The lord of the chuphitos, la comunidad del chupito

Story by -Glaurung_The_Dragoness- on SoFurry

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Aqui, en esta historia, parodia (yo me rei demasiado cuando se me ocurria y casi muero atragantado con un plato de arroz blanco)del señor de los anillos. que la disfruteis!

EL SEOR DE LOS CHUPITOS

(La Comunidad del Chupito)

Era Pascua y se celebraba la fiesta de la Sidra en toda la Comarcal IV, pero el festejo era mayor en Hobbitville. Allí, todos los habitantes habían sido atraídos por los rumores de fiesta hasta las tantas, barra libre, banda de elfos bardos, buffet libre y toda la Sidra que pudiesen beber. Todo a la salud del hobbit más especial de la zona, hobbit con negocio propio, que había vivido aventuras, que había acaudalado grandes fortunas, que había llegado a avanzada edad y todavía se movía como un chaval. No gustaba a muchos, pero la fiesta, la pitanza y la bebida, sí lo hacían.

La pradera frente a Cíclope Chapado, que así se llamaba el 'bujero del hobbit, había servido de asentamiento para carpas, grandes mesas, y fiesta rociera. Sólo faltaba la Macarena. Allí, ahora de noche, todos los hobbits del lugar bebían y comían a la salud de su anfitrión, que a estas alturas de la borrachera ya era como un viejo y querido miembro de la familia. Así pues, todos pidieron que subiera al estrado a decir unas palabras.

  • Que suba, que suba, que suba, quesuba, q'suba, q'súbamela, jejeje..¡q'súbamela!.. (estaban borrachos)

Como de cualquier forma ya tenía pensado subir para decir unas palabras, pues subió.

Apoyado en un árbol con un gran vaso de sidra en la mano, suspirando y llevándose la mano a la cara por la vergüenza ajena que estaba sintiendo hacia esa panda de hobbits borrachos, el viejo magno descansaba. También acaparaba las miradas recelosas de las gentes a las cuales no caía muy bien, pero como eran hobbits le importaba una mierda de Troll. Ahora, a sabiendas de lo que iba a hablar su viejo amigo, esperó atento.

Alguien subió al estrado, alguien un poco más alto que un hobbit, alguien con un solo ojo. Era Barkbilbo, y empezó a hablar.

  • Está bien, está bien... ositas, ya he subido. Tú, deja de hacerte el gracioso que te he visto, atrévete a lanzarme otra y ya verás.

Todos rieron del viejo y gracioso señor Barkbilbo Bolsón. Hizo unos gestos con las manos para que todos callasen.

  • Veréis, he de ser sincero con todos vosotros. Me estáis costando el ojo de la cara que me falta -más risas-, y seguís comportándoos igual de gil...digo... maleducados. Pero no importa. Veréis, ya llevo muchos años con vosotros, y vosotros lo lleváis conmigo, bebiendo, cantando, contando historias sobre mis viajes a las tierras de los hombres-ñu, sobre mi escapadita con mis colegas los enanos a la montaña del Pimiento del Piquillo, la temporada que fui pirata y me dedique a excavar en las playas para esconder tesoros... muchas, muchas aventuras he pasado ya...

  • Ve al grano... -gritaron.

  • Sí. Bueno, la verdad es que ahora que os veo no me resultan familiares muchas caras. No conozco a la mitad de vosotros, y la mitad de vosotros ni se llega a imaginar la mitad de lo que me debe los tres cuartos de los que estáis aquí y...

  • ¿Pero de qué habla ahora... -murmuraban.

  • ¡Pues que sois todos una panda de buitres carroñeros que no vienen a mi casa más que para hacer el elfo, decir tonterías, beber sin permiso de mi cosecha privada y encima no pagáis luego! ¡Y por si fuera poco luego os quejáis de que yo me enfade cuando la verdad es que no sois más que una panda de elfos envidiosos que sólo pensáis en vosotros mismos y... y...

El magno, preocupado por la actitud de su viejo amigo, que tanto distaba de su habitual humor, contempló cómo la muchedumbre empezaba a enfadarse y a murmurar cosas. También, cómo Barkbilbo poco a poco se llevaba la mano al bolsillo del pantalón. Es más, la tenía allí y no la sacaba. Pedía a los dioses que "por favor fuese su objeto mágico, el que encontró, lo que estaba acariciando y no otra cosa".

  • ... no os aguanto, ¡no os aguanto! ¡Aquí lo único que gastáis es la paciencia a los que nos dejamos los riñones en esto! ... ay, necesito un trago... bueno, que ya termino... Y por todo eso he decidido, he decidido que... ¡que lo mejor es que me marche!

Y añadió.

  • ¡Que os zurzan a'tos! -sacó un objeto brillante del bolsillo, se lo llevó a la cara, y acto seguido desapareció en un estallido de luz y humo al estilo David Coperfil.

Todos los presentes se quedaron murmurando cosas sobre lo cabroncete que era el viejo Barkbilbo, de que si estaba ya chocho, de cómo había hecho para desaparecer así o de si eso era bueno.

Eso también lo pensaba el viejo magno. Había ciertas cosas que ya había estado pensando desde hacía tiempo, y había que aclararlas.

Por el oscuro camino terroso de la noche, invisible, alguien se tambaleaba de un lado a otro, llevándose un cajetín de correo, la puerta de la vaya de un jardín, pisó unos setos, luego se dio contra una puerta y cayó al suelo...

  • Jjjoer, qué peo gue llievo... ouÁ.... abla cadabla.. eemm... ¡¡gue te ablas!! Joia buerta, tendré que hujar la lliave de lo wbos...

La puerta se abrió por arte de magia. Bueno, ese era el efecto que daba al ser abierta por alguien invisible. Dentro, era la típica casa hobbit, con mucho desorden y muchos trastos. Luego, dentro del estudio, Barkbilbo reapareció, un tanto ebrio.

  • Prrff... menudo viajcito... Uf, ya se me ha pasado, menos mal. Cada vez me cuesta más recuperarme. Ahora, a terminar de hacer las maletas y mar...

  • ¡Barkbilbo Bolsón, se puede saber qué has hecho!

  • Ostias, Currolf, qué susto me has dado... tío, no entres así, que me da un infarto.

Allí, de pie todo lo alto que era, se encontraba Currolf el Gris, el magno más famoso de toda la Comarcal IV. Amigo y compañero de pachangas de Barkbilbo, y también compartía la misma reputación de "bicho raro".

  • Perdóname si no te he atendido mucho, pero con la despedida y eso...

  • ¡Sabes perfectamente que no estoy enfadado por eso!

  • ¿Entonces?

  • ¡No puedes tratar a la gente así, por muy pesados y molestos que sean! Tú tienes tus responsabilidades y tienes que tratar con ellos como si fueses un adulto...

  • Pero Currolf, no puedo, me tienen los huevos como los de un dragón con tantas tonterías.

  • Fíjate en mí. Yo guardo la compostura. Hay que tener cuidado con estas cosas. ¡No aprenderás nunca!

  • Supongo. Ya sabes que es porque me tienen muy quemado. Yo antes no era así.

  • No. No lo eras -confesó Currolf estudiando a su amigo-. Y creo saber por qué es.

  • ¿A sí?

  • Últimamente te veo muy apegado a ese objeto tuyo. Además, se te ve muy sano para la edad que tienes. Y también muy alto. Y lo de que sólo tengas un ojo me parece excesivamente anormal.

  • Es que me alimento bien...

  • Sí ya. Más bien diría que ese objeto tiene mucha influencia en ti, de algún modo.

  • Bueno. Si me disculpas, me espera un viaje y...

  • Recuerda Barkbilbo. Son muchas las petacas mágicas que hay por el mundo, algunas son peligrosas y desconocidas, pero lo que sí se es que no hay que usar a la ligera ninguna de ellas como tú acostumbras a hacer con la tuya.

  • ¡Es mía y yo hago lo que quiera con ella!

  • ¡Barkbilbo Bolsón, compórtate!

  • Em.. sí, lo siento Currolf. De cualquier modo, me iré lejos a donde no creo que la vaya a necesitar más.

  • Así que has decidido irte a....

  • Ruinesdel, con los elfos -confesó Barkbilbo, y se sintió más viejo al decirlo.

  • Iuuuuuuuuj... con los elfos.

  • Sí. Allí al menos no me vendrán estos pesados con sus quejas y sus chorradas. Nadie se atrevería ir a buscarme allí.

  • Parece un buen plan. ¿Y qué vas a hacer con todo esto?

  • Se lo dejaré a mi sobrino.

  • ¿A tu sobrino Alfrodo?

  • Al mismo. Al sabio, al erudito, al bonachón, al atlético, al diplomático, al responsable, al honorable, al caballeroso, al valiente, a mi sobrino Alfrodo.

  • ¿Estamos hablando del mismo Alfrodo? -preguntó Currolf escéptico- ¿al mismo Alfrodo que dejó los estudios de magia, abandonó a una mujer preñada, al cual pusieron precio a su cabeza vivo o muerto y que por suerte pudimos sacarle de esos líos, y que ahora se dedica a beber todo el día con esa cuadrilla de amigos suyos?

  • Bueno, yo prefiero verlo como te he dicho.

  • ¿Y la petaca?

  • También se la dejo. Ahora si me disculpas viejo amigo, ya nos veremos. Tengo un viaje por iniciar -Barkbilbo pasó frente a Currolf y estaba a punto de salir por la puerta.

  • Barkbilbo.

  • ¿Sí, Currolf?

  • La petaca.

  • ¿Qué petaca?

  • ¿Dónde has dejado tu petaca?

  • Pues ahí, encima de la mesa -Barkbilbo volvió señalando al escritorio, pero la petaca no estaba allí. El hobbit se sentía un poco perdido, tanteó en su bolsillo y allí estaba-. Vaya, qué curioso, juraría que la había puesto en la mesa para dejársela a mi sobrino y... no... él no sabría apreciarla, él no la merece tanto como yo...

  • ¿Barkbilbo, te encuentras bien?

  • Me la voy a quedar Currolf, me la voy a quedar, es mía, es mi petaca.... ¡es mía... es... miii cantimmmploooraaa...! -el tono de Barkbilbo cambió al pronunciar esto último, parecía un demente.

  • ¡Barkbilbo Bolson, deja esa petaca encima de la mesa!

  • ¡No, la quieres para ti! -Currolf le dio con el bastón y Barkbilbo volvió en sí- ¡Ah! ¿por qué me has pegado? ¿yo qué te he hecho?

  • Lo he hecho por tu bien. Ahora, deja esa petaca en el escritorio y mejor será que te marches. Ya me encargaré yo de atender a tu sobrino.

  • Está bien. Perdóname Currolf, no.. no.. no sé qué me pasa, supongo que será de la edad. Adiós, viejo amigo, ya nos veremos.

  • Hasta donde me alcance la vista, amigo...

Currolf se despidió y se quedó allí sentado, fumando y pensativo. Barkbilbo salió al camino nocturno cabizbajo, triste y avergonzado de su comportamiento.

Ya, a las tantas te la madrugada, Alfrodo Boslon, el hobbit sobrino de Barkbilbo, volvía por el camino riendo y charlando con sus amigos. Se despidió de ellos delante de la puerta de casa... Llamarme al móvil... y pasó dentro.

Recorrió las habitaciones, de techos lo suficientemente altos como para que un hobbit de dos metros noventa se pudiese pasear sin darse en la cabeza, llamando a su tío para charlar con él y se sorprendió mucho al ver a Currolf allí sentado, pensando y fumando, y la petaca mágica de su tío encima de la mesa.

  • ¿Currolf, dónde está mi tío?

  • Se ha ido a Ruinesdel, con los elfos.

  • ¿Qué?

  • Te lo ha dejado todo, Cíclope Chapado y todo lo que quedaba de sus pertenencias. También te ha dejado su petaca pero...

  • ¿Qué es lo que ocurre Currolf? ¿Tienes problemas con las mujeres?¿Te veo preocupado?

  • Es por algo que decía tu tío, me ha hecho recordar cosas. Algo que está ahí pero no consigo averiguar qué es. Mira, me gustaría quedarme aquí unos días contigo haciéndote compañía, pero tengo prisa y es muy importante. Coge la petaca de tu tío y guárdale en lugar seguro, y ante todo, no la saques ni mucho menos bebas de ella hasta que yo vuelva...

  • Jajaja... ¿tienes miedo de que no te deje un poco?

  • ¡Hablo en serio, necio! Yo tengo que ir a Madrid-Tirith a por información. En cuanto sepa algo volveré. A lo sumo tardaré un trimestre. Hasta entonces... no te metas en líos.

  • Vaya, es una pena que te marches. Pero está bien, ya nos veremos.

Currolf abandonó presuroso Cíclope Chapado, luego Hobbitville, luego la Comarcal IV, luego estaba muy lejos... Alfrodo se quedó ahí de pié, en la puerta, pensando en que ya no volvería a ver su tío y... ¡JOER, LE HA DEJADO TOA LA CASA PARA ÉL SOLO! ¡¡¡FIESTA!!!


Los días y las semanas pasaron. Alfrodo aprovechó la fortuna de los Bolson para invitar a sus colegas y vecinos a juergas de fin de semana de tres días en el 'bujero de su tío, que ahora era suyo. Esta fortuna menguó, y cuando pasó el primer mes ya estaba deseando que volviese Currolf de una puñetera vez para darle a la botella mágica esa, que estaba más seco que el Sahara. Pero Currolf no venía, ya le dijo que tardaría un trimestre entero, eso significaba que tardaría cuatro meses.

Alfrodo tuvo que reprimir sus ganas y tener que recurrir al gorroneo a sus colegas y al hurto en las tabernas para poder pagarse unas rondas de cerveza.

Dos meses más tarde, una noche cualquiera, al volver de fiesta todavía peo junto a su fiel amigo y vecino, Alfrodo se despidió en su jardín y entró en casa. Allí, de la oscuridad, salió Currolf como un obseso sexual y se le tiró al hombro, a Alf casi le da un patatús.

  • ¡Joer, tronco, ostias, tío, no'gas so gue me'a dao hamacuko...! joer, gue zusto...

  • ¡Reponte pequeño hobbit! -Currolf le dio de bofetadas a Alfrodo hasta que se le pasó la borrachera.

  • ¡Currolf, has vuelto!

  • ¡¿Dónde está, dónde la has guardado?! ¡Sácala!

  • Espero que te refieras a la petaca...

Alfrodo sacó la petaca de su escondrijo y se la ofreció a Currolf. Este negó con la cabeza y le indicó que derramase un poco en la chimenea. Alfrodo le obedeció.

  • Aunque sigo diciendo que esto es desperdiciarla.

  • ¡Calla! Dime, qué ves...

  • Un buen trago echado a perder.

  • ¿Nada más?

  • Nada.... -Currolf respiró aliviado- espera... el fuego ha cambiado, ahora es verde, ahora azul, ahora rosa, ahora negro, ahora blanco y con estrellitas...

  • ...oh, no... ¿qué más? -Currolf estaba de espaldas, no quería mirar.

  • Esto parece el espectáculo de agua del Juan Carlos I, eso de que ponen una fuente a lanzar chorros y con rayos láser hacen imágenes, muy chuli...

  • ¡Hobbit estúpido, céntrate que es importante!

  • Mmm... un monigote, no... son unos rayajos, parecen escritos por un elfo... -Currolf se dio la vuelta y miró-, ¿sabes qué es lo que pone?

  • Sí. No es élfico. Es la lengua borracha de Morcillor.

  • ¡¿La lengua de Morcillor?! ¿qué significa?

  • "Un chupito para atraerlos a todos, un chupito para invitarlos a todos y tenerles bien cogios por los wevos en la tierra de Morcillor"

  • ¿Y eso qué significa? -el hobbit estaba más pálido que un elfo en una fiesta de enanos.

  • Es parte de un cantar. Hace mucho tiempo Saurku, el señor oscuro, antes de ser destruido, hizo destilar los más suculentos brebajes. Se los entregó a los señores de todas las razas conocidas engañándoles de que no iba con malas intenciones. Claro está, sí que iba con malas intenciones. Esos brebajes mágicos provocarían en ellos el síndrome de abstinencia, y al no resistir la tentación de probar el brebaje único, aquel que se preparó Saurku para sí mismo en el monte del Intestino, todos esos señores de la tierra le rendirían tributo sin ninguna queja o inconveniente. Por suerte Saurku fue destruido por Isidro, el Santo Patrón de las Juergas Rocieras, no obstante, la petaca también le consumió a él (era él quien la consumía), pero al fallecer de una cirrosis crónica la petaca desapareció de los anales de la historia. "Tres chupitos de Vino, Rojo, Blanco y Rosado, para los Elfos amariconados. Siete de Cerveza, Rubia, Negra, de Barril, Espumosa, Caliente, Fresca y Enanil, para los Enanos que beben a saco. Nueve variados de, Tequila, Wisky, Vodka, Bugman XXX, AguilaAmstel, Otramahou, Anís, Aguardiente y Ron, para los Hombres mortales condenados a pagar mogollón. Uno para el señor Oscuro, en el retrete oscuro, en la tierra de Morcillor en donde se extienden las chavolas. Un chupito para atraerlos a todos, un chupito para invitarlos a todos y tenerles bien cogios por los huevos en la tierra de Morcillor en la tierra en donde se extienden las chavolas". Eso que tienes ahí es el chupito de KangKang del señor oscuro.

  • Aaaaaah... -Alfrodo dio un salto para alejarse de la petaca-, pero... fue destruido.

  • Sí, pero no del todo. El ojo irritado de Saurku vuelve a alzarse en la torre de Ostrás. Y hará lo que sea por recuperar su chupito.

  • Pero, aquí estamos a salvo, ¿verdad?.... ¿VERDAD?

  • Sabes. La petaca ya estaba empezando a tener control sobre el pobre y viejo Barkbilbo. La llamó "su cantimplora". El no era el primero que lo llamaba así. ¿Te contó cómo la consiguió?

  • Dijo que le tocó en la Tómbola.

  • En realidad se la arrebató a la criatura Yallum. Esa lastimera criatura lo había tenido en su poder durante siglos. La busqué durante semanas para interrogarla pero, el señor oscuro se nos adelantó. Yallum sabía que la tenía Barkbilbo, y ahora es cuestión de tiempo hasta que hable y sus bestias vengan a por ti.

  • ¡Te cagax! ¿Y qué hago?

  • Yo tengo que consultar con mi decano de la orden de los ViejasCostumbresMagnus.

  • ¿Vas a salir corriendo como un cobarde? -Currolf le arreó un guantazo- ¡au!

  • Estúpido hobbit. No. Tengo que consultarlo. Pero mira, Cíclope Chapado no es un lugar seguro, incluso puede que ya tengan espías aquí. Lo mejor que puedes hacer es prepararte durante un mes para un gran viaje. Tendrás que ir a Ruinesdel...

  • ¡Estarás de coña! ¡¿Qué ostias voy a ir yo a donde los elfos...?!

  • Yo te acompañaré. Pero te estaré esperando en Beer (cerveza en ingles), en la taberna del Pony Montador.

