El Secreto de Tora: Crossover Bryce

Story by Mastertuki on SoFurry

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#9 of El Secreto de Tora


EL SECRETO DE TORA

Capítulo 9: Crossover Bryce

_ Advertencia: Para comprender este capítulo es necesario haberse leído los anteriores. Es sobretodo muy necesario leer "Crossover Tora", el capítulo anterior ya publicado, para entender lo que ocurre en este. ¡¡Feliz lectura!! _

-Te volaré los sesos si hace falta... Tu métete en medio- Bryce Qwolf

Ane lanzó al fuego ardiente unos tablones mas para mantenerlo vivo bajo un manto de estrellas. A su derecha, residía Tora, el tigre antropomorfo, durmiendo un poco. A su izquierda, estaba la moto donde habían viajado ambos unos cientos de kilómetros, en dirección hacia el clan de los tigres.Y alrededor, estaba todo completamente despejado.

Llevaban ya tres días viajando, siguiendo las pistas que el novio de Tora había dejado por el camino. El antiguo compañero de los dos logró conseguir alguna forma de que dejaran entrar al tigre de nuevo al clan con tal de encontrar a Bryce, y ahora, ambos tenían un destino directo. Ane se había ofrecido voluntaria para acompañarle. Tanto le daba el trabajo, al fín y al cabo no lo había conseguido ella precisamente.

Allí no tenían cobertura, por lo que no podía llamar al Joshi del clan de Tora, y eso la fastidiaba bastante. Dos días después de descubrir la huella en la pantalla del televisor, había recibido una llamada de este indicándola que debía dejar el trabajo y acompañarle. Ella no tenía problema, pues había sido esa precisa persona la que la había dado ese puesto a cambio de espiar a Tora.

"Que aburrimiento es esto de hacer guardia..."

Cogió un palo y lo lanzó al aire, echándose en el suelo de nuevo y observando al Tigre, durmiendo boca abajo y enrollado sobre si mismo. Podía ver su espalda levantarse y relajarse levemente por su respiración, y la cabeza apoyada entre las patas, aparentando estar despierto aunque en realidad cualquiera podía tirar petardos a su lado que no se levantaría. "Está agotado, se ha estado dos días seguidos conduciendo sin dormir." pensó. Se incorporó un momento, y se acercó a él, acariciándole con suavidad la cabeza. ¿Cuanto tiempo llevaba ya durmiendo? Como mínimo un día entero.

"Luchará lo que haga falta para conseguir lo que quiere."

Esa era la conclusión que finalmente había sacado Ane después de estar con él durante tantos días, y sabía perfectamente que su novio había sido el que le había inculcado esa forma de pensar. El tener un sueño y luchar por alcanzarlo era algo que pocos se atrevían a hacer, pero Tora tenía esa capacidad: Al igual que cazar una presa, el tigre cazaría el sueño de que todo fuera como antes costase lo que costase.

-¡EL COCHE!

La coneja dió n bote hacia atrás al ver de repente al tigre alzarse con esa velocidad y lanzando tal rugido en el aire, causando eco a su alrededor. Parecía asustado, y tenía la respiración acelerada y el pelaje alborotado. Ane se acercó a su compañero arrastrándose por el suelo hasta poder tocarle el costado.

-¡Eh, eh! ¡Tranquilo! -exclamó mientras le abrazaba. -Tranquilo... Tranquilo...

-El coche... El coche... Atropellado... Coche...

Poco a poco, el tigre volvió a dormirse de nuevo, y Ane se encargó de apoyarle de nuevo en el suelo, acariciándole la cabeza otra vez, mientras meditaba sobre lo que le ocurría. Lo mas probable es que estuviera soñando el día que atropellaron a Bryce y quedó en coma profundo. Ahora que lo recordaba, fue el día en que se originaron todos los sucesos que conllevaron a la separación de los dos.

Lo recordaba perfectamente: Habían quedado los tres en el cine para ver una película de terror, y el lobo azul había salido corriendo para volver a casa. Sin embargo, por el camino, un coche desvió y le dió de lleno. Podría haber saltado, sí, pero Bryce por desgracia no era físicamente tan bueno de reflejos y su cuerpo acabó varios metros mas adelante, por lo que la quedada acabó en tragedia.

"Cuando le encontremos, le pediré a Tora que por favor se lo cuente todo ya." -se dijo. "Morirá de tristeza si sigue en este estado..."

-¿Estas bien?

El lobo azul continuó tosiendo un rato mas, apoyando la espalda en la madera, mientras Senko se acercaba a él y le esperaba con la ropa de limpiar en la cesta. En cuanto dejó de toser, cogió aire, esperando a ver si le venía un nuevo ataque.

-¿Otra vez igual? -le preguntó Senko de nuevo.

-Si, es lo de siempre. -contestó el lobo mientras se incorporaba. Se agachó de nuevo para coger la cesta que había estado llevando él, y la alzó de nuevo. -Pero cuando te acostumbras, ya sabes lo que hay que hacer en esos momentos.

