El Secreto de Tora: La muerte

Story by Mastertuki on SoFurry

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#14 of El Secreto de Tora


El Secreto de Tora

Capítulo 14: La muerte

Nota (I): Para comprender este capítulo hay que leer los anteriores. ¡¡Feliz Lectura!!

Nota (II): No es muy grave leer este capítulo...

-Bryce, ¿Que estas haciendo?

Le había crecido bastante el vello.

Bryce se había quedado de pies en el espejo, mirándose lentamente. A razón de querer atrasar las pastillas cada vez mas para que le duraran, el cuerpo ya había hecho de las suyas. A decir verdad, y sin haber ido al gimnasio, se le empezaban a marcar un poco los músculos, y ya no estaba tan esquelético como antes, si no mas bien normal. De hecho, le habían crecido un poco las manos, y los ojos cada vez tenían faciones que le recordaban mas a un lobo. Lo peor de todo es que a veces le resultaba molesto todo eso. Su concentración se perdía ante el sonido del agua de un Uros que en esos momentos estaba duchandose con la cortina cerrada.

Se apoyó en la pica, cerrando los ojos para no marearse. Ciertamente, aquello no le gustaba. Parecería un mutante a este paso, y no se lo podía permitir. Tenía que encontrar la forma de recuperar su antiguo cuerpo, ¿Pero como podía hacerlo?

-Bryce, sal del baño ya. ¿Estas bien?

El muchacho observó un momento la puerta, suspirando, y finalmente, decidió salir del baño con el pijama puesto. Al abrirla, se encontró cara a cara con el tigre, que nuevamente, solo llevaba los pantalones cortos, pero el pecho al descubierto. No era buena época para hacerlo, en navidad, pero...

-No, no me encuentro bien.

-¿Por? -el tigre le puso una zarpa en la frente y se que´do un buen rato así. -No soy bueno midiendo la fiebre, pero... No parece que tengas demasiada.

-No, no es fiebre lo que tengo, Tora. -dijo. Con una mano se apartó la zarpa del tigre y tragó saliva. -Necesito mas pastillas como sea. Si no, hoy no lo cuento.

-Pastillas... Se me olvidó decírtelo la vez anterior... Ven un momento.

Bryce comenzó a seguir al tigre, que se iba moviendo por una casa algo abandonada. Lo cierto es que habían destapado todos los muebles, habían limpiado un poco el polvo, y había puesto en funcionamiento el motor que se encargaba de dar luz a la casa. Estaba muy vacia, pero bueno, ya irian comprando muebles poco a poco.

En cuanto llegaron a la habitación de matrimonio, Tora se sentó en la cama (Que habían cubierto de alguna forma con todas las sabanas de los muebles para dormir esa noche) y revisó uno de los cajones, sacando de ellos una caja amarillenta. Se la tendió a Bryce, y murmuró:

-Cuando nos atentaron antes de ayer, la encontré en nuestra habitación. Parece ser que no quieren verte muerto. -comentó el tigre agitando levemente la cola de un lado a otro, sus ojos rasgados y felinos mirándole atentamente.

Bryce observó la caja un momento, haciéndose idea de la situación, y se apresuró en tomarse una de ellas, llevándose una mano en la cabeza. Ahora ya no era un medicamento, era una maldita droga, pero tenía que hacerse la idea de que si no la tomaba, acabaría muriéndose.

-Tora... Tiene que haber una forma de que deje de tomar esto.

-No. Pero si hay la forma de que recuperes la memoria. -dijo Tora, sonriendo levemente, los bigotes en alza. -Te explico: Mañana cogeré las pastillas, iré al hermanastro de Ane, y él quizás pueda encontrar la forma de que mantenga tu cuerpo sin bloquear tu mente. ¿Que te parece?

-Pero... ¿Porqué bloqueó mi mente? ¿Daba por supuesto que me iba a fugar?

Tora se llevó una zarpa a la barbilla, tocándosela suavemente, y finalmente, negó con la cabeza. No, seguro que no era eso, si no que...

-Debió de ser para bloquearte el dolor. Así no lo notabas. -confesó el tigre. -Actualmente muchos analgésicos funcionan así.

-¡Mioko!

El muchacho cayó de repente al suelo en cuanto recibió al zorro encima suyo, lamiendo la cara al instante. No había forma de sacarse al maldito animal de encima, y aunque a Tora le molestaba bastante su presencia, procuraba tolerarla por Bryce, que se había encariñado con el animal. El muchacho lo cogió por debajo de las patas delanteras, y lo alzó en el aire.