Ambos escucharon un ruido proveniente de los setos bajo la ventana. Sonidos guturales, tal vez los de una bestia. Currolf, alargó el brazo acechando a lo que fuese lo que hubiese allí, y lo metió de un tirón dentro, luego le apuntó con la espada para ensartarlo de ser un enemigo. Era el amigo, compañero, el inseparable vecino de Alfrodo.

  • ¡Gñamsagaz Gñamyi! ¿se puede saber qué estabas haciendo ahí fuera a estas horas de la noche?¿Nos estabas espiando?

  • ¡Gñam, gñam gñam, gñam gñam gñam...! (estaba vomitando) -dijo Gñam a modo de disculpa.

  • ¡Ya, claro, y esperarás que me lo crea! ¿no? ¡Dime qué has oído! -amenazó Currolf con la punta de su bastarda.

  • ¡Gñam, gñam! ¡Gñam!

  • ¡No me lo creo!, te voy a convertir en un bicho repugnante, en una bola de piel verdosa calva con patas, dientes, e incapaz de pronunciar una palabra coherente.

  • ¡Gñaaaaam!

  • Está bien, no lo haré. Pero... a partir de ahora estarás bajo las órdenes del señor Alfrodo Bolson.

  • Vale, genial, ahora tengo que cargar con una boca con patas que quiere comer elfos y explorar mundo. Guay -a Alfrodo no le gustaba la idea.

  • Bueno, veo que te agrada la idea, Gñam. Pero tengo prisa. Recordad pequeños hobbits: no os fiéis ni de vuestras sombras, caminad en el anonimato, no llaméis la atención, y sobre todo no bebáis de la petaca. Ya nos encontraremos dentro de un mes en el Poney Montador. Hasta donde os alcance la vista...

Currolf salió raudo mientras Alfrodo maldecía en todos los problemas que le estaban metiendo, y Gñam daba saltitos incordiando al hobbit

Un gran eructo hizo escupir magma al monte del intestino. A través de la ola de roca fundida se divisaba la alta torre de Ostrás, rodeada de chavolas y colas y colas de orcos que esperaban entrar en ella para tomar un trago, pero no se abrían.

Y en lo alto de esta, el gran ojo rojo irritado de Saurku que buscaba y buscaba, sediento, obsesionado.

  • Arf, arf... necesito un trago... ¡mi chupito, dónde está, lo necesito! Aaayy... menudo resacón. Ya se enterarán todos. Cuando recupere mi chupito oscuro de KangKang, conseguiré mitigar esta resaca, y entonces, ¡mi venganza será bíblica! ¡más sonada que el chupinazo del 7 de julio! Uff... qué malos recuerdos...

Alguien entró en el gran salón de la torre de Ostrás. Era un ser etéreo, de figura humana, y se paseaba por ahí como Pedro por su casa.

  • ¡Gora San Fermín!

  • Gora, gora... -respondió Saurku llevándose la mano a la cabeza para aguantarse el resacón.

  • ¿Me llamabais vos?

  • Sí, nazgûl. Ese asqueroso bicho ya ha confesado dónde está mi petaca...

  • ¡El chupito de KangKang! ¿Me daréis un poco, porfaaaa? -suplicaba el etéreo ser.

  • Que sí... que sí... que ya te daré un poco. Pero antes debes ir a Hobbitville a recuperarlo. Lo tiene un tal... Bolsón.

  • Bolsón. De qué me sonará ese nombre. ¡¡Changos!! No me acuerdo. Pero si vos quieres que vaya y lo recupere, eso será lo que haré.

  • Sí, muy bien. Llévate a los demás porque no me fío ni un pelo. Ahora, si no te importa, voy a darme una ducha fría a ver si se me pasa esta mierda de resaca... putos elfos... se enterarán de la última... y esos de Madrid-Tirith, lo mismo.

  • Juju, sí señor. Como vos quieras. (¿Dónde habré escuchado ese apellido?)


En el este, lejos de allí. Currolf viajaba veloz hacia Isengauf, para encontrarse con el decano de su orden. Cruzó las murallas y pasó frente a los centenarios árboles, y allí, en las escaleras, ya le esperaba el otro magno.

  • La sombra del resacón de Saurku se extiende por toda la Tierra del Medio, el ojo irritado se alza sobre Ostrás, y Currolf viene raudo a pedirme consejo.

  • ¡Theroman! (oye, eso de la Tierra del Medio tiene copyright, te aviso).

  • Bienvenido Currolf el Gris (ya, pero es que si no, no me rimaba).

  • Bienhallado Theroman el Morado (de cualquier modo sigue teniendo copyright).

  • Pasemos dentro y allí me cuentas tus nuevas... nuevas...

Los dos magnos entraron en la torre de Isengauf y subieron al salón principal. En el centro de este había un pequeño altar con algo bajo un trapo, y en una habitación contigua, un escritorio y un cómo trono.

  • Y dime, pues, Currolf, ¿qué nuevas traes?

  • Lo he encontrado. He encontrado el chupito único, la petaca del señor oscuro, el trago de KangKang.

  • ... y me suponía algo así...

  • Vaya, cualquiera que te viera diría que estás eufórico. ¡Tío, que es la petaca maligna! ¡La llave para la destrucción de todo! ¡El poder absoluto (bueno, mentira)!

  • ...que sí, que sí...

  • ¿Pero qué pasa?

  • Pues anda. Que es que el KangKang a mí no me mola. La cerveza tampoco. El anís tal vez... aunque claro, ahora que lo pienso, podría chantajear a Saurku para que me consiguiese el chupito de anís y...

  • ¡¿Estarás hablando en broma, no, pelilila?!

  • Emm... síiii... -mentira cochina-. Bueno, mira, quiero enseñarte una cosa.

Theroman caminó asta el altar seguido de Currolf, allí destapó el trapo y mostró un extraño objeto que parecía un balde. Currolf lo contempló, Theroman contempló a Currolf esperando una respuesta, Currolf contemplaba a Theroman sin entender qué quería que hiciese, pero comprendió...

  • Ah, sí... -tosió- ¡Por el hacha de Khorne! ¿Qué es esto?

  • Es "La escupidera mágica del Paladín Alataza"... sirve para comunicarse...

  • ¡Por el hacha de Khorne! ¡Qué asco, está usada!

  • ... no, no, no, no... está "imbuida" por el poder de los Valar, y sirve para comunicarse...

  • ¡No digas mentira! ¡Está usada, y da asco!

  • ... me estás hartando, déjalo ya. Te digo que está "imbuida", y punto. Sirve para comunicarse con el mismísimo Saurku, en su trono oscuro...

  • ¿No era "retrete"? un momento... ¡¿ESTÁS FLIPADO?! ¡¿CMO SE TE OCURRE?! ¿No la habrás usado ya?

  • Puede... -disimulaba-, ¿quieres usarla tú?

  • Em... no gracias, yo no confabulo con el enemigo.

  • ¡Con que sí, eh!. Pues te vas a enterar... te reto a un DDI.

  • ¿Seguro? Es que en el otro lado ya hacían algo parecido, y lo mismo nos demandan por abuso indebido de la propiedad intelectual sin permiso e incumpliendo las normas del copyright.

  • No, en el otro lado era un Duelo de Tópicos, no un Duelo de Insultos...

  • En cualquier caso, mejor no lo hagamos.

  • ¿Entonces qué sugieres? ¿Te encierro y punto?

  • Qué remedio... ¡Oh, por el Hacha de Khorne, dos miniñus me llevan a una mazmorra, noooo!

Dos criaturas pequeñas, dos miniñus (no ñulings, aquí todo hispanizado), se llevaron a Currolf por pasillos, escaleras, salas oscuras, hasta llegar a una mazmorra. Allí, antes de encerrarles, Currolf trató poner en acción el plan de fuga que había pensado por el camino.

  • Ey, esperad un momento -iba a poner en reto la corta inteligencia de los bichejos.

  • ¿u? -los miniñus le soltaron y le miraron.

  • Veamos, tengo aquí esto -sacó una botella de cerveza-. Como sé que sois demasiados inteligentes como para dejaros chantajear, os propongo un trato. Si vosotros ganáis os podréis quedar estas otras dos botellas iguales y me encerráis, si perdéis, me dejáis libre. ¿Vale? -qué gana de complicarse la vida.

  • u, ñu -asintieron.

  • Bien, el reto consiste en que uno de vosotros tiene que beberse de un trago toda la botella -curro dejó la botella abierta en el suelo, era de la misma estatura que el miniñu-. Venga, pa'dentro.

El miniñu cogió la botella, un tanto nervioso, y se la empezó a beber, poco a poco, trago a trago, sin respirar, y Currolf veía cómo estaba en peligro su plan. Al final, el miniñu consiguió terminársela, Currolf estaba avergonzado, mira que ser derrotado por un miniñu... el bicho respiró a gusto y contento por el trago.

  • uñuñu, ñuñu...

  • ¡Por la Vacuidad, menuda mala pata!

Los miniñus empujaron a Currolf, cerraron la puerta, echaron el pestillo con la llave y tiraron esta por la ventana como bien les había indicado Theroman. Se giraron sacudiéndose las pezuñas en gesto de "trabajo terminado" y se sorprendieron al ver que no había pasillo y sí cuatro paredes. Lo que Currolf pensó era en si no había hecho el tonto siendo vencido por un par de bichejos que se encerraron en una celda dejándole a él en el pasillo. Pero aprovechó y salió corriendo.

Así fue cómo Currolf el Gris consiguió escapar de Isengauf ayudado de la gran Águila Amstel (¿eso también tiene copyright? Bueno, no importa, como me dijo Kain "Las grandes mentes piensan igual").


Alfrodo había hecho como le indicó Currolf: salir temprano, ser cautelosos y mantenerse en el anonimato, llevarse a Gñam y procurad que nadie más se enterara... pero fue un problema cuando los pesados de sus primos Traskydoc Pintagamo y Sithael Tuk se los encontraron por el camino, les preguntaron a dónde iban, y Gñam contestó que ha un viaje muy largo a comer elfos y con una petaca llena de KangKang. En cuanto escucharon lo del KangKang fue imposible quitárselos de encima...

  • Anda, venga, porfa, sólo un traguito, sólo uno, venga Alfrodo enróllate, sólo uno, un chupito, un culín, un trago, algo para quitarme esta sed de la garganta... oye, que yo te he invitado a cerveza, venga, ahora dame un poco de KangKang, joer Alforod, que somos colegas, dame un poco, anda, anda, anda... un sorbito, nada más que un sorbito, un trago, un buche... tío, ¡tío!, ¡Venga!... jo, vaya amigo... yo siempre te doy de lo mío, venga dame un poco... ¡un trago y nada más, que es para probarlo! ¡venga, Alf, enróllate!...

  • ¡Que te vayas a tomar por saco a otro, que no te voy a dar! ¡Trasky, déjalo ya! -gritó Alfrodo ya arto de su compañero.

Se había detenido en mitad del camino para dejar las cosas bien claras. Los otros tres hobbits le miraban expectantes.

  • Jo, vaya amigo estás hecho... mira que no darnos un poco...

  • ¡Te he dicho que no puedo, entiendes!

Mientras tanto, por otro camino que se cruzaba a ese, un ser oscuro, etéreo, levitaba seguido de tres lucecitas fantasmales, un tanto perdido.

  • Veamos, era la primera a la derecha y luego la tercera a la izquierda ¿o era la tercera a la izquierda y luego la primera a la derecha? ¡changos!

El ser pasó por el cruce que daba al camino de los hobbits, por suerte nadie vio a nadie.

  • Vaya, setas... -dijo Sithpin mientras se tiraba a un lado del camino, seguido de Trasky y Gñam.

  • Pues como no me has dado KangKang, no te voy a dejar setas.

  • Ya ves tú.

  • Vaya, me ha parecido escuchar algo -se dijo el ser etéreo y dio media vuelta, pero cuando llegó al cruce...

  • ¡Joer qué mogollón setas!

  • ¡A ver! -al final Alfrodo, picado por la curiosidad, se tiró de cabeza a un lado del camino.

Cuando el nazgûl pasó, no había nadie.

  • Vaya, qué raro, me había parecido escuchar una voz familiar. ¿Y de qué me sonará lo de Bolsón? -sacó un mapa y empezó a buscar la ruta.

  • Va, creía que eran de esas con las que uno se pone "contento", no son más que níscalos. Por cierto ¿no os ha parecido oír nada? -Alfrodo se giró y le pareció ver algo etéreo en el camino, luego se volvió a girar a sus compañeros, cuando volvió a girarse para comprobar si de verdad había visto algo, ya no había nada.

  • ¿Te ocurre algo, Alf? -preguntó Sithpin.

  • ¿Gñam, gñam, gñam, GAM?

  • No sé, me ha parecido ver algo... me recordaba a mi antigua novia... creo que necesito un trago -metió la mano en el bolsillo, sacó la petaca, y apunto estuvo de abrirla.

  • ¡Pero de qué vas! O sea, ¿tú si puedes y nosotros no?

  • Ui, perdón, la fuerza de la costumbre.

  • JOER, ALFRODO, ERES UN ¡CABRN! GORRN DE MIERDA, NO TE VOY A VOLVER A INVITAR...

El nazgûl, que había vuelto a encontrar su camino, se detuvo alertado por los gritos.

  • ¿Alfrodo? -algo se encendió en la mente del ser etéreo- ¡changos, ahora me acuerdo! ¡Alfrodo Bolsón! Grrrrrr... bastardo...

Trasky seguí gritando furioso a su amigo Alfrodo, Gñam y Sithpin seguían cogiendo setas. El ser etéreo se paró en el cruce, mirando al grupo, con ojos brillantes y recubierto de llamas espectrales de furia asesina.

  • ... ¡Y UN GAÁN! NUNCA INVITAS TÍO, ENCIMA, CON LA CASA QUE TIENES Y VIENES DICIENDO QUE NO TIENES NI UN DURO, Y ADEMÁS...

  • ¿Emm... por qué te callas y te has puesto tan blanco?

  • Alf... -dijo Trasky con la voz temblorosa-, mira ahí detrás... -los otros dos hobbits estaban en las mismas.

  • ¿Por qué, qué ocurre, hay un fantasma? A ver... -Alf se giró.

  • ¡MALDITO BASTARDO, TE VOY A MATAR POR DEJARME PLANTADA CON TRILLIZOS!

  • ¡POR LAS BARBAS DE L'CHUCK (personaje de Monkey Island™)! ES MI EX, ES MEDEA... Y ESTÁ ENFADADA... eeem... ¡SALÍR POR EL CAMINO ECHANDO OSTIAS, PERO YA....!

Los cuatro hobbits salieron corriendo por el camino como alma se lleva el diablo, y el nazgûl les perseguía con instintos de homicida. Se salieron del camino por una curva, pasaron de largo a los elfos con los que se suponía iban a pasar la noche, atravesaron bosques y campos, ríos y pueblos, y llegaron hasta las puertas del jardín viejo...

Le habían ganado terreno al nazgûl, así que pararon un momento a descansar y tomar aliento...

  • Arf, arf, arf...¿y qué hacemos ahora? -preguntó Trasky.

  • Gñam, gñam...

  • Gñam tiene razón, no podemos seguir así -dijo Sithpin.

  • Estamos frente al Viejo Jardín Botánico.

  • ...¿y?

  • Creo que Medea era alérgica al polen.

  • No. Pero por probar...

  • Por mí vale -dijo Sithpin.

  • Gñam -asintió Gñam.

  • Ya, pero ahí dentro hay peligros...

  • TE VOY A MATAR A TI Y A TUS AMIGOS.

  • ... bueno, peor que una ex novia cabreada no creo.

Así pues, los cuatro hobbits se aventuraron al interior del Viejo Jardín Botánico. Quién sabe los horrores y peligros con los que se encontrarán.

Ah, Medea seguía cabreada, pero no se metió en el jardín.

El Viejo Jardín Botánico era la mar de extraño. Los árboles se encontraban retorcidos, de distintos tonos de verdes, y cubiertos de curiosas nizgaldas y esferas de todos los colores imaginables.

  • Es como si estuviésemos en la Aldea de Papá Noel -comentó Sithpin en tono desalentador.

  • Sí. Da escalofríos -añadió Trasky.

  • Gñamgñam, gñam gñam...

  • Y el suelo parece la tierra del cajón de arena de un gato, ¡qué asco! -dijo Alfrodo mientras se limpiaba los pies en las raíces de un árbol.

  • Oye Trasky ¿qué sabes de este lugar?

  • Pues que... se dice que aquí ocurren cosas raras, los árboles son raros y se escuchan sonidos raros -todos miraron alrededor.

  • Vale ¿Algo de lo que no nos hayamos dado cuenta?

  • Pues que la gente no entra aquí, o los que entran no salen, se dicen que son muchos los peligros ocultos que hay, ¡terroríficos, sanguinolentos, petrificadores y que se divisan a la legua del daño que pueden causar y...

  • ¡Aivá, mirad, una planta! -gritó Sithpin mientras corría hacia un macetero.

El pequeño hobbit llegó y contempló la flor. El macetero era grande, rojizo, de arcilla. La tierra de su interior estaba seca y daba pena que no la regasen...

  • Qué penita, no la riegan.

... la flor, de distintos tonos verdosos pálidos y fluorescentes, tenía un tallo largo, largo, con dos grandes hojas a cada lada, y en lo alto un gran capullo que parecía una vaina. En su cuello, llevaba pétalos blancos. Parecía una margarita gigante.

  • Jo, vaya, es tan grande como una persona, seguro que ese capullo sería una cama estupenda.

  • A ver qué pone en el macetero -dijo Trasky apartando a Sithpin de un codazo.

  • Ey, ten cuidado.

  • Mmmm... Mordetora Plantis. Se parece a las pequeñas flores que se encuentran a la orilla del Tornasauce. Mmmm...

  • ¿Qué ocurre? -preguntó Alfrodo, a una distancia precavida.

  • ¿Para qué tendrá ojos esta cosa?

  • ¡¿Ojos?! -preguntó Sithpin.

  • Sí, mira, ahí tiene un par de ojos que nos está mirando y el capullo dientes y...

¡¡ZAS!! ¡¡AM!!

Todo fue muy rápido. Trasky no había terminado de hacerse entender y la Mordetora Plantis le había devorado a él y a Sithpin que estaba a un lado. Las piernas de estos colgaban por fuera del capullo mientras los flexibles y gomosos dientes del vegetal masticaban a los hobbits, acompañando el típico sonido del masticar una lechuga con los quejidos y pataleos de Trasky y Sithpin. Alfrodo, cagao de miedo, salió pitando y gritando. Gñam, armado de valor, empezó a incordiar a la planta, saltando a su alrededor, impotente por no tener brazos para ayudar a sus compañeros...

  • ¡GAM, GAM, GAM....GAM...!

  • ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Un geranio se está comiendo a mis amigos!

Pero nadie acudía a su ayuda, ya sólo asomaba un pie, Gñam empezó a llorar, Alfrodo se preocupaba de la bronca que le iba a echar Currolf cuando se enterase de todo lo sucedido. Y cuando ya pensaba en hacerse el harakiri, escuchó a alguien cantando...

Estaba el señor Don Gato

sentadito en su tejado

marramiau, miau, miau,

sentadito en su tejado.