-Debe de ser duro ser mestizo. -le dijo Senko mientras avanzaba con él.

-Que va. Dentro de poco me darán una medicina, y con ella, podré respirar mejor. -argumentó Bryce, medio sonriente, como tenía por costumbre. Senko se limitó a avanzar por el largo pasillo verdoso y soleado, y el lobo azul le siguió, mientras sus sombras se proyectaban en el suelo de madera tratada manualmente, y aseguradas de forma concisa gracias a la presión que recibían los tablones de las dos casas que formaban parte de la increíble mansión en la que se encontraban.

Se trataba sin duda de una infraestructura enorme, con bordes de metal. Si se situaba en una ciudad, medía como nueve avenidas cuadradas, y se alzaba en conjunto e iba terminando en cuatro torres de techo redondeado y rojizo. En su interior albergaba mas de doscientas habitaciones, y muchísimas salas de entrenamiento. En medio había un enorme patio abierto, que prácticamente partía la mansión en uno de los cuatro lados, y obligaba en ese lado la existencia del puente por donde pasaban en ese momento los dos antropomorfos. Alrededor de esta enorme mole, solo había un extenso bosque en el que no vivía nadie mas que los tigres de aquel clan de guerreros.

Ambos bajaron las escaleras en cuanto llegaron al final del puso, y Bryce depositó la ropa en un agujero de la pared, tal y como se lo señaló Senko. Luego, el tigre hizo lo mismo, y cerró la compuerta.

-Bueno, iré a limpiar las salas seis y siete. -argumentó el lobo azul mientras cogía la cesta de nuevo y se daba la vuelta. -Gracias por ayudarme.

-A ti. -respondió Senko seriamente mientras veía como el lobo se alejaba, quedándose solo en aquella sala.

Bryce continuó corriendo, saltándose a la brava todos los escalones hasta llegar arriba, y continuó avanzando por el pasillo. Sus habilidades lobunas le permitían dar saltos enormes, y aunque no eran tan largos como los del tigre Tora, si eran mas ágiles.

Tora...

Se detuvo unos instantes, apoyándose en la pared, mientras miraba de quitarse la imagen del heredero de la cabeza. Cierto que desde pequeños eran muy amigos, pero no podía ir delante suyo y decirle que le amaba. Reconocer su homosexualidad allí era reconocer que quería que le mataran, y además, era una completa locura. Lo peor de todo es que se sentía mal porque no tenía lugar donde ir. Había abandonado su casa y había decidido vivir allí para estar mas cerca del tigre, pero, ¿Y ahora que? No podía avanzar mas en ese aspecto.

"Vaya mierda... Tuve que haberme quedado en casa... No puedo seguir viviendo con todos estos sentimientos hacia él. Cada vez que se acerca me es incapaz de hablarle últimamente... Me siento tan mal..."

-¿Ocurre algo?

El lobo azul salió de sus pensamientos, encontrándose con otro de su especie, pero con el color del pelaje mas normal. No solo su altura, si no la expresión de su cara mostraban que era mucho mas mayor que él. Lo mas probable es que tuviera unos veinte años, y si a esa edad se le juntaban la cicatriz que tenía en el ojo izquierdo, algunas cicatrices mas en los brazos, y aquellos ojos negros tan profundos, ya daba hasta miedo. Sin embargo, para Bryce, era mas bien como un amigo de verdad.

-No... Nada. -mintió el lobo azul, apartando la mirada. -¿Como... Como te va?

-¡Oh! ¡A mi perfecto! Solo que aquí no hay ninguna de mi tipo...

-¿Es que solo piensas en eso?

El lobo marrón se rió.

-Era broma, era broma... ¿Salimos fuera? Preparo un par de tes y luego nos vamos de caza, ¿Que te parece?

-Mhhh...

-Y luego... ¿La revancha del sudoku?

-¡Hecho! -los ánimos de Bryce se dispararon por las nubes, y le señaló con una garra. -¡Y esta vez te ganaré en tiempo de resolución!

-¡Eso habrá que verlo, enano!

Uros puso su zarpa sobre la cabeza del lobo y se la frotó un poco, haciéndolo reír, a la vez que veía la coleta del pequeño agitarse de un lado a otro. Al ser un mestizo, le había crecido por la parte de atrás un increíble pelaje largo que le llegaba hasta la rabadilla, y se lo había tenido que atar. Sin embargo, lo que se fijaba era mas bien en el broche dorado que contenía, pues era el que le había regalado hacía bastante tiempo.

-Venga, vamos, o a la noche tendremos competencia con los tigres.

Bryce gruñó de satisfacción, y en cuanto Uros avanzó un poco por el pasillo, corrió tras él sin dudarlo un momento. Se les veía unidos y tan felices, quizás porque en ese momento Bryce veía a Uros como un hermano mayor, un hermano que por fin le escuchaba, en vez de ignorarlo como la gran mayoría. De hecho, tener el pelaje azul era un gran problema.