-¡¡Este es mi Mioko!! -exclamó, riéndose. -¡¡Mioko está volando!!

-¡¡Si, si!! ¡¡Volando, volando!!

-¿Se puede? -dijo una voz grave de repente. Bryce dejó de divertirse y miró hacia un lado. Allá, residía Uros, con la toalla en la cintura. Como no tenía casa, se había quedado a vivir con ellos en la habitación de los invitados del piso de abajo. Chorreando como tenía todo el pelaje, aquella visión hizo que el chico depositara a Mioko en el suelo y se incorporara al instante.

-¿Te acabas de meter en la ducha tras de mí? -la extrañez estaba en su rostro, marcado. Uros le miró con los ojos negros, y al instante, se encogió de hombros.

-Si, pero justo cuando me he mojado he oído la puerta. Llevan un rato insistiendo.

Bryce se extrañó aún mas ante lo comentado, y avanzó un poco para realizar su trayecto hasta la entrada. Al cabo de unos pasos, se escuchó un grito del muchacho, y luego, Uros pudo escuchar a Bryce lanzando maldiciones.

-¡¡Joder, Uros!! -le gritó mientras baja. -¡¡Acabas de mojar el puto parquet!! ¡¡Luego te enteras!!

-Esto... -Uros miró un momento a Tora, y con la cabeza hizo un ademán hacia atrás. -¿Parquet?

-Lo que hay en el pasillo. -dijo el tigre. -Lo pusimos para no resbalar, porque el mármol lo habían puesto demasiado liso en su momento y siempre nos íbamos los dos de morros.

Bryce, mientras tanto, continuó bajando las escaleras, pasando de largo un pasillo que aun ni habían revisado, y por lo tanto, con las sabanas ahí puestas, daba un aspecto fantasmagórico. En cuanto llegó a la entrada, el muchacho se detuvo al ver una figura grotesca tras la mampara de cristal.

Sorprendido, avanzó un poco, lentamente, hacia la percha. La cogió con ambas manos, y inmediatamente comenzó a caminar en dirección hacia la puerta, por si las moscas era alguien muy poco amistoso. ¿A esas horas quien podía ser? Porque sus compañeros no, seguro... ¿O si?

Era Odayaka.

Empapado como estaba de arriba a abajo, la orca, que mantenía la mirada perdida, la enfocó hacia él seriamente. Bryce suspiró aliviado al ver que no se trataba de ningún enemigo, y depositó la percha a un lado, llevándose luego una mano al pecho.

-Tio... ¿Sabes que hora es? -exclamó de inmediato. -¡Y estas empapado! ¡Cogerás una galipandia... !

-Soy una orca.

-Perdona.. ¿Que?

-Déjalo. -dijo Odayaka. En ese momento, el chico observó que tenía la vista bastante cansada. -Escucha... ¿Tora y tu habéis estado en el gimnasio esta tarde?

Ya no recordaba el gimnasio. Lo cierto es que no habían visto demasiado detrás de aquel cristal borroso, pero Bryce empezaba a sospechar algo. El muchacho le miró un momento, dudando de decirle la verdad o no, y al final, se cruzó de brazos y le dijo:

-Si, hemos estado en el gimnasio.

-¿Para que?

-¿Como?

-¿Que para que habéis ido?

Se había puesto nervioso de repente, lo que obligó a Bryce a actuar con mucha mas cautela.

-Solo para apuntarme. -mencionó. -Luego nos hemos ido.

-Ya... -se metió una mano en el bolsillo, y de ahí sacó un calcetín. -¿Entonces esto es tuyo?

El calcetín perdido. Se lo habían dejado en el vestuario, bueno, mucho mejor dicho, lo había cogido Odayaka antes de largarse y dejar que los dos salieran con cautela sin que nadie lo averiguara. La cabeza del chico empezó a ir a toda pastilla, intentado averiguar como salir de aquel mal trago.

-Si, bueno... Hemos revisado el vestuario un poco. Quería echarle un vistazo. -argumentó, con el intento de coger el calcetín. Sin embargo, Odayaka hizo un rápido movimiento, quitandoselo de su alcance. Bryce se detuvo, a punto de perder el equilibrio, y le observó, quieto. La orca mantenía una mirada triste que duró varios segundos.

-Odayaka... ¿Ocurre algo?

-Bryce... -comenzó a decir. Le tendió la pieza de ropa para que la cogiera, toda empapada, y luego, desvió la mirada hacia otro lado. -¿Puedo... Hablar contigo?