  • ¡¿Gñam, has escuchado eso?!

  • ¡Gñam! -asintió.

Ha recibido una carta

por si quiere ser casado,

marramiau, miau, miau,

por si quiere ser casado.

Alguien (o algo) apareció de la espesura. La voz era suave y alegre. Pero el bicho tenía aspecto de ser un gato. Era peludo, tenía orejas y rabo, una mata de pelos en la cabeza, el tamaño de un ser humano, la figura y las curvas de una mujer, y caminaba a cuatro patas restregándose por los árboles mientras cantaba alegre:

Con una gatita blanca

sobrina de un gato pardo,

marramiau, miau, miau,

sobrina de un gato pardo.

  • ¡Miau, vaya! ¿Qué ocurre aquí?

  • ¡Socorro, ayúdanos, un cardo se está comiendo a mis dos amigos!

  • Miau, ya veo.

La mujer felina se acercó a la planta y la empezó a acariciar.

  • Miau, oye ¿y por qué no sueltas a esos pobrecitos?

  • Jam, jam, jam... no quiero, tengo hambre.

  • Ya, pero si sigues comiéndote a la gente luego es normal que no venga nadie al jardín. Y luego te quejas de que te estamos echando a perder, de que no te llevamos a concursos de Las Plantas Carnívoras Más Monas. Miau.

  • Jam, jam, jam... blablabla... lo que tendríais que hacer es regarme y darme de comer, que me estáis matando de hambre.

  • Mira, Miau. Tú le sueltas y yo me encargaré de regarte todos los días y ponerte abono jugoso.

  • Jam, jam, jam... ¿y si no? -preguntó la planta. La gata sacó sus uñas retráctiles mientras le guiñaba un ojo-. Oh, ya veo..... PUUUAJ...

La planta escupió a los dos hobbits, que se encontraban un tanto aturdidos. Todos se alejaron de la planta, caminaron hacia el centro del Jardín siguiendo a la mujer, mientras comentaban lo sucedido.

  • Hola, me llamo Ches Bombadil, este es mi Jardín Botánico, vivo aquí desde... desde hace mucho. Os voy a llevar a mi casa y allí os daré algo de comer como disculpa por el comportamiento de mis plantas. Miau.

  • Em... sí... nosotros somos hobbits. Yo soy Alfrodo, este es Gñam, y a los que se estaba comiendo la lechuga se llaman Trasky y Sithpin.

  • Hola. Hola. Gñam -saludaron.

Así, se adentraron en el Jardín. Mientras, Ches Bombadil seguía cantando.

El gato por ir a verla

se ha caído del tejado,

marramiau, miau, miau,

se ha caído del tejado.

Y llegaron a su casa, era una casa normal, paso de describirla. Ches Bombadil seguía cantando.

Se ha roto seis costillas

el espinazo y el rabo,

marramiau, miau, miau,

el espinazo y el rabo.

El interior de la casa parecía pobre. Los hobbits pasaban tímidos bajo la atenta mirada de un humano, alto, de pelo oscuro y corto, con una sonrisa radiante. Ches y ese humano se besaron y cada uno volvió a lo suyo.

  • Esto son unos invitados, cariño.

  • Bien, así podré cocinar para seis -ya ves, cualquier chorrada.

  • Mi marido se llama LARs Vallas Luminosas. Es el electricista del Jardín. Pero como todavía no se han inventado las bombillas. Miau

Ya lo llevan a enterrar

por la calle del pescado,

marramiau, miau, miau, miau,

por la calle del pescado.

  • Qué tía más cansina ¿eh, Gñam? -le dijo Alfrodo a parte a su compañero- ¿Oye, te acuerdas antes que te dije que la tierra se parecía al a del cajón de arena de un gato? -le giñó el ojo.

Al olor de las sardinas

el gato ha resucitado,

marramiau, miau, miau,

el gato ha resucitado.

Por eso dice la gente

siete vidas tiene un gato,

marramiau, miau, miau,

siete vidas tiene un gato.

  • ¡Qué canción más bonita! -Sithpin se llevó una colleja por parte de sus amigos.

  • ¿Sí? Bueno, pero ya he terminado, tal vez en otro momento la repita. Ahora, contadme quiénes sois.

  • Pues venimos de la Comarcal IV y vamos a Ruinesdel a donde los jodios elfos.

  • Sithpin, hablas demasiado, además, cuida tu lenguaje ¡besugo! -recriminó Alfrodo.

  • ¡Vaya, a Ruinesdel! ¿Y qué vais a hacer allí?

  • Pues por el camino nos teníamos que encontrar con Currolf el Gris...

  • ¡Sithpin, te estás yendo de la lengua!

  • Miau. No recrimines a tu amigo. No ocurre nada, aquí no tenéis nada que temer. Además, yo soy una vieja amiga de Currolf. Vaya, y qué es lo que vais a hacer allí para que Currolf esté envuelto ¿una orgía o algo así?

  • NO, NO, NO, NO... NO. Por favor, no, con los elfos no.

  • Jajajaja...miau... era broma. ¿Qué es lo que vais a hacer?

  • Está bien, te lo digo yo pero sólo para que este no meta más la pata. Vamos a reunirnos allí para ver qué se hace con la "Petaca Única".

  • Miau. ¿El Chupito de KangKang de Saurku?

  • ¿Lo conoces?

  • Claro. Yo se de casi todo... de mates... de historia... de lengua... de química... bueno la filosofía se me da mal. Miau.

LARs llegó con una bandeja llena de comida y la sirvió, luego se sentó a la vera de la félida.

  • Y... ¿no sientes tentación de arrebatárnoslo?

  • Pues la verdad es que... llevamos unos cuantos siglos esperando una camada ¿verdad, cariño? Y en estado pues como que no puedo tomar nada. Así que no -los hobbits respiraron aliviados-. Bueno, ahora cenemos y luego cantaremos. De cualquier modo, si os dirigís a Beer os aconsejo que no paséis por el páramo viejo, está lleno de Tumularios -ale, un capítulo entero a la basura-, y seguro que llegaréis antes yendo por el camino. Esos nazgûl que os persiguen tienen que rodear todo el Jardín y tardarán.

  • Emm.. ¿y tú cómo sabes todo eso? -preguntaron incrédulos.

  • Pues porque yo se de todo un poco. Miau.


Los cuatro hobbits llegaron a Beer a la mañana siguiente. Ya cansaditos de toda la banda sonora de los Aristogatos que les había cantado Ches. Beer era tal y como se la esperaba, sucia, sucia, desordenada, embarrada, sucia, y sucia. Era el típico pueblo medieval, pero sin feudo. No tuvieron problemas en pasar puesto que el vigilante de la puerta estaba borracho.

Al llegar al Pony Montador se encontraron algo inesperado. Alguien había tachado todo el letrero que colgaba encima de la puerta, y lo había pintarrajeado. Ahora, se llamaba "El Cíclope" y se suponía que había dibujado la cara de un cíclope.

Dentro, montones de gentes bebiendo cerveza, haciendo el guiri, y con juerga. Los hobbits se acercaron a la alta barra y llamaron la atención.

  • Disculpe, señor, señor ¡SEOR!.

  • ¿Qué pacha? -preguntó un tipo grandullón, entrado en carnes, cara de gruñón cubierta de una espesa barba y con un solo ojo.

  • ¿Es usted Cebadilla Mantecosa?

  • Ciclopillo el Sacamantecas, a su servicio -corrigió el grotesco ser de dos metros noventa.

  • Vaya, esto está muy cambiado, no sé yo sí... -Alfrodo miró a sus compañeros esperando sugerencias, le indicaron que prosiguiera-. Bueno, vera... soy el señor... em... Saltamontes. ¿Está Currolf por aquí?

  • ¡¿Currolf el paladín de Khorne?!

  • No. Currolf el Gris.

  • Pues no, no le he visto, hace casi un año que no viene por aquí, y me debe dinero por los vodkas que se tomaba. ¿Es que habíais quedado con él, señor Saltamontes?

  • Pues la verdad es que sí, y era urgente -Alfrodo ya no sabía qué hacer, es como en las Aventuras Gráficas cuando te quedas atascado, incluso aceptaría la sugerencia de hacerle un calvo allí mismo al mesonero si alguien se lo propusiese.

  • Bueno, no os desaniméis. Tal vez se haya retrasado. Por qué no se quedan, tengo habitaciones libres y cerveza de sobra. Claro está, ninguna de las dos cosas será gratis.

  • Está bien. Supongo que es lo que deb...

  • ¡A MI PONME UNA PINTA! -gritó Trasky...

  • ¡GAM, GAM, GAM! (a mi un balde lleno de cerveza) -gruñó Gñam todo contento.

  • Está bien, está bien, con calma. Sólo un último consejo. ¿Ve aquél hombre que está allí, señor Saltamontes?

Ciclopillo se arrimó a Alfrodo y le indicó a un tipo muy extraño que estaba en un rincón. Extraño porque iba ataviado con una capa oscura y parecía que se había quedado atorado en el marco de una puerta muy estrecha. Tres tipos pasaron a su lado y le saludaron... "Hola, atrancao, qué hay... Passa atrancao... atrancao, tronco... Serán capullos, y no me ayudan" contestó.

  • Le llaman Atrancao, es un Montajuergas. Es peligroso, no quiero ni imaginarme lo que puede ocurrir si cuatro pequeños y regordetes hobbits borrachos se arriman a un tiparraco así, estoy arto de esas movidas. Así que ni se le ocurra acercársele.

Alfrodo se quedó contemplando al pobre hombre que intentaba salir de su prisión de madera. Y el nombre de Atrancao resonaba en su mente como si fuese una parte importante en una película... Atrancao... Atrancao... Atrancao...

  • ¡A TRINCAR SE HA DICHO, MÁS CERVEZA!

  • Jajajaja...

Ya era de noche, y los cuatro hobbits bebían a la salud del señor Saltamontes, que por una vez se había dignado en invitarles. Toda la taberna estaba de fiesta. Pero Alfrodo tenía otras preocupaciones en mente "Vale, guay, dónde se ha metido el barbas, ahora me tengo que encargar de estos tres mataos, de la petaca que no puedo ni probar, y de encima de mi ex que me persigue para matarme, cojonudo".

Pronto, y por "ayuda" de Sithpin y Trasky, Alfrodo se encontraba de pie, en una mesa, rodeado de todo el mundo, cantando...

LA CABRA, LA CABRA, LA PUTA DE LA CABRA, LA MADRE QUE LA PARI,

¡¡HEY!!

YOOOO TENÍIIIAAA UNAAAA CAAAAABRAAA Y LA MUY PUUUTAAA SEEE MUUURI

Era horrible la vergüenza ajena que estaba sintiendo en ese momento. Bueno, no era "ajena" puesto que también le estaban mirando a él todo el mundo mientras se partían de risa. El colmo llegó cuando Trasky y Sithpin tuvieron la ocurrencia de saludar al público haciendo un calvo. Alfrodo no lo podía soportar más, necesitaba un trago para evadirse de tal vergüenza, se tanteó las ropas y dio con la petaca prohibida.

  • Más vale un "toma" que un "te voy a dar", y por aquí no veo a Currolf.

Alfrodo dio un buen trago al KangKang. Lo que ocurrió después es difícil de explicar.

Se dice que no hay cosa en el universo que tenga mayor graduación alcohólica que el KangKang. También se dice que el mero contacto del órgano gustativo con este mejunje compuesto de leche de yack fermentada provoca el estado de embriaguez jamás sufrido en el instante. Uno se desdobla y pasa a un plano dimensional diferente, allí todo es distinto. En donde antes habían juerguistas borrachos que se estaban riendo de Alfrodo, ahora habían elefantes rosas, mapaches azules, y demás bichos raros. Alfrodo escapó, borracho perdido, entre las mesas. Al otro lado de la realidad, Alfrodo se había desvanecido delante de todos en una nube de humo púrpura, llamando mucho la atención.

Ahora, el pobre estaba con el alma en la garganta del miedo que sentía, y detrás de él, una gran torre se acercaba a una velocidad vertiginosa. Se hundía en el suelo hasta que la cúspide quedó cara a cara con Alfrodo, y allí estaba... el gran ojo irritado de Saurku. Rojo, con ojeras, too lleno de venas, mirándole. Le pareció escuchar la voz de su ex novia decir... ¡Os pillé, ahora os voy a matar!. Alfrodo recibió una bofetada fantasma y volvió en sí, en la realidad.

Delante de él, agarrándole por el cuello de la camisa, se encontraba Atrancao.

  • ¡Vaya, señor Saltamontes! Para ser un mero y simple hobbit que viaja por aquí... no sois muy amable al no venir a ayudarme a salir de este aprieto. Por cierto, lo de la petaca maligna también canta mogollón, no me parece propio.

  • Em... em... em... yo, esto... em... -Alfrodo no sabía contestar.

  • ¿O debería llamaros, señor Bolsón? Conozco vuestra misión.

Atrancao consiguió salir de su aprieto y se llevó a Alfrodo a una habitación, tirando de él por el cuello de su camisa. Cuando entró dentro le tiró al fondo y tuvo una charla con él.

  • Señor Bolsón. Habéis metido la pata hasta el fondo. Ahora esos nazgûl saben donde estamos -se estaba haciendo el interesante mirando por la ventana, acuchillando las cortinas, agachándose y examinando bajo la cama-. Incluso podrían estar aquí.

  • ¿Qué quieres de mí? Y no me vayas a decir que...

  • Ayudaros.

  • Ah, bueno. Iba a decir "lo mismo que los elfos". Eso de "ayudarme" es aceptable.

Gñam, Sithpin y Trasky entraron dando un portazo, armados con taburetes y jarras de cerveza.

  • ¡VIVA LA JUERGA!

  • Gñam... Gñam...

  • ¿Qué ha dicho? -preguntó Atrancao.

  • No sé, la mitad de las veces no le entiendo, ahora está borracho.

  • Tranquilos, no os haré nada. Me envía Currolf. Bueno, en realidad yo tenía que encontrarme con él aquí pero no sé por qué no ha venido. En cualquier caso tendré que protegeros hasta Ruinesdel.

  • ¿Y por qué tendríamos que confiar en vos? -preguntó Alfrodo a la vez que hacía un extraño gesto con la mano, como si frotase algo entre los dedos, el típico gesto de "dame algo de dinero".

  • Está bien, daré el espectáculo... YO SOY KAIRAGORN, DESCENDIENTE DE ISIDRO, Y OS PROTEGERÉ, OS DOY LA PALABRA DE MIS ANTEPASADOS ROCIEROS.

  • Oye, que no hace falta... que por unas monedas yo te creo y...

  • DARÉ MI VIDA SI ES NECESARIO PARA PROTEGER AL PORTADOR DEL CHUPITO ÚNICO. EN LAS ALTURAS, EN LAS TINIEBLAS, EN LOS DESIERTOS Y EN LAS GÉLIDAS ESTEPAS, ALLÁ A DONDE NO ALCANZA LA VISTA...

  • Que sí, que te creo. Joer, qué pesado. Está bien, haz lo que quieras.

Así fue cómo Alfrodo, Gñam, Trasky y Sithpin conocieron a Kairagorn.

Los lentos pasos de unas pesadas botas blindadas de caballería hacían crujir las tablas del piso, nueve cuerpos se detuvieron en la oscuridad en lugares distintos, nueve pares de brazos se alzaron con espadas, dagas, navajas, garrotes y sartenes. Un par de segundos después, Ciclopillo el Sacamantecas abrió la puerta de la habitación con una vela en la mano y escudriñando la oscuridad preguntó:

-¿Qué COO pasa aquí?

  • Ehm... -los nazgul detuvieron su destrucción de muebles, y con plumas volando por doquier dijeron-... pues veréis vos, se suponía que una matanza pero...

  • ¡No hay "peros" ni "peras" que valgan! ¡Me estáis jodiendo los muebles! ¡Mirad lo que le habéis hecho a mis colchones! Ains...

  • Esto, ehm... perdón.

  • ESsigual, aquí nadie me hace caso. Y si les riño encima me llaman dictador -Ciclopillo se dio la vuelta, desalentado-. Me voy a mi bodega, a emborracharme...

Los nueve nazgul examinaron los colchones destripados, los armarios acuchillados y las mesas violadas, se acordaron que no habían venido a redecorar la habitación, de que sus objetivos no estaban por ninguna parte, así que se cagaron en too...

  • ¡ME CAGO EN TOOOOOO!

  • Jo, Kairagorn, sois la caña. Me habría encantado ver la cara que pondrían esos bichejos.

  • Gracias, Trasvy.

  • Trasky.

  • Eso... Trasky.

El humano y los cuatro hobbits salieron temprano de Beer para llegar lo antes posible a Ruinesdel, aunque tendrían que hacer noche en el Peine de los Vientos. La verdad es que el camino con tanto charlatán estaba resultando estresante tanto para Kairagorn como para Alfrodo.

  • ¡Aivá, cómo molan estas alas! -dijo Sithpin.

  • ¡¿Alas, qué alas?! -preguntó Kairagorn un tanto nervioso.

  • Pues las que tienes en la espalda.

  • Ehm... no son alas... es... la capa, que se me ha ensuciado.

  • ¿Te has metido en un gallinero?

  • Sí, en un gallinero (será pesao).

  • Jo, Sithpin, ¿sabes que te pareces mogollón a Kairagorn? Es como si fueseis padre he hijo.

  • Trasky, déjalo ya -dijo Alfrodo.

  • Pero qué pasa, si es verdad.

  • Ya sí, pero déjalo que nos fastidias la historia.

  • Pero por qué, lo mismo a Kairagorn le dio por pasearse por Hobbitville y...

  • ¡Que lo dejes!

  • Anda qué, vaya primo que tengo. Deja esto, deja lo otro, no te subas encima de la mesa a bailar, no hagas calvos, no me robes la petaca que es maligna y nos puede caer un marrón, no escupas en las cervezas de los demás... tío, eres un aguafiestas. Por cierto, y ¿a qué os dedicáis señor Kairagorn?

  • Pues, a merodear por estas tierras con cuatro colegas, patrullando en busca de seres peligrosos y eso.

  • ¿Son elfos? -preguntó Sithpin con un aire de sospecha.

  • Pues más o menos, desciende de los elfos, qué ocurre.

  • Nada, nada -se giró para hablar con Trasky-, sólo a los elfos se les ocurre perder el tiempo de esa forma.

  • Bueno, ya hemos llegado, pasaremos la noche allí arriba, en el Peine de los Vientos.

  • ¿Eso no está en Donosti? -preguntó Alfrodo.

  • Sí, a que mola. Nos ha costado un huevo plantarlo aquí en mitad de la nada -comentó el montaraz, todo contento.

Los cinco treparon por la enmarañada construcción de hierros retorcidos y rocas hasta llegar a su cúspide, allí prepararon un campamento y se sentaron tan tranquilos, excepto Kairagorn.

  • Bueno, ehm... no la arméis que nos están siguiendo.

  • ¿Quiénes?

  • Pues los nazgul, "los bicharracos" -aclaró para que entendiese Trasky.

  • ¡Ah, la ex de este! -señaló con el pulgar a Alfrodo.