Y lo era porque no era mas que otro signo de maldad, una creencia muy arraigada en aquellas tierras. Ser azul le daba muchos problemas, porque era el único lobo que había nacido con esa característica, y si se le añadía su procedencia y quien era su padre... Las cosas se le complicaban bastante. Pero no parecía estar dispuesto a abandonar.

En cuanto llegaron a la habitación de Uros, Bryce cerró la puerta tras de sí. Era una habitación increíblemente amueblada, y el toque occidental se olía por todos lados, al igual que la esencia de Uros, signo de que era su territorio. Estaba completamente amueblada, y sinceramente, tenía un toque occidental bastante vistoso. Había un armario, una mesa con su silla y espejo, dos camas individuales -las había pedido por si acaso Bryce se ponía enfermo - y una mesita de noche. Lo curioso de aquella habitación es que no tenía ventana, lo que la hacía un poco claustrofóbica.

-¿Me acompañas?

Bryce asintió con la cabeza, y persiguió al lobo hasta una habitación contigua, donde había un par de muebles de cocina y una mesa. El lobo joven cogió un barril que contenía agua ardiendo en su interior, y depositó un poco en un par de tazas de barro que había situado Uros en la mesa. Luego, el lobo marrón cogió unas cuantas hierbas de una bolsa de tela, las olisqueó suavemente, y cuando llegó a la conclusión de que eran adecuadas para su consumo, esparció un poco en cada taza, y los removió ligeramente para que se disolvieran. Luego, tiró las hierbas a una cesta, y le dio una a Bryce, que aceptó con gusto.

-Gracias.

Uros, mas de veinte años, Protector Jefe del Clan de Occidente y en teoría guardaespaldas de Bryce. Aunque esa función seguía vigente, poco a poco se había ido convirtiendo en algo mas que un guardaespaldas. Mas bien se había convertido en una especie de amigo, que le ofrecía consejo en todo momento, y hasta ahora, era el único que conocía la preferencia sexual de su compañero azul.

-¿Que tal el aprendizaje del japonés?

Bryce se atragantó al oír aquello, y miró a su compañero inocentemente, haciendo que el otro lo comprendiera de una pasada.

-Bryce, no puedes seguir pasando así. -le explicó. -Tora te entiende, cierto, pero la mayoría no. Si sigues así, no podrás permanecer en este lugar mas tiempo. Llegará un momento en que se lo pensarán dos veces, lo sabes, ¿Verdad?

El lobo azul asintió con la cabeza, entristeciéndose un poco. Era cierto que con Tora no tenía problema, él sabía inglés, pero la mayoría solía pasar de él por sus problemas con el japonés. Sintió de nuevo la zarpa de Uros apoyándose en su hombro para calmarle.

-Si no te esfuerzas, tus objetivos quedarán reducidos en nada.

-Si... Lo sé, lo sé muy bien. Debo planteármelo perfectamente.

-Exacto... Escucha, en teoría tu y yo estamos aquí por negocios. -le recordó, con una mirada suave y atenta, como un profesor enseña a su alumno. -Si de verdad se enteraran de lo que te ocurre, nuestro clan no, pero el de ellos reaccionaría de forma violenta, y lo sabes. Tenemos que ir con mucho cuidado, y tampoco nos queda demasiado tiempo. Hemos de firmar pronto el estado de paz, y no podemos esperar a que tu le confieses tus sentimientos a Tora, así que date prisa pero hazlo bien. -luego se echó a reir y añadió. -Y por favor, no le digas a Claire nada de lo que me has dicho antes. Si se entera que voy echándole ojo al resto de las tigresas, acabaré mordiendo polvo.

-¡Pues debería hacerlo! -se rió Bryce mientras lo empujaba. -¡Eres un maldito pervertido!

-¡Bah! Solo sigo la ley de la naturaleza. -se excusó.

-Pues debes de ser de los pocos, prácticamente. -añadió Bryce con una sonrisa en el morro, y bebió un poco de te. -Mhh... Está rico.

-¡Pues claro! ¿Que te pensabas?

-Que estaría malo. Como siempre.

Uros lo miró desafiante, mientras bebía un poco.

-Así que esas tenemos... -murmuró el lobo marrón. -Veo que te gusta provocar a la gente.

-Ya sabes que siempre he sido así. -Bryce depositó la taza en la mesa, y se apoyó en el borde, mientras miraba al techo. -Es la única forma de que me tome en serio el resto. -murmuró. Luego se miró las zarpas, adoptando una expresión seria en su rostro. -Creo que la cacería me irá bien... Últimamente no he salido de aquí. ¡Ah! -exclamó de repente, mirando a Uros. -¿Es cierto que ha venido alguien nuevo que quiere hacer algún pacto con el Joshi?

-Mhhhh...

-¿Si?

Uros lo miró con una expresión seria, dudando en su interior de si debía decírselo o no. Por supuesto, él estaba al tanto de la situación, al fin y al cabo todo lo que ocurría en el clan de los tigres debía saberlo él, al igual que había un tigre en el clan de los lobos que seguramente informaba al jefe de aquí todo lo que tenían planeado en aquel lugar. Sin embargo, no se atrevía a darle demasiada información. No sabía demasiado en absoluto, y algunos detalles eran bastante oscuros a decir verdad. Depositó su taza al lado de la de Bryce, y cogió aire.

