarmada. -¿No se suponía que habías ido en busca de Senko?

-No... Puedo...

Algo había ocurrido con la coneja, de eso estaba muy segura. Rikai la miraba con ojos impasibles, para mas tarde, darse por rendida. Sea lo que fuera lo que había ocurrido con Ane, estaba claro que no había ido a por Senko ni por asomo, lo cual resultaba bastante alarmante. El tiempo para Bryce no estaba jugando precisamente a su favor, y si Ane no había ido a tiempo, a saber donde encontrarían al tigre ahora.

-Intenta calmarla, Uros. -le dijo Rikai mientras se daba la vuelta. -Está claro que tengo que ir yo a por el tigre.

Uros miró un momento tras de él, viendo a Rikai alejarse corriendo, y se centró en Ane al instante. La acarició la cabeza, intentando calmarla, mientras que las lágrimas iban mojando levemente su camiseta verde.

-¿Que ha ocurrido, Ane? -la única pregunta que logró hacerle a la coneja, que estuvo largo rato sin querer responder, o sin poder responder. La tristeza la iba hundiendo poco a poco en una enorme oscuridad del cual no podía salir, o no quería salir, dejando a Uros completamente sin saber que hacer.

-No puedo... Casarme... Con mi hermano... -las palabras se filtraron en el aire, dejando al lobo completamente sin sentido. ¿A que venía esas palabras?

-¿Que quieres decir?

-Mi hermano... No nos dejan... No dejan cambiar los papeles de parentesco... No podremos estar juntos como queríamos siempre... No vamos a poder...

¿Ane, un hermanastro? Uros no sabía como reaccionar, pero intentó entender las cosas. Y cuando lo hizo, las empeoró completamente en su interior. Ane tenía una relación, o eso parecía ser, con su hermanastro. Y aquellos papeles iban a permitir que se casaran, unos papeles que no habían sido concedidos.

"Y yo... Intenté salir con ella..."

Ahora se sentía peor que antes.

Sus pasos fueron tomando forma a medida que se iba acercando cada vez mas a la sala para lo que era el oído de un Bryce que le costaba respirar cada vez mas. A pesar del esfuerzo que hacía su cuerpo, sus reservas estaban empezando a minvar de una forma demasiado brusca, y quizás las veinticuatro horas predichas no se cumplían del todo.

No pudo oir mas que la puerta de la habitación abrirse y cerrarse. Ni siquiera tenía fuerzas para ordenarle a su cuerpo que abriera los ojos y echara un vistazo, por lo que simplemente se limitó a escuchar como esos pasos iban en la otra dirección. Escuchó el correr de una cortina, la luz minvar (O eso supuso, porque no podía ver) y mas tarde, silencio.

-Bryce...

Esa voz, tan grave, tan oscura, le sonaba de sobremanera. Tanto, que su mente empezó a abrir puertas, como si fuera la llave musical de sus recuerdos. Pero entre ellos solo veía agujas, una mesa de hospital, una sabana, sufrimiento, y una lágrima. La imagen difuminada continuaba sin aparecer.

Los pasos volvieron otra vez a su origen, pero esta vez se acercaron mas a él, hasta detenerse casi a la altura de su estomago. Un chasquido, posiblemente de una silla, y un leve des hinchamiento, quizás de alguien que se sentaba en ella.

-¿Te encuentras bien?

La imagen se volvió mas nítida, hasta que mostró a un equino de color marrón. Sus ojos, negros, tenían una especie de brillo que se movía dependiendo de donde miraba realmente, por lo que siempre se podía saber en que dirección observaba. Pero la imagen no se movía, simplemente era estática. Un recurso para tenerlo en mente.

-Supongo que no. Y por ello me debes odiar, aunque no he venido aquí para que me odies. -la voz continuaba. ¿Cual esa su nombre? Se preguntaba. -Me alegro haberte pillado a tiempo, y veo que has seguido las indicaciones que te pedí.