  • Ehm, sí, bueno (estos hobbits). Yo, esto... ehm... tengo que... ir a ... explorar la zona...

  • ¿A qué?

  • a... inspeccionar los setos...

  • ¿Gñam?

  • a... resolver asuntos con el señor W.C. -trataba de explicarse el humano.

  • ¿Con quién? -preguntó Sithpin.

  • ... ains... por los dioses, que pesaitos... ¡¡LA LLAMADA DE LA SELVA, CORCHO!!, no me robéis que os conozco.

  • Que sí, que podéis id en paz -dijo Alfrodo y Kairagorn se fue corriendo.

  • No me entero ¿qué le ocurre? -preguntó Trasky.

  • Que le ha entrado un apretón.

  • Ah, coño. Ey, yo tengo hambre.

  • Pues no he traído nada de comer, con las prisas... -se disculpaba Sithpin.

  • ¿Y si miramos en su zurrón?

  • No creo que sea... -empezó Alfrodo, ya cansado de corregir a sus incorregibles compañeros.

  • ¡GñamñamGñam!

  • ¡Ostis, Jamón de Jabugo, chorizo, morcilla! ¡Aceitunas! ¡pinchitos de tortilla, Croquetas de Mar, y un morcón de Fuente de Cantos!, panceta, lacón...

  • ... buena ide... ehm... ¿y este tío de dónde ha sacado eso?

  • Ni lo sé ni me importa, pero yo tengo hambre así que voy a encender un fuego -dijo apresurado Sithpin mientras Trasky seguía sacando comida del zurrón de Kairagorn.

  • Quita Gñam...

  • Gñam...

  • ... y también... ¿ehm, un Espetec de Casa Tarrabellas?

  • ¿El de casa?

  • De Casa Tarrabellas. Bah, se les habrá colado a los del history board.


La fogata encima del Peine de los Vientos se veía a 20 kilómetros a la redonda (menos mal que les dijo que no llamaran la atención), y la juerga que estaban montando no ayudaba a pasar desapercibidos. Varias sombras se acercaron siniestramente al lugar.

  • ¡¿Sabéis qué es lo que falta?! Un buen trago, anda Alfrodo pásate la petaca, anda venga anda.

  • Que no me da la gana, primo. Además, si alguien debiera beber ese sería yo (que me tenéis comidita la moral).

  • Tío, no te enrollas, eres un aguafiestas.

  • Gñam, gñamñamgñam...

  • Eso mismo digo yo...

  • ¿Vosotros dos también vais a empezar como "ese"? -preguntó un tanto mosqueado Alfrodo- Por cierto, estás armando un jaleo que lo flipas, baja la voz que van a venir los vecinos.

  • Demasiado tarde, me parece que ya han venido -dijo Trasky señalando al otro lado totalmente cagao de miedo.

Los cuatro hobbits gritaron de terror al ver a los nazgul y a la cabreada ex de Alfrodo enfrente de ellos, con armas punzantes y con pinta de saber usarlas.

  • Vos me vais a dar la petaca -dijo la espectro.

  • ¡Alfrodo, lucha, no le hagas caso! -le animaban sus amigos.

  • Ehm, bueno vale, te la doy, pero no me mates.

  • Lo siento, no hay trato -los nazgul desenvainaron y les acecharon.

  • ¡Tranquilo Alfrodo, nosotros tres sabemos perfectamente lo que hay que hacer en momentos como este! -los tres hobbits pusieron la cara del típico héroe, luego salieron corriendo- ¡SOCORRO! ¡CORRED!

  • ¡Hijos de puta, no me dejéis solo! ¡Que si hay que pringar, pringamos los cuatro! ¡Cabrones!

  • Demasiado tarde para vos, hobbitcillo.

  • Ehm... y una leche. A dios, muy buenas -Alfrodo sacó como pudo la petaca de kangkang y le echó un buen trago.

Fuegos artificiales, humo púrpura, desdoblamiento dimensional y Alfrodo se encontraba medio trompa en un mundo de fantasía sin igual, evadido de la realidad. Pero enfrente de él seguían estando los nazgul.

  • Jojojo, necio, ¿Vos no sabéis que llevamos en nuestro interior el poder los chupitos que nos regaló Saurku y que por ello podemos estar desdoblados en dos dimensiones al mismo tiempo?

  • Pues con esas palabras mismas... no, no lo sabía (te cagax) -Alfrodo veía la que le iba a caer encima.

  • Ahora, me vengaré. ¡Dame la petaca, maldito! -la mujer extendió la zarpa para coger el objeto, Alfrodo tuvo amago de dárselo, pero luego retiró la petaca.

  • Ehm... ehm... ¡JAMÁS! (Currolf me mataría).

  • Entonces, ¡muere!

La espectro dio un par de pasos adelante y le arreó un terrible golpe en un punto vital a Alfrodo, el cual se desplomó entre berridos, gritos y jadeos. Le oyeron desde la realidad, en donde Kairagorn había llegado con un palo ardiendo y estaba despachando a los nazgul, y los otros tres hobbits se cubrían tras de él.

  • QUILLA... CHATEPATRÁ QUE TE METO FUE-GO... -amedrentó a Medea con el palo en llamas, luego se puso entre ella y lo que podría ser Alfrodo invisible.

  • ¡Le voy a matar y me voy a quedar con la petaca y nada podrás hacer para evitarlo!

  • TE VIA RAJÁ... -Kairagorn sacó un pincho y apuntó al espectro.

  • Bueno, vale, tal vez sí puedas hacer algo para evitarlo... ¡PERO VOLVERÉ!

Los nazgul se retiraron y los cuatro buscaron a Alfrodo que no aparecía por ningún lado.

  • ALFRODO, SI PUEDES OIRME, CAMINA HACIA LA LUZ.

  • Calla hobbit tonto, que no es así. ALFRODO, DESPÉJATE VAMOS.

  • Ah, ya sé... PIENSA EN COSAS FRÍAS, PIENSA EN EL OLOR DE LAS SOBAQUERAS DE BARKBILO, PIENSA EN...

  • Aaaahhh.... Kairagorn... -Alfrodo apareció echo un ovillo en mitad de la nada.

  • Pobre, menudo resacón debe tener -dijo Trasky.

  • Oh, no -dijo Kairagorn tras examinarle.

  • ¿Gñam?

  • ¿Es grave? -preguntaron sus compañeros.

  • Le ha arreado una... en todo el ... Filo de Morgul.

  • Uuuufff... -todos se encogieron mientras acompañaban al sonido con gestos de dolor-, qué dolor...

  • Pobre, si no nos damos prisa morirá...

  • ... no se le levantará nunca más... -comentó apenado Trasky.

Recogieron apresurados y se pusieron en marcha.


Kairagorn llevaba como podía al pobre Alfrodo, arrastrándolo por la camisa. Mientras, Trasky, Sithpin y Gñam les seguían apresurados y con gran preocupación hacia su amigo.

  • Ay, ay, ay, ay, ay... -se quejaba Alfrodo.

  • ¿Gñamñam gñam, gñam-gñam, GAM?

  • ¿Qué dice?

  • Que "qué es lo que le va a pasar" -tradujo Sithpin.

  • Pues, al pobre Alfrodo no le quedan muchas probabilidades de sobrevivir...

  • Ay, ay... joer, vaya ánimos me dais, ay, ay...

  • Si no nos damos prisa en llegar a Ruinesdel y que le traten los elfos, el pobre va a sufrir mucho más asta que no pueda y...

  • ¡Ay, ay... un momento ¿lo "elfos" me van a tocar ahí? Y UNA LECHE, AY, ay, ay!... Ay, mis kinder...

  • ... mejor di tus "mini-kinder", que te los ha dejado como una...

  • ¡Traskydoc! No es momento de bromear, imagínate que te hubiese pasado a ti.

  • Puf, me la amputo al momento y luego me corto el cuello.

  • Ay... no, NO HABLEIS DE AMPUTACIONES, ay, ay... -Alfrodo se desmayó del dolor.

  • Vaya, pobre. ¡¡Jum!!

  • ¿Qué ocurre? -preguntaron los hobbits al humano.

  • Viene alguien, y a caballo.

El grupo se escondió y se preparó para la lucha por si fuesen los nazgul que les perseguían. Al cabo de un rato se empezó a escuchar... cloc, cloc, cloc, cloc, cloc... después de un rato se seguía escuchando... cloc, cloc, cloc, cloc... ya se empezaban a hartar. Así que Kairagorn saltó al camino esgrimiendo la espada y dijo, AJÁ... pero no habían nazgul. Había un elfo montado en un borrico blanco, parecía de algodón.

  • ¡¡Dor-Dalis!!

  • ¡¡Ehm... MARA TULDA, o como se diga en elfo... KAIRAGORN AMIGO!!

  • Es "Aiya", pero bueno. Además, tenías que haber usado el mote que me ponen los elfos, no te has leído el guión ¿eh?

  • ¡Gñam, gñamgñam!

  • Sí, es un elfo, pero no te lo comas -Trasky y Sithpin sujetaron a Gñam.

  • ¿Y estos quienes son?

  • Ah, pues... COO, ahora que me acuerdo. TENEMOS QUE DARNOS PRISA PARA LLEGAR A RUINESDEL, NOS PERSIGUEN LOS NUEVE, ALFRODO TIENE UN INFARTO TESTICULAR Y SI NO LE TRATAN MORIRÁ, ADEMÁS ES IMPORTANTE QUE LLEGE ANTES QUE... demasiado tarde... -Kairagorn miró por encima del hombro de su amigo elfo y vio como se acercaban tres nazgul a caballo.

  • Rápido, móntalo en mi borrico. Nosotros les haremos frente de mientras.

Kairagorn subió como pudo a Alfrodo al borrico y le colocó mientras se despertaba dejando escapar un ¿PEO QUÉ PACHA?. Luego se prepararon para recibir a los nazgul.

  • Vamos Platero, cabalga como el viento -el elfo le arreó una torta en el culo al burro y este salió despedido, dando botes.

  • Ihaaa.. Ihaaa....

  • MIERDA, NO DES BOTES CABRN... -le decía Alfrodo al burro sujetándose como podía-, NO-DES-BOTES... AYAYAYAYAYAY.....AYAYAYA.... MIS WEBS....

  • Ihaa... Ihaaa....

El burro salió por patas. Los nazgul arrollaron al elfo y a Kairagorn y les mandaron a la cuneta, a los hobbits no, que eran más listos y salieron corriendo cual cobardes.

El burro empezó a ganarles terreno dando botes mientras Alfrodo empezaba a perder el conocimiento por el infierno que estaba pasando, y cuando parecía que la cosa no podía empeorar, el resto de los nazgul salieron de ambos lados del camino. Ahora estaba siendo perseguido por los ocho y su ex novia.

Un regato se cruzaba en el camino del burro, y lo salvó dando saltitos como si nada, pero el jodio animal se paró al otro lado. Alfrodo, sin poder aguantar el dolor, cayó al suelo. Los nazgul frenaron de golpe al otro lado del regato.

  • Vos, maldito cobarde fugitivo, birria de hobbit... dadnos el Chupito de KangKang.

  • Aaaaaaaaaaarrrrrrrj..... mis minikindersorpresa..... arrrrrj...

  • Ehm, señora, me parece que no está en condiciones ni de respondernos con indirectas ¿y si aprovechamos y se lo mangamos sin más?

  • Mmmm... tal vez. Pero a Saurku no le complacería que lo hiciésemos de una forma tan simple.

¡OSTIa PUta, se JOI EL diQUIño! (acento gallego)

  • Pero, no hay más que terminar de cruzar el riachuelo, agacharse, registrarle y quedarse con la petaca.

  • Ya, pero a mi me repelen los burros. Ya me mordían de pequeña.

AGUA VAAA...

  • Bueno, pues lo puede hacer cualquier otro.

  • Está bien, nos acercaremos y uno de ustedes entretiene al cuadrúpedo, otro registra al lastimero hobbitcillo, y yo le remato la faena degollándolo, ASÍ SE ENTERARÁ... JAJAJAJAJ...

  • Ehm... corcho, ¡¿y esa avalancha?!

  • Aivá, si parece una galleta de fuel...FFFFLLLLLLLSSSSSSS

Una gran ola con forma de petrolero arrastró corriente abajo a los nazgul, dejando a Alfrodo lejos de sus zarpas. Pero el pobre ya estaba viendo las estrellas del dolor que sentía.

Por fin, Alfrodo abrió los ojos. Delante de él había un barbas con gorro, estaba sonriendo. Alfrodo procedió a ver si todavía seguía vestido o le había secuestrado un pederasta confundiéndolo con un pobre niño indefenso.

-Tranquilo Alfrodo, soy yo, Currolf.

-Ehm... Currolf.. ¡LO JURO, YO NO HE SIDO!

-¿Tú no has sido el qué?

-Noo... nada, nada. ¿Qué me ha ocurrido?

-Pues que te dieron de lo lindo en el Peine de los Vientos, apunto estuvieron los elfos de amputarte el...

-¡NOO! ¿LOS ELFOS ME HAN TOCADO?

-Era cuestión de vida o muerte, cálmate...

-Noo... me han tocado... noo...

-Por cierto, aquí hay alguien que quiere verte

-¿Lara Croft? -preguntó todo contento.

-Pues no... se trata de Elaisrond, el señor de los elfos de Ruinesdel, él es quien te ha atendido.

Por la puerta entró un hombre con traje oscuro, gafas de sol y un pinganillo en la oreja. Sacó una pistola y apuntó a Alfrodo entre ceja y ceja. Al pobre hobbit le dio un patatús y Currolf saltó con los ojos desorbitados a parar a Elaisrond.

-Buenos días, señor Anderson.

-¡Por el hacha de Khorn! Que no... que te confundes de película, que no es Matrix.

-Pero este tío salía en Matrix, ¿no?

-Sí, pero aquí tienes que ir de elfo... ya sabes... hermosos, ropas lindas...

-Ah, yaya... ya me acuerdo -dijo Elaisrond mientras desaparecía por la puerta, luego reaparecía vestido de DrackQueen-, ¿así mejor?

-Emmm... bueno, sí, también salía en Priscila Reina del Desierto, pero eso no es un elfo y... bueno, puede pasar.

-glglglglglglgl... -dijo Alfrodo desmayado sobre la cama.

Pronto tuvo lugar el concilio de Elaisrond. Había que decidir muchas cosas y eran muchos los que habían venido de todos los rincones de Tierra Media para pedir consejo en estos extraños momentos. Currolf ya les había explicado a todos lo que le había sucedido en su visita a Theroman y cómo estaba el patio. Ahora, Alfrodo estaba echando un vistazo a los invitados según se iban presentando.

Estaba Kairagorn, que al ser descendiente de Isidro tenía mucho que ver en todo esto. Ahí, bien sentadito cerca de Elaisrond y su hermosa hija elfa, Nayrwen, con por conveniencia del director es muda y no va a decir nada en toda la película. Cerca de él, había un hombre que llegó a Ruinesdel junto a Currolf (llegaron tarde porque se pararon a tomar unas cañas en Rohan&Roll).

-Yo soy Dariusmir, provengo de Minas Tirith. Tuve una extraña visión, una juerga sin igual, Morcillor desapareciendo bajo la alfombra roja VIP de nuestra ciudad y el trono otra vez ocupado por alguien que tiene que ocuparlo. Luego el barbas este -señaló a Currolf- me contó que tal vez sería buena idea que viniera aquí. Tsk, no sé, espero no haber perdido mucho el tiempo.

-Yo, soy Gimlízacar, descendiente de Gloilmacar, provengo de las montañas solitarias. Allí vino un día uno de esos bicharracos, los Nazgul, pidiéndonos que nos uniéramos a su club de tiroleses. Esas cosas no nos van, sí la cerveza, y puesto que estábamos con una gran borrachera y en mitad de la fiesta de la birra, pues le mandamos a tomar por saco. Suerte que nuestros amigos los Beornidas nos ayudaron a que no volviese, sobretodo su líder, Panda de los Beornidas, noble y generoso con el poder de convertirse en un fiero oso devorador de bambú. Ahora, me enviaron a charlar con estos... elfos... para ver si tenían algo interesante que decirnos -concluyó dirigiendo una mirada de desprecio a los elfos en su presencia.

-Bien, señor enano, tendremos en cuenta sus observaciones -dijo Elaisrond-. Ahora continuemos a cosas más importantes -Gimlízacar se había levantado y estaba deambulando por ahí.

-Sí, este muchachote que tengo a mi lado -comentó Currolf-, se llama Alfrodo, es un hobbit y proviene de la Comarcal IV, tiene en su poder algo muy interesante. Sácala Alfrodo.

Alfrodo caminó hasta el centro de la auditoria y se la sacó enseñándosela a todo el mundo. Currolf le dio con el bastón en la cabeza.

-Será posible, ¿es que no te duele? A punto estuviste de perderla, no hagas que te la cortemos. ¡LA PETACA, ZOPENCO, SACA LA PETACA!

-Ah... es que, no sé, como hay tantos elfos pues ya no sabía.

-Los elfos son gays, gays, gays...

-¿Ha dicho algo, señor enano? -preguntó Elaisrond dándose la vuelta.

-No, no... nada... -Gimlízacar siguió a lo suyo, y le sacó la lengua.

Alfrodo sacó la Petaca Maligna y la depositó en el suelo, luego se alejó y dejó que los presentes exclamaran un...

-AAAAAH... OOOOOH... ¿es lo que creo que és?

-Sí, lo és -comentaron Kairagorn y Currolf.

-¿Se trata de la Petaca Maligna de Saurku, el Chupito de KangKang, el único? -preguntó la joven Svanlégolas.

-Pero "así" de gays... -musitó Gimlízacar tras Elaisrond mientras hacía un gesto de "grande" con la mano.

-Así es. Durante mucho tiempo estuvo desaparecida, desde que Isidro, pariente del señor Kairagorn aquí presente, lo perdió tontamente.

-Ooh, qué suerte la nuestra. Así podremos darle envidia cochina a Saurku hasta más no poder y que no tenga otra opción que suicidarse.

-Esa no es una buena idea, señor Dariusmir. Esta petaca tiene su propia voluntad y terminaría convirtiendo en señor oscuro a todo el que bebiese de ella.

-Tsk, sí, ya...

Alfrodo no se estaba enterando, estaba demasiado distraído viendo como Gimlízacar ahora hacía como si estuviese esquiando, detrás de Elaisrond, y diciéndole cosas raras, ahora se estaba dando azotes en el culo y hacía como si cabalgase a caballo, ahora imitaba a Jhon Travolta en Fiebre del Sábado Noche... parecía que musitaba "¡los elfos son gays!". Así hasta que Elaisrond se dio la vuelta y le vio en plena faena.

-¿Qué haces?

-Em... nada. Que digo yo que, si no podemos usarla ¡terminemos con ella! -el enano saltó a por la petaca, pero Svanlégolas la retiró antes.

-¿No pretenderías bebértela?

-Hasta el fondo, sin dejar una gota.

-Jodio enano chiflado.

-Qué, así no habría problemas.

-Bueno, habría un enano menos.