-Como te lo explicaría... Mas o menos sí. -admitió. -Pero no puedo decirte demasiado. Temo admitir que hay algo que no me gusta y debo asegurarme de saberlo todo antes de darte falsas explicaciones. -dijo. -No te enfades, es para que no desconfíes de alguien y luego resulte que me he equivocado.

-Ya... Entiendo... -admitió Bryce, algo triste.

-Eso es. Y ahora, ¡A cazar! -exclamó el lobo marrón mientras avanzaba a paso ligero hacia la puerta. -¡Que los instintos se nos atrofian si no los ponemos en práctica!

-Jejeje. ¡Si, maestro capitán! -añadió Bryce, corriendo tras él.

Estaban ambos muy unidos. Y dicen que la desgracia de Tora y Bryce comenzó cuando este último fue atropellado descaradamente por el misterioso y desconocido Leon. Pero la gente no sabe que para entonces ya le conocía demasiado bien.

Esta es su verdadera historia.

Bryce mordió otro cacho de carne cruda y sangrienta, y estiró para quedarse con un buen trozo y comerselo. Agudizó los sentidos mientras miraba a su alrededor en busca de posibles amenazas (Como otros lobos, aunque estos no tendrían su evolución) pero parecía que de momento, no se había acercado ningún otro animal atraído por el olor de la sangre. Quizás los inmensos arboles que se levantaban en todos lados y el olor a pinto fresco que pupulaba por la zona lo neutralizaban. Volvió la vista un momento a su espalda para localizar a Uros, que al igual que él, se estaba zampando otro ciervo.

-¿Porqué hay lobos que se comportan solo de forma instintiva? -le preguntó el lobo azul. Uros tardó un poco en responder, hasta que giró la cabeza.

-Bueno... No se si te lo han enseñado, pero hay tres tipos de antropomorfos. -explicó. -Veamos, estamos tu y yo, que perteneceríamos mas que nada a la casta inteligente. Luego hay unos algo inferiores cuya inteligencia es mucho menor, pero que saben hablar. Se les llama "Miosorentos" y normalmente sus nombres empiezan por "Mio-". Y luego, están los vulgares animales.

-Ahhmmm... Vaya. ¿Y los humanos?

Uros estuvo buen rato en encontrar una posible respuesta a esa pregunta. No es que le cayeran en gracia los seres humanos, quizás como a todos, pero tampoco podía ahora mencionar esa apreciación a Bryce, y menos a él, que resultaba que su padre había sido un ser humano. En teoría no tenía problema, puesto que él aceptaba la homosexualidad de Bryce, pero tampoco era lo mismo.

-Son un caso aparte. Hay pocos ahora, pero se comenta de que antes eran bastantes. ¿Porqué lo preguntas?

-Porqué... Había pensado que un día de estos, quizás podría ir en busca de sociedades de Doreis. -explicó. -Mas que nada para convivir con ellos y aprender mas.

-¿Y para que carajo quieres aprender mas de ellos, Bryce? -exclamó de repente, algo cabreado. -¡Ya se sabe lo que son, Bryce! ¡Unos malditos egoístas que solo quieren poder, dinero, riqueza...! ¡casi destruyen este planeta! ¡Y nos odian, han intentado destruirnos varias veces, Bryce! ¡Si lo haces, lo mas probable es que te maten!

-¡Y tu como lo sabes! -rugió el otro de repente. -¡Ni siquiera lo sabes!

-¡Ah, no! ¡Lo que hizo tu padre no te sirvió de escarmiento, ¿verdad?!

-¡Lo de mi padre no tiene nada que ver! ¡Nadie sabe lo que pasó en realidad! ¡Ni siquiera tu!

-¡Y una mierda, guapo! ¡Todos sabemos que él mató a aquella coneja! ¡Y que odiaba a tu madre!

-¡Eso no puedes probarlo! ¡Tu no estabas con mi familia para verlo!

-¡Pero si todos los humanos son iguales!

-¡¡¿¿Eso es lo que crees??!!

-¡Pues claro que si! ¡Lo llevan en la sangre!

Ahí la pifió.

Uros calló de repente, observando con horror el disgusto que se llevaba el lobo azul después de oir sus palabras. Bryce al principio mantuvo la mandíbula abierta, y luego, poco a poco, la fue cerrando, mientras el brillo de sus ojos se apagaba y empezaba a apartarse. Se maldijo al ver como se iba apartando de la zona y se iba a cuatro patas hasta quedarse apoyado en un árbol, dándole la espalda, y mirando hacia la nada.

-Joder...

El lobo marrón se llevó una zarpa en la cabeza, manchándose con algo de sangre, mientras sus ojos se entrecerraban de comprensión. Se incorporó levemente, con cuidado de que Bryce no se diera cuenta, y poco a poco, se fué acercando a él hasta que estuvo a la suficiente distancia como para poderle tocar el hombro.

