blanco y negro sobre rojo

Story by Kokuro on SoFurry

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Abrió la puerta y ahí estaba. Recostado sobre la cama, apoyando la cabeza sobre uno de sus brazos. Desnudo, completamente desnudo, mostrando todas las manchas negras que lucía su cuerpo. Se creaba un fuerte contraste entre el monocroma del cuerpo y el rojo de las sábanas.

Se acercó lentamente, sin apartar la vista de él, como si lo hubiese hipnotizado. Ahí estaban los dos, por fin solos, Joss y él, Mark y Joss. Por fin solos, sin que nadie les molestase, solos y con la única compañía de la atracción que sentían el uno por el otro.

Mark comenzó a desnudarse, comenzando por la camiseta, perdiendo la visión unos segundos al retirarla del escultórico torso. Cuando recuperó la visibilidad ahí estaba Joss, a escasos centímetros de él.

El dálmata acercó sus labios a los suyos, reposó los brazos en su espalda y se dejó caer en la cama, amortiguando un apasionado beso mientras deslizaba las manos por la espalda de Mark, sintiendo todo el peso del pastor alemán sobre su delgado cuerpo.

Uno tras otro los segundos fueron pasando lentamente, como si el beso hubiese ralentizado el tiempo, convirtiendo la distancia entre cada segundo en una eternidad. Entonces las manos de Mark se posaron sobre sus caderas.

Al igual que Joss deslizaba las manos por su espalda, deslizando el pelaje marrón, largo y fuerte, él lo hacia con el del dálmata, corto, fino y frágil... paralelos a ellos mismos.

Mientras, notaban el tacto húmedo y dulce de sus labios, que jugaban a deslizarse unos sobre otros delicadamente, abriéndose y cerrándose de manera apasionada; como si pretendiesen unirse el uno al otro.

Joss fue deslizando las manos hasta llegar al final de la espalda de Mark, colando sus finos dedos dentro del vaquero. Fue entonces cuando Mark comenzó a mover su cadera hacia adelante y atrás, de manera que Joss podía sentir la erección del pastor alemán.

La respiración de Joss se aceleraba ligeramente según Mark se movía, dejando escapar algunos suspiros y gemidos. Un puntita rosa emergió de la funda blanca y negra que tenía Joss, rompiendo el juego de colores que formaba su cuerpo. En un arrebato de pasión, el dálmata rodó, haciendo que se cambiasen los papeles. Ahora era él el que estaba sobre Mark.

Unos finos dedos comenzaron a desabrochar hábilmente el pantalón de Mark. Ëste se soltó las zapatillas directamente con los pies, mientras Joss deslizaba el pantalón por sus piernas.

Ambos podían sentir el calor de sus cuerpos y el tacto de sus pelajes; el de Mark, era cálido y su longitud producía una ligera sensación de cosquilleo sobre el de Joss, completamente opuesto; corto y frágil, como una segunda piel.

Volvieron a rodar, deshaciendo completamente la cama. Era como si las finas sabanas rojas jugueteasen a colar sus pliegues entre ellos dos.

Por fin separaron sus labios, pero aún mantenían sus hocicos juntos, sintiendo la húmeda respiración que les emanaba de la trufa. Se miraban a los ojos. Era como si el universo se hubiese reducido solamente a esa distancia, la que separaba las pupilas de uno con las del otro: unas vivas y alegres, que se reflejaban en otras marrones, más oscuras y de mirada más profunda, eran las de Mark.

Un mechón de pelo negro caía sobre la cara de Mark. Sentía el cuerpo y la respiración de Joss como si fuese una extensión del suyo propio. Separó su hocico del de Joss y le besó en la mejilla. Entonces se deslizó su rostro sobre el torso del dálmata, deteniéndose y besando cada una de las motas negras del abdomen del dálmata, en total catorce.

Al llegar a la entrepierna, Joss se irguió y depositó su mano bajo la barbilla del pastor alemán, volviendo a acercar sus rostros. Retomaron el beso que acababan de terminar.

Mark se acercó más, situando una de sus piernas entre las del dálmata, que acababa de recostarse. Sus manos fueron a posarse a los lados de la cara de su compañero. Se inclinó un poco y comenzó a mordisquear cariñosamente una de las manchas que Joss tenía sobre la oreja izquierda. Las cosquillas hacían que se retorciese entre risitas, cuanto mas se movía, mas mordisquitos y lametones le daba Mark.

Finalmente Joss se decidió a terminar y comenzó a quitarle los bóxers a Mark. Unos calzoncillos horribles azules con rayas blancas, que no le gustaban para nada. Ya por fin vio a su novio completamente.

Los dos estaban ahí, sobre la cama, completamente desnudos, Mark sobre Joss y él sobre las sabanas rojas de una cama deshecha hace ya tiempo.