-¿Quieres pelea, rubiales tirillas? Aquí tengo a mis hermanos DIESTRO y ZURDO y te van a deformar esa cara bonita... ARJ... -Gimlízacar y Svanlégolas empezaron a pelear, por suerte les separaron.

-Bueno, tranquilos. Hay otra solución. Si dejásemos que el enano hiciese eso seguramente terminaría con una úlcera de estómago y no habría terminado con el licor maligno, habría muerto para nada...

-¿Quieres pelea, barbas? -ignoraron al enano que estaba bien sujeto a una columna.

-... como decía, hay otra solución. Este licor fue creado en las destilerías del Monte del Intestino y sólo allí puede ser digerido por la montaña, totalmente y sin dejar ni una gota.

-Guay, el viejo está tonto -comentó Dariusmir-. Abuelo, demasiados vinitos. A partir de ahora sólo agua del Carmen.

-¡No chocheo! Y al próximo que diga más tonterías le convierto en una bola calva con pies, dientes y nada más -todos callaron.

-Currolf, y por qué no se lo dejamos a Ches Bombadil?

-Porque por el momento está embarazada, pero tarde o temprano no lo estará y le dará por beber de la petaca que la conozco bien. Y de su maridito LARs no me fiaría mucho, ese seguro que se va de juergas todas las noches y algún descuido también tendría con el chupito de kangkang.

-Entonces pues -dijo Elaisrond-, alguien tendrá que ir en misión ultra secreta pero de verdad, hasta el monte del intestino en mitad de Morcillor y a espaldas de Saurku para arrojar el Chupito Único. ¿Voluntarios?

-Yo iré -se levantó Kairagorn todo chulo para hacerse el machote al lado de Nayrwen.

-Y... y yo también iré. Bueno, pero sólo porque Minas Tirith me coge de camino -dijo Dariusmir.

-Y si va mi Kairagorn yo también voy -dijo Svanlégolas mientras le lanzaba un guiño.

-Ehm... -dijo Kairagorn.

-Ehm... -dijo Currolf.

-Ehm... -dijo Alfrodo-, ¿verdad que yo no tengo que ir, eh Currolf?

-Pues claro que tienes que ir, que para algo eres el portador, ¿no te jode?

-Puf...

-Ey, ey, ey... que si mi primo va yo también voy, y sobre todo a Minas Tirith, ¡ eso, eso, de borrachera! -dijo Traskydoc mientras saltaba por detrás de un seto y se caía de morros. Sithpin y Gñam le ayudaron a levantarse.

-Nosotros dos también vamos, ¿verdad Gñam?

-¡Gñam!

-¿Pero de dónde sale tanto hobbit? Oye, Currolf, ¿seguro que esto no es Matrix? Ah, por cierto, tú no te libras, tú también vas.

-Lo sé, ya lo tenía pensado -Currolf le lanzó una mirada asesina a Elaisrond.

-Pues entonces yo también tengo que ir, para vigilar a ese peligroso elfo. Y a las elfas las que más -dijo Gimlízacar mientas buscaba un sitio entre tanta pose para salir en la foto.

-Vaya, nueve son los nazgul, nueve son los de la compañía del chupito, y nueve lobitos tiene la loba, nueve deditos detrás de la escoba o como fuese la canción...

Así estuvieron un rato, mientras la música orquesta con coros y toda la ostia sonaba, una luz celestial dorada les bañaba, Elaisrond aprovechó a sacarles la foto de la portada.


Pronto tendrían que partir, así que se prepararon. Kairagorn se despidió cariñosamente de Nayrwen hasta que Elaisrond les pillo y le dio pal-pelo al descendiente de Isidro. Trasky y Sithpin tuvieron que vigilar a Gñam para que no se comiera a ningún elfo y les metiera en un lío. Y Alfrodo quiso visitar a su querido Bharkbilbo.

-Joder, Currolf, que te digo que no quiero ver a ese viejo.

-Es tu tío y tienes que visitarle, está ya muy mayor y puede que no dure mucho tiempo. Además, recuerda que te lo dejó todo y que te quiere, por lo menos dale el gusto de visitarle.

-¡Que no, que no y mil veces que no! Que me va a pegar las telarañas, que no quiero.

-¿Alfrodo? -preguntó una débil voz desde el fondo de una sala.

-Ale, aquí te dejo.

-Pero, pero, pero...

Currolf dejó a los Bolsón a solas. Alfrodo contempló a su tío y los estragos de la edad, los efectos anticongelantes y conservantes de la Petaca Maligna ya no podían mantenerle joven. Ahora no era más que el hobbit de dos metros noventa más viejo de toda Tierra Media, parecía un muerto andante.

-Oh, mi querido y bien amado Alfrodo, ven aquí -Bharkbilbo empezó a manosearle por todas partes.

-Ey, ey, ey... cortate. Me parece a mí que has pasado demasiado tiempo con esos elfos.

-Sí, y ha sido un infierno... -empezó a llorar-, creía que sería buena idea, que aquí no vendría nadie a molestarme, pero esto es pasarse. Están todo el día montando fiestecitas cutres, adornando todo con florecitas, no me dejan beber ¿me has oído?¡NO ME DEJAN BEBER! dicen que a mi edad tengo que moderarme, ni bebida, ni cerdo asado, ni juerga hasta las tantas... me han quitado a Vodka -lloró de nuevo.

-Emmm... sí, tranquilo. Ala, ala... ala, ala -le consolaba su sobrino.

-Pero ahora que estas aquí todo cambiará, todo volverá a ser como antes. Nos iremos los dos al pueblo más cercanos a ligar con las mozas, o a pagar con las que hay que pagar. Nos correremos juergas de cerveza, vodka, sidra, vino, de todo. Comeremos hasta reventar, y luego nos tiraremos toda la noche hablando sobre nuestros más profundos pensamientos y...

-¿Cuándo hemos hecho eso? Bueno, no importa, porque de cualquier forma yo me largo de aquí.

-Oh -Bharkbilbo parecía dolido-, oh, lo entiendo. Estos elfos son terribles, y eso que no has visto el camping nudista gay.

-Ehm, no, si no es eso. Es que nos han encargado una misión, de sumo peligro, un gran y largo viaje a retos mortales y de intelectos superiores y...

-No hace falta que me digas más. Ya que te vas a ir, me gustaría darte un par de cosas -el viejo hobbit buscó en un arcón bajo su cama y volvió-. Toma, esta camisa está hecha de algodón 100%, es de Addidas, nunca se estropeará. Además, es la camiseta oficial del Real Madrid, incluso lleva el nombre del Beckan.

-Pero si yo soy del Atletic de Bilbao.

-¡ESTA CAMISETA ES MEJOR! ¿ENTENDIDO?

-Sí, sí, vale, vale.

-Y toma, esta espada es Lumimatik 200xp, brilla en la oscuridad cuando hay extraños ruidos de orcos cerca.

-Pero, ¡si esto es una linterna!

-Ahora entiendo por que no me servía para partir el bacalao. Bueno, quédatela de todos modos, te será útil.

-Emm... pues bueno. Gracias tío -Alfrodo y Bharkbilbo se dieron un abrazo de compromiso, pero no demasiado duradero, con elfos cerca había que guardar las apariencias.

-Por cierto, ¿aun conservas la petaca que te di?

-¿Te refieres al Chupito único de Kangkang de Saurku el señor de Morcillor, que tengo que portar en secreto y no mostrarla nunca ¡nunca! a nadie aunque me torturen sacándome los ojos por el culo, y que vamos a ir a destruir al monte del intestino para que no corrompa a nadie más y que si te dejo seguramente terminarás arrancándome la cara a mordisco? Sí, aquí la tengo ¿quieres verla?

-A ser posible... -Bharkbilbo contempló la petaca, y poco a poco empezó a descontrolarse-, oh sí, es ella, es mi petaca, mía, aquí tan cerca que podría alargar la mano, cogerla y echarle un trago, es mía, mi petaca, mi... can-tim-plooooraaaa... -trató de cogerla.

-Ey, tío, recuerda lo que te han dicho los elfos, nada de tomar bebidas.

-¡Me importa un pito de orco! ¡Es mía, devuélvemela!

-No -dijo todo solemne Alfrodo.

-Aaaarj -le contestó su tío saltando a amarrarle del cuello.

-Arj, arj... tío, que me estrangulas, arj, arj...

-¡Esa es mi intención! Y cuando estés muerto me quedaré con mi cantimplora. Yo la merezco más que tú. Se la mangué a ese Yallum y no voy a dejar que un mocoso se la quede, dámela. Por favor, dámela, ya no aguanto todas estas cursilerías, necesito echar un trago de los gordos, damela ¡DAMELA!

-Arj, arj, arj...

-Venga, ya está bien Alfrodo -dijo Currolf que había aparecido de improviso y separó a los hobbits-, deja de hacer el ganso con tu tío que tenemos que irnos. Aprisa, que hay prisa.

-Alfrodo, sobrino querido mío...

-Arrrrrrj... -a Alfrodo le faltaba el aire para contestarle un par de cosas.

Así, la Comunidad del Chupito se formó y partieron a su misión. En su estancia en Ruinesdel Gñam disfrutó comiéndose 3 elfos y 1 elfa que luego tuvo que vomitar por orden de Elaisrond.

Una nube de plumas negras se estampó contra la pared de ladrillos de piedra milenaria. El crevain, fatigado por el largo viaje y aturdido por el mal encuentro contra el muro, se agitó en el suelo y retomó el vuelo, desde la ventana que daba al exterior y por los pasillos de la torre hasta llegar a la sala principal. Se limpió las patas en el suelo, dejó un "regalito" y en un último esfuerzo voló hasta posarse en un escritorio. Una figura alta y embutida en una gran túnica morada caminó hasta él y se sentó en la silla del escritorio.

  • Dime, Gacho Cuervo, ¿qué has visto? -preguntó Theroman.

  • ¡¡¡Ruag!!!

  • ¡Cómo dices! ¡¿Que hay un grupo de nueve variopintos individuos que viajan desde Ruinesdel hacia el sudeste, medio a pié y medio a caballo, compuesto por un magno de Khorne, un guaperas descendiente de Isidro, una elfa armada con cubo y fregona, un enano malhumorado que la amenaza con una navaja de tallar madera, un cazar recompensas de Madrid-Tirith, dos hobbits juerguistas, uno más que parece una bola con dientes y patas, y otro más que parece estar hasta los cojones de todo, que tenían pensado pasar por el paso de IsenGuaf pero que al veros han decidido tomar otro rumbo, más al este, y que seguramente pasarán por el puerto de T'scalabras?! ¡¿Es eso lo que has dicho?!

  • ...

  • ¡contesta!

  • ... ruag ... - graznó con timidez el crevain.

  • Ajá, así que ese Currolf pretende llevar al portador del Chupito Único a Madrid-Tirith ¿me preguntó si pretenderán montar una juerga que compita con la de Saurku? En cualquier caso, les obligaré a ir por otro lado. ¡Ya sé! Les enviaré una tormenta al puerto para no dejarles pasar.

  • ... - el crevain pestañeó.

  • Veamos...¿SI, ESTACIN DE CONTROL DEL PUERTO DE T'SCALABRAS? Ejém... VERÁ, SOY DE LA ASISTENCIA DE METOROLOGÍA, HEMOS VISTO QUE LLEGA UN FRENTE FRÍO DESDE...


  • ... y por eso está el puerto cerrado. Se esperan 10 metros de nieve por metro cuadrado, por su seguridad no les podemos dejar pasar, no lo cubre el seguro de filmación de la película. Que pasen un buen día -concluyó el orco.

  • ¡Por el hacha de Khorne! ¡¿Pero de qué vas, orco?!

  • Oye, killo, ¿tas tonto? ¿qué quieres, que te rompamos las piernas? Venga, ya estás subiendo la barrera esta de los ... -amenazó Kairagorn al orco.

  • Lo siento señores, son las normas. No podemos dejarles pasar. Aunque si tienen mucha prisa pueden usar... EL TÚNEL.

  • ¡Eso, eso! Currolf ¿por qué no usamos el Túnel? Mi papi se encargó de volver a abrirlo, tardó todo un siglo en reunir a la patronal de trabajadores y ... -comentaba Gimlízacar a sus compañeros.

  • ... el Túnel. No sé yo... me parece que no es buena idea, está oscuro, hay ratas y más peligros, huele a cerrado...

  • Venga, venga... no seas escrupuloso.

  • Teníamos que haber ido por el paso Sur, como dije. Tsk. Inútiles -se quejaba por su lado Dariusmir.

  • Brrr... ey, Currolf. ¿Qué hacemos ahora? Nosotros no podemos caminar más...

  • ¡¡Gñam!!

  • ... tenemos las piernas cortas y se nos han congelado los cojones. El pobre Alfrodo lo está pasando mal -señaló Trasky a Alfrodo. El pobre no podía con el frío que hacía y con el dolor que tenía en los quindes.

  • ¡¡ESTÁ BIEN, ESTÁ BIEN, OSITAS!! Dejadme pensar... iremos por donde diga el portador del chupito.

  • Diosss... qué frió... recordadme que me retire a una isla desierta. Como solía hacer mi tío en su época de corsario. ¿Qué? ¿Que por dónde quiero ir yo? Bueno... si el paso Sur es peligroso y está vigilado... ¡¡POR EL TÚNEL!! -dijo Alfrodo todo contento.

  • ¡¿Cómo que por el túnel?! -gritó Currolf a la vez que le arreaba un bastonazo- Mira, aquí hay que ser democráticos ¿entiendes? No puedes tomar esas decisiones tan a la ligera sin pensar en los demás. Mira, tenemos aquí la montaña esta muy mona, hace un frío del carajo pero como yo soy magno no me afecta, a Kairagorn al ser descendiente de Isidro tampoco...

  • Mentira. Ya parezco un polo.

  • ... Svanlégolas al ser elfa tampoco está afectada por la temperatura glaciar...

  • Brrrr... dos grados más bajo cero y termino criogenizada.

  • ... Gimlízacar, como todos los enanos, es muy duro y resistente al clima frío...

  • ¡¡OH, DIOS MIO, YA NO ME SIENTO LAS PIERNAS, SE ME ESTÁN GANGRENANDO!!

  • ... ehm... Dariusmir es un machote que no se deja amedrentar por nada...

  • A-A-A-ACHÚS... ¡¡¡joder!!! ¿Alguien ha visto el Libistón?

  • ... y, tus amigos se quejan por vicio...

  • ... -no estaban en condiciones de contestar.

  • ... así que no seas "tan egoísta decidiendo ir por donde te da la gana a ti sin pensar en los demás, ¿has entendido?" Bueno, por dónde vamos, decídelo tú con plena libertad ya que eres el portador.

  • ¡¡¡ POR EL TÚNEL !!! -dijo Alfrodo todo contento. Currolf le arreó otra vez con el bastón.

Así, tuvieron que caminar todo el camino de vuelto y otro trecho más hasta llegar a la entrada de kgasxer...kghzadooo.. joer, qué nombres más chungos... ¡al Túnel! ¡A tomar por saco!

El problema, a parte de que eso parecía más despoblado que el desierto de Almería, estaba igual de muerto. Se habían roto unas cañerías y las alcantarillas se habían desbordado, por lo que se había formado un gran charco enfrente de la pared de piedra. Y lo que era aún peor, la puerto no aparecía por ningún lado.

  • Oye, ¿seguro que había una puerta por aquí abajo?

  • ¡Que sí! No seáis insolentes. Además, el enano os lo puede confirmar.

  • Mmm... sí... -dijo Gimlízacar no muy convencido.

  • Oye, lo mismo es una puerta mágica que sólo puede ser vista por aquellos que son amigos de los enanos, cuando llegan en un determinado momento, o saben una frase mágica para que se muestre... ¿no crees? -comentó Traskydoc.

  • Calla, hobbit tonto. Puf... -le amenazó Currolf.

  • Lo mismo la puerta sólo se muestra a la luz de la luna -comentó Kairagorn.

  • ¿Seguro? No sé, tal vez tengas razón -cambió de idea Currolf.

  • Mi Kairagorn seguro que tiene razón, nunca se equivoca. Además, algo me dice que hay una puerta escondida por ahí -dijo Svanlégolas.

  • Me repatea los "mismísimos" decirlo pero, el guaperas y la elfa seguro que tienen razón -comentó Gimlízacar.

  • Entonces a buscar una puerta mágica.

  • ¡Ey! O sea, a mi no me haces caso porque soy hobbit y ¿a estos sí?

  • ¡Aquí hay algo! -gritó Dariusmir desde lejos.

Todos llegaron al lugar. La pared parecía igual que las demás. Pero cuando la luz de la luna la tocó, los monigotes fosforescentes empezaron a brillar.

  • ¡Oh! ¿Estos gravados están hechos con mithril?

  • ¡Qué mithril ni qué elfos! -dijo Gimlízacar socarrón-, estos son como las bandas reflectantes de las carreteras. A ver si te piensas que vamos a dejar mithril por ahí tirado. Elfa, rubia, tonta... si claro, para que lo robe cualquiera.

  • ¡Cállate tapón, que te arreo con el mocho de la fregona!

  • Bueno, dejad ya de discutir. Es hora de abrirla.

Currolf se quedó ahí parado, mirando concentrado a la puerta. Pasaron unos minutos y todos se quedaron expectantes, parados mirando concentrados a Currolf. Pasaron un par de minutos.

  • Bueno, qué, ¿vas a abrirla o te vas a quedar ahí toda la noche mirando los dibujitos?

  • ¡Ah, eh, cómo! ¿Cómo decís? Vaya, yo pensé que era como las puertas estas del Carrefeur, que se abren solas.

  • ... -sin comentarios.

  • En fin. Seguramente se abrirá con una palabra mágica o con algún conjuro... ¡ABRA CADABRA! -gritó Currolf alzando las manos, pero l a puerta no se abrió-, no se abre. Probaré con otro... ¡A LA PÍM, A LA PÁM, A LA PÍM PUM PAM, PUERTA DE MORIA ÁBRETE YA! -la puerta seguía inmutable.

  • Oye, ¿de dónde habéis sacado a este? -le preguntó Dariusmir a Kairagorn.

Así pasó el tiempo, y ya estaban dando las tantas de la noche. Dariusmir y los hobbits estaban compitiendo a ver quién molestaba más y llamaba más la atención tirando piedras al lago. Kairagorn estaba luciendo sus movimientos de espada. Svanlégolas aprovechó para fregar un poco con su cubo mágico. Gimlízacar, aburrido, tallaba algo en un trozo de madera. Currolf seguía haciendo el moñas delante de la puerta sin que esta se abriese. Y Alfrodo como de costumbre, estaba hasta los huevos.

  • Ya estoy hasta los huevos. Oye, Currolf, ¿seguro que se abre así? ¿no crees que sería algo tan fácil como tirar de una palanca o simplemente empujarla?

  • "JOPUTA PUERTA T'ABRAS OSITAS" -nada-. No lo creo, tiene que ser abierta con un conjuro.

  • ¿Entonces no has probado lo que te he dicho?

  • Mira, si quieres probamos a empujar, pero no servirá.

Y entonces, cuando Currolf posó su mano en la fría puerta pétrea con dibujos hechos de bandas reflectantes e hizo presión, la puerta, no se abrió.