-Escucha... Lo siento mucho, de verdad. -le dijo. -Se me había olvidado, Bryce, yo...

-Siempre se te olvida...

-Ya lo sé... Oye, no lo he hecho aposta, solo es que... -cogió aire, intentando buscar las palabras adecuadas. -... No les soporto, solo eso. Y sin embargo... Si te soporto a tí.

Bryce no dijo absolutamente nada, y Uros temió que se hubiera vuelto a enfadar con él, lo cual podría complicar seriamente las situaciones previstas. Notó bajo su zarpa que Bryce se movía ligeramente, y se apartó un poco para poder verle mejor, de tal forma que el destino hizo coincidir ambas miradas.

-Dime, Uros, si yo fuera completamente humano... ¿Me soportarías igual?

Ahí le habían roto.

Uros no supo que responder en ese momento. ¿Si le soportaría igual? No sabía porqué narices no lograba una respuesta clara, y pronto comprendió que se trataba de otra trampa de palabras de Bryce: Por una parte no podía decirle que no, porque rompería su amistad, por otra parte, si decía que si, no era lógico que dijera que todos los humanos eran iguales.

Al no obtener ninguna respuesta, el lobo azul se fue incorporando lentamente hasta que se puso derecho completamente. Se lamió un poco el brazo para sacarse la mancha de sangre que tenía, y luego volvió la vista a Uros.

-Como ves, no puedes juzgar al personal por el exterior, pero está claro que no me verías igual si fuera humano.

-¡Bryce!

No le dió tiempo a detenerle, y observó con torpeza como su compañero se largaba trotando de árbol en árbol, yéndose solo peligrosamente. Uros se incorporó, recogió el bastón de defensa, y saltó hacia un tronco, de ahí a una rama, y desde ahí empezó a saltar de rama en rama. Podía ver su sombra, pero por alguna razón no lograba alcanzarle.

"Por eso no ha practicado japonés." -concluyó. "Pero esto no debería hacerlo así como así. ¡Si no se detiene se va a...!"

No le dio tiempo a pensar en el resto.

Observó como la sombra de Bryce caía irremediablemente, en dirección hacia el suelo, y Uros, asustado, saltó también para poder ir corriendo hacia él. Lo mas probable es que su cuerpo no hubiera aguantado tanto salto seguido y sus músculos se hubieran resentido. ¡¡Si es que no podía dejarlo solo en ningún momento!!

-???

El lobo frenó de repente en cuanto localizó el cuerpo del otro. Este se encontraba en el suelo, tendido boca abajo, incapaz de moverse, e inconsciente. Pero lo que le sorprendió era que a su lado había una tigresa que poseía un par de rayas negras en un lado de la cabeza, y una sola en el otro lado. En una de sus orejas había una especie de pendiente que contenía pequeñas piedras brillantes y unos hilos al final, ondeantes al viento, y de sus dos ojos, uno de ellos era rojo y el otro negro, signo de que era medio ciega.

-Claire... -murmuró Uros. La tigresa solo sonrió.

-Tranquilo, le cogí a tiempo en el aire. -explicó mientras cogía el cuerpo inerte en sus brazos. -Se suponía que no debía salir al bosque, ¿no? -le comentó sonriendo.

-Si... Bueno... Así es. -contestó. Empezó a retroceder mientras veía como Claire se iba acercando lentamente hasta él, topando con un árbol a su espalda, y quedándose a merced de la tigresa. Esta simplemente acercó su morro hasta el suyo, ambas narices tocándose. -Jejeje...

-Eres algo irresponsable. -argumentó. -Pero creo que es esa una de las razones por la cual me gustas.

-Ah, ¿Si? -dijo, sonriendo de forma traviesa. -Vaya, nunca pensé que te atrajera por esa cualidad.

-Bueno, a decir verdad... Por las noches me gustas mas. Al menos mas que el clan en sí.

-Ah...

Uros se rió un poco, y Claire se dio la vuelta, alejándose lentamente de él.

-Deberíamos llevar a este pequeño para ver si ha tenido lesiones, ¿No, querido?

-Err... -Uros tardó bastante en salir de su ensoñación, hasta que finalmente, respondió: -¡Si! Tienes toda la razón... ¡Como siempre!

-Pues venga, haces tarde. Y eso que eres su guardaespaldas. Eres un caso

-¿Un caso?

Claire saltó hábilmente hasta la rama mas próxima a ella, y le miró de reojo.

-¿Acaso hay eco, cariño?

Bryce no se encontraba nada bien.

La carrera le había dejado prácticamente con el cuerpo destrozado, y el curandero del clan de los tigres le había dicho a Uros que iba a tardar en recuperarse. El lobo marrón se cruzó de brazos sentado en su cama mientras meditaba con lo ocurrido en el bosque: Había sido breve pero intenso.