Stallion, su nombre era Stallion. De repente recuperó un fragmento de su memoria mas reciente. En un momento determinado, había oído esa misma voz susurrarle al oído y pedirle que nombrara a Senko. Y esa misma voz había vuelto.

-Tranquilo, por lo que he oído, ya van en su busca. Pronto tendrás la sangre, pronto te salvarás.

-...

Bryce comenzó a acumular fuerzas. Sentía la necesidad de comunicarse con él, aunque con ello redujera sus posibilidades de vida. ¿Como era posible? ¿Como era posible que Stallion, uno de sus archienemigos, estuviera ahora de su lado? ¿A que estaban jugando con él? Con las fuerzas acumuladas, intentó abrir la boca, para gesticular algunas palabras.

-¿Por... que... lo... ha.... ha... ce...s....?

-Supuse que preguntarías eso.

En esa voz se notaba algo extraño. Era muy triste, muy apagada, y en ningún momento notaba una sensación de ira. Seguía sin entender el porqué de esas reacciones, el porqué de esas acciones, pero mucho menos el porqué Stallion estaba hablando con ese tono de voz. Escuchó un par de sonidos suaves, como alguien rebuscando algo, y un plástico.

-Tú debes de saber, mejor que yo, lo que significa perder un padre. -la voz se quedó callada durante unos instantes, e incluso notaba la sensación de malestar en ella. -Un buen día pierdes la persona que mas quieres en tu familia y se te hunde el mundo.

-No... En...

-No hables. -la voz fue directa y sencilla. Hubo un rato de silencio, y mas tarde prosiguió. -¿Sabes? Yo tengo una familia... Esta es Mary... y Esta es Sandra... Sandra tiene ocho años. Es una muchacha muy maja... Pero de todo esto que te hago depende de su futuro. Lo sé, te acaban de saltar dudas... Pero esto no es mi culpa... Es de Leon.

Notó un movimiento en el aire, alguien dejando algo a su lado. ¿Que era? No lo sabía, ni lo podía saber.

-Mi hija tuvo un problema al nacer. -empezó a explicar. -Leon la curó... Pero me costó algo muy caro. Empecé a trabajar para él para pagarle esa acción que tanto le costó lograr... Y con el tiempo, caí en su red. Mi hija, al igual que tú, se está tomando un medicamento que le subministra él. Si se lo deja de dar, ella morirá... Estoy obligado a hacer todo lo que él me manda...

La lágrima era suya.

Ahora lo recordaba. El recuerdo completo era Stallion, cogiendo una aguja, y preparándola para pincharle. Y en ese momento, ambas miradas se habían intercalado... Y a él se le escapó una lágrima de tristeza.

-Originalmente solo experimentaba con tu cuerpo. Contigo, y con dos más. -mencionó. -Pero uno de ellos murió, y el otro desapareció. Y mas tarde, desapareciste tu. Nos costó encontrar tu rastro, de no ser por aquella cabra...

¡¡¿¿¿La cabra del metro???!!

-... dijo que te había visto en el tren, y rápidamente seguimos tu rastro. No tardamos en encontrarte. Seguramente te estarás preguntando porqué no te cogió al instante... No lo hizo... Porque yo le detuve.

-Ya le tengo.

-No podemos llevárnoslo. -Stallion miró por la rejilla, observando como el partido de baloncesto entre los Fire Fasters y el equipo contrario había acabado. -El tigre no tardará en darse cuenta que el muchacho no llega.

El caballo miró al león, casi famélico, y aterrado. Este estuvo a punto de enviarlo al carajo, pero al final, observó el cuerpo del chico, y negó con la cabeza, suspirando.

-Tienes razón. Tendremos que cogerle otro día. -mencionó el león. -Vámonos, pero no hay que perderle de vista... Tenemos que hacernos con él tan pronto como podamos.

Le había defendido aquel día, en el baloncesto.

-Te he salvado hoy, porque te necesito, Bryce. Se que estoy que te voy a pedir es una estupidez, pero debo arriesgarme. Ayúdame.