  • ¿Ves, te lo dije o no te lo dije?

  • ¿Y si es un juego de palabras? No sé, ¿algo que sólo supiesen los enanos y esté relacionado con los dibujos?

  • Esta puerta la hicieron los elfos, seguro que tiene que ser algo en élfico y muy elfo -dijo Kairagorn por encima del hombro de Currolf.

  • ¿Seguro? No sé, veamos... aquí hay un montón de elfos, y aquí también. Sí, tal vez sea eso. Aquí hay un árbol, aquí un elfo recogiendo flores... veamos, algo que sea muy elfo... ¡LAS ROSAS SON ROSAS, EL CLAVEL ES AZUL, LA PUERTA SE ABRE...

  • "...porque lo digas tú!" -añadió al final Alfrodo, pero la puerta no se abrió- ¿Por qué no nos hacéis caso a los hobbits? Te recuerdo que yo soy el portador.

  • No os hacemos caso porque sois una panda de juerguistas alcohólicos que no dan un, están todo el día haciendo el payaso y no dejan de meterse a ellos mismos y a los demás en líos.

  • ¡Vaya, primo, parece que nos conocen de toda la vida!

  • ¡Calla, Trasky! -Alfrodo volvió a Currolf-, pero seguro que tengo razón y es algo enanil y no élfico.

  • Blablabla... te pires... ¡Por la armadura de Khorne, ya lo tengo! Aquí pone "habla amigo y entra", seguro que hay que decir amigo en élfico.

  • Y.. ¿cómo es?

  • "MELON" -(sin acento en la "o")

Rayos centellearon en el cielo, el viento sopló, la barba y la túnica del magno se batieron en el aire, mas la puerta no se abrió.

  • ¡Me cago en el Escalón! ¿Por qué no se abre? -gritó furioso Currolf mientras le arreaba patadas ala puerta, atrayendo a los demás miembros del grupo y sin percatarse de unas burbujas que salían a la superficie en el lago.

  • ¿Y si pruebas a decirlo en enano como dice el hobbit?

  • ¿Seguro, Kairagorn? Lo probaré...

  • ... claro, claro... muy bonito, a él sí le haces caso...

  • Veamos, amigo en enanil era... "BARMAN".

De nuevo, rayos centellearon en el cielo, el viento con furia sopló, la barba y túnica del magno se batieron en el aire, mas la puerta no se abrió.

  • Esto empieza a mosquear.

  • ¡Lo mismo se ha roto! ¿Ey, y si tomamos algo de mientras? Alfrodo, pásate la petaca...

  • Calla, hobbit, o te arreamos los ocho a la vez. Analicemos el dibujo. ¡Oh, vaya! No me había fijado bien. Hay elfos por todas partes pero, también hay enanos. Aquí hay un elfo recogiendo flores, y detrás hay un grupo de enanos con porras. Aquí hay elfos durmiendo bajo la sombra de un árbol, y por ahí vienen enanos con hachas... ¿para qué se hizo esta puerta, Gimlízacar?

  • Pues para tener a los elfos fuera... -comentó con toda tranquilidad el enano mientras tallaba.

  • Entonces... seguro que tiene que ser algo así como... "LOS ELFOS SON GAYS, GAYS, GAYS"

Por tercera vez, los rayos centellearon en el cielo, el viento con furia sopló, la barba y túnica del magno se batieron en el aire, mas la puerta no se abrió.

  • Oye, enano -decía la elfa- ¿por qué esa manía con los elfos?

  • Pues porque sí -Gimlízacar respondió sin dejar de tallar.

  • Veamos... qué mas hay en el dibujo. Mmm... un grupo de gente sentados a una barra... escena típicamente enanil de gente en un bar... aquí vemos como una gigantesca roca les va a aplastar, y el dibujo está en un lugar clavo por lo que tiene que ser importante...

  • Y parece que el enano más enano del dibujo está escribiendo algo.

  • Imaginaciones tuyas, pequeño hobbit.

  • Oye Currolf, parece que el enano del dibujo está escribiendo algo.

  • ¿Seguro, Kairagorn? Parece que sí...

  • ¡A que me tomo el chupito de un trago para joderos a todos! -dijo con furia pero ignorado el pequeño Alfrodo.

  • ¿Y qué es lo que estás tallando, tapón? -preguntó Svanlégolas.

  • Verdades sobre los elfos...

  • ¿Cómo cuales?

  • Pues como... "LOS ELFOS SON GAYS", "ELFOS, MARICONES", "MARIQUITAS, CABRONES", "OS MOLAN LAS FLORES"...

  • Parece que pone... sí, no hay duda... aquí pone... -seguían Currolf y Kairagorn a lo suyo.

  • Puf, no es odiarles, es tenerles manía. Peor sí.

  • ¿Y a las elfas?

  • "¡A LAS ELFAS, LAS QUE MÁS!" -dijeron al unísono Gimlízacar, Currolf, Kairagorn y todos los que estaban mirando la puerta por encima de sus hombros.

Los rayos centellearon en el cielo, el viento con furia sopló, la barba de Currolf no se agitaba porque la tenía sujeta al cuerpo, y por fin, la puerta se abrió. Y cayeron todos de morros dentro.El grupillo calló en una bola de brazos y piernas en el oscuro interior de la entrada a Moria. Currolf se sacudió la barba y se levantó.

  • ¡Qué, soy magno o no soy magno!

  • No sabríamos qué decirte ¿cuánto has tardado, dieciocho horas?

  • Ehmm... bueno, sigamos.

  • Oh, sí, oh sí... -decía contento Gimlízacar- por fin se acabó el pasear por bosques como estúpidos. Ahora estamos en el nuevo hogar de mi papi, Ilmacar. Ahora cuando le encontremos nos dará de comer, de beber, de fo...

  • ... esperad un momento, aquí huele raro ...

  • Eso es porque eres elfa, escrupulosa. Tal vez huela un poco a cerrado, pero eso es porque esto es una mina. ¿Has oído? Una MINA.

  • Esto no es una mina, esto es una mieeerda -dijo Dariusmir tapándose la cara.

  • ¡¿Qué has dicho?! -amenazó el enano con el hacha.

  • Mirad allí -señaló Kairagorn a un montón de restos- Rápido, luz -Currolf se acercó he iluminó con su bastón mágico (una linterna).

  • ¡Por el caballo de guerra de Khorne, un enano muerto!

  • Oh, no -se acercó el enano a examinar- ¿Qué le ha pasado?

  • Un enano muerto no representa nada bueno.

  • Esto no es un enano -dijo Kairagorn como un intelectual-. Sí, tal vez lo haya sido. Pero esto ha sido asesinado, cocinado, devorado, digerido y posteriormente defecado...

  • ¿Entonces? -preguntó el enano.

  • ¿Orcos, trolls? -preguntó Svanlégolas.

  • Trolls... minas... tsk... será mejor que nos marchemos por ...

  • ¡¡¡SOCORRO!!! -venían gritos de fuera.

Salieron corriendo a ver qué ocurría. Allí, vieron una espantosa escena. Un bicho super-mal fabricado de atrezo estaba sujetando a Alfrodo.

  • ¡Oh, dios mío! ¡Ha cogido a Kenny! ... digo... ¡... a Alfrodo! -gritó Traskydoc.

  • ¡¡Hijo de puta!! -le acompañó Sithpin.

  • GAM, GAM... -Gñam trataba de ayudar a su fiel amo, dando saltitos y mordiendo los tentáculos del bicho.

  • ¿Pero qué es eso? -preguntaban a Currolf.

  • Oh, no... es un... es el... OjoCántabro (cedido por "Kárate a muerte en Torremolinos")... ha atrapado a Alfrodo... ahora lo alza en el aire... ahora lo aporrea contra las piedras... ahora se lo lleva... ahora lo está ahogando...

  • ¡Hay que ayudarle! -gritó Kairagorn.

  • ... espera que termine ... -le lanzó una indirecta Currolf.

  • Hay que ayudarle, que si no se termina la peli antes de tiempo -Dariusmir y Svanlégolas fueron en su ayuda.

Como no tengo ganas de escribir pues resumiré un poco: Sithpin y Trasky se dedicaron a insultar al monstruo. Gñam le mordía. Kairagorn y Dariusmir atacaban con sus espadas pero con cuidado de no hacer daño al operario que iba dentro del bicho, son "buenos" actores. Svanlégolas le arreó algún que otro fregonazo. Y cuando le consiguieron rescatar al interior de Moria, algún imbécil se cargó la puerta.


Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas y... bueno, dejémoslo en tres días. Habían vagado en silencio y sin rumbo por los laberínticos túneles. Bueno, no iban sin rumbo, simplemente que...

  • Confiesa, nos hemos perdido -interrogó Dariusmir a Currolf.

  • Ehm... nooo...

  • Tsk.

  • Sólo voy a hacer un alto para... para descansar y... echar una ojeada al mapa del abonotransporte.

Así, decidieron parar para hacer un descanso. En un grupillo estaba Currolf, y en el otro todos los demás, pensando en como machacarle por hacerles caminar por un lugar tan perdidos y lleno de peligro durante tanto tiempo.

  • Oye, enano -preguntó Svanlégolas-, y ¿quiénes dices que construyeron esto?

  • No me acuerdo cómo se llamaban... algo de Manzana... Manzano... no sé... los mismos de Madrid-Tirith.

  • ¿Topohumano?

  • Si, algo así.

  • Pobre Gimlízacar -decía Kairagorn condescendiente-, caminar tanto y pasar por tantas cosas para que tus ilusiones de encontrarte con tus viejos amigos se vean truncadas por estas espantosas manifestaciones de la crueldad de los orcos...

  • ... sí, me ha afectado mucho, no me lo recuerdes... -decía el enano.

  • ... ¡quién sabe a qué torturas habrán sido sometidos, qué dejaciones habrán tenido que soportar, qué perrerías les habrán hecho los orcos que ahora se pasean por sus mansiones, orinan sobre sus cadáveres, violaron sus...

  • ... te he dicho que lo dejes.

  • Perdón, perdón. Perdón. Pero es que el imaginarme cómo les partían los brazos, cómo les cortaban sus cortas piernas, cómo les afeitaban las barbas y les arrancaban las cabelleras mientras ellos gritaban ¡Gimlízacar, ven a rescatarnos, aaarrrj! Pobres... ehm... Perdón otra vez.

  • ... no importa.

  • Tsk. Ese magno ya se ha vuelto a perder. ¿Cuánto tiempo nos va a hacer esperar hasta confesárnoslo? Encima aquí no me puedo salir a la puerta a mirar las estrellas.

  • ¿Y para qué quieres mirar las estrellas? -preguntó Svanlégolas.

  • Tú a tu fregona, elfa. Será posible. Tsk.

Alfrodo, todavía fastidiado por el dolor en sus kinders, estaba un poco a parte. Sus amigos hobbits aprovechaban para toquetear las paredes (y las bolsas de los demás). A Alfrodo le pareció ver algo en las profundidades de una grieta y fue corriendo a decírselo a Currolf.

  • ¡Currolf, Currolf, he visto algo!

  • ¡Lo juro, era joven, no sabía lo que hacía y...

  • Que no, que no... algo o alguien subiendo por la pared...

  • Ah... será la criatura Yallum. El muy pesado lleva tres días dándome la tabarra con lo de "mi tezozo, mi tezozo" desde la distancia. Está empleando medios psicológicos para cabrearme, y al final lo conseguirá.

  • Pero... ¿no dijiste que lo tenían atrapado en Morcillor? ¿Se ha escapado?

  • ¿"Se ha escapado" o "le han echado porque no le aguantaban"?

  • ¿A qué te refieres?

  • Nada, nada. Ya lo entenderás más adelante.

  • Bueno. Qué pena que no esté muerto...

  • ... -Currolf no dijo nada, pero Alfrodo esperaba que lo dijese.

  • ... he dicho "qué pena que no esté muerto, que no le hayan matado".

  • ...

  • ¿es que no vas a reprochármelo?

  • ¿Qué? Ah, no. Bueno. Tal vez. Si fuese Theroman seguramente no te lo reprocharía, incluso le habría matado yo mismo. Pero no, como toda criatura absurda y descabellada que se pasea por este mundo, tiene derecho a existir.

  • No entiendo.

  • Ya entenderás, ya entenderás... En cualquier caso, que no se acerque a la petaca o la cagamos.

  • Vale. Por otro lado, ¿cuándo vas a confesarnos que nos hemos perdido?

  • Ehm... "Aivá" -dijo sobreactuando- "si es por aquí"... venga, vamos, todos, rápido... no me seáis vagos...

Se volvieron a poner en marcha por las oscuras cuevas de Moria y bla bla bla... ¡a quién coño le importa! Aquí lo único que os gustan son los Gags...

  • Oye, me parece que ya hemos pasado por aquí. Estamos yendo en círculos. Jodío magno. Tsk -despotricó Dariusmir.

  • Se equivoca, señor Cóndon. Si se fija bien en esta pared verá que hay una, dos, tres, cuatro, cinco... y 17 arañazos. Sí, antes pasamos por una pared similar, pero sólo tenía 16 arañazos.

  • Ehm, Currolf. No me parece que eso sea muy de fiar -dijo Kairagorn.

  • Tonterías ¿quién es aquí el magno? Yo. Así que callad y prosigamos.

Continuaron. Un par de pasos por detrás llegaron Svanlégolas, Gimlízacar y Sithpin.

  • Dime, enano ¿por qué crees que estamos andando en círculos? ¿qué mosca le habrá picado a ese magno?

  • Yo no entiendo los entresijos de las mentes de esos...

  • Gimlízacar ¿cuántas veces hemos pasado ya por aquí? -preguntó el pequeño Sithpin.

  • Pues veamos que cuente. Una, dos, tres, cuatro... y 17 veces. Añadiré otro arañazo más y con él harán 18. Así no perderemos la cuenta. Ahora sigamos.

  • Vale -dijeron contentos la elfa y el hobbit.

Prosiguieron, pero Sithpin se había detenido al ver algo al borde de un precipicio. Caminó hasta allí, guardando el mayor silencio posible. Cuando llegó vio que se trataba de la legendaria Matademonios que le había dejado en herencia su padre para otra película y se preguntaba qué hacía allí.

  • ¿Qué hace esta espada aquí? Además, se parece mucho a la que lleva Kairagorn. Será mejor que la tire, total, nos evitamos problemas de racor con otras películas, y no creo que arme mucho escándalo -así que cogió la espada, se echó para atrás, y la lanzó con fuerza, tanta que impactó en la pared de enfrente y provocó un estruendoso desprendimiento- ¡Me cago en la Virgen!

  • ¡¡¡Por el deportivo rojo de Khorne!!! ¡¡¿Sithael Tuk, se puede saber qué has hecho?!! -gritó Currolf que venía corriendo bajo la mirada de todo el grupo que se llevaban la mano a la frente-, la próxima vez ¡¡TE TIRAS TÚ O TE TIRO YO!! ¡¡JODIO HOBBIT!!

  • Perdón... -el pobre Sithpin estaba avergonzado. Pero aun con esas, Currolf y sus compañeros le siguieron abroncando todo el día.

Tras mucho caminar llegaron a una pequeña sala. Al parecer había sido durante mucho tiempo un fortín de los enanos contra los ataques de las criaturas de la mina. Habían restos de cadáveres por todas partes, utensilios y armas rotas por el suelo, y un diario en un pedestal. Habían decidido pasar la noche (o el día, no sé, el rato) allí ya que se veía tranquilo. Gimlízacar ya había perdido toda esperanza de encontrar a su padre y Currolf aprovechó para tratar de descubrir qué había sucedido leyendo en el diario.

  • Está tóo tajao tóo rapao... tóo quemao... debe ser el diario del escriba de tu padre, señor enano.

  • Mi padre. Léelo a ver qué dice.

  • Veamos -abrió el libraco-, le faltan muchas páginas. Mejor ir hacia las últimas páginas. Bien, ahora a leer "Zuzar. ¡Zuzo!. Zuzón: Hierba cana." Ehm... esto es un diccionario.

  • Uhi, lo siento, el libro lo tengo yo, es que el diccionario me aburre y lo he cambiado por ese libraco que lo mismo lo vendo y me gano unas monedas para invitar a la peña y eso... -decía Trasky.

  • Bien, ahora leamos lo que pone -prosiguió Currolf tras noquear al hobbit de un bastonazo y arrebatarle el libro-. "Las barricadas aguantarán durante un tiempo, hemos matado muchos pero cada vez vienen más orcos."

  • ¿No dice nada de mi padre?

  • Espera, voy a mirar... ehm... ehm... "Ilmacar la espichó la semana pasada..." y tal y cual... mejor omito detalles desagradables.

  • ¡Pero yo quiero saber qué le pasó!

  • Si quieres te explico los métodos de tortura y asesinatos orcos, señor enano -se ofreció Kairagorn.

  • Tal vez luego se lo explicas, Kairagorn. Ahora continuaré: "Cada vez somos menos, estos orcos son pesaos de cojones, no nos dejan tranquilos, no nos dejan beber ni comer, llamando a todas horas que si bajamos a jugar al fútbol, pero claro, tenemos las piernas cortas y siempre perdemos. No sabemos qué excusas darles..." bueno, esto es antes de los ataques, mejor avanzo un par de capítulos. Aquí... "... la cosa no estaría pero si hubiesen elfos tocando las narices. Los violentos orcos se comen a nuestros hermanos, los cocinan, les hacen perrerías..." más adelante "... el ataque comenzó hace una hora, esta vez van en serio y no sabemos si aguantaremos. La barricada y las puertas están cayendo. No tendremos tiempos de llegar hasta el puente, además que no abandonaremos la mina por nuestro honor enanil y..." y se enrolla. Un poco más adelante "... no escribo lo de Tambores en lo Profundo por lo de los derechos de autor, pero tienen trolls de las cavernas que son la tela de chungos, además que hay algo más, algo maligno, algo que no tendría que existir, no hay salvación contra ello y... ¡oh, no, ya está aquí! ALIGERA QUE TO COHO!!" y ya no hay más.

  • Lucharon valientemente y murieron con honor -consolaba Svanlégolas a Gimlízacar.

  • Les descuartizaron valientemente y murieron con horror, diría yo -dijo por lo bajo Dariusmir a los hobbits.

  • Bueno, ¿y ahora qué hacemos?

  • ¿A qué te refieres, Kairagorn? -preguntó Currolf.

  • Pues que no creo que sea buena idea estar aquí y que nos pase lo mismo y...

  • Oye Currolf ¿qué era eso que no tendría existir? Tú ya sabes lo que es, ¿no? -preguntaba Alfrodo.

  • Ehm...

  • Sí, sí lo sabías, y por eso no querías que viniésemos por aquí. ¡Pero aun así nos has traído, a una horrible muerte segura y que nos descuarticen los orcos, nos violen los elfos, nos devoren los trolls y ahora esto y encima y tal y debajo y carajo...!

  • ¡Alfrodo! ¡Alfrodo! -Currolf abofeteaba al pobre hobbit que estaba descontrolado por el pánico- ¡ALFRODO CÁLMATE, ALFRODO!

  • Ya... ya me he calmado...