La pregunta de Bryce realmente le estaba planteando un reto mental considerable. ¿Si no fuera antropomorfo, le querría igual? Lo mas probable es que le respondiera que sí, pero entonces le estaba dando la razón: Le diría que sí porque ya le conocía. Pero a pesar de todo, también tenía sangre de lobo, y si no era igual de cruel que el resto de los humanos, posiblemente era por eso. ¡¡Menuda paranoia!!

-¡¡Joder!!

La puerta de su habitación se abrió de repente, dejando ver a Claire, lo que hizo que Uros respirada tranquilo. Asintió con la cabeza, dejando que la tigresa entrara, y volvió a centrarse en la pregunta.

-Pareces muy ocupado. -dijo Claire. -¿Ocurre algo?

-Claire... Si Bryce fuera un humano, ¿Crees que le aceptarías igual?

-Claro que si. No tengo esa manía persecutoria como tu, amor.

-Ya... Claro...

-¿Esa es... la pregunta por la cual Bryce ha salido corriendo?

-No... Ha sido mas. -Uros se incorporó, y gesticulando con las manos, comenzó a pasearse por la habitación. -Hemos estado discutiendo de como eran los humanos, y se ha enfadado cuando he mencionado a su padre. Y me ha planteado esa pregunta, llevo un buen rato rompiéndome la cabeza porque no la encuentro una respuesta posible.

-Probablemente ocurre que eres muy orgulloso y con tal de mantener tus ideas firmes, eres incapaz de responder a esa pregunta. -explicó Claire. -Mira, nos han hecho daño, es cierto, pero no todos son iguales. Ahora dime: ¿Que le has dicho de su padre?

Uros la observó con detenimiento.

-Bien... Verás, su padre era humano... Y... Una noche, delante de su hijo, mató a una coneja y luego... Se suicidio. Según él, le daba asco haberle tenido como hijo. ¿Ves? ¡Tengo razón!

-No del todo. -contestó la tigresa. -No sabemos si su padre estaba borracho y no sabía lo que decía. Ya sabes lo que dice su madre, que al principio fue un hombre estupendo. Aquí falla algo, ¿No crees?

-Si...

-Bien, en ese caso, no puedes entrometer al padre por medio. -concluyó Claire. -En fin. Parece ser que un tal Stallion va a venir, así que tenemos que ir a atenderle. Prepárate esta noche porque nos vamos, ¿Ok?

-Vaya... Así que al final el famoso extraño ha decidido dar la cara.

-Así es, y tenemos que recibirle. Coge tus cosas, y nos reunimos en la entrada dentro de un rato.

En cuanto Claire se fue, el lobo marrón se fue hasta el armario marrón. Allí cogió una lanza, unas cuantas rocas afiladas, y algo de polvo somnífero. Cerró las puertas, y salió de su habitación. Allí, se fue hasta las escaleras, y las descendió rápidamente hasta llegar a la entrada, donde encontró algunos otros miembros del clan. No es que se sintiera bien entre ellos, pero a pesar de ser el guardaespaldas de Bryce, también era el que informaba de todo lo que ocurría.

-¿Que es lo que tenemos que hacer? -le preguntó a uno que tenía un brazo completamente lleno de heridas.

-Hay que recoger a un tal Stallion y traerlo sano y salvo.

-¿Peligros?

-En principio ninguno, pero por si las moscas nos envía el jefe.

Por si las moscas. Eso solo significaba una cosa para ellos: Que la zona había tenido bastantes problemas y por lo tanto, no sabían que enemigos podían encontrar ahora. Ocurría a menudo cuando los informadores les transmitían informaciones poco concisas sobre posibles enemigos que no habían sabido avistar con suficiente detalle, lo cual alteraba bastante al lobo: Significaba que estaban expuestos a cualquier peligro.

-Claire ya está lista. -dijo uno.

-Bien, ¡En marcha!

Uros se puso la lanza en la espalda, y echó a correr tras los tigres. Como se temía, estos habían cogido una velocidad punta increíblemente alta, y como siempre Uros se había vuelto a quedar atrás y solo. No tardaría en alcanzarles, eso ya lo sabía: Los tigres poco aguantaban esa velocidad, en cambio, los lobos podían estar mas tiempo corriendo.

Pronto comenzó a saltar de rama en rama y de tronco a tronco, avistando todo lo que podía en busca de sus compañeros o de posibles enemigos. No sabía que dirección era, pero el olor de los tigres ya le era suficiente para saber que camino tomar. Esquivó un árbol caído, y continuó avanzando, hasta que finalmente su vista localizó a Claire.

"¡Bien!"

O no.

El lobo se detuvo rápidamente, procediendo a esconderse, al ver que Claire no estaba sola. Había alguien mas con él, alguien que la iluminaba con poderosas luces blancas a través de un metal con ruedas. Por lo que pudo divisar de su escondite, habían dos sombras con ella. Una no lograba distinguirla, pero tenía el pelaje marrón; el otro si era fácil: Se trataba de un caballo.

-Así que en realidad habíais venido a por el mestizo. -murmuró Claire.