¿Ayudarle? ¿Casi le mata y ahora le pedía ayuda? ¿De que iba este? Bryce, sin embargo, no tenía fuerzas ni siquiera para ir acumulando el coraje suficiente para cabrearse, y simplemente, se limitó a escuchar.

-Leon ya no te quiere para los experimentos, Bryce. -mencionó Stallion. -Te quiere muerto. Te odia con toda su alma, no se porqué, pero lo veo en sus ojos. Quiere acabar contigo. Pero tu eres el único que ha demostrado ser capaz de ir contra él. -la voz de Stallion se convirtió en una súplica en cuanto prosiguió. -Por favor, Bryce... No podré estar mas a tu lado. En cuanto salga de esta sala, volveremos a ser enemigos. -mencionó. -Pero tu eres el único que puede parar los pies a ese León. Intenta...

La voz se cortó al instante, y el sonido de un timbre, empezó a escucharse de fondo. ¿Que estaba ocurriendo ahí "fuera"?

-Debo irme, Bryce. Si me ven aquí, descubrirán el pastel. -informó, escuchando como se levantaba. -Ahora ya lo sabes todo, Bryce. O lo que he podido contarte. Debes encontrar tu el resto, debes acabar con Leon y esta pesadilla. Solo entonces seremos todos libres. -finalizó. -Tu tienes la fuerza para hacerlo.

Los pasos siguientes, rápidos y decididos, fueron ignorados por un Bryce que ahora se debatía entre él mismo. ¿Era una trampa? ¿Era cierto? Fuera como fuera, ahora mismo no podía hacer nada. Inmovilizado, su vida a juego de otros... No podía hacer absolutamente nada, por lo que Stallion solo era un fragmento mas en este capítulo.

Un fragmento importante, por cierto.


Inet a mano, si señor.

-Sí, una autorización para "Toshokan Toshi Ky?kasho", Computadora 3. -Lizar se llevó una garra al bolsillo de atrás de su pantalón roido, y echó mano de la cartera, que abrió ante sus ojos para leer el código de activación de usuário. -Sí, es el 1607-1987-5763.

-Grácias. -aunque en su interior estaba enviando al garete al que se encontrara detrás, que había sido mas lento para pedirle el código de activación. ¿Para que coño había pedido su nombre y sus apellidos si lo únic

que era que le dejaran conectarse a Inet en la tienda de libros aquella?

Se guardó la cartera en el pantalón de nuevo, y regresó otra vez a la pantalla del ordenador, situando el código de activación. Tenía quince minutos antes de que la encargara de la biblioteca le dijera que se había pasado el tiempo. Andaba con el tiempo muy justo, así que debía apresurarse a conseguir el máximo de información posible.

Desplegó el papel que le otorgó Bryce, y le echó un vistazo. Estaba completamente arrugado a causa de la humedad (Había pasado por agua), pero era simplemente el fragmento de lo que parecía ser un fichero de algo mas grande. Solo habían nombres, palabras que no entendía, y prácticamente, un texto que no tenía sentido sin el resto.

"(...) y el contrato ha sido firmado por el gobernador. Los centraremos en los desiertos del sahara, en Taiwan y en Berlín, donde se construirán centros de acogida. Como puedes ver, Mike, han decidido ignorar a la prensa y al resto de la gente y continuar con el procedimiento. Un procedimiento que empiezo a pensar que sus creadores nunca quisieron que acabara así.

Me puedes decir lo que quieras, Mike. Me puedes decir que es mi instinto maternal, que me estoy volviendo débil, o lo que te de la gana. Pero hay una clara diferencia entre la ciencia y la naturaleza, y aunque hemos roto esas barreras, hemos creado algo que tiene vida y razón. La Apaniática ya no sirve para que permanezcan siempre en un estado apagado, ya no les hace efecto, igual que a nosotros.

He estado mirando su ADN. Siguen teniendo el simptoma de la Rábia, así que hay que tener cuidado con ellos. El Extracto de Vrithue con Canabís tampoco neutraliza los efectos en otro ser, pero como puedes ver en los resultados presentes anteriores. No obstante, entre ellos si que se neutralizan. Los ADN's no son capaces de infiltrarse en la célula del otro y se cierran, y las células de los antropomorfos estan resultando ser mas resistentes que las de un ser humano.