-Ehh... ¿Es urgente? -preguntó. -Porque es que ahora...

-No, no, urgente no es... Creo... Pero mañana... ¿Puedes venir al gimnasio... Solo?

Algo no estaba yendo bien. Era extraño que Odayaka pidiera consejo a alguien sin tan siquiera reirse ni nada. Ya se había extrañado de verle con aquella cara en su propia casa, pero ahora traía una que daba incluso mucho mas miedo.

-Si... Sí, ya inventaré algo a Tora para ir un momento solo. ¿Pero para que es? ¿Odayaka?

La orca le miró unos instantes, y mas tarde, se dió la vuelta, echando a correr en dirección contraria, y dejando al muchacho mas solo que la una, en la puerta, pal plantado, mientras la lluvia continuaba mojando las calles y empapando la piel siliconada de la orca hasta que la perdió de vista en la oscuridad.

"Creo que ya he entendido lo que ocurre. Bien, Bryce... Pues tienes trabajo que hacer."

-¡¡Hola!!

Ane entró en casa en cuanto su hermanastro la abrió la puerta. Por fin, después de tanto viaje, iba a pegarse un descanso como dios mandaba. Tendría que buscarse de trabajo al día siguiente, pues tanto tiempo fuera, y el hecho de que el padre de Tora no hubiera llamado nunca porque estaba muerto (El misterio continuaba en el aire) implicaba que ya no podría seguir siendo camarera. Le dió un beso al conejo, y mas tarde, se metió en el piso. Ambos vivían juntos en un bloque de pisos inmensos que contenía una entrada, un salón enorme que hacía de comedor, y que llevaba a la habitación conjunta, cocina, baño y balcón. No era demasiado, pero suficiente para ellos dos.

Ane se introdujo en el salón y se echó en el sofá, agotada. De pronto sintió una livio inmenso en la espalda, y agradeció no tener que seguir nuevamente en aquella mansión, con tanta paja, y tanta historia. Escuchó unos pasos, y vió a su hermano que iba hacia la cocina, donde abría la nevera y cogía lo que parecía ser una botella de cristal de agua.

-¿Que tal te ha ido todo?

-Bastante bien... Supongo.

Lo había dicho con un deje así muy raro, pero Ane no dijo absolutamente nada. Simplemente dejó que el hermanastro le diera un vaso de agua, que ella bebió con avidez, y luego cerró los ojos, descansando un poco. Tendría que controlarse o acabaría completamente sobada encima del sofá.

-¿Que tal Bryce y Tora? -preguntó su hermanastro.

-Bien... Han regresado sanos y salvos. Nos topamos... Con Leon.

El conejo se quedó callado durante un buen rato.

-¿Leon? -exclamó de repente. -Entonces Bryce... Ya debe conocerle.

-Pues sí... Pero no tengo ganas de hablar de eso...

Justo cuando fue a tocarle, el conejo se apartó y se alejó hacia la cocina, desapareciendo tras la puerta. Ane se quedó mirando un buen rato la puerta, hasta que lentamente, los ojos se le fueron cerrando, a punto de quedarse dormida, con el vaso de agua en la mano.

Su hermanastro nunca fue a cubrirla con una manta ni nada parecido. Simplemente se apoyó en la pared de la cocina, sus largas orejas agachadas, su pelaje completamente despeinado. Aquella vida era un asco, pero estaba claro que iba a ser imposible luchar contra la ley. Iban a ser hermanastros para toda la vida, y según los papeles que había encima del cenicero situado al lado de los fogones, escrito con tinta negra...

No podrían vivir juntos toda la vida.

El tigre no lograba conciliar el sueño. Hacía tanto tiempo que no dormía al lado de Bryce, que ahora le resultaba imposible porque le gustaba sentirle todo el rato y no perder ni un solo segundo. Se había dado cuidadosamente la vuelta, haciéndose algo de daño en una de las orejas, y resoplando por lo bajo, pero ni dándole la vuelta conseguía conciliar el suelo. Lo cierto es que ese colchón tampoco ayudaba demasiado.

Observó la pared, y mas tarde el techo, gracias a su vista nocturna. Que vacíos estaban. Recordaba las veces que Bryce se había tenido que subir allí, a cambiar la lampara que ahora solo era una bombilla, en el techo. Recordaba también, las veces que había bromeado sobre el color de su pelaje (Algo que el lobo odiaba mucho), o de las veces que habían discutido porque no sabían que hacer para cenar y tenían una opinión dividida. Ajenos a lo que el resto de antropomorfos pudiera pensar en aquel rincón del mundo, ellos seguían viviendo juntos...