-Así es. -dijo una voz. Por lo que veía, el que había hablado era el caballo. -Lo necesitamos para nuestros experimentos, pero eso es algo que no te concierne. ¿Has hecho tu parte del trato?

-Si. -admitió la tigresa. -Fue fácil. Prácticamente mi compañero me lo sirvió en bandeja. Yo solo tuve que golpearle fuertemente y dejarlo KO.

Uros se llevó una zarpa en el morro para evitar decir nada que pudiera alarmarlos, pero en su cabeza, un grito de tristeza sonaba por toda su mente. ¿Claire había hecho eso? ¡Pero como era posible! ¿Había golpeado ella a Bryce?

-Bien, entonces nosotros cumpliremos con la nuestra. -dijo Stallion. -En cuanto nos lleves al cuerpo del mestizo, nosotros nos encargaremos de darte una vida propia lejos de esta estirpe.

-Bien...

Uros no sabía como reaccionar. Claire había... Había vendido a Bryce a unos desconocidos para hacerle experimentos a cambio de su libertad. No lo entendía: Con lo bien que parecía encontrarse ella con el resto del grupo, ¿Como era posible? Un destello le dio en todo el ojo derecho por unos momentos, y de repente, observó como el otro desconocido, que no había podido identificar, sacaba algo metálico y apuntaba contra Claire.

-Tu libertad...

-¡No!

Y el disparo se escuchó en el aire.

-¿Y que pasó?

Tora torció la moto hacia un lado, mientras su pelaje ondeaba fuertemente contra el aire y la luz iluminaba el camino. Ane andaba sentada detrás de él, agarrándole por el estomago, e inclinándose donde debía para no hacerle caer.

-Le dispararon a él. -explicó Tora. -Le dieron en todo el pecho; tuvieron que llevarlo a un hospital de verdad. -dijo.

-¿Un hospital de verdad? -Ane se había quedado sorprendida. -Pero que yo sepa, tu clan no los conocía.

-El mío no, pero Bryce si. -explicó. -Contrario a los pronósticos de los médicos, Bryce despertó y al oir lo de la misión echó a correr a por Uros. No hace falta decir que finalmente tuvo Claire que llevarlo a brazos hasta el clan de nuevo, pero parece ser que grácias a él Uros sobrevivió.

-¿Y Stallion y Leon?

-Se fueron. En el momento en que vieron a quien habían disparado, cogieron el coche y se largaron. -en el momento en que vio un camión entorpeciendo el camino, Tora lo esquivó como pudo y continuó adelante. -Uros estuvo un buen rato tendido en el suelo, y Claire intentó curarle como pudo. Cuando Bryce le encontró, lanzó un rugido lo suficiente potente para que los demás le oyeran. -explicó. -Les dijo donde había un hospital, y le llevó hasta allí.

-¿Demasiadas casualidades, no crees?

-Si, es posible... Pero ya sabes que ocurre cuando uno está con Bryce. -dijo. -Las casualidades existen.

Tora continuó avanzando por el camino en silencio. En el momento en que despertó, Ane le había pedido que la contara desde cuando conocía la debilidad de Bryce, y Tora decidió explicárselo por el camino. Lo obvió, pero recordó que cuando volvió al clan, el lobo no se cortó un pelo para ir a sus aposentos y declararse. Y entonces fué cuando, sinceramente, descubrió que sus sentimientos podían ser correspondidos.

Una sombra lejana, situada en medio de la carretera, le hizo frenar poco a poco hasta que finalmente el foco iluminó a quien menos se esperaba que estuviera allí. Tras esa persona se encontraba una bifurcación, cuya señal había sido completamente destruida.

-Damaru...

Tora se quitó el casco, y se bajó lentamente de la moto sin apartar ni un solo momento la mirada del dragón. ¿Cuantos meses hacía que no lo veía? ¿Tres? ¿Cuatro? Había perdido la cuenta, pero sabía que eran muchos, demasiados. Ane hizo lo mismo y también se bajó de la moto, dejando su casco en un lado y acercándose a Tora.

-¿Eres tu? -repitió Tora.

-Sssi, sssoy yo. -contestó el dragón finalmente. -Volvemosss a vernosss.

-Que... ¿Que haces aquí? ¿Donde has estado todo este tiempo?

Damaru se rió durante un rato, y sacó de su bolsillo una pistola, a la cual la quitó el seguro.

-¿Sssabesss? Sssiempre essstuve arrepentido de haber ayudado a Ssstallion y a Leon dessspuésss de ver como hacían sssufrir a Bryce en los experimentos de sssu laboratorio. -dijo. Su tono prácticamente era de arrepentimiento. -Por eso, cuando me diste una muestra de confianza, decidí aprovecharla para unirme a él y essstar al tanto de todo lo que planeaba.

-¿Como?

-Lo que oyesss... Ví como había destrozado a una pareja, y en cuanto sssupe que Bryce estaba otra vez de vuelta, y que Leon lo había descubierto, se lo dije a Laura. -explicó. -Y juntosss... planeamos la forma de ayudaros lo máximo posible para que pudierais vivir en paz.