Hemos encontrado unos cuantos híbridos. Todos han cogido una apariencia muy parecida a la de un delfín, así que hemos tenido que introducirlos en Sustanciados de agua para que no se desequen. De momento se nos han presentado como los mas inestables de todos los híbridos existentes. Y eso que no hemos iniciado los cruces con un ser humano normal, aunque... A ver quien tiene narices de cruzarse con uno de "esos".

Mike, estos son los últimos resultados de la experiencia Omotopeósica que te presento. A partir de aquí la Nairaha va a tener que continuarla otra persona, porque me niego en redondo a ver como seres con capacidad de razonar son encerrados en centros de escolarización dándoles la promesa de que nunca verán la luz sin ser vistos como mon(...)

Nuevamente, como le ocurrió en su momento, se detuvo para hacerse un planteamiento de la situación de entonces. Lo cierto es que la historia anterior a la existencia de los antropomorfos la desconocía completamente, aunque sabía que eran originados a partir de un experimento que dió lugar a varios experimentos. Pero no era aquello lo que le daba quebraderos de cabeza.

Era mas bien su própia existencia la que ahora le estaba planteando una forma diferente de ver las cosas. Ante la pantalla encendida podía ver el reflejo de uno mismo, el reflejo de un lagarto que antaño fue humano, un humano que andaba aterrado ante el monstruo del cual ahora formaba parte. Y no lograba recordar bien como llegó a serlo. Y le daba miedo, mucho miedo.

Había intentado ya varias cosas con su nuevo cuerpo, acostumbrándose a él. Por ejemplo, podía subirse por las paredes, con algo de dificultad, claro estaba. Y no podía negar que se había divertido haciendo aquello a veces. No estaba, por lo tanto, desagradado consigo mismo, pero tenía miedo de lo mucho que echaría de menos si volvía a ser humano algun día.

De hecho, ¿Quería volver a serlo? Bryce le había dicho que encontraría la forma, pero ¿Estaba seguro? Se había acostumbrado a aquella nueva forma, y aunque en un principio nunca pudo mirarse al espejo, ahora no tenía problema alguno. Pero aunque todo tenía su parte buena, también tenía su parte mala. Lo cierto es que sus preferencias de comida habían cambiado hasta el punto en que se había vuelto un poco seleccionador (Prefería mas la verdura que la carne), y con Odayaka eso lo tenía un poco difícil. Y ni siquiera sabía cuando vendría su época de reproducción, la parte que mas asqueaba.

Comenzó a buscar las palabras clave. Apaniática, seguro que la Furpedia le servía de algo, así que se apresuró a teclear en la barra de direcciones y esperó un rato a que apareciera en pantalla. Si estaba allí, y no en casa de Odayaka buscando en Inet, era simplemente porque al menos ahí era más rápido. Mientras tanto, miró la ventana de al lado, con un cielo ya nocturno y observó la gente que iba pasando. Se encontraba en una sala enorme, completamente hecha por madera, con toques pertenecientes al siglo 19. Arriba, una única lámpara solitaria completaba la falta de detalles y de objetos en esa habitación. De hecho, incluso podía dar gracias a la ventana. El ordenador, y la mesa central eran los únicos muebles que habían allí.

Apaniática: Substancia transparente que se situa entre las ramas de las neuronas y interrumpe parcialmente su transmisión, haciendo que el ser tardara mas en reaccionar.

Los dormían. Básicamente aquello era como un sedante para tenerlos inmovilizados. Buscó el Simptoma de la Rabia, y volvió a esperar un poco. Nuevamente, obtuvo una nueva descripción:

Simptoma de la Rábia: Contágio de ciertas costumbres de un ser a otro.