Hasta que aquel día...

Ahora comenzaba a recordarlo con asombrosa claridad. El loco de Bryce había sido quien, provocado por León, se había lanzado a por él. En el piso subterráneo de la escuela, en un lugar donde nadie tenía acceso, el lobo se dio por vencido en cuanto vio a sus compañeros completamente destrozados tras la pelea. Recordó el beso que le dio en el morro, y como se alejó, valiente, para dejarse atrapar. Aquel fue el día en que perdió al lobo.

-Mhhhhh...

Tora miró a su izquierda, donde residía una gran ventana en la que había ya acumulada bastante nieve. Se encargó luego de cubrir a Bryce con la manta, y mas tarde, le pasó un brazo por encima, atrayendo hacia él.

-Tora... Luego cogeré frío.

-Jejeje... Estabas despierto, ¿Eh?

Bryce no se molestó en contestar. Se acurrucó en el pecho del tigre, contento, manteniendo la mirada en la ventana.

-Estaba pensando... Lo mucho que me suena esta casa y lo poco que puedo llegar a recordar.

-¿Otra vez pensando en eso?

-No puedo evitarlo, Tora... -dijo. -No es por mí... Es que... Si no recuerdo... A veces, me resultas ser un completo extraño. -mencionó, acariciándole el pelaje de la nuca. -No me refiero a que no te conozca, es que hay veces... Que te veo como distanciado. Pero al mismo tiempo... Te conozco de siempre. Supongo que es porque te quiero... O porque al mismo tiempo que se cosas de ti... No las sé...

-Mhhh... Vaya... -respondió el tigre lamiendo levemente la oreja. -¿Es por eso?

-Supongo que sí. Pero no... Tora... No me lamas el oído. Sabes que eso... Tora... Tora, estate quieto.

-Jejeje, perdona. -dijo el tigre, apoyando el morro en su cuello.

-No quiero ni saber que pasará cuando estés en celo, si ya te pones así de acaramelado conmigo cuando eres consciente de lo que haces.

-Uyyy... ¿De verdad quieres saberlo? -la respuesta del tigre fue lamer mas la oreja, hasta que finalmente consiguió que el chico lograra sacárselo de encima y se sentara en el borde de la cama, impidiendo así que el tigre continuara haciéndole mimos.

-Joer, Bryce. -respondió. -Eres un poco aburrido a veces..

El chico no respondió, si no que permaneció con la cabeza baja. Tora se cabreó un poco, al ver que no obtenía ninguna reacción por su parte, hasta que de repente, observó como el chico se incorporaba y salía corriendo de la habitación, metiéndose inmediatamente en el baño de al lado. Tora se incorporó de repente, parando oído, y escuchándole... Vomitar.

-¿Bryce?

Con cuidado se levantó, caminando lentamente en dirección hacia la puerta entreabierta del baño, mientras escuchaba al chico haciendo ruidos extraños, hasta que finalmente reaccionó y, con paso rápido, se introdujo en el espacioso baño, localizando a Bryce con la cabeza medio introducida en el vater.

-¡Bryce!

En cuanto se acercó, el chico se incorporó un momento, mostrando una pinta bastante extraña. Tenía la cara semiazulada, y de la boca le caía una babilla amarilla. Le miraba con las pupilas completamente entornadas, como si en la habitación no hubiera casi nada de luz. Tora se puso en alerta al ver como se encontraba, y empezó a alterarse.

-Llama... a un... médico...

En el momento en que vio al chico vomitar de nuevo, Tora se incorporó rápidamente, saliendo del baño a toda velocidad y yendo a su habitación. Allí fue a su bolsa, y sacó el móvil, marcando el número rápidamente para llamar a urgencias.

-Si... Un caso de vómitos extremos... Piel azulada, pupilas dilatadas, temblores... ¡Dense prisa!

-¿Que ocurre aquí?

Tora se dio la vuelta, y salió inmediatamente de la habitación, apoyándose en el borde de las escaleras. Allí observó como Uros iba subiendo las escaleras, algo asustado, seguramente despierto por el revoloteo que se había causado, y al zorro de marras detrás de él.

-¡Es Bryce! ¡Se encuentra mal!