Mark agarró las sabanas y las echó por encima de ambos, tapándose completamente, de los pies a la cabeza. La tela roja hacía que se filtrase la luz, haciendo que lo romántico del ambiente aumentase.

Un hocico marrón se acercó al oído de Joss y le susurró algo. Una ligera inclinación de cabeza sirvió de respuesta y Mark volvió a descender por el cuerpo moteado.

Joss comenzó a retorcerse por el placer, no conseguía ver que estaba haciendo Mark, pero notaba una sensación húmeda de algo que se deslizaba sobre su pene, cómo subía y bajaba y cómo algo acariciaba sus testículos con suavidad.

No podía levantarse, el placer lo paralizaba, lo único que era capaz de hacer era morderse el labio inferior e intentar agarrar los pliegues de las sábanas. Sus mejillas se habían encendido y sus ojos se habían cerrado ya que todas sus fuerzas le habían abandonado, dejándolo a solas con la excitación. El éxtasis se había apoderado de él, pero intentaba aguantar, aún no era el momento.

Entre breves gemidos y suspiros consiguió articular el nombre de Mark en un leve susurro. Éste volvió a alzarse hasta él y le miró. El hecho de ver a Joss ahí, tumbado, con la cabeza girada, los ojos entreabiertos, como si intentase abrirlos, pero sin lograrlo y las mejillas sonrojadas, casi del mismo tono que las sábanas lo excitaba más.

Joss miró de reojo a Mark y asintió, asió la sábana con una mano y la retiró hacia un lado, dejando que la luz de la ventana volviese a bañar sus cuerpos desnudos. Mark contestó a la conversación inexistente con un beso y Joss respondió doblando las rodillas para alzar las piernas.

El beso duró unos cuantos segundos mas, hasta que Mark lo dejó en el aire cuando comenzó a deslizar su lengua. Primero rodeando el cuello; bajando hasta los pectorales, dibujando su contorno; siguiendo la línea de su abdomen.

Mark se levantó de la cama suavemente, intentando no mover a Joss. El dálmata conseguía ver el miembro de Mark desde su posición, donde su propio cuerpo actuaba de horizonte y el pene de su novio se erguía como una torre frente a él.

Entonces Mark comenzó a acercarse al orificio que ocultaban las nalgas de Joss. Al comenzar a insertar la punta, veía cómo Joss se encendía aun mas y cómo su erección iba en aumento entre sonidos de placer.

Comenzó lentamente, insertando primero la punta y sacándola. A medida que iba metiendo y sacando, insertaba un poco más. Mientras, Joss, agarraba fuertemente la cama y se mordía el labio a la vez que emitía gemidos, fruto del éxtasis.

Cuando ya le fue más fácil moverse, Mark decidió dar un paso mas, e intentó entrar completamente. Poco a poco se esforzaba por introducir el nudo, más ancho que el resto de su pene, de la forma mas delicada que podía. Oía cómo los gemidos de Joss iban en aumento, según aumentaba el placer.

Mark seguía moviéndose, hasta que se inclinó hacia adelante, volviendo a recostarse sobre Joss, pero los dos seguían unidos. Joss rodeó al pastor con las piernas, como si no quisiese que saliese de dentro de él. Al momento, Mark disminuyó el ritmo, haciéndolo suave y dulce. Introducía y sacaba el nudo con facilidad, mientras sentía como el agujero se iba adaptando al cambio de tamaño. Todavía Joss seguía con las mejillas encendidas y continuaba con la respiración acelerada.

Rodeó el ancho cuello de Mark con sus brazos y volvió a bajarlos por su espalda, como ya había hecho antes. Poco a poco Mark también gemía, conforme emitía los sonidos aumentaba el ritmo de sus movimientos y la constancia de los gemidos de Joss.

Poco a poco, los gemidos de ambos empezaron a convertir en sonidos sordos. Mark se Retiró de encima de Joss. Ambos se miraron a los ojos, con la respiración ajetreada y con la boca abierta, uno sobre otro, los dos amantes unidos en uno mismo, llenos de placer, a punto del colapso, el auge del éxtasis.

Mark veía como el pene de Joss palpitaba. Mark no podía mas. Había llegado al límite de su resistencia. Dejó de hacer fuerza y notó como su semilla salía de él a la vez que emitía un profundo e intenso sonido ocasionado por el placer de la eyaculación.

Joss, al notar el cálido líquido que se introducía dentro de él, la prueba del amor que se profesaban Mark y él, dio rienda suelta a su placer.

Un líquido blanco surcó el aire, cayendo sobre la cama, depositándose sobre las sábanas.

La imagen era perfecta. Blanco y negro sobre rojo.