Tora se quedó de piedra, incapaz de reaccionar ante las confesiones de Damaru. Hasta ahora, se había imaginado que Damaru había vuelto con sus enemigos para hacerse con el mestizo de nuevo, y ahora, no solo resultaba que se había equivocado, si no que encima, Laura estaba metida en todo esto.

-¿Donde está Bryce?

-Lo cogimosss cuando estuvieron a punto de apalizarle. -explicó. -Matamos a aquellos dosss y luego cogimosss a Bryce, le dimos una passtilla, y luego lo sacamos de allí como pudimosss. -explicó- Pero Leon se noss ha adelantado esta vez, y Laura y yo hemos tenido que dejar a Bryce a su merced, y huir. Sssin embargo, Leon ya conoce mi mentira... Me temo que sssabe cual ha sssido nuessstro doble juego.

-Damaru... ¿Porqué? ¿Porqué Bryce?

-Eso vas a tenerlo que dessscubrir tu. -dijo el dragón. Luego apuntó a Tora con la pistola, y añadió. -Bien. Bryce está ahora en ninguna parte, a punto de ser salvado por tí. Si lo hacesss, debess comprometerte que a partir de ahora le cuidarasss. No es quien era antesss, y está muy débil. Pero si no eresss capaz de protegerle, es mejor que vuelvasss por donde has venido.

El tigre miró a Ane unos instantes, dubitativo, y luego volvió la vista a Damaru. ¿Todo el mundo se había vuelto loco o que?

-No entiendo porque haces esto...

-Escuchame bien: Has iniciado algo que no podrasss detener. -explicó. -Lo sssiento mucho, Tora, pero a partir de ahora, vasss a tener muchosss enemigos que iran a por vosotrosss dos. Tienesss que acabar con todo esssto que has empezado, pero esa es precisamente tu decisión... ¿Que vas a hacer?

Tora tragó saliva durante unos instantes, incapaz de apartar la mirada del dragón.

-Pienso continuar... Es cierto, hasta ahora no he sabido defenderle. -admitió. -No me acordaba de lo débil que era por no tener la medicina adecuada, pero ahora no va a ser así. -dijo. -Por mucho que Leon y Stallion esten tras él... Pienso seguir adelante para dar punto final a esto.

-Bien... Puesss si es esta tu decisssión... Te desseo mucha suerte, porque yo ya no puedo seguir vivo.

-¿Q...?

Y un disparo surcó el aire.

El cuerpo muerto de Damaru cayó al suelo, haciendo que un chorro de sangre saliera de su cabeza y pringara todo el suelo. Ane se había escondido tras Tora para no ver la escena que ahora residía ahí, y Tora se había echo atrás al ver lo que había ocurrido.

-Esto... No puede ser cierto...

En cuanto notó que Ane temblaba, se dio la vuelta, y la abrazó con fuerza para darla ánimos, mientras notaba como esta seguía llorando ante lo que acababa de ocurrir. Gritaba, chillaba, estaba completamente histérica, y era lógico: Acababa de morir alguien que pensaban que les estaba traicionando y en realidad estaba intentando darles tiempo.

-¿Y ahora que? -decía Ane, repitiéndolo varias veces. -¿Y ahora... que...?

Tora cerró los ojos, notando un dolor fuerte en el pecho.

-Supongo que ahora... No nos queda otro remedio que detener todo esto que he empezado yo... -dijo Tora. -Tenías razón, no tendría que haber traído a Bryce... Pero ahora ya es demasiado tarde... Ya no puedo hacerme atrás... Hay que continuar... Debo sacaros a todo de esta.

-¿Y... Y laura?

-Laura... Es cierto... Debemos darnos prisa... Hay que encontrar a Laura y luego a Bryce... Antes de que les encuentre Leon...

Había tardado mucho, pero acababa de descubrir cual había sido su error. Había intentado esconder a Bryce todo lo que había podido, sin saber realmente que en realidad esa no era la solución, y ahora se le había vuelto todo en contra, complicándose todo.

La luna no dejaba de iluminar a los testigos de la muerte de un dragón.

Continuará...

_ Notas del Autor: _

El capítulo 9. Creo que eso avecina muchas cosas, puesto que el próximo ya será prácticamente un capítulo que tendrá 2 números. Un 1 y un 0.

En fin, ya sabéis lo que digo siempre: Que me encantan muchísimo los comentarios. Los que he recibido hasta ahora sin duda me han hecho rebosar de alegría y me han dado fuerzas para seguir escribiendo, porque eso significa de que alguien lee esta historia y por lo tanto estoy comprometido, cada dos semanas, de publicar un capítulo nuevo y de llevarla hasta el final. Incluso me han parecido interesantes las preguntas que he recibido hasta ahora sobre Tora.

Espero que os haya gustado, y veros en el próximo capítulo, que ya será el número 10 ¡¡Gracias a todos por estar ahí, y hasta pronto!!