Uros lo miró un momento asustado, e inmediatamente, echó a correr hacia el baño, abriendo la puerta de par en par. Allá localizo al híbrido, apoyado en la pared, cerca del vater, pero completamente destrozado. El lobo se acercó a él, asustado, y le cogió por los hombros, mirándole de arriba a abajo.

-¿Que te ocurre? ¿Como te encuentras? -le preguntó, histérico. Al ver que Bryce no reaccionaba, lo agitó un poco. Logró que el chico se fijara en él unos instantes, y mas tarde, que torciera la mirada hasta el vater, donde finalmente cerró los ojos. Tora, que se encontraba tras él, miró a Uros un momento, y luego, observó por encima el interior del inodoro.

-Una pastilla.

-Es la misma que la que se toma Bryce. -mencionó Tora. -¿Que coño...?

-Tora...

El tigre le miró un momento, asustado. El chico se estaba poniendo azul por momentos, y los de urgencias no llegaban. ¿Que coño estaba ocurriendo? ¿Es que acaso se estaba muriendo?-Tora... Bryce cada vez respira menos. -dijo el lobo.

-Mierda... Que...

Uros, viendo que el tigre no reaccionaba, cogió a Bryce en brazos, y echó a correr escaleras abajo, tropezándose un par de veces, pero evitando que el chico chocara contra algún lado. En cuanto se acercó al sofá de la salita, donde había un par de mantas y una almohada, y apoyó a Bryce en él. Tora, mientras tanto, había bajado tras él, y se había ido a la cocina, donde con una linterna cogida de encima de la mesa, empezó a buscar entre los muebles, sin éxito.

-¿Que coño estas buscando ahora? -exclamó Uros, sin obtener respuesta alguna. Observó como Tora iba a toda pastilla, cogiendo instrumentos de los muebles, y yendo de nuevo a su habitación y volviendo a bajar, esta vez, con un paquete blanco en la zarpa. Durante unos minutos, que al lobo le parecieron un infierno, se llevó la zarpa al morro. Al chico le costaba respirar cada vez mas, pero parecía que estaba luchando contra algo.

-Dale esto.

Uros volvió la cabeza, observando el vaso blanco y caliente que le estaba ofreciendo el tigre seriamente.

-¿Estas loco? ¿Darle leche?

-No es solo leche. Dáselo.

Uros le miró un momento, y finalmente se rindió, cogiendo el vaso, y acercándose a Bryce. Como este cerraba la boca, entre los dos tuvieron que forzarle físicamente a que se bebiera el líquido. A uros le daba miedo, mucho miedo, notar lo frío que estaba su cuerpo cada vez que le tocaba el pelaje, y dudaba de lo que estaba haciendo Tora. En cuanto lograron que se lo bebiera todo, el tigre hizo a un lado a Uros, e incorporando al chico, se sentó tras de él y lo apoyó contra su pecho, abrazándole.

-Vamos, Bryce, tu puedes. -le dijo, calmado. -Sigue mi respiración... Venga... Vamos, Bryce, tranquilo, pequeño, estoy contigo. Vamos... Venga, vamos...

-Esto no va a funcionar, Tora. -dijo Uros.

Pero Tora nunca llegó a escucharle.

Pasaron mas de media hora.

El lobo daba vueltas de un lado a otro, a la espera de la ambulancia, con el zorro entre los brazos. Agitaba la cola nervioso, y era incapaz de mirar a su compañero en ningún momento. Escuchaba las respiraciones acompasadas de un híbrido que parecía estar resistiendo contra cualquier porquería que se le hubiera metido en el cuerpo.

-Joder... Son lentos... ¿Como pudiste traer a Bryce en su momento a las ciudad? -se quejó Uros.

-Ya nos ha pasado una vez. -mencionó Tora sério. Estaba echado en el sofá, con Bryce encima, ayudandole a mantener el compás de la respiración. -Cuando bajamos, a Bryce le dio un ataque. Estuvimos varios días igual hasta que finalmente su cuerpo se acostumbró.

-¿Como se encuentra?

Tora le tocó la espalda con cuidado, y asintió con la cabeza.

-Parece que se ha dormido. -mencionó. -Pero no es precisamente lo que quiero que haga.

-¿Que es lo que le has dado?

-Leche con Adrenalina. -explicó el tigre. -Antes las bebía cuando le ocurría algo así, y teníamos unos cuantos sobres en polvo dentro del mueble por si acaso. Como es algo que normalmente no caduca hasta los seis años después de la fecha de compra, supuse que aun le serviría.