Se trataba de eso, un contagio. Los primeros antropomorfos psicológicamente estables eran capaces de transmitir costumbres y detalles suyos de una espécie a otra, seguramente a humanos, pero no entre ellos, porque tenían un metabolismo mas fuerte. De repente, se encontraba inmerso en un mundo nuevo, un montón de misterios para descubrir. Mike... ¿Y si buscaba Mike? Habrían cientos de Mikes, pero no si lo mezclaba con otra palabra. Probó con "Mike Nairaha" y de los resultados que le dio, probó en uno.

Pero se encontró con la puerta cerrada.

"HP94v1710.n150se"

Escrito en Times New Roman, ese seguido de letras aparecía a la esquina de la pantalla. Un error, posiblemente, pero normalmente no solían mostrarse así. Cogió un bolígrafo, y se anotó aquella série de números al lado de la página. Intentó probar con otra palabra, pero el ordenador parecía haberse bloqueado. Genial.

Lizar suspiró, y se levantó de inmediato, cogiendo la hoja de papel, y guardandosela en el bolsillo. El ordenador no estaba a su alcance, si no que permanecía escondido tras otra sala (Solo tenía allí el monitor, el teclado y el ratón) por lo que podía dar prácticamente su conexión por finalizada. Tendría que ir a casa de Odayaka y conectarse allí, aunque aquello iba mucho mas lento que en las conexiones autorizadas legítimamente por el gobierno en los centros públicos.

Cogió los libros que tenía encima de la mesa dedicados a Shakespeare, y salió de la sala para ir directamente a la entrada. Allí, registraron los libros que se llevaba, y mas tarde le dieron pista para que abandonara el edificio. Bueno, al menos había salido ganando por varias partes, aunque estaba bastante intrigado con el número en sí.

"Quizás Bryce sepa algo... Mhhh... "

Se paró un momento en una esquina, y sacó el móvil, marcando el número de teléfono de casa de Odayaka. Emn cuanto saltó la voz robot del sistema, dijo "Tora", esperando que la orca lo tuviera memorizado por voz. Una cosa que le encantaba de casa de la orca era el teléfono: Si se te olvidaba uno, marcabas el número de teléfono mas los dos dígitos tras de él, y entraba directamente en una agenda personalizada.

¡Bingo! Lo tenía. Esperó un rato, y empezó a sonar la marcación del móvil del tigre. Tendría que tratarlo con tacto, ya que estando como estaba el muchacho, Tora debía de estar destrozado, o eso daba por supuesto, porque conocerlo, no le conocía mucho.

Como tardaba...

-To... ¿Tora? Oye... Soy Lizar... el...

La voz tan asustada del tigre le alarmó durante unos segundos, y escuchó de fondo diferentes sonidos y la respiración de este acelerada. No tardó demasiado en oírle de nuevo, ahora ya con una apariencia mas despierta.

<¡Dios! ¡Y no ha llamado naide! ¡Tengo que volver al hospital, te dejo!>

-¡No, oye, espera! ¡No...! ¡Maldita sea!

Lizar se maldijo a si mismo seis veces, apagando finalmente el móvil y guardándoselo de nuevo en el bolsillo delantero. Tampoco podía culpar demasiado a un tigre que parecía estar bastante asustado por su compañero, así que cogió los libros, y volvió de nuevo a iniciar el camino hacia casa de Odayaka.

Lo que no sabía Lizar, es que tras él, había alguien siguiéndole.


-Te he encontrado.

Le había encontrado.

Había sido encontrado.

Senko miró un momento a Rikai, mientras que la niebla causada por un tubo mal collado se interponía entre los dos. En una callejuela oscura, con un cubo de basura bien cerca, el tigre se había quedado de piedra al poder verla mejor. No era un fantasma, no, era real, y no parecía muy contenta.

Senko arqueó una ceja, y se encogió de hombros, retomando de nuevo su camino hacia casa de la orca. Con las manos en los bolsillos, ya había visto suficiente en el hospital, cuyo camino para acceder se encontraba justo detrás de él. Sus intenciones de volver a casa se habían visto frustradas por un leve sentimiento de compasión, y había regresado de nuevo al edificio, por lo que había permanecido allí dentro todo el rato. Lo que le había pillado de sorpresa era el hecho de que nadie de los que conocía se encontraba en el hospital, si no que se habian ido. ¿Es que acaso era el único que tenía compasión del chico? ¿Ni siquiera... Tora?