  • QUE TE CALMES, ALFRODO, CÁLMATE -sus compañeros se apuntaron para arrearle.

  • ... con el jaleo que metió Sithpin seguro que ya están en camino y nos van a matar.

  • ...yar...yarmerl'jamao... -trataba de hacerse entender el pobre Alfrodo, desde el suelo.

  • ¡gñam! -dijo Gñam indicando a la espada mágica de Alfrodo.

  • ¿Qué ocurre? ¿Es esa espada mágica la que tenía Barkbilbo?

  • ¿Ocurre algo con ella, Currolf? -preguntó Kairagorn.

  • Sí, que luce cuando hay orcos cerca.

  • ¡Dios, qué asco! ¿quién se ha cagao? -preguntó Svanlégolas.

  • ¡Yo no he sido! -se disculpaba Trasky.

  • No es eso, son orcos... -dijo Dariusmir.

Bueno, si queréis acción os veis la película. O si no os lo cuento así mismo: llega un puñao de orcos con dos trolls, tiran la puerta abajo y dice la elfa "¿te das cuén?", se sube el telón y el enano se lía a mamporrazos con los orcos mientras que Currolf hace mutis por el foro, Kairagorn se luce ante las espectadoras (ya se pasa, ni que fuese Vigo Mortensen), Dariusmir mata a unos cuantos pero sin hacerse notar mucho, y los cuatro hobbits corren por ahí. Gñam se come a un orco y lo vomita, Trasky y Sithpin matan y roban a otro orco, Alfrodo imita a Currolf y hace mutis por el foro. Ahora el dilema ¿le atraviesa con una lanza un jefe orco como pone en el libro, o le atraviesa con un tenedor un troll como sale en la peli?...

Los orcos caían, pero pronto llegarían refuerzos. El fraguar de la batalla se disipaba cuando ocurrió la catástrofe. Todavía quedaba un orco (o un troll, si lo preferís) que despachó a Kairagorn, a Dariusmir y a todos los que se interpusieron en su camino para proteger al portador del chupito, y con furia arrojó una lanza (o un tridente) al pecho de Alfrodo, con tal fuerza que lo hizo volar...

  • ¡Hasta luego lucaaas! -dijo Alfrodo en el aire.

  • ALFRODOOO... NOOO... -escena dramática, gritan todos, a cámara lenta, mientras cae Alfrodo al suelo y se cepillan al bicho como venganza.

  • Alfrodo, Alfrodo... -corrió Kairagorn a atenderle.

  • Gñam, gñam.

  • Tranquilos, estoy bien.

  • ¡Pero si le ha atravesado el pecho con el arma! Tendría que estar muerto -dijo Dariusmir todavía sin creérselo.

  • No me ha pasado nada. Llevaba la camisa mágica que me dio mi tío, es 100% algodón, de Addidas, del Real Madrid, e incluso lleva el nombre de Beckan bordado. Mirad, no me ha pasado nad... -Alfrodo se miró el pecho mientras enseñaba la camisa.

Tenía razón, el arma no le había atravesado el pecho ¡le había perforado un pulmón!, que fuese de mágico algodón 100% o de Addidas no iba a impedir que le atravesase ¡No te jode, ni que fuese una camisa hecha con mithril!

  • ... AHH! ¡ME DESANGRO! JODER, OSTIAS, ME MUERO...

  • Tranquilo, si nos damos prisa no morirás, aunque ese pulmón tiene mala pinta... -comentó desalentador Kairagorn.

  • ... y tanto, fíjate, lo tiene ahí fuera, en la punta que le asoma por la espalda -dijo Trasky.

  • ¡Aaah, mi pulmón!¡Me'Se ha caido el pulmón...!

  • Se están reagrupando, tendremos que darnos prisa. Ya nos encargaremos del cadáver luego... quiero decir...de Alfrodo.

  • ¡¡¡No estoy muerto, no voy a morir!!! ¿Verdad Currolf? -preguntó llorando, no obtuvo respuesta- ¡¿Verdad?!

  • Tsk. Venga, darse prisa. ¡Ahí vienen los porteros, aligera que te cojo!

Kairagorn cogió a Alfrodo en brazos y salió corriendo. Los demás le siguieron y Currolf iba indicando el camino. Salieron de aquella pequeña sala a una mayor con grandes columnas. No tenía tiempo de hacer de guía turístico, así que Currolf no les contó nada sobre ellas. Y entonces, blancos, azules, verdes, negros y rojos, les rodearon multitudes de orcos de todos los colores, todos ellos apestosos.

  • ¡Oh, no! Nos han rodeado... -dijo Sithpin.

  • No jodas... no nos habíamos dado cuenta...Tsk.

  • ¿Qué hacemos, Currolf?

  • ¡Por la bufanda de Khorne! ¡Y yo qué sé!

  • Vamos a morir, vamos a morir... VAMOS A MORIR -lloriqueaba Traskydoc.

  • Se nos tiene que ocurrir algo, aunque sea liarnos a mamporrazos -sugería Svanlégolas.

Entonces ocurrió algo. Los orcos dejaron lo que estaban haciendo (unos amenazaban con la espada, otros jugaban a las cartas, etc...), se giraron hacia el fondo de la sala de la que provenía un sonido antinatural salido de la garganta de alguna criatura, se miraron entre ellos y echaron a correr.

  • ... -dijo Traskydoc.

  • ... -dijo Sithpin.

  • ... -dijo Alfrodo.

  • ... -dijo Dariusmir.

  • ¡Gñam! -dijo Gñam.

  • ¡Calla! -dijo Currolf.

  • ... -dijo Gimlízacar.

  • ... -dijo Svanlégolas.

  • ¿Qué ha sido eso? -preguntó Kairagorn.

  • Lo juro, yo no he sido -confesó Sithpin.

  • ¡Por el juego de toallas de Khorne! Creo que es lo que me temía... el...

  • ¿La criatura de la que hablaban en el diario que encontramos? -preguntó Gimlízacar.

El suelo tembló y el ruido sonó de nuevo.

  • Sí. Esa criatura. Es el...

  • Desde que estamos aquí he sufrido graves pesadillas, horribles cosas pasaban pero no sabía qué era, ¿tiene algo que ver? -preguntó Svanlégolas.

El suelo temblaba y el ruido sonó de nuevo.

  • Sí, tiene mucho que ver. Se trata de eso, es el... el...

  • Mientras corríamos se me ha metido una china en la bota y me ha hecho una herida. Además, Traskydoc huele mal ¿tiene algo que ver el bicho ese? -preguntó Dariusmir. El suelo temblaba y el ruido sonó de nuevo.

  • Sí. Es el...

  • Ey, yo no huelo mal -dijo ofendido Traskydoc.

El suelo tembló y el ruido sonó de nuevo.

  • ¿Lo vas a decir de una vez o salimos corriendo? -preguntó Kairagorn con Alfrodo en brazos.

  • Mejor las dos cosas. Salimos corriendo y os lo digo... se trata del... Bleydrog.

  • ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! -gritaron al unísono todos y salieron corriendo.

  • NAS NAS, QUE PAXA PIVAS, EHO GENTE HOLAS UOLAS REQUETEUOLITAS COMO DICE EL FLANDERS JEJEJE...ARREIYAA... -se oía desde el fondo de la gran sala.

Corrían como podían, ganando terreno a la horrible criatura de forma no definida, pero que al parecer todos sentían aprensión y ganas de escapar de ella. Llegaron a duras penas al fino puente sin barandilla que les daría la libertad, con Currolf al final. Lo cruzaron uno a uno, pero Currolf se paró en mitad.

  • ¿Currolf, qué haces? -preguntó Kairagorn.

  • Barbas, no es tiempo de hacerse el valiente, no tenemos más que salir por aquí y estaremos a salvo -gritaba Dariusmir.

  • ¡No, no puedo permitir que esa horrible criatura que atenta contera la realidad del universo escape de aquí!

  • Allá tú.

  • Pero... ¿no me vais a ayudar?

  • Ehm... sí claro. Pero sólo si me prometes que nos dirás que nos alejemos y no nos harás la putada de que nos enfrentemos a él contigo. Que nos sabemos el guión.

  • No os puedo prometer nada.

  • Entonces tú solito.

  • Cabrones.

Y entonces llegó, la gran criatura amorfa, el Bleydrog, pesado como... no hay nada tan pesado (en todos los sentidos) como ese bicho. Se plantó delante de Currolf.

  • ¡Por las películas porno de Khorne! No puedes pasar.

  • Jeje, ey, Curro, qué tienes mucho Curro? Curras, Curro? Jeje.. has vuelto del caribe? Ah, no, que ese es paco... jejeje... ala, cómo mola esto, se parece a Moria, jejeje, ey, pasa peña, ¿qué es esto? ¿una parodia? Jajaja... qué pocas ocurrencias tenéis, cacho perros, siempre copiando... jejeje... sois la ostia, y no me llamáis ni nada y... AIVÁ, SI SOY EL MALO!! GUAY... jejej... os voy a matar a todos a collejas...

  • ¡Nooo! ¡No trates de atacarme con tus incongruencias malignas! ¡Soy defensor del Rol Fantástico Humorístico! ¡Guardián del Friki!

  • Jajaja... qué chorradas dices... siempre estáis igual, sois "super flipados de veras" jajajejejijijojo (nota del guionista: gilipollas), anda, vamos a por unas chorvas, démaje que pase, que soy el monstruo y quiero hacer GRUARG y GROUARG y eso... cómo mola...

  • ¡Por la casa en Roquetas de Mar de Khorne! ¡Te lo impediré!

El Bleydrog trató de caminar por el puente, pero la pericia de Currolf de ponerse en el centro del puente no le dejaba pasar.

  • Ey, tío, no jodas, démaje pasar... venga Curro, que yo soy tu amigo... venga... encima, después de todo lo que he hecho por vosotros. Y ya te digo que no, que yo no voy a seguiros el juego con estas tonterías que se os ocurren, que no...

  • ¡No podrás pasar! -la jodimos con los derechos de autor.

En ese momento, debido al sobrepeso del Bleydrog detenido sobre el puente de arcilla o materiales más endebles, hizo que se desquebrajara, cayendo el bicho al vacío.

  • ¡Vuelve a la vacuidad en la que deberías permanecer para siempre y no volver, alimaña!

  • Ey... curro... curras mucho, descansa, no pises la hierba, fúmala... abajo las drogas, los del sótano, jejeje.. allá voy, al sótano... -se dejó de escuchar al Bleydrog.

  • ¡Oh, qué gran proeza! ¡Ha vencido a la terrible criatura y conserva aún la vida! -decía Dariusmir desde las escaleras de la salvación. Pero en ese momento el puente se terminó de joder y Currolf quedó sujeto a una repisa.

  • ¡Por las chocolatinas de Khorne, venid a ayudadme!

  • ... -decían sus compañeros.

  • ¡Insensatos, corred, corred que me estoy escurriendo!

  • Oh, no, Currolf ha caído por ayudarnos, va a morir, tenemos que ayudarle -decía Alfrodo.

  • No, es peligroso, además, dijo que no le ayudáramos -decía Kairagorn.

  • ¡Pedazo cabrones, que me estoy escurriendo, venid a ayudarme, que eso era sólo con el bicho!

  • Oh, dios... no... se ha sacrificado por nosotros, qué valeroso el barbas. Tsk (se suena los mocos, pero es que suena igual) -dijo Dariusmir.

  • ¡Que aún no he muerto, ostias!

  • CURROOOOOLF, NOOOOOO....

  • GAAAAM... -gritaban los hobbits.

  • Me cago en la... -se terminó por escurrir- ¡que me escurrooooo....!

  • Curroooolf.... -gritaban todos.

  • ¡Qué valiente era, se ha sacrificado por salvarnos! -decía Gimlízacar.

  • ¡Lo ha hecho porque nosotros le amábamos y él nos amaba con todo su corazón! -dijo Svanlégolas.

  • ... y una mieeeerdaaa... hijos de puta... puta... puta... (más ecos) -Currolf desapareció por el abismo.

  • ¡Ahí vienen los orcos, hay que irse! -decía Kairagorn entre lágrimas.

  • Os parecerá bonito ¿no? Mirad que dejar que el pobre Curro se descalabrara...

  • Perdón -respondía el reparto del Señor de los Chupitos, con espíritu dolido, a la bronca del Director de la película.

  • ¡Ni perdón ni peras! Se ha roto la pierna y no podrá actuar en dos meses.. ahora a ver cómo nos montamos la película.

  • Perdón.

  • ¡¡POR VUESTRA CULPA, OS HABÉIS CARGADO 52 ESCENAS ESENCIALES!! Claro, como ninguno de vosotros es el guionista, me toca a mí estrujarme el cerebro hasta que se me ocurra alguna idea graciosa para los squech's...

  • No se dice así...

  • Jum... -la mirada asesina bajo esas gafas de sol fueron suficientes para hacer enmudecer cualquier réplica.

  • ... nada, nada.

  • ... os tendría que despedir a todos y...

  • Perdón señor ¿dónde colocamos al wyvern? -preguntaba uno de los operarios que traían a un bicho halado de cartón.

  • Pues ¡se lo puedes meter por el culo a cada uno de estos inútiles!

El director, con boina de director, con gafas de sol de director, con pantalones bombachos de director, con audífono de director... seguía reprendiendo al reparto mientras daba instrucciones a los operarios. Estaban preparando las nuevas e improvisadas escenas que se llevarían a cabo en un bosque, en la ladera de una montaña, con grandes árboles de troncos marrones y copas verdes (no te jode, no iban a ser de otros colores).

  • Bueno venga. A ver, vosotros "grupillo", llegáis raudos al bosque y camináis en silencio por él. Se supone que vais en busca de ayuda y consejo de los elfos de Lothlérinnon. ¡¿Dónde están los elfos?!

  • Aquí esstamoss -saludaban un par de ellos.

  • Bien. Veamos, tú, Kain. Métete en tu papel de experimentado montaraz, pero ten cuidado de no quitarle protagonismo a Alf.

  • Sí señor.

  • Ya sabemos todos que te gusta lucir tus súper movimientos de espada, pero no me apetece que hagáis como siempre y me cambiéis las escenas. ¡Así que nada de cargarse a los elfos, esto va por todos! ¡¿Entendido?!

  • Sí señor -contestaron todo el reparto.

  • Bueno, veamos, daremos un primer plano a Izacar con los hobbits... bueno, con estos cuatro inútiles quiero decir. Tú lees tu guión, os cogen los elfos por sorpresa, terminamos la escena y enlazaremos con la siguiente. ¿Entendido?

  • Sí.

  • Perdón, pero cuando hablas de los elfos ¿también te refieres a mí?

  • A ver... Svandita... ¿tú no formas parte del grupo?

  • Claro.

  • Entonces... ¡¿QUÉ PINTAS TÚ CON LOS ELFOS DE LOTHLÉRINNON?! ¡Venga! A sus puestos. Luces. ¡He dicho "luces" no Luzeryn, ya estás saliendo de la peli que no te ha llamado nadie!. ¡¡LUCES!! Cámaras. Acción. Adelante grupillo.

La toma empezó.

Pip 5.... pip 4... pip 3... pip 2...


El grupo corría llorando desconsolado, bajando por las laderas de las montañas de Tscalabras, en dirección al bosque de Lothlérinnon.

Tras perder a Currolf todos estaban heridos de gravedad en lo más profundo de sus corazones, pero tenían que ser fuertes y seguir adelante, así lo habría querido él (- Una mierda... hijos de puta... puta... puta...). Kairagorn tomó el mando y decidió llevarles a la espesura, en donde estarían a salvo de cualquier persecución de los orcos de las minas.

  • Tsk. Ha sido trágico, después de todo se le llegaba a coger cariño al barbas. Por cierto, mi señor Kairagorn...

(- ¿"Mi señor Kairagorn"?¿Está eso en el guión? -preguntaba el director a su ayudante)

  • ... ¿por qué nos adentramos en este peligroso bosque?

  • Vamos en busca de los elfos de Lothlérinnon y la dama Galouqudriel -contestó Kairagorn mientras se adentraba más y más en la espesura, seguido del grupo.

  • ¡Pero, estás loco! ¿Qué quieres sacar de esa peligrosa bruja?

  • Ey... tú... Dariusmir, cuidado con lo que dices de la bella y bondadosa dama Galouqudriel -amenazó Svanlégolas con el mocho de la fregona.

  • Eso no son más que historias infundadas que se inventan las gentes de tierras lejanas. Nadie que conozca a los elfos diría algo así -trató de tranquilizar la situación Kairagorn.

  • Puf... pamplinas. Escuchadme, pequeños hobbits -decía Gimlízacar para los hobbits-, tal vez no sea una malvada bruja, pero sí sé que los elfos de Lothlérinnon son los peores.

  • ¿Por qué, cómo son? -preguntó Sithpin.

  • Pues... son los elfos más... más elfos... no sé si me entiendes. Los más peligrosos. Aunque tranquilos, teniendo a un habilidoso y VARONIL enano con vosotros, nada tendréis que temer, les detectaría a la legua y les haría pagar todo intento de...

(- Bien. Ahora que entren los elfos y les "cogen" por la retaguardia. Adelante elfos -el director daba instrucciones.)

Y entonces, de entre los árboles salieron los elfos más elfos que jamás hubieran visto. Acecharon al grupo, y "cogieron" a Gimlízacar por la "retaguardia" y...

  • Uis, vaya, nos han encontrado y... ¡PERO TÚ QUE HACES, DEGENERÁDO!

  • ¡¡¡CORTEN, CORTEN, CORTEN!!!

El reparto se dio la vuelta para mirar la escena. Los actores que hacían de hobbits salieron corriendo para no correr la misma suerte que el enano. Kairagorn se adelantó al director, indignado, y habló.

  • Ey, ey... Edu. Que a mi no me pagan por hacer esa clase de escenas. Que yo creía que esto era una película para todos los públicos, no una peli porno... y menos de este calibre.

  • ¡PERO QUÉ HACÉIS!¡¿OS HABÉIS VUELTO TODOS LOCOS?! -gritaba el director- ¡A ver, vosotros, "elfos", soltar las armas, dejad a los hobbits en paz y caminad hacia atrás, muy despacio! Tú, suelta a Izacar. ¿Se puede saber qué hacéis?

  • ¡Eso digo yo, ¿se puede saber qué haces, tío?! -gritaba indignado Izacar- ¡Oye, tío, tú estas muy mal! A que... a que.. .a que te parto la cara, gilipollas, cómo te atreves -amenazaba al elfo.

  • Ains. No ssé. Yo me he leído el guion y he sseguido lass instrucciones. Ponía que te "cogía por detráss" y esso he hecho. ¿No?

  • ¡¿Pero tú estás jamao?! ¡¿Tú que entiendes por coger?! Coger es coger... no intentar sodomizarme... cabrón...

  • Bueno, bueno... venga... está bien. Esto sólo ha sido un malentendido dialéctico. A ver, tú, elfo, ¿quieres dejar de agarrar de una vez a Izacar? Y deja de intentar encularle. Y tú, Izacar, súbete los pantalones, anda...

  • ¡Está bien, pero que no se repita! Y que conste, que me los ha bajado el guarro este. Será degeneráo... otro agujero te iba a hacer yo... ¡capullo! -se quejaba el enano.