Uros se detuvo, y por primera vez le miró. Maldita sea, que envidia le daba. Recordaba como cuidaba de Bryce cuando este era una cría y había perdido a su padre. Recordaba lo mucho que se quedaba pillado a veces ante la fuerza de voluntad descomunal del lobo, pero ahora cada vez iba comprobando mas que esa unión que había existido entre los dos se había fragmentado con el paso del tiempo. Mientras que él se había puesto histérico, el tigre tranquilamente había sabido reaccionar a tiempo.

Escucharon de repente una sirena, y el lobo, a la orden del tigre, echó a correr a la puerta para abrirla. De inmediato entraron dos gacelas antropomorfas con una camilla, que la depositaron enmedio de la habitación, y se esperaron a que el médico entrara en la casa. Uros se encargó rápidamente de encender la luz del comedor, que había permanecido todo el rato apagada, dejando ver claramente que el ser que estaba entrando en la puerta no era otro que...

Stallion.

Tora se había quedado de piedra, mirando al caballo antropomorfo en la puerta, con la bata de médico, blanca en contraste con el color marrón del pelaje. Su mera presencia resultaba chocante para un tigre que, sinceramente, no estaba para tonterías y soportar esa situación.

-¿Que coño...?

-No preguntes. -mencionó el caballo. Su voz ronca irrumpió la sala. Con un gesto, los dos camilleros se acercaron al muchacho, intentando cogerle, pero el tigre lanzó un leve rugido de defensa, impidiéndoselo. Luego miró al caballo, con gesto furioso.

-¿A que juegas tu?

-Mas bien dí a que estas jugando tu, Tora. -avanzó un poco, hasta detenerse delante del tigre, y añadió: -Me lo llevo a la clínica. Si sigues impidiéndoselo, acabaras matándolo.

-¡¿Que le habéis hecho?!

-Nada. Solamente que su cuerpo, tal y como mis cálculos acertaron, está completamente destrozado.

Una frase como aquella fue suficiente para que el tigre bajara la guardia y los camilleros cogieran de improvisto el cuerpo de Bryce, llevándoselo a la camilla, y alzándola, de tal forma que se fueron por la puerta en dirección hacia la ambulancia. Tora observó a Stallion unos instantes, y mas tarde se levantó del sofá, mirándolo fijamente.

-¿Como has dicho?

-Tora... Me temo que no has comprendido la gravedad de la situación. -explicó el caballo. Cogió aire, y se cruzó de brazos. -Para ponerte al día: Bryce se estaba medicando con algo que mantenía su cuerpo en un nuevo estado. Sin embargo, tal y como mis cálculos han detectado, el cuerpo tendría que descubrir tarde o pronto el engaño, y eso ha sido lo que ha pasado. -mencionó. -Voy a llamar al hermanastro de Ane y acto seguido te olvidarás de mí. Es la única ayuda que te puedo ofrecer, Tora. Ya has visto lo que le pasó a Damaru por jugar a partida doble...

-¿Tu... Damaru?

-La madre de Bryce quiere averiguar porqué se mató. -mencionó. -Y que le ocurrió a Laura mientras tanto. Leon está cegado en otros planes, mejor que aproveche ahora. Yo llevaré al chico al hospital, y luego desapareceré. ¡Ah! Y Tora... Procura que Bryce no enferme dos veces.

-¿Como sabías que a Bryce le había pasado algo?

-Mira detrás tuyo.

Tora dudó durante unos instantes. ¿Y si era una trampa? Sin embargo, Uros estaba con él, así que no tendría ningún problema. Suspiró levemente, y agitó la cola, mirándole fijamente, y mas tarde, dándose la vuelta.

-La mesa.

¿La mesa?

Tora se dió la vuelta, sin apartar la mirada del caballo, mientras avanzaba poco a poco, mas que nada por no fiarse. En cuanto llegó al mueble, tanteó primero la parte de arriba, y mas tarde, las patas, hasta que notó algo de metaql en una de ellas.

-Esto es...

-Una pequeña cámara. Leon supuso que vendríais aquí después de haberos quemado la habitación del hotel.

-Quemasteis la...

-No nos lo tengas en cuenta. De momento, no por ahora. -Stallion se dió la vuelta, caminando hacia la salida, completamente tranquilo ante la mirada furiosa de un tigre que se estaba haciendo daño a sí mismo con la garras. -¿Hace falta que te recuerde que Bryce se te está muriendo?

-Lizar, ¿Te has conectado a internet?

-Pues va a ser que no.