Rikai le detuvo con un brazo, y le miró de reojo, su seriedad casi causando miedo. Parecía que mantenía cosas en mente.

-Me dabas por muerta.

-Obviamente. Siempre me odiaste.

-¿Y tenía motivos para no hacerlo?

Senko se hizo atrás, dándose por vencido al ver que no le dejaría avanzar mas allá de dos pasos, y miró a Rikai a los ojos, retándola. Un reto que, aunque en Bryce hubiera funcionado a las mil maravillas, en la loba no tenía el mas mínimo efecto, simplemente por el hecho de que esta estaba entrenada por el auto control propio.

-Tus motivos de odio seguirán siendo seguramente relativos a la relación Tora - Bryce, ¿Cierto? -comentó Rikai con ironía. -Da igual. Lo cierto es que me estas demostrando que eres bastante rencoroso, ¿No es cierto?

-Posiblemente.

-Ya veo... Je. -Rikai se puso bien la chaqueta, y miró a Senko. -¿Que quieres que te diga? ¿Que lo siento? ¿Que me arrepiento de lo que te hice? Pues espera sentado, porque no pienso hacerlo nunca, y lo sabes. -comentó. -No te separé de Tora por mi hijo, precisamente.

-¿Y porqué lo hiciste? -mencionó Senko, poniéndose borde. -Estaba así de poderlo conquistar desde el clan hasta esta ciudad. Pero tú ya te habías entrometido. ¿Entonces solo lo hiciste para divertirte un rato, acaso?

-Tampoco. Parece que no lo has llegado a ver, ¿No es cierto?

Senko observó un momento a Rikai, intentando calmarse. Nuevamente estaba jugando con él a los típicos acertijos, pero no, esta vez no iba a caer como la vez anterior. No iba a dejarse engañar como si nada.

-¿Me estas diciendo que lo hiciste por Tora?

-Exactamente... Parece que no has logrado verlo, pero Tora nunca te quiso, Senko. Te hiciste una ilusión equivocada, un sueño imposible, pero desde pequeño, que Tora siempre se encariñó de mi hijo. Os separé de la forma mas ruín posible para que no le hicieras daño. Al fin y al cabo, ese tigre nunca ha sido tan fuerte como ha aparentado... Psicológica mente.

Senko miró un momento a Rikai, algo disgustado. Las palabras de la loba le estaban haciendo bastante daño, pero no iba a permitir que siguiera jugando con sus sentimientos por mucho tiempo mas.

-Has venido a joderme de nuevo... ¿verdad?

-No... He venido porque hay un lobo llamado Bryce que te está llamando. Parece ser que quiere verte. ¿Acaso le dijiste algo?

-No he tenido nunca nada que ver con...

El tigre se detuvo un momento, y abrió fuertemente los ojos al recordar algo que pensaba haber olvidado hacía tiempo. En un momento determinado, le había dicho a Bryce que iba a por Tora. Sin embargo, aquello no lo había hecho para joder al personal. La idea principal siempre había sido que el lobo mantuviera el reto para que, llegara la época de celo, fuera capaz de enfrentarse a ello. A Tora ya le había dado por perdido, aunque aun le debía una por haber encontrado al chico.

Unos pasos que se escucharon por la callejuela le hicieron girarse inmediatamente, pero no pudo ver a nadie al otro lado de esta. No obstante, la sombra que se proyectaba en el suelo era bastante familiar. De hehco, le era tan familiar que estuvo un rato esperando a ver si su propietario daba la cara o no...

Y la dió.

La sombra se hizo mas grande a medida que el propietario iba retrocediendo, hasta que al final, con la oscuridad por delante, y con la lengua completamente fuera, Tora hizo aparición. En su camino al hospital, ambos parecían haberse cruzado.