  • Esto es imposible... ay... pasemos a la siguiente escena, anda -suspiraba el pobre director.


La casa de Galouqudriel y Shephebornth era una obra maestra de la carpintería élfica, construida en lo alto de un alto árbol alto de los bosques de Lothlérinnon, amplia como un palacio, pero no dejaba de tener ese ambiente rústico del campo y de las casetas que se hacían en los árboles los niños pequeños. Aunque todavía quedaba un par de paneles por poner.

Los pipas estaban colocando en mesas improvisadas todo el catering, del que hacían buena cuenta el reparto de la peli y los extras. De mientras, el director daba instrucciones en unos primeros planos.

  • Veamos, Alouqua. Esta escena es de las más sencillas y simples que podamos rodar. Lo único que tienes que hacer es dar instrucciones uno a uno de los llegados de la Comunidad del Chupito. La escena en la que te cuentan que Currolf ha caído ya la rodaremos en otro momento, así es esto del cine. Por cierto ¿dónde está Shephebornth?

  • ¿Quién? Ah, Shephiroth. No sé, por ahí, nunca aparece.

  • Entonces que se joda y no sale, podemos prescindir de él. BUENO, TODOS, ESCUCHADME, VAMOS A RODAR. SILENCIO, LUCES, CÁMARA, ACCIN.

Los miembros de la Comunidad ya habían comunicado a la legendaria dama Galouqudriel la caída de Currolf. A pesar de ser elfos, se notaba en el ambiente que estaban muy afectados por el suceso, no obstante ahora tendría que darles instrucciones.

Como pariente de Elaisrond, ya estaba al corriente de todo lo que sucedía, no había secretos para ella. Aunque sí tenía muchos consejos para dar a los miembros del grupo.

  • Tú, Kairagorn, acércate -dijo con voz suave la dama Galouqudriel.

  • Oh, bella dama. Sois más aun más hermosa que Nayrwen, la joven hija de Elaisrond -le hacía la pelota el montaraz.

La elfa extendió paulatinamente sus suaves manos por la tersa piel del descendiente de Isidro, mientras sus pupilas se agitaban bajo sus párpados cerrados, tal vez soñando, tal vez viendo el pasado o el futuro del humano. Arriba y abajo por el brazo pasaba sus manos, notándose su pulso vivaz a través de su piel y cómo había recorrido antes todo su cuerpo para...

(- Ejem... se enrolla mucho ¿no crées? -preguntó el director a su ayudante)

  • El descendiente de Isidro volverá a la ciudad blanca y esta le acogerá en su trono, consigo portará la gloria de la victoria de sus ancestros. Allí, él y su amada, serán felices y comerán perdices, buey, atún, venado, pollo, arroz, cebada, aceitunas, chorizo,...

  • Oh... gracias, mi señora -quitó la mano de un tirón, pero sonriendo para disimular- (qué pesada).

  • Tú, valiente enano, no tienes por qué sentir miedo.

  • No es miedo, mi señora. Es ensimismamiento. Jamás pensé que un elfo pudiese llegar a ser tan hermoso y parecerse tanto a una dama, por muy travestido que estuviese...

  • Yo soy una dama -aclaró un tanto desorientada.

  • Oh, vaya... lo siento.

  • Hay algo que me gustaría darte.

  • La verdad, es que sólo me conformaría con un simple mechón de su cabello...

(- Bien, bien. Bien por Izacar, bien improvisado. Eso no creo que le lleve mucho tiempo -se enorgullecía el director.)

La bella dama élfica, vestida con un suave camisón azul cielo, de seda y por ello cuasi-semi-transparente, a través del cual dejaba muy poco para la imaginación viéndose su suave, delicada, pálida y bella piel de elfa. Alargó sus brazos y los flexionó muy lentamente mientras se llevaba las manos hacia atrás de su bien figurado rostro, primero un poco, luego otro poco, luego otro, ya había flexionado los brazos un par de grados, aunque aún le quedaba un poco para llegar a los 90º, y mucho más para llegar hasta tener las palmas abiertas, con sus dedos índice, anular, pulgar, corazón e índice, de ambas manos, extendidos mientras tocaba sus finos y bien crecidos que queratina a partir de moléculas inorgánicas cabellos de su cuero cabelludo de elfa, con orejas perfectamente terminadas en puntas [...] y mientras el cordel de azul brillante algodón se hacía un ovillo sobre sí mismo en el suelo, el alfiler, que prendido estaba en su vestido, era utilizado con habilidad para seccionar con dulzura y amor esos dulces y amielados cabellos. El precioso mechón de brillante oro, se mostraban como el pincel del arco iris, bajo un fogonazo o rayo del sol que atravesaba la cúpula de la cámara [...] y terminado de extenderse el brazo, la mano y el presenta tendido al enano, los perfectos y carnosos labios sellados, el carrillo de la boca marcado por esa sonrisa tan pura que sólo las más bellas y grandiosas damas élficas pueden tener, dibujaban la sonrisa de la amistad espiritual. La dama Galouqudriel esperaba a que el señor enano de las montañas, rudo pero honrado, peloso pero bello y rico de corazón, aceptara el regalo.

...

"esperaba a que el señor enano de las montañas aceptara el regalo".

  • Ejém -tosió irritada la señora de los elfos al enano dormido-. "esperaba a que el señor enano de las montañas aceptara el regalo".

(- Eh, jem... qué, ¿qué pasa? -se despertó el director y el resto del reparto- ay, coño, que estamos rodando. ¡Izacar, coge el regalo!)

  • OhoooOOOOooohh... -bostezó el enano- qué hermoso mechón, mi bella dama y señora elfa. Casi hasta tengo la tentación de pediros otro para mi primo... pero mejor no.

  • Sí, ya -parecía enfadada, pero pasó al siguiente-. Y por fin, tenemos aquí al ámese Bolsón, el portador de la gran responsabilidad....

  • CORTA, CORTA... mejor pasamos a la siguiente toma y ya haremos esta por ordenador. Que si no, se nos muere el pobre Alfrodo de tanta descripción. Alfrodo y todos los demás, que no podemos seguir tu ritmo, no te enfades Alouqua -daba instrucciones el director.


Así, el grupo partió del Lothlérinnon, bajando por el Guadalquivir rumbo a Madrid-Tirith, una vez allí decidirían qué camino tomar para entrar a Morcillor.

Partían de la morada de los elfos con los corazones llenos, al igual que los bolsillos de algunos...

  • Traskydoc ¿no habrás mangado nada, verdad?

  • No, nada, nada -le decía a Kairagorn mientras se guardaba una botella de sidra bajo la chaqueta.

... pero como lo que no tenían lleno eran los estómagos, y el viaje era largo, decidieron parar en la primera área de descanso que encontraran. Así, cuando pasaron entre el Pico del Oro y la Giralda, representantes de los ancestros de Kairagorn, el legendario Isidro, quien dio perdición a Saurku, decidieron parar en una pequeña playa. Ah, durante el viaje habían visto unos cuantos orcos por las orillas, unos buitres muy grandes, y un toro de Osborne.

Allí, con tocino, choricitos, panceta y el espetec de Casa Tarrabellas, se proponían hacer una barbacoa.

  • Bien, veamos el plan a seguir -llamó Kairagorn mientras se ponía todo serio-. Primero. Alfrodo y Dariusmir os iréis a aquella parte oscura del bosque en donde casi no se ve nada y que si alguien os mata os podrían esconder y no se os encontraría en mil años aunque gritaseis como cerdos mientras os degollan, para buscar un poco de leña.

  • ¿Puedo objetar?

  • No, lo siento Alfrodo. Vosotros, Sithpin y Trasky, como sé que si os quedáis aquí vais a estar mangoneando al pobre Gimlízacar, mejor perdeos un poco por aquel otro lado del bosque, a ver si encontráis unos champiñones, que un revoltijo de champiñones siempre entra bien. Y de paso unos huevos para hacer el revuelto. Gimlízacar, como es un inútil remando, pues le dejaremos a cargo de vigilarlo todo, ya que no será capaz de salir corriendo y dejarnos para el arrastre mientras se parte la barba de la risa. Aunque por si acaso Svanlégolas se quedará para vigilarle.

  • Señor, sí señor -saludaron marcialmente a Kairagorn y se pusieron manos a la obra.

  • Kairagorn, y ¿qué hay de lo del Chupito?

  • Lo siento Trasky... ¿Trasky?¡¿Alfrodo?! vaya, raro se me hace que lo preguntes tú. No, no podemos beberlo.

  • No hombre, me refiero a qué pasa con él, cuando vamos a hablar sobre el plan de destruirlo -preguntó indignado Alfrodo.

  • Eso mejor cuando estemos con la tripa llena. Mmm... vaya, también me apetecería un poco de cochinillo. Bueno, mientras vosotros estáis ocupados yo iré a la llamada de la selva y a buscar algún cochinillo. Venga, a trabajar.

Todos se dedicaron a sus quehaceres.

Alfrodo y Dariusmir entraron en esa parte oscura y apartada del bosque, aunque el hobbit, que se había leído el guión, trataba de guardar las distancias con el guerrero.

  • Tsk, tsk -se escuchaba por detrás de Alfrodo.

  • Ehm... Dariusmir ¿por qué no buscas por allí, a un kilómetro? Yo ya me valgo de sobra para buscar por aquí.

  • ... -no hubo respuesta.

  • Vaya, ya se ha ido. Menos mal, cualquiera sabría lo que haría ese tipo tan raro conmigo. Un hobbit tan apuesto y atractivo.

Alfrodo continuó recogiendo ramitas, pero un pesado pié sujetaba contra el suelo justo la que iba a coger. Alfrodo levantó la mirada y vio a Dariusmir, aunque con esa extraña sonrisa no dejaba pensar nada bueno.

  • Ehm... ¿Dariusmir? Vaya, pensé que te habías marchado. Oye, estás pisando mi ramita, aunque no importa, supongo que tu bota está bien donde está, mejor me voy a buscar a otra parte.

  • Tsk. Parece que llevas mucho peso, déjame que te ayude -trató de darle una indirecta.

  • Ehm... oye, si intentas ligar conmigo como lo harías con una campesina... te equivocas, que me parece que has pasado mucho tiempo cerca de los elfos, ese viajecito nuestro a Lothlérinnon nos ha afectado a todos, pero eso es pasarse, será mejor que te serenes, Dariusmir...

  • No intento ligar contigo, pequeño y valeroso hobbit.

  • Pues diciéndome esas cosas cualquiera lo diría, Dariusmir...

  • Sólo quiero "liberarte de tu carga" -le quiñó el ojo.

  • Oye, que por que sea bajito no soy un niño. Y si a ti te ponen los niños pequeños pues muy mal, eso de los pederastas no tiene futuro, puedes jugarte la vida, ya sabes lo que les hacen a los pederastas en la cárcel, ¿no, Dariusmir?...

  • Hablo del Chupito, mequetrefe. Tsk.

  • Ajá, ahora insultando, claro, como no te he correspondido... ¡ehm! ¿del Chupito? ¿del trago prohibido?¿la petaca maligna de kangkang de Saurku? ¿Y para qué lo quieres, Dariusmir?

  • Ese estúpido barbas, que en paz descanse en le fondo del pozo, pretendía destruirlo.

  • Claro, ese es el plan.

  • ¡No lo permitiré! ¿Es que no te das cuenta de todo lo que podríamos lograr con ese Chupito? Ooooh... la publicidad que haría a Minas-Tirith, los patrocinadores y organizadores de fiestas vendrían tentados por él, para tratar de suplicarnos que les dejásemos dar un trago ¡o incluso sacar su fórmula para producirlo en serie! Invertirían y crearían todo tipo de negocios... fiestas de la Sidra, Festimáx, A'Campedo... la juerga Madrileña renacería y Saurku no podría soportar la envidia y se desterraría a sí mismo al abismo lleno de furia cochina. Tsk. Así aprendería.

  • Oye, Dariusmir, creo que lo estás flipando mucho. Será mejor que te sientes a descansar.

  • ¡Oh, sí! ¡Si consiguiésemos su fórmula! Aunque no haría falta ni eso, podríamos destilar nuestros propios licores y venderlos a 12 lerus el trago, llamándolos tal vez Chupitines Malignos, o a 50 lerus la litrona y llamarla Litrona de KangKangcola... oh sí... podríamos decir que la destilan los más habilidosos y dedicados monjes de alguna montaña lejana... o que nosotros mismo los destilamos en la Montaña del Intestino... aunque para eso primero tendríamos que destruir a Saurku -sus demacrados ojos se entrecerraron mientras conspiraba-. Sí, podría ir incluso yo mismo, por la gloria de Madrid-Tirith, y usar el chupito para tentar a Saurku para que se auto ampute la... la vida...Tsk, se lo tendría merecido, eso y más...

  • Oye, Dariusmir, tal vez tengas razón -decía con cuidado Alfrodo mientras se escabullía-. Pero seguramente a Kairagorn no le gustará...

  • Sí, sé qué le gustaría a ese Kairagorn. Defensor de la juerga rociera, descendiente de Isidro -dijo con desprecio-, sí, conozco muy bien a esos... no entienden. Esos tiempos ya pasaron y esas viejas glorias no se merecen resurgir. Tsk, ya le enseñaría yo a él también, si tuviese el Chupito y... un momento... -se dio la vuelta.

  • ...bueno, pues ¿qué te parece si le voy a buscar y se lo dices tú mismo, eh? -sonrió el hobbit a Dariusmir.

  • ¡Dame el Chupito, Alfrodo, o lo arrancaré de tu cadáver!

  • ... oye, no me trates así, que somos amigos. Venga, cálmate, Dariusmir.

  • ¡No me llames Dariusmir, yo no soy Dariusmir!

  • Ah, ¿no?

  • Yo soy... -un rayo cruzó el cielo, curioso porque no estaba encapotado-, soy Dan Vartel (nota del guionista: Dan Vartel es la personalidad oscura oculta de Darius).

  • Pues... encantado de conocerte Dan, pero si no te importa me tengo que marchar y...

Alfrodo trató de salir corriendo, pero el hombre le agarró. Le metió un par de guantazos, uno a derecha y otro a izquierda, le cruzó la cara. Alfrodo hizo lo único que podía hacer un honrado, valeroso, educado y cortés hobbit: le metió una patada en los witos. Dan Vartel cayó de rodillas al suelo y sin respiración, Alfrodo aprovechó para salir corriendo mientras pedía ayuda y llamaba a gritos a Kairagorn, pero nadie le oía. Detrás de él, venía Dan para darle caza, para abrirle en canal y robarle el chupito mientras gritaba amenazas de lo que le iba a hacer. Entonces, sin otra salida, Alfrodo sacó la petaca prohibida de su bolsillo y le echó un buen trago, desapareciendo al instante.

  • ¡Alfrodo, vuelve, vuelve que te voy a matar! Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk, Tsk.... -pobre, se le quedó como un tic nervioso-. ¿Qué he hecho? Oh, no... Alfrodo, vuelve. No sabía lo que estaba haciendo. Vuelve... vuelve que todavía no te he matado, que te tengo que arrancar los bracitos esos, te los meteré por el culo hasta que te salgan por la boca, entonces te quitaré el chupito y me mearé en tu cara.. ¡¡¡VUELVE!!! que te vas a enterar -pero Alfrodo ya estaba lejos.

Con un gran resacón, y perdido en otra dimensión, Alfrodo caminó sin ton ni son hasta caer por un escalón... rodó y se despertó. Estaba entre unas zarzas (pobre, es gafe) y todavía le dolía la cabeza de los efectos del KangKang. Estaba a punto de ponerse a gritar furioso por su asquerosa vida, pero unos ruidos le hicieron cambiar de opinión.

A San Fermín pedimos,

por ser nuestro patrón,

nos guíe en el encierro

dándonos su bendición.

Eran las horribles canciones de Morcillor. Una patrulla de orcos pasaron justo a su vera, y por una vez en su vida tuvo suerte y no le vieron...

  • ¡Ey, mirad, allí hay hobbits!

... o tal vez sí le vieron.

  • ¡Orcos! Corre Trasky.... ¿Trasky? ESPÉRAME TRASKY... ESPÉRAME...

  • ¡Prended a los hobbits!

  • ¡Ostias tú, que nos quieren quemar!

  • Que no hombre... ¡dejad de correr, que sólo os queremos atrapar!

Pero Alfrodo, el valeroso hobbit, no iba a dejar que esos asquerosos orcos atraparan a sus fieles amigos mientras el estuviese en poder de un artefacto tan poderoso como el Chupito Único. Así que echó otro trago y corrió hacia el campamento, dejando a sus amigos más abandonaos que un 386.

¿Qué ocurrió entonces? Pues bien. Los orcos dieron con Trasky y Sithpin, pero Dariusmir llegó en su ayuda. No podía dejar que esos asquerosos orcos tuviesen en poder la Petaca Maligna, no, porque tenía que ser para él. Así que cuando se dio cuenta de que ninguno de los dos Hobbits era Alfrodo, tuvo un desgraciado accidente con media docena de flechas que se le clavaron en el pecho (eso le pasa por ir con una diana dibujada y ponerse a llamar la atención de 25 orcos armados). Alertados por la llamada de su cuerno...

  • Tú, humano, estás muerto.

  • ¡¡Y UN CUERNO!!

... alertados, Svanlégolas, Gimlízacar y Kairagorn fueron en su rescate. Pero llegaron demasiado tarde y poco sacaron de las palabras de Dariusmir. Los orcos se llevaron a los pequeños hobbits, y Alfrodo llegó sano y salvo hasta las barcas. Allí, convenció a Gñam para que se fueran ellos por su cuenta, ya que después de que sus amigos se la jugaran en el Peine de los Vientos, casi fue ahogado en Ruinesdel por la poca maña de los magos elfos, casi hacen que le mate un bicho en Moria por culpa de lo poco práctico que era el regalo de su tío, después de las amenazas de Currolf de que le iba a freír en aceite y luego no se lo iba a comer porque le daba asco, de que los elfos de Lothlérinnon le intentaran violar, de que Dariusmir le intentó violar y luego matar para más tarde robarle y violar su cadáver... pues como que no confiaba en nadie. Decidió en un principio ir solo, pero la idea de encontrarse con más orcos y estar desprotegido no le atraía, se le ocurrió que tal vez podría hacer buen uso de Gñam...

  • Bueno, tal vez puedas distraerles mientras yo me escapo.

... y como también era buen amigo suyo y un gran hablador...

  • ¡Gñam!

... pues decidieron partir juntos hacia Morcillor. En realidad preferían volver a casa, pero ya le amenazó Currolf de que volvería de entre los muertos y le @#$%& si no había destruido el Chupito en el Monte del Intestino como le había mandado.

Así, bajo el sol cenital, por las aguas del Guadalquivir, entre la torre del Oro y la Giralda, con música de Evia de fondo, Alfrodo y Gñam se alejaban. Kairagorn, Gimlízacar y Svanlégolas mangoneaban el cadáver de Dariusmir. Trasky y Sithpin viajaban amordazados a lomos de orcos. Y Currolf caía y caía por el pozo...

  • Hijos de puta... puta... puta... (más ecos)