Solo llevaba setenta y dos horas conviviendo con él y poco a poco se habían hecho muy amigos. A decir verdad, si tenían que vivir bajo el mismo techo, no tenían ambos otro remedio que conocerse, o de lo contrario, se hubiera convertido el ambiente insoportable. Por el momento, Lizar había comprendido una serie de normas: Se comía a según que horas, prohibido hablar de baloncesto, y la conexión a internet primero el uno y luego el otro. Esta última norma le había fastidiado bastante, él que normalmente solía estar conectado constantemente, pero sabía moderarse.

A pesar de lo que le digo, la orca entró en la habitación, y contempló, desde la puerta, a un lagarto echado en la cama y leyendo un libro, con la luz de la mesita de noche. Este le miró un momento de reojo, y mas tarde, volvió a centrarse en la lectura.

-¿Que estas leyendo? -preguntó, apoyado en el marco.

-"Computer Games"

-Vaya... ¿Interesante?

-Mas o menos... Dime, ¿Porqué me preguntabas lo de la conexión?

-Estaba hablando con Tora. Parece ser que Bryce ha tenido un accidente muy grave y de repente se me ha cortado la linea, por eso te preguntaba. -comentó la orca. -En fin, perdona que haya sospechado de ti. Debe de ser la compañía que no anda fina.

-¿A Bryce?

-Sí. Lo han tenido que llevar a urgencias. Ya iré mañana por la mañana a ver que es lo que ha ocurrido. Pobre muchacho... Menudas navidades está pasando.

Lizar agachó la vista un momento, pensativo. increíble, se había metido en un mundo en que parecía que todo girara alrededor de aquel muchacho. No es que supiera demasiado de él, la verdad, excepto que era un lobo en parte, pero por lo visto, hasta ahora todos los que había conocido le tenían en gran estima.

-Odayaka... ¿Bryce que es, exactamente?

Vaya, le había venido con una pregunta crucial. La orca cogió aire, y se acercó levemente a la cama de Lizar para que le pudiera oir mejor.

-A ver, como te lo diría... Su madre era loba, y su padre era un humano. Normalmente este tipo de uniones no funciona, pero el suyo sí. -explicó. -No le conocerás mucho, pero... Es un muchacho que tiene mucha fuerza de voluntad, y mucho coraje. No se detiene por nada del mundo, y si le haces daño, mas tarde lo pagarás muy caro, aunque sufrirás mas si le tocas un pelo a Tora.

-¿Es vengativo?

-La verdad es que sí. -mencionó la orca. -Pero en realidad también es buen amigo y sabe escuchar a los demás.

-Ya... ¿Y siendo... Casi humano... No le odiáis?

-Ah... Era eso... Bueno... Supongo que te refieres porque tu también eres humano, ¿Cierto?

Lizarman se quedó completamente de piedra, aunque no puso expresión ninguna. Simplemente dirigió su mirada hacia Odayaka, sin saber realmente que hacer. Ahora mismo tenía unas ganas enormes de huir como un loco y no volver jamás a aquel lugar, se sentía como un traidor por haber mentido a la orca... Aunque una parte de él tenía una enorme duda. Sí, le había descubierto, ¿Pero como?

-Cuando vi la foto, me dí cuenta al instante. -mencionó la orca. -Tranquilo, no se lo diré a los demás si es lo que no quieres, pero no deberías esconderte.

Al ver que el lagarto no reaccionaba, la orca se sentó al borde de la cama, mirando al suelo, mientras respiraba levemente.

-No... ¿No te doy asco? -acabo por preguntarle Lizar, lo que sacó una sonrisa grandiosa de la cara de la Orca. Le miró convencido, seguro de lo que iba a decir.

-¿Debería? La mayoría lo hacen, lo sé. Pero... La cosa cambió hace mucho tiempo entre nosotros. -comentó la orca. -Verás... Bryce y Tora vinieron de muy lejos y se graduaron gracias a una prueba. Ambos sacaron buena nota, y al cabo de un tiempo, se hicieron amigos de Shinke y de Damaru. Yo por entonces no estaba con ellos.-explicó. -El hecho es que Shinke una vez tuvo un problema con su familia. Verás, tenemos a un compañero con un pequeño retraso mental, llamado Baka. Es su... Hermanastro. -comentó. -Su familia estaba a punto de encerrarle, y Bryce logró dialogar con sus padres para hacerle entrar en razón. Lo hizo sin querer recibir nada a cambio. Y cuando le preguntó el porqué, solo le respondió: "Porqué se que soy como mi padre me dijo que era."