-Esa es la razón por la cual he venido a por tí. -fueron las únicas palabras de Rikai. El tigre empezó a avanzar en dirección a Senko, algo despacio, y prácticamente sin aliento. El otro, mientras tanto, se iba temiendo lo peor, posiblemente porque no entendía absolutamente.

-¿Porqué me viene a buscar? -preguntó el tigre.

-Porque tu eres la clave para salvar a Bryce. O eso creemos.

Tora continuó avanzando, sin cesar, hasta que se detuvo prácticamente ante un Senko que estaba completamente sorprendido. ¿Él? ¿La clave para salvar al muchacho? ¿A que se refería? E ningún momento apartó la vista de un tigre que parecía haber estado corriendo kilómetros... Y quizás había sido así. En cuanto recuperó el aire, se llevó una zarpa al estómago, y observó a Senko, una mirada que el otro tigre cogió desprevenido, porque daba la sensación que le estaba rogando algo.

-Senko... ¿No te avisó Ane?

-No vino nadie a por mí...

-Ane ha tenido un percance por el camino. Ahora debe de estar en su casa, calmada por Uros. -informó la loba. -Senko me ha dicho que a lo mejor tiene el tipo de sangre que necesita Bryce.

-¿Eso es cierto?

-¿Pero que...?

Senko cortó la frase de inmediato en cuanto vio la cara de Tora, un reflejo de la esperanza mas pura. Los ojos amarillentos brillaban de tristeza, pero también de miedo. Las cejas, inclinadas, parecían carteles de súplica. Todo él era una mezcla de alegría y sorpresa a partes iguales. Sin darle tiempo a reaccionar, le puso las zarpas en los hombros, mirándole fijamente.

-¡¿Eso es cierto?!

Senko no sabía que responderle. Podía decirle que no perfectamente, pero tampoco era tan malvado como para hacer aquello.

-Es... Posible...

-¡Dime que donarás! ¡Por favor, Senko! ¡Dime que te harás el chequeo! ¡Te lo ruego!

¿Lo ves?

Lo veía, y lo tenía enfrente de él. La loba siempre había tenido toda la razón. Ese tigre amaba a Bryc,e lo había amado toda la vida. Durante aquel tiempo que había decidido olvidar a Tora, ni se lo había planteado. Siempre había estado cabreada por lo que la loba le hizo, pero empezaba a comprender que nunca fue con malas intenciones.

Tora amaba a aquel híbrido.

-Lo... Haré.

Continuará

Notas del Autor

Lo se. Ha pasado un més desde la última vez que escribí. Las vacaciones me estan afectando mucho, pero necesitaba tomarme un descanso, que ya van quince episodios. Lo siento mucho, en serio, pero hago todo lo que puedo.

Y si, dentro de poco, ¡Bryce Antropomorfo! Algunos me lo ibais comentando por mail, así que decidí al final hacer cambios para que fuera realidad. Y eso va a dar mucho juego, ¡Un lobito cariñoso y juguetón en la familia! ¡A pasarlo bomba!

Y nuevamente, ya sabeis: Si quereis decirme algo, podéis usar mi correo electrónico [[email protected]](%5C) o ir a "Mail author" ¡Os contestaré tan rápido como pueda! ¡Me encantan los correos electrónicos, ya lo sabéis! ¡Y me animan un montón a continuar! ¡No os corteis! ;)

Y si habeis leido hasta aquí, muchas grácias por vuestra paciencia, y un saludo.

<El lagarto...¿Como has conseguido mi número?>

_-_Con la agenda de Odayaka. -dijo. -Oye, tengo que hablar contigo. ¿Como se encuentra Bryce?

-¿No ha aparecido ningún donante aún?

¿Quince horas? Lizar miró un momento su móvil, y luego volvió a ponerselo cerca del orificio auditivo. ¿Quince horas? ¿Había escuchado bien? No le salían las cuentas, precisamente.

-Tora... Son casi las nueve... ¿Seguro?

<¡¿Las nueve?>