>>El caso es que dos días mas tarde, Bryce sufrió un ataque en medio de clase y el grifo cogió y se lo llevó al hospital. Fue este intercambio lo que demostró la gran diferencia que hay entre Tora y Bryce: Mientras que Tora es fuerte físicamente, Bryce tiene un espíritu muy competitivo, mas que cualquier antropomorfo que hayas llegado a conocer. Lucha con todas sus fuerzas contra el viento que sea.

-Entonces es un loco.

-¿Tu no harías lo mismo por lo que mas quieres?

-No te entiendo...

-Bryce... Lo hace todo por nosotros. -comentó. -Siempre está ahí para echarnos una mano, para ayudarnos, sin recibir nada a cambio. Luchar por lo que mas quiere... Tu no harías lo mismo, ¿Verdad?

-Yo... Si. -mencionó. -¿Entonces lo que me comentó... Iba en sério? ¿Lo de ayudarme?

-Ah, entonces él lo descubrió. Normal, tiene buen ojo para eso, o eso he visto yo. -comentó. -Pero sí. Siempre irá en serio, te proponga lo que te proponga. Es un muchacho muy listo, pero a veces muy precipitado.

-Ya... Me pregunto... Que le habrá pasado ahora.

Ahí reposaba su cuerpo. Conectado a cientos de máquinas diferentes, le mantenían con vida como podía. Tora solo podía verle a través de un cristal, donde tenía apoyada una zarpa, como intentando llegar hasta él. Tras él estaba Senko y Uros, ambos sentados en las sillas, y este último con el zorro durmiendo en su falda, leyendo revistas. Tora les envidiaba, porque eran capaces de sacarse la situación de la cabeza con solo leer cuatro letras de medicina.

-¿Tora?

El tigre volvió la cabeza, sus ojos amarillentos buscando un milagro, aunque solo encontró al hermanastro de Ane, mirándole seriamente, con un traje blanco y una carpeta en una pata. Se acercó hacia él, y se dejó acompañar junto a los otros dos hasta la entrada de un despacho pequeño y poco iluminado, completamente lleno de diplomas, estanterías medio revueltas, y papeles por doquier.

-Disculpa que veáis esto así. He estado buscando los análisis de Bryce de la última vez que hice la operación.

-¿La última vez?

-Cuando me lo trajiste por la mordedura, ¿Recuerdas? -le dijo. -En fin, lo que te tengo que decir no te va a gustar pero... Tenemos un problema muy grave con Bryce. Y cuando digo grave, es grave de verdad.

-¿Que... Que le ocurre?

-Te seré sincero. Sentaos. -dijo mientras buscaba entre los papeles. En cuanto encontró una carpeta rosada, volvió a su sillón y extendió el contenido encima de la mesa. -Como expliqué una vez, la medicación que toma Bryce infecta su adn y altera su sistema nervioso. Pues me temo... Que ya no va a ser posible.

-No entiendo.

-En otras palabras: Su cuerpo desea volver a la forma original. -concluyó. -Las células han descubierto que están haciendo la acción que no debían y se han vuelto todas en contra. Me temía algo así, y se que hacer para que todo vaya bien. Pero para el pobre va a resultar muy doloroso. Sin embargo, ahí no radica el problema. Tora... ¿Que tipo de sangre tiene Bryce?

-Es el... Mierda..

-Exactamente. EB, la de la última transmutación. Casi no existe en el mundo, y no creo que haya donantes. -explicó. -Pues te lo voy a decir bien rápido: Si en 24 horas no encontramos un donante de sangre EB, Bryce morirá.

Notas del Autor:

Se que esta vez es muy corto, pero he creído que era todo lo que debía poner. También sé que no hay yiffy, que he tardado mucho, y hasta he dejado cabos sueltos. El próximo episodio prometo que lo dedicaré básicamente a explicar básicamente muchísimas cosas, así que no dudéis en ir comprobando un nuevo capítulo de aquí a poco.

Mientras tanto, ya sabéis que me gustan muchos los comentarios, y que contesto a todos ellos, así que no dudéis en escribirme a [[email protected]](%5C) o a Mail Autor de la opción de arriba. ¡¡No sabéis el ánimo que me dan!!

Y una vez mas, muchísimas gracias por todo por seguir ahí, pro haber leído hasta aquí, y por la paciencia que debéis de tener conmigo por lo que tardo en escribir. El verano me está afectando considerablemente, lo siento. :D